Volvió a la iglesia sólo para ligar, y acabó de cura

Cuando era un joven bronquista alejado de Dios, volvió a la iglesia sólo para ligar, y acabó de cura 

Actualizado 7 septiembre 2013

C.L./ReL

Raúl Lemus es ahora director de vocaciones en la diócesis de Santa Rosa, California.
Raúl Lemus es ahora director de vocaciones en la diócesis de Santa Rosa, California.

Si alguien sabe de discernimiento, es él, así que no se arredra ante su nuevo cometido comodirector de vocaciones de la diócesis de Santa Rosa (California): Raúl Lemus, sacerdote salvadoreño de 45 años -aunque lleva desde los cuatro en Estados Unidos-, lleva doce meses con ese encargo de parte de su obispo, Robert Vasa, quien conoce bien su historia.

Una historia tan sorprendente que choca a su mismo protagonista: «Hace veinticinco años no me lo habría creído», declaró a Our Sunday Visitor.

Bronquista y ligón
Llegó a Estados Unidos siendo niño desde El Salvador. De familia muy humilde -su padre lavaba los platos en un restaurante-, conoció los barrios más duros de San Francisco. Fue educado religiosamente por su madre, que le llevaba a las iglesias más hermosas de la ciudad: «Me encantaba que me diese un dólar para echar en la colecta«.

Pero a partir de los 14 años, y hasta los 22, se apartó por completo de la Iglesia. Se hizo presumido y empezó a aspirar a ser actor. Se convirtió en un «bronquista», al tiempo que conocía lo peor del submundo de las bandas y las drogas que afecta a una parte de la juventud latina, aunque sin introducirse en él. No así su hermano Carlos, que acabó afectado por el alcoholismo y la drogodependencia y tuvo que se ingresado en una clínica para desintoxicación, obligando a toda la familia a cambiarse de casa.

Lo cual sería providencial para él, pues el nuevo hogar estaba junto a la parroquia de San Vicente de Paúl, de estructura tradicional y hermosos altares de mármol, abundantes imágenes y espectaculares vidrieras. «Estaba llena de lo que llamo santas distracciones«, confiesa Don Raúl.

Pero a él le distraían otras cosas. Se dio cuenta de que la parroquia congregaba a un buen número de chicas guapas, y decidió volver a pisar los templos de los que llevaba tanto tiempo ausente: «Acabé siendo monaguillo, luego lector y luego ministro de la comunión», dice, para finalmente ingresar en el seminario y ordenarse sacerdote.

La semilla plantada en la infancia
¿Cómo sucedió? Al empezar a visitar la parroquia, se enganchó al grupo de jóvenes, donde se le descubrieron dotes de liderazgo natural que pronto le otorgaron un papel relevante en la comunidad. «Durante ese tiempo», explica, «me enamoré de Dios y de la Iglesia, y comprendí que en mi vida faltaba algo».

Su familia tenía amistad con un sacerdote salvadoreño, Emiliano Caballero, a quien el joven Raúl apreciaba mucho porque era alguien «normal» a quien «le preguntabas sobre Dios y te respondía en un español muy clarito». Y ese modelo del sacerdote «de gran corazón y que hacía bromas» como el padre Caballero, había plantado en él la semilla de la vocación en su infancia, y había llegado el momento de que fructificase.

En 2002 Raúl Lemos fue ordenado sacerdote, y el padre Caballero estuvo allí ayudándole a revestirse. Sigue siendo hoy su modelo de aproximación a los jóvenes, en particular los de la comunidad hispana.

A lo largo de todos estos años de sacerdocio «ha habido dificultades», admite Don Raúl, pero «ha valido la pena». Se declara «de la vieja escuela», aunque «no conservador», yrecientemente aprendió a celebrar la misa tradicional: «Me gusta su silencio sagrado. Es hermoso». 

Pocas vocaciones latinas
Cuando la gente le pregunta a qué se dedica, responde como el santo cura de Ars, San Juan María Vianney: «Mi trabajo es ayudaros a ir al cielo«. Como director de vocaciones tiene por delante una labor difícil, porque las vocaciones entre la comunidad hispánica están descendiendo en Estados Unidos. En su diócesis, de 140.000 habitantes, hubo este año dos ordenaciones y tienen siete seminaristas.

El padre Lemus apunta una razón para esa disminución en el ámbito latino: «Muchos niños de origen hispano van a la escuela pública, donde no se puede hablar de Dios, pero sí se puede hablar mal de Dios. Se sumergen en una cultura laicista y pierden la fe».

Por eso anima a los padres a proponer a sus hijos modelos sacerdotales positivos, invitando a un cura a cenar a casa, o viendo películas que presentan retratos positivos de sacerdotes, o incluso regalándoles kits infantiles de misa para que jueguen a celebrarla. (Jugar a decir misa no era inhabitual en las familias católicas hace un siglo.)

Pasó de no tener fe a contagiarla a toda la familia

Cristina López Schlichting 

Cristina L. Schlichting cuenta cómo pasó de no tener fe a contagiarla a toda la familia 

La famosa periodista de la Cadena COPE desnuda su alma para dar a conocer al gran público cómo pasó de la increencia al compromiso de fe. 

Actualizado 29 noviembre 2012

Camino Católico

200906226cristina_dCristina López Schlichting, nacida en Madrid 1965, es periodista. Su carrera profesional comenzó en el diario ABC de reportera y de aquel medio pasó a El Mundo. 

Desde 2002 ha presentado y dirigido distintos espacios en la Cope, cambiando la prensa escrita por la radio. Su vida también ha sido transformada por Dios porque “de niña no tenía fe. La fe es una gracia que se recibe a través de los testigos y mis padres no eran practicantes. Entonces, tuve que hacer un camino para encontrar a los testigos, aquellos que daban fe de haberse encontrado con Cristo. En mi caso fueron las religiosas Mercedarias de la Caridad en el colegio y personas de Comunión y Liberación”. 

Su conversión y testimonio de vida acabó atrayendo a la Iglesia Católica a sus padres, hermanas y cuñados, que se han dejado configurar por Cristo. Ha contado su encuentro con el Señor, en una entrevista realizada por Gonzalo Altozano para “No es bueno que Dios esté solo” en Intereconomía TV, que puede visualizarse en el vídeo un poco más abajo.

Problemas existenciales
Ella y sus tres hermanas eran de pequeñas muy pesadas planteando problemas existenciales a sus padres. En ellas había una inquietud de búsqueda siendo niñas. Cristina López Schlichting cuenta que “mi hermana Patricia se levantaba por la noche llorando preguntando que sentido tenía la vida. Nuestra familia siempre nos ha educado en la verdad y en el amor a la belleza y nosotras les preguntábamos a mis padres sobre las razones de la vida y ellos no sabían darlas”.

Religiosas Mercedarias de la Caridad y CyL
El testimonio y la educación en el colegio de las religiosas Mercedarias de la Caridad calaron en el corazón de Cristina. Luego conoció a personas del movimiento de Comunión y Liberación que nació en los años 1950 de la mano del sacerdote italiano Luigi Giussani, especialmente interesado por la vida de los estudiantes, que tenían una cultura católica, pero que no ponían en práctica la fe. Hoy Comunión y Liberación aglutina 300.000 personas en Italia y grupos mu pequeños por países de todo el mundo. En España hay unas 3000 personas.

Un encuentro de amistad
“La historia de amistad con Cristo es una historia de amistad personal. En mi caso concreto el Señor me ha seducido con la inteligencia, con la propuesta cultural de Comunión y Liberación, pero en definitiva me ha seducido para la Iglesia. Un movimiento no es más que un camino de educación en la fe para introducirte en la Iglesia Universal que es a lo que perteneces” explica Cristina López Schlichting.

Arrastrar a los familiares con el testimonio
La importancia del camino de conversión de Cristina vivido de la mano de Comunión y Liberación ha dado frutos familiares: “Cuando yo me acerqué a la Iglesia lo hicieron progresivamente todas mis hermanas, todos mis cuñados y mis padres, ques han vuelto a practicar. Ellos vieron que yo había conocido gente interesante, que podía dar razón de su fe desde la inteligencia y la cultura, que estaba orgullosa de su tradición. Y entonces le pusimos nombre a lo que buscaba el deseo de nuestro corazón. El nombre era Cristo y vivía en su Iglesia”.

Se define como “católica periodista. Uno tiene una identidad y en mi caso una identidad católica clara. Luego me despeño en el ámbito del periodismo. Decir lo contario sería como reducir el periodismo a una modalidad especifica. Periodista protestante, periodista católica, periodista comunista… Eso es absurdo”, comenta.

Cristina explica sus experiencias de relación con Jesucristo con firme convicción comunicativa refiriéndose a varios aspectos de la vida de la fe:

“El Señor ama sus criaturas de una manera entrañable y a cada una, como una madre a un hijo, la abraza de la manera que necesita. La historia con el Señor es una historia de amor: Saber que uno ha sido creado, que otro tiene contados los cabellos de su cabeza, que Dios se preocupa por ti a cada instante y que el camino que estas haciendo es el que tiene que hacer tu corazón. La fe precisa de los acontecimientos para verificarse. Tú experimentas la presencia de Cristo en tanto cambia la realidad en la que vives. Si tú no vas hasta el fondo de las cosas, de la realidad, es imposible que te plantees el problema de la fe, porque es el problema esencial del ser humano».

«El catolicismo es alegría en cuanto un hombre constata al vivirlo que su vida tiene sentido, que se acuesta en paz, porque sabe que duerme en manos de Dios y que depende de Él para amanecer al día siguiente. El catolicismo es la alegría máxima en el hombre que se siente querido y sabe que sus sufrimientos tienen sentido».

«La experiencia del perdón en el catolicismo, de la que carecen el judaísmo y el islam, es incluso muy liberadora desde el punto de vista terapéutico, sicológico, humano. O sea que si que, en cierto sentido, el Señor alivia nuestras cargas».

«La experiencia de la iglesia demuestra que las épocas más aciagas han sido semillas de algo grande. Hay figuras que desde la historia de la Iglesia se convierten en testimonio para todos. Por ejemplo, la Madre Teresa en Calcuta donde empezó una obra extraordinaria en medio de gran miseria. Francisco de Asís abandonó todas las riquezas. Catalina de Siena cuida de las perronas que tienen cáncer. Hay un misterio a través del cual en situaciones de sufrimiento o de extrema pobreza el Señor se manifiesta con mucho esplendor«.

«La positividad de la existencia es constatar que todo lo que acontece es fruto del amor creador de Dios y que el camino del hombre por azaroso que sea tiene un sentido. Y esto lo comprendes cuando te encuentras con personas que viven situaciones muy difíciles y que son para ti un ánimo. Yo tengo amigos que han tenido una enfermedad grave como el cáncer a los que iba a ver al hospital para que me fortaleciesen. Esto no es de este mundo. No es normal que cuando una persona afronta una situación tan desagradable se crezca. Eso es testimonio de otro. Cuando tu ves estos milagros patentes delante de ti, te das cuenta que ha entrado en la historia un factor que la cambia, que cambia el ritmo ordinario o natural de las cosas”.