La calumnia como argumento

La columnista del NYT y Juan Pablo II: la calumnia como argumento

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Sucede con muchos de los comentaristas del New York Times que ya sabes qué van a decir incluso antes de leer el texto. Eso no es necesariamente negativo (supongo que yo mismo –a un nivel mucho más modesto- soy previsible en mis comentarios). Lo peor es que esos comentarios estén plagados de afirmaciones categóricas, dogmáticas, sin una base de hechos que las apoyen. En esto, una de las mayores expertas es, sin duda, la columnista Maureen Dowd. Sobre todo cuando el tema es la Iglesia católica, que es su blanco preferido.

A la señora Dowd le gusta recordar de vez en cuando en sus columnas que nació en una familia católica, como queriendo decir: “sé de lo que hablo”. Por desgracia, pocas veces lo demuestra. Sus artículos son una colección de estereotipos, un manual de pensamiento radical-chic de obligado cumplimiento. A quien se le ocurra salirse de su ortodoxia se enfrentará con una agresividad ciertamente poco femenina.

En su última columna para el diario neoyorquino (se necesita registro), la señora Dowd arremete contra Juan Pablo II, a quien Benedicto XVI va a beatificar con la esperanza -añade Dowd- de conseguir un impacto de relaciones públicas. Juan Pablo II, nos dice Dowd, fue progresista en muchos aspectos, pero fue “preocupantemente retrógrado” en otros como la anticoncepción, la ordenación de mujeres, el celibato, el divorcio. Y sobre todo: “Juan Pablo perdió su derecho a la beatificación al no establecer una norma jurídica para eliminar los pederastas del sacerdocio,  sino que simplemente dio las espaldas al problema por muchos años”.

Se ve que la señora Dowd no sabe que fue precisamente Juan Pablo II quien en abril de 2001 estableció la norma jurídica para atajar este problema,  el motu propioSacramentum sanctitatis tutela”. Eso fue tres años antes de que se publicara el “John Jay Report”, el exhaustivo estudio encargado por el episcopado norteamericano sobre los abusos cometidos por sacerdotes, que ofreció una nueva perspectiva sobre el problema. Decir que JPII miró a otro lado durante muchos años es una frase efectista, pero falsa.  Pero afirmar -como hace más adelante- que Juan Pablo II “protegió” a pedófilos es harina de otro costal. Aquí la señora Dowd no argumenta: se diría que se limita a calumniar a quienes le resultan antipáticos. Y es obvio que JPII está en la lista (aunque no sea el único).

La lección de laicidad

La lección de laicidad del electricista inglés

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Colin_atkinsonA estas alturas, me parece un dato comprobado que las polémicas (europeas) con motivo de la exposición pública de símbolos religiosos cristianos no las promueven seguidores de otras religiones. Por lo general, no se trata de la reacción de minorías que se sienten discriminadas por la religión mayoritaria. No. Los promotores suelen ser militantes de determinadas corrientes ideológicas que postulan (eso sí, como si fuera un credo religioso) la desaparición de esos símbolos de la esfera pública (especialmente, de los cristianos). Así pues, son gentes que pretenden imponer a todos su propia visión, que consiste no en el pluralismo de símbolos, sino en la supresión de símbolos, en la pared vacía, como si se tratara de la única vía.

Esto viene a propósito de la historia del electricista inglés que, por el hecho de exhibir una cruz en el salpicadero de la camioneta de la empresa, fue amenazado de despido. Desconocía cómo había terminado el caso, así que he recuperado algunas informaciones sobre este hombre, Colin Atkinson (foto), de 64 años, parroquiano de una iglesia pentecostal.  Me entero con sorpresa de que todo había empezado hace quince meses (yo pensaba que era una historia de estos días), cuando uno de los capataces le dijo que quitara el crucifijo.  Atkinson quiso saber en base a qué reglamento interno emitía esa orden, pues en 14 años nunca tuvo problemas. Se descubrió que, en efecto, no había ningún reglamento, y que nadie había dicho nada ante los símbolos expuestos por sus compañeros musulmanes o sikhs, ni tan siquiera ante el póster del Ché Guevara exhibido en el despacho de su jefe.

Como respuesta, la empresa emitió una nueva regla: todos los símbolos personales deben ser quitados de las camionetas. Con lo que no contaba la empresa fue con la reacción popular: Atkinson fue invitado a muchos programas de televisión y en algunos sondeos realizados en directo el 100 % del público votó a su favor. Se demostró que no era ningún fanático ni anti nada. “Nadie se quejó nunca, ni mis colegas ni mis clientes”. Atkinson fue víctima de un ataque de “corrección política” que sufrió su capataz, y los otros jefes. Al final, como buenos británicos, supieron recobrar el sentido común. Y el electricista inglés dio a todos una lección de laicidad, defendiendo con tenacidad sus derechos.

Más allá del evento mediático

La beatificación de JPII, más allá del evento mediático

05 mayo 2011. Diego Contreras

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Me parece que la beatificación de Juan Pablo II ha sido un buen escaparate de lo que es la vitalidad de la Iglesia católica

En el torbellino informativo que caracteriza nuestra época, la beatificación de Juan Pablo II prácticamente ha desaparecido del mapa informativo apenas dos días después de su celebración. Sin embargo, a diferencia de otros eventos nacidos simplemente para ser “eventos mediáticos”, estoy convencido de que el impacto personal de la beatificación es de otro nivel.

      Pienso que no ha sido un acto efímero para mucha de la gente que lo ha seguido por televisión (a pesar de que no hayan podido palpar el ambiente), ni para otra gente que sí estaba allí, pero tal vez —como le ocurrió a un buen número— sin ver ni oír una palabra de lo que estaba sucediendo (tal era la multitud), pero con una clara percepción de su significado.

      Especialmente para estos últimos —entre los que personalmente me encontraba— la experiencia más significativa ha sido ver cómo se ha comportado la otra gente. Sin caer en idealizaciones, me parece que la beatificación de Juan Pablo II ha sido un buen escaparate de lo que es la vitalidad de la Iglesia católica. No han sido manifestaciones de autoestima organizadas, como pronosticaban algunos, sino el ejemplo espontáneo de la simple presencia, especialmente juvenil. «He llegado con horas de antelación, no he visto ni oído nada, en otras circunstancias sería un perfecto imbécil: aquí, sin embargo, me encuentro feliz».

      A la espera de un estudio que nos pueda ilustrar sobre cómo abordó la prensa este evento (mi primera impresión general es altamente positiva, cosa que no me sorprende porque la realidad fue así), a la espera de ese estudio, decía, presento aquí una selección de primeras páginas de prensa de todo el mundo, correspondiente a los días 1 de mayo y 2 de mayo.

      Dos observaciones veloces: llama la atención la total ausencia del tema en las portadas de la prensa británica (víctima de una mono-obsesión por la boda real), y el hecho de que la beatificación haya resistido a la noticia de la eliminación de Bin Laden, información publicada sólo en la prensa americana a causa del fuso horario.

Diego Contreras

Fallece un obispo chino fiel al Papa

Mons Pietro Li Hongye murió mientras presidía la Vigilia Pascual

Fallece un obispo chino fiel al Papa que pasó décadas de su vida encarcelado por la dictadura comunista

El Obispo de Luoyang (China), Mons. Pietro Li Hongye, falleció de un infarto el pasado sábado 23 de abril, a la edad de 91 años, mientras presidía la celebración de la Vigilia Pascual. el prelado fue arrestado y encarcelado varias veces, desde cuando era sacerdote, a partir del 1955. En 1956 fue juzgado como «obstinado», y condenado a prisión en la remota provincia de Qinghai, donde permaneció durante 28 años.

06/05/11 10:58 AM | Imprimir | Enviar

(Fides/InfoCatólica) Nació el 6 de enero de 1920 en una familia católica de tres generaciones en el pueblo de Xicunxian en la provincia de Henan. A los 12 años entró en el seminario menor y completó sus estudios en el seminario mayor de Kaifeng, fue ordenado el 22 de abril de 1944. Tras sus primeras tres décadas de prisión, fue puesto en libertad en 1984. Entonces era el único sacerdote en toda la diócesis de Luoyang. El 10 de septiembre de 1987 fue ordenado Obispo de Luoyang. El 25 de junio de 1994 fue arrestado de nuevo y en 2001 otra vez más, mientras predicaba un retiro a las religiosas de la diócesis.

Los fieles lo recuerdan por su fuerza para vivir fielmente su vocación y por el sufrimiento vivido durante los períodos de estancia en prisión o bajo arresto domiciliario o bajo estrecha vigilancia. Era apreciado por todos por su vida sin miedos, por su intelecto despierto, por su fe profunda, por la prudencia y la firmeza, y por el apego al Santo Padre. Era un hombre de gran cultura, notorio por un conocimiento profundo de la lengua italiana.

En su incansable labor a menudo visitaba las comunidades católicas, que se reunían casi todas en la casa de uno de los fieles, porque las iglesias del pasado habían sido requisadas por el Gobierno y destinadas a otros usos. Estas visitas le costaban gran esfuerzo, porque no se puede llegar a todas partes con el transporte público: a veces, tenían que caminar muchas horas para llegar a los fieles.

Desde 2004, sufría de problemas cardíacos y pasó varios periodos en el hospital permaneciendo en adelante con un estado de salud enfermizo. Un hombre de temperamento fuerte, ha sido una figura prominente en la Iglesia en China por sus muchos años de testimonio de martirio por la fe. La situación política general, la extrema pobreza de muchas comunidades católicas y la falta de personal eclesiástico han hecho heroico el trabajo de Mons. Li.

La ciudad de Luoyang, que en la actualidad es un gran centro industrial, famosa por ser una de las cuatro capitales antiguas de China, es visitada por muchos turistas extranjeros. La Prefectura Apostólica de Luoyang, constituida el 14 de mayo de 1929 con territorio separado del Vicariato Apostólico de Zhengzhou, se convirtió a su vez, en Vicariato Apostólico el 28 de enero de 1935 y en diócesis el 11 de abril de 1946. El Distrito eclesiástico ahora cuenta con unos 10.000 fieles, unos treinta sacerdotes, y más de 50 religiosas. El funeral de Mons. Pietro Li Hongye se celebró el pasado 29 de abril en su pueblo natal, a medio camino entre Zhengzhou y Luoyang.