La Virgen habló a San Óscar de «la seriedad de la vida»

y dijo: «Odio lo que es vano y sin provecho»

El obispo misionero San Óscar, estatua de 1881 en Hamburgo

El 3 de febrero se celebra a San Blas, popular contra los problemas de garganta, y a San Óscar, mucho menos popular en países hispanos, que vivió en el siglo IX e intentó evangelizar a los pueblos vikingos.

San Óscar experimentó una visión mariana peculiar y muy poco conocida.

Nació en el año 801 y murió en el 865. La catedral católica de Copenhague (http://sanktansgar.dk, con misa en español los domingos a las tres de la tarde) está dedicada a él.

Su discípulo y sucesor como obispo, Rimbert (es decir, San Remberto) escribió su vida. Abunda en detalles de la vida entre los vikingos de Suecia y Dinamarca entre los que misionó y en sus peripericias.

No es un libro lleno de fantasías, aunque hay diversas visiones y señales que fueron marcando el camino del santo.

Y su primera visión tiene por protagonistas a su madre fallecida y a la Virgen María. Nunca más declaró haber tenido una visión mariana, y de hecho esta visión la mantuvo oculta, excepto para sus discípulos más cercanos. Más asombroso aún es que sucedió cuando estudiaba en un monasterio con quizá 6 o 7 años.

Cuando con el tiempo llegó a ser obispo de Bremen y fundador de Hamburgo, dedicó esta ciudad a la Virgen; sin embargo, la “Vida de Óscar” (o de Anskar, por usar su nombre germánico) no recoge más signos marianos. Sí recoge visiones que experimentó este incansable misionero de otros santos y de Jesucristo, pero ya no de la Virgen.

Esta es la visión tal como la describe el narrador, su discípulo Rimbert.

La visión mariana de San Óscar
»Él [Anskar, San Óscar] nos había dado a conocer estas revelaciones a algunos de nosotros más cercanos a él, con la condición de que no las contásemos a nadie mientras él viviese. Ahora que está muerto hemos decidido insertar estas revelaciones en este trabajo para la gloria de Dios, para que los que lo lean sepan con qué gran gracia el Señor quiso adiestrar a su siervo desde la más joven edad, y luego hacerlo ilustre mediante sus acciones meritorias.

»Solía contarnos que cuando tenía unos cinco años, su madre, temerosa de Dios y muy religiosa, murió, y que poco después su padre lo envió a la escuela [probablemente en la abadía benedictina de Corvey, en Alemania; nota de CariFilii] a aprender las letras. Empezó allí a actuar de forma pueril, como suelen hacer los niños de esa edad, dedicándose a necias charlas y chanzas en vez de aprender.

»Entregado a estas levedades infantiles, tuvo una visión por la noche en la que parecía estar en un sitio pantanoso y resbaladizo, del que no podía escapar sin gran dificultad. A su lado había un deleitoso sendero por el que veía venir a una señora [matrona], distinguida por su belleza y nobleza, y a la que seguían muchas otras mujeres vestidas de blanco, entre las que estaba su madre. Cuando la reconoció, quiso correr hacia ella, pero no podía salir del lugar resbaladizo.

»Cuando las mujeres se acercaron, la que parecía ser Señora de las demás y que él pensaba que era Santa María, le dijo: ‘Hijo mío, ¿deseas venir con tu madre?’ Cuando él respondió que lo deseaba con ansia, ella respondió: ‘Si deseas compartir nuestra compañía, debes huir de todo tipo de vanidad, dejar las chanzas infantiles y tener en cuenta la seriedad de la vida. Pues odiamos todo lo que es vano y sin provecho, y nadie puede estar con nosotros que se deleite en tales cosas”.

»Inmediatamente después de esta visión empezó a ser serio y evitar las compañían infantiles, se volcó constantemente en la lectura y la meditación y otras ocupaciones útiles y sus compañeros se maravillaban de que su forma de vivir hubiera cambiado tanto.

Frutos de San Óscar
La mayoría de los frutos de San Óscar fueron destruidos por guerras de vikingos en distintos momentos, pero dejó una huella indeleble. En una época en que muchos obispos funcionaban como señores guerreros y gastaban riquezas mundanas, él vivió en pobreza, e insistía en que sus predicadores y misioneros viviesen de su trabajo y donativos, pero no de cobrar impuestos ni rentas. Buena parte de los bienes que consiguió los gastaba en rescatar cristianos esclavos de los vikingos.

Tampoco usaba tropas militares para protegerse ni para implantar por la fuerza la ley cristiana, como era costumbre de los carolingios. Cuando viajaba insistía en no empezar a comer hasta que algunos mendigos locales se sentasen a su mesa. Se sentía llamado a predicar «hasta los confines de la tierra»… que era el norte vikingo.

En una visión se le había dicho que moriría mártir, y por eso viajaba con coraje y sin miedo a sitios peligrosos, pero pasaban los años y el martirio no llegaba. Viendo llegar su muerte por enfermedad, recibió otra visión que le confortaba y le confirmó que su vida de sufrimientos y trabajos era vista en el Cielo como un martirio.

La Virgen de la Candelaria

La advocación mariana de la Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria tuvo su origen en Tenerife (España). Según la tradición, la Virgen se apareció en 1392 a dos aborígenes “guanches” que pastoreaban su rebaño.

Santa Catalina de Suecia

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Santa Catalina de Suecia, llamada también Santa Catalina de Vadstena, nació hacia 1331, de padres nobles y cristianos. Era la cuarta entre los ocho hijos del príncipe Ulf Gudinarsson y de su esposa Birgitta Birgesdotter, que no es otra que Santa Brígida, cuya festividad celebra la Iglesia el día 9 de octubre.

San Pedro Canisio

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Este santo, llamado «el segundo evangelizador de Alemania», es venerado como uno de los creadores de la prensa católica y fue el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas.

Nació en Nimega, Holanda en 1521. A los 19 años, consiguió la licenciatura en teología, y para complacer a su padre se dedicó a especializarse en abogacía. Sin embargo, tras realizar algunos Ejercicios Espirituales con el Padre Favro, que era compañero de San Ignacio, se entusiasmó por la vida religiosa, hizo votos o juramento de permanecer siempre casto, y prometió a Dios hacerse jesuita.

Fue admitido en la comunidad y los primeros años de religioso los pasó en Colonia, Alemania, dedicado a la oración, el estudio, la meditación y la ayuda a los pobres. Fue muy caritativo y amable con las personas que le discutían, pero tremendo e incisivo contra los errores de los protestantes.

San Pedro Canisio tenía una especial cualidad para resumir las enseñanzas de los grandes teólogos y presentarlas de manera sencilla para que el pueblo pudiese entender. Logró redactar dos Catecismos, uno resumido y otro explicado. Estos dos libros fueron traducidos a 24 idiomas y en Alemania se propagaron por centenares y millares.

En los treinta años de su incansable labor de misionero recorrió treinta mil kilómetros por Alemania, Austria, Holanda e Italia. Parecía incansable, y a quien le recomendaba descansar un poco le respondía: «Descansaremos en el cielo».

Por muchas ciudades de Alemania fue fundando colegios católicos para formar religiosamente a los alumnos. Además, ayudó a fundar numerosos seminarios para la formación de los futuros sacerdotes. Alemania, después de San Pedro Canisio, era más católico. San Pedro Canisio se dio cuenta del inmenso bien que hacen las buenas lecturas. se propuso formar una asociación de escritores católicos.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, después de haber rezado el santo Rosario, exclamó lleno de alegría y emoción: «Mírenla, ahí esta. Ahí está». Y murió. La Virgen Santísima había venido para llevárselo al cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.

San Urbicio

Ex esclavo, robó unas reliquias para evitar que fueran profanadas

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Nace en Burdeos (Francia) en el siglo VIII, en tiempos en que la invasión musulmana de la península traspasa los Pirineos y llega hasta Poitiers. El joven Urbicio y su madre son apresados en una de estas correrías militares. La madre muere en el cautiverio mientras Urbicio es convertido en esclavo.

Sirve a sus amos con honradez y humildad, esperando la pronta libertad, pidiendo la intercesión de los niños santos de Alcalá, los santos [Justo] y [Pastor]. Su libertad, cuando llega, la atribuye a la intercesión de estos santos de los que se siente deudor.

Programa y realiza un viaje de agradecimiento a Alcalá y, viendo allí los peligros de profanación a que están expuestas las reliquias, las roba y lleva consigo a Burdeos. La última fase de su vida la pasa en Huesca, retirado en oración, pobreza y penitencia. Muere en el año 802.

Artículo publicado originalemte por Santopedia

San Juan XXIII

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Angelo Giuseppe Roncalli nació en Lombardía (Italia) el 25 de noviembre de 1881. Fue el cuarto hijo de un total de catorce del matrimonio formado por Giovanni Battista Roncalli (1854–1935) y Marianna Giulia Mazzolla (1854–1939) quienes trabajaban como aparceros. El ambiente religioso de su familia y la vida parroquial bajo la guía del padre Francesco Rebuzzini, le proporcionaron a Angelo formación cristiana.Ingresó en el seminario de Bérgamo en 1892. En 1896 fue admitido en la Orden Franciscana Seglar por el director espiritual del Seminario de Bérgamo , el Padre Luigi Isacchi. Hizo una profesión de esa Regla de vida el 23 de mayo de 1897. De 1901 a 1905 fue alumno en el Pontificio Seminario Romano. El 10 de agosto de 1904 fue ordenado sacerdote en la Basílica de Santa María de Monte Santo, en la Piazza del Popolo. En 1905, fue nombrado secretario del Obispo de Bérgamo, Giacomo Radini Tedeschi, y en el año siguiente fue el encargado de la enseñanza de Historia y Patrología en el seminario de Bérgamo. Ocupó estos puestos hasta la muerte de «su» obispo, como siempre recordaría a Radini Tedeschi, acaecida en 1914.

San Gabriel De La Dolorosa

De carácter agresivo e iracundo, la gracia hizo de él una persona sensible y de una amabilidad extraordinaria

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Nació en Asís el 1 de marzo de 1838. Era el undécimo de trece hermanos. Perdió a su madre cuando tenía 4 años. Su padre era juez en la ciudad y al quedarse viudo se ocupó personalmente de su formación. Era un hombre creyente que, junto a su esposa, había alentado a sus hijos a compartir diariamente prácticas de piedad como el rezo del rosario.

Sostenidos por su confianza en Dios afrontaron la desaparición de cinco de los hermanos. La sensibilidad de la que hacía gala se puso de manifiesto también con la educación de Francisco. Éste tenía lo que se dice mal genio.

Un carácter impulsivo y tendente a la ira, que su progenitor se preocupó de templar a través de la selecta educación que le proporcionaron los hermanos de las Escuelas Cristianas y los jesuitas con quienes les llevó a estudiar.

El mundo en cierto modo le atraía, y como era un líder, fácilmente sobresalía en cualquier lugar. Después, la indómita personalidad, atenuada progresivamente, dejó traslucir un «temperamento suave, jovial, insinuante, decidido y generoso; poseía también un corazón sensible y lleno de afectividad…

Era de palabra fácil, apropiada, inteligente, amena y llena de una gracia que sorprendía…». Además, poseía innegable atractivo: alto, bien formado, y le acompañaba incluso su tono de voz. Esmerado en el vestir –iba a la última– tenía dotes para el canto, la poesía y el teatro.

Sensible y proclive al enamoramiento, se sentía atraído por la lectura de las novelas. Pero como en su interior mantenía siempre viva su fe cristiana (incluso tenía en su habitación una escultura de la Piedad que veneraba), después experimentaba una honda tristeza y abatimiento. A veces acompañaba a su padre al teatro, y lo abandonaba a escondidas para rezar bajo el pórtico de la cercana catedral, regresando de nuevo antes de que acabara la función.

Dios tocó su corazón por medio de una grave enfermedad. Aterrorizado por ella, prometió que si sanaba, abandonaría la vida que llevaba. Se curó, pero no cumplió su palabra. Con todo, llamó a la puerta de los jesuitas y aunque fue aceptado, pensó que le convenía una comunidad más rigurosa. Nuevamente estuvo a punto de morir, y seguro de que manteniéndose fiel a Dios, sanaría, tocado por el ejemplo del beato Andrés Bobola, al que había pedido su mediación, efectivamente se curó. Solo le quedaba cumplir su promesa ingresando con los jesuitas. Sin embargo, dejó pasar el tiempo.

Entonces perdió a la hermana que más quería a consecuencia de una epidemia de cólera, y lo interpretó como un signo divino inaplazable. De modo que, comunicó a su padre la decisión que daría el rumbo definitivo a su existencia. A su progenitor le parecía que un joven tan mundano como él no iba a encajar fácilmente en esa forma de vida y desistiría de su empeño prontamente.

En esa época, intervino María. El 22 de agosto de 1856, cuando Francisco asistía a la procesión de la «Santa Icone» en Spoleto, donde residía, la Virgen le dijo:«Tú no estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida religiosa. Y el 10 de septiembre de 1856, con 18 años, ingresó en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata). Al profesar tomó el nombre de Gabriel de la Dolorosa.

Efectivamente, y tal como su padre pensó, la diferencia entre la vida que había llevado y la conventual le costó grandes esfuerzos a todos los niveles. En nada se parecía la frugalidad de una mesa sobre la que se extendían humildes viandas con los apetitosos bocados que había gustado en su casa. Los horarios, la disciplina… Se sobrepuso a todo. Y después, hizo notar en sus escritos: «La alegría y el gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles».
Se formó en Preveterino, Camerino e Isola feliz de poder convertirse en sacerdote, pero Dios tenía otros planes para él.

Nunca se quejó, soportó santamente las humillaciones, y fue admirado por sus hermanos por la amabilidad de su trato, su fervor, y la fidelidad en el cumplimiento de lo que se le indicaba: «Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua», decía.

Refugiado en Cristo y tan alejado de la notoriedad, hasta quemó sus experiencias místicas que habían estado cuajadas de favores celestiales que anotó. Paciente, humilde y obediente supo sacar partido a las mortificaciones y penitencias, creciendo en la santidad a través del dominio de la voluntad en las pequeñas cosas del día a día.

A punto de ser ordenado sacerdote en 1861, contrajo la tuberculosis. Tenía presente la Pasión de Cristo y le habían consolado «Las glorias de María» de san Alfonso María de Ligorio, que acrecentaron su devoción por la Virgen. Tras un año de sufrimientos, ofrecidos como víctima expiatoria a Cristo, dando heroico testimonio de paciencia y de conformidad en tan doloroso proceso, murió en Isola del Gran Sasso, Teramo, el 27 de febrero de 1862. Fue canonizado el 13 de mayo de 1920 por Benedicto XV.

Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Gabriel el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org 

San Josemaría Escrivá

San Josemaría Escrivá, Fundador

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Josemaría Escrivá de Balaguer es uno de los más populares fundadores y apóstoles del siglo XX. Nació en Barbastro Aragón, España, de un hogar sumamente creyente y ejemplar. Fundó en 1928 el Opus Dei, que fue hasta noviembre de 1982 un instituto secular. En esa fecha, fue denominada por Juan Pablo II como Prelatura Personal. 
Josemaría tuvo desde muy pequeño una gran cualidad: su espíritu de servicio a los demás, y se propuso a imitar el espíritu de servicio de Jesús, y dedicar su vida entera a lograr hacer el mayor bien posible a toda clase de gentes. 
Después de obtener su doctorado en la universidad, fue ordenado sacerdote en 1925 y se dedicó al apostolado. Con su espíritu alegre y jovial, se ganó el corazón de todos, convirtiendo a muchas almas pecadores y ganando cada vez más discípulos. Josemaría fue un instrumento en las manos de Dios, por medio del cual la Iglesia Católica logró conseguir líderes apostólicos en todos los continentes y empezó nuevas obras de apostolado en muchas naciones. 
El 2 de octubre de 1928 Josemaría concebió la idea de fundar una asociación en la cual cada persona, siguiendo sus labores ordinarias en el mundo, se dedicara a conseguir la santidad y a propagar el reino de Cristo. Fundó entonces la famosa organización llamada Opus Dei (Obra de Dios) que ahora está extendida por todos los países del mundo. Desde 1928 hasta su muerte en 1975, Josemaría Escrivá dedicó todas sus energías y sus grandes cualidades y todo su tiempo, a extender y a perfeccionar la obra maravillosa que Dios le había encomendado: El Opus Dei, una asociación para llevar hacia la santidad a las personas, pero permaneciendo cada cual en su propia profesión y oficio. 
Fue beatificado por S.S. Juan Pablo II en Roma el 17 de mayo de 1992. Fue canonizado por Juan Pablo II el 6 de octubre de 2002. 

San Patricio

San Patricio, Arzobispo de Armagh

17 de Marzo

patricio17-3Nació en Irlanda; su padre era diácono y funcionario municipal. Siendo adolescente, fue raptado por los invasores para ser vendido por como siervo a los paganos de Irlanda. En un lapso de seis años de trabajo rudo y de sufrimiento por su esclavitud, su alma se templó maravillosamente para la santidad. Por revelación divina, el santo huyó de las tierras de su amo y se embarco en una nave rumbo a su patria, no sin antes haber pasado por miles de sufrimientos y dificultades. Los datos sobre su preparación, ordenación sacerdotal y luego como Obispo, antes de emprender la conversión de Irlanda son muy confusas; pero se cree que Patricio estudió en Francia y que fue ordenado como sacerdote y luego Obispo por San Germán de Auxerre afín de que evangelice Irlanda. 

A su arribo a tierras irlandesas, San Patricio permaneció una temporada en Ulster, donde fundó el monasterio de Saul y emprendió, con su energía característica la tarea de conquistar el favor del rey Laoghaire, tierras donde obtuvo –ya sea por su carácter o su don de obrar milagros- una rotunda victoria sobre sus oponentes hechiceros y paganos, y aquel triunfo sirvió para ganar cierta tolerancia a la predicación del cristianismo entre los pobladores de Irlanda. Cuando Patricio había reunido en torno a él numerosos discípulos fieles, como por ejemplo Benigno, destinado a sucederle en la obra de evangelización, progresó rápidamente. 

Hacia el 444 se fundó la iglesia catedral de Armagh (hoy Armoc), la sede principal de Irlanda, convirtiéndose luego en centro de administración y educación. Posteriormente, es probable que el santo haya convocado un Sínodo, casi al final de sus días, pues su salud estaba quebrantada por las austeridades sufridas y los interminables viajes. Definitivamente, la vida de este santo se caracterizó por una presencia tanto humana como divina: el prodigio de la abundantísima cosecha que Dios le permitió recoger en Irlanda, estaba siempre presente ante el santo y le colmaba de gratitud. 

Es positivamente cierto que en 30 años de apostolado, San Patricio convirtió a «toda Irlanda» al cristianismo.

San Maximiliano Kolbe

14 de Agosto

San Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba ocupada por Austria, y estando en el seminario adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote. Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia Divina para el avance de la Fe Catolica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917 un movimiento llamado «La Milicia de la Inmaculada» cuyos miembros se consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo. Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación de la revista mensual «Caballero de la Inmaculada», orientada a promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea de convertir almas para Cristo. Con un Tiraje de 500 ejemplares en 1922, para 1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares. En 1929 funda la primera «Ciudad de la Inmaculada» en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de Varsovia, que al paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a la Virgen. En 1931, luego de que el Papa solicitara misioneros, se ofrece como voluntario. En 1936 regresa a Polonia como director espiritual de Niepokalanów, y 3 años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la Inmaculada Concepción. Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio. En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e inpersonal: como un número; a San Max le asignaron el 16670. A pesar de todo, durante su estadía en el campo nunca le abandonaron su generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la dignidad de sus compañeros. La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado San Max escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a 10 prisioneros al hazar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Max, casado y con hijos. San Max, que no se encontraba dentro de los 10 prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Max es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941 En 1973 Paulo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo Segundo lo canoniza como Mártir de la Caridad. Gajowniczek, por quien dio su vida, pudo asistir a la beatificación y canonización de San Maximiliano. El sargento polaco falleció en 1995, a los 94 años de edad. Visite nuestro especial de San Maximiliano Kolbe