«No hay un protagonista más atractivo y atrayente que Dios»

Juan Manuel Cotelo habla del éxito de documental sobre sacerdote y confirma que se estrenará en América Latina

REDACCIÓN CENTRAL, 19 Jul. 10 / 08:37 am (ACI)

El director de La Última Cima, el documental que narra la vida del sacerdote Pablo Domínguez, concedió una entrevista a ACI Prensa en la que reflexionó sobre las razones del gran éxito de su película y confirmó que ya hay negociaciones avanzadas para que el filme llegue a América Latina y Estados Unidos.

Para Juan Manuel Cotelo la abrumadora respuesta de los espectadores –tanto en número como en historias de conversión–, «se debe al magnetismo que tiene Dios sobre cualquier persona». «Si Pablo es atractivo… es porque el amor de su vida también lo es. El protagonista de la vida de Pablo es Dios y, en la película, también. No hay, entre todos los actores y actrices más famosos del mundo, un protagonista más atractivo y atrayente que Dios», indicó.

A continuación les ofrecemos el texto completo de la entrevista.

ACI Prensa: ¿Cómo nació la idea de filmar «La Última Cima»?

Cotelo: Surgió contra mi voluntad, inicialmente. Primero me resistí a conocer a Pablo, pero le conocí por la insistencia de un amigo. Encontré en él un sacerdote simpático, bromista, profundo, cariñoso y cercano, que inmediatamente se puso a mi servicio. Dos semanas después supe que había fallecido y descubrí varias coincidencias entre su vida y la mía: nació tres días antes que yo, en el mismo barrio, y compartíamos nuestro amor a las montañas. Pienso que también nos unía el deseo de presentar el amor de Dios a los hombres de modo amable, atractivo, sencillo, simpático, optimista, para todos los públicos, rompiendo barreras. Porque no hay otro modo de presentar el Evangelio. Y, poco a poco, según averigüé más cosas sobre él, me di cuenta de que su vida merecía ser conocida, porque era estimulante para cualquiera.

ACI Prensa: ¿Qué hay en la vida de Pablo Domínguez que ha llamado tanto la atención del público?

Cotelo: La eficacia maravillosa que puede tener un cristiano coherente. Sobre todo, destaca su alegría contagiosa, y su enamoramiento contagioso de Dios y de las personas. Pablo es un modelo cercano, imitable, de carne y hueso. Es alguien que demuestra con hechos que la santidad, hoy, es posible para cualquiera. Que no has de realizar grandes gestas para que tu vida sea plena para ti y para los que te rodean. Todo eso llega al espectador, que sale del cine muy conmovido, no sólo por lo que ha conocido sobre la vida de Pablo, sino por lo que descubre que puede ser también su propia vida a partir de ese momento. Sólo así se explica que haya docenas de espectadores que experimenten un proceso de conversión personal, después de ver la película.

ACI Prensa: La película es un éxito de taquilla. ¿A qué se debe esto?

Cotelo: Son varios factores. En primer lugar, a la personalidad de Pablo, que es tan atractiva. A todos nos gusta conocer y acercarnos a gente buena y Pablo lo es. Por eso la película sobre su vida atrae a tanta gente, del mismo modo que sus misas estaban abarrotadas de personas que querían escucharle y verle celebrar la misa. En segundo lugar, se debe a que los espectadores, cuando salen de la sala, se la recomiendan a otras personas con entusiasmo. No existe mejor publicidad que una persona viva y cercana que recomiende algo. El éxito no se ha debido a la publicidad «inerte», ni a un plan estratégico, sino a la promoción viva que han hecho los propios espectadores, en persona o a través de Internet, con sus contactos, conocidos, amigos y familiares. Y en tercer lugar diría que, sobre todo, se debe al magnetismo que tiene Dios sobre cualquier persona. Si Pablo es atractivo… es porque el amor de su vida también lo es. El protagonista de la vida de Pablo es Dios y, en la película, también. No hay, entre todos los actores y actrices más famosos del mundo, un protagonista más atractivo y atrayente que Dios.

ACI Prensa: ¿Cuál es la importancia de difundir una auténtica vida sacerdotal especialmente en la coyuntura que vive hoy la Iglesia?

Cotelo: La coyuntura que vive hoy la Iglesia es idéntica a la que vivieron los primeros cristianos. Hay un deseo insaciable de Dios, en todas las personas, y muchos tratan de satisfacerlo con sucedáneos que, antes o después, te dejan de nuevo con apetito. Está lleno de vendedores que actúan sin complejos prometiendo la felicidad con productos falsos: la salud, el dinero, el éxito profesional, los viajes, la diversión o una talla mayor de sujetador. Los sacerdotes, hoy y siempre, pueden facilitar a las personas el acceso a lo único que puede colmar el corazón humano: el amor incondicional de Dios a cada persona, sea como sea, viva como viva. La auténtica vida sacerdotal es la misión más trascendente que una persona puede tener encomendada en la vida: llevar hasta el corazón de las personas el amor y la paz de Dios, la única garantía de felicidad completa que existe. Esa misión no caducará jamás, ni hay que reinventarla cada vez que las circunstancias sociales varíen. Por eso no creo que haya que perder mucho tiempo analizando la «coyuntura social», sino que hay que ponerse manos a la obra, dando amor a quien se ponga por delante, como hizo Pablo, sin mayores planteamientos.

ACI Prensa: ¿Cuáles han sido los principales problemas que encontraron para filmar la película?

Cotelo: Mentiría si hablara de problemas externos, porque no los ha habido. Ninguno. El único problema real fue mi propia reticencia a ponerme a trabajar en esta película. A partir de entonces, todo han sido facilidades. No hay día en que no aprendamos, disfrutemos y nos emocionemos con tantas cosas preciosas que nos suceden, sin buscarlas. Esta película es un grandísimo regalo para nosotros y para muchas personas.

ACI Prensa: El Obispo de San Sebastián, Mons. José Ignacio Munilla, manifestó en una entrevista que la película tuvo el atrevimiento de romper mitos y moldes. ¿Usted cree que eso es así?

Cotelo: Hemos roto mitos y moldes creados por mentalidades estrechas, pero sin ningún atrevimiento por nuestra parte. Simplemente, lo hemos hecho, sin que haya en ello un acto de valentía. Hemos roto el mito de que un documental ha de ser necesariamente aburrido, o para un público especial. Hemos roto el molde que pretende encasillar a todos los sacerdotes como personas retrógradas, antipáticas, pederastas… Pero en realidad, quien rompe el molde es quien pretende reducir la realidad a tópicos. Nosotros no hemos inventado nada nuevo, sino que hemos contado la verdad: el mundo está lleno de gente buena, maravillosa, ejemplar, en los que los medios de comunicación no se fijan. Entre ellos, muchos son sacerdotes. Pero basta con salir a la calle con los ojos abiertos, libres de prejuicios, para encontrar tantas historias hermosas que nadie cuenta. Un simple ejemplo: una persona besa a otra. Eso, debería ser noticia. Y, en cambio, la noticia que se suele dar es que uno ha agredido a otro.

ACI Prensa: Ustedes han recibido noticias de espectadores jóvenes que gracias a la película han decidido optar por una vocación sacerdotal. ¿Nos podría dar algunos detalles?

Cotelo: Pertenece al ámbito de la intimidad de esas personas y, por tanto, no debo sacarlo en público, aunque ellos hayan tenido la generosidad de compartirlo con nosotros. Simplemente diré que, a diario, nos llegan muchos mensajes, cartas escritas a mano, llamadas de teléfono, de personas que comparten con nosotros de qué modo íntimo la película les ha provocado a vivir una vida más generosa con Dios y con las personas que tienen cerca. Es muy emocionante, precioso. Nos pasamos el día dando gracias a Dios por servirse de nuestro trabajo para despertar a tantas personas dormidas.

ACI Prensa: Muchas personas preguntan si es posible que la película sea transmitida e América Latina. ¿Tienen previsto hacerlo?

Cotelo: Por supuesto. Ahora empezaremos a cerrar acuerdos de distribución con países de todo el mundo, desde donde nos llegan las solicitudes. Todo va muy rápido, tenemos que organizarlo, contando con la ayuda de personas en cada país, que colaboren en dar a conocer esta película. Empezaremos en Colombia, México, Chile, Argentina, República Dominicana, Estados Unidos… en todos esos países ya hemos empezado a trabajar.

ACI Prensa: Luego de este éxito ¿tienen alguna otra película en proyecto?

Cotelo: Sí, tenemos varios proyectos preciosos, que se frenaron cuando se cruzó Pablo en nuestras vidas. Ahora los retomaremos todos, uno por uno. El objetivo no es producir muchas películas, sino que cada una de ellas pueda tocar el corazón de las personas, invitándolas a la reflexión, al descubrimiento de la belleza de Dios, de las personas y del mundo. Eso exige trabajar con mimo, sin prisa, dando prioridad a la creatividad por encima de la cantidad.

Testimonio de Conversión de Amada Rosa Pérez

En estos videos veremos el testimonio de conversión de Amada Rosa Pérez, actriz y modelo colombiana, quien a pesar de tenerlo todo, se sentía cada vez más vacía.

Pues yo me fui a Estados Unidos, y con todo el recorrido que llevaba, de fotos, de pasarela, televisión, ser famosa, ser reconocida, que me pedían autógrafos, yo en el fondo sentía que algo me hacia falta, decía: “Qué es ese algo que me hace falta que no me deja sentir plena” esa felicidad que buscamos todos y que la buscamos en el mundo y jamás la van a encontrar, en el mundo jamás la encontrarán.

Yo tenía todo y no tenía nada, estaba llena, pero llena de vacíos. Cada vez que pecaba (yo soy más pecadora que todos ustedes), cada vez que me sumergía más en otras cosas, el vació iba creciendo y se iba agrandando y se eran unas depresiones horribles, y no sabía que era lo que me pasaba, y no me hallaba, me sentía insatisfecha, me sentía vacía, no sabía para dónde coger, no tenía rumbo. ¿Increíble, no? Y lo tenía todo. Y es lo que muchos jóvenes y muchas personas creen que con las cosas materiales vamos a ser felices. Y el vacío que no llena Dios, lo llenan los vicios.

Testimonio de Conversión de Tim Guénard

Tim Guénard fue abandonado a los tres años por su madre, que lo ató a un poste eléctrico. Su vida estuvo después marcada por los malos tratos paternos, y las idas y venidas de una casa de acogida a otra. Ya joven, vivió según la ley de la calle. Pagó un alto precio: fue violado. Sus tres sueños eran lograr salir del correccional, convertirse en jefe de banda y matar a su padre. Se convirtió en un ser insensible al dolor, y en un exitoso boxeador. Pero el mayor de sus triunfos fue descubrir al Big Boss (Gran Jefe), como él llama a Dios.

Testimonios Sacerdotales

Este es un Fragmento del Libro “Sacerdote para Siempre” del Padre Ángel Peña O.A.R.

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Cualquiera que tenga un poco de experiencia en la vida se dará cuenta de que un sacerdote santo arrastra hacia Dios y hace que su pueblo sea fervoroso. Donde hay un sacerdote mediocre, habrá una Comunidad indiferente; pero donde hay un sacerdote poco ejemplar, el pueblo pierde la fe. Por eso, el sacerdote debe ser un hombre de oración, un hombre de Dios, un hombre de fe. Eso es lo que la gente necesita y espera de sus sacerdotes.

Veamos ahora algunos testimonios de sacerdotes ejemplares que, sin ser santos canonizados, pueden ser un estímulo para todos.

Cesare Bisognin

Cesare Bisognin ha sido el sacerdote más joven del mundo, pues fue ordenado a los 19 años. Había entrado en el Seminario de Turín y, a sus 17 años, en 1974, le detectaron un cáncer a los huesos (osteosarcoma) incurable. Alguien le habló de su gran deseo de ser sacerdote al cardenal Pellegrino de Turín, y él habló al Papa Pablo VI, quien le dio permiso para ordenarlo sacerdote en su propia casa.

Cesare estaba en su cama y allí recibió el sacramento del Orden sagrado. A la ceremonia sólo asistieron algunos familiares y amigos. En una entrevista que le hicieron ese mismo día de su ordenación, dijo:

Mi primer acto de sacerdote ha sido dar la comunión a mis padres como una señal de agradecimiento por haberme dado la vida. Yo les he dado la Eucaristía, que es el pan de vida, la presencia real de Cristo.

En estos momentos, mi esperanza está en el buen Dios. Si me ha escogido es, porque quiere que viva para los otros. Ser sacerdote es ser de Dios y Dios es de todos, luego el sacerdote es de todos.

Cesare murió a los veinticuatro días de ser sacerdote y sólo pudo celebrar una misa. Pero ahora sigue siendo sacerdote con Jesús por toda la eternidad y sigue intercediendo por los demás desde el cielo como buen sacerdote.

Padre Domingo

Cuenta el sacerdote Ricardo Zimbrón:

Cuando yo era un joven novicio, me pusieron al cuidado de un sacerdote muy anciano, que estaba muriéndose de cáncer en una agonía prolongada y dolorosa. Se llamaba Domingo y tenía fama de santo.

No he conocido un sacerdote más humilde que el sonriente padre Dominguito, de pequeña estatura y enorme de espíritu. Un día le llevé a su cama la charola con su desayuno y mientras él luchaba por comer sin apetito, yo le hice esta pregunta:

–          Padre Dominguito, ¿cuál es la oración que a usted más le gusta rezar?

–          El Kyrie eleison (Señor, misericordia).

Cuando retiré la charola del desayuno, casi intacta, me fui a mi habitación, me senté en mi cama y me puse a meditar aquello del Kyrie eleison… Entonces, no encontré respuesta. Pero han pasado los años y he recorrido mucho camino. Soy un sacerdote, a quienes muchos estiman. Y ahora mi oración preferida es el antiquísimo Kyrie eleison, ¡Señor ten misericordia!

La última vez que fui a inyectarle entre el hueso y la piel, me dijo: No tienes idea de cuánto estoy sufriendo, pero no se lo digas a nadie, quiero que esto sea una ofrenda que sólo conozca el Padre, me estoy ofreciendo a Él constantemente en unión con Jesús y María.

Ciertamente, reconocer que somos débiles y pecadores es uno de los puntos básicos para llegar a la santidad. Cuando tengamos sufrimientos y nos sintamos débiles o cuando caigamos en pecados, digamos continuamente Kyrie eleison, ¡Señor, ten piedad de mí! ¡Te ofrezco mis sufrimientos por la salvación de mis hermanos!

Padre Aureliano

Nació en 1887 en Basauri, cerca de Bilbao (España). A los quince años fue al convento de los carmelitas descalzos. Después del noviciado, tomó el nombre de Aureliano del Santísimo Sacramento, pues su verdadero nombre era Pedro Landeta y Azcueta. A los 23 años se ordenó sacerdote y tres años más tarde fue destinado a la India con la tarea de colaborar en la formación de los aspirantes al sacerdocio en el Seminario de Malabar.

Fue misionero en la India durante 51 años sin haber regresado nunca a su tierra natal. Además de su trabajo en el Seminario, fue nombrado director nacional de la Liga eucarística, institución que pasó de contar con mil sacerdotes inscritos en 1928 a tres mil en 1945. Una de sus preocupaciones más importantes era la difusión de la adoración perpetua diurna en la India. Para ello comprometió a 868 iglesias y capillas para que tuvieran el Santísimo Expuesto por etapas continuas. También promovió la adoración nocturna; en 1963 había inscritos 180.000 católicos. Y él decía a todos:

Cuando se encuentren en dificultad o cuando les falten las fuerzas humanas, vayan inmediatamente a la Eucaristía, donde les espera “Jesús”.

Hoy día, la India es el país del mundo con mayor número de seminaristas, unos diez mil. Mucho de este florecimiento vocacional se lo debe al Padre Aureliano.

Padre Trampitas

Fue un sacerdote mexicano admirable, que quiso vivir como preso durante más de 30 años con la única finalidad de salvar a tantos que estaban allí sin ayuda espiritual. Él vivía la vida de los presos y comía con ellos. No podía salir de la prisión y no tenía ninguna diferencia, sólo que era un preso voluntario.

Su nombre era Juan Manuel Martínez, pero todos lo conocían cariñosamente como el padre Trampitas. La prisión estaba en las islas Marías (México), para los presos más peligrosos. Y allí murió y allí están enterrados sus huesos. Fue un sacerdote admirable por su espíritu apostólico. Y cuenta, en sus numerosos relatos, la conversión de grandes criminales, porque el poder de Dios llega hasta el corazón de los más avezados delincuentes.

Patrick Peyton

Ha sido un famoso sacerdote irlandés, fundador de la Cruzada mundial del rosario en familia, que ha recorrido el mundo hablando del rosario y del amor a la Virgen María. Él dice sobre su vocación:

La razón para hacerme sacerdote ha sido, ante todo, la Santísima Virgen a través, especialmente, del rosario familiar… Otra razón fue el párroco, padre Roger O’Donnell, un hombre de Dios, lleno de humildad, a quien tenía el privilegio de acompañar visitando los hogares de los enfermos para llevarles los sacramentos, así como ayudarle a misa y disfrutar de su amistad. También deseé el sacerdocio, porque pensaba en las misiones de África. Soñaba en que un día partiría a evangelizar…

A los diecinueve años emigré a USA. Llegué al empezar le gran “depresión”. Tres hermanas mías habían ido ya antes que yo. Una de ellas, la que cuando estuve enfermo ofreció su vida al Señor por mí, le contó a Monseñor Paul Kelly, rector de la catedral de Scranton (Pensilvania), donde vivían, que yo iba a llegar a América con un hermano… Monseñor Kelly me ofreció trabajo: sacristán de la catedral.

Esto significó que tuve ocasión frecuente de quedarme solo con el Santísimo Sacramento, porque era el que abría las puertas por la mañana y el que las cerraba por la noche. Entonces, la vocación, que estaba muerta, volvió a vivir. El deseo de ser sacerdote volvió a ser intenso… Entré en el Seminario de la Congregación de la Santa Cruz. Dos años antes de mi ordenación, me puse enfermo: los médicos diagnosticaron tuberculosis. Me llevaron a la enfermería. Estaba mal de cuerpo y alma… Uno de mis profesores de la universidad de Notre Dame, sacerdote de nuestra Congregación, padre Cornelio Hegarty, vino a verme y durante media hora me habló de la Virgen María… y me convenció para que le pidiera la salud. De María recibí la salud, y su amor me liberó de la enfermedad, dejándome volver feliz a mi vocación: fui ordenado sacerdote. Por Ella moriría en agradecimiento y le daría un millón de mundos, si los tuviera. La Cruzada de Oración en familia ha sido el medio que Dios me ha concedido para manifestarle mi gratitud.

Pedro Arrupe

Cuando todavía era joven sacerdote y vivía en Hiroshima, vivió el 6 de agosto de 1945 la fuerte experiencia de la bomba atómica. Aquel día a las 8.15 de la mañana, un bombardero norteamericano lanzó la primera bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima. Sobre esta experiencia escribió el libro Yo viví la bomba atómica, donde describe los efectos devastadores y todo lo que él y sus siete compañeros jesuitas hicieron por ayudar a todos los damnificados. Él había estudiado medicina y, desde el primer momento, con las escasísimas medicinas del botiquín de su casa, empezó a ayudar, sobre todo, a tantos quemados por la explosión. Recordemos que ese día murieron unas 80.000 personas y quedaron heridas unas 120.000; de los 220 médicos, que había en la ciudad antes de la explosión, sólo quedaron con vida unos sesenta médicos.

Lo más triste fue que la ayuda proveniente de Tokio y Osaka se detuvo a las puertas de la ciudad, porque se había corrido la voz de que en la ciudad se había extendido un gas que mataba durante los primeros sesenta años. Nadie quería venir de fuera a ayudar. Por eso, tuvo más mérito la ayuda de los ocho jesuitas, que resultaron vivos milagrosamente. Ellos no pensaron en que iban a morir, quisieron vivir en plenitud sus últimos momentos y, si debían morir, querían hacerlo como sacerdotes, dando la vida por los demás.

El mismo padre Arrupe lo dice:

Ante este hecho, un sacerdote no puede quedarse fuera para salvar su vida… Naturalmente que, cuando a uno le dicen que dentro de la ciudad hay un gas que mata, sólo después de hacer un propósito muy firme se decide a quedarse. Pero lo hicimos y comenzamos a curar a los enfermos y a quemar los cadáveres de las calles para evitar epidemias.

Fue un trabajo agotador, pero lo hicieron con espíritu sacerdotal. Por eso, cuando era general de los jesuitas (1965-1983), siempre recordaba aquellos momentos como de los más llenos y satisfactorios de su vida, porque había vivido su sacerdocio hasta el fondo, dándolo todo sin reservarse nada.

Después de veinticinco años, lo visitó en Roma un joven sacerdote japonés, a quien él había curado sus llagas supurantes a consecuencia de las radiaciones, producidas por la bomba. Aquel muchacho se había bautizado y más tarde había sido ordenado sacerdote. Se llamaba Hasegawa Tadashi. Él, como tantos otros, se sintió llamado a la fe católica y al sacerdocio por el testimonio de vida que vio en aquellos misioneros jesuitas que lo habían dado todo.

Pedro James Manjackal

El Padre James Manjackal es un sacerdote de la India, que tiene un gran misterio de sanación y evangelización por distintos países del mundo. Es un hombre de profunda oración y de gran fe. Lo conozco personalmente y he podido asistir a sus reuniones de evangelización y sanación. En su página web http://www.jmanjackal.net pueden verse numerosos testimonios de sanación y conversión en distintos países del mundo. Cuando celebra la misa, la celebra con tanto fervor y devoción, que parece que viera al mismo Jesús en persona, acompañado de María, a quien tiene mucha devoción. Él es un sacerdote ejemplar, que trabaja a tiempo completo, pues el sacerdote debe ser sacerdote las 24 horas del día.

Veamos un caso que nos cuenta en su página web y que nos indica que, esté donde esté, él siempre se siente sacerdote y está siempre disponible. Este caso le sucedió el 9 de diciembre de 1998. Estaba en el aeropuerto de Bombay, India, esperando en la larga cola de pasajeros de la línea aérea Gulf Air. Entonces, vio a un joven europeo, vestido como un hindú, de color azafrán y con ceniza en su frente, sujetando un ratón en su mano derecha y llevando una serpiente enroscada al cuello. Estaba discutiendo acaloradamente con un policía, porque no le permitía entrar al avión con los animales. Y él decía:

Estos son mis dioses recibidos en la India y vosotros policías indios, ¿no me permitís ir con ellos? La gente estaba gritando de impaciencia. Y dice el Padre Manjackal: Yo me puse a rezar detrás del joven. De pronto, inspirado por el Espíritu Santo, le puse mi mano sobre su hombro y con una sonrisa le pregunté: José, ¿no eres un católico de Alemania? ¿No estarás queriendo tomar a estas criaturas como tus dioses? Con sorpresa me miró y me preguntó: ¿Quién le ha dicho que me llamo José y que soy católico alemán? Sacando un crucifijo, le dije: Él es mi Dios, que me revela estas cosas por medio del Espíritu Santo.

Con lágrimas en los ojos me preguntó, si estaba dispuesto a hablarle más sobre Jesús y el Espíritu Santo. Convine en hacerlo, con la condición de que tirara aquellos animales. Él, como un niño, me obedeció y tiró al ratón y a la serpiente en un cubo de basura. El policía me lo agradeció y la gente empezó a aplaudir de agradecimiento. Durante el vuelo, le dije a José muchas cosas sobre Jesús y el Espíritu Santo. Él era un católico bautizado que había abandonado la fe para irse tras las mujeres, las drogas y el alcohol, habiendo adoptado el hinduismo como forma de vida. Me confesó que todo eso no le había dado sentido a su vida y que le faltaba algo. Terminó por confesarse y recibió la sagrada comunión en la misa que celebré en el hotel de Ryad, en Arabia Saudita. El joven estaba feliz y con lágrimas me dijo: Ahora mi sed y mi hambre de Dios han sido colmados con Jesús en la comunión.

Ciertamente, el sacerdote recibe muchas alegrías al perdonar los pecados de quienes estaban alejados de Dios. Entonces, se siente como un padre que da vida a sus hijos y puede decir:

Habría valido la pena haber nacido y haber sido sacerdote para confesar a este hombre pecador y después haber muerto al ver su alegría y su paz. ¡Vale la pena morir para dar vida!

Padre Luis de Moya

Estudió teología en Roma y se doctoró en derecho canónico, además de ser médico. Se ordenó sacerdote del Opus Dei y, en 1991, a los 38 años de edad, quedó tetrapléjico a causa de un accidente automovilístico. Sin embargo, no se ha dado por vencido y, a pesar de todos los inconvenientes de su estado, pues sólo puede mover la cabeza, ha dado sentido a su vida y vive con optimismo, dando clases de Ética en la universidad de Navarra y trabajando como capellán. Ha escrito un libro sobre su vida, titulado Sobre la marcha. En él nos dice que se siente feliz de ser sacerdote y ofrecerle al Señor sus limitaciones y poder ayudar a tantos enfermos que necesitan ayuda y consejos. Dice:

Cuando comencé a concelebrar la santa misa, este acontecimiento se convirtió en lo más importante de cada jornada. En mi horario tenía previsto bajar a primera hora de la tarde al oratorio para hacer un rato de oración ante el sagrario y concelebrar a continuación. Muy rara vez omití la misa. Sólo, cuando me encontraba considerablemente peor y estaba claro que no iba a ser capaz del pequeño ajetreo que suponía la ceremonia… La santa misa es el “momento” del sacerdote. Siempre lo he entendido así, pero, tal vez, ha sido ahora, al tener más tranquilidad para contemplar el sacrificio mientras celebro, cuando mejor he captado el amor de Dios que salva y el sentido del sacerdocio ministerial. Muchas veces, he pedido al Eterno fortaleza para ser otro Cristo y servir a los demás para su salvación.

También aprovecha muchos ratos para atender a los que desean confesarse y tiene un horario público de confesiones en la Clínica universitaria. El Padre Luis de Moya es un ejemplo para tantos enfermos que se desesperan y desean la muerte. Porque vale la pena vivir. Mientras hay vida, hay esperanza de mejorar y lo más importante no es trabajar y ser útil, humanamente hablando, sino que lo más importante es amar y hacer felices a los demás. Y eso lo puede hacer un enfermo, con amor y su oración.

En sus páginas web http://www.luisdemoya.org; http://www.fluvium.org y http://www.muertedigna.org; anima a todos a luchar a favor de la vida y de la dignidad de la persona.

Padre Giovanni Salerno

Es un gran misionero italiano, que va por los caminos de las altas cordilleras de los Andes del sur del Perú, llevando consuelo y amor a los pobres y a los enfermos como médico y como sacerdote. También lleva ayuda a los presos de las cárceles. Sobre esto nos dice:

Un día me fui a visitar la cárcel del Cuzco, donde estaban encerrados muchos peligrosos terroristas de Sendero Luminoso. Cuando me vieron, comenzaron a reírse, mofándose de mí. No me desanimé. Poco a poco, empecé a pedir al director que viera la manera de darles algo más de aire libre y de sol, permitiéndoles salir de sus celdas, al menos, media hora cada día… Poco a poco, logramos transformar el patio en un taller con máquinas para fabricar zapatos, máquinas de coser, máquinas para tejer, máquinas para trabajos de carpintería e instrumentos para trabajos en cerámica. Todos aprendieron un oficio.

¡Qué bonito era, entonces, cuando íbamos a visitarlos! Nos decían que ganaban más en la cárcel que estando fuera. Eran jóvenes universitarios, maestros, arquitectos, abogados, etc. Algunos de ellos, al salir de la cárcel, viajaron al exterior para ejercer allí el oficio aprendido. Cada vez que los veía, me causaban una gran alegría, porque un preso, cuando trabaja, mejora su vida… Jamás olvidaré las lágrimas de uno de ellos que, encerrado en su celda, me decía: Esto (que hacen ustedes) hubiese querido hacerlo yo por los pobres. Pero, lamentablemente, demasiado tarde los he conocido. Cuando salían de la cárcel, venían a agradecernos el haberlos ayudado como a hermanos… De esta manera, cada semana, si yo no podía, otro sacerdote iba a visitarlos para hacerles rezar y para celebrar la misa en el patio de la cárcel. Muchos también se confesaron. Cada vez que los visitábamos, se rezaba el rosario. Ellos mismos habían conseguido que se colocara en su pabellón una especie de glorieta con la estatua de la Virgen de Fátima. Pero no todos se acercaban a nosotros… Hasta que un día procuré que escucharan un casete de la Virgen de Fátima, traído precisamente desde su santuario de Portugal: no hablaba tan sólo de las apariciones, sino también del marxismo y del comunismo. Apenas escucharon ese discurso, se acercaron y se unieron a los demás en el rezo del rosario. Me sorprendió y alegró muchísimo el efecto que tuvo aquel casete, porque mi temor inicial había sido que su reacción fuese completamente lo contrario. En los momentos difíciles, el confiar en la protección de la Virgen María, nos permite penetrar en el corazón de los demás.

Pero su apostolado predilecto son los niños. En el Cuzco da de comer cada día a 900 niños. Y cada día se encomienda a la divina providencia para que provea el pan para los niños y las medicinas para los enfermos, y nunca le falta nada. Tiene muchos bienhechores a lo largo del mundo. Y ha fundado el Movimiento de los siervos de los pobres del tercer mundo, para el que están surgiendo abundantes vocaciones. Tiene su seminario en Ajofrín (Toledo). También ha fundado religiosas y laicos consagrados. Y sigue abriendo casas en distintos países como Hungría. Su apostolado es enorme, pero no olvida que, como buen sacerdote, la misa debe ser el centro de su vida. Por eso, dice:

No logro comprender al sacerdote que deja de celebrar la santa misa, aunque sea un solo día. Ese día será para él un día sin sol. En mis viajes por toda Europa y por América del Norte y del Sur, Dios me ha hecho la gracia de no dejar jamás ni un solo día la celebración de la misa, que constituye para mí la única fuente de energía y me hace sentir siempre joven. La santa misa es como el sol de mi vida. Cuando no pueda ya celebrarla, querrá decir que mi tiempo sobre esta tierra ha terminado.

Cardenal Mindszenthy

El cardenal Mindszenthy de Hungría tuvo que soportar muchos sufrimientos en prisión. Lo detuvieron los comunistas el 26 de diciembre de 1948, y lo llevaron a la infamante prisión del número 60, de la calle Andrassy de Budapest, a donde llegó a las 3 a.m. Allí le hicieron lavado de cerebro para doblegarlo.

Algunas de las prácticas inhumanas del lavado de cerebro, que se probaron con el cardenal, pueden hoy conocerse por el testimonio de un agente de policía, que trabajó en la prisión de Andrassy, cuando él estaba allí. Ese policía escapó a Austria e hizo un informe sobre el cardenal a un funcionario de los países occidentales. Se emplearon primero drogas. El propósito era llevar la mente a un estado de sumisión servil. Una de las drogas le produjo un terrible dolor de cabeza y un mareo; después pánico y una incapacidad para resistir las sugestiones ajenas. A continuación, pasó por la celda de goma. La celda de goma se llama así por estar almohadillada con goma inflada de forma parecida a las cámaras de los neumáticos de los coches. Una vez que el preso estaba dentro de la celda, el policía se ponía unos guantes de goma inflados, que le llegaban a los hombros, y al preso lo lanzaban de una pared contra otra, rebotando repetidamente como una pelota de goma. Los bolcheviques inventaron este sufrimiento, porque no deja señales, pero produce derrames sanguíneos internos y deja al preso atontado… Otra tortura fue no dejarle dormir para producirle un agotamiento mental y físico. En un período, se le mantuvo despierto durante 82 horas… Después de días y días de tortura, los comunistas dijeron al público que había firmado una confesión, que después se demostró que era falsa… Uno de los funcionarios de la prisión, que después escapó, dijo que una noche le ordenaron llevarlo a la celda de goma.

Miré al cardenal y me pareció tan pequeño, que tuve la sensación de que tendría que cogerle en brazos y llevarle… En el mismo momento, comprendí que, más tarde o más temprano, yo también estaría preso allí. Saqué unos polvos de mi bolsillo y se los ofrecí. Él me miró con ojos penetrantes y vi que creía que quería matarlo. Me quedé sin poder hacer nada; después, la mirada acusadora desapareció de sus ojos. Comprendió que quería ayudarle. Y le dije: “Tómelos, estos polvos no le matarán, le pondrán enfermo y su efecto durará sólo hasta que le lleven al hospital de la prisión; de esta forma, escapará a la cámara de tortura”. El cardenal me apartó suavemente mi mano extendida y, de pronto, aquel hombre pequeño se me apareció grande y majestuoso. Se inclinó hacia mí, apoyó su mano en mi frente y me dijo con una voz llena de un calor sobrenatural: Hijo mío, vigila y reza. Creo que me bendijo. Yo, al cabo de una hora, estaba camino de la frontera.

El cardenal Mindszenthy pudo soportar todas las torturas, porque Dios era su fortaleza. ¿Y tú?

Cardenal Kazimierz Swiatek

Fue ordenado sacerdote en 1939 en Pinsk (Bielorusia) y fue arrestado en 1941. Lo condenaron a 10 años de prisión, dos de los cuales los pasó en el campo de concentración de Marinsk, siete años en las minas de Vorkuta, cerca del círculo polar ártico, y luego en Siberia. Fue liberado en 1954 y fue párroco de Pinsk hasta 1991, cuando fue nombrado arzobispo de Minsk. En 1994, el Papa Juan Pablo II lo nombró cardenal. Dice:

Celebraba la misa a escondidas, cuando podía. Como cáliz usaba un vaso de cerámica y llevaba la comunión a los católicos en una cajita de fósforos. Durante diez años, permanecí aislado completamente de la realidad del mundo. En 1954 al ser liberado, me dirigí a Pinsk. Ingresé a la catedral donde en 1939 fui ordenado sacerdote. Era domingo. Me quedé en silencio observando. Una de las mujeres presentes inició las oraciones: Era una especie de misa sin sacerdote. Yo lloré de emoción al ver la fe de aquellas mujeres que llevaban seis años sin sacerdote, desde que el último había sido arrestado y condenado a 25 años de prisión. Yo les dije que era sacerdote y comenzamos los trámites para pedir permiso para poder celebrarles la misa. La policía me vigilaba, pero pude obtener el permiso y ser un párroco hasta 1991.

En aquellos años, fueron especialmente las abuelas las que conservaron la fe. Son figuras heróicas a las que había que levantar un monumento. En 1991, al nombrarme arzobispo, comencé a recorrer el inmenso territorio de Bielorusia, recorriendo hasta mil kilómetros por día, para visitar a mis fieles. Un día encontré en un parroquia a un joven sacerdote polaco, que había venido de su país para trabajar entre nosotros. La iglesia era un edificio semidestruido, sin techo ni puertas. Me esperaba un grupo de mujeres. Era la primera vez que encontraban un obispo católico. Luego pregunté al joven sacerdote cuál fue el motivo para venir a trabajar en aquel sitio tan desolado. Padre, me contestó, yo pertenezco a la categoría de los locos por Dios. Y lo fue. En poco tiempo consiguió reconstruir tres iglesias.

Agradezco a Dios la gracia de haber podido sobrevivir a los largos años de persecución. Y quiero ser también de los locos que lo dan todo por Dios.

Monseñor Kazimierz Majdanski

Fue arrestado por los nazis, cuando era alumno del Seminario de Wloclawek, el 7 de noviembre de 1939, junto con otros alumnos y profesores, y encerrado en el campo de concentración de Sachsenhausen, y en Dachau después. En Dachau fue sometido a criminales experimentos seudocientíficos.

En una entrevista concedida a la agencia de noticias Zenit dice:

En Dachau había un tal profesor Schilling, que hacía seudoexperimentos científicos. Experimentaba con los prisioneros la reacción del hombre a las diferentes sustancias que nos inyectaban.

Antes de que me sometieran a semejantes experimentos, le pedí a mi profesor del Seminario que informara a mis padres de mi muerte y le dejé todo mi tesoro: dos rebanadas de pan duro. Pero pude sobrevivir por un auténtico milagro. Por desgracia, el padre Jozef Kocot, mi compañero de habitación y profesor de filosofía en el Seminario, murió en silencio, sufriendo de manera inenarrable.

Nuestros verdugos alemanes blasfemaban contra Dios, denigraban a la Iglesia y nos llamaban “perros de Roma”. Nos querían obligar a ultrajar la cruz y el rosario. Para ellos, no éramos más que números que había que eliminar. Echábamos, entonces, mucho de menos la Eucaristía. Allí hubo casos heróicos. El padre Frelichowski, cuando estalló la epidemia de tifus, se ofreció como voluntario para servir a los enfermos. Murió dando la vida por los demás como san Maximiliano Kolbe.

Murieron la mitad de los sacerdotes polacos encerrados en Dachau. Vi cómo morían muchos de manera heróica. Algunos hubieran podido salvarse, pues las autoridades ofrecían a los sacerdotes polacos la posibilidad de un trato especial, a condición de que declararan que pertenecían a la nación alemana. Pero ninguno aceptó. Al padre Dominik Jedrzejewski le ofrecieron la libertad, si renunciaba a sus funciones sacerdotales, pero él no quiso y murió.

El martirio del clero polaco, durante el infierno nazi, es una página gloriosa de la Iglesia y de Polonia, a pesar de que se ha querido mantenerla en el silencio. Murieron 2.000 sacerdotes y 5 obispos.

Entre los obispos, que sufrieron atrocidades y cárceles de los regímenes nazis o comunistas de Europa durante la segunda guerra mundial, podemos enumerar a Luis Stepinac, arzobispo de Zagabria en Yugoslavia; Josyf Slipyj de Ucrania; Stefan Wyszynski de Polonia; Mindszenty de Hungría; Josef Beran y Frantise Tomásek de Checoslovaquia; Julijans Vaivods de Letonia; Alexandru Todea de Rumania y otros más.

Zef Simoni

El padre Zef Simoni, de Albania, sufrió durante varios años las torturas de los campos de concentración y de las cárceles comunistas de su país. Él mismo nos dice:

Me encerraron durante doce años en el campo de Spac, una prisión que podría compararse al campo nazi de Mauthausen. Se encontraba cerca de una zona minera, en la que los detenidos eran sometidos a un trabajo incesante y peligroso. De hecho, muchos murieron… Los prisioneros eran, a veces, sometidos a descargas eléctricas y debían caminar descalzos sobre placas metálicas incandescentes…, les llenaban la boca de sal o les obligaban a tragar medicamentos dañinos para el sistema nervioso. Recuerdo que el sacerdote jesuita Gjon Karma fue enterrado vivo en un ataúd. El franciscano Frano Kiri estuvo atado a un cadáver durante varios días hasta que comenzaron a salir los líquidos del muerto. Otros fueron ahorcados, decapitados o ahogados en lodazales. Pero con la ayuda de Dios pudimos ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a nuestra misión sacerdotal.

El Papa Juan Pablo II, el 25 de abril de 1993, al visitar Albania, lo consagró obispo. El 22 de setiembre del 2005, con sus 77 años, estuvo presente en la audiencia general del Papa Benedicto XVI, donde le habló de tantos hermanos en el sacerdocio, que fueron masacrados y de tantas religiosas y laicos que sufrieron persecución por ser fieles, pero que no renegaron de su fe.

Padre Ciszek

El padre Ciszek, norteamericano, fue voluntario de misionero a Rusia durante la segunda guerra mundial, pero lo tomaron prisionero y pasó cinco años preso en la famosa cárcel Lubianka de Moscú y otros diez en campos de trabajos forzados en Siberia, trabajando en las minas de carbón en medio de un frío extremo en invierno y con un hambre terrible. Pero pudo sobrevivir, a pesar de que, en varias ocasiones, tuvo gravísimos accidentes de trabajo o pudo salvarse de las revueltas de los campos, reprimidas sangrientamente por el ejército.

En su libro With God en Rusia, traducido al español como Espía del Vaticano, va narrando cómo confiaba siempre en la providencia de Dios para salvarse de las más difíciles situaciones y cómo rezaba todos los días el rosario, procurando hacer algunos momentos de oración. Dice:

Durante los cinco años, que estuve en la Lubianka (prisión de Moscú), creció mi convicción de que todo lo que sucedía era voluntad de Dios y que Él me protegía.

En el campo de trabajos forzados número 5, volví a celebrar la misa que no había podido celebrar desde los tiempos de Dubinka… Era en un taller, ante las mismas barbas del comandante. Disponía, entonces, de un pequeño cáliz y una patena de níquel, que había hecho uno de los presos; el vino era de uvas, que hurtaban de no sé dónde y el pan lo cocían especialmente algunos estonianos católicos, que trabajaban en la cocina… Era peligroso que asistiesen muchos por el peligro de llamar la atención; pero, a medida que corrió la voz, ya eran más los que deseaban asistir a la misa. Al cabo de cierto tiempo, el padre Casper y yo fuimos más atrevidos y empecé a celebrar la misa en uno de los barracones, donde la mayoría eran polacos y lituanos y el brigada tenía sentimientos religiosos… Me cambiaron de alojamiento y mis antiguos feligreses venían a mi nuevo alojamiento por la noche y, entre juegos de cartas y dominó, confundidos entre las conversaciones de los demás, los confesaba y les daba la comunión.

Luego, salía a dar una vuelta como para distraerme y lo que hacía era confesar a uno o a varios mientras paseábamos. Si había muchas confesiones o tenía que dar algunas comuniones, conveníamos encontrarnos a la mañana siguiente temprano en algún sitio del campo, como por casualidad, en grupos de dos o tres, y así podíamos llevar a cabo lo que nos proponíamos. Otras veces, daba la comunión por la noche, después de la misa, y era lo que yo prefería, pues se corría el riesgo de perder los santos sacramentos en un registro nocturno… Después, cambiamos de táctica yendo a barracas distintas a celebrar la misa y así evitábamos sospechas. Celebraba en algún barracón donde el jefe de la brigada era amigo y mientras él vigilaba desde la puerta para que no entrase ningún extraño. Los sermones y los consejos los daba paseándonos arriba y abajo como si discutiésemos algún tema de interés general. Incluso, conseguí que algunos hicieran una confesión general cada mes.

Cuenta también cómo, cuando celebraba la misa sentía una inmensa paz que le daba fuerzas para soportar todas las dificultades de la vida en el campo de trabajos. Al celebrarla, era consciente de ser ministro de Jesús y le ofrecía todas las necesidades, problemas y sufrimientos del mundo entero, especialmente de los que vivían con él. Nos dice:

Muchas veces yo pensaba que los sacerdotes, que nunca han sido privados de la oportunidad de celebrar misa, no aprecian realmente el tesoro que es la misa. Yo sé los sacrificios que hacíamos para celebrar en aquellas condiciones, estando hambrientos. Yo he visto sacerdotes que estaban en ayunas todo el día y trabajar con el estómago vacío para tener la posibilidad de celebrar la misa (en aquel tiempo había que guardar ayuno desde las doce de la noche del día anterior). Yo lo hice con frecuencia. Y, algunas veces, si no podíamos celebrar la misa al mediodía, en el descanso para comer, debíamos esperar hasta la noche. A veces, en verano, debíamos quitarnos tiempo al sueño para levantarnos temprano, antes de ir a trabajar, para celebrar la misa en algún lugar escondido. Vivíamos como en las catacumbas, con nuestras misas secretas. Si nos descubrían, éramos severamente castigados y siempre había informantes. Pero valía la pena correr todos los riesgos y sacrificios por celebrar la misa. La misa era un tesoro para nosotros. La anhelábamos y hacíamos cualquier sacrificio con tal de poder celebrarla o asistir a ella.

Cuando no podíamos celebrar la misa, teníamos hostias consagradas escondidas para poder, al menos, comulgar cada día y celebrar la misa espiritual sin pan ni vino, recitando todas las oraciones… Pero, por las tardes, cuando los demás estaban jugando cartas o leyendo o conversando, yo y el padre Victor, como si estuviéramos conversando, celebrábamos la misa de memoria. En algunas oportunidades, podíamos internarnos en el bosque, durante los trabajos, y allí celebrábamos la misa sobre un tronco de árbol. Nunca me olvidaré de aquellas misas celebradas en los bosques de los Urales… ¡Cuánto significaba para nosotros el celebrar la misa y tener el cuerpo y la sangre de Jesús con nosotros!

Podíamos sentir sus efectos en la vida diaria. Para nosotros era una necesidad el celebrar la misa… La celebrábamos sin ayudantes, sin velas, sin flores, sin música ni manteles blancos; simplemente con un vaso corriente para echar unas gotas de vino y un pedazo de pan con levadura. En estas condiciones, la misa nos acercaba a Dios más de lo que nadie podría imaginar. Conscientes de lo que estaba sucediendo, penetraba en nuestra alma el amor de Dios. Y, a pesar de las distracciones causadas por el miedo a ser descubiertos, permanecía en nosotros la alegría que producía el pequeño pedazo de pan y algunas gotas de vino, consagrados en Jesús… Nada ni nadie podría haber hecho profundizar más mi fe que la celebración de la misa… Mi primera preocupación cada día era poder celebrar la misa. Ningún día la dejé de celebrar mientras pude.

Y mientras pudo, también confesaba, bautizaba, confortaba a los enfermos, rezaba por los difuntos y hasta daba retiros espirituales a otros sacerdotes prisioneros. Era realmente un sacerdote a tiempo completo para gloria de Dios y servicio a los demás.

Nguyen Van Thuan

Cuando era obispo de Saigón en Vietnam, los comunistas lo metieron a la cárcel, donde estuvo 13 años, nueve de los cuales estuvo solo en una celda sin comunicarse con nadie. Si no hubiera sido por la Eucaristía, se hubiera vuelto loco. Él dice:

Nunca podré expresar mi gran alegría al celebrar diariamente la misa con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de mi mano… Han sido las misas más hermosas de mi vida.

En la cárcel pensaba en las persecuciones; en las muertes, en los martirios, que han tenido lugar durante 350 años en Vietnam y han dado a la Iglesia tantos mártires desconocidos: unos 150.000. Yo mismo creo que mi vocación sacerdotal ha sido misteriosa; pero, realmente, vinculada a la sangre de estos mártires de Vietnam, caídos en el siglo XX, mientras anunciaban el Evangelio y, permanecían fieles a la unidad de la Iglesia, a pesar de las amenazas de muerte… Por parte de mi abuelo materno, hay un hecho dramático: En 1885 toda la parroquia fue quemada viva en la iglesia… Los mártires nos han enseñado a decir sí: un sí sin condiciones ni límites al amor por el Señor. Pero los mártires nos han enseñado también a decir no a las lisonjas, a las componendas, a la injusticia, quizás con el fin de salvar la vida o gozar de un poco de tranquilidad.

Por mi parte, tenía el apoyo de mi madre. Cuando estaba en la prisión, era mi gran consuelo. Decía a todos: Reza para que mi hijo sea fiel a la Iglesia y permanezca donde Dios quiere que esté.

Y él ofrecía sus dolores a Jesús por medio de María, a quien tanto amaba y a quien ofrecía todos los días el rezo del rosario.

Cuando obtuvo la libertad, pudo viajar al extranjero y el Papa lo nombró cardenal de la santa Iglesia. El año 2000 dio los ejercicios espirituales a la Curia Romana, en presencia también del Papa Juan Pablo II.

Fragmento del Libro “Sacerdote para Siempredel P. Ángel Peña O.A.R.
Puedes descargar gratuitamente este y todos los libros del Padre Ángel Peña en LibrosCatólicos.org

San Juan Bosco y el Infierno

El Sueño de San Juan Bosco Sobre el Infierno

(Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Tomo IX, págs. 166-181)

El Sueño de San Juan Bosco Sobre el Infierno

En la noche del domingo tres de mayo, festividad del Patrocinio de San José, Don Bosco prosiguió el relato de cuanto había visto en los sueños:

— Debo contarles otra cosa — comenzó diciendo— que puede considerarse como consecuencia o continuación de cuanto les referí en las noches del jueves y delviernes, que me dejaron tan quebrantado que apenas si me podía tener en pie. Ustedes las pueden llamar sueños o como quieran; en suma, le pueden dar el nombre que les parezca.

Les hablé de un sapo espantoso que en la noche del 17 de abril amenazaba tragarme y cómo al desaparecer, una voz me dijo: — ¿Por qué no hablas? —Yo me volví hacia el lugar de donde había partido la voz y vi junto mi lecho a un personaje distinguido. Como hubiese entendido el motivo de aquel reproche, le pregunté: — ¿Qué debo decir a nuestros jóvenes?

— Lo que has visto y cuanto se te ha indicado en los últimos sueños y lo que deseas conocer, que te será revelado la noche próxima. Y se retiró. Yo, pues, al día siguiente pensaba continuamente en la mala noche que tendría que pasar y al llegar la hora no me determinaba a irme a acostar. Y así estuve en mi mesa de trabajo entretenido en algunas lecturas hasta la medianoche. Me llenaba de terror la idea de tener que contemplar nuevos espectáculos espantosos. Al fin, haciéndome violencia, me acosté.

Para no dormirme tan pronto, y por temor a que la imaginación me enfrascara en los sueños acostumbrados, dispuse la almohada de tal forma que estaba en el lecho casi sentado. Pero pronto, cansado como estaba, me dormí sin darme cuenta. Y he aquí que de pronto veo en la habitación, cerca de la cama, al hombre de la noche precedente, el cual me dijo:

—¡Levántate y vente conmigo! Yo le contesté: —Se lo pido por caridad. Déjeme tranquilo, estoy cansado. ¡Mire! Hace varios días que sufro de dolor de muelas. Déjeme descansar. He tenido unos sueños, espantosos y estoy verdaderamente agotado. Y decía estas cosas porque la aparición de este hombre es siempre indicio de grandes agitaciones, de cansancio y de terror. El tal me respondió: —¡Levántate, que no hay tiempo que perder! Entonces me levanté y lo seguí. Mientras caminábamos le pregunté: —¿Adonde quiere llevarme ahora? —Ven y lo verás. Y me condujo a un lugar en el cual se extendía una amplia llanura. Dirigí la mirada a mi alrededor, pero aquella región era tan grande que no se distinguían los confines de la misma. Era un vasto desierto. No se veía ni un alma viviente, ni una planta, ni un riachuelo; un poco de vegetación seca y amarillenta daba a aquella desolación un aspecto de tristeza. No sabía ni dónde me encontraba, ¿ ni qué era lo que iba a hacer. Durante unos instantes no vi a mi guía. Me pareció haberme perdido. No estaban conmigo ni Don Rua ni Don Francesia ni ningún otro.

Cuando he aquí que diviso a mi amigo que me sale al encuentro. Respiré y dije: —¿Dónde estoy? —Ven conmigo y lo sabrás. —Bien; iré contigo. El iba delante y yo le seguía sin chistar. (Después de un largo y triste viaje, San Juan Bosco, al pensar que tenía que atravesar una tan dilatada llanura pensaba para sí:) —¡Ay mis pobres muelas! Pobre de mí, con las piernas tan hinchadas… Pero, de pronto, se abrió ante mí un camino. Entonces interrumpí el silencio preguntando a mi guía: —¿Adonde vamos a ir ahora? —Por aquí— me dijo. Y penetramos por aquel camino. Era una senda hermosa, ancha, espaciosa y bien pavimentada. De un lado y de otro la flanqueaban dos magníficos setos verdes cubiertos de hermosas flores. En especial despuntaban las rosas entre las hojas por todas partes. Aquel sendero, a primera vista, parecía llano y cómodo, y yo me eché a andar por él sin sospechar nada. Pero después de caminar un trecho me di cuenta de que insensiblemente se iba haciendo cuesta abajo y aunque la marcha no parecía precipitada, yo corría con tanta facilidad que me parecía ir por el aire. Incluso noté que avanzaba casi sin mover los pies.

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CATERINA

CATERINA de Antonio Socci

Mensajeros de la Reina de la Paz

¿Quién es Antonio Socci? Un muy conocido intelectual católico de Italia, miembro de Comunione e Liberazione (fundada por Don Luigi Giussani). Ha escrito importantes libros. Entre los últimos uno sobre Medjugorje, otro sobre Fátima (“Il quarto segreto di Fatima”, cuya tesis se vio confirmada por las recientes declaraciones del Santo Padre en su viaje a Fátima), y sobre Padre Pío. Además es columnista de “Libero” y escribe para otros medios.
Hace menos de un año, su hija Caterina, a una semana de graduarse como arquitecto, cayó imprevistamente en coma y desde entonces no ha salido de él. Caterina era una universitaria católica muy activa. Desde el comienzo de este tremendo drama, Antonio Socci ha escrito sobre ella demostrando una fe firme, una gran esperanza y mucho valor. Ha dado testimonio elocuente de qué significa ser verdaderamente cristiano y ha refrendado con lo que está viviendo lo que había sostenido y sostiene en sus escritos. Antonio es un alma grande, un creyente verdadero además de lúcido intelectual.

SALIÓ MI LIBRO “CATERINA”
Hoy salió en librería mi libro “CATERINA, diario de un padre en la tempestad” (Rizzoli). A continuación anticipo el prefacio donde explico el porqué me metí en esta empresa. Antonio Socci.

Aquellos chicos en el leprosario…

Muchas personas –escribiendo a mi blog– en el curso de los meses continuaron preguntándome cómo está Caterina y cómo se desarrolla su situación. Algunos me cuentan sus propias aflicciones, las pruebas que deben vivir y me preguntan cómo lograr no ser aplastados.

He escrito este libro para ellos, para agradecer a los muchísimos que han rezado y rezan por Caterina. Pero, me atrevo (descaradamente) a mendigar aún oraciones ardientes porque seguimos en la tempestad o –al menos- estamos aún en camino. Un camino larguísimo, dramático y lleno de peligros y de incógnitas.

Este libro quiere ser también un acto de fe en Jesús que nos exhorta a rezar como si ya hubiésemos obtenido lo que pedimos. Por tanto es un acto de agradecimiento.

Junto a ellos quiere ser mi agradecimiento a Dios por habernos dado a Caterina. Le doy gracias por haberla creado y hecha cristiana. Le doy gracias por haberla hecho así tan buena y bella, también en el alma.

Le doy gracias por el espléndido pueblo cristiano en el que creció y que la sostuvo en la terrible prueba presente. A este pueblo aún le pido, con gratitud, oraciones por nuestra princesa…

Quiero, en fin, dar testimonio de lo que hasta ahora me ha sostenido, que me ha confortado, me ha dado valor, fuerza y también alegría, aún entre lágrimas. Porque quizás pueda ser un consuelo, fortaleza, y un abrazo para otros que se encuentran en la prueba.

Es un gesto de amor que quiero hacer con Caterina y por Caterina, hacia muchos sufrientes que están solos, que no tienen la suerte de tener amigos a su lado, como los tenemos nosotros. Querría que se sintiesen cercanos.
La Virgen nos exhorta a tener compasión del sufrimiento de todos como la tenemos por el dolor de nuestros hijos. Como si fuesen todos nuestros hijos.
Desde el inicio del drama de Caterina, decidimos intentar también dar un socorro material, concreto.

Hemos ayudado a los niños del lazareto de un país del Tercer Mundo (no puedo ser más preciso porque el régimen de ese país no tolera que se hable de lepra: pagarían las consecuencias los misioneros) quienes nos han derretido el corazón haciéndonos saber, a través de un maravilloso misionero, de que han rezado por Caterina.
Los sentimos como parte de nuestra familia y de nuestra compañía.
El dolor del mundo es un océano sin límites. Si nosotros hacemos nuestra pequeña parte, lo posible, del resto piensa Ella, la Madre dulce y bendita. También, por eso, con los derechos de autor de este libro, quiero continuar ayudando -mientras respire- a otras obras misioneras de caridad por los más pobres y abandonados.

Por ejemplo, sostendremos el Meeting Point International (partner dell’Associazione Volontari per il Servizio Internazionale, AVSI) de la espléndida Rose Busingye[1] que en Kampala representa una luminosísima esperanza para tantas mujeres paupérrimas y enfermas de Sida[2].
Queremos también ayudar –en recuerdo de Andrea Aziani (de quien hablo en el libro)– a los niños más pobres de las abandonadas periferias de Lima. Perú, para que puedan estudiar.

Y también a una gran obra como es Radio María, que está cumpliendo un admirable esfuerzo misionero en África.
Finalmente querríamos ayudar, con adopciones a distancia, a las pobres muchachitas cristianas de Pakistán, donde ser cristianos condena a una suerte pesadísima, a veces horrenda.
De este modo, de un gran mal que ha golpeado a nuestra familia, por gracia de Dios, puedan nacer un bien y el confortar a tantos que están expuestos a duras pruebas.
Con Caterina, ofrecemos nuestros sufrimientos para la gloria de Jesús, para que sea visible su misericordia ya aquí, y para la salvación de la entera humanidad (comenzando por aquellos que odian).

Antonio Socci

[1] Para comprender quién es Rose aconsejo leer Un’avventura per sé (de Paola Brizzi e Alberto Savorana), BUR 2008, pp. 17-25.
[2] En 2008 fue presentado en el festival de Cannes un documental sobre Rose y las mujeres del Meeting Point, Greater, que fue premiado por el jurado presidido por Spike Lee.

Valencia premia a las Misioneras de la Caridad

La congregación religiosa de las Misioneras de la Caridad, fundada por la madre Teresa de Calcuta (1910-1997), ha recibido el IX Premio Fundación por la Justicia-Bancaja, que conceden ambas entidades. El galardón fue entregado por el cirujano Pedro Cavadas, en un acto que se tuvo lugar en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM). El premio ha sido concedido al instituto religioso por “su trabajo en defensa de los derechos humanos y, sobre todo, por su dedicación hacia los más pobres entre los pobres”, según han explicado los organizadores.

Popular María+Visión llega a su fin

Religión Confidencial

La Conferencia Episcopal romperá su acuerdo esta semana con Burillo Azcárraga

La aventura de Popular María+Visión se acaba. Fuentes de la cadena consultadas por Religión Confidencial anuncian un Consejo Extraordinario de Administración para esta semana que oficializará una decisión ya tomada en el seno de la Conferencia Episcopal. La cadena volverá a llamarse Popular Tv. El empresario mexicano abandonará la cadena que preside con sólo un 8% del capital.

La voz es unánime entre los obispos españoles. Aunque se habían dado por buenos los rumores de una adquisión por parte de Burillo Azcárraga del 51% de las acciones, la realidad es la contraria. Piensan ejecutar la cláusula de desconexión y romper la alianza con el empresario mexicano.

La ruptura se produce tras numerosas quejas de obispos sobre los formatos implantados por el empresario mexicano. Las protestas motivaron que la Conferencia Episcopal encargara dos informes cuyas conclusiones eran «demoledoras»: Burillo no ha cumplido su compromiso de hacer una tele generalista, pero sobre todo, el tono y contenido espiritual de los nuevos espacios rompe la línea pastoral de la Iglesia española. Lea la noticia completa publicada el 7 de junio.

El Consejo Extraordinario se celebrará a finales de esta semana, y la cadena cuenta ya con un plan b, que permite mantener toda la plantilla y pasa, entre otras cosas, por aprovechar el tirón comercial de la nueva etapa de la Cadena Cope diseñada por el equipo de Giménez Barriocanal.

Una vida así, ¿nadie debería vivirla?

Actualizado 18 julio 2010

Revisando correos atrasados me encuentro con uno que me mandó un lector y que me llamó la atención. Por respeto a la persona no diré su nombre, sólo que es español. ¿Qué decía? Lo siguiente: Sentí la necesidad de compartirle la siguiente liga.

Aunque no tengo el gusto de conocerle en persona quiero comentarle que mientras mi hermano estuvo enfermo hubo un doctor que nos recomendó retirar el alimento vía sonda a mi hermano, para que falleciera. Le doy muchas gracias a Dios por darnos la fuerza de no pensar en si quiera tomar la vida de mi hermano. Estoy seguro que fue la presencia de Dios que en esos momentos fue tan grande y su misericordia la que le permitió a nuestro corazón sentir su presencia, de lo contrario veo con facilidad como situaciones como las relatadas en la liga que le envió, pueden ocurrir y ocurren.

La liga que me mandó es del periódico pro socialista español El País y es sobre el caso de Daniel Mateo (véase enlace), un joven aquejado con esclerosis lateral que ha renunciado al tratamiento para morir “con dignidad” y en paz.

No voy a entrar en consideraciones sobre el tema de la eutanasia (eso lo dejo en diferentes enlaces científicamente completos al final de todo el texto), sino en el contraste entre quien tiene fe y quien, desgraciadamente, no la tiene. Y es que la fe ayuda a afrontar la vida de un modo distinto. Este es el caso de Luis de Moya y esta es su historia:


No es el único. Olga Bejano es una riojana que vivió con fe, a pesar de vivir con prácticamente todos los músculos paralizados (pentaplejía). Falleció en diciembre de 2008 siendo un gran testimonio de vida.


Y aquí otros videos de la misma Olga. Todo un testimonio.

Uno

Dos


Tres



Creo que vidas así, vidas con fe, todos deberíamos vivirla. Ya lo decía Benedicto XVI recientemente: “La fe y la oración no resuelven los problemas, pero permiten afrontarlos con nueva luz y fuerza, de manera digna del hombre, y también de un modo más sereno y eficaz” (cf. Benedicto XVI, Encuentro del Papa con los jóvenes de la diócesis de Sulmona, L´Osservatore Romano, edición en lengua española n. 28, domingo 11 de julio de 2010, p. 10).

Enlaces para profundizar :

Hacía una legalización de la eutanasia voluntaria

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/1295/articulo.php?id=4772

La eutanasia, un estudio general

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/785/articulo.php?id=8150

Eutanasia y suicido asistido

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/785/articulo.php?id=8150

Preguntas sobre la eutanasia

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/1301/articulo.php?id=21118

Eutanasia, ¿la muerte dulce?

http://es.catholic.net/temacontrovertido/330/1748/articulo.php?id=126

Implicaciones éticas de la eutanasia

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/1297/articulo.php?id=6286

Cómo refutar la eutanasia y el suicidio asistido

http://es.catholic.net/sexualidadybioetica/342/1297/articulo.php?id=6286

Eutanasia, cuando el médico mata al paciente

http://es.catholic.net/abogadoscatolicos/449/888/articulo.php?id=29806