¿Qué pierdes con hacer oración?

Le preguntaron a un hombre:

  • ¿Qué ganas al hacer oración?
  • Nada…,
    pero déjame decirte lo que he perdido: la inseguridad, la ira, el egoísmo
    exagerado, la depresión y el miedo a la muerte.

En una ocasión dijo el Cardenal Bergoglio cómo debía ser la oración: A mi juicio debe ser en cierta manera una experiencia de claudicación, de entrega, donde todo nuestro ser
entre en la presencia de Dios. Es allí donde se producirá el diálogo, la
escucha, la transformación. Mirar a Dios, pero sobre todo sentirse mirado por
Él. En ocasiones la experiencia religiosa en la oración, en mi caso, se produce
en mi caso cuando rezo el Rosario o los salmos, o cuando celebro la Eucaristía.

Pero cuando más vivo la experiencia religiosa es en el momento en que me pongo a
tiempo indefinido delante del sagrario, a veces me duermo sentado dejándome
mirar. Siento como si estuviera en manos de Otro, como si Dios me tuviese
tomando la mano. Creo que hay que llegar a alteridad trascendente del Señor,
que es Señor de todo pero que respeta siempre nuestra libertad. 
Esto aparece

en una entrevista en el libro El Jesuita.

Para San Bernardo el verdadero conocimiento es una experiencia personal profunda de Jesucristo y de su amor. Eso lo hemos de experimentar para que nuestra vida tenga sentido.

San Antonio de Padua es doctor de la Iglesia. En sus sermones habla de la oración como de una relación amor con Dios que impulsa al hombre a conversar dulcemente con el Señor, que suavemente envuelve el alma en oración.

Hacer de la oración carne de nuestra carne. Es cum versus, estar ante otro.

Siempre hemos de poner el esfuerzo de recogernos. El teléfono celular me puede sacar de mí. No me recojo en el tiempo de la noche. No me puedo vender a los poderes de la tierra. Vas a empezar a ser rebelde, infeliz.

Llega un momento en que se puede cortar la comunicación y
entonces estoy en el infierno, porque el infierno es estar solo. La oración es
una actitud interior, una actitud del corazón, un modo de estar frente a Dios,
antes que realizar actos de culto. La oración es una respuesta a Aquél que ya se hizo presente en nuestra vida.

Así es como los ángeles nos muestran el purgatorio

Un ángel le preguntó a Santa Gema Galgani: «¿Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio?»

Los Santos Ángeles de la Guarda han sido enviados por Dios para cumplir diferentes tareas a favor de nosotros: fortalecen nuestra voluntad, nos protegen de los enemigos, nos asisten en nuestra vida e iluminan nuestro entendimiento acerca de los designios de misericordia que Dios tiene para con cada uno de nosotros.

Dentro de estas tareas los Ángeles del cielo cumplen una misión que es la de iluminarnos acerca de la realidad del Purgatorio y la de recordarnos la comunión que tenemos con estas almas que, como enseña el Catecismo de la Iglesia, han muerto “en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1030).

Esta iluminación que nos dan los Ángeles de esta realidad debe ser entendida como un llamado a abrir nuestra alma a contemplar esta realidad que nos une a estas almas, y en este sentido el Ángel nos mueve a la oración, la penitencia y sacrificio en favor de estas almas que se encuentran en el purgatorio.

En este sentido la ayuda que brindan los santos ángeles es muy variada. Nos invitan y exhortan a orar por las almas del purgatorio, mueven nuestro corazón pidiendo que recemos por estos hermanos nuestros que se encuentran en aquel lugar de purificación.

Leemos en el Diario de Santa Gemma Galgani que “Su ángel la estimulaba en este deseo de liberar a estas almas. Un día le dijo: “¿Cuánto tiempo hace que no has rogado por las almas del purgatorio? Desde la mañana no había rogado por ellas. Me dijo que le gustaría que, cualquier cosa que sufriera, la ofreciera por las almas del purgatorio. Todo pequeño sufrimiento las alivia, sí, hija, todo sacrificio por pequeño que sea, las alivia”. Esas palabras también te las dirige el Ángel en el día de hoy: “¿Cuánto tiempo que no has rezado por las almas del purgatorio?”.

Precisamente el Catecismo nos enseña que “desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios.

La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos: «Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? […] No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos” (Catecismo de la Iglesia Católica 1032).

Y en este sentido los Ángeles nos vuelven a ayudar, pues estas oraciones y sacrificios que ofrecemos llegan ante el trono de Dios de manos de los Ángeles. San Rafael Arcángel en el libro de Tobias enseña que cada vez que se presentan oraciones, son los ángeles quienes llevan nuestras oraciones ante el altar de Dios (cfr. Tb. 6).

Que tú Ángel de la Guarda vaya lleno de oraciones y sacrificios por estas almas; cuán tristes deben estar los Ángeles al presentarse ante Dios sin nada que ofrecer de ti, se presentan con las manos cruzadas sobre el pecho.

Y de manera especial sobresale San Miguel Arcángel, el Ángel de las almas del Purgatorio: él está siempre presente en el juicio particular, asiste a los agonizantes y los sostiene y fortalece en el combate contra el demonio.

El Ángel exhorta: “Si supierais cuánto os aman estas almas benditas. Ellas desean que os salvéis, y que evitéis el Purgatorio…Rezad por estas benditas almas que rezan por vosotros. Ninguna oración se pierde jamás: a menudo hay personas aquí abajo que rezan por todo tipo de cosas, y Dios ordena que su oración sea utilizada en favor de las almas del Purgatorio…” (Tomado del libro “El Purgatorio, una revelación particular, Ed. Rialp).

Y cuando nuestra oración, sacrificio, limosna logra sacar un alma del Purgatorio los Ángeles se visten de gran hermosura y van a sacar el alma de su protegido a llevarla al encuentro con Dios.

De Maria de Jesús Agreda leemos que “Cuando murió la reina Isabel de Borbón, el 6 de octubre de 1644, se le apareció varias veces para pedirle oraciones. El día de las ánimas, dos de noviembre de este año de mil seiscientos y cuarenta y cinco, estando en los maitines y oficio que hace la iglesia por los difuntos, se me manifestó el purgatorio con grande multitud de almas, que estaban padeciendo y me pedían las socorriese. Conocí muchas, incluida la de la reina y otra de una persona que yo había tratado y conocido antes. Yo me admiré de que el alma de la reina, después de tantos sufragios y misas como se habían ofrecido por ella, estaba todavía en el purgatorio, aunque sólo había pasado un año y veintiséis días de su muerte… Llegada la noche vi algunos ángeles en la celda con grande hermosura y me dijeron que iban al purgatorio a sacar el alma de la reina por quien yo había pedido… Y los ángeles la llevaron al eterno descanso, que gozará mientras Dios fuere Dios”.

Así orar por los almas del purgatorio es cumplir una obra de misericordia, salvar un alma y alegrar a los ángeles del cielo.

“Hacer el amor” es hacer oración

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El sexo está llamado a ser sagrado

¿Tú sabías que cuando “haces el amor” con tu cónyuge dentro del único marco digno y seguro en que debe ser este acto íntimo -el matrimonio ante Dios- y cumpliendo con sus fines -unión, procreación, estar abiertos a la vida- estás haciendo oración?

Más adelante te lo explico de manera de sencilla. Ten en mente que “oración es elevarnos a Dios“. Es decir, que nuestro espíritu se comunique con el de Dios.

San Juan Pablo II en su maravillosa catequesis sobre la Teología del Cuerpo nos habló sobre una capacidad maravillosa que solo los humanos podemos experimentar por medio de nuestro cuerpo, el atributo nupcial que es nuestra capacidad de expresar amor con él. Ese amor precisamente en el cual la persona se convierte en regalo y por medio de ese regalo cumple con el propósito de su existencia. 

Podríamos pensar que eso no es nuevo porque todos tenemos la capacidad de expresar el amor con el cuerpo por medio de abrazos, caricias, etc. Pero no todos, insisto. Es exclusivo de las personas. Los animales no lo hacen.

Tampoco van haciéndose votos y promesas de amor. Las personas somos las únicas que nos entregamos a otra como una ofrenda de amor. Es decir, me entrego a ti por amor y por medio de este regalo cumplo con el propósito de mi existencia que es amar como Dios ama y así me convierto en regalo para alguien más dándome por completo, a Dios y al prójimo.

Hacer el amor es hacer oración. Como el Génesis -en el Antiguo Testamento- nos ha enseñado sobre la creación de nuestros primeros padres, antes del pecado original, el corazón de Adán estaba totalmente dirigido a Dios.

A pesar de que el paraíso entero estaba a su total disposición y disfrutaba de él, Adán solo miraba hacia Dios y le amaba tantísimo que quería expresarle su amor, demostrárselo con su cuerpo. Pero como Dios era puro espíritu no podía hacerlo.

Adán -claro que sigo hablando figurativamente- no se dio por vencido e intentó entregar su amor a las plantas, a los árboles, a los animales, a cuanto ser vivo que se encontraba en el paraíso, pero pronto se percató de que con ninguno de ellos se sentía completo, siempre se sentía vacío.

Digamos que sus muestras de amor por medio de abrazos y caricias no eran correspondidas ni le satisfacían porque lo que él deseaba era llegar a Dios. Su vacío era cada vez más profundo.

Dios, por su parte, al darse cuenta del vacío que Adán sentía y de que su único fin era llegar a Él, se compadeció y le creó a la compañera y ayuda idónea. Le regaló a su mujer, Eva.

Dios entendió que el “deseo” de Adán no era hacia la mujer como tal, sino totalmente hacia Él. Pero como Dios no tenía -ni tiene- cuerpo, entonces le dijo que le regalaría otro cuerpo, el de su mujer para que se pudiera entregar a ella de una manera total y libre y que, por medio de esa unión de cuerpos con ella, mismos que embonarían de una manera perfecta, pudiera alcanzar esa unión con Dios que él tanto anhelaba.

Por fin Adán pudo llegar a Dios por medio de ese acto de amor con Eva y participar del espíritu de Dios. Por eso es por lo que “hacer el amor” es hacer oración.

Dice san Juan Pablo II: “se ven el uno al otro con toda la paz de la mirada interior que crea la plenitud de la intimidad de personas”. Todos deseamos a alguien que nos ame, nos acepte y nos respete por completo, plenamente, porque eso nos llena, nos eleva y, literal, nos hace experimentar el amor de Dios.

Adán y Eva se reconocieron desnudos y no sintieron vergüenza porque la dimensión interior del corazón de Adán estaba totalmente volteada a Dios. En su alma solo habitaba el amor y no había malicia. Pronto descubrió que el cuerpo de su mujer estaba hecho para recibir como el de él estaba hecho para entregarse.

Eva puede ver en su totalidad el interior de Adán y observar eso, que su corazón estaba totalmente volteado y dirigido hacia Dios.Eva se da cuenta de que participa de todas las perfecciones que hay de Dios y que su único deseo era amarle y llegar a Él por medio de ella, entregándose plenamente.

Ella sabe que él la desea, pero con un deseo puro, santo, lleno de amor y no de lujuria. También reconoce que Adán lo que quiere es expresarle las perfecciones del amor de Dios por medio de su cuerpo.

Con esta explicación podemos darnos cuenta de la dignidad del acto sexual y de por qué el marco del matrimonio que es bendecido por Dios es el único ambiente sagrado e idóneo para llegar a Él por medio de nuestra unión.

Necesitamos ser conscientes de que la unión sexual es muy agradable a Dios porque por medio de ella nos comunica su amor, nos hace partícipes de su espíritu y nos transmite sus gracias para poder sacar adelante la nada fácil tarea que cada uno de nosotros tenemos dentro de nuestros matrimonios.

A ningún otro acto sexual se le puede llamar “hacer el amor” porque amor es Dios y ninguno otro te eleva ni te lleva hacia Él. Ningún otro te dignifica. Es más, cualquier acto sexual fuera de este contexto es desagradable a Dios porque no nos está uniendo a Él, al contrario, nos aleja de participar de la plenitud de su amor.

Todos los seres humanos necesitamos de Dios. Todos estamos creados para recibir. De hecho, en la misa es Jesús -Dios hecho Hombre- quien se entrega a nosotros. Y todos nosotros -hombres y mujeres- hablando de manera espiritual y simbólica somos mujer para recibirle.

Es decir, lo masculino entrega, lo femenino recibe; es por eso por lo que a la Iglesia la llamamos “ella”, en femenino porque es la que recibe.  Es una analogía maravillosa para que entendamos por qué Cristo es el esposo que se entrega a su Iglesia, quien es la esposa que le recibe.

¿Cuándo son más fuertes las tentaciones del diablo?

Una reflexión que impacta el alma

 

Reconozco que no soy el mejor amigo de Jesús. A menudo lo ofendo. Muchas veces lo hago sin pensar, soy impulsivo. Inmediatamente me doy cuenta de mi error, reflexiono y le pido que me perdone.

Cuando encuentro la ocasión acudo al confesionario para encontrarme con su Misericordia y su Amor.

Es fantástico tener la oportunidad de acercarnos al confesionario. Se lo recomiendo a todo el que puedo. Amigos míos que tenían años sin confesarse de pronto se me acercan y me comentan:

“No comprendo por qué no lo hice antes. Me siento renovado. Es como si Dios te diera una nueva oportunidad. Y yo pienso tomarla”.

Y justamente, para personas como yo, tan imperfectas, este sacramento es un regalo del cielo. Algunos santos lo han llamado el sacramento de la alegría, porque te restaura la paz.

Ayer pensaba en ello y en las veces que he sido tentado.

En esos terribles minutos en que llega la tentación, me digo: “Si pierdo la gracia, lo pierdo todo”.  Luego acudo con Jesús en el sagrario y le cuento. Saliendo del oratorio me acerco a nuestra Madre del cielo y le pido: “Guárdame bajo tu santo manto”.

¿En qué momentos ocurre con más frecuencia? Cuando paso días sin rezar como debiera o abandono la misa diaria.

Me he dado cuenta… Sin la oración estoy perdido.  

Las grandes tentaciones, las más fuertes, suelen llegarme días previos a una fiesta religiosa importante. ¿Te ocurre igual?

Supongo que el diablo desea que perdamos la gracia para que de alguna forma ofendamos más a Dios en esos días.

Hace una semana me pasó. Me rondaba la tentación. De inmediato me dije: “No deseo perder la gracia”.  Y me ocupé en otros asuntos para ocupar la mente.

El diablo no descansa. Es muy hábil para buscar tus puntos débiles y te ataca por allí sin piedad.

Lo imagino diciéndole a Dios:

“Ese Claudio, dice amarte, y mira en lo que anda”.

Suelo decir que el diablo es malo con ganas. No te dejes. No le des gusto. 

Si caes levántate lo más pronto que puedas, haz una buena confesión y vuelve a empezar. Recuerda lo que una vez me dijo un sacerdote amigo:

“Santo no es el que nunca cae, sino el que siempre se levanta”.

Dios está pendiente, no te abandona.  Te da las gracias que necesitas y te mira ilusionado.

El resto, recorrer el camino,  depende de ti.

Haz de tu vida algo grande para Dios.

Conoce al “sacerdote del Rosario”

Implicó a estrellas de Hollywood en una cruzada de oración

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Las producciones del sacerdote Patrick Peyton presentan a actores como Bing Crosby, Loretta Young y Gregory Peck

En mitad de la Segunda Guerra Mundial, el padre Patrick Peyton, un sacerdote de la Congregación de la Santa Cruz, sabía que solo había una cosa que las familias de toda la nación necesitaban hacer para garantizar la paz dentro y fuera de su hogar: rezar el rosario.

Sus padres le habían enseñado la importancia del rosario en su país natal, Irlanda, cuando toda la familia se arrodillaba diariamente para rezar el rosario. Además, el padre Peyton creía que la Santísima Madre le había curado milagrosamente de la tuberculosis mientras estudiaba en el seminario y por eso hizo el juramento de difundir Su amor por todo el mundo.

Pero ¿cómo podría él, un inmigrante irlandés insignificante en Estados Unidos, llegar a millones de personas para hablarles del poder del rosario?

Sin tener ninguna formación ni contactos en los medios de comunicación de masas, el padre Peyton fue a Nueva York y convenció a una mujer de la cadena de radio Mutual Broadcasting System de que la nación necesitaba un programa de radio católico. Esta mujer no cristiana decidió dar una oportunidad al padre Peyton con una condición: tenía que contar con la ayuda de estrellas de Hollywood.

El padre Peyton, nervioso, llamó al cantante y actor Bing Crosby y, de alguna manera, con la ayuda de Nuestra Señora, consiguió convencerle para que se uniera a la causa. El programa de radio se emitió por primera vez el 13 de mayo de 1945 y contó con la colaboración del “arzobispo Spellman de Nueva York, el presidente Harry Truman, Bing Crosby y los padres y hermanas de la familia Sullivan de Iowa dirigiendo el rosario (…). El padre Peyton terminó el programa con un apasionado llamamiento a que las familias rezaran juntas el rosario por la paz”.

El éxito del primer programa fue enorme y los oyentes pedían más.

El padre Peyton inició así su cruzada de oración para conseguir que su programa se emitiera de forma regular y fundó la productora Family Theater Productions en 1947 con estrellas de Hollywood dispuestas a apoyarle en su labor.

Sus diferentes producciones continuarían incluyendo a estrellas como “Grace Kelly, Gregory Peck, Rosalind Russell, Jimmy Stewart, Helen Hayes, Ronald Reagan, James Dean, Natalie Wood, Robert Young, Raymond Burr, Lucille Ball, Bob Newhart, Jack Benny, Loretta Young y Frank Sinatra”.

La radio era solo el principio para el padre Peyton, que se expandió hacia la producción televisiva y cinematográfica con la ayuda de sus amigos de Hollywood. Su nueva empresa llegaría a producir más de 800 programas de radio y 83 especiales de televisión donde participaban las mayores estrellas del momento.

Según Family Theater Productions, incluso “dieron al célebre productor/director George Lucas (Star Wars) su primer crédito para películas —como ayudante de cámara— a mediados de los 60 para el corto The Soldier, protagonizado por William Shatner”.

Además, el padre Peyton continuaría liderando concentraciones en torno al rosario por todo el mundo, atrayendo a nutridas multitudes allá donde iba. Pronto empezó a conocérsele como “El sacerdote del Rosario” y popularizó la frase “la familia que reza unida permanece unida”.

El padre Peyton continuó su labor de difundir el rosario hasta su fallecimiento en 1992. Su vida sigue siendo una inspiración para todos, en especial para los que quieren usar los medios de masas para la promoción del Evangelio.

El 1 de junio de 2001, el cardenal Sean Patrick O’Malley abrió oficialmente la causa para su canonización y en 2015 se presentó en el Vaticano la Positio, “un informe de 1.300 páginas que estudia su vida y ministerio por una virtud heroica y una vida de santidad”. Actualmente está en proceso de revisión y, una vez aprobado el caso, el padre Peyton sería declarado Venerable. Ya existen dos potenciales milagros sucedidos con su intercesión que podrían considerarse una vez concluida esta fase del proceso.

¿Cómo me puedo relacionar con mi ángel de la guarda?

Tu ángel de la guarda puede ayudarte más de lo que imaginas

 

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Ya sabemos cuál es la misión de los santos ángeles de la guarda: conducirnos al Cielo y a la salvación eterna. Pero, ¿cómo nos relacionamos concretamente con ellos, en el día a día?

Antes que nada, nuestros ángeles son nuestros amigos. No existen secretos entre nosotros. Ellos saben todo lo que hacemos y –al contrario de los demonios, que no ven a Dios cara a cara– saben también lo que pensamos.

En relación a ellos es bueno saludarlos e invocarlos durante el día, recordando también a los ángeles de los demás. Al saludar a alguien, es interesante crear el hábito de saludar también a su santo ángel. Eso, además de ayudar a la relación con la persona, nos ayuda a honrar a una persona santa, que está junto a ella y, al mismo tiempo, al lado de Dios.

En las Sagradas Escrituras, el ángel Rafael se ofrece para acompañar al joven Tobías en su viaje: “Díjole Tobías: ‘¿Conoces la ruta de Media?’ Respondió: ‘Sí; he estado allá muchas veces y conozco al detalle todos los caminos” (Tb 5, 5-6).

Los ángeles conocen las cosas mucho mejor que nosotros. Por eso, también les podemos pedir consejos, siempre que pasemos por alguna dificultad o peligro. Su ayuda es importante especialmente frente a las tentaciones; al final, ellos fueron colocados a nuestro lado para librarnos del infierno y llevarnos al cielo.

De los santos, también aprendemos valiosas lecciones para realizar con nuestros ángeles de la guarda.

El papa san Juan XXIII, por ejemplo, cuando tenía que resolver algún problema difícil durante su trabajo en la nunciatura de París, apostaba por la “diplomacia de los ángeles”: mandaba a su santo ángel a hablar con los ángeles de sus interlocutores, para que ellos ayudaran a solucionar cualquier cuestión.

El Padre Pío de Pietrelcina insistía mucho con sus hijos espirituales, para que le enviaran a sus ángeles de la guarda, frente a cualquier necesidad. Era frecuente que el santo no durmiera en la noche, al atender los pedidos de sus hijos espirituales que le presentaban por medio de sus ángeles.

Santa Teresita del Niño Jesús, en su poesía A mi Ángel de la Guarda, escribe:

“Tú que los espacios cruzas
más rápido que el relámpago,
vuela por mí muchas veces
al lado de los que amo.
Seca el llanto de tus ojos
con la pluma de tu ala,
y cántales al oído
cuán bueno es nuestro Jesús.
¡Oh, diles que el sufrimiento
tiene también sus encantos!
Y luego, murmúrales
quedo, muy quedo, mi nombre”.

Vale recordar también que no sólo las personas poseen ángeles de la guarda, también las instituciones, las parroquias, las diócesis, la ciudades y los países. Cuando san Juan María Vianney entró en Ars, impregnado de la conciencia de lo sobrenatural, no dejó de saludar al ángel de aquella parroquia, y a los ángeles de todos sus parroquianos.

San Francisco de Sales, en la carta a un obispo, recomendó que él invocara al ángel de su diócesis. Y en Portugal, existe una fiesta para el ángel del país, el mismo que se apareció a los pastorcillos de Fátima.

Al final, lo que es importante principalmente es imitar a los ángeles de la guarda, buscando ser como ángeles para los otros y haciendo todo lo posible para que ellos lleguen al cielo, donde, un día, contemplaremos todos juntos, el rostro de Dios.

Un experto exorcista te explica qué es el maleficio y cómo defenderse

Oraciones para rezar cuando crees que eres víctima de un maleficio

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El padre Gabriele Amorth es un sacerdote católico italiano, y también un respetado exorcista de la Diócesis de Roma y uno de los más conocidos del mundo. Tiene 89 años de edad y unos 70. 000 exorcismos en su haber.

En 1990, el Padre Amorth fundó la Asociación Internacional de Exorcistas y fue presidente hasta su jubilación, a los 75, en el año 2000. Actualmente es presidente honorario de por vida de la asociación.

En su libro “Memorie di un esorcista –La mia vita in lotta contro Satana-“, el Padre Amorth nos relata varias de sus experiencias más destacadas en su lucha contra el mal. Uno de sus apartados explica lo que es el maleficio y las oraciones para contrarestarlo.

El excorcista asegura: “el maleficio es un mal causado a una persona recurriendo al diablo. Se puede hacer de varias formas, como hechizos, maldiciones, mal de ojo, vudú, macumba. Los maleficios son con mucho la causa más frecuente de posesiones o de males causados por el demonio: no menos del 90 por ciento.

– ¿Existen maleficios de muerte?

Sí, existe el maleficio de muerte, y me he encontrado con varios. En mi opinión, no es seguro que surtan efecto, pero, desde luego, hay personas que intentan lanzar maleficios de muerte. Se refiere en cierto término a un maleficio muy grave. Un maleficio no tiene por qué ser mortal; la vida está en manos de Dios

Ante todo esto, se requiere de una vida llena de gracia,una buena confesión sacramental, ayuno y oración contínua.

Si vives una vida de acuerdo a los preceptos de Dios, esto es, recurriendo a todos los sacramentos con frecuencia, estando en estado de gracia, entonces no tienes por qué temer de los maleficios, pues la Gracia de Dios es mucho más grande que cualquier actuación del mal

Oraciones contra el maleficio (ritual griego)

Kyrie eleison. Dios nuestro Señor, oh Soberano de los siglos, omnipotente y todopoderoso, Tú que lo has hecho todo y que lo transformas todo con tu sola voluntad; Tú que en Babilonia transformaste en rocío la llama del horno siete veces más ardiente y que protegiste y salvaste a tus tres santos jóvenes; Tú que eres doctor y médico de nuestras almas.

Tú que eres la salvación de aquellos que se dirigen a Ti, te pedimos y te invocamos, haz vana, expulsa y pon en fuga toda potencia diabólica, toda presencia y maquinación satánica, toda influencia maligna y todo maleficio o mal de ojo de personas maléficas y malvadas realizados sobre tu siervo… haz que, en cambio, de la envidia y el maleficio obtenga abundancia de bienes, fuerza, éxito y caridad.

Tú, Señor, que amas a los hombres, extiende tus manos poderosas y tus brazos altísimos y potentes y ven a socorrer y visita esta imagen tuya, mandando sobre ella el ángel de la paz, fuerte y protector del alma y el cuerpo, que mantendrá alejado y expulsará a cualquier fuerza malvada, todo envenenamiento y hechicería de personas corruptoras y envidiosas; de modo que debajo de Ti tu suplicante protegido te cante con gratitud: “el Señor es mi salvador y no tendré temor de lo que pueda hacerme el hombre.” “No tendré temor del mal porque Tú estás conmigo, Tú eres mi Dios, mi fuerza, mi poderoso Señor, Señor de la paz, padre de los siglos futuros”.

Sí Señor, Dios nuestro, ten compasión de tu imagen y salva a tu siervo… de todo daño o amenaza procedente de maleficio, y protégelo poniéndolo por encima de todo mal; por la intercesión de la más que bendita, gloriosa Señora, la madre de Dios y siempre Virgen María, de los resplandecientes arcángeles y de todos sus santos.

¡Amén!

Oración contra todo mal

Espíritu del Señor, Espíritu de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, Virgen Inmaculada, ángeles, arcángeles y santos del paraíso descended sobre mí.

Fúndeme, Señor, modélame, lléname de ti, utilízame. Expulsa de mí todas las fuerzas del mal, aniquílalas, destrúyelas, para que yo pueda estar bien y hacer el bien.

Expulsa de mí los maleficios, las brujerías, la magia negra, las misas negras, los hechizos, las ataduras, las maldiciones y el mal de ojo; la infestación diabólica, la posesión diabólica y la obsesión y perfidia; todo lo que es mal, pecado, envidia, celos y perfidia; la enfermedad física, psíquica, moral, espiritual y diabólica.

Quema todos estos males en el infierno, para que nunca más me toquen a mí ni a ninguna otra criatura en el mundo.

Que la fuerza del Dios omnipotente, en nombre de Jesucristo Salvador, por intercesión de la Virgen Inmaculada, expulse a todos los espíritus inmundos, a todas las presencias que me molestan, que me abandonen inmediatamente, que me abandonen definitivamente y que se vayan al infierno eterno, encadenados por San Miguel Arcángel, por San Gabriel, por San Rafael, por nuestros ángeles custodios, aplastados bajo el talón de la Virgen Santísima Inmaculada.

Amén

Bibliografía: “Un exorcista cuenta su historia”, “Memorie di un esorcista”. Con aportes de corazones.org

Artículo originalmente publicado por pildorasdefe.net

Los 15 beneficios prometidos por la Virgen a quien reza el Rosario

Este es el contenido de las revelaciones al monje dominico Alan de la Roche

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Las quince promesas de la Virgen a quien reza el Rosario. Las recoge el padre Livio Fanzaga con Saverio Gaeta en “Il Santo Rosario. La preghiera che Maria desidera” (El Santo Rosario. La oración que María desea, Sugarco edizioni)

El codificador más importante del Rosario fue el monje dominico Alan de la Roche, que murió en 1475 y está considerado el apóstol de la devoción por el Rosario en varios países de Europa. En sus memorias, Alan narra que recibió directamente de la Virgen quince promesas válidas para todos los devotos del santo Rosario, aún hoy de gran actualidad y que manifiestan la intensidad del amor que la Virgen siente por todos nosotros.

Primera promesa

“A todos los que recen devotamente mi Rosario, prometo mi especial protección”.

Es una garantía que la Virgen ha repetido muchas veces, y que recuerda la antigua oración Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos).

Segunda promesa

“El que persevere en el rezo de mi Rosario recibirá gracias poderosísimas”.

Tercera promesa

“El Rosario es un arma poderosa contra el infierno: destruirá los vicios, librará del pecado y abatirá las herejías”.

Se trata de una promesa muy particular: aunque no se nombra a satanás, se habla de la lucha contra el infierno.

Cuarta promesa

“El Rosario hará florecer de nuevo las virtudes y las obras buenas, y obtendrá a las almas la más abundante misericordia de Dios”.

Esto nos impulsa a comprender que el Rosario rezado con Maria hace florecer en nosotros la vida y la imagen de la Virgen.

Quinta promesa

“El que confíe en mí rezando el Rosario no será oprimido por las adversidades”.

Satanás por una parte nos persigue y por la otra nos seduce, utilizando siempre su arma más insidiosa que es el desánimo. María se pone a nuestro lado y nos asegura que el que reza el Rosario encontrará siempre cerca su corazón maternal, dispuesto a sostenernos y a ayudarnos.

Sexta promesa

“Quien rece el Rosario meditando sus misterios no será castigado por la justicia de Dios: se convertirá si es pecador, crecerá en gracia si es justo y será hecho digno de la vida eterna”.

Con estas palabras se subraya que el Rosario traza una vía de santidad porque, rezado con María, hace que seamos guiados por ella. La Virgen ilumina el camino.

Séptima promesa

“Los devotos de mi Rosario, en la hora de la muerte, no morirán sin sacramentos”.

Viene a la mente una página de san Alfonso María de Ligorio, en su obra de arte, “Las glorias de María“, donde se dice que en el momento de la muerte, cuando los demonios se coaligan en el intento de llevar el alma a la desesperación, la Virgen debe ser invocada en la oración.

Octava promesa

“Los que rezan mi Rosario encontrarán, durante la vida y en la hora de la muerte, la luz de Dios y la plenitud de sus gracias, y participarán de los méritos de los beatos en el paraíso”.

Novena promesa

“Cada día libraré del purgatorio a las almas devotas de mi  Rosario”.

Por varias revelaciones privadas, en las que la Virgen se presenta como Reina del purgatorio y Reina de las almas purgantes, sabemos que la Virgen ha obtenido de Dios gracias especiales al respecto.

Décima promesa

“Los verdaderos hijos de mi Rosario gozarán de una gran gloria en el cielo”.

¿De qué gloria está hablando María? De la gloria de la que está revestida ella misma, haciendo reflejar en ellos su propia imagen, su propio fulgor.

Undécima promesa

“Todo lo que se pida mediante el Rosario será obtenido”.

Es la promesa de la intercesión más plena, que comprende en particular la gracia de la conversión.

Duodécima promesa

“Los que propaguen mi Rosario serán socorridos por mi en cada una de sus necesidades”.

Una referencia que podría referirse por ejemplo a los misioneros y misioneras que se empeñan de varias formas para difundir esta devoción, creando confraternidades, animando grupos de oración, difundiendo los rosarios.

Décimo tercera promesa

“He obtenido de mi Hijo que todos los devotos del Rosario tengan como hermanos en la vida y en la hora de la muerte a los santos del cielo”.

María, lo sabemos, es la Reina de todos los santos, y en el momento de la muerte, ella misma viene con todos los santos para hacernos partícipes de su comunión.

Décimo cuarta promesa

“Los que reciten mi Rosario fielmente serán todos hijos míos amadísimos, hermanos y hermanas de Jesús”.

Rezando el santo Rosario nos profesamos hijos de María. Por ello ella se manifestará a nosotros como Madre y así tendremos un lugar especial en su corazón maternal y bajo su manto.

Décimo quinta promesa

“La devoción a mi Rosario es un gran signo de predestinación”.

Ninguno de nosotros está seguro de ir al paraíso o al purgatorio, aunque obviamente todos esperamos no ir al infierno.

Oración por mi esposo

Que sea mi compañero y mi mejor amigo

web-love-romance-married-couple-rosanne-haaland-ccSeñor, Tú que conoces los corazones y
escudriñas en las profundidades de cada alma,
hoy quiero pedirte por mi esposo, que para mi corazón
es muy amado,
a quien elegí gracias a Ti para que sea mi compañero y mi mejor amigo;
a quien preferí y escogí entre las páginas de mi vida.

Quiero pedirte por su corazón,
míralo con ternura y acaricia sus heridas más profundas,
sana su memoria de recuerdos dolorosos
y regálale la alegría siempre nueva para sus labios.

Colma su corazón de amor,
para que sus palabras, sus gestos
transmitan a quienes estamos a su lado
la compañía y la seguridad
que tanto necesitamos.

Fortalece sus manos
para que su trabajo sea digno y bueno,
guía sus pensamientos para que sus pasos
sean bendecidos.

No alejes tu mirada de sus días,
para que se sienta muy amado por Ti.

Atráelo hacia la Fuente de Tu Amor,
si se encuentra alejado;
manténlo muy unido a Ti,
si ya está aferrado a tus amores.

Toma su mano y guíalo cada día
para que como padre y esposo,
sea fiel a tus mandamientos
y su sola presencia
inspire fuerza, valentía y seguridad.

Que su familia pueda recurrir a él,
como sostén y guía, fuerza y ayuda
en cualquier situación.

Que nuestros hijos descubran en él,
al modelo perfecto de amor
y seguridad;
que en sus brazos aprendan del valor del trabajo y la fidelidad,
y que por sus palabras
beban de honestidad y responsabilidad.

Bendice su trabajo y las manos que día a día no se cansan;
que todos sus caminos sean bendecidos
y que yo, como esposa, descubra en él…
el amor verdadero y eterno que siempre anhelé.

Dame capacidad de entenderlo y amarlo,
sin pretender cambiarlo, más bien valorarlo.
Que corrija con prudencia y camine a su lado
respetando su individualidad y diferencias.

Que lo ame y cada día lo conduzca
con mis oraciones y ejemplo,
hacia nuestro fin, que es el Cielo,
donde el amor será eterno.

Que encuentre en él
la fuente del amor humano,
que su corazón no sea turbado
y que nuestros corazones
al mismo ritmo de amor fusionen su latir,
para que quienes comparten nuestras vidas,
vean en nosotros la belleza
del Amor de DIOS en nuestras vidas!!!.

¿Las oraciones y las obras de caridad tienen valor si no se está en gracia?

El orar a Dios nunca puede ser malo, independientemente de la condición de gracia en la que se encuentre la persona

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Bien dice Jesús: “Sin mi nada podéis hacer” (Jn 15, 5). ¿Qué quiere decir Jesús? Que sin Él no podemos hacer obras que trasciendan a la eternidad, obras que den frutos de vida eterna, obras con méritos sobrenaturales. Es claro que sin Jesús, sin la vida de gracia, se pueden hacer cosas pero son cosas que se quedan aquí, obras sólo con méritos naturales.

En la vida moral de los bautizados se pueden dar dos situaciones: Caer en pecado mortal y hacer luego obras buenas, o estando en gracia de Dios hacer obras buenas y luego caer en pecado mortal.

Haciendo obras buenas sin tener la gracia: Las obras buenas de quien está en pecado grave no son ante Dios meritorias, no tienen efectos sobrenaturales pues es una condición esencial, para que una obra sea meritoria desde el punto de vista sobrenatural, el que sea realizada en estado de gracia.

Se sabe que quién está en pecado mortal, no tiene vida de gracia, no tiene vida espiritual; por tanto una persona ‘muerta’, espiritualmente hablando, no puede hacer nada. Estas obras, dice Santo Tomás (Suma Teológica, III, 89, 6) se llaman «muertas», porque, aunque son buenas a los ojos de los hombres, por su forma, se realizan sin la acción de Dios que es el principio de vida y por tanto carecen de mérito sobrenatural.

Y si la persona sale del pecado esas obras hacen parte del pasado, no pueden recuperar el mérito pues nunca lo tuvieron. Ahora bien, el hecho de no tener la vida de Dios o la vida de gracia, por algún pecado grave o por varios, no significa que, mientras llega el momento de la confesión, dejemos de hacer obras buenas a los ojos humanos; no olvidemos que tenemos deberes, responsabilidades, tareas, etc.

Es muy común pensar que la palabra mérito sea interpretada como ‘lo que sirve de algo’ y por eso es fácil caer en el error de pensar que si las obras hechas en pecado mortal no tienen mérito sobrenatural, pues entonces ¿para qué hacerlas?

Lo que induciría a pensar que da lo mismo hacer el bien o dejarlo de hacer. Estas acciones sin mérito sobrenatural son necesarias e incluso es obligatorio hacerlas pues fuera de que tienen merito natural, entre otras cosas, pueden disponer a la persona para la gracia, empezando por la gracia de la conversión. Por lo tanto, es preferible y recomendable que esta persona continúe haciendo buenas obras a que deje de hacerlas. Ahora, otra cosa importante a tener en cuenta: No vayamos a pensar erróneamente que cuando se pierde la gracia santificante esa persona deje de ser amada por Dios o que Dios ya no la mire con benevolencia.

Obras en Estado de Gracia y luego caer en pecado: Si una persona ha hecho obras meritorias desde el plano sobrenatural y luego peca y pero nuevamente se confiesa y recupera la gracia santificante, esas obras no pierden sus meritos sobrenaturales porque fueron hechas en gracia de Dios. Aquí entonces se habla de la «reviviscencia» de los méritos anteriores. ¿Qué se quiere decir con esto? Que esos méritos “no mueren” (Suma Teológica III, 89, 5); permanecen ante Dios, pero no tienen eficacia para llevar a la vida eterna a la persona que los mereció hasta tanto no se recupere el estado de gracia. Cuando se recupera la gracia esas obras recuperan la eficacia de conducir a la vida eterna. La Iglesia usa el término ‘sobrenatural’ para referirse a las realidades que de suyo están por encima de nuestras propias acciones naturales, es decir, más allá de nuestra naturaleza.

La Oración

Con respecto a la oración pongo un ejemplo para analizar el tema: El estar en estado de coma profundo o en estado vegetativo. Si no se tiene la vida de Dios es como, p.e., estar en coma profundo o en estado vegetativo y si se está en esta situación, espiritualmente hablando, pues no se puede comulgar, pues estas personas, que parecen muertas, no comen.

Ahora, el hecho de estar en pecado grave o no tener la vida de Dios o muertos espiritualmente no significa tampoco que no se pueda orar; claro que se puede orar pues, siguiendo con el ejemplo anterior, la persona en coma profundo o en estado vegetativo sí que puede tener una actividad cerebral y es aquí que entra la oración, sobre todo la oración de arrepentimiento, la oración que motiva la conversión.

Y sí que sirve rezar en pecado mortal, porque la oración te ayuda a que no decaiga tu fe, te sirve para no seguir pecando, para no alejarte aun más de Dios, para tener la seria intención de conseguir la gracia del perdón en la confesión y ‘salir de ese estado de coma profundo’. El orar a Dios nunca puede ser malo, independientemente de la condición de gracia en la que se encuentre la persona; es más, la Iglesia te recomienda incluso acudir a la comunión espiritual si es que no es posible recibir la Eucaristía al estar en pecado mortal.