Subir la escalera de Jacob desde las barras verticales de una celda

web3-jacobs-ladder-genesis-28-ladder-to-heaven-angels-pd

Las enseñanzas de un preso que también es un oblato benedictino sobre cómo conseguirlo, aprendidas directamente de la Regla de san Benito.

Últimamente ha habido mucha discusión sobre la “opción benedictina”, pero bastante menos atención al aspecto fundamental de esa opción: La Regla de san BenitoLa Regla, establecida por san Benito en el siglo VI como cimiento de la vida monástica, ha de ser aprendida y respetada por los monjes y monjas benedictinos y por también por los oblatos benedictinos (laicos benedictinos). Es una guía diaria para vivir.

Yo soy un oblato benedictino y, como tal, he sido mentor de novicios que deseaban hacerse oblatos, incluyendo dos que ahora son presos. Me carteo con los reclusos, revisando los capítulos de La Regla, respondiendo y planteando preguntas. Uno de estos presos ha invertido los papeles y se ha convertido para mí en todo un ejemplo de cómo vivir una vida en la Reglaindependientemente de las circunstancias.

La humildad es la virtud esencial para seguir la Regla, una virtud que concede la fuerza de escalar de peldaño en peldaño por la Escalera de Jacob. Así que, ¿cómo practica esta virtud mi discípulo —llamémosle John— y cómo está representada esa virtud en La Regla de san Benito? Responderé primero a la segunda pregunta.

Pero antes, aviso de renuncia de responsabilidad: existen muchos debates excelentes sobre la humildad y la Regla, en libros y en Internet (ver las Referencias abajo); no intentaré resumirlos, sino ofrecer mi propia síntesis. No listaré los 12 grados de humildad que san Benito usó para los peldaños de su escala, sino que me centraré en los que practicaba John y que yo mismo intento incorporar en mi propia vida diaria.

De modo que, en la base está el mandato de Jesús: “El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Mat 23,12; El libro del pueblo de Dios).

Este es el reconocimiento de que somos creación de Dios y que, como Adán, fuimos creados a partir de la tierra. Así que, sean cuales sean los talentos y dones que hayamos recibido de Dios, no son por nuestro mérito. Este reconocimiento es el “temor del Señor” que está en el primer peldaño: no tener miedo de Dios, sino maravillarse por su poder creativo.

Otra forma de parafrasear el “temor del Señor” es “sobrecogimiento”. Para traer esa conciencia del sobrecogimiento a nuestras vidas, hay que hacer varias cosas:

  • Practicar sumisión a la autoridad
  • Ser pacientes en situaciones difíciles
  • Llevar un inventario de nuestros propios errores y virtudes
  • Contentarnos con nuestra suerte, aunque no sea la que deseáramos

En otras palabras, debemos abandonar la voluntad y la gratificación propias; el desafío de toda una vida.

Valorarás mejor cómo John sube la Escalera de Jacob  —esta Escalera de Humildad— si sabes un poco más sobre él. Imagina a alguien del medio rural sureño de Estados Unidos, de entre 35 y 50 años. No sé cuánto tiempo lleva en prisión, pero es mucho más de tres o cuatro años; está previsto que salga en libertad condicional el año que viene.

Su familia es importante para él: padres, abuela anciana, sobrinos, primos. Se convirtió al catolicismo hace unos tres años y se hizo formalmente oblato benedictino en noviembre del pasado año. Sus compañeros de prisión le respetan y le reconocen como un líder. Es un escritor notable, con algunas asperezas que limar y con un dominio de la Escritura impresionante, casi de autoridad.

En sus cartas, John no se ha quejado de su suerte en prisión. No me cuenta que aumenta su humildad; es lo que yo infiero de sus comentarios sobre cómo aplica la Regla a su rutina diaria y por sus citas de la Escritura.

Queda claro por sus cartas que la institución estatal en la que es prisionero no es un establecimiento cómodo como otras instalaciones federales de seguridad mínima que he visitado como Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión y catequista: no hay gimnasios ni ordenadores ni televisiones personales y solamente un mínimo material de lectura.

Si es obligado a mudarse debido a las condiciones climatológicas y dejar atrás sus cosas, no hay queja. Si un guardia le arenga, lo recibe como un correctivo merecido. Si no consigue un trabajo haciendo cinturones sino que, en cambio, trabaja en la lavandería, todo es para bien. Su preocupación es enseñar con el ejemplo a los otros reclusos que Cristo es su amigo y también será el suyo, dondequiera que estén.

Cuando leo las cartas de John, mi memoria me lleva a 12 años atrás cuando yo mismo era un oblato benedictino novicio que estudiaba el capítulo 7 de  La Regla La humildad— en reuniones del decanato local. A medida que progresaba, reflexionaba sobre mi pasado y sobre cuán mejor habría sido mi vida si hubiera sabido de la espiritualidad benedictina y seguido los preceptos de Benito 10 ó 20 años antes.

Incluso ahora me doy cuenta de que me quedo corto: me sorprendo a mí mismo insatisfecho con mi trabajo y mi efectividad o estoy impaciente e inconforme con mi suerte, preocupado  por el estado del país y del mundo. Y eso que no estoy prisionero tras unas barras verticales; para mí los escalones de la escalera son horizontales y privados.

Así que, vuelvo a leer la última carta de John y luego el capítulo 7 de La Regla y concluyo: hoy un peldaño abajo, pero mañana dos arriba. Descendemos y ascendemos.

“Indudablemente, a nuestro entender, no significa otra cosa ese bajar y subir sino que por la altivez se baja y por la humildad se sube. La escala erigida representa nuestra vida en este mundo. Pues, cuando el corazón se abaja, el Señor lo levanta hasta el cielo. Los dos largueros de esta escala son nuestro cuerpo y nuestra alma, en los cuales la vocación divina ha hecho encajar los diversos peldaños de la humildad y de la observancia para subir por ellos”. ─ Capítulo 7, La Regla de san Benito.

A los 17 años un cáncer de huesos: “Lo que tú quieras”

La Iglesia reconoce como venerable a Montse Grases por cómo llevó su enfermedad

web-montse-montserrat-grases-spain-opusdei_org

¿Cómo le dirías a tu hija de 17 años que tiene cáncer y le quedan meses de vida? Esa fue la situación a la que se enfrentó Manolita García, madre de Montse Grases, el 20 de julio de 1958.

Así la recuerda, según lo recoge la biografía Sin miedo a la vida, sin miedo a la muerte (1941-1959) de José Miguel Cejas:

-Bueno, mamá, ¿me vais a decir lo que tengo?

-Pero Montse -le dije-, ¿a esta hora, tan tarde…?

-Sí, sí, de hoy no pasa: me decís ahora mismo lo que tengo.

Comprendí que ya no podíamos retrasarlo más. Entonces Manuel se lo explicó todo, muy concreto, muy claro, sin disfrazar las palabras:

-Montse, tienes un cáncer. Un sarcoma de Ewing.

Se quedó un momento parada, y preguntó:

-¿Y si me cortaran la pierna?

Manuel le dijo que ya había habido una consulta concreta sobre ese particular: se habían considerado todos los aspectos, y no era conveniente; no existía esa posibilidad; no podía ser…

Entonces ella hizo un gesto, un mohín, como diciendo: ‘qué lástima’…

Fue un mohín nada más, un mohín muy gracioso me pareció a mí, después de decirle aquello, pobrina, que era tremendo… Y se salió del cuarto y se fue para la habitación.

Allí la vi cómo se arrodillaba a los pies de la Virgen de Montserrat y se ponía a rezar.

Luego se sentó y estuvo haciendo brevemente el examen de conciencia. Rezó de rodillas las tres avemarías y se metió en la cama. Entonces le dije a Manuel: ‘me voy con ella’. Me parecía imposible que después de decirle una cosa así pudiese dormir…

Llegue a su cuarto y la empujé un poquito para que me hiciera sitio, y me dijo:

-¿Qué haces, mamá?

-Pues mira, dormir contigo.

-¡Ay, que suerte!, me contestó, en un tono jovial…

Ella apoyó la cabeza sobre mi hombro y al cabo de unos instantes, sólo unos instantes, vi que respiraba profundamente… Me di cuenta de que se había dormido.

Me cercioré bien y me marché. Y eso fue todo.

…Todo no, porque luego supe que al arrodillarse delante de la Virgen de Montserrat le había dicho: ‘lo que Tú quieras’”.

Precisamente la fiesta de la Virgen de Montserrat, este miércoles 27 de abril de 2016, fue el día en que el papa Francisco autorizó el decreto sobre la heroicidad de las virtudes de esta joven, a quien a partir de ahora la Iglesia considerará “venerable” por la manera como llevó su enfermedad.

La madre de Montse recuerda así aquel momento en que le dio la noticia a su hija:
“…Ya sé que son muy pocas palabras para describir un acto tan grande como fue el de explicarle a Montse la enfermedad que tenía. Pero no hay nada que añadir: todo fue así de sencillo. Ella no conocía siquiera la existencia de esa enfermedad, entre otras cosas porque entonces no se conocía tanto como de unos años a esta parte. No creo ni que se le hubiera pasado ni por la imaginación. Recuerdo perfectamente la expresión de su cara… solamente aquel frunce de labios; no se le humedecieron los ojos, ni… ¡Nada! ¡Nada! ¡Qué cosa más sobrenatural!

Sobrenatural. Me lo he pensado antes de emplear esta palabra. Pero es la que corresponde. Porque, ¿cuál puedo emplear, si no? ¿Qué cosa ‘más poco natural’?, o ¿qué cosa ‘más poco normal’? No. Ella siempre obraba con normalidad y naturalidad. Y era evidente que Dios la confortaba… Porque, si le quitaba de golpe todas sus ilusiones, todo…, ¿iba acaso a dejarla sola?”.

Manolita está convencida de que en esos momentos, la fuerza a su hija le vino de Dios:

“Yo siempre vi a Dios en todo lo que iba sucediendo aquellos días y muchas veces lo sentí muy cerca. A partir de aquel momento ya no podría hacer realidad ninguna de sus ilusiones, cuando estaba llena de gozo pensando que le faltaban pocos días para marcharse a vivir a un Centro del Opus Dei; y eso era lo único que a veces la hacía impacientarse. En los días pasados veía que se iba alargando lo de su enfermedad y me lo decía con preocupación… Y aquella noche se confirmaron sus sospechas: ya no se realizarían nunca aquellos sueños que la habían hecho vibrar durante los últimos meses”.

Este fue el principio de un luminoso camino hacia la muerte, lleno de esperanza e incluso de alegría contagiosa en muchos momentos. Ser consciente de su enfermedad supuso para Montse el gran salto de su vida, según su hermano mayor, Enrique.

Hasta aquel momento su vida había sido, en gran parte, fruto de la educación cristiana que nos habían dado en casa. Pero fue entonces, cuando se encontró cara a cara con esa experiencia fuerte del dolor, cuando se identificó con la agonía de Jesús en la Cruz. Descubrió que estaba condenada -por decirlo así- a morirse en muy poco tiempo, y comenzó a ser heroica en lo pequeño y a poner en práctica esas enseñanzas sobre el amor a Dios en medio del sufrimiento, que todos hemos oído tantas veces, pero que sólo pueden vivirse de verdad cuando se experimenta ese dolor en carne propia“, recuerda.

 Conoce aquí la historia de Montse Grases.

 

La única monja sentenciada a muerte por un tribunal nazi

La Hermana María Restituta colgó crucifijos en las paredes de su hospital y se negó a retirarlos

saint-beata-restituta-public-domain

La hermana María Restituta comenzó la Cuaresma de 1942 bajo arresto. Fue detenida el Miércoles de Ceniza. Su crimen: “colgar crucifijos”. Fue sentenciada a muerte. Al año siguiente, el Martes de la Semana Santa, fue ejecutada.

El 1 de mayo de 1894 fue un día feliz para Anton y Marie Kafka. Marie acababa de dar a luz a su sexta hija y tanto la bebé como su madre se encontraban bien. Los orgullosos padres pusieron a su pequeña el nombre de Helena. Devotos católicos, Anton y Marie bautizaron a Helena sólo 13 días después de su nacimiento.

La ceremonia tuvo lugar en la iglesia de la Asunción de la ciudad de Husovice, Austria. Antes de que Helena cumpliera los dos años, la familia ya se había instalado en la ciudad de Viena.

Helena era una estudiante buena y trabajadora. Recibió la Primera Comunión en la iglesia de Santa Brigitta en mayo de 1905 y se confirmó en esa misma iglesia un año más tarde.

Después de ocho años en la escuela, pasó otro año más en una escuela de servicio doméstico y, a los 15 años, ya trabajaba como criada, cocinera y se formaba para ser enfermera.

Con 19 trabajó como ayudante de enfermera en el Lainz City Hospital. Aquí se produjo el primer contacto de Helena con las Hermanas Franciscanas de la Caridad Cristiana e inmediatamente sintió la llamada para convertirse también ella en hermana, así que el 23 de octubre de 1915 pasó a ser la hermana María Restituta.

Pronunció sus votos definitivos un año más tarde y empezó a trabajar como monja.

A finales de la Primera Guerra Mundial, la hermana Restituta era la enfermera jefa en cirugía en el Hospital Mödling de Viena.

Nunca había oído hablar de Adolf Hitler ni podía haber imaginado que algún día, debido a este hombre, su amada nación sería anexionada a la República Alemana.

El 12 de marzo de 1938, el partido nazi austriaco organizó un golpe de estado exitoso que tomó el control del gobierno. Lo inesperado e inconcebible había sucedido y ahora Hitler controlaba la una vez orgullosa nación austriaca.

La hermana Restituta era muy abierta con respecto a su oposición al régimen nazi.

Cuando se construyó un ala nueva del hospital, ella colgó un crucifijo en cada una de las habitaciones nuevas. Los nazis exigían que las quitara.Amenazaron a la hermana Restituta con perder su trabajo si no obedecía.

Se negó. Los crucifijos permanecieron en las paredes.

Uno de los médicos del hospital, un nazi fanático, no quería tener nada que ver con el asunto. Denunció a la monja ante el Partido y, el Miércoles de Ceniza de 1942, fue arrestada por la Gestapo cuando salía de una sala de operaciones.

Los cargos contra ella incluían “colgar crucifijos y escribir un poema ridiculizando a Hitler”.

Los nazis no tardaron en sentenciarla a muerte en la guillotina por “favorecer al enemigo y conspirar para cometer alta traición”.

Le ofrecieron la libertad a cambio de abandonar a las franciscanas que tanto amaba. Se negórotundamente.

Aunque muchas monjas perdieron la vida en los campos de exterminio, la hermana Restituta fue la única monja católica que fue acusada, enjuiciada y sentenciada a muerte por un tribunal nazi.

Un llamamiento a la clemencia consiguió llegar hasta el mismísimo escritorio del secretario personal de Hitler y jefe de la Cancillería del Partido Nazi, Martin Bormann.

Su respuesta fue que la ejecución de la monja “serviría como intimidación efectiva para otros que quisieran resistirse a los nazis”.

La hermana María Restituta pasó sus últimos días en prisión cuidando de los enfermos.

Por su amor hacia el crucifijo —mejor dicho, hacia Aquel que murió en él— fue decapitada el 30 de marzo de 1943.

El día de su ejecución resultó ser un Martes Santo de Semana Santa. Tenía 48 años.

El papa Juan Pablo II visitó Viena en 1998 y allí beatificó a Helena Kafka, la niña cuyo destino fue servir a los demás. Fue declarada beata María Restituta. Había aprendido a servir al prójimo extremadamente bien. Pero al que sirvió mejor de todos fue a su Salvador. Le ofreció su vida.

Bleata María Restituta, por favor ruega por nosotros.

San Gabriel De La Dolorosa

De carácter agresivo e iracundo, la gracia hizo de él una persona sensible y de una amabilidad extraordinaria

web-saint-feb-27-gabriel-of-our-lady-of-sorrows-c2a9-a-currell-cc

Nació en Asís el 1 de marzo de 1838. Era el undécimo de trece hermanos. Perdió a su madre cuando tenía 4 años. Su padre era juez en la ciudad y al quedarse viudo se ocupó personalmente de su formación. Era un hombre creyente que, junto a su esposa, había alentado a sus hijos a compartir diariamente prácticas de piedad como el rezo del rosario.

Sostenidos por su confianza en Dios afrontaron la desaparición de cinco de los hermanos. La sensibilidad de la que hacía gala se puso de manifiesto también con la educación de Francisco. Éste tenía lo que se dice mal genio.

Un carácter impulsivo y tendente a la ira, que su progenitor se preocupó de templar a través de la selecta educación que le proporcionaron los hermanos de las Escuelas Cristianas y los jesuitas con quienes les llevó a estudiar.

El mundo en cierto modo le atraía, y como era un líder, fácilmente sobresalía en cualquier lugar. Después, la indómita personalidad, atenuada progresivamente, dejó traslucir un «temperamento suave, jovial, insinuante, decidido y generoso; poseía también un corazón sensible y lleno de afectividad…

Era de palabra fácil, apropiada, inteligente, amena y llena de una gracia que sorprendía…». Además, poseía innegable atractivo: alto, bien formado, y le acompañaba incluso su tono de voz. Esmerado en el vestir –iba a la última– tenía dotes para el canto, la poesía y el teatro.

Sensible y proclive al enamoramiento, se sentía atraído por la lectura de las novelas. Pero como en su interior mantenía siempre viva su fe cristiana (incluso tenía en su habitación una escultura de la Piedad que veneraba), después experimentaba una honda tristeza y abatimiento. A veces acompañaba a su padre al teatro, y lo abandonaba a escondidas para rezar bajo el pórtico de la cercana catedral, regresando de nuevo antes de que acabara la función.

Dios tocó su corazón por medio de una grave enfermedad. Aterrorizado por ella, prometió que si sanaba, abandonaría la vida que llevaba. Se curó, pero no cumplió su palabra. Con todo, llamó a la puerta de los jesuitas y aunque fue aceptado, pensó que le convenía una comunidad más rigurosa. Nuevamente estuvo a punto de morir, y seguro de que manteniéndose fiel a Dios, sanaría, tocado por el ejemplo del beato Andrés Bobola, al que había pedido su mediación, efectivamente se curó. Solo le quedaba cumplir su promesa ingresando con los jesuitas. Sin embargo, dejó pasar el tiempo.

Entonces perdió a la hermana que más quería a consecuencia de una epidemia de cólera, y lo interpretó como un signo divino inaplazable. De modo que, comunicó a su padre la decisión que daría el rumbo definitivo a su existencia. A su progenitor le parecía que un joven tan mundano como él no iba a encajar fácilmente en esa forma de vida y desistiría de su empeño prontamente.

En esa época, intervino María. El 22 de agosto de 1856, cuando Francisco asistía a la procesión de la «Santa Icone» en Spoleto, donde residía, la Virgen le dijo:«Tú no estás llamado a seguir en el mundo. ¿Qué haces, pues, en él? Entra en la vida religiosa. Y el 10 de septiembre de 1856, con 18 años, ingresó en el noviciado pasionista de Morrovalle (Macerata). Al profesar tomó el nombre de Gabriel de la Dolorosa.

Efectivamente, y tal como su padre pensó, la diferencia entre la vida que había llevado y la conventual le costó grandes esfuerzos a todos los niveles. En nada se parecía la frugalidad de una mesa sobre la que se extendían humildes viandas con los apetitosos bocados que había gustado en su casa. Los horarios, la disciplina… Se sobrepuso a todo. Y después, hizo notar en sus escritos: «La alegría y el gozo que disfruto dentro de estas paredes son indecibles».
Se formó en Preveterino, Camerino e Isola feliz de poder convertirse en sacerdote, pero Dios tenía otros planes para él.

Nunca se quejó, soportó santamente las humillaciones, y fue admirado por sus hermanos por la amabilidad de su trato, su fervor, y la fidelidad en el cumplimiento de lo que se le indicaba: «Lo que más me ayuda a vivir con el alma en paz es pensar en la presencia de Dios, el recordar que los ojos de Dios siempre me están mirando y sus oídos me están oyendo a toda hora y que el Señor pagará todo lo que se hace por él, aunque sea regalar a otro un vaso de agua», decía.

Refugiado en Cristo y tan alejado de la notoriedad, hasta quemó sus experiencias místicas que habían estado cuajadas de favores celestiales que anotó. Paciente, humilde y obediente supo sacar partido a las mortificaciones y penitencias, creciendo en la santidad a través del dominio de la voluntad en las pequeñas cosas del día a día.

A punto de ser ordenado sacerdote en 1861, contrajo la tuberculosis. Tenía presente la Pasión de Cristo y le habían consolado «Las glorias de María» de san Alfonso María de Ligorio, que acrecentaron su devoción por la Virgen. Tras un año de sufrimientos, ofrecidos como víctima expiatoria a Cristo, dando heroico testimonio de paciencia y de conformidad en tan doloroso proceso, murió en Isola del Gran Sasso, Teramo, el 27 de febrero de 1862. Fue canonizado el 13 de mayo de 1920 por Benedicto XV.

Oremos

Tú, Señor, que concediste a San Gabriel el don de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este santo, la gracia de que, viviendo fielmente nuestra vocación, tendamos hacia la perfección que nos propones en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

Artículo publicado originalmente por evangeliodeldia.org 

Conoce a 17 santos que se enfrentaron con el diablo, y sobrevivieron para contarlo

Sus historias sirven de inspiración y consuelo para todos los cristianos de hoy

santos-vaticano

La existencia del diablo y de otros espíritus malignos es atestiguada tanto por el Catecismo de la Iglesia como por las Sagradas Escrituras, y podemos encontrar referencias a estas entidades en muchos escritos de los Padres de la Iglesia.

La existencia de estos seres está también confirmada por el testimonio de muchos santos, y este es el tema central del nuevo libro de Paul Thigpen, Saints Who Battled Satan(Santos que lucharon contra Satanás, en traducción libre).

Thigpen, renombrado escritor y periodista, es doctor en estudios religiosos por la Universidad de Emory.

Enseñó teología en diversas universidades norteamericanas y es autor de más de 40 libros y cientos de artículos, sus trabajos fueron traducidos a más de 12 idiomas y publicados en todo el mundo.

En Saints Who Battle Satan, el profesor Thigpen narra las historias de 17 santos, hombres y mujeres de Dios que, en diversos contextos históricos y geográficos, dieron testimonio de sus luchas personales contra las fuerzas demoníacas. Sus historias sirven de inspiración y consuelo para todos los cristianos de hoy.

Thigpen actualmente es editor de TAN Books, tradicional editorial católica fundada en 1967 y con sede en Carolina del Norte, Estados Unidos. Primero fue ordenado pastor protestante, se conviritió al catolicismo en 1993.

En esta entrevista concedida a Aleteia, el Dr. Thigpen habla de su nuevo libro, que considera una continuación de subest-seller Manual for Spiritual Warfare (Un Manual para la Guerra Espiritual).

– Son muchas las historias de batallas libradas por los santos contra el diablo. ¿Cuál es el criterio que utilizó para escoger sólo 17?

De hecho, no fue una tarea fácil. Varios factores fueron tomados en consideración. Primero, con el fin de enfatizar el carácter universal de la lucha espiritual, quise incluir a santos de diversas culturas y diversos contextos históricos.

Los santos que escogí provienen de 12 países diferentes de Asia, África, Europa, América del Norte y América del Sur. Hay representantes de cada siglo desde los principios del cristianismo, excepto del siglo XXI, que acaba de comenzar.

Una segunda preocupación fue la de incluir historias y pasajes que pudieran ilustrar los principios ya discutidos en mi libro anterior, Manual for Spiritual Warfare.

Deseaba presentar a mis lectores las historias de hombres y mujeres de “carne y hueso”, testimonios directos de las manifestaciones ordinarias y extraordinarias del diablo.

Busqué también mostrar cómo los santos usan las “armas espirituales” que tenemos a mano, tales como la oración, el estudio de las Escrituras y los sacramentos; quise enfatizar cómo el cultivo de las virtudes cristianas les sirvieron de armadura espiritual en medio de los más violentos enfrentamientos; y cómo, en los momentos difíciles, estos santos solicitaron la ayuda de su comandante, Jesucristo, así como la de sus compañeros de campaña: los santos que libraron semejantes batallas antes que ellos, los ángeles y, en especial, la Virgen.

Finalmente, un factor decisivo fue, sin duda, la disponibilidad de información biográfica pertinente. Para cada santo seleccionado, era necesario tener a la mano material suficiente para redactar un capítulo completo.

Incluso así, en mi investigación terminé por acumular una extensa colección de citas e historias incompletas –muy buenas para rechazarlas– que servirían de materia prima para una sección adicional del libro.

– ¿Cuáles son los medios más comunes empleados por Satanás para acercarse a nosotros o tentarnos?

En general, somos capaces de discernir esos pensamientos que nos vienen a la mente por sugerencia o inspiración de una fuente exterior, de aquellos que nos ocurren por cuenta de una sugerencia de nuestros propios sentidos y facultades intelectuales.

Los demonios, al estar desprovistos de cuerpo físico, pueden transmitir ideas y pensamientos directamente a nuestras mentes.

Esta es una estrategia furtiva, ya que si no somos capaces de discernir esas influencias, podemos tomar equivocadamente pensamientos insinuados por ellos como genuinamente nuestros.

Satanás típicamente busca influenciarnos por medio de ilusiones, acusaciones, dudas (en especial respecto al amor de Dios hacia nosotros); o provocaciones, con el afán de despertar en nosotros la vanidad, la rabia, la lujuria, la desesperación; o aún incitándonos a desear aquello que nos está prohibido, o incluso a buscar a través de medios ilícitos algo que podría ser benéfico.

– ¿Podría citar a algún santo que haya lidiado con Satanás de forma poco usual respecto a los demás?

Me acuerdo del episodio en que el diablo intentó tentar a san Benito por medio de la lujuria. El espíritu maligno trajo a su memoria la imagen de una mujer muy atractiva que él conoció cuando era joven.

El recuerdo de esa mujer inflamó su corazón, a tal punto que casi lo hizo sucumbir y entregarse.

En ese momento, sin embargo, vio frente a sí un nido lleno de ortigas y espinas afiladas. Inmediatamente se quitó el hábito y se lanzó al arbusto, arrastrándose entre las espinas hasta que el cuerpo estuviera cubierto de heridas; y así la tentación lo abandonó.

– ¿Hay santos especialmente adecuados para apoyarnos en determinados tipos de tentaciones? ¿Podría mencionar a alguno de ellos?

La tradición católica nos anima a pedir ayuda de los santos que han librado batallas semejantes a las nuestras.

Así, al ser tentado por la lujuria, recomendaría buscar ayuda de san Benito; en los momentos de cólera, pediría ayuda a san Jerónimo; para resistir al pecado de la soberbia, a san Ignacio de Loyola; para no desanimarnos en nuestro caminar, la intercesión de santa Teresa de Ávila; y en los momentos de desesperación, a san Padre Pío, por ejemplo.

– Si pudiera imaginar algo como un “kit de supervivencia espiritual”, ¿cuáles serían los artículos más importantes que debería tener?

Bien, pienso que era precisamente lo que tenía en mente cuando escribí Manual for Spiritual Warfare.

El libro ofrece una visión general de la enseñanza de la Iglesia sobre cómo proceder en la batalla espiritual.

Analiza también algunos de los “recursos de batalla” cultivados por la tradición católica: doctrina pertinente, diversos textos, citas y episodios de las vidas de los santos, además de oraciones y cantos.

– ¿Cuáles son las virtudes más importantes para mantener el mal alejado y cómo utilizarlas como protección?

Desde tiempos remotos, un sinnúmero de consejeros espirituales cristianos han recomendado la humildad como virtud fundamental; sólo en ella las demás virtudes florecen. Por esa razón, la destaco como la más importante de todas la virtudes.

Para dar un ejemplo práctico de cómo la humildad puede protegernos de las embestidas del diablo, toma en cuenta una historia contada por los antiguos padres del desierto, respecto de un monje conocido por su profunda humildad.

Él oraba en recogimiento cuando recibió la visita del propio diablo, disfrazado de ángel de la luz. El diablo le dijo: “Soy el ángel Gabriel, y fui enviado a ti”, con el propósito de tentarlo con la soberbia.

Pero el humilde monje no se dejó engañar, respondiéndole: “Usted debe estar equivocado. Sin duda fue enviado a otra persona; no soy digno de recibir la visita de un ángel”. El diablo entonces se retiró, decepcionado y derrotado por la humildad del monje.

– ¿Por qué algunas personas parecen estar más asediadas por el diablo que otras?

Un patrón que se repite en las biografías de muchos santos es el siguiente: cuando el diablo percibe que una persona causará daños importantes a su imperio infernal, lo ataca furiosamente.

Fue así con san Antonio Abad, al demostrar su firme decisión de vivir como santo ermitaño en el desierto, también con santa Catalina, cuando decidió consagrarse a Cristo cuando era niña; fue lo que ocurrió al santo Padre Pío en el momento en que entró en la orden de los capuchinos.

Fue en estos momentos que el enemigo de sus almas realizó sus más violentos ataques, en un intento por impedírselos. Él sabía que si acaso tuviera éxito en someter a esos hombres y mujeres, las grandes obras que les serían confiadas por Dios serían saboteadas.

Pienso que ser consciente de esta verdad debe servirnos para consolarnos en los momentos difíciles.

Si enfrentamos la violenta oposición por parte de las huestes diabólicas, tal vez eso significa que Dios tiene grandes planes que realizar por medio de nosotros.

Debemos siempre tener en mente la advertencia de san José María Vianney: “El mayor de todos los males están en no experimentar la tentación, pues así tenemos motivos para creer que el diablo ya nos trata como su propiedad”.

– ¿Cómo podemos identificar las influencias verdaderamente procedentes de Satanás? ¿Cómo evitar volvernos paranoicos, excesivamente preocupados con el mal?

Las Escrituras nos hablan de nuestra lucha contra el “mundo”, la “carne” y contra el diablo (ver Santiago 4,1-7).

Es verdad que no siempre nuestros embates espirituales son directamente provocados por el diablo. Incluso así, es neceario tener en mente que, en estos momentos, él se aprovecha para intentar hacerse más presente y ejercer con mayor intensidad su influencia en nuestras vidas.

Debemos seguir siempre sus movimientos con gran atención. Creo que si somos capaces de cultivar el hábito de reconocer el origen de nuestros pensamientos, gran parte de nuestra lucha ya estará vencida.

Este tipo de discernimiento es cultivado por medio de las disciplinas espirituales tradicionalmente recomendadas por la Iglesia: oración frecuente, participación en la misa, adoración eucarística, recibir regularmente los sacramentos – en especial el de la Reconciliación y la Eucaristía, así como el estudio de las Escrituras (incluso memorizarlas) y el consejo de tutores autorizados.

El rechazo en ceder a cualquier paranoia frente al enemigo es otro patrón constante en las biografías espirituales de los santos; eran capaces de conservar su valentía y confianza inquebrantables porque tenían la convicción –como nos dice san Juan– de que cuanto mayor es Dios habitando en nuestro interior, mayor será el maligno presente en el mundo (ver 1 Jn 4,4).

Aunque tomaran al diablo muy en serio, también demostraban una especie de “desprecio sagrado” por él; sabían que, en última instancia, se trataba de un enemigo derrotado.

Es curioso ver que, incluso cuando la lucha se mostraba tan violenta al punto de castigar sus cuerpos, algunos santos les atribuían apodos graciosos a los espíritus malignos que los atormentaban.

Santa Catalina llamaba al suyo “ladroncillo” (porque intentaba robar almas); san Pío se refería al demonio que lo atacaba “ogro”; santa Gemma Galgani lo llamaba “chiappino” (asaltante); y san Juan Vianney apellidaba a su verdugo “grappin” (“garra” o “tenaza”, en francés). “Ah, ¿grappin y yo?” dijo en broma una vez, “¡ya somos casi amigos!”.

– En su opinión, ¿cuál sería la mejor manera de convencer a un incrédulo que Satanás de hecho existe y actúa?

Al hablar con personas incrédulas, les pido en primer lugar que consideren la evidencia acumulada a ese respecto.

A lo largo de la historia, pueblos de culturas muy diferentes y de las más diversas regiones del globo han afirmado la existencia de espíritus malignos, incluso cuando no están de acuerdo sobre otras realidades espirituales.

Incluso en nuestros días, oímos personas cultas e inteligentes dar testimonio de encuentros personales con fuerzas demoníacas. Ahora, esta parece ser una idea tan universalmente aceptable que debe tener algún fundamento.

Claro, es necesario reconocer que muchas enfermedades y trastornos mentales fueron y aún son equivocadamente atribuidos a la influencia de demonios.

Pero la gran cantidad de creencias y supersticiones populares en relación con espíritus malignos no constituye un argumento consistente contra su existencia.

Los escépticos podrían exigir evidencias más “científicas”. Pero, ¿qué tipo de evidencia relevante al respecto podría ser obtenida a través del método científico?

Las ciencias naturales investigan la realidad por medio de conceptos como el espacio, el tiempo, la energía, el movimiento; las ciencias humanas analizan el comportamiento humano.

– Los demonios no tienen cuerpo físico, ni tampoco son humanos. ¿Cómo podríamos someterlos a los escrutinios de nuestra ciencia?

No podemos colocarlos en tubos de ensayo, ni someterlos a los métodos de psicoanálisis. Lo máximo que los científicos pueden hacer es observar las influencias de los demonios en el mundo físico o en el comportamiento de las personas; pero la mentalidad “científica” los llevará a buscar, siempre, explicaciones alternativas para tales fenómenos, incluso cuando éstas se muestren claramente inadecuadas.

Al hablar con católicos, basaría mi argumentación en losnumerosos pasajes de la Biblia que dan testimonio de la existencia del diablo y de sus aliados malignos.

Los Evangelios dan testimonio, en particular, de que el propio Jesucristo habló con Satanás; la discusión entre Nuestro Señor y el diablo en el desierto no se considera solamente un diálogo interior sobre las tentaciones.

Cristo se refirió a los demonios en diversas ocasiones, y la actividad de expulsar a los malos espíritus de personas endemoniadas constituyó un aspecto destacado e indispensable de su misión.

Algunos estudiosos han sugerido que en estos episodios, Cristo estaría, de hecho, simplemente curando enfermedades físicas o mentales, erróneamente considerados demonios de las personas de aquel tiempo.

En respuesta a tales argumentos, necesitamos sólo recordar que, conforme atestigua el Evangelio, al menos en una ocasión –obedeciendo órdenes de Cristo– los demonios abandonaron a su huésped humano para invadir los cuerpos de animales. Ahora, no se puede transferir un trastorno médico de un hombre a una piara de cerdos.

La realidad de los poderes demoníacos han sido un elemento constante de la doctrina de la Iglesia católica desde su institución por Cristo, por medio de sus apóstoles. Estos, como sus sucesores, hablaron y escribieron sobre Satanás en varias ocasiones.

A lo largo de los siglos, todos los grandes maestros de la Iglesia han corroborado su existencia.

La existencia de Satanás ha sido también reiterada en diversas declaraciones de los papas y concilios de la Iglesia; encontramos referencias a él también en la liturgia.

Y, conforme nos muestra este libro, a lo largo de los siglos un sinnúmero de santos – personas cuya integridad moral y salud mental no puede ser cuestionada– dieron testimonio de sus propias luchas personales contra agresores demoníacos.

La obstinación en seguir rechazando la veracidad de estos hechos me parece más la expresión de una creencia ciega e irracional.

Un sacerdote exorcista hacia los altares

Juan Manuel Martín del Campo podría convertirse en el primer exorcista beato de América Latina

web-mexico-father-priest-del-campo-juan-manuel-martin-del-campo

En la nueva tanda de futuros beatos aprobada a fines de septiembre por la Congregación para la Causa de los Santos, muy pocos notaron que se incluye uno que se distinguió en vida por ser un activo y reconocido exorcista. Se llama Juan Manuel Martín del Campo, de nacionalidad mexicana, que nació en Lagos de Moreno, en el Estado de Jalisco, el mismo año de la revolución rusa, 1917.

Pero la mayor parte de su vida transcurrió en el Estado de Veracruz, durante los años de la persecución religiosa, como seminarista, como párroco, como profesor, como confesor y capellán y como director espiritual, en una época en que las leyes mexicanas prohibían que la Iglesia desarrollara actividades públicas. Y nada menos que como exorcista, “un antiguo rito de sanación del demonio” que Martín del Campo practicó desde 1987 hasta 1995, un año antes de su muerte en 1996 debido a un cáncer de próstata.

Eran años difíciles para la Iglesia mexicana, a la que Juan Pablo II visitó entonces en dos oportunidades, 1979 durante la presidencia de López Portillo –cuando celebró una misa en Veracruz a orillas del mar- y en 1992, cuando gobernaba Salinas de Gortari.

Un biógrafo de Juan Manuel Martín del Campo afirma que el candidato a beato, “Conocido por su entrega y devoción al ministerio, su paciencia para confesar a los fieles y ser un sacerdote docto y lleno de piedad, encontró especial reconocimiento por realizar diversos exorcismos en la región, siendo uno de los más conocidos el ya mencionado, en el Centro de Especialidades Médicas del Estado de Veracruz (CEM)”.

El caso citado, uno de los muchos que el sacerdote trató durante los 7 años que recibió el mandato como exorcista del obispo de su diócesis, lo narra Rafael González Hernández, postulador de la causa, en su libro “Yo soy el Padre Martín”, usando como fuente principal un cuaderno de apuntes donde el sacerdote anotaba los pedidos que recibía.

El año que realizó ese exorcismo, noviembre de 1994, en el Centro de Especialidades Médicas ocurrió algo insólito. La madre de una enfermera que trabajaba en el hospital se acercó al sacerdote para informarle que había una paciente originaria de una localidad llamada Papaloapam, que presentaba “manifestaciones raras” que ni siquiera los médicos podían resolver, y que tenían la apariencia de “manifestaciones diabólicas”.

Los apuntes dicen que algunos días después un médico del mismo centro le pidió ayuda, de lo que se deduce que no fue inmediato y que el padre Martín del Campo se tomó tiempo para evaluar de qué se trataba. El médico admitió delante del sacerdote, y éste lo registra, que las terapias no hacían efecto y que la mujer, lejos de mejorar, empeoraba cada vez más, “provocando miedo en médicos y enfermeras”. El sacerdote decidió ir a ver. Con el permiso de los especialistas examinó a la mujer, llegó a la conclusión de que se trataba de un caso grave y decidió realizar un exorcismo.

El libro del biógrafo y postulador Rafael González Hernández reproduce estas palabras presumiblemente tomadas de los apuntes del exorcista: “Me dijeron que cuando ya iba en los pasillos del nosocomio, sin que la enferma lo supiera, ésta empezó a decir con voz distorsionada “ya viene el Martín, ya viene el Martín, jajajaja”, seguido por carcajadas inconexas. Entré inmediatamente y la pude ver con detenimiento, pude ver su rostro herido por la presencia del espíritu del mal”. El libro registra también que: “La mujer fue liberada y algunos miembros del personal médico se convirtieron a la fe católica, y se colocó una cruz en la entrada del CEM”.

El vocero de la Iglesia católica de Xalapa, Juan Manuel Suazo Reyes, confirmó en una entrevista que los cinco cardenales y los ocho obispos del Consejo de Obispos y Cardenales “determinaron de manera unánime otorgarle el nombramiento de venerable, título que se sumó al de Siervo de Dios”. La causa del sacerdote exorcista fue introducida en el Vaticano el 12 de marzo de 2011 y aprobada por la Comisión de teólogos el 25 de noviembre de 2014, también por votación unánime.

Si el camino de Juan Manuel Martín del Campo hacia los altares prosigue, y nada hace pensar que eso no ocurra, podría ser el primer sacerdote exorcista de América Latina en ser beatificado.

¿Cómo será el cielo? 10 santos te lo cuentan

Los que mejor describen la alegría que nos espera

Camera
Camera

Hemos dejado atrás Todos los Santos y nos acercamos al Adviento, así que es un buen momento para examinar lo que nos sucederá cuando muramos – o más concretamente, cuando nuestras almas eternas se vayan y nuestros cuerpos mueran.

Por suerte para mí, otro escritor ya ha cubierto el lado oscuro de la muerte para Aleteia: los artículos de Brantly Millegan sobre las terribles visiones de los santos sobre el infierno y del purgatorio deberían ser suficientes para mandar a cualquiera corriendo al confesionario y de vuelta al camino estrecho.

Pero la fe verdadera debería tener mucho más que ver con la esperanza y la alegría que con el miedo y el horror; la contrición perfecta, después de todo, tiene que ver con amar a Dios, tanto que no osaríamos ofenderle, no con hacer malabarismos para evitar arder eternamente en el infierno.

Así que, deseando dar una mirada de esperanza a lo que espera a los fieles después de la muerte, os presento diez testimonios sobre el cielo según los santos, algunos de los cuales tuvieron incluso la suerte de experimentarlo de primera mano, antes o después de morir, y nos lo han contado.

Santa Faustina Kowalska escribió extensamente sobre sus viajes espirituales tanto al paraíso como al lugar de perdición en sus diarios, que han sido considerados por la Iglesia como revelaciones aprobadas.

Después de que Faustina quedara traumatizada por sus visiones del infierno, se le dio la oración a la Divina Misericordia para compartirla con el mundo como un arma en la guerra por la salvación de las almas.

Pero tristemente, se le recuerda más esto que sus alentadoras visiones del cielo, sobre las que escribió:

“Hoy fui al cielo, en el espíritu, y vi sus inconcebibles bellezas y la felicidad que nos espera después de la muerte. Vi cómo las criaturas dan sin cesar alabanza y gloria a Dios. Vi cuán grande es la felicidad en Dios, que se difunde a todas sus criaturas, haciéndolas felices; y así toda la gloria y la alabanza que brota de su felicidad vuelven a su fuente; y entran en las profundidades de Dios, contemplando la vida interior de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, a quien nunca podrán comprender o abarcar. Esta fuente de la felicidad es inmutable en su esencia, pero siempre es nueva, brotando felicidad para todas las criaturas”.

San Alfonso María de Ligorio contó una historia que le compartió un superior de la orden jesuita quien se le apareció después de morir y le dio un informe detallado sobre qué trato la gente puede esperar en el cielo.

Según el difunto, las recompensas del cielo no son iguales para todos los que entran, pero todos los que entran quedan igualmente satisfechos:

“Ahora estoy en el cielo, Felipe II rey de España está en el cielo también. Los dos disfrutamos de la recompensa eterna del paraíso, pero es diferente para cada uno de nosotros. Mi felicidad es mucho mayor que la suya, pues no es como cuando estábamos aún en la tierra, donde él era de la realeza y yo era una persona corriente. Estábamos tan lejos como la tierra del cielo, pero ahora es al revés: lo humilde que yo era comparado con el rey en la tierra, así le sobrepaso en gloria en el cielo. Con todo, ambos somos felices, y nuestros corazones están completamente satisfechos”.

El papa san Gregorio Magno habló de la unidad sobrenatural entre la comunión total de los santos en el cielo, y su aparentemente infinito conocimiento: “Además de todo esto, una gracia más maravillosa se otorga a los santos en el cielo, porque conocen no sólo a aquellos con los que estaban familiarizados en este mundo, sino también a los que antes nunca vieron, y conversan con ellos de una forma tan familiar como si en tiempos pasados se hubieran visto y conocido: y por lo tanto, cuando ven a los antepasados en ese lugar de felicidad perpetua, luego los conocerán de vista, aquellos de cuya vida oyeron hablar. Pues ver lo que hacen en ese lugar con un brillo indescriptible, igual a todos, contemplando a Dios, ¿qué es lo que no saben, si conocen al que lo sabe todo?”

Otros santos nos han dejado parecidas visiones y descripciones fantásticas del cielo:

San Agustín: “Allí, la buena voluntad estará tan dispuesta en nosotros que no tendremos otro deseo que el de quedarnos allí eternamente”.

San Felipe Neri: “Si tan sólo llegáramos al cielo, qué cosa más dulce y sencilla que estar allí para siempre diciendo con los ángeles y los santos, Sanctus, sanctus, sanctus”.

San Anselmo de Canterbury: “Nadie tendrá ningún otro deseo en el cielo que lo que Dios quiere; y el deseo de uno será el deseo de todos; y el deseo de todos y de cada uno de ellos será también el deseo de Dios”.

San Juan María Vianney: “Oh mis queridos feligreses, ¡tratemos de llegar al cielo! Allí veremos a Dios. ¡Qué felices nos sentiremos! Si la parroquia se convierte vamos a ir allí en procesión con el párroco a la cabeza… ¡Tenemos que llegar al cielo!”

Santa Bernadette Soubirous: “Mi corona en el cielo brillará con inocencia, y sus flores serán radiantes como el sol. Los sacrificios son las flores Jesús y María eligieron”.

Santo Tomás Moro: “La tierra no tiene ninguna tristeza que el cielo no pueda curar”.

El cielo es un lugar maravilloso, y todos deben esforzarse para llegar allí. Pero quizás la cita “celestial” más alentadora de todas viene de santa Teresa de Lisieux, la “Pequeña Flor”, quien señaló que tan gloriosa como el cielo, Dios encuentra la presencia de sus hijos infinitamente más deseable: “Nuestro Señor no desciende del cielo todos los días para estar en un copón de oro. Se trata de encontrar otro cielo que es infinitamente más querido para Él, el cielo de nuestras almas, creado a su imagen, los templos vivos de la adorable Trinidad”.

Santa Maria Goretti, una exitosa gira de misericordia

La jovencísima santa, precursora del llamamiento del Papa Francisco

web-saint-maria-goretti-usa-roman-catholic-archdiocese-of-boston-ccLa gira de la Misericordia que la santa más joven lleva por Estados Unidos está causando revuelo y, en la línea de la visita papal de hace solo unas semanas, el catolicismo está tomando primera plana de nuevo en América.

En Aleteia pudimos ver de cerca esta gira y hablar con algunos de sus protagonistas, entre ellos Michael Scherrey, pastor de la Parroquia Santa Escolástica en Detroit, Michigan, que está colaborado con la “Gira de la Misericordia” por los Estados Unidos de las reliquias de Santa Maria Goretti.

Él, junto con Carlos Martins, C.C., están llevando a la santa a por todo el país en una misión de misericordia.

“Ha sido increíble la gran cantidad de gente que ha venido a esta gira de este a oeste por el sur y por todas partes, la cantidad de personas es sorprendente, Dios es maravilloso. Él está ofreciendo un regalo por medio de santa Maria Goretti para todas las personas, si ellos vienen y abren ese regalo Dios los bendice”, comenta el padre Scherrey.

A solo semanas de iniciarse el año de la Misericordia “Maria Goretti, viene como precursora de este llamado del Papa Francisco, viene a ayudarnos a entrar en esa misericordia de Dios, pero también a ver nuestro alrededor con ojos de misericordia”, agrega el padre Scherrey.

Texas recibe a santa Maria Goretti y miles de fieles acuden a pedir por su intercesión. Las filas para entrar a venerar sus reliquias son de más de horas de espera y han venido de ciudades a cientos de millas de distancia.

Maria Reséndiz, voluntaria de una de las parroquias que ha recibido las reliquias de la jovencísima santa, comenta: “Han llegado muchas personas, es muy impactante ver a tantas personas con discapacidades, enfermas que acuden a ella para pedir su intercesión”.

Alejandra Loeza, de la parroquia de San Marcos el evangelista en Plano Tx, nos comenta sus razones de acudir al encuentro con santa Maria Goretti: “Pedir su intercesión y aprender a practicar las virtudes que ella practicó, pedir que me ayude a algún día ser una santa como ella lo es”.

“Nunca había tenido una experiencia así, esto es muy hermoso”, finalizó Alejandra.

“La gracia de Dios se está derramando sobre todas las personas que han venerado las reliquias de santa Maria Goretti, he visto a personas no solo emocionarse sino también reconocer el amor de Dios; hay quienes lloran, hay quienes se detienen a rezar”, agregó el padre Schurrey.

Rostro revela la humildad y caridad de santo mulato

San Martín de Porres

La reconstrucción facial de fray Martín de Porres coincide con pintura y escultura que permaneció en convento dominico

san_martin_8_alpha_gr_pt_fundo_2Así lucia Martin de Porres Velázquez a sus 60 años. Este es el rostro que hoy la ciencia nos devela, gracias al esforzado aporte de dos jóvenes científicos brasileños, Cícero Moraes, diseñador en 3D y Paul Miamoto, odontólogo forense, miembros del equipo Brasileño de Antropología y Odontología Legal (EBRAFOL).

Su rostro tierno y melancólico, nos habla de una persona del siglo XVI, que vivió en este convento, y decidió optar por un camino de santidad y luego subió a los altares. .

Con esta entrega los científicos culminaron el proyecto con los frailes de la orden de predicadores, que se inició con la develación del rostro de Santa Rosa en el mes de agosto, continuó con el de San Juan Macías en setiembre y concluyó con el de fray Martín de Porres, el martes 3 de noviembre en la Basílica del Rosario del Convento de Santo Domingo, ubicada en el centro histórico de Lima.

Ustedes lo han tenido todo el tiempo

La reconstrucción facial del rostro del Santo de la escoba, coincide con dos imágenes que han permanecido siempre bajo la custodia de los frailes dominicos. Se trata de una pintura de fray Martín, que yace en el Monasterio de Santa Rosa, y una escultura que está ubicada en la capilla del Santo, junto a su tumba al interior del convento.

Así lo explicaron los científicos brasileños en una ceremonia que se realizó, al término de una multitudinaria homilía que se celebró al conmemorarse los 376 años de la muerte del Santo limeño.

“Sin lugar a dudas, los artistas que lograron la pintura y la escultura retrataron a la persona del cráneo que estudiamos, y lo representaron a partir de datos reales” explicó Moraes.

“No sabíamos que lo teníamos con nosotros desde hace buen tiempo” sostuvo sonriente el prior del Convento Santo Domingo, fray Luis Enrique Ramírez. Esta es una reconstrucción científica que no tiene nada de subjetiva y artística, sentenció.

Esta coincidencia no se había presentado en el caso de las reconstrucciones faciales que realizamos a San Antonio de Padua y María Magdalena, y las representaciones de la época.

Miamoto por su parte dejó a disposición de los religiosos dominicos, la impresión en 3D del rostro del Santo mulato, con la finalidad de contribuir a la investigación cultural a través de los programas informáticos de fuente libre, para ser aplicado y mejorar la calidad de sus pruebas.

En medio de los aplausos y vivas del público la ceremonia de develación del rostro de Martín de Porres, finalizó con la entrega de los religiosos dominicos de una placa recordatoria para cada uno de los científicos, quienes contribuyen con este aporte a la historia del Perú.

Científicos preparan nuevos proyectos

En tres meses estos jóvenes científicos compartirán la reconstrucción facial de dos santos católicos y el de otras personas de la historia de la humanidad, no podemos revelar más detalles, en enero mostraremos los resultados de estas nuevas investigaciones, aseguraron a los medios de prensa en Perú.

Se trata de mostrar al ser humano que está detrás. En el caso de Martín de Porres, comenta el científico la reconstrucción tomó 24 horas a diferencia de las anteriores sólo demoramos 16 horas. Esto debido a que se ha incluido también parte de su indumentaria y el cabello.

Al momento de morir Martín sólo tenía dos dientes, situación que nos llamó la atención por las dificultades que debió haber tenido para masticar y tal vez para hablar. La asimetría en su mandíbula es lo que también se aprecia en las dos imágenes que se conservan en Lima.

El odontólogo forense Paul Miamoto, aseguró que la pérdida de los dientes causó además a San Martín de Porres una disminución del volumen de carne en la región de la boca.

Cícero y Paul se mostraron contentos de haber podido contribuir con éste hallazgo científico a redescubrir la santidad y poder conocer el rostro de quienes en su vida optaron por un camino de santidad.

Martin abrazó un camino de fe y esperanza

“En la discreción, en el silencio Martín mostraba la caridad de Jesús”, destacó Monseñor Raúl Chao, Obispo auxiliar de Lima, durante su homilía concelebrada por los religiosos de la Orden de predicadores.

El 3 de noviembre murió fray Martín en 1639. A su paso por las calles de Lima éste hombre de Dios, hizo de la oración el centro de su vida, puso en práctica la caridad y supo cultivar el valor de la amistad, junto a San Juan Macías compartían penitencias y sacrificios, recordó monseñor Chao, durante la celebración eucarística que se realizó minutos antes de la ceremonia de develación.

El dar al otro de lo que no tenía, contribuir en las labores del convento, estar atento a lo que los demás necesitan son algunas de las actitudes de nuestro santo peruano que debemos imitar concluyó el Obispo auxiliar.

Museo dominico contará con imágenes reales de santos peruanos

Al finalizar la ceremonia el prior del Convento Santo Domingo anunció la instalación de tres “dioramas”, especie de maquetas humanas de los tres santos, al interior del convento de Santo Domingo.

El próximo año se estará inaugurando esta nueva sala, en los claustros del convento para que todos los visitantes, puedan conocer a la persona que está detrás del santo.

De esta forma buscamos retratar la sencillez y humildad de nuestros santos peruanos, que fueron personas de carne y hueso quienes decidieron en vida ser santos.

Consejos de amor de Madre Teresa

Espero encuentres a aquella persona que te haga sonreir

web-love-copule-happy-smile-sylvain-courant-cc

El amor llega a aquel que espera, aunque lo hayan decepcionado, a aquel que aun cree, aunque antes haya sido traicionado, aquel que todavía necesite amar, aunque haya sido lastimado y aquel que tiene el coraje y la fe para construir la confianza de nuevo.

El principio del amor es dejar que aquellos que conocemos sean ellos mismos y no tratarlos de voltear con nuestra propia imagen, porque entonces solo amaremos el reflejo de nosotros mismos en ellos. No vayas por el exterior, este te puede engañar. No te vayas por las riquezas porque aun eso se pierde, ve por alguien que te haga sonreir, porque toma tan sólo una sonrisa para hacer que un dia oscuro brille.

Espero encuentres a aquella persona que te haga sonreir… Hay momentos en los que extrañas a una persona tanto en sueños, que quieres sacarlos de tus sueños y abrazar con todas tus fuerzas.

Espero que sueñes con ese alguien especial y que ese alguien especial sueñe lo que quieres soñar. Ve por donde quieres ir. Se lo que quieres ser, porque tienes tan sólo una vida y una oportunidad para hacer todo lo que quieras hacer.

Espero que tengas suficiente felicidad para hacerte dulce, suficientes pruebas para hacerte fuerte, suficiente dolor para mantenerte humano, suficiente esperanza para ser feliz, las personas más felices no siempre tienen lo mejor de todo.

Madre Teresa de Calcuta