¿Milagro en Valencia?

Por intercesión de Vicente Garrido Pastor 

Una madre de familia se cura de forma inexplicable de un cáncer por el que le daban 10 meses de vida. 

Actualizado 18 mayo 2012 

Avan

La delegación para las causas de los santos del Arzobispado de Valencia ha iniciado el estudio de un “posible milagro” atribuido a la intercesión del fundador del Instituto Secular de las Obreras de la Cruz, el sacerdote valenciano Vicente Garrido Pastor (Benaguacil, 1896- Moncada, 1975), cuyo proceso de beatificación se instruye actualmente en Roma.

La “posible gracia” obrada por el Siervo de Dios Vicente Garrido Pastor corresponde a una curación “inexplicable” de una madre de familia, de Albacete, a quien le fue diagnosticado en 2003 un “adenocarcinoma de endometrio, estadio IVB, por afectación metastásica en cadera derecha” con una esperanza de vida de 10 meses, según han indicado hoy a la agencia AVAN fuentes de la delegación.

Sin embargo, transcurridos ocho años, “y después de numerosos controles y valoraciones médicas por parte de especialistas oncológos de varios hospitales”, en 2011, los últimos informes y pruebas realizadas constataron la “remisión completa” del tumor y la “ausencia actual” de la enfermedad, según las mismas fuentes.

La mujer en la que se obró el “probable milagro”, que cuenta con una hermana perteneciente precisamente al Instituto Secular Obreras de la Cruz, “se encomendaba a su fundador”, el Siervo de Dios Vicente Garrido, “a quien rezaban y rezan y le guardan enorme devoción”.

El arzobispo de Valencia, monseñor Carlos Osoro, ha presidido esta tarde, en Palacio Arzobispal, la constitución del Tribunal que se encargará de recoger la documentación, pruebas médicas y testificales para “examinar y probar la existencia de este hecho milagroso”. según fuentes de la delegación que lleva varios años investigando en esta causa.

Una vez transcurrido el periodo de estudio del “presunto milagro” en la fase diocesana, el Tribunal ahora creado, formado por sacerdotes, médicos y peritos, remitirá la documentación a la Santa Sede para “que continúe allí el proceso” . En ese caso sería valorado por el congreso de médicos de la congregación vaticana para las Causas de los Santos, posteriormente por la comisión de teólogos y, finalmente, por la de Obispos y Cardenales, que remitirían y presentarían la documentación al Papa, quien promulgaría el “decreto de milagro”.

Al tratarse de una «causa de virtudes», “para llegar a la beatificación se requiere la aprobación de un milagro”, según las mismas fuentes, que han añadido que “si éste llegara a su fin vendría de inmediato su declaración como beato”.

El proceso de beatificación de Vicente Garrido Pastor fue abierto el 12 de junio de 1990 en Valencia y clausurado el 14 de septiembre de 1999, en Moncada (Valencia), en donde falleció. Más tarde, el 20 de octubre de 2000, la Congregación para las Causas de los Santos concedió el “decreto de validez de dicho Proceso instruido en la Curia Eclesiástica Valentina” pasando en ese momento a ser instruido en Roma.

El Instituto Secular Obreras de la Cruz

El 13 de febrero de 1934, “el entonces joven sacerdote valenciano Vicente Garrido, que venía trabajando incansablemente en el apostolado seglar femenino, reunió en Burjassot a un grupo de mujeres para dirigirles un retiro espiritual”. Cuatro meses después, “consiguió la aprobación de los estatutos de una sociedad civil, denominada «Sociedad Amor Cristiano», que vendría a ser el germen del actual Instituto”, han añadido.

Desde entonces, han trabajado en la promoción, formación y evangelización de las mujeres, y en numerosos pueblos y ciudades crearon talleres para su formación y promoción laboral. Ahora, según han indicado hoy a la agencia AVAN fuentes de este Instituto Secular, han adaptado su servicio a las necesidades del momento presente y en la archidiócesis de Valencia dirigen tres centros para mujeres en riesgo de exclusión social, e inmigrantes, transeúntes o con problemas familiares, en Sagunto, Museros y en Valencia.

Además, las Obreras de la Cruz han impulsado otros proyectos solidarios en Chile y Bolivia, y están presentes también en Rwanda. Igualmente, el Instituto asume otras acciones, como el impulso de los ejercicios espirituales, la colaboración parroquial y el apostolado social obrero.

Las Obreras de la Cruz “viven el carisma de la consagración secular en el entramado de la sociedad” y ejercen su apostolado “desde la profesión, tareas y obras apostólicas”, han añadido.

 

«Al fin muero cristiano como empecé»

Martín Vigil, el autor de «La vida sale al encuentro», deja a su muerte un sobrecogedor testamento

Ayer se dio a conocer, después de un año, la silenciosa muerte del otrora exitoso novelista II Lea su última entrevista.

Actualizado 11 enero 2012

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Ayer se dio a conocer, después de un año, la discreta muerte de quien fuera exitoso novelista José Luis Martín Vigil, el autor de «La vida sale al encuentro».

El escritor, que había dejado la Compañía y posteriormente el sacerdocio, alcanzó la fama con su primera novela, «La vida sale al encuentro» (1960), experiencia de sus años como educador en el colegio de los jesuitas de Vigo y que llegó a ser un best seller, y que fue reeditado hasta el 2006, en una última versión revisada por el mismo autor.

El sacerdote jesuita y destacado escritor Pedro Miguel Lamet hace referencia en un artículo publicado hoy en El Mundo de «las amargas situaciones por las que discurrió la vida del ex sacerdote, al que acabaron por prohibirle confesar, luego predicar -llenaba la Iglesia de Salamanca- y definitivamente le condujeron a secularizarse» y a «algunas noticias brumosas relacionadas con la policía y algunos de sus muchachos».

Testamento

En octubre pasado, en el boletín “Bellavista” de los antiguos alumnos de los jesuitas de Vigo, colegio donde Martín Vigil fue educador, se publicó su testamento, texto que publica en internet Lamet. 

Se trata de un emocionante escrito -destaca el sacerdote jesuita- en que Martín Vigil «confiesa abiertamente su fe, su amor a la Compañía de Jesús, ignora su obra literaria y se despide con una enorme sencillez».

Aquí reproducimos el texto del testamento de Martín Vigil:

“Bueno, al fin muero cristiano como empecé. Creo en Dios. Amo a Dios. Espero en Dios. No perseveré en la Compañía de Jesús, pero jamás dejé de amarla y estarle agradecido. No conozco el odio, no necesito perdonar a nadie. Pero sí que me perdonen cuanto se sientan acreedores míos con razón, que serán más de los que están en mi memoria. Amé al prójimo. No tanto como a mí mismo, aunque intenté acercarme muchas veces. No haré un discurso sobre mi paso por la vida. Cuanto hay que saber de mí lo sabe Dios. En cuanto a mis restos, sólo deseo la cremación y consiguiente devolución de las cenizas a la tierra, en la forma más simple, sencilla y menos molesta y onerosa. Pasad pues de flores, esquelas, recordatorios y similares. Todo eso es humo: Sólo deseo oraciones. De este mundo sólo me llevo lo que me traje, mi alma. Consignado todo lo cual, agradecido a todos, deseo causar las mínimas molestias. Dios os lo pague”.

Su última entrevista

Por su interés, reproducimos asimismo la última entrevista que concediera Martín Vigil a un medio de comunnicación. Fue realizada por Gonzalo Altozano, del semanario Alba, en 2007. 

Dice que la fama -ha vendido millones de novelas- no sirve para nada, que perdona a los que le hicieron su enemigo sin que él los tuviera como tales, y que va “cuesta abajo en la rodada”, o sea, que la que de un momento a otro le va a salir al encuentro no es la vida, sino la muerte. (“El desatre de Annual comparado con el mío es una broma”). Esto te lo dice con la serenidad del que se ha pasado los últimos años retirado en un cómodo apartamento, rodeado de libros y recuerdos, en diálogo casi ininterrumpido con Dios.

-Ser sacerdote imprime carácter. ¿Ser jesuita todavía más?

-En un plano teológico, no. Aunque humanamente… Puedo decir que veinte años de ascética jesuítica dejan un sello que no se borra por más que uno se haga ateo.

-¿Fue su caso? ¿Dejó de creer?

-No, pero abandonar la Compañía significó dejar de estar sometido a una disciplina.

-Y se fue disipando.

-Claro. Rezaba menos, trabajaba tanto que ni me acordaba de que era domingo, casi no visitaba al Santísimo, dedicaba poco tiempo al apostolado y a la dirección espiritual…

-¿Cómo acabó la cosa?

-Poco a poco fui recuperando la vida espiritual y los bienes perdidos, notando la felicidad y bienestar que te da guiñarle un ojo a Dios.

-Una pregunta muy de cuestionario Proust: ¿estado actual de su alma?

-Muy bien, en regla. Como no puedo ir a la iglesia, viene a verme un sacerdote que me confiesa y me trae la comunión.

-¿Jesuita?

-No, franciscano.

-¿No tiene trato con la Compañía?

-¡Pero si tengo un montón de amigos allí! Yo mismo sigo siendo jesuita de cabeza y de corazón. Por la Compañía siento mucho amor y agradecimiento.

-¿Por qué?

-Porque en veinte años no recuerdo una palabra obscena, una discusión, un mal gesto: fui muy feliz.

-¿Por algo más?

-Sí. Porque atribuyo a la formación que recibí la facilidad que tengo para tratar con Dios.

-¿Lo hace a menudo?

-A cualquier hora del día y de la noche, como si fuera mi compañero de piso. A veces, cuando no puedo dormir, me levanto y le digo: “¡Oye, tú!”. ¿Y sabe qué?

-¿Qué?

-Que con Él me río de verdad.

-¿Y eso?

-Cuando le ofrezco mis dolores y contratiempos, los comparo con su sufrimiento en la cruz y me da la risa. La desproporción es tan grande…

-¿Cree que ofrecer los sufrimientos no vale para nada?

-¡Claro que sirve! Pero no porque tengan valor en sí, sino porque Él quiere que lo tengan.

-¿Y a laVirgen? ¿Tiene presente a la Virgen?

-María es mi madre. Y no es una metáfora, es algo que dice la Iglesia. Eso me da una confianza inmensa.

-¿Por qué?
-Porque sé que se portará conmigo como lo haría mi madre.O sea, bien.

-A san Ignacio también le reza, supongo.
-Es que es mi patrón. También le rezo a Escrivá de Balaguer.

-Yo pensaba que a usted la Obra…
-A mí, la verdad, Escrivá de Balaguer no me caía simpático. Pero me prometí que me iba a caer bien por narices y ya ve…

-A su edad, los dolores de los que antes hablaba…
-Significan que la muerte está cercana, que el fin se aproxima.

-¿Tiene miedo?
-Siento una enorme curiosidad porque dentro de poco veré a Dios y entenderé lo que ahora no entiendo.

-Está convencido de que se salvará.
-Pero no es soberbia, sino la confianza -enorme- que tengo en Dios. Sé que aunque sea yo el diablo en persona, ya encontrará Él la manera de salvarme.

-¿De verdad no teme el Juicio Final?
-Dios es el juez más duro, pues puede condenarte eternamente. Pero también el más misericordioso: basta que te arrepientas para salir absuelto. Es maravilloso.

-¿Usted de qué se arrepiente?
-De no haber aprovechado los dones que Dios me dio, de haber sido soberbio, de un montón de cosas.

-Y si al final se condena, ¿qué?
-A Dios no le odiaría ni en el infierno, le querría aunque no existiera.

-Eso es entusiasmo.
-Es que siempre he sido -ahora más que nunca- un entusiasta de Él, un forofo. Por Dios me batiría como lo hacen otros por el Madrid o por el Atleti.

-O sea, que es un hooligan de Dios.
-Me quedo en fan. Eso sí, aguerrido, tenaz, dispuesto -intelectualmente- a lo que sea. Soy partidario de Él aunque no me salve, repito.

-Está usted como el autor del anónimo aquél: “No me mueve, mi Dios, para quererte…”.
-“… el cielo que me tienes prometido”. Ese poema lo suscribo entero. Si quiero a Dios, no es para que me salve, que claro que quiero que lo haga. Le quiero porque le quiero, porque le quiero querer. Y ya está.

Vida y obras de Martín Vigil
José Luis Martín Vigil (Oviedo, 28 de octubre de 1919) estudió Ingeniería Naval en la Escuela Especial de Ingenieros Navales, abandonando los estudios al llegar la Guerra Civil, en la que participó en el bando nacional. Terminada ésta, terminó también sus estudios de ingeniería, prosiguiendo con los de Filosofía y Letras, Humanidades y Teología en la Universidad de Comillas, ingresando en la Compañía de Jesús, y ordenándose sacerdote en 1953. Fue capellán en varios colegios mayores universitarios, y director de organizaciones católicas en la Universidad de Comillas. Comenzó con la literatura logrando gran éxito como escritor. Participó en programas radiofónicos y en Televisión española, en varios programas religiosos, y con una serie propia.

Sus obras son: Me llamo Tolo (1994), Iba para figura (1991), Yo, Ignacio de Loyola (1989.1996) Tres primos entre sí (1988), Beatriz, un caso aparte (1987) Habla mi viejo (1986), Mi nieto Jaime (1985), Un tal Marcos (1984), El faro de barlovento (1983), Doce indeseables (1982), El rollo de mis padres (1982), Cierto olor a podrido (1979.1991), Muerte a los curas (1978), Un sexo llamado débil (1973), Réquiem a cinco voces (1963), Sexta galería (1962), Una chabola en Bilbao, Los curas comunistas, La vida sale al encuentro (1960).