Alguien dijo que bastaría que nos tomáramos en serio una frase de Jesús para que nuestra vida se orientara por caminos de salvación. Ojalá nos tomemos no sólo una, sino muchas frases, sobre todo aquella que dice en la Cruz: “He allí a tu Madre”, porque la Virgen es el camino corto para llegar a Dios.
Se habla mucho del nuevo orden mundial. Sólo los que se forman en el Corazón de la Virgen realmente pueden lograr un nuevo orden mundial. La humanidad no puede salvarse a sí misma. El futuro pertenece a Jesús, Él ha comprado la Historia. Él es el Señor y todo está sujeto a su Reino.“Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto (…) puede hacer esperar un futuro menos oscuro”, escribió Juan Pablo II (Rosarium Virginis Mariae, 49). “Con el Rosario podemos alcanzar todo”, decía Santa Teresita del Niño Jesús.
Un día Santa Matilde estaba tratando de componer una oración en la que ella pudiera expresar mejor su amor a la Santísima Virgen. Nuestra Señora se le apareció con unas letras doradas que decían “Ave María, llena eres de gracia. “La Santísima Virgen le dijo:” Desiste, querida hija, de tu trabajo. Quiero que sepas que nada me puede dar más gusto que el que digas la salutación que la Más Adorable Trinidad me envió y por la cual Él me elevó a la dignidad de Madre de Dios. Por la palabra “Ave” (que significa Eva), aprendí que Dios en Su infinito poder me preservó de todo pecado y de la miseria a que la primera mujer fue sometida. El nombre de María, que significa “Señora de la Luz”, muestra que Dios me ha llenado con sabiduría y luz, como una estrella refulgente, para iluminar los cielos y la tierra. Las palabras “llena de gracia” me recuerdan que el Espíritu Santo ha derramado tantas gracias sobre mí que soy capaz de dar estas gracias abundantemente a aquellos que las piden a través de mí como su Medianera. Cuando la gente dice “El Señor es contigo”, renuevan la indescriptible alegría que fue mía cuando el Verbo Eterno se encarnó en mi seno. Cuando ustedes me dicen “Bendita tú eres entre todas las mujeres” Yo alabo a Dios Todopoderoso Quien por su divina misericordia me ha elevado a este exaltado nivel de felicidad. Y con las palabras “Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”, todo el cielo se regocija conmigo de ver a mi hijo Jesucristo adorado y glorificado por haber salvado a la humanidad”.
Los Papas Pío IX y Pío X dijeron: Denme un millón de personas consagradas, con el Rosario en la mano, y, con este ejército, salvaremos al mundo. Escribe Ratzinger: “Una constante de la acción de Dios en la historia de este mundo es fundarse en el testimonio de una minoría para mantener la esperanza de la humanidad entera en la nueva fraternidad prometida” (La fraternidad cristiana p. 109).
El Papa Francisco dijo: “El Rosario es la oración que acompaña todo el tiempo de mi vida. Es también la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.
No hay ninguna nueva doctrina, sólo el Evangelio. Es tiempo de que despertemos porque nos hemos de comprometer en esta batalla que está por doquier, del bien contra el mal, pero no podemos entrar en esta batalla sin estar armados, con esta armadura espiritual. Para que el mal exista, lo único que necesita es que los hombres y mujeres bueno no hagan nada. Y esto es exactamente lo que estamos haciendo.
El Akáthistos es un gran himno de la liturgia oriental griega que medita sobre el misterio de la maternidad divina. Su etimología es: a = negativo, no. Kathistomai = sentados. Quiere decir “no sentado”, porque se canta y se escucha de pie en señal de reverencia.
La ciudad de Constantinopla, consagrada a María, cuando se veía asediada por los bárbaros acudía a su protección. Cuando en 1453 el imperio bizantino cayó bajo los turcos, no se derrumbó esta confianza. El patriarca Jorge Scholarios decía que s María ya no la importunaría para que salvara la ciudad – el Imperio Romano de Oriente-, pero que les conservase siempre en la fe de los Padres. Algunos lo atribuyen a Roman el Meloda o a San Sergio, pero la tradición lo transmite como anónimo. Su composición oscila entre finales del siglo V y principios del VI.
El poder del Rosario es sobrenatural. No hay palabras humanas capaces de explicarlo, ¡como da serenidad! La vida es preciosa pero es dura, y muchas veces es nuestra Madre Santa María la que acalla nuestra soberbia y nos ayuda.
Hasta ahora se ha considerado como la mejor definición del Rosario, la que dio el Sumo Pontífice San Pío V en su “Bula” de 1569: “El Rosario o salterio de la Sma. Virgen, es un modo piadosísimo de oración, al alcance de todos, que consiste en ir repitiendo el saludo que el ángel le dio a María; interponiendo un Padrenuestro entre cada diez Avemarías y tratando de ir meditando mientras tanto en la Vida de Nuestro Señor”. El Rosario consta de 15 Padrenuestros y 150 Avemarías, en recuerdo de los 150 Salmos.
Pío XI (1937) dice que “el Rosario ocupa el primer puesto entre las devociones en honor de la Virgen y que sirve para progresar en la fe, la esperanza y la caridad”.
En 1978 el Papa Juan Pablo II sorprendió al mundo, poco después de ser elegido Pontífice, con esta frase: “El Rosario es nuestra oración predilecta. Cuando la rezamos, está la Sma. Virgen rezando con nosotros. En el rosario hacemos lo que hacía María, meditamos en nuestro corazón los misterios de Cristo” (Lc. 2, 19).
El Cura de Ars afirmaba: “Con esta arma le he quitado muchas almas al demonio”.
San Luis Grignon de Monfort aseguraba que el Rosario servía para convertir a los pecadores más empedernidos.
Kimberly –conversa norteamericana- explica: “Cuando nuestros hijos pequeños dicen una y otra vez: Yo te quiero, mami, nunca nos volteamos a decirles: Cariño, esa es vana repetición. Lo mismo nosotros, al rezar el Rosario, no se convertirá en vano si decimos las palabras dándoles sentido”.
Si nos acostumbramos a rezar el Rosario con devoción, nuestra vida se irá transformando; nos iremos asombrando a la manera de ver, de sentir, de orar y de amar de la Virgen. Me sucedió recientemente. Me subí al taxi en León, Guanajuato. El conductor me dijo que era católico y rezaba el Rosario por la noche. Le dije: “¿Por qué no lo rezamos ahora rumbo a la estación de autobuses foráneos?”. Me dijo que sí. Al acabar comentó: “Venía yo muy tenso y con el rezo del Rosario me serené”. ¡Es que la Virgen es increíble!
El Rosario es una cerca donde cada Avemaría es un palo, cada misterio es una puerta que se cierra al infierno y se abre a la Nueva Jerusalén, dice Marino Restrepo.
Benedicto XVI escribe: “Dos de las más ricas y fecundas plegarias del cristianismo, que conducen siempre a la gran corriente eucarística (son): el Viacrucis y el Rosario. Si hoy nos encontramos expuestos de un modo tan insidioso a la seducción de prácticas religiosas asiáticas, se debe al hecho de haber abandonado estas plegarias” (Ratzinger, Informe sobre la fe, BAC Popular, p. 147).
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