Repetirá su papel defensor en contra del Anticristo
Las enseñanzas de los Padres de la Iglesia indican que San Miguel fue honrado como ángel protector de los hijos de Dios
La devoción a San Miguel Arcángel es una de las devociones más antiguas de la Iglesia Católica; de hecho, sus intervenciones en el plan divino del Creador va mucha más atrás de la Encarnación. Fue San Miguel, quien condujo al ejército de Dios contra Lucifer y a los otros ángeles rebeldes caídos . Es San Miguel Arcángel que custodia la Iglesia Católica y al Papa , y es el mismo San Miguel, que,siguiendo los mandatos de Dios repetirá su papel defensor en contra del Anticristo en los últimos tiempos
En la Biblia, a San Miguel Arcángel, se le hace referencia por su nombre en pocas ocasiones en el Antiguo Testamento, sólo en el libro de Daniel (10,13 y 21), y de nuevo en (12,1):
“En aquel tiempo, se alzará Miguel, el gran Príncipe, que está de pie junto a los hijos de tu pueblo. Será un tiempo de tribulación, como no lo hubo jamás, desde que existe una nación hasta el tiempo presente. En aquel tiempo, será liberado tu pueblo: todo el que se encuentre inscrito en el Libro”. (Daniel 12,1)
Las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, indican que San Miguel fue honrado como el gran Ángel de la guarda de los hijos de Dios antes de la venida de Cristo, y cumplió el papel de defensor durante la época de los patriarcas en adelante.
Los Padres de la Iglesia nos dicen que en muchos eventos durante todo el Antiguo Testamento, donde se indica la aparición y la asistencia de un ángel misterioso del Señor sin nombre, se cree que era San Miguel Árcángel
A continuación te indicamos el modo de rezar el Triduo a San Miguel Arcángel
Oraciones iniciales
Invocaciones
Meditación para el primer día Oraciones finales
Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición: Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
Invocaciones
Confesemos al Señor a quien asisten millares de ángeles y aclamémosle gozosos diciendo: Bendecid al Señor, ángeles del Señor
1. Bendecid al Señor todos sus ángeles, ejecutores de sus ordenes y siempre dispuestos a obedecer la voz de sus mandatos. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.
2. Bendecid al Señor que ha dado órdenes a sus ángeles para que nos guarden en nuestros caminos y nos conduzcan sin tropiezos por sus sendas. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.
3. Bendecid al Señor a quien alaban todos sus ángeles proclamándolo el Dios. Eterno y el Santo entre todos sus santos. Bendecid al Señor, ángeles del Señor.
Meditación para el segundo día
Los ángeles en la Liturgia
No es nada extraño que, si la Biblia nos habla con tanta insistencia de los Ängeles, como lo vímos en el día anterior de este Triduo, tambiénn en nuestra celebración litúrgica los tengamos presentes:
En la Plegaria Eucarística, se nos invita a la aclamación del “Santo” en unión con los Ángeles y con los santos, imitando su canto de alabanza a Dios, porque innumerables ángeles en tu presencia, contemplando tu gloria, te sirven siempre y te glorifican sin cesar. Son ellos también los que presentan nuestra ofrenda ante Dios.
Es lógico que en el ciclo de navidad, siguiendo las indicaciones de las lecturas bíblicas, nos acordemos de los Ángeles en nuestra oración: ellos anunciaron a Zacarías el plan sobre su hijo Juan, ellos cantaron el Gloria a Dios en el cielo en la bendita noche de Belén, y guiaron con sus mensajes a María y a José en su entrañable misión de peregrinaje
Oraciones finales
Todopoderoso sempiterno Dios, que por tu gran clemencia para la salud humana nombraste al Glorioso San Miguel Arcángel como Príncipe defensor de la Iglesia, concédenos que por su saludable protección merezcamos aquí ser defendidos de todos los enemigos, y en la hora de nuestra muerte, libres y salvos, seamos presentados a tu Divina y Soberana Majestad. Por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
(Pedir la gracia que se desea obtener)
¡Oh glorioso príncipe, arcángel San Miguel, acuérdate de nosotros aquí y en todo lugar, ruega siempre al Hijo del Altísimo por nosotros, Aleluya, Aleluya.
V. A los ojos de los ángeles cantaré a Ti, oh Dios.
R. Y adoración hacia tu Santo Templo y confesaré Tu nombre.
Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los misterios de los ángeles y de los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por el Arcángel San Miguel que te asiste continuamente en el cielo. Por Jesucristo nuestro Señor
REDACCIÓN CENTRAL, 28 Sep. 15 / 06:01 pm (ACI).- Cada 29 de septiembre laIglesia Católica celebra la fiesta de tres Santos Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael. Aquí 7 cosas que tal vez no sabías de ellos.
1. Son los más cercanos a los humanos
Desde Pseudo-Dionisio, Padre de la Iglesia del siglo VI, se suele enumerar tres jerarquías de ángeles. En la primera están los Serafines, Querubines y Tronos. Les siguen las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Mientras que en la tercera jerarquía se encuentran los Principados, Arcángeles y Ángeles. Estos últimos son los que están más cercanos a las necesidades de los seres humanos.
2. Son mensajeros de anuncios importantes
La palabra Arcángel proviene de las palabras griegas “Arc” que significa “principal” y “ángel” que es “mensajero de Dios”. Al respecto, señala San Gregorio Magno:
“Hay que saber que el nombre de ‘ángel’ designa la función, no el ser del que lo lleva. En efecto, aquellos santos espíritus de la patria celestial son siempre espíritus, pero no siempre pueden ser llamados ángeles, ya que solamente lo son cuando ejercen su oficio de mensajeros. Los que transmiten mensajes de menor importancia se llaman ángeles, los que anuncian cosas de gran trascendencia se llaman arcángeles”.
En el libro de Tobías (12,15) San Rafael se presenta como “uno de los siete ángeles que están delante de la gloria del Señor y tienen acceso a su presencia”. Mientras que en el Apocalipsis (8,2) San Juan describe: “vi a los siete Ángeles que estaban delante de Dios, y ellos recibieron siete trompetas”. Por estas dos citas bíblicas se afirma que son 7 Arcángeles.
4. Sólo conocemos tres nombres
La Biblia solo da el nombre de tres Arcángeles: Miguel, Rafael y Gabriel. Los otros nombres (Uriel, Barachiel o Baraquiel, Jehudiel, Saeltiel) aparecen en libros apócrifos de Enoc, el cuarto libro de Esdras y en literatura rabínica. Sin embargo, la Iglesia solamente reconoce los tres nombres que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Los demás pueden servir como referencia, pero no son doctrina.
5. Gabriel significa “la fuerza de Dios”
En el Antiguo Testamento, San Gabriel Arcángel aparece en el libro sagrado de Daniel explicándole al profeta una visión del carnero y el chivo (Dn. 8), así como instruyéndolo en las cosas futuras (Dn. 9,21-27). En los Evangelios, San Lucas (1,11-20) lo menciona anunciando a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista y a María (Lc. 1,26-38) que concebiría y daría a luz a Jesús.
San Gabriel Arcángel es conocido como el “ángel mensajero”, se le representa con una vara de perfumada azucena y es patrono de las comunicaciones y de los comunicadores porque trajo al mundo la más bella noticia con la Anunciación.
6. Rafael en hebreo es “Dios te sana”
El único libro sagrado que menciona a San Rafael Arcángel es el de Tobías y figura en varios capítulos. Allí se lee que Dios envía a este Arcángel para que acompañe a Tobías en un viaje, en el que se casó con Sara.
De igual manera San Rafael le indicó a Tobías cómo devolverle la vista a su padre. Por esta razón es invocado para alejar enfermedades y lograr terminar felizmente los viajes.
7. Miguel significa “¿Quién como Dios?”
El nombre del Arcángel Miguel viene del hebreo “Mija-El” que significa “¿Quién como Dios?” y que, según la tradición, fue el grito de guerra en defensa de los derechos de Dios cuando Lucifer se opuso a los planes salvíficos y de amor del Creador.
La Iglesia Católica ha tenido siempre una gran devoción al Arcángel San Miguel, especialmente para pedirle que nos libre de los ataques del demonio y de los espíritus infernales. Se le suele representar con el traje de guerrero o soldado centurión poniendo su talón sobre la cabeza del enemigo.
La escritora María Vallejo-Nájera ofreció hace unos días unaconferencia sobre el arcángel San Miguel, en la capilla de Santa María de Zamartze (Navarra), con un lleno absoluto de un entregado público que no quería perderse su testimonio.
Anteriormente, la escritora madrileña se había consagrado al arcángel San Miguel, en la iglesia de Santa María de Zamartze, en Navarra, un lugar sagrado tras la aparición del arcángel en 1169.
– ¿Cómo ha sido la experiencia de consagrarse a San Miguel? – Muy fuerte, muy hermosa… Espiritualmente un pequeño huracán de amor a Dios, de sentir su protección desde el cielo. San Miguel se siente muy presente en ese precioso y santo lugar. Estoy muy feliz de haber estado. Me emocioné muchísimo al consagrarme al amor y a la protección de San Miguel. Ahora sé, por mi fe, que él estará siempre junto a mí. Ya Io estaba antes… Pero ahora ya no tengo ni la más mínima duda.
– Usted misma ha comentado que la realización de su libro «Cielo e infierno: verdades de Dios» (LibrosLibres) le ha costado mucho trabajo, que se ha encontrado con muchas trabas ¿Cuál ha sido el principal impedimento? – Todo tipo de impedimento, desde miedo al demonio, amenazas, burlas (incluso de sacerdotes que no creen en el infierno, cuando es dogma de fe, qué pena…), risitas burlonas entre las amistades, y un sinfín de aburridos problemas que no quiero contar aquí… Pero el Señor es más grande: me rodeó de sacerdotes sabios y santos, que me han apoyado e iluminado en mi tarea literaria hasta el final. Resultado: récord de ventas y muchos lectores agradecidísimos en la web. Gloria a Dios.
Yo sólo lo escribí por obediencia: así me lo llevaba suplicando mi director espiritual desde hace dos años. El también sufrió mucho mientras yo escribía el libro. El demonio nos odia a los dos, pero el amor de Cristo y su protección, ha sido, es y será, infinitamente más grande. Junto a Cristo la batalla siempre está vencida.
– Para escribir este trabajo ha tenido que hablar con muchos exorcistas. ¿Qué historia de las que le han contado le ha impactado más? – He hablado sólo con dos, y la verdad, todo lo aprendido a su lado me ha impactado. He descubierto con mis propios ojos lo valientes que son, lo que aman a Dios. Han sido mis maestros en este horror de ministerio de liberación, y la verdad es que lo agradezco muchísimo. Ahora sé que todo lo que nos ha contado la Iglesia sobre el tema durante siglos, es verdad. Benditos sacerdotes exorcistas: sus manos consagradas liberan a las personas de posesiones diabólicas terribles.
– ¿Por qué cree que cuesta tanto hablar del demonio, del infierno, incluso dentro de la propia Iglesia? – Porque somos unos zoquetes y unos cobardes. Y por eso en los seminarios no lo han enseñado bien. Estas verdades dogmáticas (son dogmas de fe, se pongan como se pongan, y si no me creen que miren el Catecismo, por favor), se estudian en una asignatura de la carrera de Teología que se llama Escatología. Pena me da cómo han dado las clases de Escatología en algunos seminarios en las últimas décadas. Así estamos ahora: que ni los curas creen en el infierno y en el demonio. Pobres: se les exigirá cuando fallezcan, en su juicio final, el habernos confundido a todos. Yo oro incesantemente por estos sacerdotes que no quieren enterarse de la verdad. Tendrían que ir de vez en cuando a un exorcismo: se les caerían las escamas de los ojos de una vez.
– He escuchado en alguna de sus conferencias, que en cierta ocasión, el demonio le intentó matar y dice que le quiere matar ¿.No siente usted miedo? – Antes mucho. Ahora ya nada. Me parece que me empieza a tener miedo a mí porque no paro de rezar, de confiar en Cristo, y Él me protege. No puede contra Cristo. Y yo pertenezco totalmente a Cristo.
– Hablemos ahora un poco de su conversión, ¿Cómo sucedió? – Eso es muy largo de contar… Solo te puedo decir esto: Cristo despertó mi alma en una peregrinación en Medjugorje (Bosnia-Hezergovina), en el año 2000. Desde entonces sólo me interesa una cosa: que al morir pueda entregar algo a Dios. Por ahora siento que llevo las manos vacías…
– ¿Por qué cree que el Señor le regaló el don de la fe? ¿Por qué a usted y no a otros? – Lo he meditado muchas veces. Y he llegado a esta conclusión: mi padre había fallecido cuando yo pisé ese bendito pueblo. Creo que él debió interceder. Los padres e hijos que se van al cielo antes que uno (Cuerpo Purgante o Triunfante), tienen un poder incréible de intercesión por los que aún estamos vivos (Cuerpo Militante). Mi padre debía de estar muy feliz de ver a uno de sus tres hijos en ese lugar lleno del amor de la Virgen María, y debió orar mucho por mí. Entonces el Señor actuó.
– ¿Cuál es el mayor regalo que se ha encontrado en la lglesia? – La Eucaristía, la Confesión y ahora estoy muy enamorada de la Adoración. Esos son los tres pilares que me sostienen en esta batalla en la que vivo. (Mi camino no es nada fácil; te aclaro que antes de mi conversión mi vida era muy sencilla. Ahora es una Iucha constante, pero soy muy feliz lrabajando así para mi lglesia, mis Cardenales, Obispos, mi Dios).
– ¿Cuál cree que es el principal problema de nuestra sociedad? – La falta de fe y amor hacia Dios. Eso nos ha llevado a lo que vivimos.
– ¿Y el principal pecado de esta sociedad? – El mío: la falta de fe. Me queda mucho que crecer en fe aún. En cada eucaristía le ruego al Señor que aumente mi fe.
– ¿Por qué reza, en el día a día, María Valleio-Nágera?
– Por mi familia, por mis amigos, por mis seguidores de Facebook (he llegado al límite permitido de entradas y todas esas personas desconocidas para mí me ruegan oraciones y me confían sus terribles problemas), por la lglesia, por los sacerdotes y por las vocaciones.
– ¿Tiene algún próximo trabajo en mente? – Tengo 4 libros en cola: debo terminarlos antes de que pase demasiado tiempo. Todo llegará.
A continuación transcribirmos el testimonio de conversión de María Vallejo-Nágera contado en primera persona:
«Por aquel entonces, yo vÍvía en Londres, con mi marido y, mis tres hijos. Mi vida era de lo más normal, pero muy frívola. En mi casa desde pequeñá me habían educado en el mundo católico. Íbamos a Misa los domingos, hicimos Ia primera comunión, la confirmación, pero era una religión un poco social. Para mi la Misa era aburrida, no la entendía. La confesión era algo surrealista. No entendía ni comprendía los sacramentos.
»Londres es un país anglicano.Yo iba muy poco a Misa y si lo hacía era arrastrada, por mi marido, que era el único que se preocupaba. Estaba muy alejada de la lglesia, tenía, una fe muy tibia.
»Debo mi fe a una amiga anglicana, sin fe en Ia Virgen, sin entender el catolicismo. Era mi mejor amiga en Londres y un día me habló de Medjugorje, me contó que había ido a ayudar en los campos de refugiados, ya que en aquel entonces estaba, la guera de Bosnia, y que quería volver. Yo pensé que se había vuelto loca. Le chillé y le dijé qué le iban a matar, pero ella me insistió en que no pasaba nada, que ya habían llegado los cascos azules y que además, la Virgen había prometido protección a este pueblo. Ella, siguió yendo y yo noté un gran cambio en ella. Antes de ir allí nuestra vida era rnuy frívola, nuestros maridos trabajaban y nosotras, gastábamos el dinero en tiendas, en cafés…
»Un día, quedé a comer con ella y su hermana y me contaron que habían organizado una peregrinación a Medjugorje, a dos meses vista. Contaban conmigo para ese viaje. Era eI año 99 y la guerra estaba muy avanzada pero más controlada. Se pusieron muy pesadas insistiéndome en que fuera y yo me puse muy agresiva, algo que no iba con mi carácter y mi forma de ser.Yo me puse muy violenta y enfadada y les dije que eran unas irresponsables.
»En ése momento, cuando más violenta y enfadada estaba escuché una voz en mi corazón, una voz de mujer muy dulce y muy tierna que me dijo: «Por qué me tienes tanto miedo si yo te espero aquí». Me quedé bloqueada y pensé que había comido alguna seta en malas condiciones que me habían hecho escuchar voces, pero seguí chillándoles hasta que volví a escuchar la misma voz que me dijo: «Por qué me tienes tanto miedo si yo te espero aquí. Ven».
»Esta vez me decía ven. Me quedé párda tiré los cubiertos y sin saber por qué les dije: «voy con vosotras compradme un billete». Ellas se quedaron alucinadas, y una se levantó y salió corriendo comprarme el billete.
»Terminó la comida y me fui temblando a casa y al llegar ya me había arrepentido, pero la hermána de mi amiga ya me habíá sacado el billete. En ese momento ocurrió el segundo milagro y fue que yo llegué a casa y le dije mi marido: «José Antonio qué me voy a Bosnia, qué se aparece la Virgen». Mi marído en vez de reñirme me dijo: «Vale. Yo me ocupo de los niños». Ahora no entiende porque me dijo eso, porque pensándolo fríamente era una irresponsabilidad.
»Llegamos a Medjugorje y el primer día estaba muy rabiosa e insoportable. Me obligaron a ir a Misa y allí tuvo lugar el primer milagro. El sacerdote que nos acompañába en el viaje concelebró la Misa. Llevaba una casulla azul y recuerdo que pensé: «Qué guapo es el padre O´Malley». Pero el padre O´Malley tiene 80 años, es calvo con una nariz muy grande… Pero me pareció guapísimo. Para mí era como un foco de luz.
»Saliendo de la Iglesia y llegó el momento clave en mi vida. Andando hacia un hangar, en mitad de la nada, al aire libre, se paró todo lo que estaba a mi alrededor, la gente, el ruido… Me asusté porque en tres segundos tuve el impulso de mirar hacia el cielo, y algo supe fuerte me cayó encima, sé que era agua en forma de rocío y sé que era un rocío de amor, un amor tan grande, tan grande que nunca encontraré palabras humanas para describirlo.
»En tres, segundos toda mi vida pasó por delante. Sé que vi todos mis pecados desde que tenía conciencia. Yo pensaba que era santa porque no robaba, no mataba, adoraba a mi familia, pero yo no hubiera logrado ir al cielo en aquel momento. Me hubiera quedado en el purgatorio. El Señor me hablo.Una voz de varón entró en mi corazón y me dijo: «María, María, ásí es como te amo y así es como amo a todo el mundo, pero nadie me corresponde».
»Yo en ese momento me quise morir, porque el amor era brutal. Y tuve un desgarro bestial en el corazón por el dolor que mis pecados habían provocado en Cristo. El Señor me hizo ver el dolor que yo, con mis pecados, había hecho a otras personas se lo había hecho principalmente a Él. Y fue ahí cuando me quise morir. Sentí una vergüenza horrible de estar ante todo un Dios y ver que no le había dado nada y que yo había recibido todo. Y le pedí al Señor que me llevara con él, con ese amor tan grande. Pero me dijo que no y que contara al mundo su amor y todo de repente volvió a moverse.
»Seguía asustadísima. El corazón me temblaba y comencé a llorar por todos mis pecados. Aprendía a rezar el Rosario y sólo quería confesarme. A la vuelta a Londres, después de conocer al Señor, Comenzó el cambio más radical de mi vida. Solo quería ir a Misa, rezar el Rosario, hablar de la Virgen… Cada vez que pasaba por delante de una iglesia católica, sentía la necesidad de entrar. Era como un imán y me quedaba sentada delante del Sagrario y lloraba sin parar.
»Unos meses después les conté a mi marido y a mi director espiritual lo que había pasado en Medjugorje. Un mes después de aquella confesión, entré en una iglesia en la que estaba expuesto el Santísimo y después de rezar, cuando ya me iba, una voz me habló al oído y me dijo: «Gracias por venirme a ver un ratito». Nunca más volví a escuchar voces. A partir de ese momento mi vida cambió y comencé a ser una apestada, muchos amigos pensaron que me había vuelto loca, la editorial con la que trabajaba me dejó de lado… Pero a pesar de tantos problemas y cruces comenzaron grandes regalos».
La vida del padre Lallemand es la de un sacerdote que siempre ha vivido al límite, de aquellos que no han dudado en arriesgarlo todo para ayudar al prójimo. Y este espíritu aventurero y amante del riesgo queda más aún de manifiesto al ser el capellán católico de la Legión Extranjera francesa y estar siempre donde están sus chicos. Es uno de sus paracaidistas y ha cuidado durante décadas de las almas de cientos de jóvenesque se enfrentaban a diario a la muerte. Toda una institución en el cuerpo.
Su vida le ha llevado por muchos caminos. Ha visto desde la cara amable de la camarería a tener que cuidar a sus compañeros moribundos y muertos en el campo de batalla. Pero su vida da todavía para mucho más.
Su llegada a la Legión Extranjera
Este sacerdote es toda una leyenda en la temida Legión Extranjera. Inició su estancia con ellos en 1955 cuando todavía estaba en el Seminario. Ocurrió en Argelia y allí ya pudo ver la dureza de la guerra, tal y como cuenta a Famille Chretienne. Una vez ordenado, su obispo intentó que se quedara en la Diócesis pero este sacerdote tenía claro que su sitio estaba en otro lugar, dando asistencia espiritual a los jóvenes soldados. Fue destinado a varios regimientos y allí los legionarios le dijeron algo de lo que quizás más tarde se arrepintieran. “Si no saltas con los legionarios, no eres digno de ser nuestro capellán”. Nunca dejó de serlo. Desde ese momento, el primero en saltar era el jefe del regimiento y él segundo siempre fue él.
Desde aquel salto se sucedieron otros cientos, concretamente 980 saltos más. Según cuenta este sacerdote castrense, muchos de ellos tenían sólo de especial su oración a San Miguel. Otros, sin embargo, fueron muy distintos y fueron marcando su vida. En 1978 saltaron sobre la ciudad congoleña de Kolwezi. Él saltó tras el oficial pero “antes recuerdo especialmente el asombroso silencio de los legionarios.Aterricé sobre un cadáver, los había en todas partes y los perros estaban allí merodeando”, recuerda. Su función fue cuidar de los muertos y darles la dignidad que se merecían. Algo muy duro.
Beirut, su momento más duro
Pero algo peor estaba por pasar. El puesto de los paracaidistas franceses en Beirut fue víctima de un atentado. Murieron 58 personas. A todas las conocía a la perfección. Se dedicó a desenterrar los cuerpos y a hacer presente la esperanza cristiana en medio de la muerte. Pese a ello, él estaba roto: “¿puedes imaginar a un padre que ve morir a sus hijos?”, se preguntaba. Celebró el funeral en Beirut y desapareció.
De allí fue a dos misiones en Chad donde los franceses debían bloquear la progresión de Gadafi. Aquí se produjo el hecho que más marcaría su vida. En el norte del país descubrió grupos de cristianos hambrientos y harapientos. Eran médicos, maestros, funcionarios que habían nacido en el sur y que habían sido allí enviados y abandonados. Llevaban años sin ver a un sacerdote.
Su amor a los cristianos abandonados en África
En ese momento el padre Lallemand tomó la decisión de dejar el Ejército y comenzar una nueva vida de servicio a estos cristianos del desierto. Allí consiguió la plenitud en su ministerio pese a las dificultades. “Fui llamado allí por el Espíritu Santo”, recuerda y destaca el entusiasmo de este pequeño grupo de cristianos hambrientos físicamente y también de Dios. A veces no comían en días pero este hecho no le hizo dar marcha atrás.
Diez años estuvo el sacerdote francés en Chad. Esta obra del Espíritu Santo, como la define él, iba creciendo. Poco a poco fueron rehaciendo la comunidad cristiana. Reconstruyeron 20 iglesias y mientras tanto veía florecer los frutos. Empecé con dos fieles bajo un árbol y pronto estábamos 200. Él se movía por bastos territorios para poder atender a todos.“Durante los viajes no tenía ni un momento libre. Los fieles venían con decenas de bautismos y confesiones”, recuerda.
La Adoración, la clave de su vocación
Pero él también necesitaba alimentar su alma. Allí experimentó como nunca la presencia de Jesús en la Eucaristía. África es el lugar “donde descubrí lo que es la soledad y la adoración. Fue la adoración lo que me permitió mantenerme allí”.
En 1996 volvió a Francia. ¿Qué legado mantuvo de ese periodo? Tras esa experiencia de soledad y adoración necesitaba también este alimento en su país por lo que desde entonces pasa tres días cada mes en silencio en el monasterio benedictino de Notre Dame en Ganagobie. Considera que la clave de su vitalidad está precisamente en el Santísimo.
Su labor quedaba ya dirigida a las nuevas generaciones de legionarios. Muy distintas a las que encontró en el desierto en lo externo pero similares en el interior de su alma: esa búsqueda del amor y la felicidad que sólo Dios puede dar.
Su nueva misión con los jóvenes legionarios
A cada legionario le regalaba un Nuevo Testamento y les prestaba todo el tiempo del mundo para escuchar sus alegrías pero también sus miedos y frustraciones. “El padre Lallemand es un verdadero padre para nosotros, que de una manera u otra somos huérfanos”, destaca uno de estos legionarios.
Los años han pasado también para él y su vitalidad se dirige ahora a los enfermos y ancianos así como a tantos compañeros mutilados de la Legión Extranjera a los que sigue acompañando décadas después. “Siempre me he guiado por las palabras del Evangelio: yo era extranjero y me acogisteis”. ¿Y qué opina de su vida como capellán y paracaidista? Su respuesta es muy clara y concisa: “No me arrepiento de nada, nada de nada”.
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