Obligan a abortar a una mujer china

La inyectaron una sustancia que mató a su hijo

Obligan a abortar a una mujer china embarazada de ocho meses por violar la ley que permite tener un solo hijo

Una mujer china embarazada de ocho meses ha sido obligada a abortar por haber violado la ley de un solo hijo. Luo Yanquan, marido de la mujer, ha denunciado que más de una docena de personas, oficiales de planificación familiar, entraron en su casa el pasado 10 de octubre, golpearon a su mujer y se la llevaron para ingresarla durante tres días en una clínica abortiva. Allí, prosigue Luo, le inyectaron una sustancia que provocó la muerte del bebé.

(Agencias/InfoCatólica) Según la denuncia, que publica hoy The Guardian en su página web, los policías de planificación familiar informaron a la pareja de que no tenían permiso para tener un segundo hijo.

Desde hace 30 años, el Gobierno chino ha impuesto un límite a la mayoría de parejas urbanas para que no puedan tener más de un hijo. El objetivo es frenar el crecimiento desmesurado de la población, que cuenta ya con más de 1.300 millones de habitantes. En los últimos meses, sin embargo, esta política se ha flexibilizado.

Un oficial del distrito Siming miembro de la comisión de planificación familiar ha confirmado a The Guardian que existe un registro de la mujer de Luo, Xiao Aiying. No obstante, señala que el aborto fue voluntario y que estaba embarazada de seis meses en lugar de ocho.

Además, asegura que Luo aprobó el aborto de su esposa, algo que el interesado ha desmentido. “Jamás he firmado papel alguno. Nadie de mi familia lo ha hecho”.

Luo tiene un blog en el que ha informado de todo lo sucedido.

Carta del Santo Padre a los Seminaristas

martes, 19 de octubre de 2010
Benedicto XVI


Almudi.org - Escudo de Benedicto XVI

Carta del Santo Padre Benedicto XVI
a los Seminaristas

Queridos seminaristas:

En diciembre de 1944, cuando me llamaron al servicio militar, el comandante de la compañía nos preguntó a cada uno qué queríamos ser en el futuro. Respondí que quería ser sacerdote católico. El subteniente replicó: Entonces tiene usted que buscarse otra cosa. En la nueva Alemania ya no hay necesidad de curas. Yo sabía que esta “nueva Alemania” estaba llegando a su fin y, que después de las devastaciones tan enormes que aquella locura había traído al País, habría más que nunca necesidad de sacerdotes. Hoy la situación es completamente distinta. Pero también ahora hay mucha gente que, de una u otra forma, piensa que el sacerdocio católico no es una “profesión” con futuro, sino que pertenece más bien al pasado. Vosotros, queridos amigos, habéis decidido entrar en el seminario y, por tanto, os habéis puesto en camino hacia el ministerio sacerdotal en la Iglesia católica, en contra de estas objeciones y opiniones. Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera. Donde el hombre ya no percibe a Dios, la vida se queda vacía; todo es insuficiente. El hombre busca después refugio en el alcohol o en la violencia, que cada vez amenaza más a la juventud. Dios está vivo. Nos ha creado y, por tanto, nos conoce a todos. Es tan grande que tiene tiempo para nuestras pequeñas cosas: “Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados”. Dios está vivo, y necesita hombres que vivan para Él y que lo lleven a los demás. Sí, tiene sentido ser sacerdote: el mundo, mientras exista, necesita sacerdotes y pastores, hoy, mañana y siempre.

El seminario es una comunidad en camino hacia el servicio sacerdotal. Con esto, ya he dicho algo muy importante: no se llega a ser sacerdote solo. Hace falta la “comunidad de discípulos”, el grupo de los que quieren servir a la Iglesia de todos. Con esta carta quisiera poner de relieve —mirando también hacia atrás, a mis días en el seminario— algunos elementos importantes para estos años en los que os encontráis en camino.

1. Quien quiera ser sacerdote debe ser sobre todo un “hombre de Dios”, como lo describe san Pablo (1 Tm 6,11). Para nosotros, Dios no es una hipótesis lejana, no es un desconocido que se ha retirado después del “big bang”. Dios se ha manifestado en Jesucristo. En el rostro de Jesucristo vemos el rostro de Dios. En sus palabras escuchamos al mismo Dios que nos habla. Por eso, lo más importante en el camino hacia el sacerdocio, y durante toda la vida sacerdotal, es la relación personal con Dios en Jesucristo. El sacerdote no es el administrador de una asociación, que intenta mantenerla e incrementar el número de sus miembros. Es el mensajero de Dios entre los hombres. Quiere llevarlos a Dios, y que así crezca la comunión entre ellos. Por esto, queridos amigos, es tan importante que aprendáis a vivir en contacto permanente con Dios. Cuando el Señor dice: “Orad en todo momento”, lógicamente no nos está pidiendo que recitemos continuamente oraciones, sino que nunca perdamos el trato interior con Dios. Ejercitarse en este trato es el sentido de nuestra oración.  Por esto es importante que el día se inicie y concluya con la oración. Que escuchemos a Dios en la lectura de la Escritura. Que le contemos nuestros deseos y esperanzas, nuestras alegrías y sufrimientos, nuestros errores y nuestra gratitud por todo lo bueno y bello, y que de esta manera esté siempre ante nuestros ojos como punto de referencia en nuestra vida. Así nos hacemos más sensibles a nuestros errores y aprendemos a esforzarnos por mejorar; pero, además, nos hacemos más sensibles a todo lo hermoso y bueno que recibimos cada día como si fuera algo obvio, y crece nuestra gratitud. Y con la gratitud aumenta la alegría porque Dios está cerca de nosotros y podemos servirlo.

2. Para nosotros, Dios no es sólo una palabra. En los sacramentos, Él se nos da en persona, a través de realidades corporales. La Eucaristía es el centro de nuestra relación con Dios y de la configuración de nuestra vida. Celebrarla con participación interior y encontrar de esta manera a Cristo en persona, debe ser el centro de cada una de nuestras jornadas. San Cipriano ha interpretado la petición del Evangelio: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, diciendo, entre otras cosas, que “nuestro” pan, el pan que como cristianos recibimos en la Iglesia, es el mismo Señor Sacramentado. En la petición del Padrenuestro pedimos, por tanto, que Él nos dé cada día este pan “nuestro”; que éste sea siempre el alimento de nuestra vida. Que Cristo resucitado, que se nos da en la Eucaristía, modele de verdad toda nuestra vida con el esplendor de su amor divino. Para celebrar bien la Eucaristía, es necesario también que aprendamos a conocer, entender y amar la liturgia de la Iglesia en su expresión concreta. En la liturgia rezamos con los fieles de todos los tiempos: pasado, presente y futuro se suman a un único y gran coro de oración. Por mi experiencia personal puedo afirmar que es entusiasmante aprender a entender poco a poco cómo todo esto ha ido creciendo, cuánta experiencia de fe hay en la estructura de la liturgia de la Misa, cuántas generaciones con su oración la han ido formando.

3. También es importante el sacramento de la Penitencia. Me enseña a mirarme con los ojos de Dios, y me obliga a ser honesto conmigo mismo. Me lleva a la humildad. El Cura de Ars dijo en una ocasión: Pensáis que no tiene sentido recibir la absolución hoy, sabiendo que mañana cometeréis nuevamente los mismos pecados. Pero —nos dice— Dios mismo olvida en ese momento los pecados de mañana, para daros su gracia hoy. Aunque tengamos que combatir continuamente los mismos errores, es importante luchar contra el ofuscamiento del alma y la indiferencia que se resigna ante el hecho de que somos así. Es importante mantenerse en camino, sin ser escrupulosos, teniendo conciencia agradecida de que Dios siempre está dispuesto al perdón. Pero también sin la indiferencia, que nos hace abandonar la lucha por la santidad y la superación. Cuando recibo el perdón, aprendo también a perdonar a los demás. Reconociendo mi miseria, llego también a ser más tolerante y comprensivo con las debilidades del prójimo.

4. Sabed apreciar también la piedad popular, que es diferente en las diversas culturas, pero que a fin de cuentas es también muy parecida, pues el corazón del hombre después de todo es el mismo. Es cierto que la piedad popular puede derivar hacia lo irracional y quizás también quedarse en lo externo. Sin embargo, excluirla es completamente erróneo. A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común. Por eso, la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia. La fe se ha hecho carne y sangre. Ciertamente, la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro, pero merece todo nuestro aprecio, y hace que nosotros mismos nos integremos plenamente en el “Pueblo de Dios”.

5. El tiempo en el seminario es también, y sobre todo, tiempo de estudio. La fe cristiana tiene una dimensión racional e intelectual esencial. Sin esta dimensión no sería ella misma. Pablo habla de un “modelo de doctrina”, a la que fuimos entregados en el bautismo (Rm 6,17). Todos conocéis las palabras de san Pedro, consideradas por los teólogos medievales como justificación de una teología racional y elaborada científicamente: “Estad siempre prontos para dar razón (logos) de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere” (1 P 3,15). Una de las tareas principales de los años de seminario es capacitaros para dar dichas razones. Os ruego encarecidamente: Estudiad con tesón. Aprovechad los años de estudio. No os arrepentiréis. Es verdad que a veces las materias de estudio parecen muy lejanas de la vida cristiana real y de la atención pastoral. Sin embargo, es un gran error plantear de entrada la cuestión en clave pragmática: ¿Me servirá esto para el futuro? ¿Me será de utilidad práctica, pastoral? Desde luego no se trata solamente de aprender las cosas meramente prácticas, sino de conocer y comprender la estructura interna de la fe en su totalidad, de manera que se convierta en una respuesta a las preguntas de los hombres, que aunque aparentemente cambian en cada generación, en el fondo son las mismas. Por eso, es importante ir más allá de las cuestiones coyunturales para captar cuáles son precisamente las verdaderas preguntas y poder entender también así las respuestas como auténticas repuestas. Es importante conocer a fondo la Sagrada Escritura en su totalidad, en su unidad entre Antiguo y Nuevo Testamento: la formación de los textos, su peculiaridad literaria, la composición gradual de los mismos hasta formar el canon de los libros sagrados, la unidad de su dinámica interna que no se aprecia a primera vista, pero que es la única que da sentido pleno a cada uno de los textos. Es importante conocer a los Padres y los grandes Concilios, en los que la Iglesia ha asimilado, reflexionando y creyendo, las afirmaciones esenciales de la Escritura. Podría continuar en este sentido: llamamos dogmática a la comprensión de cada uno de los contenidos de la fe en su unidad, o mejor, en su simplicidad última: cada detalle particular, en definitiva, desarrolla la fe en el único Dios, que se manifestó y que sigue manifestándose. No es necesario que diga expresamente lo necesario que es estudiar las cuestiones esenciales de la teología moral y de la doctrina social de la Iglesia. Es evidente la importancia que tiene hoy la teología ecuménica, conocer las diversas comunidades cristianas; es igualmente necesario una orientación fundamental sobre las grandes religiones y, sobre todo, la filosofía: la comprensión de la búsqueda y de las preguntas del hombre, a las que la fe quiere dar respuesta. Pero también aprended a comprender y —me atrevo a decir— a valorar el derecho canónico por su necesidad intrínseca y por su aplicación práctica: una sociedad sin derecho sería una sociedad carente de derechos. El derecho es una condición del amor. Prefiero no continuar enumerando más cosas, pero sí deseo deciros una vez más: amad el estudio de la teología y continuadlo con especial sensibilidad, para anclar la teología en la comunidad viva de la Iglesia que, con su autoridad, no es un polo opuesto a la ciencia teológica, sino su presupuesto. Sin la Iglesia que cree, la teología deja de ser ella misma y se convierte en un conjunto de disciplinas diversas sin unidad interior.

6. Los años de seminario deben ser también un periodo de maduración humana. Para el sacerdote, que deberá acompañar a otros en el camino de la vida y hasta el momento de la muerte, es importante que haya conseguido un equilibrio justo entre corazón y mente, razón y sentimiento, cuerpo y alma, y que sea humanamente “íntegro”. La tradición cristiana siempre ha unido las “virtudes teologales” con las “virtudes cardinales”, que brotan de la experiencia humana y de la filosofía, y ha tenido en cuenta la sana tradición ética de la humanidad. Pablo dice a los Filipenses de manera muy clara: “Finalmente, hermanos, todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable, todo lo que es virtud o mérito, tenedlo en cuenta” (4,8). En este contexto, se sitúa también la integración de la sexualidad en el conjunto de la personalidad. La sexualidad es un don del Creador, pero también una tarea que tiene que ver con el desarrollo del ser humano. Cuando no se integra en la persona, la sexualidad se convierte en algo banal y destructivo. En nuestra sociedad actual se ven muchos ejemplos de esto. Recientemente, hemos constatado con gran dolor que algunos sacerdotes han desfigurado su ministerio al abusar sexualmente de niños y jóvenes. En lugar de llevar a las personas a una madurez humana y ser un ejemplo para ellos, han provocado con sus abusos un daño que nos causa profundo dolor y disgusto. Debido a todo esto, muchos podrán preguntarse, quizás también vosotros, si vale la pena ser sacerdote; si es sensato encaminar la vida por el celibato. Sin embargo, estos abusos, que son absolutamente reprobables, no pueden desacreditar la misión sacerdotal, que conserva toda su grandeza y dignidad. Gracias a Dios, todos conocemos sacerdotes convincentes, forjados por su fe, que dan testimonio de cómo en este estado, en la vida celibataria, se puede vivir una humanidad auténtica, pura y madura. Pero lo que ha ocurrido, nos debe hacer más vigilantes y atentos, examinándonos cuidadosamente a nosotros mismos, delante de Dios, en el camino hacia el sacerdocio, para ver si es ésta su voluntad para mí. Es tarea de los confesores y de vuestros superiores acompañaros y ayudaros en este proceso de discernimiento. Un elemento esencial de vuestro camino es practicar las virtudes humanas fundamentales, con la mirada puesta en Dios manifestado en Cristo, dejándonos purificar por Él continuamente.

7. En la actualidad, los comienzos de la vocación sacerdotal son más variados y diversos que en el pasado. Con frecuencia, se toma la decisión por el sacerdocio en el ejercicio de alguna profesión secular. A menudo, surge en las comunidades, especialmente en los movimientos, que propician un encuentro comunitario con Cristo y con su Iglesia, una experiencia espiritual y la alegría en el servicio de la fe. La decisión también madura en encuentros totalmente personales con la grandeza y la miseria del ser humano. De este modo, los candidatos al sacerdocio proceden con frecuencia de ámbitos espirituales completamente diversos. Puede que sea difícil reconocer los elementos comunes del futuro enviado y de su itinerario espiritual. Precisamente, por eso, el seminario es importante como comunidad en camino por encima de las diversas formas de espiritualidad. Los movimientos son una cosa magnífica. Sabéis bien cuánto los aprecio y quiero como don del Espíritu Santo a la Iglesia. Sin embargo, se han de valorar según su apertura a la común realidad católica, a la vida de la única y común Iglesia de Cristo, que en su diversidad es, en definitiva, una sola. El seminario es el periodo en el que uno aprende con los otros y de los otros. En la convivencia, quizás a veces difícil, debéis asimilar la generosidad y la tolerancia, no simplemente soportándoos mutuamente, sino enriqueciéndoos unos a otros, de modo que cada uno pueda aportar sus cualidades particulares al conjunto, mientras todos servís a la misma Iglesia, al mismo Señor. Ser escuela de tolerancia, más aún, de aceptarse y comprenderse en la unidad del Cuerpo de Cristo, es otro elemento importante de los años de seminario.

Queridos seminaristas, con estas líneas he querido mostraros lo mucho que pienso en vosotros, especialmente en estos tiempos difíciles, y lo cerca que os tengo en la oración. Rezad también por mí, para que pueda desempeñar bien mi servicio, hasta que el Señor quiera. Confío vuestro camino de preparación al sacerdocio a la maternal protección de María Santísima, cuya casa fue escuela de bien y de gracia. A todos os bendiga Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Vaticano, 18 de octubre de 2010, Fiesta de San Lucas, evangelista.

Vuestro en el Señor

Benedictus PP. XVI

Ratzinger y el padre Brown

viernes, 22 de octubre de 2010
Andrea Monda


Alfa y Omega tomado de Avvenire (traducción de María Pazos Carretero)

En sus Ensayos católicos, Graham Greene sostiene que habría que nombrar al cardenal Newman Patrono de los escritores católicos o, mejor dicho, Patrono de los escritores que también son católicos.

Su clamorosa conversión, a mediados del siglo XIX, produjo un efecto en cadena de otras conversiones en el campo literario: Hopkins, Chesterton, Waugh, Tolkien, Lewis, Marshall y el propio Greene son sólo algunos de los nombres, entre todos los que se podrían citar de la avalancha Newman.

Benedicto XVI conoce bien no sólo a Newman, sino también algunos contenidos de aquella avalancha que trajo su conversión. Es posible que no haya leído las novelas de Greene, tan querido por el Papa Montini, pero seguro que hay dos autores de ese grupo a los que conoce muy bien: Gilbert Keith Chesterton y Clive Staple Lewis.

Este último es un caso aparte, porque es el único que se convirtió del ateísmo al cristianismo, pero permaneció, al menos formalmente, fuera del catolicismo; sin embargo, es un autor al que Ratzinger quiere y ha citado muy a menudo (en concreto Las cartas de Berlicche y La abolición del hombre), destacando su capacidad de tratar argumentos elevados, serios y profundos con agudeza, ligereza y humor típicamente ingleses.

Por ejemplo, el 18 de noviembre de 1998, al presentar la encíclica Fides et ratio, en San Juan de Letrán, el entonces cardenal Ratzinger exhortaba con estas palabras: «Permitidme comenzar con una cita extraída de las «Cartas de Berlicche», del famoso escritor y filósofo inglés C.S. Lewis.

Se trata de un pequeño libro publicado por primera vez en 1942, que saca a la luz los problemas y peligros del hombre moderno de una manera graciosa e irónica». Otra vez la enésima confirmación de la falsedad de los lugares comunes y de los estereotipos sobre el Papa: al actual Pontífice romano le encanta el cristianismo tal y como es sentido al otro lado del Canal de la Mancha.

¿Principales características de este modo de vivirlo?: la unión humorismo-humildad y la alegría. Ratzinger sabe que ser cristiano, en el fondo, quiere decir dejarse sorprender por la alegría, como ilustra eficazmente la autobiografía de Lewis, que lleva por título, precisamente, Cautivado por la alegría.

Pero la alegría necesita del humor, como el humor necesita de la alegría. Así se ha expresado el Papa en una catequesis reciente: «La alegría profunda del corazón es una condición indispensable para el sentido del humor; el humorismo es, en cierto modo, la medida de la fe».

El humor, hermano de la humildad

El joven Ratzinger maduró este convencimiento a lo largo de los años, gracias a las lecturas de autores como Chesterton, al mismo tiempo humorista y apologeta de la fe, para el que la alegría es «el gigantesco secreto del cristiano». La dicotomía aburrimiento-alegría es, para ambos, un punto central, como manifestó en su primer discurso el recién elegido Papa: «¡No tengáis miedo a Cristo! Él no quita nada, lo da todo. Quien se entrega a Él, recibe el ciento por uno».

Es fortísimo el eco de Chesterton, por ejemplo, cuando ha hablado a los jóvenes polacos, exhortándoles: «¡No tengáis miedo de ser sabios, es decir, no tengáis miedo de construir sobre roca!» En su trabajo Ortodoxia, Chesterton afirma: «Algunos han cogido el hábito estúpido de hablar de la ortodoxia como algo pesado y monótono. Sin embargo, no hay nada más apasionante que la ortodoxia: la ortodoxia es la sabiduría, y el ser sabios es más dramático que estar locos. Es fácil estar locos, ser heréticos; es siempre fácil dejar que cualquier cosa de una época se meta en la cabeza; lo difícil es conservar la propia cabeza».

El Papa llega incluso a citar, si bien implícitamente, a Chesterton en una entrevista que concedió a una televisión alemana; a la pregunta sobre el papel del humor en la vida de un Papa, Benedicto XVI afirmó cándidamente: «Yo no soy un hombre al que se le ocurran continuamente chistes. Pero es necesario saber ver el aspecto divertido de la vida y su dimensión alegre, y no tomarse todo en un sentido trágico. Esto lo considero muy importante, y diría incluso necesario, para mi ministerio. Un escritor dijo que los ángeles pueden volar porque no se toman a sí mismos demasiado en serio. Y nosotros, quizás, podríamos volar un poco más, si no nos diéramos tanta importancia».

La cita es, una vez más, de un fragmento de Ortodoxia, cuando insiste en la imagen de Lucifer, el ángel que cae por la fuerza de la gravedad. Y esta gravedad significa, en realidad, la seriedad, la falta total de humor, que tanto para el escritor inglés como para el Papa alemán es aquella capacidad de visión, capaz de cambiar la perspectiva y quedarse con la alegría (y también la diversión, según Benedicto XVI). El Papa-teólogo, que varias veces ha invocado la necesidad de una teología de rodillas, sabe bien que el humor es, también etimológicamente, hermano de la humildad, y que las dos proceden del humus, de la tierra.

Sólo quien tiene los pies bien plantados en la tierra, quien reconoce su adanidad (Adán es decir el terroso, según el Génesis), puede volar alto, hasta el cielo. Éste ha sido también el mensaje que el Papa ha ido a proclamar, junto con la grandeza de su maestro Newman, volando para llegar a Inglaterra, la tierra de los anglos (¿quizá de los ángeles?)

‘Un sacerdote en Dachau’

‘Un sacerdote en Dachau’, de Jean Bernard

Uno de los mejores testimonios personales del siglo XX en torno a la violencia totalitaria, una apasionante y verídica historia de supervivencia en medio de la brutalidad, la degradación y las torturas más inhumanas

ForumLibertas.com

En mayo de 1941, el padre Jean Bernard es arrestado por denunciar a los nazis e internado en uno de los ‘barracones para sacerdotes’ del campo de Dachau, que albergaba a más de 3.000 clérigos de distintas confesiones, la mayoría de ellos sacerdotes de la Iglesia Católica. Un sacerdote en Dachau narra una apasionante y verídica historia de supervivencia en medio de la brutalidad, la degradación y las torturas más inhumanas.

Este libro figura entre los mejores testimonios personales del siglo XX en torno a la violencia totalitaria. Perseguido y encarcelado por su condición de sacerdote, B ernard se aferró con obstinación a su fe en Jesucristo, a su propia humanidad y a su capacidad de olvidar. Conmoverá profundamente a todas las personas de conciencia.
“Se han escrito centenares de libros sobre los campos de concentración alemanes… Las memorias del padre Jean Bernard se sitúan entre los mejores…. Todo estudioso de este espeluznante capítulo de la historia del siglo XX debería leer, y tener en cuenta, su contenido”, afirmó John Lukács
“El padre Bernard sirvió a una de las comunidades más necesitadas que ha habido jamás: la del campo de concentración de Dachau, una parroquia incardinada en las mismísimas puertas del cielo, precisamente por estarlo también en las del infierno”, reza el prólogo escrito por Juan Orellana
Jean Bernard
Editorial Palabra
192 páginas

Actor comprometido con sus valores

Jim Caviezel no sobreactúa: es un actor comprometido con sus valores

«Sé que Hollywood es mi enemigo, pero yo no odio a mi enemigo. Yo amo a mi enemigo», declara a El País.

Caviezel está de actualidad por el estreno de La verdad de Soraya M., una película sobre la lapidación de una mujer iraní en la que interpreta a un musulmán. Homenajea así a Sahebjam, un personaje real que desveló la historia de la desdichada. Por su coraje cuando habla de su fe católica, el actor va en cabeza de un grupo de dispuesto actores (Mark Wahlberg, Eduardo Verástegui, Neal McDonough) que no esconden su fe católica en Hollywood y el mundo del cine.  

Caviezel ha dejado un reguero de declaraciones que son puro testimonio a su paso por España, por ejemplo, en el muy anticatólico rotativo  El Periódico de Catalunya (17/octubre/2010) donde leemos:

«Mis creencias aquí no cuentan. Lo único que he tenido presente al hacer esta película es que no me dominase el miedo. Es la misma pauta que seguí cuando elegí casarme con mi mujer o cuando juntos adoptamos a dos niños con tumor cerebral tras perder a dos bebés. Me resisto a que el miedo me pueda». 

«Cuando supe del Holocausto nazi me pregunté qué habría hecho yo en esa situación. Quiero pensar que habría ayudado a los perseguidos. Sería mucho más fácil para mí no decir lo que pienso y caer bien a todo el mundo, pero el amor verdadero no viene del hombre, sino de Dios. Mi fe me enseña a amar».

«Hay quien protesta por estas imágenes [duras, sangrientas, de la lapidación] como critican los minutos iniciales de Salvar al soldado Ryan, mientras callan ante la cantidad de escenas de sexo sin amor que hay en tantas películas. Sin embargo, aquellas están basadas en la verdad y las del sexo son una pura orgía pornográfica sin sentido. ¿Se imagina que al hacer La lista de Schindler se hubiera evitado mostrar Auschwitz para no molestar a la gente? Esto hay que mostrarlo, porque es la verdad».

Por eso el periodista del diario catalán afirma: «No es habitual oír a una estrella de Hollywood hablando de Dios, fé, amor y hermandad, pero el discurso del actor Jim Caviezel (Mount Vernon, Washington, 1968) presenta un acento religioso tan marcado que cada una de sus apariciones públicas se convierte en una experiencia casi mística para quien está delante. Si hay algo sobre lo que Caviezel adora hablar es sobre trascendencia. «Estoy comprometido con la verdad y el amor», responde cuando se le pregunta sobre el criterio que rige su carrera artística.» 

También habló con claridad en otro clásico de la prensa anticatólica, El País:

EP3. ¿Se ha sentido alguna vez menospreciado por ser católico? 

J. C. Sí. Los periodistas siempre me preguntan por mi religión en tono inquisitivo, como si fuese algo malo. Somos 2.800 millones [en realidad, los católicos son algo menos de 1.200 según el Anuario Pontificio], ser católico no es nada extraño. Sinceramente, creo que la prensa no nos da el trato que merecemos. Tampoco al Papa. Siempre dicen: «Jim Caviezel, el devoto católico». Pero nunca dicen: «Adam Sandler, el devoto judío». Muchos periodistas pretenden mostrarme como un fanático religioso, pero esto no es nuevo: los católicos siempre hemos sido perseguidos.

EP3. ¿Es Hollywood lugar para católicos?

J. C. ¿Se puedes ser católico y trabajar en un banco? ¡Puedes ser católico y estar comprometido con cualquier asunto! Tiene que haber católicos en todas las profesiones. Efectivamente, Hollywood no es un buen lugar para un católico, es un lugar lleno de ambición, de envidia, de falsedad. Yo ya lo sabía antes de embarcarme en este negocio, pero no me importa. Sé que Hollywood es mi enemigo, pero yo no odio a mi enemigo. Yo amo a mi enemigo.

EP3. ¿No rodaría una película con violencia y sexo gratuitos ni con Tarantino?

J. C. Actores, directores, guionistas, periodistas… tenemos una responsabilidad. En nuestra mano está el no mostrar la violencia como algo divertido o el sexo de manera frívola. Si un guión me gusta, pero tiene momentos inaceptables para mí, pido que lo cambien. Si realmente están interesados en mi trabajo, lo cambiarán. De no ser así, es que no me buscan a mí.

EP3. Elige el cine comprometido cuando por su físico podría dedicarse a rodar comedias románticas.

J. C. Cuando muera no se me recordará por mi nombre, sino por mis acciones. Puedo morir anciano en un hospital, pueden cortarme la cabeza, pero en unas décadas se me recordará por películas como La verdad de Soraya M., La delgada línea roja o La pasión de Cristo. Trato de utilizar este don que me ha dado Dios para proteger a la humanidad y a las generaciones venideras. Para ser recordado de esta manera.

Pero, ¿sobreactúa Jim Caviezel? ¿Es su catolicismo una «huída hacia adelante»? Él y su mujer han querido enraizarlo firmemente en su vida familiar y en una opción provida profética.

“Defiendo todos y cada uno de los niños no nacidos”, declaró en diversos medios, incluyendo la revista Catholic Digest. “Estoy a favor de ayudar a las mujeres. Pero no veo que el aborto ayude a las mujeres”.

En cierta ocasión, un conocido le echó en cara su militancia provida. Le dijo que si era tan defensor de las alternativas al aborto, como la adopción, que adoptara un niño con discapacidades. Caviezel y su esposa, que habían perdido dos bebés que no llegaron a nacer, viajaron a China y adoptaron no uno, sino dos niños con tumores cerebrales.

Primero adoptaron a Bo, un niño de cinco años de edad, abandonado desde pequeño en un tren, y al que le habían diagnosticado un tumor en el cerebro. Los Caviezel acompañaron a Bo en su operación y tratamiento. Cuando se recuperó, optaron por adoptar a una niña china, también enferma.

El conocido que lo había retado no cumplió su parte: se mantuvo como defensor del aborto. Pero el actor asegura que esto nunca le importó. «El gozo que recibimos a través de Bo es enorme», sostuvo. «Les cuento esto solo porque quiero alentar a otras personas a adoptar niños».

El actor asegura que aún hoy lo reconocen en la calle por su papel de Jesús de La Pasión de Cristo y mucha gente le dice que la película los ayudó a recuperar su vida de fe. «Eso me da mucha esperanza y alegría», aseguró.

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz

8 de Octubre de 2009

“Hijos Míos, no han aprendido nada de todas las catástrofes acontecidas alrededor del mundo; desde terremotos, tsunamis, huracanes, deslices de tierra, inundaciones (muchas más inundaciones se aproximan especialmente por toda Europa). Hijos Míos, ¿por qué no pueden reconocer y ver los signos de su tiempo? Es la mano de su Salvador Jesús que viene acercándose a la Tierra.

Mientras más les permite Jesús el Salvador ver el enorme mal que está conquistando tu país, tu persona y el mundo, más te apartas de Él por tu maldad y oscuridad permaneciendo ciego y sordo.

El anti Cristo está con ustedes. Muchos serán tratados con menos dignidad que los animales. Las preparaciones están listas para deshacerse de muchos alrededor del mundo, especialmente de los pobres, los minusválidos, los viejos y los enfermos. ¡Oh Los gritos de dolor y hambre de muchos –todos ellos muy queridos de Mi Corazón Maternal y del Corazón de Jesús Mi Hijo! Un gobierno mundial está casi instalado.

Un solo banco mundial está instalado. Será un gran medio de control. Una sociedad sin dinero está siendo implementada.

Mis hijos, vienen días muy oscuros en su futuro.

El tiempo de oírme es AHORA. Si no Me escuchan ni responden y no toman de corazón Mi llamado, no les podré ayudar.

Mis hijos del continente americano, les imploro que entiendan y asistan a las Casas de Oración que He colocado para su protección. Oren y ayunen en ellas en reparación de todos los males que cubren al mundo. Le imploro a Dios por Su Misericordia para ustedes. Él será misericordioso con ustedes.

Irlanda se ha enegrecido y sus habitantes no son diferentes a los del resto del mundo. La ambición, lleva al mal y a la oscuridad, luego al hambre y a la muerte.

Hijos Míos, ¿porqué están tan ciegos y sordos? Son tan renuentes a responder. La verdad está alrededor de ustedes pero no quieren escuchar.

Aquellos de ustedes que han recibido gracias en abundancia y curaciones como signo para los demás y aún así han dado la espalda a la verdad de estas gracias recibirán aflicciones mayores –más de las que ya han tenido.

Hijos Míos, escuchen lo que les digo porque más tarde ya no tendrán oportunidad de hacerlo.

Muchas cosas muy malas están sucediendo en el mundo… no sólo la devastación a través de las catástrofes naturales, sino una devastación más grande y profunda a través del control que está planeado ejercer sobre ustedes. Les imploro como su Madre Celestial, por favor, escuchen Mi llamado y respondan. A través de su respuesta Yo los conduciré a la luz.

Lloro por ustedes. Muchísimos de ustedes tienen sus corazones cerrados a Mí. Yo los amo y deseo ayudarles, pero muchos de ustedes han olvidado a Mi Hijo; Jesús y Yo Su Madre los amamos.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”

Nota: Christina entrega este mensaje por su deber ante Dios aunque sabe muy bien del ridículo y sufrimiento que le podría acarrear. Nuestra Madre pide que Sus Hijos vayan a Sus Casas a rezar y a ayunar; pero Christina subraya, como siempre lo ha hecho, que la gente debe hacerlo por su propia y libre voluntad. Su libre decisión es exactamente comparable a la parábola del Evangelio cuando Jesús habla de las diez esposas, cinco de las cuales fueron sabias y estaban preparadas y las otras cinco fueron tontas y llegaron tarde.

Nuestra Madre le dijo a Christina “Hija Mía, ahora te puedes percatar de la necesidad de estar en un lugar de protección. Eres odiada y algunos estás deseosos de quitarte la vida. Dios desea que guíes a la gente a la seguridad. Tu director espiritual es odiado por muchos”.

Fuente: Christina Gallagher

Premia con el ¡Bravo! «La Última Cima»

Rome Reports es premiada en Nuevas Tecnologías

La Conferencia Episcopal premia con el ¡Bravo! al éxito cinematográfico «La Última Cima»

También a Paloma Gómez Borrero, corresponsal de COPE, Juan Vicente Boo, corresponsal del ABC en El Vaticano y la Escolanía de la Abadía de Monserrat.

Actualizado 21 octubre 2010

ReL

La Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCS) ha otorgado sus tradicionales Premios ¡Bravo!, que concede anualmente, con el fin de reconocer, por parte de la Iglesia, la labor meritoria de todos aquellos profesionales de la comunicación en los diversos medios que se han distinguido durante 2010 por su servicio a “la dignidad del hombre, los derechos humanos y los valores evangélicos”.

La Comisión ha galardonado con el Premio ¡Bravo! especial a toda una trayectoria a Paloma Gómez Borrero, corresponsal de la Cadena COPE; en la categoría Prensa a Juan Vicente Boo, corresponsal del diario ABC en El Vaticano, en Radio a Juan Pablo Colmenarejo, director del programa La Linterna de la Cadena COPE; en Televisión a la serie «Padre Casares», emitida actualmente en la Televisión de Galicia; en Cine a «La Última Cima», dirigida por Juan Manuel Cotelo; en Música a la Escolanía de la Abadía de Monserrat; en Nuevas Tecnologías a Rome Reports, agencia de noticias televisiva; al Trabajo Diocesano en Medios de Comunicación a «De par en par», programa de televisión realizado por la diócesis de Orihuela-Alicante y, finalmente, en Publicidad a los 50 años de campañas publicitarias de Manos Unidas.

El jurado ha estado compuesto por monseñor Joan Enric Vives i Sicilia, arzobispo de Urgell y miembro de la CEMCS, Jorge Juan Fernández Sangrador, director de la B.A.C (Biblioteca de Autores Cristianos).; Rafael Ortega, periodista y presidente de la Unión de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E); Jesús de las Heras, periodista y director de la revista “Ecclesia”; José Luis Restán, director general de contenidos de la Cadena COPE; Isidro Catela, periodista y director de la Oficina de Información de la Conferencia Episcopal Española; Juan Orellana, crítico de Cine y director del Departamento de Cine de la CEMCS; y José María Gil, periodista y director del Secretariado de la CEMCS.

La entrega de premios tendrá lugar en la sede de la Conferencia Episcopal, en Madrid, el 21 de enero del próximo año, ha informado la Abadía de Montserrat.

Mártires durante la persecución religiosa

Hoy se abre la causa de martirio de nueve jóvenes seminaristas de la diócesis de Madrid-Alcalá

Además dos familiares de ellos, todos mártires de la persecución religiosa de la II República en la diócesis al comienzo de la Guerra Civil.

Actualizado 21 octubre 2010

ReL

Hoy 21 de octubre, a las 19.00 horas, el arzobispo de Madrid, cardenal Antonio María Rouco, presidirá en el Aula Magna del Seminario Conciliar de la archidiócesis la apertura de la Causa de Martirio de un grupo de nueve seminaristas de la diócesis de Madrid-Alcalá, y dos familiares, mártires de la persecución religiosa de la II República en la diócesis al comienzo de la Guerra Civil.

Se trata de los Siervos de Dios, Ignacio Aláez Vaquero, Pablo Chomón Pardo, Antonio Moralejo Fernández-Shaw, Jesús Sánchez Fernández-Yañez, Miguel Talavera Sevilla, Ángel Trapero Sánchez-Real, Cástor Zarco García, Mariano Arrizabalaga Español, Ramón Ruiz Pérez, todos ellos seminaristas, Julio Pardo Pernía, sacerdote tío del seminarista Pablo Chomón, y Liberato Moraleja Juan, seglar padre del seminarista Antonio Moraleja, ambos martirizados junto con los seminaristas.

El delegado episcopal para las Causas de los Santos de la archidiócesis madrileña, monseñor Ricardo Quintana, informó que “se inicia esta Causa de jóvenes mártires precisamente cuando estamos preparando la Jornada Mundial de la Juventud del próximo año”.

La lista de alumnos del seminario de Toledo

En la foto (izquierda), una lista de los alumnos del Seminario Mayor de Toledo del curso 1935-1936. Allí se da cuenta de lo sucedido, escueta, pero claramente con cada uno de los seminaristas: fulanito, de tal pueblo, (presbítero, diácono, subdiácono o en el curso en el que se encuentre…) muerto en la guerra, asesinado, en el seminario, en su pueblo-se retira, en el frente, nada se sabe, enfermo tuberculoso en Valdemoro…

De esta lista, la diócesis de Toledo ya tiene a dos beatificados (lo fueron en 2007). Uno recién ordenado, el beato Miguel Beato Sánchez y un subdiácono, el beato Francisco Maqueda. Los demás martirizados están en el Proceso que las diócesis de la Provincia eclesiástica de Toledo y la diócesis de Ávila tienen incoado desde el 2002.

Ramón Ruiz Pérez

En el número 24 de esa lista aparece Ramón Ruiz Pérez de Peal de Becerro (provincia de Jaén, entonces de la Archidiócesis de Toledo y, actualmente diócesis de Jaén). En 1925, ingresó en el seminario de Jaén, pero pasó en 1929 al de Toledo. La persecución religiosa le sorprendió en su pueblo, adonde había ido a pasar las vacaciones. Detenido y sometido a diversas torturas, fue subido a un tren con dirección a la prisión de Alcalá de Henares. Al llegar a Villaverde, el tren fue desviado por jóvenes libertarios, y fueron asesinados casi todos los viajeros del tren de Jaén, Ramón entre ellos. Asesinado en la diócesis de Madrid, ésta ha unido su nombre al de los otros ocho seminaristas.

Cástor Zarco García

El 6 de junio de 1936, Cástor Zarco García fue ordenado subdiácono. Comenzada la Guerra Civil, fue movilizado y enrolado en la Brigada de El Campesino. Estaba hospitalizado en Alcalá de Henares cuando fue reconocido y delatado como seminarista por algunos paisanos suyos, siendo fusilado en septiembre de 1937. Algunos testigos afirman que fue obligado a cavar su propia tumba.

“El 18 de julio de 1936, estábamos comiendo en el seminario de Madrid. Bajó el portero para decirnos que estaban las turbas para apoderarse del seminario. Enseguida nos fuimos a la capilla a consumir las Sagradas Especies; y, vestidos de paisano, tuvimos que salir por la puerta posterior que había en la huerta del seminario. Nos separamos, y cada uno se fue a su casa. Al día siguiente, el domingo 19 de julio, llamé al seminario preguntando si podía ir a celebrar la Santa Misa, y me contestó un miliciano diciendo que me iba a escabechar”. Este es el relato de uno de los testigos que estuvieron presentes en el seminario de Madrid y que recoge José Francisco Guijarro en su libro Persecución religiosa y Guerra Civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939.

Ignacio Aláez Vaquero

El 9 de noviembre de 1936, nueve milicianos fueron a detener a su padre, denunciado por un familiar. Preguntaron a Ignacio por qué no se había incorporado a filas, y contestó que era estudiante y se preparaba al sacerdocio, por lo que también se lo llevaron. Fue asesinado junto con su padre esa misma tarde junto al cementerio de Fuencarral.

Pablo Chomón Pardo

Junto con su tío, Julio Pardo Pernía -confesor de las Hermanas Hospitalarias de Ciempozuelos-, fue asesinado en el kilómetro 5 de la carretera de Torrejón, en el término municipal de Valdemoro. Se sabe que cuando los milicianos fueron a detener a su tío sacerdote, Pablo decidió no separarse de él y correr su misma suerte.

Antonio Moralejo Fernández-Shaw

Al estallar la persecución religiosa, quiso evitar la profanación de la iglesia del Carmen. El 28 de septiembre de 1936, los milicianos fueron a detenerlo a casa de sus padres. Su padre, Liberato Moralejo Juan, quiso evitar su detención y, al no conseguirlo, decidió acompañar a su hijo y correr su misma suerte. Ambos fueron conducidos a la cárcel Modelo, y el 7 o el 8 de noviembre fueron asesinados en Paracuellos.

Jesús Sánchez Fernández-Yáñez

En el domicilio familiar, le sorprendió la persecución religiosa, que pudo esquivar hasta mediados de septiembre de 1936. Sin embargo, fue denunciado por algunos vecinos y conducido a la checa de Fomento, siendo martirizado a las pocas horas. Su cadáver apareció el día siguiente en el barrio de la China.

Miguel Talavera Sevilla

Natural de Boadilla del Monte, al estallar la persecución se encontraba en su pueblo. El 7 de octubre de 1936, unos miembros del Comité de Radio Comunista Puerta del Ángel llegaron a su casa y se lo llevaron, no habiendo aparecido nunca su cadáver.

Ángel Trapero Sánchez-Real

Con trece años, Ángel se trasladó al seminario de Madrid. Sus notas fueron siempre excelentes. El 11 de octubre de 1936, Ángel fue detenido y llevado a la cárcel de Porlier, hasta que el 9 de noviembre fue fusilado junto a las tapias del cementerio de la Almudena.

Mariano Arrizabalaga Español

En 1928, ingresó en el seminario de Comillas (Cantabria). Con motivo de las vacaciones de verano, Mariano se trasladó a Madrid, donde vivía su familia. Fue detenido junto a su hermano Rafael y un cuñado. Fueron asesinados en Torrejón y sepultados en Paracuellos.

Julio Pardo Pernía y Liberato Moralejo Juan

Ya hemos hecho referencia a los dos al hablar, respectivamente, de su sobrino Pablo Chomón Pardo y de su hijo Antonio Moralejo Fernández-Shaw.

«¡Señor, me rindo!»

Colofón a una vida singular

Cuando se sintió morir, alzó los ojos al cielo, clamó «¡Señor, me rindo!» y se desplomó

La simpar figura del sacerdote y escritor Leonardo Castellani vuelve a la actualidad, y otra vez de la mano de Juan Manuel de Prada.

Actualizado 22 octubre 2010

Enrique Rodríguez / El Semanal Digital

Primero fue Cómo sobrevivir intelectualmente al siglo XXI, con el que miles de lectores calmaron el gusanillo que les había introducido Juan Manuel de Prada. Tenían que leer, insistía en sus artículos, a un tal Leonardo Castellani (1899-1981), sacerdote y escritor polifacético, jesuita a la antigua usanza (teólogo por la Gregoriana, psicólogo por la Sorbona), de rectilínea ortodoxia y atrabiliaria pluma, a quien habían separado de la Compañía de Jesús y prohibido decir misa durante unos años terribles para él, que sublimó escribiendo textos maravillosos por su originalidad literaria y su infrecuente hondura de pensamiento.

Este argentino de Reconquista (Provincia de Santa Fe) era desconocido en España, y aquella primera antología recogió lo mejor de sus mejores textos. Aparece ahora, también publicada por LibrosLibres, una selección de escritos inéditos que ni en su tierra natal habían visto la luz en forma de libro. Prada los ha anotado con un esfuerzo y un cariño que se palpan, para que el lector español no se pierda en la inagotable riqueza onomástica, referencial y lingüística de Castellani. Se titula el compendio Pluma en ristre, y no defraudará a quienes se entusiasmaron descubriendo a un autor de los que enganchan. Tampoco, por supuesto, a quienes lo descubran ahora.

¿Por qué?

Primero, porque Castellani sabía elevarse a los principios de las cosas desde sus comentarios a la actualidad más fungible y perentoria, que plasmaba en artículos «de batalla» publicados en periódicos y revistas militantes. La falta de academicismo de sus pretensiones era compatible con una capacidad analítica sublime que da empaque a todos sus textos.

De lo divino y lo humano

En esta obra, por ejemplo, se agrupan en ocho áreas.

Los siete de «El liberalismo, voilà l´ennemi» desbrozan el carácter ajeno al genio hispánico de esta ideología, y su condición destructora de la sociabilidad natural del hombre. Los cuatro de «El reino del dinero» se adentran en el terreno de la economía, con aportaciones de interés sobre la naturaleza del dinero. Los seis de «De España un poco» brindan al lector sorprendentes y acerbas críticas al Premio Nobel Vicente Aleixandre -no hay que olvidar que Castellani fue un excepcional crítico literario- y una interesante visión de La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela, junto a una interpretación sobre nuestra decadencia a la luz de tres siglos de literatura española. Los siete de «Las corrientes de la historia» trazan la evolución de la política y la cultura en su alejamiento del paradigma cristiano, católico, que en un tiempo no tan lejano aún lo informaba todo.

Los diez de «Fariseos y modernistas» reflejan al Castellani más puro y destilado, y el más desconcertantemente único y sin par. (Fue un gran debelador del fariseísmo desde la ortodoxia en un tiempo en el que, en una Iglesia que aún no había estallado tras el Concilio, el modernismo hacía su labor de zapa… denunciando a la ortodoxia por farisea.)

Los siete de «La belleza del dogma» inciden en dicha temática, aunque más en positivo, e incluyen dos artículos muy interesantes que recogen cómo y por qué cambió su posición sobre la obra de Jacques Maritain. Los diez de «Tribulaciones de un crítico de la cultura» desvelan el buen conocimiento que tenía nuestro autor del mundo de los medios de comunicación y de problemas, por ejemplo, del mundo editorial que aún hoy persisten.

Por último, los ocho de «Una política con legitimidad» reflexionan sobre la cuestión fundamental que preocupa en la cosa pública: quién debe mandar, y cómo, para que tengamos la obligación de obedecer.

Una muerte de leyenda

Son en total, pues, 59 joyas, mezcladas en su composición cronológica e incluso estilística –se integran los más circunspectos con los más castellanianos, plenos de ironía y/o de sarcasmo-, pero de una coherencia interna excepcional… que sólo falla en un asunto menor, como es el cambio de opinión de Castellani sobre la prohibición del arzobispo de Buenos Aires a sus sacerdotes de ir al cine. Prada ha incluido los dos artículos en la antología como curiosidad que humaniza a un personaje desbordante en todos los aspectos. Incluso en las aristas, como la forma burlesca en que reproducía el nombre del superior general de los jesuitas que le había apartado de su querida Compañía.

Castellani vivió «pluma en ristre», pero no contra los débiles, sino quijotescamente, con su lanza sólo presta para traspasar a gigantes y mamelucos, en defensa de las cosas sencillas que movían su corazón: Dios, la Patria… o el placer de leer. E incluso el de escribir sin tener que vivir de lo que escribía, como a él, pobremente, le tocó hacer cuando algunos odios eclesiásticos le pusieron en su punto de mira. Y como, aunque escritor genial, vocación de mártir no tenía, se defendió con uñas y dientes. De ahí ese agotado «¡Señor, me rindo!» que proclamó al sentirse mal, un instante antes de caer muerto.

Unidad de mente

La publicación de Pluma en ristre es sólo el segundo paso de la introducción en España de este autor. Ya no hay marcha atrás, porque, como señala Prada en el Prólogo, «leer a Castellani y profesarle una lealtad acérrima son episodios simultáneos de una misma y gozosa aventura del espíritu». Además, añade, este volumen recoge todos los «asuntos predilectos» del escritor argentino, abordados con esa «unidad de mente» (que echa de menos Prada en los medios católicos hodiernos) gracias a la cual un principio inspirador puede iluminar todos los rincones de la realidad.

Bienvenidos, pues, de nuevo al universo castellaniano, que tiene mucho de agujero negro: si caes en él, ya no sales… y concentra una luz tan deslumbrante que pasa desapercibida.