De niño soldado a sacerdote

De niño soldado a sacerdote: La historia de Esteban, un signo de esperanza para Uganda

Intereconomia

Esteban tenía 16 años de edad cuando los feroces guerrilleros del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) asaltaron el 11 de mayo de 2003 el seminario menor de la Archidiócesis de Gulu, en el norte de Uganda, y lo secuestraron a él y a otros cuarenta seminaristas. La pesadilla que vivió en cautiverio no destruyó su vocación y ahora se prepara para ser ordenado

(Konigstein. ACIPRENSA). Según una crónica de Eva-Maria Kolmann de Ayuda a la Iglesia Necesitada, los rebeldes se los llevaron a los seminaristas para convertirlos en soldados. Muchos fueron asesinados y doce siguen desaparecidos.

Esteban narró su historia a los representantes de la asociación católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que hace poco hicieron un viaje a Uganda.

«Durante dos meses, los asesinatos, las violaciones y las torturas formaron parte de su vida cotidiana. Los rebeldes también querían enseñarle a él a matar, y más por ser seminarista. A algunos de sus compañeros los mataron delante de él a golpes y culatazos; otros fueron despedazados con machetes porque tenían los pies destrozados tras las largas marchas y ya no podían andar. Él, en cambio, tuvo suerte en la desgracia, porque pudo huir antes de que lo obligaran a matar», informa AIN.

El secuestro

Los ojos de Esteban aún reflejan un gran pesar cuando recuerda lo vivido. «Los rebeldes llegaron veinte minutos pasada la medianoche; eran unos veinte. Algunos rodearon el seminario menor y los demás se dirigieron directamente al dormitorio de los alumnos de 16 años. Como no lograron forzar la puerta, uno de ellos entró por la ventana y abrió desde dentro. Uno de los seminaristas había cortado la luz para obstaculizar a los rebeldes, pero éstos llevaban antorchas».

Los dos soldados que el Gobierno había puesto a disposición del seminario para velar por su seguridad huyeron nada más aparecer los rebeldes. «Nos habían abandonado y no había nadie que nos protegiera», explica Esteban. Además de los seminaristas, había en el terreno del seminario entre mil y dos mil personas, principalmente mujeres y niños, que se habían refugiado ahí para pasar la noche. Un rebelde mató de un tiro y delante de la madre a un niño de unos siete años, nos dice el joven con semblante impávido.

Los rebeldes maniataron a los seminaristas, saquearon todo y obligaron a los adolescentes marchar por horas. A la mañana siguiente los separaron en pequeños y comenzaron a adoctrinarlos bajo la amenaza de ser ejecutados si intentaban huir.

La fe de Estaban lo mantuvo fuerte y firme. «He visto cosas que jamás hubiera pensado que tendría que contemplar algún día. Un hombre no es capaz de escapar de todo aquello, pero Dios obra milagros. A mí sólo me quedaba rezar: ésa era mi única esperanza. Como no podíamos rezar juntos, lo hacía solo. En cada una de las largas marchas rezaba el Rosario contando con los dedos, porque no tenía un rosario. La oración era todo lo que tenía. Habrá personas que no han experimentado a Dios, pero yo sí he tenido esa experiencia», recuerda.

Casi dos meses después de su secuestro, las fuerzas gubernamentales atacaron a los rebeldes, y en ese momento, entre bombas y fuego de metralla, Esteban logró huir y después de varios días de caminar sin rumbo llegó a un colegio abandonado donde encontró un soldado del Ejército ugandés.

La familia de Esteban ya lo había dado por muerto. «Habían pedido a un sacerdote que celebrara una Misa funeraria por mí», recuerda Esteban. Sus padres y seis hermanos no querían que Esteban regresara al seminario, pero Estaban sabía que ése era su lugar.

Desde 1988 más de 30 mil niños y adolescentes han sido secuestrados por los rebeldes. A los varones los convierten en soldados y a las niñas, en esclavas sexuales. Los niños son cruelmente violados, sometidos con drogas, obligados a matar, torturados, castigados brutalmente a la más mínima y muchos asesinados sin miramientos.

Algunos no se atreven a regresar con sus familias, porque se avergüenzan de las atrocidades que les obligaron a hacer. A menudo, los rebeldes obligaban a los niños y jóvenes secuestrados a asesinar a personas de sus propios poblados o incluso a sus padres y hermanos, para que el retorno fuera imposible.

La esperanza

Según informa AIN, «la Iglesia Católica ayuda a estos niños. Así, por ejemplo, la radio católica de la Diócesis de Lira ha creado un programa especial que permite a los parientes de estos niños enviarles mensajes de amor animándolos a regresar. También los niños soldados que han regresado animan a sus camaradas a retornar diciéndoles que no tengan miedo. A los rebeldes esta iniciativa no les gustó nada, por lo que prendieron fuego a la emisora. No obstante, la antena retransmisora no se quemó y Radio Wa (Wa significa «nuestra radio») sigue emitiendo con el apoyo de Ayuda a la Iglesia Necesitada una programación que contribuye a la paz y la reconciliación en Uganda».

«Cada uno de los niños secuestrados y maltratados por el LRA tiene un rostro y un nombre. Esteban, que compartió el sufrimiento de estos niños, quiere contribuir como sacerdote a la curación de sus heridas y a traer la paz a un país donde los niños han sido utilizados como armas. Quiere llevar el mensaje de amor de Dios a aquellos que ya de niños se olvidaron de que tienen un rostro y un nombre. Y él puede enseñarles que Dios obra milagros, porque él mismo lo ha vivido», sostiene AIN.

SANTA CATALINA LABOURE Y LA MEDALLA MILAGROSA

APARICIONES DE LA VIRGEN MARIA SANTA CATALINA LABOURE

París. -1830.

Las apariciones

El 1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera aparición moderna de la Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la «era de María», una etapa de repetidas visitaciones celestiales. Entre otras: La Salette, Lourdes, Fátima … Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre. También para recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias de optar por otros caminos.

Sta. Catalina Labouré

Catalina nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de enero de 1830 y después de tres meses de postulantado, 21 de abril, fue trasladada al noviciado de París, en la Rue du Bac, 140.

El Corazón de San Vicente

La novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de su fundador, San Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a solo unas cuadras de su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la capilla del noviciado.  En esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente en varios colores.  De color blanco, significando la unión que debía existir entres las congregaciones fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el fervor y la propagación que habían de tener dichas congregaciones. De color rojo oscuro, significando la tristeza por el sufrimiento que ella padecería. Oyó interiormente una voz: » el corazón de San Vicente está profundamente afligido por los males que van a venir sobre Francia «.  La misma voz añadió un poco mas tarde: » El corazón de San Vicente está mas consolado por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen María, el que ninguna de las dos congregaciones perezca en medio de estas desgracias, sino que Dios hará uso de ellas para reanimar la fe «.

Visiones del Señor en la Eucaristía

Durante los 9 meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la gracia especial de ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.

El domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el pecho. De pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la cruz, como unos despojos desperdiciables. «Inmediatamente – escribió sor Catalina – tuve las ideas mas negras y terribles: que el Rey de la tierra estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban cosa malas «.

Catalina sueña con ver a la Virgen

El domingo 18 de Julio 1930, víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl, La maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a los santos, y en particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus palabras, impregnadas de fe y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor Laboure el deseo de ver y de contemplar el rostro de la Santísima Virgen. Como era víspera de San Vicente, les habían distribuido a cada una un pedacito de lienzo de un roquete del santo. Catalina se lo tragó y se durmió pensando que S. Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrían esa misma noche la gracia de ver a la Virgen como era su deseo. Precisamente, los anteriores favores recibidos en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina alimentaban en su corazón una confianza sin limites hacia su bienaventurado padre, y su candor y viva esperanza no la engañaron. «La confianza consigue todo cuanto espera» (San Juan de la Cruz).

El Angel la despierta

Todo era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30 PM oyó que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco las cortinas de su cama miro del lado que venia la voz y vio entonces un niño vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le dijo: «Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen te espera».

Sor Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a su preocupación interior y le dice: «No temas; son las 11;30 p.m.; todas duermen muy bien. Ven yo te aguardo».

Ella no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a disposición de su misterioso guía, «que permanecía en pie sin separarse de la columna de su lecho.»

Vestida Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a «su lado izquierdo». Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba iluminado.

Al llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el niño toca la puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.

Dice Catalina: «Mi sorpresa fue mas completa cuando, al entrar a la capilla, vi encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media noche». (todavía ella no ve a la Virgen)

El niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al P. Director, donde solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho.

La espera le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que solían detenerse para hacer un acto e adoración, la veían.

Por fin llego la hora deseada, y el niño le dijo: «Ved aquí a la Virgen, vedla aquí»

Sor Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de extremada belleza, atravesaba majestuosamente el presbiterio, «fue a sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del Evangelio».

Sor Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: «Mira a la Virgen».

Le era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.

Entonces el niño le habló, no como niño, sino como el hombre mas enérgico y palabras muy fuertes: -«¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una pobre criatura mortal en la forma que mas le agrade?» «

Entonces, mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodille en el presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen. «Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo que sentí».

Ella me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviera necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había visto, y ella me lo explicó todo «.

Instrucciones de la Santísima Virgen

Fueron muchas las confidencias que Sor Catalina recibió de los labios de María Santísima, pero jamas podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de ellas, le fue impuesto el mas absoluto secreto.

La Virgen le dio algunos consejos para su particular provecho espiritual: (La Virgen es Madre y Maestra)

1- Como debía comportarse con su director (humildad profunda y obediencia). Esto a pesar de que su confesor, el padre Juan María Aladel, no creyó sus visiones y le dijo que las olvidara.

2- La manera de comportarse en las penas, (paciencia, mansedumbre, gozo)

3- Acudir siempre (mostrándole con la mano izquierda) a arrojarse al pie del altar y desahogar su corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no consuelos humanos)

La Virgen también le explicó el significado de todas las apariciones y revelaciones que había tenido de San. Vicente y del Señor.

Luego continuó diciéndole:

Dios quiere confiarte una misión; te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que sufrir hasta que los digas a tu director. No te faltaran contradicciones; mas te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director con confianza y sencillez; ten confianza no temas. Veras ciertas cosas; díselas. Recibirás inspiraciones en la oración.

Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá afligido por calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigaran gracias a todos los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.

Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a pesar de que hay almas grandes en ellas. Díselo al que esta encargado de ti, aunque no sea el superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El deberá hacer cuanto pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda otra comunidad se unirá a las de ustedes.

Vendrá un momento en que el peligro será grande; se creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades..

Mas no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá víctimas..(lagrimas en los ojos). El clero de París tendrá muchas víctimas..Morirá el señor Arzobispo.

Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra vez traspasado; correrá la sangra por las calles ( la Virgen no podía hablar del dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo entero se entristecerá . Ella piensa: ¿cuando ocurrirá esto? y una voz interior asegura: cuarenta años y diez y después la paz.

La Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor Catalina como una sombra que se desvanece.

En esta aparición la Virgen:

  • Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
  • La prepara con sabios consejos para que hable con sumisión y confianza a su director.
  • Le anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos que pudieran dudar de la aparición.
  • Le Regala una relación familiar de madre-hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda aproximarse hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la Reina del Cielo.

Todas las profecías se cumplieron:

1-la misión de Dios pronto le fue indicada con la revelación de la medalla milagrosa.

2-una semana después de esta aparición estallaba la revolución. Los revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos, asesinatos, y finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el «rey ciudadano» Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.

3-El P. Aladel (director) es nombrado en 1846 Director de las Hijas de la Caridad, establece la observancia de la regla y hacia la década del 60 otra comunidad femenina se une a las Hijas de la Caridad.

4-En 1870 (a los 40 años) llegó el momento del gran peligro, con los horrores de la Comuna y el fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y otros muchos sacerdotes.

5- solo queda por cumplir la ultima parte.

Aparición del 27 de noviembre del 1830

La tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.

Aparece la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a decir que era la Virgen María en su mayor belleza.

Sus pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado por una crucecita.

La Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era posible verla.

Tenia tres anillos en cada dedo; el mas grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano en el medio, y no mas pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la parte baja.

Mientras Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:

Este globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden.

Con estas palabras La Virgen se da a conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.

El globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían cayendo sobre el globo blanco de sus pies.

La Medalla Milagrosa:

En este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde interior apareció escrita la siguiente invocación: «María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti»

Estas palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha, pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura de la mano izquierda .

Oyó de nuevo la voz en su interior: «Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán mas abundantes para los que la lleven con confianza».

La aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el reverso de la medalla.

En el aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce estrellas.

La misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina: «En adelante, ya no veras , hija mía; pero oirás mi voz en la oración».

Un día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: «La M y los dos corazones son bastante elocuentes».

Símbolos de la Medalla y mensaje espiritual:

En el Anverso:

-María aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre Satanás.

-El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la mujer del Apocalipsis, vestida del sol.

-Sus manos extendidas, transmitiendo rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que derrama sobre el mundo y a quienes pidan.

-Jaculatoria: dogma de la Inmaculada Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión, confiar y recurrir a la Madre.

-El globo bajo sus pies: Reina del cielos y tierra.

-El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.

En el reverso:

-La cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio, entrega

-La M: símbolo de María y de su maternidad espiritual.

-La barra: es una letra del alfabeto griego, «yota» o I, que es monograma del nombre, Jesús.

Agrupados ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.

-Las doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que nace en el Calvario de su corazón traspasado.

-Los dos corazones: la corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.

Nombre:

La Medalla se llamaba originalmente: «de la Inmaculada Concepción», pero al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella, se le llamó popularmente «La Medalla Milagrosa».

Conversión de Ratisbone:

Alfonso Ratisbone era abogado y banquero, judío, de 27 años. Tenía gran odio hacia los católicos porque su hermano Teodoro se había convertido y ordenado sacerdote, tenía como insignia la medalla milagrosa y luchaba por la conversión de los judíos.

Alfonso pensaba casarse poco después con una hija de su hermano mayor, Flora, diez años menor que el, cuando en enero de 1842, haciendo un viaje de turismo a Nápoles y Malta, por una equivocación de trenes llego a Roma. Aquí se creyó en la obligación de visitar a un amigo de la familia, el barón Teodoro de Bussiere, protestante convertido al catolicismo.

El barón le recibió con toda cordialidad y se ofreció a enseñarle Roma. En una reunión donde Ratisbone hablaba horrores de los católicos, este barón lo escuchó con mucha paciencia y al final le dijo: «Ya que usted está tan seguro de si, prométame llevar consigo lo que le voy a dar- ¿Que cosa?. Esta medalla. Alfonso la rechazó indignado y el barón replicó: «Según sus ideas, el aceptarla le debía dejar a usted indiferente. En cambio a mi me causaría satisfacción.» Se echó a reír y se la puso comentando que él no era terco y que era un episodio divertido. El barón se la puso al cuello y le hizo rezar el Memorare.

El barón pidió oraciones a varias personas entre ellas al conde La Ferronays quien le dijo: «si le ha puesto la medalla milagrosa y le ha hecho rezar el Memorare, seguro que se convierte.» El conde murió de repente dos días después. Se supo que durante esos dos días había ido a la basílica de Sta. María la Mayor a rezar cien Memorares por la conversión de Ratisbone.

Por la Plaza España se encuentra el barón con Ratisbone en su último día en Roma y este le invita a pasear. Pero antes tenía que pasar por la Iglesia de San Andrés a arreglar lo del funeral del conde. Ratisbone le acompaña a la Iglesia. He aquí su testimonio de lo que entonces sucedió: «a los pocos momentos de encontrarme en la Iglesia, me sentí dominado por una turbación inexplicable. Levanté los ojos y me pareció que todo el edificio desaparecía de mi vista. Una de las capillas (la de San Miguel) había concentrado toda la luz, y en medio de aquel esplendor apareció sobre el altar, radiante y llena de majestad y de dulzura, la Virgen Santísima tal y como esta grabada en la medalla. Una fuerza irresistible me impulsó hacia la capilla. Entonces la Virgen me hizo una seña con la mano como indicándome que me arrodillara… La Virgen no me habló pero lo he comprendido todo.»

Santa Catalina Laboure descansa en Rue du Vac, Paris su cuerpo incorrupto

Alfonso Ratisbone entró en la Compañía de Jesús. Ordenado sacerdote, fue destinado a París donde estuvo ayudando a su hermano Teodoro en los catecumenados para la conversión de los judíos.

Después de haber sido por 10 años Jesuita, con permiso sale de la orden y funda en 1848, las religiosas y las misiones de Ntra. Sra. de Sión. En solo los diez primeros años Ratisbone consiguió la conversión de 200 judíos y 32 protestantes. Trabajó lo indecible en Tierra Santa, logrando comprar el antiguo pretorio de Pilato, que convirtió en convento e Iglesia de las religiosas. También consiguió que estas religiosas fundasen un hospicio en Ain-Karim, donde murió santamente en 1884 a los 70 años.

Escalera a los altares

Desde el cielo con humor

San Alejo, 17 de julio: escalera a los altares

Quiso Dios que Alejo naciera en una prominente familia de la ciudad más importante de la Antigüedad, que no era Bilbao, sino Roma. A principios del siglo V, el cristianismo ya se había convertido en la religión predominante del mundo civilizado, razón por la que muchos apellidos de solera, antaño prestos a la holganza y al buen vivir, hogaño ayudaban a pobres y desvalidos.

(Juan Bosco Martín-Algarra. Semanario ALBA). Alejo se empapó de aquel ambiente de piedad y caridad, pero… le resultaba insuficiente. En su interior sentía que Dios le pedía más. Ésa fue la razón por la que, cuando tuvo noticia de que sus padres le habían arreglado una boda con una chica estupenda, optó por dejarla plantada y huir de casa vestido como un mendigo.


Otros autores sostienen que en la noche de bodas, antes de consumar el matrimonio (apréciese la delicadeza de mi lenguaje, harto lejano del de la pornoweb de Marina Geli), Alejo reveló a la novia su compromiso exclusivo con Cristo, que ella quiso asumir también como propio…, pero a mí eso me huele a chamusquina, porque en la noche de bodas no se hacen precisamente esas cosas. El caso es que se marchó y puso rumbo a Tierra Santa. En su largo viaje, siguió las huellas de Eteria, la romana que años atrás había emprendido una larga peregrinación hacia los Santos Lugares para luego escribir un relato con sus vivencias.

Llegado a Siria, Alejo permaneció durante diecisiete años en la ciudad de Edesa, Mesopotamia, dedicado a la mendicidad, la oración y al servicio de los necesitados. Frecuentaba la basílica donde se decía estaba enterrado el apóstol Tomás. Mientras tanto, su padre, al que había dejado más deprimido que el fontanero del Titanic, no paraba de buscarle a través de sus sirvientes por toda la península itálica. Si hubieran rastreado por Siria, no habrían tenido problemas para ubicarlo, pues la fama de santidad de Alejo se había extendido por la región, en parte debido a que se le atribuía algún milagro. Por eso cada vez le resultaba más difícil conservar el anonimato. De hecho, varias personas que procedían de Roma terminaron reconociéndole, no en vano era el hijo de un hombre de gran talla y reputación, llamado Eufemiano, que al parecer llegó a senador. Alejo sospechó que muy pronto le iban a rendir honores, y vio peligrar su vocación. Entonces entendió que había llegado el momento de ahuecar el ala, y emprendió de nuevo el camino de regreso en dirección a casa de sus padres.


Cuando llegó, meses después, y tocó la puerta, sus familiares no pudieron reconocerlo; tal era el deterioro de su fisonomía. Como ya hemos dicho que su familia acostumbraba a ayudar a los pobres, y lo tomaron como tal, le permitieron alojarse en la casa, concretamente debajo de unas escaleras, pero se tuvo que ocupar de los oficios más humillantes, en la presencia diaria de su padre, su madre y su ex novia, que al parecer se quedó a vivir allí, supongo que para compensar la santa faena que le hizo Alejo. Desde entonces hasta el día de su muerte, el santo no quiso revelar su identidad, por lo que prosiguió con su vida de sacrificio, oración y entrega, saliendo de aquel cuchitril nada más para asistir a la Santa Misa. Se cuenta que dedicó muchas horas a instruir niños en la fe, totalmente olvidado de sí. El día en el que, años después, se lo encontraron muerto, apretaba con su puño una carta dirigida a la familia en la cual relataba el secreto de su identidad. Imagínense el soponcio que sufrieron en aquella mansión, después de haber convido casi dos décadas con un harapiento sirviente que luego resultó ser el hijo del dueño.

Otras fuentes indican que cuando Alejo se sintió “más p’allá que p’acá”, contó toda la verdad a sus padres, que le ayudaron a bien morir. También relatan estas últimas fuentes que cuando el Papa conoció detalles de su historia, quiso exhumar el cadáver, pero no encontraron más que los harapos con los que Alejo quiso ser enterrado. Nada de cadáver. Este testimonio se propagó por toda la ciudad y se extendió de oriente a occidente.


Tiempo después, un hombre decidió escribir su biografía, pero como ni siquiera sabía su nombre (buen biógrafo estaba hecho el gachó) le calificó como “el hombre de Dios”, porque así había sido identificado por la tradición de las Iglesias de Oriente. Y así se le conoció hasta el siglo X, cuando las investigaciones hagiográficas consiguieron averiguar la verdadera identidad de uno de los santos más humildes del canon.Por cierto, el 17 de julio cae en jueves, justo el día en que Alejo Vidal-Quadras participa en El gato al agua. Espero que inunden la pantalla de mensajes con efusivas felicitaciones por haber recibido el nombre de un tipo tan humilde y tan heroico.

Me borro de Rafael Nadal

La cigüeña de la torre

Reconozco que me caía bien ese chico. Humilde, sencillo, discreto, patriota… Y jugaba estupendamente al tenis. En el que llegó a ser el número uno.

Acabo de descubrir que odia a la Iglesia y así lo ha manifestado en unas declaraciones que revelan al mismo tiempo su infantilismo y su ignorancia. Pues una vez que ha querido poner de manifiesto que no es de los míos, lo tengo clarísimo. Por mi parte Rafael Nadal ha dejado de existir. Veía algunos partidos suyos y deseaba que ganara. No volveré a ver ninguno. Y si pierde me la traerá al pairo.

Parece que está muy afectado por la separación de sus padres. Lo que le ha hecho perder incluso facultades de juego. Una muestra más de infantilismo. A su edad.

Sólo le diré una cosa. Si sus padres hubieran practicado de verdad esa religión que él odia lo más probable es que no se hubieran separado. Y es que sirve hasta para eso. Con alguna excepción.
Adios, Nadal, adiós.

Por el Camino de la Gracia

por Roy Schoeman
Fuente: «El Regreso a casa»

Crecí como judío en un barrio de clase media en la ciudad de New York, hijo de refugiados judíos que habían huido de Alemania a los inicios del régimen de Hitler. Mis padres eran activos en la congregación “conservadora” local, y por el promedio americano, tuve una educación judía bastante religiosa. Asistí a estudios de religión después de la escuela, desde el primer grado hasta que llegué a la universidad. Tuve un Bar Mitzvah, y frecuentemente, aunque no siempre, asistía a los servicios del Sabbath y a las fiestas religiosas judías. Crecí en contacto con rabinos extraordinarios, a quienes Dios me dio para mi formación religiosa, y hasta tuve que debatir si yo tenía vocación religiosa. El verano al final de mis estudios secundarios, antes de comenzar la universidad, lo pasé viajando por todo Israel, con un rabino hasídico carismático y “místico”, el Rabino Shlomo Carlebach, quien todas las noches ofrecía un concierto, que era en realidad una estática sesión de alabanza hasídica. Por un tiempo pensé quedarme en Israel para estudiar en alguna de las yeshivas ultra ortodoxas que allí existen (y que constituyen lo más cercano del judaísmo a la “vida religiosa”) pero regresé para iniciar mis estudios en M.I.T. (Massachusetts Institue of Technology) en Matemática e Informática. En la universidad traté de preservar mi fervor religioso, y me mantuve activo en una congregación hasídica local, pero pronto caí en la moral y mentalidad más típica de M.I.T. Existe una estrecha relación entre la pureza, de mente y de conducta, y la intimidad con Dios. Aunque al principio Él no sea estricto en sus reglas, más tarde o más temprano, no puede esperarse que se mantenga la intimidad, si no se juega según sus reglas. A medida que abandoné sus reglas, perdí la intimidad. Al final de la universidad, el placer de la oración no era más que una memoria abstracta, y me había imbuido en los caminos del mundo. Después de algunos años diseñando sistemas de computadoras (ordenadores), decidí asistir a la Escuela de Negocios de Harvard para estudiar una maestría en Administración de Empresas (MBA). Como resultado de un trabajo excepcional, se me invitó a formar parte de la facultad, a la vez que continuaba mis estudios hacia un doctorado, en preparación a una carrera en la enseñanza universitaria.

Mientras sucedía todo esto, existía, no obstante, otra dimensión más profunda en mi vida. Al perder contacto con Dios, también perdí el sentido de propósito y dirección en mi vida. En cada disyuntiva, seleccionaba el sendero de menor resistencia, el sendero que, a los ojos del mundo, constituía el éxito (y estar en la facultad de la Escuela de Negocios de Harvard a los treinta años era casi un éxito). Sin embargo, a medida que completaba cada meta, me enfrentaba a un sentimiento cada vez más profundo de vacío, de falta de sentido en los éxitos. Ya para ese entonces, después de unos cuatro años enseñando en Harvard, me sentía deprimido interiormente y con una gran falta de sentido en mi vida, rayando en la desesperación. (Yo no era el único que me sentía así. Un colega en la facultad me confió que, al día siguiente del día en que su cátedra se convirtió permanente, después de una década de esfuerzos, casi renunció, abrumado por el sentimiento de vacío y la falta de sentido en todo por lo tanto había luchado). A pesar de que hacía mucho tiempo que había abandonado la vida de oración, mi consuelo mayor durante este periodo consistía en largas caminatas solitarias entre la naturaleza. Fue en una de estas caminatas que recibí una de las gracias más singulares de mi vida.

Era temprano en una mañana a principios de junio, durante un descanso que me había tomado entre semana, para pasar dos o tres días junto al mar en Cape Cod, antes que llegaran las multitudes del verano. Estaba caminando por la playa, en las dunas entre Provincetown y Truro, solitario, junto a las aves que cantaban antes de que el resto del mundo despertara, cuando, por falta de mejores palabras, “caí en el cielo”. Me sentí, casi consciente y físicamente, en la presencia de Dios. Ví pasar mi vida frente a mí, viéndola como si estuviera repasándola en la presencia de Dios después de la muerte. Ví todo lo que me agradaría y todo lo que me pesaría. Me dí cuenta, en un instante, que el significado y el propósito de mi vida era amar y servir a mi Señor y Dios. Ví cómo Su amor me rodeaba y me sostenía en cada momento de mi existencia. Ví cómo todo lo que hacía tenía un contenido moral, para bien o para mal, y cómo todo contaba mucho más de lo que jamás pude imaginar. Ví cómo todo lo que me había acontecido en mi vida había sido lo más perfecto que podía haberse preparado para mi bien, por un Dios que era todo bueno, todo amor, y especialmente aquellas cosas que me habían causado más sufrimiento cuando sucedieron. Ví que los dos pesares mayores al momento de mi muerte serían, todo el tiempo y la energía desperdiciada preocupándome porque nadie me quería cuando en cada momento de mi existencia me encontraba en medio del inimaginable, inmenso mar del amor de Dios; y cada una de las horas desperdiciadas, sin hacer nada de valor a los ojos de Dios. La respuesta a cualquier pregunta que me surgía era respondida instantáneamente. Es más, no podía preguntarme nada sin que ya no supiera la respuesta, con una excepción de gran importancia – el nombre del Dios que se me revelaba como el significado y propósito de mi vida-. No pensé en Él como el Dios del Viejo Testamento, a quien llevaba en mi imaginación desde mi infancia. Oré para que me revelara su nombre, para saber qué religión debía seguir, para poder adorarlo debidamente. Recuerdo haber rezado diciendo “Permíteme conocer tu nombre – no me importa si eres Buda, y tengo que hacerme budista; no me importa si eres Apolo, y tengo que convertirme en un pagano romano; no me importa si eres Krishna y tengo que convertirme en Hindú;¡mientras que no seas Cristo y tenga que volverme cristiano!

Esta profunda resistencia al cristianismo se basaba en un sentimiento de que el cristianismo era el “enemigo”, la perversión del judaísmo que había sido la fuente de dos mil años de sufrimiento para los judíos. Como resultado, este Dios que se había revelado a mí en la playa, y quien había escuchado mi oración, también había escuchado mi rechazo de conocerlo, y había respetado mi decisión. De modo que no recibí respuesta alguna a mi pregunta.

Volví a mi casa en Cambridge y a mi vida ordinaria. Sin embargo, todo había cambiado. Pasaba todas mis horas libres en búsqueda de este Dios, en silencio en medio de la naturaleza, leyendo, y preguntando a otros sobre estas experiencias místicas. Como me encontraba en Cambridge, en la década de 1980, era inevitable el seguir algunas de las sendas de la Nueva Era, y terminaba leyendo mayormente escritos espirituales hindúes y budistas. Sin embargo, un día, caminando en la plaza de Harvard, me llamó la atención la cubierta de un libro en la vitrina de una tienda. Sin saber nada del libro, ni de su autor, compré “El Castillo Interior” de Santa Teresa de Avila. Lo devoré, encontrando un gran alimento espiritual en su interior, pero todavía no creía en las alegaciones del cristianismo.

Continué en esta trayectoria ecléctica, indiscriminatoria, por exactamente un año. El día exacto en que se cumplió un año de mi experiencia en la playa, recibí la segunda gracia extraordinaria de mi vida. Admito con franqueza que, en todos los aspectos exteriores, lo que sucedió fue un sueño. No obstante, cuando me quedé dormido sabía muy poco de, ni tenía ninguna simpatía especial por, el cristianismo, ni ninguno de sus aspectos. Sin embargo, cuando desperté, me sentía completamente enamorado de la Santísima Virgen María, y no deseaba más nada que volverme tan totalmente cristiano como pudiera. En el “sueño”, fui conducido a una habitación y se me concedió una audiencia con la joven más bella que jamás podía haber imaginado. Sin mediar palabra, sabía que era la Santísima Virgen María. Ella estuvo de acuerdo en contestar cualquier pregunta que le hiciera, y recuerdo que me encontraba allí, barajando varias posibles preguntas en mi mente, y haciéndole cuatro o cinco de ellas. Me las contestó, y entonces me habló por varios minutos, y entonces terminó la audiencia. Mi experiencia de lo sucedido, y mis recuerdos, son de algo sucedido completamente despierto. Recuerdo todos los detalles, incluyendo naturalmente, las preguntas y las respuestas, pero todo palidece en comparación al aspecto más importante de esta experiencia: el éxtasis de estar en su presencia, en la pureza e intensidad de su amor.

Cuando desperté, como ya mencioné, me sentía completamente enamorado de la Santísima Virgen María y sabía que el Dios que se me había revelado en la playa era Cristo. Todavía no sabía casi nada del cristianismo, y no tenía ni idea de la diferencia entre protestantes y católicos. Mi primera incursión en el cristianismo fue en una iglesia protestante, pero cuando toqué el tema de María con el pastor, su rechazo me hizo decir: ¡me voy de aquí! Mientras tanto, mi amor por María me inspiraba a pasar el tiempo en santuarios marianos, especialmente los de Nuestra Señora de La Salette (en el de Ipswich, Massachusetts, y en el de la aparición original, en los Alpes franceses) . Me encontré, sin anticiparlo, con frecuencia presente en misas, y aunque todavía no creía en la iglesia católica, sentía un intenso deseo de recibir la Comunión. Cuando me acerqué por primera vez a un sacerdote y le pedí que me bautizara, todavía no tenía ninguna creencia católica. “¿Por qué quieres ser bautizado?” Molesto, contesté: “¡porque quiero recibir la Comunión y ustedes no me dejan, si no estoy bautizado!”.  Pensé que me agarraría de la oreja y me echaría de allí; pero por el contrario, me dijo: ¡Ajá, ese es el Espíritu Santo, que está trabajando en ti!”.

Todavía tuve que esperar varios años y madurar en mi fe antes del bautismo, pero mi amor a María y mi sed por la Eucaristía me guiaron, como una brújula, hacia mi meta. Le estoy infinitamente agradecido a Dios por mi conversión; le estoy infinitamente agradecido por las personas que ha puesto en mi camino, y le estoy particularmente agradecido por la oportunidad de haber escrito este libro, y a ti, amable lector, por haberlo leído.

Referencias

[Nota] La Bienaventurada Virgen María se apareció a dos pastorcitos en lo alto de los Alpes franceses en 1846, dándoles un mensaje de oración y arrepentimiento. La aparición, tomó el nombre del poblado más cercano, y se le conoce como “Nuestra Señora de La Salette”. Para una descripción, ver por ejemplo, Jean Jouen, A Grace Called La Salette (La Salette Publications, Attleboro, Mass., 1991), o Hno. Francis Mary Kalvelage, F.I., Marian Shrines of France (Academy of the Immaculate, New Bedford, Mass., 1998).

Cara a Cara con un exorcista

GABRIELLE AMORTH

EXORCISTA OFICIAL DE ROMA

-Gabrielle Amorth, Un padre Paul de 75 años, licenciado en derecho y miembro de la Pontificia Academia Marina Internacion. Este sacerdote Catolico vivia una placida existencia hasta que un dia – hace 14 años – el cardenal Ugo Poletti, vicario del Papa en la diocesis de Roma le pidio que se dedicara, jornada completa, a exorcizar a personas afectadas por Satanas. «En aquel momento pense que era una broma, la verdad, pero comprendi que me necesitaban y acabe aceptando. De pronto me encontre recibiendo e un ingente numero de personas de Francia, España, Australia, Alemania e incluso America pidiendo que les expulsara un demonio».

Don Amorth recibe en su casa, la sede central de la congregacion Paulina de Roma Despues de leer de cabo a rabo su libro, Habla un exorcista y de saber que ha vendido mas de 300.300 ejemplares, le fuimos a visitar… con un poco de repelus, la verdad. Pero el nos quito el miedo de un plumazo. Don Amorth cuenta chistes en cuanto puede, posiblemente para quitarle dramatismo a todo lo que le rodea. Es que, nos dice, a la gente le dan miedo los exorcistas. Y es verdad.

A las puertas del siglo XXI, inmersos todos en la aldea global y mirando hacia el futuro, la idea del demonio, los poseidos, los rituales satanicos en idiomas antiguos… todo esto suena un poco raro…

Si. La gente puede pensar que todo este mundo es ciencia ficcion. Pero la realidad es que Internet incluye casi un centenar de direcciones dedicadas a Satan e a su culto. La adoracion al diablo no ha desaparecido. Satan utiliza todos los medios a su disposicion para darse publicidad, incluso las paginas Web.

Supongo que usted es consiente de que muy pocas personas creen que el demonio existe.

Si, lo se. Quien no cree en el cristianismo no tiene ninguna razon para creer el las verdades de la fe: En la inmortalidad del alma, los angeles, el paraiso o el infierno. ¿ Por que iban a hacerlo? Toda mi labor se apoya en la Biblia y en las 23 veces que los Evangelios recogen las apariciones de Satanas. Yo solo puedo decir que nunca me he encontrado un diablo ateo. Todo los diablos creen en Dios.

Pero ¿ de verdad hay personas poseidas por el demonio?

Si. Aunque son casos excepcionales, representan un diez por ciento de las personas que recibo. El demonio actua de forma habitual y normal sobre todos los hombres a traves de las tentaciones. Pero en ocasiones interviene de forma extraordinaria con hechizos o posesiones y ahi es donde entra la labor del exorcista. Siendo enorme el poder de Satanas, nunca ataca el alma, porque no puede. Solo se adueña del cuerpo. El diablo no conoce nuestros pensamientos ni nuestros sentimientos. Por eso solo puede dominar el cuerpo, pero no la alma ni la mente.

Entonces, ¿funcionan los conjuros, maldiciones y males de ojo?

La inmensa mayoria de las veces no: provienen de gitanas locos o chalados. Pero se realizan en serio por un autentico brujo si. La mayoria de la gente que trato llegan aquejadas de enfermedades inexplicables o dramas familiares persistentes y extraños. Antes o despues, acabamos encontrando una muñeca con alfileres clavados o mechones de pelo junto con amuletos escondidos en algun lugar. Siempre advierto de una cosa: no hay magia blanca y negra. La magia solo es negra, y la buena, no es magia: Es cosa de Dios.

¿Y no son trastornados mentales?

Yo atiendo a personas que acuden a mi consulta para que les ayude y saque de una situacion desesperada pero solo lo hago. Si un sacerdote que les conoce ve indicios suficientes como para creer que esa persona esta afectada por Satanas. Entonces estudio sus informes clinicos con profundidad. La mayor parte no lo necesito: suelen tener un trastorno mental. Esta podria ser la situacion: un cincuenta por ciento no tienen nada, un cuarenta se encuentran afectados por hechizos o maldiciones y solo el diez por ciento tienen una posesion diabolica, aun que las hay en grados mas o menos fuertes.

¿Y como sabe que estan poseidos?

Las tres caracteristicas mas comunes son la fuerza sobrehumana, el habla de lenguas desconocidas y el conocimiento de informacion oculta.

O sea, que lo de la pelicula de exorcista era verdad..

Si Aunque utilizaron algunos efectos especiales exagerados e impresionantes por necesidad del guion, se ajustaba bastante fielmente a esta realidad.

¿Acoge en esta casa a las personas endemoniadas?

No: solo las tranquilas, las que no gritan. Aquellas que presentan fuertes reacciones los recibo en la basilica de San Paulo. Alli cuento con un grupo de oracion que me ayuda.

Dice en su libro que le llaman de todos los paises del mundo, ¿Es usted el mejor?

No: pero si el mas popular por culpa del libro y de las entrevistas que me han hecho en television. Es verdad que recibo peticiones de Estados Unidos, Australia y paises asiaticos. Pero siempre les digo que busquen alguien en su ciudad: los exorcistas necesitan realizarse semanalmente durante años – un minimo cuatro a cinco – y para ello tienen que tener lugar en la ciudad donde viven.

¿No es un hilo muy fino el que distingue entre personas que hacen el mal y personas poseidas por el demonio?

Si, pero por lo general la persona afectada siente una profunda y exagerada aversion a lo sagrado. Hay quienes van a misa y se desmayan; otras personas que incluso en su casa, escuchan rezar a su familia y se ponen furiosos; algunos, cuando reciben bendiciones o se reza con la mano sobre su cabeza, se retuercen y se revuelcan por los suelos. Todo esto es significativo, pero ni siquiera es suficiente. La unica formula para llegar a la certeza es practicar el exorcismo. Durante el ritual, al diablo le resulta muy dificil esconderse y acaba manifestandose. Solo entonces se puede diagnosticar una presencia maligna.

¿ Le gustaria se un cura normal?

Cuando mi obispo me pidio dedicarme a esto, pense que no lo decia en serio y me opuse, pero al final accedi. Mi profesion es dificil, pero muy bonita, porque consiste en aliviar de forma directa los sufrimientos de muchas personas. Para liberar de un efecto malefico hacen falta años, pero en cada sesion se obtienen beneficios.

Su libro ha sido traducido a 14 idiomas. ¿Por que provoca tanta morbo este tema?

Los misterios inquietantes tienen mucha aceptacion entre el gran publico pero mi libro iba dirigido a los sacerdotes. Queria hacerles ver la necesidad de retomar la practica del exorcista, que esta quedando en desuso dentro de la Iglesia. Mucha gente no cree en el demonio ni en el infierno. Es una parte de la religion que la gente he preferido ignorar. Se ha sustituido al diablo por una idea abstracta del mal. Ahora estoy recogiendo frutos: al inicio de los años 80 habia veinte exorcistas en Italia y ahora hay mas de trescientos.

¿Y tambien hay demonios en otras religiones ocultos?

Un exorcista puede prestar sus servicios a mahometanos, budistas, protestantes, ateos… a cualquier. Que se lo pida. Pero una vez practicados los ritos, yo les pido que mantengan la practica de su religion. Al cristiano le conviene acudir a los sacramentos, al musulman ser fiel a su fe y rezar sus oraciones al ateo, le suelo pedir que se mantenga fiel al dictado de su conciencia.

¿Hay que tenerle miedo?

Para nada! Cuando el demonio ve a una persona buena, sabe que tiene muy poco que hacer. Las acciones buenas, la oracion y el angel de la guarda que cada uno tenemos son una autentico muro para el. Yo si que creo en el infierno, pero estoy seguro de que son muchas mas las personas que se salvan, que las que no ¿No vino Jesus a la tierra para que todos se salven?

Debe ser terrible una seccion de exorcismo…

Es necesario muchisima fuerza psicologica concentracion y deseos liberar a esa persona que ha acudido en busca de ayuda. Todos los exorcistas acaban enfermos del corazon, porque la fatiga puede ser enorme.

A veces los demonios lo amenazan…

Si, muchas veces me ha amenazado, pero nunca ha conseguido nada. Ya vez, aqui estoy. A veces, durante una seccion, me dice: «esta noche te tirare de la cama o encontraras una serpiente bajo la sabana o te destruire, te matare»…

¿Ha sentido miedo?

Un exorcista ya no tiene miedo de nada, porque ve tantas cosas terribles..

La primera vez me quede un poco impresionado, pero ya me acostumbrado.

Mariapi, el cáncer y el Padre Pío

Actualizado 14 julio 2010

Guillermo Urbizu

Es una de mis cuñadas. Mariapi es una mujer con más virtudes que defectos. Una mujer joven, con esa elegancia innata que sólo da el alma que procura estar en gracia. Lleva seis años luchando contra el cáncer. Es luchadora, sufrida, sensible. Y guapa. Es una mujer víctima. Víctima del amor de Dios, que siempre ha querido tenerla muy cerca de Su Cruz. Quizá la voluntad de Mariapi no sea fuerte, pero sí lo es su amor, que suple lo que fuere y que ha ido creciendo exponencialmente. Debo reconocer que me llevo bien con ella, y que me instruye. Su vida no ha sido fácil (una vida cada vez más interior), y todo ese dolor la ha ido curtiendo, afinando, santificando. Yo la admiro por los detalles. Y por su silencio. El cáncer le carcome el cuerpo, es cierto, pero es como si no importara demasiado, porque le acrece el alma. La mirada cansada, pero no vencida, ni triste. La mirada pendiente de los demás y del rostro de Cristo. Mariapi ha ido aprendiendo a profundizar en la altura. Por eso le sale el Cielo de dentro, y si estás atento ves en ella una luz distinta o quizá una sonrisa.

Cuesta aceptar el querer de Dios. Cuesta remontar la cuesta del Calvario y no quejarse. Cuesta sufrir y sobre todo pensar que puedes morir en cualquier momento. Ya sé, ya sé que todos vivimos en una continua despedida -y con no pocas zozobras-, pero así, de esta forma, es distinto. El cáncer es una constante agonía en lo que tiene de condena. Ay, esos médicos que sajan, que prueban, que indagan, que quisieran, que no saben. Y vuelta a empezar de nuevo. Esa familia que no se acostumbra y llora (unos más a escondidas que otros) y reza más hondo. Cuesta una tortura así. Pero si Dios es mi Padre, pero si Dios es Amor, pero si Dios es Dios, ¿qué pretende? Y aprendes a vivir de fe. Mariapi lo hace. Puede que se trate de un obsequio muy especial. Es seguro -para una persona de fe- que el dolor es un don que hay que aprovechar. El dolor es asociarse al dolor infinito de Cristo. El dolor, vivido en cristiano, es comulgar místicamente el Cuerpo de Cristo. Y redimir con Él y en Él al mundo, redimirlo del pecado y de la pose. Un don para todos, si lo sabemos aprovechar con visión sobrenatural.

Los que queremos a Mariapi sufrimos. ¿Cómo no hacerlo? Aún no te lo puedes creer. Es imposible que esté pasando esto. No a ella, no a nosotros. En algún momento cunde la rebelión y la desazón, y cuesta rezar y permanecer con el alma erguida, firmes, y piensas que la ciencia puede curar, que no ha dicho su última palabra todavía. Pero si ya, en situación de normalidad, percibes que cada día es un favor de Dios, en esta situación, con el cáncer apretando el gaznate, te das más cuenta de la precariedad que es la vida. La vida… Mariapi quiere vivir, quiere seguir ayudando a sus hijos y a su madre. Vivir para servir. Aunque esté limitada por el trastorno que suponen sus circunstancias. Aunque vivir le duela horrores. Vivir para seguir arrimando el hombro a esa Cruz que comparte con Cristo. Vivir por amor, enamorada hagas lo que hagas y pase lo que pase y cueste lo que cueste.

Y yo no me resigno a lo inevitable. Dios es Dios. Dios lo puede todo en nuestra nada. Y los milagros están a la orden del día. Quiero que Mariapi se cure, por completo. Y hago pública esta petición para que alguien me ayude en el envite a Dios. Mi fe no es nada del otro mundo, pero Dios sabe de mi corazón. Y se lo voy a pedir con el corazón. Y se lo voy a suplicar por intercesión del Padre Pío, como al menos en una ocasión hizo Juan Pablo II, siendo cardenal. Resulta que estando en las jornadas del concilio Vaticano II, el cardenal Karol Józef Wojtyla, le escribió al Padre Pío dos misivas consecutivas pidiendo sin rodeos la curación de una madre de familia polaca de 40 años, médico de profesión. La buena mujer estaba en las últimas. Y Wojtyla no se anduvo por las ramas, como en él era característico. Directo. Tan directo que el Padre Pío, casi ciego por aquel entonces, le dijo a su ayudante: “A algo así no se puede decir que no”. Y la mujer curó por completo. Bueno, pues yo, con más osadía que otra cosa, y con todo el amor del que soy capaz, le voy a pedir desde estas líneas al Padre Pío que haga lo que sea ante el Trono del Altísimo para que Mariapi, mi querida cuñada, sane del cáncer y cuide de su madre e hijos unos cuantos años más. La situación es urgente. Por favor.

Padre Pío, reconozco que prácticamente nos acabamos de conocer, que usted es capuchino y yo miembro del Opus Dei, que puede parecer esto que hago un poco raro. Pero no lo es. En corto espacio de tiempo le he cogido un gran cariño. No tanto por los estigmas y demás dones extraordinarios como por su absoluta confianza y abandono en la Providencia de Dios. Le siento cercano. Y por eso acudo a usted con esta petición tan concreta, tan confiada y tan audaz. Que Mariapi quede limpia de todo cáncer. Y que yo sea un digno hijo de Dios. Y de María.

Sacerdote que luchó contra el Ku Klux Klan

MONSEÑOR BERNARD J. QUINN

Brooklyn abre el proceso para declarar santo al sacerdote que luchó contra el Ku Klux Klan

En aquellos años, otro sacerdote de Nueva York dijo que «si los negros llegasen a ser numerosos, deberían ser excluidos de la Iglesia de Roma».

Actualizado 15 julio 2010

Gilberto Pérez/ReL

La diócesis de Brooklyn ha abierto oficialmente la causa de canonización de monseñor Bernard J. Quinn (1888-1940), un sacerdote del siglo XX conocido por la lucha contra la intolerancia y el racismo y por su cercanía a la población afro-americana.

Siendo aún un joven sacerdote, Quinn tomó conciencia de que los católicos afroamericanos estaban siendo desatendidos en su diócesis y solicitó el permiso del obispo local para comenzar un «apostolado a los negros».

Después de servir como capellán del ejército en Francia durante la Primera Guerra Mundial, monseñor Quinn volvió a los Estados Unidos y con el apoyo diocesano compró una antigua iglesia protestante en Brooklyn. El templo fue bendecido y consagrado a san Pedro Claver en 1922.

Esta fue la primera iglesia en Brooklyn que se creó para atender a la comunidad católica afroamericana. Y lo consiguió pese a la oposición que entonces había también entre católicos. En aquellos años, otro sacerdote de Nueva York dijo que «si los negros llegasen a ser numerosos, deberían ser excluidos de la Iglesia de Roma». Quinn estaba totalmente en contra. En efecto, veía en el aumento de la población de color en Nueva York una oportunidad para aumentar la presencia de la Iglesia.

En un esfuerzo por ayudar a los niños huérfanos debido a la Gran Depresión, Quinn comenzó el Little Flower Children Services. Él se opuso públicamente al Ku Klux Klan cuando supuestamente incendiaron el orfanato en dos ocasiones distintas.

De acuerdo con la diócesis de Brooklyn, cuando el sacerdote murió a la edad de 52 años en 1940, más de 8.000 personas asistieron a su funeral.

El actual obispo de Brooklyn, monseñor Nicholas DiMarzio, reconoció el testimonio de santidad del padre Quinn, y el 24 de junio de 2010, se inauguró oficialmente la fase diocesana de la causa para la canonización del querido sacerdote.

Su «ministerio no terminó con su muerte, sino que no ha dejado de crecer y echar raíces en los corazones y las almas de los fieles y el clero de esta iglesia en Nueva York, que no ha dejado de ejercer su ministerio con los pobres y oprimidos».

Después de un examen de los registros del sacerdote, es necesario dos milagros atribuidos a él antes que la Santa Sede lleve a cabo su verificación. La decisión final sobre si procede o no canonizar a monseñor Quinn será tomada por el Santo Padre.

Biografía de María Valtorta

Nació el 14.3.1897, en Caserta, Italia. Su padre, sargento mayor del Ejército Italiano, era de carácter tierno y amoroso. Fue hija única. Su madre, profesora de francés, era dura y severa.

A los cuatro años y medio, la llevaron a estudiar en el asilo de las Religiosas Ursulinas de Vía Lanzone, donde tuvo su primer encuentro con Dios. Allí comenzó a nacer en la pequeña “el ansia por consolar a Jesús, haciéndose semejante a El en el dolor voluntariamente aceptado por amor”.

En 1904, a los siete años de edad, pasó al Instituto de las Religiosas Marcelinas, para iniciar allí los estudios elementales, distinguiéndose de inmediato como la “primera de la clase por la inteligencia, don de Dios”. En 1907 pasó a la escuela estatal, asistiendo contemporáneamente, por exigencia de su madre, a las lecciones de francés dadas por un grupo de religiosas expulsadas de Francia.

Gracias a las religiosas francesas, en 1908 pudo recibir su Primera Comunión. Con gran dolor por su parte, el padre no asistió porque la madre había juzgado inútil su presencia. En 1909, por el despotismo de su madre y por la timidez de su padre debió dejar su casa para entrar en un internado (el Colegio Bianconi de las Hermanas de la Caridad de María Santísima Niña). Permaneció allí hasta 1913.

Su carácter  “generoso, firme, fuerte, fiel” mereció el sobrenombre de “valtortino”; su amor al estudio, al orden, a la obediencia le procuró ser citada como “alumna modelo”. Una vez más su madre se interpuso en su vida, y obligó a María a que estudiase Tecnología, aún cuando ella no tenía cualidades para las matemáticas. No superó las pruebas en ciencias exactas, por lo cual no tuvo más remedio que recuperar el tiempo perdido con todas sus fuerzas y terminar el programa clásico, consiguiendo el diploma.

En 1913 su familia se trasladó a Florencia. Allí María conoció a Roberto, de hermosa presencia, rico y doctorado en literatura. Era muy bueno, serio y afable. Se quisieron mucho, “con un amor silencioso, paciente y respetuoso”.“luz”, de “guía”, para que “llegase a ser un buen hombre, y un valiente oficial”. Para María “amar era tan necesario como el respirar”, pero había de ir a Dios “después de haber visto cuán efímeros son los cariños humanos”. Pero inexorablemente la madre tronchó, en su nacimiento, aquel tierno sentimiento. Suerte que le cupo nueve años después, cuando se encontró con otro joven llamado Mario, “un joven cuya madre había muerto”. Al principio María trató con él para servirle de

En 1916, “en un período tremendo, de desesperación y de ansias”, el Señor volvió a llamarla por medio de un sueño, que permaneció “vivo” en María durante toda la vida. En el sueño, María es socorrida por Jesús, cuyas palabras de admonición y de piedad, unidas a un gesto de absolución y de bendición, fueron para ella “un lavado que la purificó completamente”. Se despertó “con el alma iluminada por algo que no era terrenal”.

En 1917 María entró en las filas de las enfermeras samaritanas, y durante dieciocho meses prodigó sus cuidados en el hospital militar de Florencia. Pidió que se le confiasen los soldados y no los oficiales porque “había ido a servir a los que sufren, no por alardes o para buscar marido”. Ejercitando la caridad se sintió obligada “dulcemente a acercarse cada vez más a Dios”.

El gesto de su gradual inmolación partió de un golpe violento que sufrió el 17 de marzo de 1920. Iba con su madre por la calle “cuando un rapaz delincuente le pegó en los riñones con una barra de hierro, que había arrancado de una cama. Con todas sus fuerzas le dio un terrible golpe”. Permaneció en cama tres meses y fue como comenzar a saborear su futura y completa enfermedad.

En ocasión de visitar a su tía Clotilde, “una mujer muy culta”, el Señor se sirvió de un libro para darle otro “impulso fuerte”. El Santo de Antonio Fogazzaro fue la novela que “imprimió en su corazón una señal, indeleble, una señal por demás buena”.

María Valtorta experimentó en manera más sensible ciertas percepciones psíquicas, que ya en los años precedentes había advertido bajo la forma de “premoniciones” o de “otros hechos extraños”. Se trataba, en particular, de la sensación “como de que sus dedos se alargaban, se hicieran larguísimos  hilos lanzados al espacio, y que estos hilos se fueran uniendo a otros iguales” que salían de otras personas, como con deseo de unirse entre sí.

En septiembre de 1924, la familia Valtorta se trasladó definitivamente a Viareggio, en donde ocuparon una “casita” recién comprada. Allí, María continuó llevando una vida retirada, fuera de “alguna salida al mar o al bosque” y de las que hiciera “a comprar lo necesario para cada día”, lo que le permitía hacer visitas a Jesús Sacramentado, sin atraerse las iras de la madre. Había empezado para ella “una nueva etapa en su vida, en la que crecía más en Dios”.

Atraída por el ejemplo de Santa Teresita del Niño Jesús, cuyo libro Historia de un Alma, leyó con sumo gusto. El 28 de enero de 1925 se ofreció como víctima al Amor Misericordioso, renovando después “cada día” este acto de ofrecimiento. A partir de ese momento creció sin medida su amor por Jesús, hasta llegar a sentir su presencia en sus propias palabras y en sus propias acciones. Llevada del ansia de servir a Dios, quiso entrar en la Compañía de San Pablo, pero tuvo que contentarse con desarrollar “un apostolado humilde, escondido, conocido sólo por Dios, fortalecido más por el sufrir que por el obrar”. Pero, a partir de 1929, cuando entró en la Acción Católica como delegada de cultura de los jóvenes, pudo darse abiertamente al bien de las almas, trabajando con entusiasmo y dando conferencias que atraían numerosos oyentes “aún entre los no practicantes”.

En tanto venía madurando en ella la fuerte decisión de ofrecerse como víctima a la Justicia Divina, a lo cual se preparaba “con una vida que crecía cada vez más en pureza y mortificación”. Ya “de tiempo atrás” había “hecho los votos de virginidad, pobreza y obediencia”. Cumplió su nuevo acto de ofrecimiento el 1° de julio de 1931. Mas los sufrimientos físicos y espirituales no cedieron un sólo momento.

El 4 de enero de 1933 fue el último día que María, caminando con extrema fatiga, pudo salir de casa. Y desde el 1° de abril de 1934 no se levantó ya más del lecho, dando inicio en un “intenso transporte de amor”, a su larga y penosa enfermedad. Se convirtió “en el instrumento de las manos de Dios”. Su misión era la de “sufrir, expiar y amar”.

El 24 de mayo de 1935, en la casa de María Valtorta entró Marta Diciotti, quien llegaría a ser la compañera fiel  de María, la “oyente” de sus escritos, la que la asistiría amorosamente hasta la muerte, y que conservó “sus memorias”.

Y María continuó en su lecho de enferma, a sufrir y a amar, haciéndose cada vez más disponible a la Voluntad de Dios, consolando a los afligidos, enderezando a los desviados en el espíritu, recibiendo dolorosas advertencias sobre su grave hora presente, revelando en cada cosa la fuerza varonil de su carácter y la clara inteligencia de su mente fija en Dios.

Hacia el año 1942, un sacerdote fue a visitarla. Era el buen padre Romualdo Migliorini, de la Orden de los Siervos de María, que durante cuatro años fue su director Espiritual. En 1943 le ordenó a María Valtorta que escribiera su autobiografía, y que dijese “todo lo bueno y todo lo malo”, sin preocuparse de cosa alguna.

Pero su verdadera actividad de escritora  debía iniciarse de inmediato, por una fuerte presión del Altísimo, que encontró en ella un instrumento dócil y pronto. En pocos años, entre indecibles sufrimientos del alma y del cuerpo, provocados por acontecimientos y personas, en condiciones absolutamente desfavorables, María Valtorta llenó quince mil páginas de cuaderno, que hoy en día son casi universalmente reconocidas como un monumento de doctrina y de literatura. Esta maravilla de Dios es una colección de varios tomos denominada “El Hombre-Dios”.

Los actos de ofrecimiento no habían terminado. El 18 de abril de 1949 María ofrecía a Dios el sacrificio de no ver la aprobación de su Obra, uniendo a este sacrificio el precioso don de su propia  inteligencia. El Señor aceptó este sacrificio. María no pudo tener la satisfacción de saber que su obra era aprobada.

Cuando quedó del todo inactiva (ella aún en el lecho escribía o trabajaba y jamás había sido ociosa), conservó su aspecto lúcido y sereno. Permanecía quieta en su lecho como una niña grande, llegando por último a la necesidad de ser alimentada, pero no pedía jamás nada. Pocos la visitaban. Pocos eran los amigos. En medio de este silencio María acabó sus últimos días el 12 de octubre de 1961, a los 65 años de edad y 28 de enferma. En un escrito suyo de 1944 leemos lo que el Señor le había dicho: “Cuán feliz serás cuando te des cuenta de estar en Mi mundo para siempre y de haber venido del pobre mundo. Lo harás sin pensar en ello, pasando de una visión a la realidad, como un pequeñuelo que sueña con su madre y que se despierta abrazado a ella, que lo aprieta contra su corazón. Así haré Yo contigo”.

Murió en el mismo lecho que había visto los sufrimientos, los trabajos, el ofrecimiento y la piadosa muerte de la enferma escritora de Viareggio, que desde varios años atrás había dispuesto la frase que debía escribirse en los recordatorios: “He terminado de sufrir, pero continuaré amando”.

Los pocos y respetuosos visitantes pudieron admirar el candor de su mano derecha, la que había sido considerada la “pluma del Señor”, mientras la izquierda iba livideciendo. Y sus rodillas, que habían sido su escritorio, aparecían ligeramente dobladas, ahora que ella se encontraba en reposo verdadero.

Diez años más tarde, el 12 de octubre de 1971 fueron exhumados sus restos, que fueron sometidos a un tratamiento especial para asegurar su conservación, y fueron colocados en el nicho de la familia en la Galería del Redentor del mismo cementerio de Viareggio.

El 2 de julio de 1973 los restos de María Valtorta pudieron ser trasladados a la Santísima Annunziata de Florencia y sepultados en la Capilla del Capítulo que da al grande claustro que forma parte de la famosa basílica florentina, que está a cargo de los padres servitas.

El ejemplo de una madre santa

sábado, 10 de julio de 2010
Alfonso Bailly-Bailliére


ReligionConfidencial.com

Gianna Emanuela, la hija más pequeña de santa Gianna Beretta Molla, que hoy tiene 48 años, saludó al Papa al final de la audiencia general celebrada el pasado miércoles en el Vaticano.

Visiblemente emocionada al acercarse a Benedicto XVI, confió que había ido a Roma para encontrar al Papa tras el fallecimiento de su padre, el ingeniero Pietro Molla, el pasado 3 de Almudi.org - Santa Gianna Beretta Mollaabril, a los 97 años.

Para estar con su anciano padre, enfermo desde hace unos años, Gianna Emanuela había abandonado la profesión de médico geriatra hace siete años y el 16 de mayo de 2004 le llevó a Roma a la canonización de la madre, la última que presidió Juan Pablo II.

Cuando santa Gianna se encontraba en el segundo mes embarazo de su cuarto hijo, los médicos descubrieron que tenía un fibroma en el útero. Antes de la necesaria intervención quirúrgica y aun siendo consciente del riesgo que habría supuesto continuar con el embarazo, pidió al cirujano que salvara la vida que llevaba en su seno.

El aborto terapéutico y la extirpación del fibroma le habrían permitido tener otros hijos más adelante. Gianna eligió la solución que era más arriesgada para ella.

Unos días antes de dar a luz, confiando siempre en la divina Providencia, declaró: «Si hay que elegir entre mí y la niña, no lo dudéis, elegid –lo exijo- la niña. Salvadla». En la mañana del 21 de abril de 1962 dio a luz a Gianna Emanuela y una semana más tarde, a pesar de todos los esfuerzos y las curas para salvar ambas vidas, tras repetir entre grandes sufrimientos la jaculatoria «Jesús, te amo, Jesús te amo», murió santamente. Tenía 39 años.

La historia de esta madre valiente es un estímulo para tantas personas que deben afrontar un embarazado difícil o para las que se sienten presionadas por los que -erigiéndose en «dueños» de la vida que llevan en su seno- las obligan a tomar decisiones tan dolorosas y tremendas como la del aborto.