Dos experiencias quizá sobrenaturales con la Virgen

Tom Holland, historiador agnóstico

El historiador y superventas Tom Holland habla de su relación con la fe y el cristianismo

Desde hace bastantes años, el historiador inglés Tom Holland (autor de superventas como Rubicón, sobre la antigua Roma; Milenio, sobre el origen de la Edad Media, y Dominio, sobre la influencia del cristianismo en la historia mundial) se siente más y más atraído por la fe cristiana.

Y una experiencia de sanación tras orar a la Virgen en una iglesia anglicana, en el lugar de unas apariciones medievales, le ha acercado aún más, según reconoció hace poco.

Una juventud despreciando el cristianismo

Hijo de padre ateo y de madre anglicana, de niño consideró aburrido el cristianismo, y de adolescente y joven se apasionó por Roma y Persia, igual que por los dinosaurios, y se declaró agnóstico admirador del paganismo. Pero pasaron los años, estudió mucho sobre Roma y Grecia y sus crueldades. Julio César, recuerda, mató 1 millón de galos y esclavizó a otro millón. Los espartanos eran crueles y eugenésicos. Romanos y dinosaurios eran bestias fuertes pero crueles, sin moral, y desprecio total al débil.

En diciembre de 2013 Tom Holland habló de su acercamiento a la ética cristiana, entrevistado por Alom Shaha, ateo inglés de familia musulmana de Bangla Desh y autor de un Manual del joven ateo.

A través de su madre, dice, «siempre asocié el anglicanismo con la bondad y decencia y generosidad de espíritu y compasión, nunca tuve esa asociación visceral del cristianismo con la represión, el dogma o la mente estrecha». Su rechazo a la fe de joven fue de origen estético e impulsivo, no por resentimiento.

“En el fondo de mi mente hay una especie de agujero persistente con forma de Dios y la plantilla de Dios que uso para llenarlo es cristiana. Yo podría leer la narración de la Pasión, ir a la iglesia en Pascua, y sentir que es verdad, sentir que sus verdades articuladoras me afectan más de lo que puedo decir con palabras… Me siento en comunión con la enorme herencia de la fe cristiana, lo encuentro conmovedor, y en esos momentos me pregunto ‘¿es esto creer en Dios?’”, explicaba en 2013 el historiador al entrevistador ateo.

Luego matizaba: “No he visto evidencia que me satisfaga de que exista nada sobrenatural. No he visto pruebas de Dios”.

Una iglesia mariana que engancha con la Historia

En 2019 publicó su libro Dominio, y en los años previos visitó iglesias de distintas denominaciones. Antes de ese año visitó por primera vez una iglesia peculiar de Londres, San Bartolomé el Grande. Lo explicó en la web de la Iglesia Anglicana en 2020.

«Esta iglesia, en cierto sentido, resumía para mí todo lo que significa Dominio: el gran fluir de la tradición cristiana que abarca tanto lo católico como lo protestante y lo deísta, la Edad Media, la Reforma y la Ilustración. Fundada por (supuestamente) un bufón de la corte de Enrique I que fue curado milagrosamente de una enfermedad por San Bartolomé en Roma, acogió la única aparición conocida de la Virgen en Londres. La Lady Chapel, vendida durante la Reforma, luego se convirtió en una imprenta, donde trabajó brevemente Benjamín Franklin. Hoy es una parroquia anglicana, de tradición muy anglocatólica«, explicó.

«Sentado allí, podía ver los rayos de luz atravesar las ventanas normandas y amplificar las nubes de incienso; pero también pude escuchar un sermón de gran erudición y compasión pronunciado por el entusiasta rector, el padre Marcus Walker. Y también estaba la música. Toda la experiencia me pareció increíblemente hermosa, casi abrumadora. Me dio una sensación muy poderosa de que estaba en un lugar santo, santificado por generaciones de personas cuyos nacimientos, matrimonios y muertes habían sido marcados allí. Toda la historia cristiana parecía rodearme».

En esa iglesia se filmaron Cuatro bodas y un funeral, Shakespeare in love y varias otras producciones.

Lo sobrenatural y la Virgen

Como ya sugería en 2013, para dar el paso pleno a la fe, Tom Holland necesita «evidencia que le satisfaga» de lo sobrenatural. Y las dos experiencias que ha tenido que se acercan más a ello (aunque sin acabar de convencerle, pero las sopesa) implican a la Virgen María, explicó en una charla reciente en el London Institute for Contemporary Christianity, recogidas en un reciente artículo para The Spectator titulado «Un renacimiento cristiano está en marcha en Gran Bretaña».

Holland las matizó en el Catholic Herald señalando que ambas admites explicaciones no sobrenaturales y que hoy por hoy sigue «varado en las tierras sombrías entre la fe y la desesperación existencial«. Pero que ahora puede entender mejor lo maravilloso que puede parecer el universo a una persona que decide dar un salto de fe.

Su primera experiencia tuvo lugar visitando una iglesia abandonada y devastada por la guerra en el norte de Irak, preparando un documental. Holland sabía que en ese pueblo terroristas de Estado Islámico habían crucificado cristianos, y pensar en eso le llevaba a un «abismo existencial».

Las alas del ángel ante la Virgen

Entre los escombros que miraba, el viento movía un papel. Era una imagen de la Anunciación. La recogió y contempló «las grandes alas de Gabriel que retrocedían mientras se arrodillaba ante la Virgen».

Entonces sintió como si el velo entre nuestro mundo y otras realidades se hiciera muy fino, y que sintió con fuerza la sensación de que algo parecido a las alas de los ángeles le rozaban los hombros cuando ascendían y descendían de otros reinos. «Era una especie de dulce sensación de embriaguez», dijo a Justin Brierley en el encuentro en Londres. ¿Podía ser la deshidratación? ¿O era algo sobrenatural? Y se planteó también, poco después de esa experiencia: «¿Me equivoqué cuando me centré en el ángel? ¿Debería haberme fijado en la Virgen? ¿Estaba ella allí?»

Varios asistentes del público londinense, cristianos protestantes, se rieron, pero Holland, aunque apreció el humor, quiso contar su siguiente experiencia, para mostrar más bien «el humor de Dios».

La Capilla de la Señora, Lady Chapel, único lugar de Londres donde la Virgen se apareció… y donde rezó el historiador Tom Holland

Un cáncer de intestino, y una oración ferviente

Sucedió tras la pandemia de coronavirus, en diciembre de 2021: le diagnosticaron cáncer, y el médico le avisó de que probablemente le deberían extirpar parte del intestino. Esa Navidad, acudió a los servicios religiosos en San Bartolomé, la iglesia que le gustaba. Recordaba sus orígenes milagrosos: la fundó un fraile agustino a quien un mensaje celestial le pidió alzar esa iglesia en el barrio de Smithfield. Allí la Virgen se apareció al monje Hubert, regañándole a él y sus compañeros por hacer mal la liturgia.

Holland se arrodilló en el lugar de la Capilla de la Virgen de San Bartolomé donde se dice que la Virgen había aparecido. Y rezó. «Fui a este lugar donde se apareció la Virgen y elevé esta enorme oración de corazón. Por favor. Por favor. Y todo salió bien a partir de ese momento». En pocas semanas le informaron que el cáncer había remitido, no necesitó operación y «dos años después parezco limpio de él».

«Como agnóstico protestante, la idea de que había tenido una intervención mariana me pareció tan sublimemente divertida [que] pensé que, si era verdad, Dios debe tener el más maravilloso sentido del humor», dijo.

Tom Holland aprecia el humor y aprecia también la devoción mariana: en 2022, quizá poco después de saber de su curación, bromeaba así en su Twitter respecto al ofrecimiento de la copa de fútbol del Real Madrid a la Virgen de la Almudena: «Ahhh, por eso siguen ganando», escribió.

Tom Holland en 2022 comentaba las victorias del Real Madrid... y de la Almudena
Tom Holland en 2022 comentaba las victorias del Real Madrid… y de la Almudena

Más tarde, su interés por la fe va ganando cada vez más elementos católicos. En 2023, Holland le dijo al obispo Robert Barron en una audiencia pública que su esposa era católica (que había redescubierto su fe hacía poco) y que un sacerdote jesuita que conocieron una vez era la persona más santa que había conocido, y que veía una relación histórica «natural» entre al menos cierto protestantismo y la pérdida de fe hacia el ateísmo.

Cómo la amistad y el Padrenuestro salvaron «El Señor de los Anillos»

Descubre cómo un JRR Tolkien descorazonado casi se da por vencido con sus novelas épicas, y cómo un amigo y la oración acudieron en su rescate.

JRR Tolkien ha dado mucha alegría a millones de personas con su epopeya El Señor de los Anillos. Sin embargo, si no hubiera sido por su amigo George Sayer, es posible que el libro (una novela publicada en tres partes) nunca hubiera visto la luz.

Sayer, quien fue director de inglés en el prestigioso Malvern College y un católico ferviente, era amigo tanto de CS Lewis como de Tolkien, y estos escritores a menudo iban y pasaban tiempo con él en Malvern, Worcestershire .

En una ocasión, Sayer hizo un viaje a Oxford, donde vivía Tolkien, y la pareja de amigos se encontró. El profesor de inglés vio que Tolkien estaba totalmente desanimado y deprimido porque los editores no estaban interesados ​​ni en El Señor de los Anillos ni en El Silmarillion. De hecho, estaba tan harto que solo quería quemar los manuscritos.

Afortunadamente, su amigo Sayer fue al rescate. Invitó a Tolkien a Malvern para descansar un poco. El escritor llegó a donde estaba Sayer, con sus manuscritos en la parte trasera del coche.

La «sospechosa» grabadora

Sayer luego tuvo un golpe de genialidad. Había comprado una grabadora Ferrograph en su ciudad natal y trató de persuadir a Tolkien para que grabara pasajes del ahora legendario El Señor de los Anillos. Aunque Tolkien se mostró reticente, decidió intentarlo con una condición: que primero recitara el Padrenuestro.

Al más puro estilo Tolkien, no lo recitó en ningún idioma antiguo, sino en un idioma gótico antiguo. Pensó que al hacerlo sería un arma mayor contra los demonios que acechaban en la sospechosa grabadora novedosa, según un informe del Malvern Gazette.

Estas grabaciones, que se pueden encontrar en el sitio web del patrimonio de Tolkien, le dieron al escritor una nueva oportunidad de vida, y el resto es historia literaria.

Si bien la historia de la intervención de Sayer no es muy conocida, definitivamente vale la pena mencionarla. Los hombres no solo eran amigos en la fe, sino que también sabían cómo apoyarse mutuamente cuando más lo necesitaban. ¡Y los tolkienistas de todo el mundo sin duda están agradecidos de que el escritor haya escuchado a su amigo!

«Los anillos de poder»

Nada es malvado al principio

Con la precuela de ‘El Señor de los Anillos’ regresa la lucha entre la luz y la oscuridad

Por fin se han estrenado en Amazon Prime los dos primeros episodios de “El Señor de los Anillos: Los anillos de poder”, dirigidos por el cineasta español J. A. Bayona con su habitual destreza técnica y narrativa y algunos guiños a Peter Jackson y su manera de filmar, y el resultado es, por el momento, tan prometedor como espectacular.

Partiendo de los apéndices de los libros y de las historias paralelas que J. R. R. Tolkien fue gestando para introducir a los lectores en la Tierra Media, los responsables directos de la serie, Patrick McKay y John D. Payne, al parecer expertos en el autor de “El hobbit”, se han propuesto ofrecernos cinco temporadas con personajes que no habíamos visto en las películas de Peter Jackson y otros héroes que vuelven con un rostro más joven (es el caso de Elrond o de Galadriel, su protagonista: aquí interpretada por Morfydd Clark, relevo de Cate Blanchett).

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

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Tolkien, como ya sabemos sus fans y sus lectores, era católico hasta la médula, y su obra más célebre, “El Señor de los Anillos”, novela compuesta por varios libros y dividida en tres partes, contenía elementos religiosos y católicos, además de alusiones veladas al impacto de la Segunda Guerra Mundial y a los cuentos de hadas. Es por eso que el prólogo del primer episodio de “Los anillos de poder”, titulado “Una sombra del pasado”, comienza directamente con una alegoría sobre la luz, el bien y el entorno pacífico de una tierra que remite al Paraíso terrenal, y la frase de Galadriel con voz en off que dice: “Nada es malvado al principio. Y hubo un tiempo en que el mundo era tan joven que no había amanecido aún. Pero aun así había luz”.

“Una sombra del pasado”

En ese introito conocemos a Galadriel de niña, y a su hermano mayor como un consejero sabio que trata de alertarla sobre los peligros de no distinguir entre la luz y la oscuridad y le explica por qué un barco flota en el agua pero una piedra no. El barco sería la persona que elige el bien, la luz y el sol; la piedra, la persona que se hunde en el agua atraída por el mal y la oscuridad.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

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Esa luminosidad, en una tierra en la que ni siquiera tenían “un nombre para la muerte”, se vio anulada por Morgoth, el Enemigo Oscuro, y su legión de orcos, que son como demonios o ángeles caídos. “¿Cómo sabré qué luz seguir?”, pregunta Galadriel. “A veces no puedes saberlo hasta tocar la oscuridad”, responde su hermano.

Durante ambos episodios, esas sensaciones de tensión y de lucha entre las luces y las sombras serán casi continuas. “¿Cuánto puede resistir la carne donde hasta la luz del sol teme pisar?”, dice uno de los personajes. Poco a poco irán encontrando huellas, rastros, señales, del regreso de los orcos, que simbolizan el mal en estado puro. El cometido de Galadriel será encontrar a Sauron y destruirlo, aunque para ello tenga que contravenir las órdenes de los elfos.

“A la deriva”

En el segundo episodio nos encontramos con más personajes: enanos monarcas y guerreros, el más grande de los herreros elfos, un montaraz que va en una balsa a la deriva e incluso un hombre alto y misterioso caído del cielo a la que recogen dos pelosas (sub-raza que precede a los hobbits). Una vez presentadas las tramas principales en el primero, este segundo capítulo es un poco más dinámico, con más escaramuzas y persecuciones, como suele ocurrir en las series en las que confluyen tantas tramas y tantos personajes.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

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Hay voluntad de perdón entre Elrond y el Príncipe Durin. Hay alianza entre elfos y hombres. Hay necesidad de confiar unos en otros por la amenaza que se cierne sobre la Tierra Media.

Pero también hay comunidades que se van descomponiendo ante la llegada del mal: cada miembro responde de una manera a la inminencia del peligro y no siempre se logran acuerdos. Elrond, aludiendo a un árbol que ha nacido sin problemas en el reino de los enanos, dictamina: “Donde hay amor no existe la oscuridad”.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS

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Ese amor como fuerza motora que puede destruir a los enemigos es otro de los pilares de esta ambiciosa serie. Otra de sus virtudes es que, vistas sus dos primeras partes, dan ganas de releer a Tolkien, uno de los grandes sostenes de nuestras infancias lectoras.

Un enfoque novedoso para la adicción a Internet

Como sociedad estamos perdiendo nuestras ganas de vivir. Tal vez ya ni siquiera sabemos cómo vivir. Más bien, nos abandonamos a una búsqueda insaciable de la comodidad. Y luego, para agravar nuestra locura, cargamos a nuestra juventud con esta existencia inane. Ilustraré con un ejemplo demasiado familiar, demasiado tedioso.

Recientemente fui con mi esposa y mis cuatro hijos a la pista local al aire libre para jugar al hockey y practicar algunas habilidades de patinaje. Al lado de esta pista hay una pequeña choza climatizada donde puedes atar patines sin congelar los dedos. Tratar de mantener todos los dedos intactos es uno de los principales pasatiempos de invierno en Saskatchewan.

Cuando entramos en la choza, notamos que dos niñas, ambas en sexto grado, estaban sentadas allí. Ahora, si viviéramos en un momento normal de la historia, estas chicas habrían estado patinando. Pero no lo hacemos. Estaban sentados en el banco, pegados a sus teléfonos. Finalmente escuchamos a uno de ellos comentar: «¡Me gusta, solo necesito diez seguidores más en TikTok! ¡Como, diez más!»

Como, ok entonces.

Las chicas, incapaces de quitar los ojos de las pantallas, casi chocan contra la puerta cuando intentaban irse. Poco después, tres adolescentes se presentaron en la choza de skate para mirar los teléfonos. Después de diez minutos de desplazamiento, finalmente tropezaron con su camino hacia la pista real. Durante un minuto más o menos dispararon pucks a portería. Luego, los tres se apoyaron contra las tablas laterales, sacaron sus teléfonos una vez más y miraron durante otros diez minutos. Finalmente, regresaron a la choza de patinaje, sin duda para calentarse mientras desplazaban sus teléfonos. Al no tener a nadie más con quien jugar al hockey, mi esposa y yo finalmente empacamos a los niños y nos fuimos a casa. Qué divertido.

Simplemente saltaré a él. Estoy cansado de este mundo irreal que hemos creado. Estoy cansado de escuchar que, después de la pandemia, los niños pasan 7,5 horas al día frente a una pantalla. Estoy cansado de escuchar cómo cada 100 minutos un adolescente se suicida. Estoy cansado de mirar personalmente los ojos manchados de lágrimas de un joven y escucharlo decir: «No quiero vivir más». Estoy cansado de este mundo desconectado, desconectado y sin Dios.

Quiero que mis propios hijos puedan jugar un partido de hockey con otros, durante más de dos minutos a la vez. Quiero que no se sientan como marginados sociales porque, de hecho, no tienen un dispositivo de bolsillo con acceso instantáneo a la pornografía. Pero incluso más allá de mis propios hijos, quiero que todos los niños experimenten una vida real, en el mundo real. Un mundo real donde se construyen fuertes de árboles, conejos atrapados, oraciones ofrecidas, tradiciones transmitidas, rodillas raspadas y libros leídos. Un mundo en el que patinar con un amigo un sábado por la tarde no es un gran acto contracultural.

Con esto en mente, debo participar en una autopromoción desvergonzada. Perdóname por esto, pero creo que es importante. Verás, he escrito una novela. La novela es para el grupo de edad de 10 a 14 años (sí, este grupo de edad todavía disfruta de la lectura). En el fondo, el libro es un llamado a vivir la vida una vez más, en el mundo real.

Desconectado: The Broken Path se centra en un niño de doce años adicto a Internet llamado Ben Montana. En la historia, Internet un día muere repentinamente. Se produce el caos, como uno podría imaginar que sucede. Los eventos emocionantes, así como las conmovedoras lecciones de vida dadas por su abuelo, eventualmente llevan al joven Ben a aprender a vivir, sobrevivir e incluso prosperar en medio de esta gran depresión de Internet.

Ahora me imagino que hay lectores aquí con niños que memorizan a Shakespeare y Dickens por diversión, y consideran a Tolstoi y Eliot una lectura ligera. Para un niño así, Disconnected podría ser, y me duele decir esto, un medio paso por debajo de Shakespeare. Sin embargo, creo que esos niños aún disfrutarían de la historia aventurera y el simbolismo católico escrito en Disconnected. Sin embargo, como mi lema para escribir ha sido «Lanzarse a las profundidades», he escrito el libro para todos aquellos diez en adelante que necesitan el impacto de una experiencia de lectura honesta, real, entretenida, incluso emocional. A todos ellos, les ofrezco este libro para su edificación y placer.

Francamente, quiero más para nuestra juventud que el mundo entumecido que parece que les estamos transmitiendo. Quiero que se les dé una vida real para vivir. Para reformular a Tolkien, el mundo no se encuentra en TikTok y Snapchat. Está ahí fuera.

* * *

Desconectado: El Camino Roto se puede pedir a través de Amazon.

A continuación ofrezco un fragmento del libro. En esta escena, Ben, de doce años, ha estado luchando sin su dosis habitual de Internet. De hecho, ha estado actuando a propósito y metiéndose en problemas. Finalmente, sus padres lo envían a la casa del abuelo, con la esperanza de que algún tiempo en la granja fortalezca a Ben.

* * *

La bicicleta al abuelo fue una pesadilla. El viento gritón atacó a Ben, y cada empuje de los pedales parecía un paso tortuoso hacia la cima del Monte Everest. Solo la cima del viaje de Ben no fue pararse en la cima del mundo en gloria, sino tener una conversación que quería evitar.

Se detuvo en el corral y apoyó su bicicleta contra la casa. El fuerte viento empujó rápidamente la bicicleta. Ben frunció el ceño, decidió dejar la bicicleta en un montón colapsado y llamó a la puerta principal. Ben nunca llamó a la puerta de su abuelo, pero esta vez se sintió como un nieto pródigo, y que no debe ser demasiado audaz o descarado.

El abuelo abrió la puerta. «¡Mira lo que arrastró el gato! ¿Todavía está vivo?»

Ben sonrió a medias. No se sentía vivo. Tampoco dijo nada.

«Entra, siéntate. Acabo de matar al ternero gordo», continuó el abuelo, señalando una nueva caja de galletas sobre la mesa. «Te conseguiré un café».

Ben nunca había tomado café antes. Esto fue extraño. Pero no quería ser grosero, así que lo intentó. Para cuando consiguió que el café fuera bebible, la taza estaba llena de partes iguales de café, crema y azúcar.

«Entonces. ¿Te lo has estado pasando bien últimamente?», Preguntó el abuelo.

¡ Ay.

«Muy bien. Una multa de ciento veinte dólares, para ser exactos», respondió Ben.

«Bueno, voy a pagar por ello. ¡No, no! Insisto». El abuelo sacó un pedazo de papel y comenzó a escribir. Cuando terminó, firmó el papel y le mostró a Ben.

Por la presente le doy la mitad de mis pollos, 18 gallinas en total, a Benedict Montana. Ahora es responsable de su cuidado.

«Supongo que tenemos que hacer las cosas oficialmente con cierta legalidad en estos días. No querríamos más multas», dijo su abuelo. «Sigue adelante y fírmalo».

Ben estaba confundido. Necesitaba 120 dólares. No dieciocho gallinas.

«¿Debo llevar a las gallinas a la oficina de la ciudad para pagar la multa? ¿Solo dejarlos en el escritorio del alcalde, tal vez?», Dijo Ben.

«¡No! Trabajas con las gallinas, maldita sea. Grandes capas, lo son. Te acercarás a los dieciocho huevos al día. ¡Eso es fácilmente cinco dólares al día!»

Ahora empezaba a tener sentido para Ben. Esta fue una pequeña y linda escena de película que se desarrolló ante sus ojos. Solo conseguiría algunas gallinas, vendería los huevos, se convertiría en una buena persona, le sobraría dinero para ganar a la niña y luego viviría feliz para siempre. Qué lindo, pensó. También puede conseguir un televisor en blanco y negro también, y meterme en mi camisa, y escuchar canciones de Elvis Presley, y …

El abuelo interrumpió sus pensamientos. «¿Cómo se llama, Ben?»

Ahora la confusión de Ben era del tamaño del Monte Everest. «No sé a qué te refieres».

«Te ves tan serio. Tan infeliz. Tan poco libre. Debe ser una chica que te guste. ¿No?»

Un momento. Pasó un minuto entero. 250 bebés nacieron durante ese minuto. Murieron 120 personas. Diablos, una de sus gallinas probablemente puso un huevo durante la espera. ¿Tal vez el huevo también eclosionó?

«Sofía. Sin embargo, no es así. Ella está enojada conmigo en este momento de todos modos. Simplemente no podía dejarlo ir …»

«Ben. ¿Estás planeando casarte en el próximo año más o menos?»

Ben se atragantó con su café. ¿Casado? «¿Qué? ¡Claro que no! Eso es ridículo».

«Entonces sé amigo de Sophie. ¿Entender? Tienes doce años. ¿O trece? Lo que sea. El punto es que tienes algo que hacer al crecer. Algunos viviendo para aprender. Necesitas buenos amigos, como Sophie. Pero necesitas crecer y convertirte en un hombre».

El abuelo señaló el café. Así que eso es lo que estaba pasando. Era una copa de hombría, o algo así. Aún así, Ben pensó en uno de los puntos de la conferencia. El abuelo había dicho que necesitaba buenos amigos como Sophie. En este momento no eran, de hecho, buenos amigos. Ben sabía que era su culpa. También sabía que tenía que arreglarlo.

Una última vez, el abuelo interrumpió sus pensamientos. «¡Ahora firma ese maldito papel y ve a limpiar el gallinero! Los socios comerciales significan que ya no tengo que palear su basura».

«Bien jugado», dijo Ben mientras firmaba el periódico. «Supongo que me pondré a trabajar, entonces».

«Solo advirtiéndote, la cooperativa podría oler un poco. Anoche les di a las gallinas algunos encurtidos».

«¿En serio? ¿Por qué?», gimió Ben.

«Porque ayer tuve una charla con tu papá y sabía que vendrías». Había ese viejo y adorable brillo en su ojo.

* * *

El viaje a casa fue lento. Sí, el viento estaba a favor de Ben. Pero llevar dieciocho huevos a casa en una bolsa de supermercado no fue exactamente fácil. Tendría que traer su mochila de ahora en adelante.

Ben decidió que iba a parar a ver a Blake y Sophie antes de irse a casa. La primera parada fue la casa de Blake. Blake era un chico estable, y no uno para guardar rencor. La disculpa fue fácil. Los dos niños se sintieron aliviados de estar de vuelta en términos de hablar.

Hablar con Sophie no fue tan simple. Aparentemente, ella estaba haciendo el pasatiempo favorito de la niña con problemas: andar en bicicleta por la ciudad.

Después de andar en bicicleta por Fairsoil durante diez minutos, Ben finalmente la vislumbró desde la distancia. «¡Hola Sophie!» Ben llamó mientras comenzaba a pedalear más rápido para alcanzarla.

Sophie miró a Ben, sacudió la cabeza con disgusto y aceleró la velocidad. No podía creerlo. Ella se alejaba corriendo de él.

«¡No! ¡Sophie, espera!» Ben gritó, desesperado por ponerse al día.

Gritar, andar en bicicleta y equilibrar los huevos era demasiado para Ben. Derrapó hasta detenerse. Una docena de huevos en la bolsa de supermercado que llevaba fueron aplastados juntos. La yema rezumaba en la camisa y los pantalones de Ben. Y Sophie anduvo en bicicleta fuera de la vista.

Solo había una cosa en el mundo que podía empeorar la situación. Sólo una. Por supuesto, esta única cosa fue exactamente lo que sucedió. Jaxon, como convocado por algún demonio, pronto pasó a toda velocidad en su bicicleta. Al notar a Ben, y el desorden en su ropa, se acercó para ofrecer palabras de aliento.

«Apestas», balbuceó Jaxon. No fue el matón más elocuente que jamás haya existido.

«Chupa huevos», fue la respuesta de Ben. Comenzó a batir sus huevos restantes en Jaxon. Uno lo atrapó cuadrado en el costado de la cabeza.

«Oye, imbécil», gritó Jaxon, antes de darse cuenta de que debería hacer una salida temprana. Un huevo más golpeó su espalda mientras se alejaba.

Bueno, pensó Ben, con huevos corriendo por su parte delantera, al menos algo salió bien.

Dan Millette

Dan Millette

Dan Millette es esposo y padre de cuatro hijos. Enseña en Saskatchewan, Canadá. Millette se graduó de Our Lady Seat of Wisdom College en Ontario y tiene una Maestría en Teología de Holy Apostles College en Connecticut. Su blog personal es www.bravestthing.com.

Ama al mundo

Alejandro Manzoni en su obra literaria, Los Novios, describe gráficamente como conseguir el bienestar: “El hombre, mientras permanece en el mundo es un enfermo que, metido en la cama con más o menos incomodidad, ve alrededor de sí otras camas, muy aseadas por fuera, muy lisas, y al parecer muy bien mullidas, y se figura que ha de ser muy feliz quien las ocupe. Pero si llega a cambiar, apenas echado en cualquiera de ellas, empieza a sentir de un lado una paja que le punza, en otro una dureza que le mortifica, y pronto se halla, poco más o menos, como en la cama primera. Y esta es la razón de por qué debemos antes pensar en hacer bien, que en estar bien, que es el modo de llegar a estar mejor” (cap. XXXVIII).

Una señora muy pobre de Hermosillo (Sonora) telefoneó a un programa cristiano de radio pidiendo ayuda. Un brujo que oía el programa consiguió su dirección, llamó a sus secretarios y ordenó que compraran alimentos y los llevaran a la mujer, con la siguiente instrucción: “Cuando ella pregunte quién mandó estos alimentos, respondan que fue el diablo”. Cuando los secretarios llegaron a la casa, la señora los recibió con alegría y fue inmediatamente guardando los alimentos que le llevaron. Al ver que no preguntaba nada ellos le dijeron: “Señora, ¿no quiere saber quién le envió estas cosas?”. La mujer en su simplicidad respondió: “No, hijo mío, no es preciso. Cuando Dios manda ¡hasta el diablo obedece! Además, el donador ha de querer que su mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”.

La “mentalidad laical” es esencial a la santificación del laico en medio del mundo y, en particular, a la santificación del trabajo ordinario. Hemos de ir por todos los caminos de la tierra para convertirlos en caminos del Señor. La mentalidad laical consiste en saber estar en el mundo sin ser mundanos, es saber disfrutar de las cosas buenas y nobles que da el mundo. Es comprometerse con lo que se comprometen las personas valiosas. Es pasar oculto y ver esto como muestra de predilección. No significa ver mucha TV o comprar muchas cosas.

Escribe Peñalosa: “En la negrura del mundo hay millones de almas creciendo en la noche, silenciosas y humildes, constructoras y ardientes. No salen en los periódicos, pero ellas sostienen al mundo.” En efecto, los contemplativos sostienen al mundo.

Ernst Burkhart y Javier López, dicen en su libro que, al ser adoptado como hijo de Dios en el Bautismo, el cristiano recibe una participación en el sacerdocio de Jesucristo, y por eso tiene “alma sacerdotal”. Además, el hombre es hecho por Dios heredero de la gloria, herencia que incluye las realidades creadas.

Alma sacerdotal es vivir según el espíritu, no según la carne; los que viven según el espíritu son los que tienen alma sacerdotal. La Santa Misa “alimenta” las buenas obras que se hacen en el mundo. Es tan grande la Misa que podemos encomendar en ella a todo el pueblo chino y les llega. Podemos encomendar que haya más judíos mesiánicos en Israel, actualmente hay 35 mil. Están haciendo mucho bien.

El Papa Benedicto XVI les dijo a los sacerdotes (L’Osservatore Romano, 27 feb-5 marzo, 2010): Jesús es hombre de Dios pero también “hombre en todos los sentidos”, llamado a cultivar su inteligencia, sus sentimientos y sus afectos según la voluntad del Creador… Un elementos esencial en la vocación del sacerdote es la compasión, el sufrir con los demás. No puede vivir sólo para sí. Debe tomar sobre sí mismo la “pasión” de su tiempo, de las personas que le han sido encomendadas. Luego, en otro momento, citó al final a México: Quiero terminar extractando algunos preciosos versos de una canción que entonaban los cristeros mexicanos y que revelan el valor y el anhelo de eternidad que debemos tener. Dicen así: “El martes me fusilan / a las seis de la mañana / por creer en Dios eterno / y en la Gran Guadalupana. […] Matarán mi cuerpo, pero nunca mi alma. / Yo les digo a mis verdugos / que quiero me crucifiquen, / y una vez crucificado / entonces usen sus rifles. […] No tengo más Dios que Cristo, / porque me dio la existencia. / Con matarme no se acaba / la creencia en Dios eterno: / muchos quedan en la lucha / y otros que vienen naciendo. […] ¡Viva Cristo Rey!” (noviembre del 2010).

La vida cristiana consiste en hacer todo con Jesús; rezar, discurrir, amar, trabajar, caminar, descansar, divertirse… Los disgustos, enfermedades, contradicciones, dolores… sin incorporarlos a Cristo, carecen de valor. Si estoy en gracia, todo lo que ocurre en mi vida es voluntad divina. Dios se gloría en sus hijos si le obedecen.

Dios ha amado al mundo. Y tanto ha amado el Padre al mundo que le ha dado a su Hijo Unigénito, por ello debemos de hablar y anunciar al Señor Jesús. Dios no es un tirano exigente, es el Cordero que se ha inmolado.

Alma sacerdotal y mentalidad laical significa hacer de nuestra existencia un altar, un holocausto, una ofrenda total. Parece que fue el espíritu que vivió la Virgen.

«EL ÁNGEL SURFISTA»

Acaba de publicarse El ángel surfista, un libro sobre Guido Schaffer, médico y seminarista que falleció practicando su deporte favorito y dejó un recuerdo imborrable de virtudes cristianas. Este vídeo recoge algunos testimonios de quienes le conocieron bien. Para saber más sobre Guido Schaffer, pincha aquí.

¿Eran números o era amor?

POR Marta García San Martín, 4 clasificada Premio Literario RRHHDigital 2020

¡Del 250 al 260!

“¡No obstruyan el paso, los no citados todavía, vayan al fondo, los de reservorio a las sillas azules, circulen, circulen, circulen!”.

“¡Del 260 al 270!,¡ venga, venga, venga!”.

“¡A ver, esos papeles, la tarjeta, quiero ver la tarjeta. Circulen, circulen, circulen!”.

No es un cuartel, no es un sargento.

Es un ángel de ojos verdes y pelo exageradamente teñido de rojo que, en el Hospital de la Princesa, ordena a las masas que acuden para las extracciones de sangre.

Cientos de personas cada mañana, desde las 7,30 hasta las 9,00 desfilan por la planta primera del hospital.

Personas asustadas, miedosas de perder su turno, con mil preguntas casi imposibles de responder de manera personalizada. Personas que atascan pasillos y corredores. Pacientes que entran angustiados por ese miedo que muchos sienten ante una extracción de sangre. Pacientes que salen aliviados, con el brazo flexionando y sujetando fuertemente una tirita. Y, como siempre nos ocurre, ante la masificación nos volvemos torpes y gregarios, caminamos en bloque, no en fila de uno, nos saltamos colas y taponamos salidas. Llenamos el aire de mil preguntas que solo ayudan a confundir más “¿Qué ha dicho, qué numero dijo, llamó ya el 352, no se me habrá saltado?”.

Y para coordinar las casi 1000 extracciones diarias está nuestro ángel de ojos verdes y pelo colorado.

Se mueve, casi corre e incluso brinca, empuja suavemente a unos, frena con la mano a otros, libera las sillas destinadas a pacientes oncológicos para que no tengan que esperar sentados.

“¡Del 270 al 280!, ¡venga, venga, venga!”.

Y explica mil veces el proceso a los despistados, y regaña suavemente a los abusones que ocupan las sillas de los pacientes oncológicos. Y duramente a los que creen que pueden engañarla y son reincidentes.

Controla todo, los que entran, los que salen, los auxiliares que están en las ventanillas verificando   las citaciones, al paciente que se marea pensando que va a ver su propia sangre y se desmaya en medio del pasillo.

“¡Circulen, circulen, no me hagan grupos, no pasa nada. Manoli, llama y pide un enfermero!”.

“Usted, ¡no se me siente en las sillas oncológicas!.”

“¡Circulen, circulen, circulen!”.

No es la guerra, es un hospital, y no estamos mal tratados aunque sí algo masificados. Cuando te aprendes el protocolo (los enfermos crónicos) hasta ayudas a otros pacientes.

“¡Del 280 al 290, venga, venga, venga!”.

Y así un día y otro, sin perder la ilusión ni la sonrisa. Ayudando a todo el mundo, con dominio de la situación, pero sin aullar, sin perder la calma y repartiendo tantas sonrisas como números.

No conozco después de un año largo de tratamiento, el nombre de nuestro ángel de ojos verdes y pelo colorado, busco una etiqueta que me ayude en su bata azul, pero no veo nada. Este miércoles, nuestro último día de analíticas,  cuando ya no hay tratamiento que cure a mi marido, no pude evitar abrazarla y decirle. “¿alguien te ha dicho alguna vez que haces muy bien tu trabajo?”.

Y brotó una lágrima de sus maravillosos ojos verdes y un “¡gracias!” tembloroso y emocionado de sus labios perfectamente maquillados desde las seis de la mañana, mientras que con la mano izquierda daba un número y con la mano derecha acariciaba la mejilla de una anciana que casi no podía con sus fuerzas.

Y lo entendí todo. Nuestro ángel, además de números…¡repartía amor!.

Las personas que aman lo que hacen dan valor al trabajo más gris y rutinario, al menos cualificado, al, aparentemente, más fácil y sencillo.

Las personas que aman su trabajo son tan grandes y hermosas, como mi ángel de ojos verdes y pelo colorado.

Amor al trabajo, al cliente o al paciente, a la empresa que representas. Amor, amor, amor. No hay escuelas de amor, ni universidades de amor. Nos enseñan a amar en nuestras casas y quizás en las escuelas, pero ¿nos enseñan a amar en las empresas?.

De nada valdrá tanta política y estrategia de RRHH sin amor. Enseñemos a nuestros equipos a dar y recibir amor. A agradecerlo y a pedirlo.

Allí dejé a mi ángel de ojos verdes y pelo colorado, repartiendo números ¿o era amor?

“¡Del 350 al 360, venga, venga, con orden, no se me amonten!”

“¡Del 360 al 370!”.

No eran números lo que repartía…

Mi ángel repartía amor.

Harry Potter, ¿es recomendable?

Todo mundo ha oído hablar del éxito de los libros de Harry Potter. Nunca antes se había vendido un libro para niños con tanta facilidad. ¿Es una inocente y entretenida historia de hadas? ¿O es un libro que no deberían leer los niños?

Recientemente, apareció un libro dedicado a explicar el fenómeno de Harry Potter: Harry Potter – Good or Evil? (Harry Potter, ¿bien o mal?), por Gabriele Kuby. La autora es socióloga y escritora. Propone  la tesis de que Harry Potter es un proyecto a largo plazo “que ha formado a una generación entera y como resultado a toda una realidad social”. Responde a la pregunta: ¿Es Harry Potter bueno o malo? Su respuesta no es ambigua: contesta que es malo. Analiza los tomos, paso a paso, en sus 160 páginas, y refuerza sus conclusiones con citas del texto de la novela.

Kuby examina la técnica de J.K. Rowling desde una perspectiva cristiana, explica como se modifica el estado normal de conciencia en el curso de la lectura, rompe inhibiciones para participar en la magia y modifica puntos naturales de orientación; especialmente, el criterio que distingue entre bien y mal es disuelto con confusión mental y desarme emocional. Describe lo que sucede cuando el mundo humano es denigrado y cuando el mundo de brujas y magia es glorificado. G. Kuby desacredita la guerra aparente entre el bien y el mal, en la que Harry Potter está involucrado. Ella rechaza los argumentos de muchos críticos que opinan que Harry Potter es pedagógicamente valioso porque está comprometido en la guerra entre el bien y el mal. Harry Potter no lucha contra el mal; de un libro a otro su afinidad con Voldemort crece, y Voldemort es resueltamente malo. En el quinto volumen Voldemort toma posesión de Harry Potter, lo que lleva a la total destrucción de su personalidad.

Los libros de Harry Potter asumen que el mal es parte de toda existencia humana. Pongamos un ejemplo: Durante un juego de Quiddich, el maestro Querrel quiere asesinar a Harry con una maldición. El profesor que odia a Harry, Snape, lo salva a través de una contra-maldición. Dumbledore le explica: “Tu padre le hizo algo a Snape que no puede perdonar. Él salvó su vida. Snape no puede soportar estar en deuda con tu padre… Con la deuda saldada puede continuar odiando a tu padre con una conciencia más clara”. Esto provoca una gran confusión: alguien que odia a Harry le salva la vida. Lo hace a través de una maldición, y lo hace con la intención de poder seguir odiándole.

Los libros de Harry Potter llevan a sus lectores a un mundo plagado de monstruos crueles, de espíritus manchados de sangre, de maestros malévolos y sádicos, de horribles hechizos y maldiciones, sin hacerles saber que hay vías para vivir fuera de ese mundo, mas aún, no hay la menor insinuación o pista de que  alguno esté buscando salir de allí. El temor de Harry y de sus grandes amigos es ser expulsados de Hogwarts, la escuela de magia y brujería, pues entonces tendrían que entrar al mundo de los humanos (muggels), lo que es presentado como un prospecto detestable.

El libro carece de una dimensión trascendental. Todo lo sobrenatural es demoníaco en él. Los símbolos divinos están pervertidos. La habilidad del lector para distinguir el bien del mal trata de ser mutilada a través de la manipulación emocional y de la confusión intelectual.

Gabriele Kuby se pregunta cómo los padres de familia, que dicen querer lo mejor para sus hijos, les facilitan esta lectura. Su respuesta es interesante: solamente una cultura enferma puede considerar la varita mágica como apetecible. Harry Potter no es un cuento moderno de hadas. En los cuentos de hadas, las brujas y magos son figuras claramente malvadas, de cuya influencia el héroe se libera a través de actos de virtud. En la historia de Harry Potter nadie quiere ser bueno.

Gabriele Kuby recomienda a los padres de familia analizar con maestros y amigos la obra de Harry Potter. La autora también dice que experimentó momentos oscuros durante la lectura de esta obra en el curso de su investigación. No se le hace un favor a la generación joven cuando se le seduce con la magia y se les llena la cabeza con imágenes de un mundo donde el mal gobierna, mundo del que no se buscan salidas sino que es más bien deseable. Hay que tomar en cuenta que el niño se educa también con lo que alimenta su espíritu (Current Concerns, cfr. www.currentconcerns.ch).