Abusos sexuales de sacerdotes

Un nuevo terremoto sacude la Iglesia de Estados Unidos

Una investigación de dos años identifica a 301 sacerdotes que abusaron de niños y más de 1.000 víctimas

Tras lo de Chile, viene ahora lo del Estado de Pensilvania, en Estados Unidos, donde el fiscal general de esa entidad, Josh Shapiro, dio a conocer ayer el informe del Gran Jurado sobre una investigación que involucra denuncias de abusos de sacerdotes que abarcan un período de 70 años en las diócesis de Harrisburg, Pittsburgh, Scranton, Allentown, Greensburg y Erie.

Shapiro dio a conocer un informe de más de 800 páginas que describe siete décadas de abusos sexuales en contra de niños realizados por sacerdotes en las seis diócesis católicas y el “encubrimiento sistemático por altos funcionarios de la Iglesia en Pensilvania y en el Vaticano “.

En su conferencia de prensa, Shapiro dijo que la investigación de dos años llevada a cabo por su oficina, identificó a 301 sacerdotes que abusaron de niños y más de 1.000 víctimas. Enfatizó que los miembros del Gran Jurado le dijeron que creen que el número de víctimas es mucho mayor.

Para el fiscal de Pensilvania, “los líderes de la Iglesia habían empleado eufemismos en el pasado para ocultar lo que estaba sucediendo (…) Los funcionarios de la Iglesia de forma rutinaria y deliberada describieron el abuso como *payasadas* y lucha y contacto inapropiado. No fue ninguna de esas cosas”, dijo Shapiro.

En efecto, fueron abusos sexuales a niñas y niños, incluida la violación, cometidos por hombres adultos, sacerdotes, por lo que Shapiro criticó a los obispos y a otros líderes de la iglesia por “frustrar las investigaciones, proteger a los sacerdotes y actuar de forma hostil hacia las víctimas”.

“El encubrimiento fue sofisticado. Y todo el tiempo, sorprendentemente, el liderazgo de la Iglesia mantuvo registros del abuso y el encubrimiento. Estos documentos, de los archivos secretos de las propias diócesis, formaron la columna vertebral de esta investigación “, dijo Shapiro en la conferencia de prensa realizada ayer en Harrisburg. “Sobre todo, protegieron su institución a toda costa”, dijo Shapiro.

Más adelante, el fiscal general de Pensilvania “lamentó” que algunos líderes de la Iglesia citados en el informe por mal manejo de reclamos de abuso hayan sido promovidos, incluyendo al cardenal Donald Wuerl, actual arzobispo de Washington, que encabezó la diócesis de Pittsburgh desde 1988 hasta 2006.

El cardenal, por su parte, emitió un comunicado ayer mismo, en el que calificó el abuso sexual de niños como “una terrible tragedia” y defendió su propio récord en Pittsburgh.

“Como lo he dejado claro a lo largo de mis más de treinta años como obispo, el abuso sexual de niños por parte de algunos miembros de la Iglesia católica es una terrible tragedia, y la Iglesia nunca puede expresar lo suficiente su profunda tristeza y contrición por el abuso, y por la falta de respuesta pronta y completa”, dijo el cardenal Wuerl.

“Si bien entiendo que este Informe puede ser crítico de algunas de mis acciones, creo que confirma que actué con diligencia, con preocupación por las víctimas y para prevenir futuros actos de abuso”, continuó Wuerl en su defensa. “Sinceramente espero que una evaluación justa de mis acciones, pasadas y presentes, y mi compromiso continuo con la protección de los niños disipe cualquier noción hecha en este informe”.

Por su parte, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, el cardenal de Houston-Galveston Daniel DiNardo, también condenó el abuso sexual y dijo que los obispos de los Estados Unidos “Sienten vergüenza por los pecados y las omisiones de los sacerdotes católicos y los obispos católicos”.

DiNardo que los cambios de política que los obispos estadounidenses hicieron en 2002, tras los escándalos de Boston, han convertido a la iglesia en un lugar seguro para los niños y responsabiliza a los sacerdotes por los abusos.

El informe reconoce que la mayoría de los casos de abuso de documentos ocurrieron “antes de principios de los 2000” y dice que invitó a los obispos a explicar cómo han cambiado sus diócesis cuando se trata de proteger a los niños del abuso.

“Parece que la iglesia ahora está asesorando a la policía sobre los informes de abuso con mayor prontitud”, dice el informe. “Se han establecido procesos de revisión interna. Las víctimas ya no son tan invisibles”.

“Pero, continúa el informe, “la imagen completa aún no está clara”.

El Gran Jurado recomendó cuatro cambios para ayudar a las víctimas de abuso, incluidos los casos de abuso que tuvieron lugar hace mucho tiempo para su enjuiciamiento o demandas civiles. El texto recomienda eliminar el estatuto de limitaciones penales por abusar sexualmente de niños, crear un período de dos años para que las víctimas de abuso sexual presenten demandas, aclarar penas por no informar el abuso y prohibir acuerdos de confidencialidad con respecto a la cooperación con la policía.

El informe de Pensilvania se hace eco de los hallazgos de muchas investigaciones anteriores de la Iglesia en todo el país, y en otras diócesis de Pensilvania, en su descripción del abuso sexual por parte del clero y el ocultamiento de la misma por parte de los funcionarios de la iglesia.

Lo que distinguió a esta investigación fue su alcance extraordinario: el Gran Jurado examinó acusaciones de abuso en seis de las ocho diócesis de Pensilvania que, colectivamente, representan a más de la mitad de los 3.2 millones de católicos del Estado.

Con material de AP y agencias católicas

En Boston no va a volver a suceder otro escándalo como el del 2002

«Las acusaciones hechas esta semana son una fuente de gran preocupación para mí como arzobispo de Boston», escribe el cardenal O’Malley

En su 24º año de pontificado, San Juan Pablo II, minado por los achaques y tras haber pedido perdón por los pecados de los hijos de la Iglesia en el Jubileo del Año 2000, tuvo que enfrentar otra durísima realidad.

Ese año de 2002 quedará grabado en el corazón de la Iglesia católica de Estados Unidos –y de la Iglesia universal—como el año en que estalló la crisis de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Y el terremoto devastador tuvo su epicentro en la arquidiócesis de Boston.

Gobernada entonces por el cardenal Bernard Francis Law (1931-2017), la crisis estalló, justamente, por el encubrimiento de sacerdotes que habían cometido crímenes de pederastia. Law tuvo que dimitir y fue trasladado a Roma, para evitar ser enjuiciado por tribunales locales.

Sin embargo, el mundo conoció la investigación del caso, misma que fue realizada por periodistas del The Boston Globe quienes ganaron un Premio Pulitzer por ello, y luego la historia fue llevada al cine en la película Spotlight, ganadora del Oscar en 2016.

Acciones contrarias a la formación sacerdotal

Por lo demás, la arquidiócesis de Boston no es hoy, ni remotamente, la misma que hace 16 años. La gobierna ahora el arzobispo y cardenal Sean O’Malley, un hombre muy cercano al Papa Francisco y su principal asesor y colaborador en la dirección de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores. O’Malley ha dicho, fuerte y bajo, que no va a repetir lo que su antecesor hizo.

Por ello, ha pedido al rector del principal seminario arquidiocesano de Boston, el seminario de San Juan, que tome un año sabático de inmediato, mientras se realiza una investigación de las acusaciones hechas en las redes sociales sobre actividades realizadas en el seminario que fueron calificadas como acciones “directamente contrarias a los estándares morales y requisitos de formación para el sacerdocio católico”.

“En este momento, no puedo verificar ni refutar estas acusaciones”, dijo el cardenal O’Malley, en un comunicado enviado a los medios de comunicación por correo electrónico. Tampoco aclaró de qué específicamente, se tratan las acusaciones.

En una declaración dada a conocer por la arquidiócesis, O’Malley dijo que el padre Stephen Salocks, profesor de Sagrada Escritura, servirá como rector interino en el seminario de San Juan, ya que el padre James Moroney, su rector, se va de año sabático para el semestre de otoño, para que pueda haber una investigación completamente independiente con respecto a estos asuntos”.

Acusaciones y preocupaciones

O’Malley dijo que también ha designado a un grupo “para supervisar una investigación sobre las acusaciones hechas esta semana, la cultura del seminario con respecto a los estándares personales esperados y requeridos de los candidatos al sacerdocio, y cualquier tema del seminario de acoso sexual u otro formas de intimidación o discriminación”.

Dijo que le había pedido al grupo que presentara sus hallazgos lo más pronto posible. “Las acusaciones hechas esta semana son una fuente de gran preocupación para mí como arzobispo de Boston”, escribió. “El ministerio del sacerdocio católico requiere una base de confianza con la gente de la iglesia y la comunidad más amplia a la que sirven nuestros sacerdotes”.

Con la sombra de Law y del reciente escándalo del que fuera cardenal y arzobispo de Washington, Theodore McCarrick, el cardenal O’Malley aseveró estar decidido a lograr “que todos nuestros seminarios cumplan con ese nivel de confianza y proporcionen la formación necesaria para que los sacerdotes vivan una exigente vocación de servicio en nuestra sociedad contemporánea”.

Ciertamente, tendría que ser la decisión de todos los obispos en el mundo. Pero O’Malley está poniendo el ejemplo. El buen juez, dice el refrán español, por su casa empieza. Y más aún si su casa, como la arquidiócesis de Boston, ha sido tan dañada como la dejó el cardenal Law, que en paz descanse.

El sacerdote que cura los cuerpos y las almas en Ruanda

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El padre Ubald da la bendición con el Santísimo durante un retiro. Foto: Facebook del padre Ubald Rugirangoga

A su padre lo mataron cuando él tenía 7 años, y su madre murió durante el genocidio que devastó Ruanda en 1994. «Vi cómo hermanos en la fe mataban a otros hermanos en la fe en mi propia parroquia. Hasta mis parroquianos me querían matar a mí». Desde entonces, Ubald Rugirangoga predica en su país la liberación del perdón, organizando retiros con víctimas, y también con los perpetradores de la masacre que se llevó 45.000 vidas en tres días. En 1991 recibió el don de intercesión por la sanación de los enfermos, con numerosas curaciones físicas y espirituales. Ha estado en Madrid invitado por una comunidad carismática para predicar el retiro Jesús sana hoy. «Soy un cura feliz. El perdón me ha hecho libre», dice

Usted afirma haber recibido en 1991 el don de sanación. ¿Qué es exactamente?

Empecé a rezar por los enfermos en 1987, a raíz de una epidemia de disentería que hubo en mi parroquia y que provocó muchos muertos. Yo tenía miedo de contagiarme y de enfermar cuando rezaba por ellos, pero pensé con mucha fuerza: «¡Tenemos que rezar!», y al cabo de un mes de orar todos juntos en mi parroquia la enfermedad desapareció. ¿Fueron las medicinas? ¿Fue la oración? Yo solo sé que ahí nació dentro de mí el interés en rezar por los enfermos. Formé un grupo de nueve personas que empezamos a rezar cada jueves por los enfermos, con mucha fe y convicción.

En 1991 vino un nuevo don: en la acción de gracias después de una Eucaristía vi venir hacia mí la imagen de un pie izquierdo con heridas. Luego, una mano derecha, junto a una voz que me decía que alguien sufría del codo. Luego, la imagen de un trasero de alguien lleno de heridas. Y luego el vientre de una mujer embarazada, y la voz diciéndome que una mujer tenía miedo al embarazo. Por último, la voz me dijo que había alguien allí que pensaba que daba igual rezar o no rezar. Todas esas imágenes y voces vinieron a mí.

¿Qué significaba todo eso?

Entonces pregunté si alguien allí sufría del pie izquierdo, y un hombre dijo: «Yo», y le pedí: «Prueba a andar», y entonces se levantó y dijo: «¡Ya no me duele!». Después pregunté si alguien padecía de su codo derecho, y un hombre se levantó y dijo que se había curado de repente. Después pregunté si alguien tenía heridas en su trasero y una mujer se levantó del suelo, porque no podía sentarse, y al cabo de tres días las heridas habían desaparecido; ella no se lo creía. Luego pregunté si alguna mujer estaba embarazada y tenía algún problema; una mujer se levantó y dijo que ella había tenido dos hijos pero luego llevaba siete años sin tenerlos, porque había perdido dos hijos, y este no creía que iba a nacer vivo; yo le dije que sí iba a nacer vivo. Y así fue.

¿Y la persona a la que le daba igual rezar o no rezar?

Pregunté por ella también, y se levantó una mujer. Su hijo de 5 años estaba enfermo, con una llaga en una pierna, y el médico le dijo que debía amputarla porque la herida llegaba ya al hueso. Ella quiso rezar y le pidió a su marido que la acompañara, pero él no quiso. Todo eso la deprimió y entonces ella perdió la esperanza en la curación de su hijo, pensaba que la oración no iba a solucionar nada. Pero ella vino a rezar ese día, y al cabo de tres días la herida de su hijo estaba completamente curada.

¿Cómo se lo tomó?

Estaba sorprendido. Yo tengo la convicción de que todo esto viene de Jesús. Eran imágenes, voces, que de repente llegaban a mí cuando rezaba, y la gente se curaba. Todo era nuevo para mí. Decidí consultar con mi obispo, y me recordó que el libro de los Hechos cuenta que también Pedro veía imágenes que le ayudaban en su ministerio. Así que me dio la autorización para llevar a cabo este don.

¿Desde entonces ha sido testigo de curaciones físicas?

Sí, muchas, incluso aquí en Madrid. En el retiro en el que acabo de participar me impresionó una doctora que padecía de un problema en su cabeza y dijo que se le había curado. En otra ocasión, en Estados Unidos, estaba yo rezando en adoración ante el Santísimo, y me vino la imagen de una chica en una silla de ruedas. Por la tarde estaba en un retiro, ¡y vi a la chica que había visto por la mañana! Recé por ella y me fui, y después invité a quien padeciera de alguna parálisis a que se levantara. Ella no se lo creyó en ese momento, pero luego, cuando ya estaba en la sacristía escuché voces fuera: la chica se había levantado de su silla de ruedas.

¡Es Jesús! Él es el que cura. Todo lo que hago es en el nombre de Jesús. Él es el que quiere curar a todas estas personas.

Padre Ubald, también hay heridas interiores, en el espíritu…

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Foto: Isabel Cristina Pérez Estrada

Toda curación física está encaminada a una curación espiritual. Cuando ves a alguien que ha recibido una curación, eso aumenta tu fe. Esas curaciones te hacen creer más.

Y también hay sanaciones que pasan por el perdón, porque el odio es una herida muy grande. Pero, al perdonar, las personas se curan y recuperan la paz. Mi misión principal es llevar a la gente a Jesús, llevar a la gente a la fe, a creer en Él, a creer que después de esta vida hay otra. Él es la Verdad, Él está vivo, lo que dice es la verdad.

¿Por qué no hay entonces más curaciones, para que haya más gente que pueda creer?

Es por nosotros. Si nosotros no rezamos por las curaciones, no habrá curaciones.

Usted experimentó en su propia vida el genocidio que hubo en Ruanda. ¿Es posible sanar también esas heridas?

Sí es posible. Yo mismo no tengo ningún odio. El hombre que mató a mi madre durante el genocidio de 1994 es ahora mi amigo; él vino un día a pedirme perdón, y yo lloré, le abracé y le dije: «En el nombre de Jesús, te perdono». Me he hecho cargo de sus dos hijos y les he pagado los estudios.

Uno de sus hijos no podía perdonar a su padre por lo que había hecho. Había matado a muchas personas, y ahora… Yo le dije: «Ven, y recemos juntos», y le pedí que perdonase de corazón. Él lloraba cuando decía: «Perdono a mi padre…».

Esto debe ser difícil de entender para muchos en su país…

Predicar el perdón me ha traído problemas, Dios mío. A veces la gente no lo entiende. Pero para mí el odio es el mal, y lo vencemos con el perdón y siendo misericordiosos. Solo así se puede parar la violencia.

Otro ejemplo: un hombre mató a otro, y el hijo de la víctima se casó con la hija del verdugo. Esa chica, cuando me escuchó predicar el perdón y dar mi testimonio, quiso hacer algo. Ella sabía que su padre había matado a un hombre y había dejado viuda a su mujer, y entonces fue a verla y acabó viviendo con ella, ayudándola en todo. El hijo de aquella viuda, que pudo escapar del genocidio, llegó un día a casa de su madre y se encontró con la hija del asesino de su padre. «¿Qué hace esa chica aquí? Su padre ha matado a papá», dijo enfadado. Pero la madre defendió a la chica: «Es una buena chica, es amable, me cuida mucho». Con el tiempo, él se dio cuenta de la bondad de la chica y cómo cuidaba de su madre, y acabó casándose con ella. Yo bendije su matrimonio y hoy tienen tres maravillosos hijos.

¿Y qué pasó con el padre de ella?

Cuando salió de la cárcel su hija preparó la reconciliación entre ambas familias. Recibió el perdón de la mujer y de su hijo, y él mismo decía: «Soy feliz. Yo quité la vida, y ahora mi hija me la está dando. Yo di muerte y ella da vida». Ahora es un abuelo orgulloso de sus nietos.

Dirige en Ruanda el centro El secreto de la paz. ¿Cuál es ese secreto?

¡El secreto de la paz es el perdón! Este es un centro en el que rezamos por la sanación de las personas. En mi país hay muchas heridos y lo primero que hacemos es escucharlos. Hacemos una escucha cristiana, porque muchos vienen con mucha ansiedad. La gente necesita alguien que los escuche, porque si no se vuelven locos. Pero si tienes alguien que te escucha, entonces compartes el dolor de tu corazón, curas tus heridas. Fundé una congregación llamada Misioneros de la Paz, con ramas masculina y femenina, y también con laicos, como un gran familia, y el carisma que tienen es el de la escucha: acoger y escuchar a las personas, y confortarlas.

¿Qué ocurre cuando uno quiere perdonar pero no puede?

Si no perdonas al alguien, entonces estarás llevando a esa persona encima, como un gran peso, toda tu vida. No perdonar es una forma de morir. Tienes que perdonar, para ser libre, para dormir bien, para no llevar ese peso siempre… Y si no puedes, al menos reza por ello, pídele a Jesús ese don, porque sin Jesús perdonar es imposible. Él lo hace.

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

 

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Víctimas y asesinos del genocidio de Ruanda, durante un retiro de reconciliación dirigido por el padre Ubald. Foto: frubald.com

Un signo que dispone a la fe

Nuestra fe posmoderna, muy infiltrada de racionalismo y moralismo, queda a menudo desconcertada por el extraordinario realismo del Evangelio. Pero muy reales eran la parálisis o la ceguera de aquellos que se acercaban a Jesús. Con Jesucristo, Dios ha irrumpido en la historia abrazando la debilidad, también liberando y sanando a enfermos. Dichas curaciones son un signo del Reino, es decir, verifican y manifiestan que Dios se acerca definitivamente al hombre en su debilidad. Pertenecen irrenunciablemente a la revelación cristiana.

Además, Jesús ha querido capacitar a sus apóstoles para los mismos signos. La Iglesia, que mantiene presente el misterio de Dios en la historia, debía ser capaz de hacerlo con el mismo realismo y la misma viveza de sus milagros (cf. Hch 3,1-10; 14,8-11).

Por eso, la tradición de la Iglesia ha anunciado y suplicado sin cesar a Cristo como médico. Así, los padres de la Iglesia aprovecharon que la salvación también se dice salus, salud, y propusieron enfrentar la patología del pecado con las terapias de la ascesis, la oración y especialmente los sacramentos, fármacos custodiados y servidos por la Iglesia, nuestro hospital de campaña. Es cierto que progresivamente se enfatizó el significado espiritual de esta curación (especialmente litúrgico), pero sin renunciar nunca al significado corporal. Ahí tenemos una historia milenaria llena de santos taumaturgos, milagros alcanzados por la intercesión dirigida al Cielo y santuarios reconocidos como especiales lugares de sanación, amén de innumerables obras dedicadas a los enfermos.

Un carisma es un don particular del Espíritu Santo concedido a la Iglesia en su vida histórica concreta. Su significado último viene dado siempre por la misión de la Iglesia, es decir, que sirva para afinar mejor el testimonio cristiano en el mundo. Ante un carisma de curación, más allá del fenómeno de la sanación corporal, los teólogos destacan su carácter de signo especialmente relevante del señorío de Cristo, que dispone más fácilmente a la fe, la verdadera salus, la plenitud de la vida del hombre, que es uno en cuerpo y alma. La auténtica salud se llama santidad, y somos curados, Dios mediante, para ser portadores en el mundo de esta verdadera vida, la divina.

 

Jaime López Peñalba

Profesor de Teología e Historia de la Espiritualidad.

Universidad San Dámaso

Mickey Rourke envía a un sacerdote la comida cada domingo

El padre Pete Colapietro le salvó la vida al actor hace 20 años y esta ha sido la mejor ocasión para expresar su amistad y agradecimiento

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Quién hubiera dicho que el actor Mickey Rourke iba a encargarse de enviarle cada domingo la comida a un sacerdote, el padre Pete Colapietro.

Problemas de salud provocaron la ausencia de este cura católico de la iglesia de San Malaquías de Nueva York, la conocida como la “capilla de los actores” donde se celebraron los funerales de Rudolph Valentino y Tennessee Williams.

Según informa Page Six, el cura primero pasó un tiempo en el hospital, y después en un centro de rehabilitación. La comida estaba lejos de los deliciosos platos que solían servirle al Reverendo Pete en Elaine, uno de sus lugares favoritos, y el cura le sacó punta al tema bromeando.

Pero Rourke tomó nota y acordó con un restaurante que le entregaran la comida cada domingo al sacerdote durante diez semanas. “Era tanta comida, que tuve que invitar a amigos”, explica el sacerdote, que finalmente se recuperó.

¿Qué relación especial tiene el actor con Pete Colapietro? Pues es su cura predilecto desde hace casi 20 años, cuando lo conoció al entrar en una iglesia católica buscando ayuda en un momento en que deseaba suicidarse. Prácticamente le salvó la vida.

Había llegado a un punto difícil, con un comportamiento agresivo y la adicción a las drogas. Rourke no se sentía capaz de superar los malos tratos que había sufrido de su padrastro. El sacerdote le acogió y le consoló. “Bajábamos al sótano, bebíamos una copa de vino, fumábamos cigarrillos y rezábamos”, recuerda agradecido.

Así que las dificultades por las que ha pasado Pete Colapietro han sido la ocasión para demostrarle que no lo ha olvidado, aunque ahora viva lejos.

Victor Garaygordobil, el obispo-misionero centenario

Testimonio vivo de la misericordia de Dios: obispo, participante en el Concilio Vaticano II y ahora simple ayudante de una parroquia

web-victor-garaygordobil-bittor-ecuador-blog-vicente-luis-garcc3adaHay personas, historias, testimonios que no deben ser olvidados nunca. Personas que merecen un lugar especial en la historia, un espacio destacado de la vida de la Iglesia. Una de estas personas es Victor Garaygordobil, obispo emérito de Los Ríos- hoyo diócesis de Babahoyo (Ecuador). Su humildad hace que su historia pase desapercibida.

Victor o Bittor (su nombre en vasco) acaba de cumplir 100 años y ha sido galardonado con el premio “Iglesia y Servicio”, otorgado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana. Una vida y una historia ejemplar, muy poco conocida y que el periodista Vicente Luis García muestra en su blog Non sulum. 

Víctor Garaygordobil es una leyenda para las Misiones diocesanas vascas y es el último superviviente del grupo de sacerdotes vascos que partieron de misión para Ecuador en 1948. Fueron los pioneros de una iniciativa hoy muy extendida. La Santa Sede encomendando tierras de misión a las diócesis.

Toda una vida de servicio

Nacido en 1915, se ordenó sacerdote el 27 de junio de 1943 y recibió la ordenación episcopal en la catedral de Babahoyo (Ecuador), el 30 de enero de 1964.

Vivió la guerra civil española como camillero. Ingresó en el seminario de Vitoria al finalizar la guerra y en octubre de 1948 partió a Ecuador como misionero. 34 años pasó allí con una opción preferencial por los pobres. Fue elegido obispos por petición de sus hermanos en el episcopado ecuatoriano pero nunca quiso dejar de ser diocesano de Vitoria.

Un obispo-misionero, un ejemplo de humildad. Cuando en 1982 vio que su labor estaba consolidada y que ya no hacía falta en misiones pidió su renuncia y volvió a su tierra. Se le encomendaron tareas pastorales y desde entonces vive en el santuario de Urriola. Su nuevo encargo: “oficiar las misas, traer agua, atender la casa y llevar las cuentas”.

El periodista García muestra una entrevista realizada en 1998 con motivo del 50 Aniversario de las Misiones Diocesanas Vascas. Una entrevista que engrandece el corazón de todo el que la lee.

Participante del Concilio Vaticano II

Cuando se celebró el Concilio Vaticano II fue elegido como uno de los representantes de América Latina. Allí fue, con su txapela (nunca se la quitaría), su humildad y su servicio.

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Al finalizar el Concilio, participaría en el “Pacto de las Catacumbas” donde algunos obispos celebraron misa y se consagraron a una Iglesia sierva y pobre. Victor siempre lo cumplió.

Un testimonio de vida apasionante. Un amor a la Iglesia y a los pobres. Un obispo-emérito que acaba de cumplir 100 años (es el cuarto más longevo de todo el mundo) y que aún hoy presenta una lucidez impactante.

Una historia que merece ser conocida y que Vicente Luis García nos muestra en su blog. Testimonios que hacen mucha falta para mostrar una humanidad que a veces olvidamos. Dios le dio la fuerza para su sacerdocio y su misión y ahora le está dando la salud para, a sus 100 años seguir mostrándolo y contándolo.

Dachau: un sacerdote polaco, asesinado por “no hacer bien la cama”

Historias de la Segunda Guerra Mundial que no habría que olvidar

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En diferentes circunstancias morían los sacerdotes – prisioneros: al lado de la carretilla llena de nieve, en el taller, en la plaza de la llamada, en la enfermería, de agotamiento, a causa de enfermedades, por los malos tratos… Más a menudo morían en soledad, sin ningún consuelo humano.

También eran asesinados por ciertos caprichos absurdos de aquellos que disponían de la vida de los prisioneros. Tal como el obsesivo cuidado en hacer la cama.

“Sauberkeit y Ordnung (limpieza y orden) se unían, dando origen al máximo tormento con la llamada Bettenbau. No se trataba de hacer la cama, simplemente; había que ‘construirla’. El jergón debia estar perfectamente nivelado, con los bordes rectos, ajustados con el cobertor y el cabezal de paja, y, por supuesto, la posición de cada lecho debía quedar perfectamente alineada con los otros”. Kazimierz Majdanski, “Un obispo en los campos de exterminio”, p. 50

El sacerdote Jan Brzeziecki, vicario de la parroquia de Rudlice (distrito de Wielun), fue deportado al campo de concentracion de Dachau. Número de campo 28190. Allí murió el 27 de agosto de 1.942. El Padre Alexander Konopka, un compañero de cautiverio describe su muerte: “Recuerdo como murió el padre Jan Brzeziecki, joven sacerdote de nuestra diócesis”.

“Llegó a la sala un hombre de las SS, todos se pusieron de pie en posición de firmes, y el fue a inspeccionar las camas. Una de ellas, según el estaba mal hecha. Jasiu se acercó y comenzó a mejorarla, entonces el hombre de las SS lo derribó y lo pateó de forma brutal, en un espacio muy estrecho, era imposible retirarse. Jasiu fue llevado a la enfermería, donde murió. Tenía las costillas rotas. No había nadie a quien quejarse. Recé por él como un mártir “.

Era sacerdote diocesano perteneciente a la diócesis de Czestochowa. Nació el 3 de agosto de 1913. Desde el 24 de agosto de 1938 fue vicario de la parroquia de Rudlice, estaba recién ordenado. Ejerció su ministerio pastoral muy diligente y desinteresadamente. Durante la ocupación alemana el 6 de octubre de 1941 fue arrestado junto con el párroco, el padre Franciszek Wtorkiewicz por gendarmes alemanes. En el distrito de Wielun fueron arrestados 18 sacerdotes, sólo uno regresó con vida del campo de concentración.

Fueron trasladados junto con otros sacerdotes detenidos a un campo de tránsito en Konstantynów cerca de Łódź. El padre Wtorkiewicz fue liberado debido a la vejez y a su mala salud. Sin embargo no se le permitió llevar a cabo ninguna actividad pastoral.

El niño «mártir de la sotana»

Francisco firma su martirio y será beato 

Rolando Rivi, seminarista de 14 años, el niño «mártir de la sotana» en la Italia de 1945 

Durante los últimos meses de guerra y primeros de posguerra las partidas comunistas demostraron su odio al clero. Con este niño se cebaron. 

Actualizado 28 marzo 2013 

Carmelo López-Arias / ReL 

13130_rolando_rivi_Una de los más relevantes entre los primeros decretos martiriales del Papa Francisco es el de un niño de 14 años, Rolando Rivi, por las peculiares circunstancias históricas de su muerte: en la Italia de 1945 y por partisanos comunistas, aclamados por la propaganda de postguerra como luchadores por la libertad.

Dos años de felicidad
Rolando nació en 1931 en San Valentino, cerca de Castellarano (Reggio Emilia), como el segundo de los tres hijos de Roberto y Albertina, granjeros de profunda fe y religiosidad. Muy pronto sitió la vocación sacerdotal, e ingresó en 1942, con sólo once años, en el seminario de Marola. El 1 de octubre lo apuntó como el día más feliz: fue cuando tomó la sotana.

Solía animar a sus compañeros con estas palabras: «Un día, con la ayuda de Dios, seremos sacerdotes. Yo seré misionero. Quiero llevar a Jesús a quienes no Le conocen. Nuestro deber como sacerdotes es rezar mucho y salvar almas para llevarlas al paraíso«.

Los meses más duros
En 1944, cuando Italia cambió de bando en la Segunda Guerra Mundial y fue invadida por los alemanes, el adolescente Rivi tuvo que abandonar los estudios, porque los nazis cerraron el centro y dispersaron a los seminaristas enviándolos a sus casas.

Fuera del seminario y sin haber recibido ni las órdenes menores, Rolando no tenía obligación de llevar la sotana, pero siguió haciéndolo mientras mantenía su colaboración con la Acción Católica y daba catequesis en la iglesia. Y eso que los tiempos eran peligrosos. En su región había numerosas partidas comunistas que realizaban acciones de sabotaje contra los alemanes, pero que preparaban también el futuro del país mostrando su odio a la Iglesia, con el asesinato de varios sacerdotes.

La sotana, señal de pertenencia a Jesús
«¡Quítate la sotana! Es mejor que no la utilices«, le rogaban sus padres. Pero el niño daba muestras de determinación: «Pero ¿por qué? ¿Qué mal hago llevándolo? No tengo ninguna razón para dejar de usarlo. Estudio para ser sacerdote y debo vestir en señal de que pertenezco a Jesús«. En alguna ocasión, los partisanos de la zona le habían insultado con obscenidades al encontrarse con él en algún camino. En el pueblo le conocían como «el curita». «No tengo miedo ni estoy asustado. No puedo esconderme. Pertenezco a Dios«, respondía a quien le aconsejaba que vistiese de seglar.

Rolando continuó sus prácticas de piedad en la parroquia de su pueblo, donde el párroco,Olinto Marzocchini, fue atacado en una ocasión por los comunistas, así como el joven sacerdote Alberto Camellini, recién llegado a San Valentino.

El chico tenía gran admiración por su párroco: «¡Qué hermoso ser como él! ¡Celebrar misa con Jesús en mis manos, llevar el alma de Jesús…!». Con esa devoción, el 10 de abril de 1945 tocó el organo y acompañó al coro en la misa solemne, y al terminar recogió sus cosas y, ataviado con su inseparable sotana, atravesó el bosque camino a su hogar, adonde nunca llegó.

El crimen, la gloria
Sus padres y vecinos temieron lo peor. Se le buscó durante tres días, hasta que su padre y Don Alberto encontraron el cadáver, plagado de señales de tortura y martirio. Como se supo después, el joven seminarista padeció tres días continuados de tormentos y humillaciones, con insultos a Dios, Cristo y la Iglesia. Lo primero que le hicieron fue quitarle la sotana y pegarle a conciencia con un cinturón

Al final le llevaron entre los árboles de Piane di Monchio, dejando un reguero de sangre por las heridas causadas. El niño lloró pidiendo que le perdonasen la vida, pero cuando recibió una patada como respuesta, comprendió que todo era inútil. Sólo rogó que le dejasen rezar antes de morir. Lo hizo por sus padres y por sus asesinos. Luego recibió dos tiros, uno en la cabeza y otro cerca del corazón, y le semienterraron. La sotana se la quedaron los asesinos como trofeo y la anudaron para convertirla en pelota de fútbol.

Tras un entierro sumario, después de la liberación, el 29 de mayo, recibió el homenaje de todos los parroquianos, y su tumba comenzó a ser lugar de peregrinación, con diversas curaciones atribuidas a su intercesión. En 2006 se abrió en la diócesis de Modena su causa de beatificación, y tras certificar en mayo de 2012 la correspondiente comisión de la Congregación que su muerte fue un martirio in odium fidei, este Jueves Santo el Papa Francisco lo proclamó para todo el mundo, preludio de su beatificación.

Un sueño hecho realidad de otra forma
Pocos días antes de morir, justo el Jueves Santo de 1945, Rolando había escrito este pensamiento: «Jesús, te doy gracias porque te nos has dado en la Santa Hostia y estás siempre con nosotros. Ayúdame a volver pronto al seminario para convertirme en sacerdote«. Jesús hizo algo mejor: asimilarle a su Calvario para llevarle más deprisa a la gloria.

Nuevas aportaciones sobre Garabandal (I)

Actualizado 22 febrero 2013

Me llega desde Garabandal un correo con datos de interés sobre las «apariciones y profecías de la Virgen», que ofrezco tal cual en tres post. En ello se precisa el tema de los Papas, el Fin de los Tiempos y la intervención del Padre Pío. Cada cual que juzgue lo que crea conveniente, pero lea los tres capítulos que iremos publicando.

Correcta interpretación de la Madre Mari Nieves, Superiora del Internado de Burgos en donde estuvo Conchita, la vidente: www.gloria.tv/

En los Pinos se siente la presencia de Nuestra Bendita Madre porque es un lugar que ha sido escogido por Dios. En tiempos de Serafín, el abuelo materno de Conchita, se hizo esta plantación, en 1925, cuando era presidente de la junta vecinal. Bendecidos entonces por el párroco don Angel Cosío, fueron especialmente los niños de Primera Comunión los que intervinieron en esta plantación. Desde entonces Dios ama mucho este lugar que le fue consagrado y ya desde entonces tiene relación con la Eucaristía.

Antonia González, tía de Conchita, testificó que:

En una ocasión, estábamos la madre y los familiares, en casa de Conchita y Conchita dijo: nosotras mismas lo hemos de negar y nos hemos de contradecir todos. Entonces será cuando vendrá el Milagro.

Yo (Antonia), le oí a Conchita en éxtasis:

— Cuando dejen de subir todos, cuando no lo crea nadie, ¿entonces harás el Milagro?… entonces vendrá el Milagro… cuando todo el mundo deje de creer; ni los sacerdotes lo creerán, ni nadie lo creerá,… ¿entonces vendrá el Milagro?.

 Esto lo he oído yo: nosotras mismas nos hemos de contradecir, las familias, etc. Eso lo he oído yo en casa de Conchita, eso es cierto.

Una noche, en casa de Ceferino, oí que hablaban con el Padre Andréu. Yo estaba allí y esa noche decían:

— ¿Se unirán las iglesias?, … las iglesias se unirán.

Decían que se llegarían a unir las iglesias. Eso decían, estando ellas en éxtasis; y que si no nos enmendamos, eso también lo oí, se apoderaría Rusia de todo. Las niñas dijeron eso, en éxtasis, eso lo oí yo (Antonia): que vendrían unos castigos muy grandes.

El Papa Juan Pablo II ha dicho públicamente lo siguiente en 1980:

«Debemos estar preparados para enfrentar grandes pruebas, que podrían exigir también el sacrificio de la propia vida por Cristo. Las pruebas podrían ser atenuadas por medio de sus oraciones y de las nuestras, pero no podrán evitarse, porque solamente por este medio podrá llevarse a cabo una verdadera renovación de la Iglesia, tal como ya ha ocurrido muchas veces que la Iglesia surgió de nuevo por medio de la sangre.

Tampoco será diferente en esta ocasión. Seamos fuertes y preparémonos, teniendo fe en Cristo y en su Madre. Oremos mucho y recemos con frecuencia el Santo Rosario».

Esto que dijo el Papa Juan Pablo II lo vivió él mismo en mayo de 1981 durante el atentado en el que le fue preservada la vida y se puede decir que toda su vida fue una oblación a Dios pidiendo Misericordia. Murió el 2 de Abril del 2005, en la Vigilia de la Misericordia Divina, un Primer Sábado de mes; el sábado anterior al Segundo Domingo de Pascua o de la Misericordia Divina, festividad que el mismo instituyó. Y entre las frases que dejó escritas para este día pedía a Dios así:

— Ten Misericordia de Nosotros y del Mundo entero.

Los individuos, familias, pueblos y naciones que se entreguen por completo en manos de la Misericordia Divina del Corazón de Jesús y se pongan bajo la protección de su Madre Santísima porque creen en Ella y en sus Apariciones, tendrán una especial protección en esta vida pero sobre todo en orden a la salvación de las almas.

 También Conchita quedó desconcertada con la noticia de la muerte del P. Pío, que debía «ver el Milagro». Pero unas semanas más tarde, el 16 de octubre de 1968, casi al anochecer, llegó a Garabandal un telegrama, que procedía de Lourdes y llevaba el nombre de una señora de Roma, a quien Conchita conocía; el telegrama urgía a ésta a ponerse inmediatamente en camino, para recibir algo de parte del P. Pío.

El Padre Alfred Combe y Bernard L´Huillier de Francia estaban en ese momento en el pueblo y accedieron a llevar a Conchita y a su madre a Lourdes. Partieron esa misma noche. Con el afán, Conchita olvidó su pasaporte. Al llegar a la frontera fueron detenidos durante seis horas, y sólo gracias a un pasaporte especial, firmado por el Gobernador militar de Irún, pudieron pasar la frontera hacia Francia.

En Lourdes se entrevistaron con los emisarios del Padre Pío de Italia, entre los cuales estaba el Padre Bernardino Cennamo, O.F.M. El Padre Cennamo no era realmente de San Giovanni Rotondo, sino que pertenecía a otro monasterio. Era, sin embargo, bien conocido por el Padre Pío y por el Padre Pellegrino; éste último fue quien cuidó al Padre Pío durante sus últimos años y quien escribió la nota para Conchita dictada por el Padre Pío.

El Padre Cennamo dijo a Conchita que no había creído en las apariciones de Garabandal hasta que el Padre Pío le pidió darle el velo que cubriría su cara después de su muerte. El velo y la carta fueron entregados a Conchita, quien preguntó al Padre Cennamo:

— «¿Por qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?»

El Padre le respondió:

— «El P. Pío vio el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo.»

Al regresar a casa, Conchita decidió escribir esto. Dice Conchita:

… Tenía el velo ante mis ojos mientras escribía cuando, de repente, toda la habitación se llenó con una fragancia. Había oído sobre las fragancias del Padre Pío, pero nunca les había dado mayor importancia. El cuarto entero olía con un perfume tan fuerte que comencé a llorar. Era la primera vez que me sucedió esto que ocurrió después de su muerte.

Hay una cinta magnetofónica, grabada por don Plácido Ruiloba en Garabandal el 16 de enero de 1963 en la que se le pregunta a Conchita por una carta que la niña decía haber escrito al Obispo:

— ¿Le ponías la fecha del milagro?

— No, porque entonces no la sabía.

— ¿Y desde cuándo la sabes, desde la semana pasada?

— No, desde ésta.

En una carta de Maximina del 15 de enero de 1963 dice:

«Conchita me dijo que Hoy le dijo el Ángel la fecha del milagro. Lo sabe ella y el hermano mayor nada más».

Dijo Conchita a su hermano Serafín en este mes de Enero de 1963:

— Para que veas que todo ha sido verdad, la Virgen me ha dicho que yo te diga esto…

Y le habló del Milagro, y le explicó en qué va a consistir. Conchita se lo puso luego brevemente por escrito, al dorso de una estampa del Niño Jesús. Le dijo que ocurrirá cuando se produzca un determinado acontecimiento en la Iglesia, que también le explicó. Sólo en este sentido supo Serafín la fecha del Milagro.

El Papa Juan Pablo II, con relación a profecías y anuncios de catástrofes, dijo durante un encuentro:

— nunca debemos pensar que es inútil hacer algo para mejorar la situación del mundo. 

El Papa tomó el Rosario y dijo:

— «¡Aquí está el remedio para esta enfermedad!. ¡Oren, oren y no hagan mas preguntas!. ¡Encomienden el resto a Nuestra Señora!».

Dice Conchita:

Yo con mucha emoción le iba pidiendo más a Jesús y le decía:

— ¿Para qué viene el milagro?, ¿Para convertir a mucha gente?,

Y Él me contestó:

— Para convertir al mundo entero.

¿Se convertirá Rusia?.

— También se convertirá, y así «todos amarán a Nuestros Corazones».

¿Por qué vienes a mi pobre corazón sin merecerlo?.

— Si no vengo por ti, vengo por todos.

San Juan Bosco vio a la Iglesia como un gran buque que, asediado por todas partes, estaba a punto de perecer, pero vio un Papa que lo amarró a los dos pilares que emergieron del mar, la Santísima Eucaristía y la Virgen María. Todos los que la asediaban y los que no siguieron a la Barca de Pedro se dispersaron y perecieron y la verdadera Iglesia se renovó mas gloriosa que nunca y tajo al mundo la PAZ.

El Papa Juan Pablo II fue quien proclamó el año del Rosario y el año de la Eucaristía con una confianza plena de que Dios, por medio de su Santísima Madre y por la Santísima Eucaristía renovará la Iglesia.

Dice el Papa Juan Pablo II en su carta encíclica «ECCLESIA DE EUCHARISTIA» :

— el Sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor.

Estos dos pilares de nuestra fe se ponen de manifiesto de modo especial en las Apariciones de Garabandal: la Eucaristía y la Virgen María, el rezo del Rosario, las Visitas al Santísimo, las Comuniones de manos del Ángel cuando no había sacerdotes en el pueblo, todo ello forma parte de la vida cotidiana que la Santísima Virgen vivió con las niñas videntes.

Una atención especial de la Santísima Virgen fue para los Sacerdotes. Pedía a las niñas que rezasen mucho por ellos para que fuesen Santos y decía:

— Que al rezar por los Sacerdotes se reza por todos.

Veía en ellos a su mismo Hijo, y de ahí la importancia de que sean otros Cristo en la tierra.

Las Apariciones de la Santísima Virgen en Garabandal son un don inestimable de Dios que enviándonos a su Madre y por medio de Ella, Jesús su Hijo traerá la PAZ y la felicidad al mundo.

Así lo vivieron la niñas videntes durante las Apariciones, que dejaron una huella inolvidable en sus almas.

Dice Conchita:

La primera vez que vimos a la Virgen, se nos apareció de repente.

— Venía con dos Ángeles y el Niño Jesús, y había un Ojo encima de todos, con mucha luz.

Siempre se nos aparecía de repente, solo que unas veces traía el Niño y otras no. Su postura más habitual era estar con los brazos abiertos y extendidos, mirándonos:

— Sus ojos eran negros, ¡muy dulces y misericordiosos!, más bien grandes. Parecía como si no mirara a la cara, ni al cuerpo, ¡sino al alma!.

Su mirada es muy difícil de describir.

— Hace a uno amarla más y pensar más en Ella. Mirándola a la cara, nos hace felices del todo, y mirándonos Ella, todavía más. Cuando nos hablaba, nos miraba, y también cambiaba de mirada durante la conversación.

Su voz:

— es muy dulce y armoniosa, se oye por los oídos, aunque sus palabras penetran en el corazón; es como si metiera la voz dentro. ¡Hablaba con voz clarísima y dulcísima!.

Alguna vez se rió, además de sonreírse, que era lo habitual.

— Se oía su risa, como sus palabras; pero la risa era más no sé qué que el habla. ¡No sé explicar su risa!. Nunca sabré explicarla, era muy hermosa.

Nos besaba casi todos los días, y salía de Ella. Eran besos de despedida en ambas mejillas. Alguna vez le pedí que me dejara besarla, y otras veces la he besado sin pedírselo.

Cuando terminaba de ver a la Virgen:

— Salía como del Cielo, con muchas ganas de amar a Jesús y a María, y de decir de Ellos a la gente, ya que eso es lo único que nos puede alegrar: hablar y escuchar de la Virgen.

¡Quién viviera en aquellos tiempos que veíamos a la Virgen tantas veces!. Aunque tuviéramos que quedarnos sin dormir, no nos importaba. ¡Éramos muy felices!.

La Virgen, muchas veces, no nos miraba precisamente a nosotras, sino más lejos, a la gente que había detrás. Cambiaba a veces de semblante; pero sin dejar de sonreír. Yo le preguntaba:

— ¿A quién miras?.

Ella me decía:

— Miro a mis hijos.

Conchita sentía a la Virgen tan suya que una vez le presentaron una estampa que trataba de reproducir a la Virgen aparecida en Garabandal y dijo:

— ¡Pobrecita!. ¡Cómo me la han puesto!.

Exclamó Conchita, porque se parecía muy poco a Ella.

La Virgen nos enseñó a rezar la letanía y los misterios del rosario, que no los sabíamos. Ella sólo rezaba el Gloria; si empezó con los otros rezos, fue para enseñarnos.

Siempre que rezábamos el Gloria, la Virgen inclinaba la cabeza.

Nos dijo en una ocasión:

— Lo que más agrada a Dios es la humildad, lo que más le desagrada es la soberbia.

No nos dábamos cuenta por donde íbamos a menos que la Virgen nos lo dijese:

— nosotras ¡estábamos con la Virgen!, y seguíamos la conversación o la comunicación con Ella, sin saber si corríamos o no, si estábamos de rodillas o tendidas por el suelo.

Íbamos con frecuencia a la Iglesia:

— Porque a la Virgen le gusta ir a donde está Jesús, su Hijo.

Ante la muerte de un hermano sacerdote

Actualizado 30 agosto 2012

Al llegar a este rincón asturiano en donde me encuentro, nos enteramos que acababa de morir Santiago, el único sacerdote ordenado hace unas semanas, como informa nuestra página. La noticia ha causado gran consternación en la Archidiócesis de Oviedo, en especial en su pueblo natal y en las numerosas parroquias que lo esperaban como párroco a partir del día 11 de Septiembre.

En el día de su Ordenación

Gozaba de buena salud, muy trabajador según nos cuentan. Su madre viuda estaba feliz por poder acompañar a su hijo allí donde lo mandaran. ¿Quién le iba a decir que un día como ayer lo tendría muerto en sus brazos a consecuencia de un infarto fulminante? ¡Qué sorpresas nos guarda la naturaleza! Muchos se preguntarán, y con razón, ¿cómo Dios permite esto con la falta que hay de curas? Yo siempre en estos casos cambio el “por qué” por el “para qué”.  ¿Para qué permite Dios esto? ¿Qué intenta conseguir? Este sacerdote iba a dar mucho fruto en la tierra, pero sin duda dará mucho más fruto desde el cielo. Esas parroquias que se quedan sin él, van a recibir los frutos abundantes de su ministerio desde el cielo.

                Nos agobia en la Iglesia la falta de clero, pero Dios sabe más, y El suplirá con creces lo que nosotros no podamos hacer. Los seminarios andan medio vacíos, algunos cerrados, pero Dios proveerá. Es verdad que esto no es un bien, y que la causa de la falta de vocaciones se debe, entre otras razones, a la increencia, al materialismo, a la profunda tibieza espiritual que venimos padeciendo. Todo culpa del ser humano pecador.

                Y los sacerdotes cada vez nos sentimos más urgidos a suplir las carencias clericales con más trabajo. Hay sacerdotes que merecerían ya un descanso por sus años y enfermedades, pero ahí están, ahí estamos, a pié de obra mientras el cuerpo aguante. ¿Qué puede hacer la feligresía? Colaborar con generosidad en todo lo que esté en su mano, ser muy compresivos con nuestras limitaciones, rezar por los sacerdotes… Y  no digo que nos lo agradezcáis porque es nuestro deber, estamos cumpliendo de por vida, lo mejor que sabemos y podemos, con la misión que el Señor  nos ha encomendado.

                 Cuando la otra tarde íbamos tres sacerdotes con nuestro clerigman por las calles de León nos llamó la atención que todo el mundo nos mirara con cierta complacencia. Muchos nos saludaban con una sonrisa, otros con un adiós. Es de agradecer estas actitudes respetuosas, incluso cariñosas. No siempre ocurre así. Pero estamos acostumbrados a servir sin pedir nada a cambio. Los defectos que tenemos  nos recuerdan que también somos de barro, un barro que se puede romper, como el del sacerdote Santiago de Oviedo, pero que Dios lo recompone para seguir sirviendo, aquí o en la otra vida.

                Mis condolencias al Sr. Arzobispo D. Jesús Montes,  a la pobre madre viuda que ha perdido a su único hijo, sacerdote de Jesucristo, y todo el clero asturiano que ve frustrada una esperanza de relevo generacional. Dios sabe más.

La escena de uma madre abrazando a su hijo sacerdote muerto me ha recordado la imagen de la Virgen del Camino de León:

También la Virgen abrazó y lloró a su Hijo, primer sacerdote, muerto por todos.

Juan García Inza

Juan.garciainza@gmail.com