Todo empieza como una relación inocente

En nuestra sociedad apresurada hay pocos espacios y casi ningún tiempo para compartir nuestra intimidad con nuestro cónyuge e incluso con algún amigo o pariente muy cercano. Por eso se hace especialmente peligroso cuando se presenta la ocasión de que alguna persona empiece a ocupar el espacio que debería ocupar nuestro cónyuge.

La historia es siempre la misma: el cónyuge infiel desarrolló una relación que empezó como una inocente amistad, con alguien al que poder hablar, alguien que le escuchaba, que se preocupaba.

En una sociedad especialmente hostil, es importante proteger el matrimonio con una atención especialmente fuerte. “Cada uno es tentado por sus propios deseos que le atraen y seducen; estos deseos, una vez concebidos, engendran el pecado, y el pecado, una vez crecido, engendra la muerte” (Carta de Santiago 1, 14-15). Necesitamos plantar un seto de protección alrededor de nuestro matrimonio, es decir, tomar decisiones ya, por adelantado, que mantengan la tentación lejos y hagan del matrimonio una prioridad.

La mayor parte de la gente que termina teniendo un lío no quería tenerlo; la infidelidad empieza como una relación inocente que termina alcanzando una profundidad emocional que cruza la línea de la fidelidad. A veces esa relación comienza tomando un café con una mujer que no interesa, de entrada…

Los matrimonios fuertes se consiguen pasando tiempo juntos, riendo juntos, jugando juntos. Si no tienes citas con tu pareja, planea ya citas para los meses que vienen y haz que pasar tiempo juntos sea una prioridad.

Para proteger tu matrimonio podrías escuchar lo que dice un analista del matrimonio:

Presta atención a lo que piensas. Si todo el día estás pensando en los fallos de tu cónyuge, si el tiempo que dedicas a pensar en él o ella se centra en defectos y reproches, es fácil que cualquier otra persona pueda parecerte mejor y te atraiga. Haz una lista por escrito de los puntos fuertes que inicialmente te atrajeron de tu pareja. Aumenta el animar y apoyar y disminuye las críticas.

No juegues a comparar. Todos tenemos malas costumbres, manías y errores. Es muy tramposo comparar a tu esposa o esposo con un nuevo conocido, porque al recién llegado no lo estamos viendo en el mundo real, en el mundo de compartir techo, cuidar niños a las tres de la mañana, cuadrar cuentas, etc.

Guarda la vista y guardarás el corazón. Matrimonios sólidos se destruyen cuando uno de los dos se aloca porque no guardó la vista, y por ella entran deseos y vanidad. ¿Qué es lo que n os puede retener en las zarzas del camino? La soberbia y la sensualidad.

Busca ayuda. Buscar ayuda es un signo de fortaleza. Busca ayuda quien está dispuesta a presentar batalla; te darán una perspectiva serena, valiosa, para establecer nuevas estrategias para proteger o defender o reconstruir tu matrimonio.

Si no te has casado, vive la abstinencia desde tu noviazgo. Si lo haces así, tu matrimonio será un cielo. Te darás cuenta que él o ella no te usa, no te “amarra” sino que te quiere mejor, casto virtuoso.

Y sucede que a veces hay motivos para no querer cortar con el o la amante, por no saber qué decir: Dile que hay amores que no agradan a Dios. ¿Cómo cuáles? como los amores entre personas del mismo sexo, el adulterio, la lujuria y el egoísmo. En la fornicación, los dos se unen en una sola carne de maldición.

Otro motivo es no querer herir.

─ No quiero lastimarla (o).

─ Más la vas a lastimar si perseveras en ese “juego” porque la vas a mandar al infierno (y por la eternidad, sino se arrepiente a tiempo). ¿No te importa lastimar a tu familia, y sobre todo, a Dios? Quien peca gravemente vuelve a crucificar a Jesús.

Un autor muy leído del siglo XIX decía que debemos de huir de dos cosas: de “los demonios que no espantan y las cadenas que no suenan. Los demonios que no espantan, son los malos amigos o compañeros: lo que el diablo no puede hacer por si, lo hace por ellos. Las cadenas que no suenan son las ocasiones y peligros: antes de caer en lo grave, sin sentirlo, suele caer y quedar preso de ellas” (Vida Interior de XX, pág. 27).

Le preguntaban a un experto:

¾¿Acaso aconseja ser casto?

Contestó:

¾Recomiendo hacer un uso responsable de la propia sexualidad, si por eso se entiende ser casto. Para ir adelante necesito de los dos remos: el esfuerzo personal y la gracia de Dios. El otro remo es necesario: la oración, los sacramentos, sino, es imposible vivir la vida matrimonial como Dios quiere.

El umbral de excitación del mundo actual está muy alto, y muchos lo quieren imitar. Hay actos complementarios que, en vez de ayudar a la otra persona a que sea más persona, animaliza. No se vale todo. Estamos en una sociedad muy erotizada, y nos estamos olvidando de lo importante: de ayudar a que la otra persona no se animalice. Es más fácil que el varón se animalice a que la mujer lo haga.

No podemos justificar el mal; es muy fácil justificarlo. Hay que arrepentirnos, confesarnos y no pasa nada. Si justificamos el mal nos estaríamos clavando puñales.

-Vivo con un hombre que no es mi esposo.

-Si lo amas, ¡déjalo! No lo vayas a condenar.

La moral es el arte de vivir. La moral dice cómo me tengo que comportar para ser bueno y para ser feliz, para ser como el Creador me hizo, esa es la moral positiva. Si actuamos conforme a la naturaleza seremos felices. Los sacerdotes que permiten comulgar a los que viven en amasiato, los mandan al infierno y ellos se van más abajo. Satanás cree en Dios pero le desobedece.

Adoro Te Devote

El himno compuesto por Santo Tomás de Aquino a Jesús Sacramentado

Te adoro con fervor, deidad oculta,
que estás bajo de estas formas escondidas;
a ti mi corazón se rinde entero,
y desfallece todo si te mira.

Se engaña en ti la vista, el tacto, el gusto.
Mas tu palabra engendra fe rendida;
cuanto el Hijo de Dios ha dicho, creo;
pues no hay verdad cual la verdad divina.

En la Cruz la deidad estaba oculta.
aquí la humanidad yace escondida;
y ambas cosas creyendo y confesando,
imploro yo lo que imploraba el ladrón arrepentido.

No veo, como vio Tomás, tus llagas,
mas por su Dios te aclama el alma mía:
haz que siempre, Señor, en ti yo crea,
que espere en ti, que te ame sin medida.
Oh memorial de la pasión de Cristo,
oh pan vivo que al hombre das la vida:
concede que de ti viva mi alma,
y guste de tus célicas delicias.

Jesús mío, pelícano piadoso,
con tu sangre mi pecho impuro limpia,
que de tal sangre una gotita puede
todo el mundo salvar de su malicia.
Jesús, a quien ahora miro oculto,
cumple, Señor, lo que mi pecho ansía:
que a cara descubierta contemplándote,
por siempre goce de tu clara vista.

Amén

No trates la Confirmación igual que la graduación escolar

Ser padrino no termina cuando empieza la fiesta

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Muchos católicos adolescentes consideran el sacramento de la Confirmación como una especie de “graduación tras la formación”. Después de haber asistido a catequesis desde primer curso, por fin pueden decir que han “terminado” oficialmente.

Lo cual es lamentable. La formación en la fe es el aprendizaje de toda una vida y, de hecho, se necesita muy seriamente que los adultos continúen con su educación religiosa en todas las parroquias. Sin embargo, otro elemento que empeora el problema es que los padrinos de la confirmación creen que su labor ha terminado después de la limpieza de la fiesta.

Nada más lejos de la verdad.

Los catequistas indican a sus estudiantes que deben elegir un padrino o una madrina que dé testimonio de la fe en sus vidas. Esta norma básica está reflejada incluso en la ley canónica, donde se estipula que un padrino debe ser “un católico que (…) lleve una vida de armonía con la fe y con el rol que va a adquirirse”.

Tal vez los padrinos y las madrinas también deberían aprender que son seleccionados porque hay algo en su fe y en su carácter cristiano que de alguna forma resuena bien con un adolescente que, sin su presencia, estaría a punto de perder una conexión antiquísima con la Iglesia y la parroquia. Esta selección aporta a los adolescentes un medio para continuar con esa conexión, pero de una forma diferente, adentrándose en un periodo de joven adultez. Continuarán pendientes de su padrino (desde lejos, incluso) y recurrirán a él en caso de necesidad, suponiendo que el padrino siga disponible. La mayor tragedia es cuando un padrino pierde la fe y abandona la Iglesia.

Por desgracia, esto sucede más a menudo de lo que debería y hay numerosas historias de padrinos que dejaron de ir a la iglesia o que incluso abandonaron del todo la fe. Si esta es la forma en que se modela la vida en la fe, el padrinazgo queda vacío de todo significado. ¿A quién recurrirán en un momento de crisis espiritual? ¿A quién deberían imitar?

El papa Benedicto XVI nos recordó que no vivimos para nosotros mismos, que no somos una isla: “Deberíamos darnos cuenta que ningún ser humano es una mónada cerrada en sí misma. Nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal” (Spe Salvi).

La forma en que un padrino o madrina viva su fe tendrá un efecto eterno sobre su candidato.

El mayor regalo que podría otorgar un padrino es una vida radiante, plena con la gracia de Dios.

Así que, ¿qué significa esto? No quiere decir que el padrino tenga que llamar todos los días a su candidato o candidata para ver qué tal va la cosa, sino que debería entender que, por esta labor de padrinazgo, está al cargo de dar testimonio del amor de Cristo, no para el mundo entero, sino para, al menos, su candidato.

Jesús dedicó unas rotundas (e inquietantes) palabras a aquellos responsables del deber de guiar a algún otro hacia Cristo: “A cualquiera que haga caer en pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo hundieran en lo profundo del mar con una gran piedra de molino atada al cuello” (Mateo 18:6).

Así que, padrino, madrina, no trates el día de la confirmación como si fuera una graduación. Tu tarea acaba de comenzar. Sé una luz para las naciones, pero comenzando por ese adolescente sobre cuyos hombros descansan tus manos.

3 beneficios importantes de la confesión que quizás no conocías

Muy pocos aprovechan el Sacramento de la confesión

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El Sacramento de la confesión es un Sacramento que muy pocos entendemos y conocemos a fondo. Los que somos Católicos, no lo entendemos bien y los que no son Católicos, pués menos lo entienden

¿Sabes qué es la confesión?: La confesión es el Sacramento de la Reconciliación, un Sacramento instituido por el mismo Jesucristo para perdonar los pecados (Juan 20,21-23). Cuando alguien confiesa sus pecados con humildad y arrepentimiento, Cristo mismo le da su perdón y su amistad y lo reincorpora nuevamente en su gracia que con el pecado había sido interrumpida, y lo hace a través de uno de sus ministros, continuador del ministerio de los Apóstoles.

La confesión tiene 3 beneficios importantes: Perdona, Sana y Libera a todos aquellos que con sincero arrepentimiento se acercan a este sacramento. Muy pocos lo aprovechan y mi intención es explicarte un poco acerca de estos beneficios para que puedas tener bien definida lo que este Sacramento es capaz de hacer

La Confesión como Sacramento de Sanación

¿Sabía usted que la Iglesia Católica, en el Catecismo, tiene catalogado al Sacramento de la Confesión como un Sacramento de sanación?

(Catecismo n° 1421): “El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Marcos 2,1-12), quiso que su Iglesia continuase, en la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Confesión y el de la Unción de los enfermos.

La Iglesia lo afirma entonces: el Sacramento de la Confesión es un Sacramento de Sanación. Casi nadie sabe eso, ni lo toman en consideración a la hora de sanar heridas emocionales. la Confesión es fuente de Sanación y todos tenemos que aprovecharla.

En el mundo, hay mucha gente perturbada por muchas circunstancias de su vida diaria, llena de preocupaciones, estres emocional y un sinnúmero de problemas que afectan sus vidas. En vez de verse en la necesidad de tomar pastillas para dormir o calmar sus nervios, generados por tanta carga y angustia, lo que realmente pueden estar necesitando es hacer una buena confesión.

¿Por qué la confesión es fuente de sanación?

Tenemos que saber que hay algunos pecados que llevan a la enfermedad (CIC 1502). Hoy en día la ciencia las reconoce como enfermedades psicosomáticas. Una depresión puede llevarte a dar una úlcera. Hay algunas enfermedades que podrían estar vinculadas con el pecado y de eso hablaremos utilizando las sagradas escrituras

Juan 5,1-18: (curación de un enfermo en la piscina)

“Llevaba 38 años enfermo, Jesús lo cura y luego cuando lo encuentra de nuevo en el templo le dice: Has sido curado, vete y no peques más, de lo contrario cosas peores te sucederán”

El perdón, entonces, es fuente de Sanación, si hay una enfermedad producto del pecado, el perdón lo puede liberar.

Ahora, tenemos que entender que no todas las enfermedades son productos del pecado, hay enfermedades físicas. Enfermedades para glorificar a Dios

Juan 9,1-3: (curación del ciego de nacimiento):

“Los discípulos de Jesús, le preguntaron si esta persona estaba ciega producto de sus pecados o el de sus padres… Jesús le dice: «Esta persona fue hecha así para que se manifieste en él la obra de Dios»

La Confesión libera

Hay también otras enfermedades que las causa el demonio.

(Marco 5,9-15) – Curación del endemoniado de Gerasa

“Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». El respondió: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: «Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos». Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara (unos dos mil animales) se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y sano, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.”

Entonces, la Confesión también te libera: Las ataduras del demonio quedan rotas con el perdón de los pecados.

Jesús sanó de estas 3 formas:

• Perdonando pecados,
• Sanando físicamente
• Expulsando demonios (liberando)

El Sacramento de la Confesión: perdona, sana y libera. ¿Por qué entonces somos tan renuentes de ir a la confesión?

Qriswell J. Quero

Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net

 

 

 

 

Sobre el «nuevo cura de Ars» de Marsella

Actualizado 28 octubre 2012

Me pasó lo que a tantos miles de seguidores de ReL: cuando vi el título del artículo que Javier Lozano publicaba hace unos días en este portal “El nuevo cura de Ars de la Marsella agnóstica multiplica los fieles en un barrio islámico”, me zambullí de inmediato en su lectura, con una mezcla de curiosidad y de enorme interés. Visité Marsella hace dos veranos. El GPS de mi coche -ese aparato que tiene la cualidad de meterte por calles absolutamente desconocidas y, misteriosamente, hacerte llegar a tu destino- me hizo cruzar todo el decadente casco histórico de Marsella. Si me hubiesen dicho que me encontraba en una ciudad de Argelia, de Marruecos o, incluso, de la India, me lo habría creído. Pero no: estaba en el corazón de la ciudad que dio nombre, ni más ni menos, al himno de Francia.  Y allí, en medio de ese laberinto de calles que subían y bajaban, se encontraba la parroquia del padre Miche Marie Zanotti.

Me vinieron estos recuerdos a la cabeza al leer el artículo de Javier Lozano. Pero, les seré sincero: no encontré en él una fórmula “mágica” para revitalizar una parroquia o un método “infalible” de márketing eclesial que logre multiplicar el número de feligreses. Me topé, eso sí, con un sacerdote que auna una buena dosis de sentido común con un sólido sentido sobrenatural. Después de años, o quizás décadas, de experimentos eclesiales arriesgados que han llevado a la casi desaparición de miles de parroquias en todo el mundo, el padre Zanotti ha recuperado lo que los fieles más fieles llevaban tiempo pidiendo: iglesias abiertas más horas, sacramentos celebrados con cariño, atención personal a los feligreses y templos cuidados, limpios y bien mantenidos. Como ven, no estamos ante la fórmula de la Coca Cola. Curiosamente, hay cientos de parroquias en todo el mundo que siguen las mismas pautas del padre Zanotti y están obteniendo los mismos magníficos resultados que el sacerdote francés.

1-     Iglesias abiertas más tiempo

Hablando recientemente con el dependiente de una conocida franquicia de ropa, me decía que, desde que comenzó la crisis, su tienda decidió abrir todos los fines de semana y puentes. “El consumo ha caído, así que tenemos que trabajar todos los días del año para compensar”, me explicaba. En la Iglesia parece que actuamos justo al revés: hemos perdido miles de feligreses y, por eso, la parroquia abre menos horas. Al estar más tiempo cerrada, los fieles vienen menos y, como vienen menos, cerramos la iglesia más tiempo. El clásico círculo vicioso. Consecuencia: muchos fieles “huyen” a otros templos que sí están abiertos. Es curioso ver cómo hay parroquias en España, separadas por apenas un par de kilómetros de distancia, en la que una tiene una vitalidad inmensa, con grupos de jóvenes, catequesis y demás, mientras que la otra apenas mantiene las constantes vitales de la misa del domingo y poco más.

Es esperanzador ver cómo cada vez hay más párrocos adaptándose a los horarios de sus fieles, poniendo las horas de las misas en función de las necesidades de los feligreses. En el caso del padre Zanotti, a las ocho de la mañana ya ha abierto la iglesia, y nunca echa la llave antes de las once de la noche. Un joven sacerdote de Madrid me comentaba este verano que la parroquia a la que le habían destinado recientemente nunca había abierto antes de las diez de la mañana. “Decidí abrirla a las ocho. Las primeras semanas estaba yo solo ante el Santísimo. Luego, un día, escuché a una madre, que acompañaba a su hijo pequeño al colegio, decirle: “Mira, una iglesia abierta. Vamos a rezar un poquito”. Al día siguiente volvieron. Y así, hasta ahora. La gente, cuando va a trabajar y ve una iglesia abierta, se detiene y entra unos minutos. Cada vez viene más gente a rezar”, constataba el sacerdote.

2-     Una iglesia limpia

Como periodista, la Iglesia de la Cienciología me invitó hace unos años a la inauguración de su flamante sede situada frente al Congreso de los Diputados de Madrid. La secta se había hecho con un edificio de viviendas entero, de un siglo de antigüedad, con solera y distinción, y lo había reformado de arriba a abajo. Recuerdo mi visita por cada estancia: todo estaba reluciente; el suelo, pulido; la iluminación, impecable; todo en perfecto orden y decorado con un gusto exquisito.

Antes de que muchos de los lectores me interrumpan con la consabida objeción, lo haré yo: el dinero. La Cienciología es una secta que tiene mucho dinero y, nosotros, en nuestras parroquias, apenas tenemos para pagar la luz. Parece que, diciendo esto, ya tenemos bula para cruzarnos de brazos y pasar a otro asunto. Pero no: estoy seguro de que no se trata, exclusivamente, de un asunto económico. Más bien, se trata de una pandemia nacional que nos afecta a los españoles: somos bastante poco cuidadosos y muy, muy desastrados. Poseemos templos extraordinarios, pero no los sabemos mantener. Basta viajar un poco para darse cuenta de que esto es así. En Alemania, por ejemplo, hasta la ermita más pequeña de cualquier pueblo remoto está barrida, bien pintada y mantenida. En Marsella, lo primero que hizo el padre Zanotti fue remozar el templo. Lo explica Javier Lozano: “Nada más llegar y con la ayuda de un grupo de laicos renovó la parroquia, la limpió y la dejó resplandeciente. Para él, éste es otro motivo de por qué la gente opta por volver a la iglesia. “Cómo quiere que se crea que Cristo vive en un lugar si todo no está impecable, es imposible”, afirma el sacerdote”. Y la gente comenzó a venir. Se sentía a gusto en la iglesia. No ya por la presencia de Cristo en la eucaristía, o por la cercanía del nuevo párroco. Es que el templo resultaba acogedor.

Es muy desalentador ir a algunas iglesias que están mal iluminadas, con una decoración que valdría para el cásting de “Cuéntame”, con los carteles y avisos que se cuelgan en los tablones de la entrada puestos de cualquier modo, sin ningún orden ni concierto; donde, en la capilla lateral, te puedes encontrar, al lado de la estatua de San Judas Tadeo, la escoba, el cubo de la fregona y varias cajas con revistas de hace cinco años. He visto tubos fluorescentes, como los que se usan en la cocina, junto a retablos barrocos; lámparas del todo a cien para iluminar extraordinarias tallas góticas; parroquias ultramodernas donde han colgado visillos de ganchillo en las ventanas…

¡Hay excepciones!

En esto son ejemplares, por citar un caso, los del Opus Dei. Da gusto ir al santuario de Torreciudad, por ejemplo. Todo está primorosamente cuidado: los suelos y bancos, relucientes; la decoración, hecha con gusto y armonía; los jardines, bien mantenidos.

Una vez más, podemos caer en un círculo vicioso: como viene poca gente a la iglesia, llegan pocos donativos. Al haber pocos donativos, no tengo dinero para mantener bien el templo. Y así, la parroquia está cada vez más abandonada, fea y cutre. ¿Es sólo por el dinero? ¿No será más bien una cuestión de decisión personal, de empeño, de querer hacer bien las cosas? Yo estoy convencido de que sí. Por eso me ha alegrado leer a Juan Luis Rascón, un párroco de Madrid que, tras adecentar su parroquia, logró duplicar la colecta del domingo

3-     Y dejamos para el final lo más importante: la digna celebración de los sacramentos.

“Las misas están siempre repletas y en ellas hay procesiones solemnes, incienso, cánticos cuidados… Todo hecho al detalle. “Le doy un trato especial a la celebración de la Misa paramostrar el significado del sacrificio eucarístico y la realidad de la Presencia”. “La vida espiritual no se concibe sin la adoración del Santísimo Sacramento y sin un ardiente amor a María” por lo que introdujo la adoración y el rezo diario del Rosario dirigido por estudiantes y jóvenes”. No hace falta añadir nada. El padre Zanetti lo explica a la perfección.

En fin, no pretendo ser exhaustivo y agotar el tema en un solo artículo. Sólo diré que el éxito atrae. Y que los párrocos que, en España, siguen una línea similar a la del padre Zanetti, van viendo cómo, poco a poco, la gente acude a las iglesias.

Álex Navajas

 

Un capellán militar podría recibir la máxima condecoración de EE.UU.

Emil Kapaun murió en la Guerra de Corea en 1951

Un capellán militar podría ser beato y recibir la máxima condecoración de EE.UU.

El Congreso estudia otorgarle la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas: la Medalla de Honor. Entre los católicos, crece su fama de santidad.

Actualizado 26 abril 2012

Rome Reports

Hace 60 años falleció el sacerdote Emil Kapaun, capellán del ejército que murió durante la Guerra de Corea en 1951.

Actualmente, el Congreso de EE.UU. está estudiando si otorgarle la máxima condecoración de las Fuerzas Armadas: la Medalla de Honor. A la vez, entre los católicos, crece su fama de santidad. 

Ya están preparando un documental sobre su vida: “The Miracle of Father Kapaun” (“El Milagro del Padre Kapaun”). En él, muchos soldados que le conocieron hablan de cómo les influyó su ejemplo. Durante su última batalla se quedó con los heridos y fue capturado, y tras sufrir torturas, murió en prisión seis meses después. 

Escribió muchas veces a su familia desde el frente. En sus cartas cuenta cómo atendía a los enfermos y administraba sacramentos a los moribundos. En la última de ellas escribe que “a pesar de los males de la guerra, podemos sonreír un poco”.

Quizá por motivos parecidos mientras el Pentágono podría otorgarle la Medalla de Honor, también la Iglesia católica estudia declarar beato al sacerdote Emil Kapaun.