Se convirtió tras seguir a Karol Wojtyla

A ejemplo de Juan Pablo II

Marco Tosatti, vaticanista de ‘La Stampa’, se convirtió tras seguir a Karol Wojtyla

09:07 (24-06-2010)

Hace unos meses salió a la venta en las librerías de Italia Nuevos cristianos de Europa, escrito por el periodista Lorenzo Fazzini, que trata de la conversión al catolicismo de diez personalidades europeas. Todos los testimonios son interesantes toda vez que cada encuentro -o reencuentro- con Dios tiene un carácter intrínsecamente íntimo y excepcional. Dicho esto, de la lectura del libro destaca con nitidez el caso de Marco Tosatti, hasta hace bien poco vaticanista de La Stampa.

(José Mª Ballester Esquivias / Semanario Alba). Pese a estar oficialmente jubilado, Tosatti, de 63 años, mantiene una influyente bitácora de información religiosa en La Stampa. Aunque en un primer momento le sorprendió la llamada de un periodista español, poco tardó en aceptar con gusto volver a hablar de su conversión. La conversación tuvo lugar el mes pasado en la sede romana del diario propiedad de la familia Agnelli.

Con su labia veloz -más italiana imposible-, Tosatti empieza hablando de su infancia, trágicamente mutilada por la muerte de su padre -un famoso periodista deportivo- en 1949 en la catástrofe aérea de Superga, en Turín, en la que pereció toda la plantilla del Torino, por entonces uno de los mejores equipos de fútbol de Europa. Tenía año y medio.

Persona antirreligiosa

Hijo de madre católica, fue monaguillo hasta los once o doce años; en la adolescencia se distanció de forma radical de la Iglesia y de la religión. Como tantos otros de su generación. “Llegué a ser una persona sustancialmente antirreligiosa”, admite.

Periodista de raza, durante años escribió sobre temas tan dispares como sucesos, información política, crónica parlamentaria y asuntos educativos. En esta última sección estaba cuando, en 1981, La Stampa le propuso suceder a Lamberto Furno como vaticanista del diario. “Me dije a mí mismo: ¿por qué no? Era un mundo que no trataba desde hacía tiempo, tuve que volver a estudiarlo”.

Durante más de una década cubrió los acontecimientos de Juan Pablo II y de su Curia “bajo un prisma muy laico. No era creyente, si bien me interesaba la espiritualidad en sentido amplio, especialmente las religiones orientales y el islam”. Y no sentía ningún afecto especial por el Papa Wojtyla. “Era una relación estrictamente profesional”.

Sin embargo, a mediados de los años 90, se produce un punto de inflexión. “Me impresionaba la forma de rezar del Papa. Me di cuenta de que era de una humanidad extraordinaria, de una gran inteligencia, y su trayectoria no era en absoluto clerical: no había ido al seminario, era un actor de teatro”, afirma.
Y algo más espiritual habría, se supone. “Cuando le observaba, me daba cuenta de que su fe era como la de un niño, muy sencilla, incluso algo candorosa. Desde entonces, volví a la oración”.

Es el principio de un largo proceso “que aún sigue, porque (se produce un largo silencio) mi fe no está desprovista de dudas. Es una paradoja algo extraña, ya que ahora me parece tan evidente tener que creer en algo….”.

Porque Cristo resucitó

Para Tosatti, la larga duración de este proceso también se debe a “una tensión y hay un tipo de estudio que nunca había experimentado”. ¿Qué significa esto? “Significa que cuanto más leo la historia del cristianismo, más me doy cuenta de que nuestra fe no es genérica, sino que está vinculada a hechos históricos y a creer no sólo en Dios, sino también en los testimonios de los que han pagado y siguen pagando por su fe”.


Prosigue: “El hecho sociológico que más me ha impactado fue cuando uno de los apóstoles -el que más tarde lideraría la Iglesia- traicionó a Jesús en el momento más crítico. Y, poco tiempo después, él y el resto estaban dispuestos a morir por decir que le habían visto resucitar”.


La Resurrección es, pues, el principal motivo de la conversión de Tosatti. “Es el punto central de nuestra fe porque a Dios se le puede creer por lo que demostró. Es decir, por morir y resucitar. Sólo después de ver esto, sucede algo en la cabeza y en el corazón. Históricamente es inexplicable”.
El informador que lleva dentro vuelve a escena cuando se le pregunta cómo su conversión ha influido en su trabajo. “Ha influido en el sentido de que sentí la necesidad de profundizar más. Si pude haber sido superficial -y lo fui-, ahora mi responsabilidad es ser preciso. Porque mi primer deber es informar. Primero soy periodista y luego viene el resto”.


Obviamente, no olvida a Juan Pablo II, cinco años después de su muerte, e insiste en decir que “no fue un hombre de Gobierno sino un gran místico y una figura cuyo cometido era galvanizar a la Iglesia y hacer redescubrir al mundo la belleza de ser cristiano”. Con Tosatti, sin quererlo, lo consiguió.
Su trayectoria de vuelta a la fe sería incompleta sin mencionar el ascendiente que sobre él ha tenido Camino, el libro de san Josemaría Escrivá. “Una obra que tiene una gran riqueza de amor, de las que ayudan en la existencia de uno”. ¿Pero no hasta el punto de adherirse al Opus Dei ? “No”, dice mientras sonríe. “No sé qué harían con un numerario o supernumerario como yo”.

Pregúntale al Sacerdote

Nuevo espacio para hacer consultas a un cura

La Gaceta de la Iglesia lanza este nuevo espacio en el que se podrán formular preguntas a un sacerdote. Evaristo de Vicente, contestará a las cuestiones que le queráis plantear en este foro.

Según nos cuenta el propio Evaristo de Vicente: «Deseo en este espacio que pueda preguntar quien quiera, cristiano o no, aquellas cosas que de tener a “un cura a mano” se las preguntaría; pero hay un problema en esta vida de estrés y de urgencias y falta de tiempo: no tenemos un cura a mano. Bien. Este espacio quiere atender a esta “escasez de clero”. Aquí tenéis a un amigo sacerdote que podrá ayudaros en lo que él pueda.»

Para mandar tu pregunta sólo tienes que introducirla como un comentario al pie de esta página. La respuesta se publicará, lo antes posible en La Gaceta de la Iglesia.

Pincha aquí para ver tus PREGUNTAS al sacerdote y las RESPUESTAS que el te da.

Relato del fallecimiento de san Josemaría

El 26 de junio de 1975 falleció Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer de forma repentina en Roma. El mes de mayo anterior había hecho su último viaje a España, donde recibió la medalla de oro de su ciudad natal (Barbastro) y visitó el cercano Santuario de Torreciudad, que él había promovido y que estaba a punto de ser inaugurado. Su fallecimiento supuso el fin de la etapa fundacional del Opus Dei y el inicio, en palabras de su sucesor Monseñor Álvaro del Portillo, de la «etapa de la continuidad y la fidelidad». Mons. del Portillo fue testigo privilegiado de las últimas horas en la tierra de san Josemaría.

El 26 de junio de 1975, último día de su vida en la tierra, el Padre se levantó a la hora acostumbrada. Celebró, ayudado por don Javier Echevarría, la Misa votiva de la Virgen en el oratorio de la Santísima Trinidad, a las siete y cincuenta y tres minutos. A la misma hora celebraba también yo en la sacristía mayor, porque aquella mañana nuestro Fundador deseaba ir con don Javier y conmigo a Castelgandolfo, para despedirse de sus hijas de Villa delle Rose, ya que estábamos a punto de salir de Roma. Se encontraba físicamente bien, y nada hacía prever lo que sucedería poco después. (…)

El Padre volvía de Villa delle Rose indudablemente cansado, pero sereno y contento. Atribuyó su malestar al calor. A las once y cincuenta y siete entramos en el garaje de Villa Tevere.

Saludó al Señor en el oratorio de la Santísima Trinidad y, como solía, hizo una genuflexión pausada, devota, acompañada por un acto de amor. A continuación subimos hacia mi despacho, el cuarto donde habitualmente trabajaba y, pocos segundos después de pasar la puerta, llamó: ¡Javi! Don Javier Echevarría se había quedado detrás, para cerrar la puerta del ascensor, y nuestro Fundador repitió con más fuerza: ¡Javi!; y después, en voz más débil: No me encuentro bien. Inmediatamente el Padre se desplomaba en el suelo.

Para nosotros, ciertamente, se trataba de una muerte repentina; para nuestro Fundador, en cambio, fue algo que venía madurándose –me atrevo a decir–, más en su alma que en su cuerpo, porque cada día era mayor la frecuencia del ofrecimiento de su vida por la Iglesia y por el Papa.

Estoy convencido de que el Padre presentía su muerte. En los últimos años repetía frecuentemente que estaba de más en la tierra, y que desde el Cielo podría ayudarnos mucho mejor. Nos llenaba de dolor oírle hablar así –con aquel tono suyo fuerte, sincero, humilde–, porque mientras pensaba que era una carga, para nosotros era un tesoro insustituible. (…)

En todos los países, los medios de comunicación social la difundieron con veneración y respeto: era el reflejo de la impresión que recibieron directamente los periodistas que acudieron a Villa Tevere. En los días siguientes fueron apareciendo numerosísimos artículos y programas de radio y televisión, en los que se ponía de relieve la importancia de la obra de nuestro Fundador en la vida de la Iglesia. Su fama de santidad quedó aún más patente desde el momento de su muerte.

Me consoló mucho recibir la cariñosa respuesta del Santo Padre Pablo VI a la información que le había enviado en mi calidad de Secretario General de la Obra. A través de Mons. Benelli, el Papa expresó su condolencia y nos dijo que también espiritualmente rezaba junto al cuerpo de «un hijo tan fiel» a la Santa Madre Iglesia y al Vicario de Cristo. Antes del funeral público, llegó a Villa Tevere un telegrama de la Sede Apostólica. El Romano Pontífice renovaba la expresión de su condolencia, manifestaba que estaba ofreciendo sufragios por el alma de nuestro Fundador, y confirmaba su persuasión de que era un alma elegida y predilecta de Dios; concluía impartiendo la Bendición apostólica para toda la Obra. Como es costumbre, el telegrama llevaba la firma del Cardenal Secretario de Estado, que se unía de todo corazón a nuestro dolor, y a los sentimientos de Pablo VI, quien deseaba hacernos llegar lo antes posible aquellas líneas.

Llegaron a la Sede Central del Opus Dei miles de telegramas y cartas desde los cinco continentes: además de expresiones del más sentido dolor, reflejaban concordemente la convicción de que había muerto un santo, uno de los grandes fundadores suscitados en la Iglesia por el Espíritu Santo.

Federico M. Requena y Javier Sesé, Fuentes para la historia del Opus Dei, Ariel, Barcelona, 2002. pp. 150-152

De las tinieblas, a la luz

Próxima apertura de una Comunidad del Cenáculo en Barcelona

Sor Elvira empezó rezando por la gente sumida en el pozo de las adicciones y terminó por poner en marcha casas donde viviesen alejados de la droga y el alcohol. Hoy, la Comunidad del Cenáculo está extendida por todo el mundo y sana las heridas, a través de la oración, el trabajo y la amistad. Incluso, en torno a la Comunidad, se han creado ramas de consagrados, familias voluntarias y hasta misiones en Iberoamérica.

La Comunidad del Cenáculo, de Lourdes, al completo, en el jardín de la Casa

Un informe de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito, publicado el jueves pasado en Viena, certificaba que España, junto al Reino Unido, es el principal país europeo consumidor de cocaína. La mayoría de los expertos en adicciones coinciden en que la drogodependencia es el síntoma visible de un problema anterior. El Papa Juan Pablo II señaló, en varias ocasiones, que la raíz de la adicción a las drogas se encuentra «en un vacío existencial, en la falta de confianza en sí mismo, en los demás y en la vida». La consecuencia es una terrible desesperanza que invade las vidas de las personas que sufren una adicción. Y en España, hay muchas.

La Comunidad del Cenáculo, iniciada hace 27 años en Saluzzo, Italia, por sor Elvira, pone solución a este problema: acoge a las personas que viven en la tristeza por una adicción, y trabaja en torno a tres pilares: oración, trabajo y amistad. Hoy día, 58 casas repartidas en 15 países viven de la Providencia para reeducar a las personas perdidas en el camino del amor, para que pasen, de las tinieblas, a la luz. La más cercana a España es la de Lourdes, en Francia, en la que viven 7 españoles, algunos de los cuales vendrán a la diócesis de Tarrasa, el próximo domingo, para dar su testimonio en un Encuentro en el que se reunirán familiares y amigos de esta institución, que llevan años rezando para que se abra una Comunidad en Barcelona. Incluso hay una casa propuesta que, uno de los responsables internacionales, el padre Stefano, visitará para continuar con el proceso de apertura.

Decía Benedicto XVI, en su Viaje apostólico de 2007 a Brasil, cuando visitó las Haciendas de la Esperanza -iniciativas de estructura similar a las Comunidades del Cenáculo-, que «la reinserción en la sociedad constituye una prueba de la eficacia. Pero lo que confirma la validez del trabajo son las conversiones. No basta curar el cuerpo; es necesario adornar el alma con los dones divinos más preciosos recibidos en el Bautismo».

Amigos del Cenáculo

Sor Elvira no pone en marcha una casa si no hay oración que la sostenga. Esa es la labor de los Amigos del Cenáculo. En España, en San Cugat del Vallés, la parroquia San Juan Bautista se reúne cada lunes para rezar por que pronto se cree una Comunidad. Javier García, un feligrés, señala que «es fundamental que tantos chicos y chicas que están sufriendo en España no sólo se curen físicamente, sino que se renueven espiritualmente. Necesitamos hombres y mujeres con una fe madura».

También en Madrid, en una parroquia de Boadilla del Monte -Santo Cristo de la Misericordia-, se juntan para rezar cada miércoles. Rosario Torrent conoció el año pasado a la Comunidad en la Fiesta de la Vida, que tiene lugar cada mes de julio en la Casa Madre, en el aniversario de la fundación de la primera casa en Saluzzo. «Allí pensé que esto era un milagro: no hay medicinas ni psicólogos, sólo oración. ¡Cómo no vamos a tener esto en España, con la necesidad que hay!» Rosario acaba de hacer una experiencia de 10 días en una Comunidad de Turín, y sólo puede hablar del «amor que hay entre ellos. Y de que Jesús nunca está solo en el Sagrario».

Hechos, no promesas

Cuenta la fundadora que todavía no tenían capilla en la Casa Madre cuando llegaron los chicos: «Fue una gran sorpresa cuando un muchacho, en lugar de ir a trabajar, se sentó a mi lado y me preguntó qué hacíamos.¡Rezamos! Le contesté. Se paró, escuchó el salmo y él también leyó una frase. Después de él llegó otro, y otro… Así entendí que los jóvenes me pedían que los ayudase a encontrar a Dios». La oración fue clave para Juan García, que lleva 6 años y medio en la Comunidad de Lourdes: «A los 5 meses de entrar, me fijé en el sol, en la primavera que llegaba, y me dije: ¿Pero te das cuenta cómo ya no veías nada de la belleza de la vida? Me sentía amado, siempre había alguien que me preguntaba cómo estaba, y comencé yo también a querer a los demás». Juan llegó hasta la Comunidad de Lourdes gracias a la oración de su hermano, que años antes entró en una de las casas de Italia. La cadena no se rompió: Juan pasó meses rezando por otro de sus hermanos que vivía en París, y que, finalmente, entró en la Comunidad de Medjugorje.

Desde el primer día que llegan a la casa, un ángel de la guarda de carne y hueso los acompaña día y noche. El objetivo es sujetarse unos a otros cuando se caen. Para Juan, esta figura fue fundamental, ya que, cuando llegó, «venía lleno de soledad y tristeza, porque me quedé sin amigos, sin nadie… Aquí te relacionas con las personas de una forma nueva, es amistad pura».

Ahora Juan es el ángel de la guarda de los nuevos chicos españoles que llaman a la puerta del Cenáculo francés.

Cristina Sánchez

Se estrenará el próximo otoño

«THERE BE DRAGONS» ESTÁ EN LA ETAPA DE POST-PRODUCCIÓN

La película del fundador del Opus Dei se estrenará el próximo otoño

ReL ofrece las primeras imágenes de este filme sobre el amor y el perdón basado en la vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer.

Actualizado 29 junio 2010

R.R./ReL

«There Be Dragons», la película que cuenta algunos episodios de la vida del fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá de Balaguer, se encuentra en fase muy avanzada de post-producción y su estreno se espera para éste próximo otoño.

El largometraje está dirigido por Roland Joffe (director de las oscarizadas «Los gritos del silencio» y «La Misión»; ésta última, interpretada por Robert de Niro y Jeremy Irons).

Personaje decisivo

Como señala Alfonso Méndiz en su blog «Jesucristo en el cine», «There Be Dragons» no es una biografía de este santo español canonizado por Juan Pablo II en octubre de 2002. Aunque la historia sí arranca con ese acontecimiento. Según algunas sinopsis que se han difundido en Internet, el filme comienza cuando un periodista es enviado a Roma a cubrir la noticia de la canonización de san Josemaría y, al repasar su biografía, descubre que fue el gran amigo de su padre, ahora moribundo, y con el que siempre se ha llevado fatal. La investigación del periodista, el reencuentro con su padre, los intensos flash-backs que retrotraen la historia a los duros enfrentamientos durante la guerra civil española… Todo esto proporciona al filme un aire épico que se ve enriquecido por una delicada historia de amor. San Josemaría es, por tanto, un personaje secundario, pero decisivo en el contexto que narra la película y en el planteamiento del tema de fondo: el amor y el perdón.

Un reparto estelar, una española

El filme es una co-producción argentina, norteamericana y española, en cuyo dossier de prensa se la define así: «Una historia repleta de acción que transcurre durante un tiempo homicida de la historia y que finalmente ayuda al presente revelando la importancia y el eterno poder del perdón».

El reparto de «There Be Dragons» estará encabezado por Charlie Cox (trabajó en «Stardust» y «Casanova»), que encarnará a Escrivá de Balaguer, y cuenta también con Geraldine Chaplin (en decenas de películas tras «Doctor Zhivago»), Olga Kurylenko («Quantum of Solace», entre otras), Derek Jacobi («Gladiator»), Dougray Scott («Misión imposible») o la española Belén Rueda («El orfanato»).


SAN MIGUEL ARCANGEL

29 junio

SAN MIGUEL ARCANGEL. MENSAJE DADO POR LA VIDENTE NELI. (FUENTE. REVISTA MARIA MENSAJERA AÑO 99)


SOY SAN MIGUEL ARCANGEL, EL CAPITAN DE LAS MILICIAS DEL CIELO. HERMANOS, SEGUID EN EL CAMINO DE LA MADRE DE DIOS, QUE YO OS PROTEJO, EN TODAS VUESTRAS VIDAS Y EN VUESTRAS CAIDAS Y EN VUESTROS ENEMIGOS, QUE VYO LUCHANDO POR TODOS LOS CAMINOS. DONDE ESTA MARIA ESTOY YO, PORQUE EL ENEMIGO, DONDE ESTA MARIA, LO QUIERE DESTRUIR.

LLAMADME Y RECITAD LAS ORACIONES QUE YO OS DIGO, HERMANOS, EN EL CIELO ESTAN CONTENTOS PORQUE VOSOTROS HACEIS CASO DE MARIA. ELLA ES LA CAPITANA, ELLA ES LA MADRE QUE ACOGE A TODOS SUS HIJOS. YO OS PROTEGERE Y OS DEFENDERE DE TODOS LOS ENEMIGOS PORQUE AUNQUE NO LO CREAIS TENEIS MUCHOS, MUCHOS. PORQUE TODO LO QUE ES DE MARIA EL ENEMIGO LO QUIERE DESTRUIR.

VOSOTROS HERMANOS MIOS, COGED EL ESTANDARTE DE MARIA Y DECID QUE SOIS LOS APOSTOLES DE ESTOS ULTIMOS TIEMPOS Y QUE LE SEGUIS A MARIA. VAIS A ENTRAR EN EL CIELO CON VUESTROS ESTANDARTES Y ELLA OS ESPERARA A LA HORA DE VUESTRA MUERTE.

ELLA NO OS DEJA, ELLA NO OS DEFRAUDA, EL HOMBRE SI, PERO DIOS Y ELLA ESTAN CON VOSOTROS, HERMANOS.
SEGUID A MARIA QUE ES LA MADRE DE LA HUMANIDAD. ELLA VIENE A ADVERTIROS DE LOS MALES DE ESTA TIERRA Y TENEIS QUE REZAR EL ROSARIO TODOS LOS DIAS, TODOS! PARA QUE SE SALVEN MUCHOS HERMANOS VUESTROS.

YO OS BENDIGO, EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPIRITU SANTO.

OS DEJO HERMANOS POR AHORA, PERO YO VOY EN VUESTROS CAMINOS QUE SON CAMINOS DE DIOS.

SAN MIGUEL ARCANGEL.

Extractos de la Homilía de Corpus Christi del Santo Cura de Ars

<no solamente poseemos a Dios por la grandeza de su inmensidad, en virtud de la cual se halla en todas partes; sino que le tenemos con nosotros tal cual estuvo durante nueve meses en el sello de María, tal cual estuvo en la cruz. Más afortunados aún que los primeros cristianos, quienes hacían cincuenta o sesenta leguas de camino para tener la dicha de verle, nosotros le poseemos en cada parroquia, cada parroquia puede gozar a su gusto de tan dulce compañía. ¡Oh, pueblo feliz!>

Si me dirigiese a gente incrédula o impía, que se atreve a dudar de la presencia de Jesucristo en este adorable sacramento, comenzaría por aportar pruebas tan claras y convincentes, que morirían de pena por haber dudado un misterio apoyado en argumentos tan fuertes v persuasivos. Les diría yo: si es verdad la existencia de Jesucristo, también es verdad este misterio, ya que Aquél, después de haber tomado un fragmento de pan en presencia de sus apóstoles, les dijo: «Ved aquí pan; pues bien, voy a transformarlo en mi Cuerpo; ved aquí vino, el cual voy a transformar en mi sangre; este cuerpo es verdaderamente el mismo que será crucificado, y esta sangre es la misma que será derramada en remisión de los pecados ; y cuantas veces pronunciéis estas palabras, dijo además a sus apóstoles, obraréis el mismo milagro; esta potestad la comunicaréis unos a otros hasta el fin de los siglos»(Matth., XXVI ; Luc., XXII.). Mas ahora dejemos a un lado estas pruebas; tales razonamientos son inútiles para unos cristianos que tantas veces han gustado las dulzuras que Dios les comunica en el sacramento del amor:

Dice San Bernardo que hay tres misterios en los cuales no puede pensar sin que su corazón desfallezca de amor y de dolor, El primero es el de la Encarnación, el segundo es el de la muerte y pasión de Jesús, y el tercero es el del adorable sacramento de la Eucaristía. Al hablarnos el Espíritu Santo del misterio de la encarnación, se expresa en términos que nos muestra la imposibilidad de comprender hasta dónde llega el amor de Dios a los hombres, pues dice: «Así amó Dios al mundo», como si nos dijese: dejo a vuestra mente, deja a vuestra imaginación la libertad de formar sobre ello las ideas que os plazca; aunque tuvieseis toda la ciencia dé las profetas, todas las luces de los doctores y todos los conocimientos de los ángeles, os sería imposible comprender el amor que Jesucristo ha sentido por vosotros en estos misterios. Cuando nos habla San Pablo de los misterios de la Pasión de Jesucristo, ved cómo se expresa : «Con todo y ser Dios infinito en misericordia y en gracia, parece haberse agotado por amor nuestro. Estábamos muertos y nos dió la vida. Estábamos destinados a ser infelices por toda una eternidad, y con su bondad y misericordia ha cambiado nuestra suerte» (Eph., II, 4-6.). Finalmente, al hablarnos, San Juan, de la caridad que Jesucristo mostró con nosotros al instituir el adorable sacramento de la Eucaristía, nos dice «que nos amó hasta el fin» (Joan., XIII, 1.) es decir, que amó al hombre, durante toda su vida, con un amor sin igual. Mejor dicho, nos amó cuanto pudo. ¡Oh, amor, cuan grande y cuán poco conocido eres!

Y pues, amiga mío, ¿no amaremos a un Dios que durante toda la eternidad ha suspirado por nuestro bien? ¡Un Dios que tanto lloró nuestros pecados, y que murió para borrarlos! Un Dios que quiso dejar a los ángeles del cielo, donde es amado con amor tan perfecto y puro, para bajar a este mundo, sabiendo muy bien que aquí sería despreciado. De antemano sabía las profanaciones que iba a sufrir en este sacramento de amor. No se le ocultaba que unos le recibirían sin contrición; otros sin deseo de corregirse; ¡ay!, otros tal vez, con el crimen en su corazón, dándole con ello nueva muerte. Pero nada de esto pudo detener su amor. ¡Dichoso pueblo cristiano! «Ciudad de Sión, regocíjate, prorrumpe en la más franca alegría, exclama el Señor por la boca de Isaías, ya que tu Dios mora en tu recinto» (Is.,XII,6.). Lo que el profeta Isaías decía a su pueblo, puedo yo decíroslo con más exactitud. ¡Cristianos, regocijaos!, vuestro Dios va a comparecer entre vosotros. Este dulce Salvador va a visitar vuestras plazas, vuestras calles, vuestras moradas; en todas partes derramará las más abundantes bendiciones. ¡Moradas felices aquellas delante de las cuales va a pasar! ¡Oh, felices caminas los que vais a estremeceros bajo tan santos y sagrados pasos! ¿Quién nos impedirá decir, al volver a discurrir por la misma vía : Por aquí ha pasado mi Dios, por esta senda ha seguido cuando derramaba sus saludables bendiciones en esta parroquia?

En la misma hora en que sus indignos hijos activaban los preparativos para darle muerte, su amor le llevaba a obrar un milagro cuyo objeto es permanecer entre ellos. ¿Se ha visto, podrá verse amor más generoso ni mas liberal que el que nos manifiesta en el Sacramento de su amor? ¿No habremos de afirmar, con el Concilio de Trento, que en dicho Sacramento es donde la liberalidad y generosidad divinas han agotado todas sus riquezas? (Ses., XIII, cap. II.). ¿Nos será dado hallar sobre la tierra, y hasta en el cielo, algo que con este misterio pueda ser comparado? ¿Se ha visto jamás que la ternura de un padre, la liberalidad de un rey para sus súbditos, llegase hasta donde ha llegado la que muestra Jesucristo en el Sacramento de nuestros altares? Vemos que los padres, en su testamento, dejan las riquezas a sus hijos; mas en el testamento del Divino Redentor, no son bienes temporales, puesto que ya los tenemos, sino su Cuerpo adorable y su Sangre preciosa lo que nos da. ¡Oh, dicha del cristiano, cuán poco apreciada eres¡. No, Jesús no podía llevar su amor más allá que dándose a Sí mismo; ya que, al recibirlo, le recibimos con todas sus riquezas. ¿No es esto una verdadera prodigalidad de un Dios para con sus criaturas. Si Dios nos hubiese dejado en libertad de pedirle cuanto quisiéramos, ¿nos habríamos atrevido a llevar hasta tal punto nuestras esperanzas? Por otra parte, el mismo Dios, con ser Dios, ¿podía hallar alga más precioso para darnos?, nos dice San Agustín. Pera, ¿sabéis aún cuál fué el motivo que movió a Jesucristo a permanecer día y noche en nuestras templos? Pues fué para que, cuantas veces quisiéramos verle, nos fuese dado hallarle. ¡Cuán grande eres, ternura de un padre. ¡Qué cosa puede haber más consoladora para, un cristiano, que sentir que adora a un Dios presente en cuerpo y alma! «Señor, exclama el Profeta Rey, ¡un día pasado junta a Vos es preferible a mil empleados en las reuniones del mundo»! (Pes., LXXXIII, 11.). ¿Qué es, en efecto, lo que hace tan santas y respetables nuestras iglesias?, ¿no es, por ventura, la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo? ¡Ah!, ¡pueblo feliz, el cristiano!

…vengo a anunciaros un Dios que vosotros conocéis como tal, y no obstante no le adoráis, antes bien le despreciáis. Cuántos cristianos, en el santo día del domingo, no saben cómo emplear el tiempo, y, con todo, no se dignan dedicar ni tan sólo unos momentos a visitar a su Salvador que arde en deseos de verlos juntos a sí, para decirles que los ama y que quiere colmarles de favores. ¡Qué vergüenza para nosotros! ¿Ocurre algún acontecimiento extraordinario?, lo abandonáis todo y corréis a presenciarlo. Mas a Dios no hacemos otra cosa que despreciarle, huyendo de su presencia; el tiempo empleado en honrarle siempre nos parece largo, toda práctica religiosa nos parece durar demasiado. ¡Cuán distintos eran los primeros cristianos. Consideraban como las más felices de su vida los días y noches empleados en las iglesias cantando las alabanzas del Señor o llorando sus pecados; mas hoy, por desgracia; no ocurre lo mismo. Los cristianos de hoy, huyen de Él y le abandonan, y hasta algunos le desprecian; la mayor parte nos presentamos en las iglesias, lugar tan sagrado, sin reverencia sin amor de Dios, hasta sin saber para qué vamos allí. Unos tienen ocupado su corazón y su mente en mil cosas terrenas o tal vez criminales; otros están allí can disgusta y fastidio; otros hay que apenas si doblan la rodilla en las momentos en que un Dios derrama su sangre preciosa para perdonar sus pecados; finalmente, otros, aun no se ha retirado el sacerdote del altar, ya están fuera del templo. Dios mío, cuán poco os aman vuestras hijos, mejor dicho, cuanto os desprecian. En efecto, ¿cuál es el espíritu de ligereza y disipación que dejéis de. mostrar en la iglesia? Unos duermen, otros hablan, y casi ninguno hay que se ocupe en lo que allí debería ocuparse.

Refiérese en la historia que, dudando un sacerdote de esta verdad, después de haber pronunciado las palabras de la consagración: «¿Cómo es posible, decía entre sí, que las palabras de un hombre abren tan gran milagro?» Mas Jesucristo, para echarle en cara su poca fe, hizo que la santa Hostia sudase sangre en abundancia, hasta el punto que fué preciso recoger ésta con una cuchara (Las maravillas divinas en la Santa Eucaristía, por el P. Rossignoli, S. J., CXIII. maravilla.). Y el mismo autor nos refiere también que un día se pegó fuego a una capilla, y ardió toda la construcción hasta quedar destruída; mas la santa Hostia quedó suspendida en el aire sin apoyarse en ninguna parte. Habiendo acudido un sacerdote para recibirla en un vaso, vino en seguida ella misma a posarse allí (es el milagro de las sagradas Hostias de Faverney; en la diócesis de Besançon, ocurrido el día 26 de mayo de 1608. Cfr. Monseñor de Segur, en La Francia al Pie del Santísimo Sacramento, XV.).

Si amásemos a Dios, sería para nosotros una gran alegría, una gran dicha el venir todas los domingos al templo a emplear algunos momentos en adorarle y pedirle perdón de los pecados; miraríamos aquellos instantes como los más deliciosos de nuestra vida. ¡Cuán consoladores y suaves son los momentos pasados con este Dios de bondad! ¿Estás dominado por la tristeza?, ven un momento a echarte a sus plantas, y quedarás consolado. ¿Eres despreciado del mundo?, ven aquí, y hallarás un amigo que jamás quebrantará la fidelidad. ¿Te sientes tentado?, aquí es donde vas a hallar las armas más seguras y terribles para vencer a tu enemigo. ¿Temes el juicio formidable que a tantos santos ha hecho temblar?, aprovéchate del tiempo en que tu Dios es Dios de misericordia y en que tan fácil es conseguir el perdón. ¿Estás oprimido por la pobreza?, ven aquí, donde hallarás a un Dios inmensamente rico, que te dirá que todos sus bienes son tuyos, no en este inundo sino en el otro: Allí es donde te preparo riquezas infinitas; anda, desprecia esos bienes perecederos y en cambio obtendrás otros que nunca te habrán de faltar. ¿Queremos comenzar a gozar de la felicidad de los santos ?, acudamos aquí y saborearemos tan venturosas primicias.

¡Cuán dulce es gozar de los castos abrazos del Salvador! ¿No habéis experimentado jamás una tal delicia? Si hubieseis disfrutado de semejante placer, no sabríais aveniros a veros privados de él. No nos admire, pues, que tantas almas santas hayan pasado toda su vida, día y noche, en la casa de Dios, no sabiendo apartarse de su presencia.

Mi Testimonio

Por: Ricardo Romero

Desde hace años difundo la espiritualidad Concepcionista inspirado por la Santísima Virgen María Inmaculada que me abrió los ojos del alma cuando escuché algunos pasajes meditando en oración intensa la revelación privada más amada y controvertida; la «Mística Ciudad de Dios» Narrada por la Santísima Virgen Inmaculada a la Venerable Sor María de Jesús de Ágreda (1602–1665); una Santa en potencia por gracia de Dios y para la gloria de Dios. Sor María de Jesús de Ágreda. La Venerable Madre de Ágreda o bién la Dama de Azul como se la conoce en el sur de EEUU.

Tomé la desición en el año 2002 de darla a conocer a través de«Primer Cenáculo Virtual de María Reina de la Paz» y darme cuenta que no era conocida en Sudamérica esta impresionante revelación, ni siquiera la Orden de la Inmaculada Concepción; orden a la que pertenecía la Venerable Madre de Ágreda. Fué al poco tiempo que me contactó una monja Concepcionista quien me manifestó que estaba asombrada de que diera a conocer su obra en América del Sur… Así fué como hicimos una gran amistad y, la Abadesa y monjas del Monasterio de Ágreda tomaron conocimiento de mi sitio web en el cual editaba y difundía la «Mística Ciudad de Dios» en el Cenáculo Virtual. Me ocurrieron muchas cosas desde ese entonces hasta la actualidad, envié mi testimonio al Monasterio de Ágreda que fué publicado en el boletín mensual que se envía a todo el mundo.

Me propuse entonces trabajar desde mis sitios como colaborador y difusor de la causa de beatificación de la «Venerable Sor María de Jesús de Ágreda», con mucho sacrificio. Siempre he contado con la ayuda y aprobación implícita de la Orden de la Inmaculada Concepción. Para publicar y dar a conocer la Mística Ciudad de Dios era imprescindible presentar a Sor María de Jesús de Ágreda en su biografía; pero a la véz no podía omitir a la Orden a la a que pertenecía la Venerable; y por ende a su fundadora; «Santa Beatriz de Silva», cuya vida fué predestinada por la Virgen Inmaculada quién salvó su vida y le encomendó la fundación de la Orden de la Inmaculada Concepción; cuando aún no estaba proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción… Así fue como comencé a descubrir y amar a la Mística Orden Concepcionista y no deja de sorprenderme cada vez más…

Mi testimonio es simplemente sumar colaboración a la causa de sú beatificación para la gloria de Dios. Trabajar para las cosas de Dios no es fácil, pero tampoco es imposible. Con la ayuda de María Santísima y de nuestro Señor Jesucristo pude darla a conocer publicando la obra completa. Aún así, les aseguro que siendo muchos, somos pocos. Agradezco a Sor María Fátima;  su colaboración y si disposición en todo, al Padre Andrés Benites que me impulsó desde el comienzo a dar a conocer la espiritualidad mariana en la internet con sus sabios e iluminados consejos, al Padre Verde, sacerdote teólogo Dominico y de profunda devoción mariana quien me fue guiando y bendijo el Cenáculo Virtual junto al Padre Andrés; y a mis amigos más cercanos que me ayudaron a discernir que esta misión tenía que llevarse a cabo contra viento y marea. Comencé entonces a publicarla a fines del año 2002 en mensajes diarios  finalizando en 2005.

Reedité nuevamente Mística Ciudad de Dios en un formato más dinámico con el objeto de que quienes mediten sus capítulos sientan y experimenten el amor de Dios en la vida de Jesús y María. Es importante tener en cuenta que la lectura en la internet es muy agotadora y quienes estén interesados pueden adquirir el libro comprándolo en el Monasterio de Ágreda. Es un libro para meditar toda la vida, que nos lleva a profundizar lo Sagrado, lo genésico del amor de Dios ya expresado en los evangelios pero perfumados por la doctrinas reveladas por María Santísima, quien nos revela a su Hijo Jesucristo como Madre de Dios, como Hija de Dios Padre y como Esposa de Dios Espíritu Santo. Toda llena de virtudes amorosas, Omnisuplicante Potencia, Celestial Princesa desde el principio, cristalina, pura y exenta de la culpa del pecado original por voluntad de Dios. Coronada con la triple diadema de Poder; Sabiduría y Amor por la Santísima Trinidad María nos lleva a Dios a través de nuestro Señor Jesucristo quién murió en la Cruz por nuestros pecados. Para la gloria de Dios.

Ricardo Romero: Difusor de la Orden de la Inmaculada Concepción y de la causa de la beatificación de la Venerable Sor María de Jesús de Ágreda, autora de «Mística Ciudad de Dios. Para mas información escribir a: mensajeromariano@hotmail.com.ar

Ricardo Romero


¿Es posible la castidad?

Actualizado 28 junio 2010


¡Menuda pregunta nos hacemos en estos tiempos! Ya la palabra castidad parece pasada de moda, de otra época, de libros viejos y sermones caducos. Para un gran número de jóvenes y adultos la palabra castidad no existe, no saben lo que es. Y sin embargo es posible y necesaria para vivir como personas libres, que saben gobernar su cuerpo y ver con buenos ojos a los demás. Hoy desde las altas esferas de los gobiernos se fomenta lo contrario. Lo que llaman educación sexual es una información de lo que pueden hacer con el sexo y, por supuesto, sin trabas morales de ningún tipo. El sexo es parte de mi cuerpo, y si soy dueño de él puedo hacer lo que me dé la gana. La cuestión es disfrutar. Si defienden el aborto con el argumento, por otro lado falso, de decidir libremente lo que puedo hacer con lo que hay en mi cuerpo, ¿cómo no van a propalar que el sexo es un instrumento de diversión de primera magnitud, y además muy barato?

El célebre escritor francés André Frossard, converso desde el ateísmo a los 20 años, dice en uno de sus escritos: “Cuando los hombres apartan su mirada del cielo para posarla sobre la tierra, lo primero que perciben es su sexo, del que hacen gustosos una pequeña divinidad substitutiva en la medida en que guarda, aparentemente, el secreto de la vida y promete, a falta de eternidad, la compensación de una especie de perpetuidad biológica. Esta idolatría más o menos consciente es de las más extendidas en la actualidad: el sexo ocupa cada vez más espacio en la literatura, el cine y, sobre todo, en la televisión, donde se disfraza muy superficialmente de sociología, de psicoanálisis o de estadística. Tras la película y su obligatoria secuencia de alcoba pública, apenas se emite un programa que no incluya un debate sobre la manera de alcanzar, o no, un acto sexual satisfactorio, sin que los infelices invitados se den cuenta de que la cámara, fisgona,  al recrearse en sus verrugas o en los orificios de su nariz, incita más a las sombrías meditaciones sobre el cráneo de Yorick que a una imaginación lascivas” (“Preguntas sobre el hombre”, Rialp, págs. 33-34).

Creo que está claro. La castidad es posible  mirando un poco más al cielo, con la ayuda de Dios y con nuestra colaboración honesta. Pero no lo entienden así los que elaboran la “Educación para la ciudadanía” o el programa de educación sexual que pretenden impartir obligatoriamente en los centros de enseñanza, por personal ya aleccionado sobre el hombre como objeto de placer.

La castidad es posible, sin traumas ni moralismos trasnochados. Con la claridad del que ve al hombre como lo que es: un ser digno de respetar y de ser respetado según el orden establecido por el Creador para bien de todos. Invito a escuchar lo que dice sobre el tema Andrés Verastegui, el director y protagonista de la película Bella, en el siguiente vídeo:

http://www.youtube.com/watch?v=0QDnd8_Nhcs

Y que cada uno lo piense con la objetividad y seriedad que merecen las cosas importantes.

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com