Aprender a perdonar

Los cristianos debemos encargarnos del anuncio alegre del perdón

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Al proclamar el año jubilar de la misericordia, el Papa Francisco recordó que los cristianos debemos encargarnos del anuncio alegre del perdón, aun sabiendo que a veces la reconciliación es difícil. Varias personas que han tenido el valor de perdonar aparecen en el cuarto video de la serie “En marcha. Maneras de ayudar a los demás”.

Preguntas para el diálogo

— ¿Qué dificultades podrían tener las personas que aparecen en el video para perdonar?

— ¿Cómo han superado esas dificultades?

— ¿Cómo influyen el trato con Dios, la oración y la recepción de los sacramentos en quien debe pedir perdón y en quien debe perdonar?

— ¿Por qué el perdón trae consigo paz y alegría?

Propuestas de acción

— Pide perdón a Dios con frecuencia a través de actos de contrición.

— Acude periódicamente a la confesión sacramental, que es fuente de gracia y de perdón.

— Solicita al Señor la gracia de saber perdonar siempre —lo grande y lo pequeño, aunque cueste— y pídele que no tengan lugar en ti el rencor, el resentimiento o el deseo de venganza.

— Reza frecuentemente por quienes te han ofendido y por aquellos a los que has ofendido.

— Lleva a la práctica estas palabras del Papa Francisco: «Os pido algo, ahora. En silencio, todos, pensemos… que cada uno piense en una persona con la que no estamos bien, con la que estamos enfadados, a la que no queremos. Pensemos en esa persona y en silencio, en este momento, oremos por esta persona y seamos misericordiosos con esta persona» (Ángelus, 15 de septiembre de 2013).

— Si debes reconciliarte con una persona, porque la has ofendido o porque te ha ofendido, reza por ella y toma la iniciativa.

Meditar con la Sagrada Escritura

— Tú eres un Dios dispuesto a perdonar, clemente y misericordioso, lento a la ira y lleno de bondad (Nehemías 9,17).

— «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete» (Mateo 18, 21-22).

— Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen (Lucas 23, 34).

— Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mateo 6, 12).

— Si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas (Mateo 6, 14-15).

— Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo (Colosenses 3, 13).

— Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo (Efesios 4, 31-32).

Meditar con el Papa Francisco

— ¡Dios perdona siempre! No se cansa de perdonar. Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón. Pero Él no se cansa de perdonar (Homilía, 23 de enero de 2015).

— El perdón de las ofensas deviene la expresión más evidente del amor misericordioso y para nosotros cristianos es un imperativo del que no podemos prescindir. ¡Cómo es difícil muchas veces perdonar! Y, sin embargo, el perdón es el instrumento puesto en nuestras frágiles manos para alcanzar la serenidad del corazón. Dejar caer el rencor, la rabia, la violencia y la venganza son condiciones necesarias para vivir felices (Misericordiae Vultus, 9).

— Nos resulta difícil perdonar a los otros. Señor, concédenos tu misericordia para ser capaces de perdonar siempre (Tweet, 29 de noviembre de 2013).

— El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza (Misericordiae Vultus, 10).

— En el seno de la familia es donde se nos educa al perdón, porque se tiene la certeza de ser comprendidos y apoyados no obstante los errores que se puedan cometer (Homilía, 27 de diciembre de 2015).

— El amor de Cristo llena nuestros corazones y nos hace capaces de perdonar siempre (Tweet, 2 de mayo de 2015).

Meditar con san Josemaría

— Perdonar. ¡Perdonar con toda el alma y sin resquicio de rencor! Actitud siempre grande y fecunda.
—Ese fue el gesto de Cristo al ser enclavado en la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”, y de ahí vino tu salvación y la mía (Surco, n. 805).

— Esfuérzate, si es preciso, en perdonar siempre a quienes te ofendan, desde el primer instante, ya que, por grande que sea el perjuicio o la ofensa que te hagan, más te ha perdonado Dios a ti (Camino, n. 452).

— El Señor convirtió a Pedro —que le había negado tres veces— sin dirigirle ni siquiera un reproche: con una mirada de Amor.
—Con esos mismos ojos nos mira Jesús, después de nuestras caídas. Ojalá podamos decirle, como Pedro: “¡Señor, Tú lo sabes todo; Tú sabes que te amo!”, y cambiemos de vida (Surco, n. 964).

Artículo originalmente publicado por Opus Dei

 

 

 

 

3 beneficios importantes de la confesión que quizás no conocías

Muy pocos aprovechan el Sacramento de la confesión

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El Sacramento de la confesión es un Sacramento que muy pocos entendemos y conocemos a fondo. Los que somos Católicos, no lo entendemos bien y los que no son Católicos, pués menos lo entienden

¿Sabes qué es la confesión?: La confesión es el Sacramento de la Reconciliación, un Sacramento instituido por el mismo Jesucristo para perdonar los pecados (Juan 20,21-23). Cuando alguien confiesa sus pecados con humildad y arrepentimiento, Cristo mismo le da su perdón y su amistad y lo reincorpora nuevamente en su gracia que con el pecado había sido interrumpida, y lo hace a través de uno de sus ministros, continuador del ministerio de los Apóstoles.

La confesión tiene 3 beneficios importantes: Perdona, Sana y Libera a todos aquellos que con sincero arrepentimiento se acercan a este sacramento. Muy pocos lo aprovechan y mi intención es explicarte un poco acerca de estos beneficios para que puedas tener bien definida lo que este Sacramento es capaz de hacer

La Confesión como Sacramento de Sanación

¿Sabía usted que la Iglesia Católica, en el Catecismo, tiene catalogado al Sacramento de la Confesión como un Sacramento de sanación?

(Catecismo n° 1421): “El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (Marcos 2,1-12), quiso que su Iglesia continuase, en la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Confesión y el de la Unción de los enfermos.

La Iglesia lo afirma entonces: el Sacramento de la Confesión es un Sacramento de Sanación. Casi nadie sabe eso, ni lo toman en consideración a la hora de sanar heridas emocionales. la Confesión es fuente de Sanación y todos tenemos que aprovecharla.

En el mundo, hay mucha gente perturbada por muchas circunstancias de su vida diaria, llena de preocupaciones, estres emocional y un sinnúmero de problemas que afectan sus vidas. En vez de verse en la necesidad de tomar pastillas para dormir o calmar sus nervios, generados por tanta carga y angustia, lo que realmente pueden estar necesitando es hacer una buena confesión.

¿Por qué la confesión es fuente de sanación?

Tenemos que saber que hay algunos pecados que llevan a la enfermedad (CIC 1502). Hoy en día la ciencia las reconoce como enfermedades psicosomáticas. Una depresión puede llevarte a dar una úlcera. Hay algunas enfermedades que podrían estar vinculadas con el pecado y de eso hablaremos utilizando las sagradas escrituras

Juan 5,1-18: (curación de un enfermo en la piscina)

“Llevaba 38 años enfermo, Jesús lo cura y luego cuando lo encuentra de nuevo en el templo le dice: Has sido curado, vete y no peques más, de lo contrario cosas peores te sucederán”

El perdón, entonces, es fuente de Sanación, si hay una enfermedad producto del pecado, el perdón lo puede liberar.

Ahora, tenemos que entender que no todas las enfermedades son productos del pecado, hay enfermedades físicas. Enfermedades para glorificar a Dios

Juan 9,1-3: (curación del ciego de nacimiento):

“Los discípulos de Jesús, le preguntaron si esta persona estaba ciega producto de sus pecados o el de sus padres… Jesús le dice: «Esta persona fue hecha así para que se manifieste en él la obra de Dios»

La Confesión libera

Hay también otras enfermedades que las causa el demonio.

(Marco 5,9-15) – Curación del endemoniado de Gerasa

“Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». El respondió: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: «Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos». Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara (unos dos mil animales) se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y sano, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.”

Entonces, la Confesión también te libera: Las ataduras del demonio quedan rotas con el perdón de los pecados.

Jesús sanó de estas 3 formas:

• Perdonando pecados,
• Sanando físicamente
• Expulsando demonios (liberando)

El Sacramento de la Confesión: perdona, sana y libera. ¿Por qué entonces somos tan renuentes de ir a la confesión?

Qriswell J. Quero

Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net