Los Niños Mártires de Tlaxcala serán santos

web-tlaxcala-children-martyrs-alejandrolinaresgarcia-cc

Papa Francisco aprobó su futura canonización

Papa Francisco aprobó entre otras causas, los votos de los miembros de la Congregación sobre la canonización de los beatos Cristoforo, Antonio y Juan, adolescentes mártires asesinados por odio a la fe en México en el año 1529.

Se trata de los protomártires de América que ya fueron beatificados por Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe durante la segunda visita del pontífice a México.

Sus historia estremecen: asesinados en el siglo XVI por odio a la fe

En el año de 1527 el indígena Cristóbal, fue martirizado por su padre Axotécatl, uno de los más distinguidos Señores de la ciudad de Tlaxcala. Axotécatl fue obligado a enviar a sus cuatro hijos con los frailes franciscanos, a fin de que aprendieran los principios de la fe cristiana. Cristobal no sólo aprendió los principios sino que se convirtió e intentó apartar a su padre de la idolatría y embriaguez.

Su padre intentaría matarlo a golpes. No pudo y finalmente lo asesinó en una hoguera. Lo arrojó cuando el fuego estaba en mayor voracidad.

El beato Antonio fue nieto de Xicoténcatl, señor de Tizatlán y fue martirizado en 1529 a la misma edad que Cristóbal entre los doce a trece años.

El beato Juan era un vasallo de Antonio ya que era originario del mismo lugar y prácticamente tenía la misma edad sirviéndole como su criado personal a Antonio.

En 1529 el fraile dominico Bernardino Minaya se dirigía a la evangelización del estado sureño de Oaxaca, al pasar por Tlaxcala, solicitó apoyo a los frailes franciscanos para su misión solicitando que le acompañaran algunos de los niños que eran educados por los franciscanos por lo que voluntariamente decidieron participar Juan, Antonio y un niño más que sobrevivió a la misión.

Al pasar por Tepeaca, los niños fueron enviados solos a Tecali y Cuautinchán, al llegar ahí, Antonio se metió a una casa a recoger ídolos para proceder después a su destrucción, quedándose Juan en la puerta; de repente llegaron dos hombres con macanas y golpearon a Juan quien murió al instante.

Antonio salió de la casa e increpó a los hombres diciéndoles que habían asesinado a un inocente ya que él era quien tomó sus ídolos y los rompió en su presencia por lo cual los hombres irritados mataron al niño también.

El mensaje cristiano en “Rogue One: A Star Wars Story”

La película nos recuerda los peligros de la ceguera espiritual y la necesidad de una fe de niño que desafíe nuestro propio escepticismo

web-rogue-one-warrior-monk-lucasfilm

Porque me has visto, has creído; dichosos los que no han visto y sin embargo creen” (Juan 20:29).

Rogue One: Una historia de Star Wars continúa profundizando en la oscuridad y la tragedia de la guerra y la rebelión, pero lo hace con una perspectiva más oscura que las anteriores películas de Star Wars. Aun así, en medio de semejante negrura, la película nos presenta a un personaje que consigue ver a través de las tinieblas del mundo con la visión de la fe, y su aparente discapacidad destaca un tema central que encontramos en los Evangelios.

El personaje, conocido como Chirrut Îmwe, es un monje guerrero que vive en la luna desierta de Jedha, un lugar históricamente vinculado a la Orden Jedi. Aunque Chirrut no es un Jedi plenamente desarrollado, sí es un firme creyente en la Fuerza, en una época en la que la mayoría de la gente ha perdido la esperanza en una religión que parece haber sido erradicada de la galaxia por el Imperio.

Lo que hace especial a este personaje es su ceguera natural, algo que sin duda no le entorpece en su capacidad para luchar. Este atributo es algo que pidió el actor que lo interpreta, Donnie Yen, para el desarrollo del personaje con el director Gareth Edwards.

La elección de hacer ciego a Chirrut impactó profundamente en la interpretación de Yen, forzado a llevar lentes de contacto que le hacían virtualmente imposible poder ver. Aunque dificultaba la realización de algunas escenas, permitió a Yen entrar en su personaje de una forma más auténtica.

El simbolismo de la ceguera física de Chirrut destaca, de forma intencionada o no, un tema común en los Evangelios. Recuerda a los muchos ciegos que sanó Jesús, hombres que no podían ver con los ojos, pero que sabían con los ojos de la fe que Jesús era el Mesías.

En el Evangelio de Mateo, Jesús atraviesa una ciudad donde dos ciegos le gritan “¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!”. Jesús entra en su hogar y les pregunta “¿Creen que puedo sanarlos?”, a lo que responden “Sí, Señor”. Entonces tocó sus ojos y dijo: “’Se hará con ustedes conforme a su fe’. Y recobraron la vista” (Mateo 9:27-30).

Estos ciegos nunca habían sido testigos de los numerosos milagros de Jesús y aceptaron lo que habían escuchado de Él con la fe pura de un niño. Su ceguera no entorpeció su fe en el Hijo de Dios, más bien les ayudó a creer que Jesús podía curar su discapacidad. Su carencia física era compensada por su espiritualidad.

La inquebrantable fe de los ciegos se contrasta frecuentemente en los Evangelios con la de muchos escépticos que, a pesar de ver con sus propios ojos las obras de Jesús, todavía se negaban a creer. De hecho, Jesús condenaba a menudo a los fariseos y a los escribas y los llamaba “ciegos”, debido a su falta de fe.

Es irónico que en los Evangelios los ciegos puedan ver la belleza de las buenas obras de Jesús mientras que los videntes no pueden ver el poder espiritual que hay detrás de todo.

Este tema de la ceguera espiritual surge varias veces en Rogue One. Aunque muchos desprecian el comportamiento “supersticioso” de Chirrut, sus palabras llenas de verdad a menudo atraviesan las fachadas que otros personajes tratan de construir en torno a sí mismos.

Por ejemplo, en la película, Chirrut ve a través de las acciones del soldado rebelde Cassian Andor y se da cuenta de cuando el capitán trata de esconder sus motivos del resto del grupo. Chirrut incluso desafía a Cassian a escapar de la “prisión” que ha hecho en su interior, percibiendo las luchas interiores que sufre Cassian.

Más adelante en la película, en uno de los momentos más críticos del esfuerzo rebelde por robar los planos de la Estrella de la Muerte, la fe y las acciones de Chirrut consiguen salvar la situación. Él es capaz de hacer lo que aquellos que ven no pueden, y sus fuertes convicciones terminan sirviendo de inspiración a los demás.

En definitiva, Rogue One nos recuerda que con frecuencia estamos ciegos a las cosas que de verdad importan en este mundo. La ceguera espiritual es un efecto del escepticismo y su antídoto es la adopción de la fe inocente de un niño.

Educar a los más humildes la podría llevar a ganar un premio que nunca imaginó

Conoce la historia de esa maestra argentina que puede ser elegida la mejor del mundo

web-silvana-corso-global-teacher-prize-argentina-twitter-teacherprize

La Fundación Varkey preseleccionó a la directora de una humilde escuela inclusiva de las periferias de la ciudad de Buenos Aires como una de las 50 candidatas a ganar el Premio Global a la Docencia – Global Teacher Prize, conocido popularmente como el Premio Nobel al Mejor Maestro del mundo.

Se trata de Silvana Corso, quien asumió el desafío de incorporar en un colegio que ya trabajaba con la inclusión social en una zona cercana al humilde Fuerte Apache la inclusión de los chicos con discapacidades.

Silvana tiene como gran fuente de inspiración a su hija Catalina, que al nacer sufrió una asfixia con el cordón umbilical que le provocó una parálisis cerebral severa, con consecuencias de cuadriplejia, sordera y ceguera. “Mi maestra fue mi hija”, relató al canal TN. “Ella consolidó esta mirada de escuela que tengo. Me demostró que había una posibilidad de sociedad diferente, porque a ella se la incorporó a través de un jardín y eso nos devolvió a la vida porque con su nacimiento nos habíamos alejado de todo. Todo era rehabilitación, estudios y médicos”, explicó sobre la experiencia que con su marido tuvieron con Catalina, quien falleció a los 9 años.

Cata le enseñó que aún con sus limitaciones podía aprender, podía comunicarse, y que había una posibilidad de cambiar el mundo porque “los chicos me demostraban cómo la aceptaban a Cata, porque no tienen prejuicios. Los prejuicios se aprenden de los grandes”.

Silvana se especializó tanto en la Argentina como en el Exterior, y hoy dirige la escuela Rumania, a la que acuden unos 530 alumnos en dos turnos. “En esta escuela trabajamos más con la ausencia de padres. En muchos de nuestros chicos, no hay nadie detrás. Acá no tenemos que contar con las familias, tenemos que tratar de involucrarlas y traerlas, pero hay familias que están todo el día trabajando afuera y no tienen forma de llegar porque vienen a una entrevista y pierden el trabajo”, explicó al canal A24. Se trata de una escuela inclusiva.

“Una escuela inclusiva es una escuela que se preocupa y ocupa de todos y cada uno de sus alumnos. Y al atender su singularidad diseña estrategias diversificadas o específicas de intervención. El objetivo me lo enseñó una alumna, Carolina, con mielomelingocele, una patología neurológica severa, cuando me dijo: ‘Profe, yo no quiero dejar de aprender’. Entonces no debemos subestimar la capacidad de aprendizaje de ninguno de nuestros niños”, explicó Silvana recientemente en una charla TEDx.

Además de dirigir el colegio, Silvana da charlas en distintas partes del país sobre cómo incluir en las aulas a niños con discapacidades, cómo encarar la verdadera inclusión. Su testimonio de vida y aprendizaje con Cata lo plasmó en el libro “La que tiene fuerza”, que editó con su marido Agustín y puede descargarse por internet. Además, imprimen algunos ejemplares por año de su propio bolsillo para poder distribuirlos gratuitamente.

La última edición del Premio Global a la Docencia reconoció a la maestra palestina Hanan Al Hroub, quien fue refugiada y ahora se dedica a enseñarle a niños refugiados. Su nombre fue anunciado por el Papa Francisco. Para esta nueva edición, hubo más de 20.000 nominaciones provenientes de 179 países. En la preselección de 50 que integra Silvana, hay 39 naciones incluidas. El nombre del ganador se dará a conocer en marzo de 2017, durante una ceremonia en Dubai. Quien resulte elegido recibirá como premio un millón de dólares.

“Mi bebé vivió sólo media hora”

Después de esa experiencia acoge en su casa a niños con problemas

web-maria-bonilla-madrinas_org-twitter

María Bonilla explica en el diario español ABC su labor para ayudar a otras mujeres y a sus hijos. Una historia pertrechada en un testimonio personal. Se quedó embarazada de su tercer hijo y los médicos le anunciaron la triste noticia de que el pequeño venía muy enfermo.

Como suele ocurrir en estos casos la recomendaron abortar y aunque se sintió “muy amenazada por ello”, decidió “seguir adelante”.

Sufrió la “la soledad social” y “el rechazo por parte de los sanitarios”. Fue así como entró en contacto con madres de la Fundación Madrina y allí percibió cómo madres embarazadas “se sienten obligadas a no dar a luz por la falta de medios económicos, pero sobre todo por la carencia de apoyo familiar y social. Me impactó mucho”.

El hijo de María Bonilla nació y sólo vivió media hora. Pero media hora muy intensa. “Fue una experiencia muy dura. Intensa. Pero bonita porque fue la naturaleza la que decidió que no viviera más tiempo, no fui yo la que tomó la decisión de acabar con su vida”.

Tras esa experiencia y según cuenta ABC decidió ayudar a las madres en dificultades. Muchas jóvenes han sido ayudadas, como el caso de una adolescente que por déficit de cariño en su infancia buscaba el amor estando con chicos y siempre en relacciones destructivas. Tuvo a su hija Paula y su pareja les abandonó.

“En esa búsqueda de amor a toda costa, quedó de nuevo en estado”, explica María, “Tras una brutal paliza por parte de su pareja perdió al bebé. Acogimos en casa durante cinco meses a Paula, que tenía tres años, para dar tiempo a que su madre se recuperara”.

Una situación que no fue fácil para su familia. Tenía que explicarle a sus hijos la situación: “Fueron ellos los que me sorprendieron. Son mucho más generosos y abiertos que los adultos. Con cada bebé se han mostrado ilusionados y le han cuidado con mucho cariño porque, al ser más pequeños que ellos, se sentían un poco como unos “papás” y les daban el biberón, ayudaban con su baño…, y, de vez en cuando, también se enfadaban porque les rompían los juguetes –todo hay que decirlo–. Lo fundamental es que han recibido una lección de solidaridad muy importante que les servirá para toda la vida”.

Tampoco fue fácil para su marido, pero “ahora está encantado. Todos los niños le llaman “papá” porque no han conocido la figura paterna”.

Para ella la excusa de no tener tiempo no es válida: “A los niños les matriculo en el colegio de mis hijos y al salir del trabajo me encargo de ellos, igual que de mis hijos. Es una oportunidad enorme de ofrecerles la posibilidad de saber que se puede vivir en una familia normalizada donde reina el amor y el respeto”.

Artículo original publicado en ABC

Hay una España que se muere en soledad

mayores-en-soledad-1068x701

El elevado número de personas mayores y la baja tasa de natalidad provocan que España sea un país sin relevo generacional.

El año pasado la Federación de Amigos de los Mayores publicaba un dato: un millón y medio de ancianos viven solos en España. Con 8 millones de mayores de 65 años, estamos hablando del 18,75% de los ancianos que residen en nuestro país.

España envejece y este problema irá en aumento. Y digo “problema” porque por mucho que algunos nos quieran vender la idea de lo guay que es optar por el estilo de vida “single” (como ahora lo llaman), en la recta final de la vida tiene que ser muy duro no tener a nadie que te acompañe, que te cuide día a día, que te ayude y con quien hablar.

He tenido la oportunidad de ver en un hospital los efectos de la soledad en una persona mayor. Tristeza, depresión, aburrimiento cuanto menos… Los días se vuelven muy largos y las sonrisas muy escasas.

Entre las enfermeras hay auténticos ángeles capaces de arrancar sonrisas incluso al anciano más triste, pero las enfermeras no pueden estar ahí todo el rato. Alguno pensará: “el Estado debería cubrir esa necesidad”. El caso es que el Estado no puede suplir la ausencia de hijos, nietos y sobrinos. Por supuesto, unos los tienen y otros no.

Yo vivo en el seno de una familia donde nuestros enfermos no sólo suelen estar bien acompañados, sino que incluso acabamos dando compañía a los compañeros de habitación que no la tienen. Tendríais que ver cómo poco a poco se animan a charlar con uno, se van sacudiendo las telarañas de la depresión y acaban reflejando en su rostro esa pizca de alegría que les faltaba la primera vez que los vimos.

Nuestra sociedad ha asumido poco a poco la idea de que los niños son una carga, un gasto, un engorro e incluso un obstáculo que nos impide alcanzar una vida más cómoda y placentera. Yo veo a aquellos de mis amigos que tienen hijos y no me encuentro con nada de eso. Obviamente, tener hijos implica una gran responsabilidad, un montón de esfuerzos y de sacrificios, pero también tiene muchas contraprestaciones.

Hoy en día da gusto escuchar llantos de los bebés

Un niño pequeño llena por completo de vida una casa. Hace poco unos vecinos con niños pequeños nos preguntaban si molestaban los llantos de los bebés, y lo tuve claro: hoy en día da gusto escuchar llantos de los bebés, sobre todo en un edificio lleno de personas mayores. Algunas no tienen más que la compañía de un pequeño perrito, y los perritos tienen una vida mucho más corta que las personas. ¿Qué queda después?

Se me hace chocante tener que decirlo, pero cada vez es más frecuente la necesidad de recordar cosas obvias. No visitar a tus mayores, ni siquiera cuando enferman, es algo que debería dar mucha vergüenza. Por supuesto, cada familia es un mundo y a veces por cualquier motivo, los lazos familiares se rompen durante años. Pero ¿cómo puede ser que no nos acordemos de quienes nos dieron la vida, de quienes asumieron tantos sacrificios para criarnos y educarnos? Y esto se le puede reprochar a los hijos de quienes los tienen, claro.

Una sociedad con cada vez más ancianos y menos niños es una sociedad condenada a la soledad

Una sociedad con cada vez más ancianos y menos niños es una sociedad condenada a la soledad, a la tristeza, al abandono y a la depresión. Y lo más dramático es que nuestros políticos no sólo no reconocen este problema, sino que siguen empeñados en engordarlo, apoyando legislaciones que financian con nuestros impuestos la eliminación de niños por nacer, y al mismo tiempo dejan solas y sin ninguna ayuda a las mujeres embarazadas que no quieren deshacerse de los suyos. Es de locos.

Cada mujer que decide traer una nueva vida al mundo debería contar con el apoyo y el abrigo de toda la sociedad, y no con presiones políticas, sociales y legales para que se deshaga de la vida que crece en su vientre.

Además de lo ética y moralmente reprobable que es acabar con la vida de un ser humano inocente e indefenso, el aborto es también la expresión del suicidio social al que se está abocando nuestro pueblo.

Una sociedad que mata a sus hijos es una sociedad que se pone una soga al cuello

Una sociedad que mata a sus hijos es una sociedad que se pone una soga al cuello. Sin niños,sin un relevo generacional, una sociedad se ve desprovista del capital humano necesario para renovarse y para sostener, acompañar y cuidar a quienes afrontan la recta final de sus vidas.

Lo realmente grotesco, y lo que más pesar debe causar en quienes lo hacen, es haber tenido un hijo -porque el embarazo es ya tener un hijo- y haberte deshecho de él por comodidad, por egoísmo, por presiones o por cualquier otro motivo. ¿Cuántos abrazos, cuántas sonrisas, cuántos gestos de cariño y cuántas compañías se han liquidado en España con esta lacra que algunos catalogan -en el colmo de la insensatez y de la sinrazón- como un “derecho”?

«796 niños arrojados a una fosa séptica en Irlanda»

La agencia AP admite que no dijo la verdad sobre los «796 niños arrojados a una fosa séptica en Irlanda» ¿Y los demás?

A las 12:55 PM, por Juanjo Romero 

14456285676_d05096f890_z

Ha debido ser duro, pero lo han reconocido: la historia de los 796 niños arrojados a una fosa séptica en Irlanda no es verdad. La primera en reconocerlo oficialmente es uno de sus primeros divulgadores, la agencia de noticias AP (The Associated Press):

En las noticias publicadas los días 3 y 8 de junio sobre los niños enterrados en tumbas sin identificar después de morir en un antiguo orfanato irlandés para hijos de madres solteras, The Associated Press (AP), informó erróneamente que los niños no habían recibido bautismo católico, los documentos muestran que muchos de los niños del orfanato habían sido bautizados.

AP también informó incorrectamente que la enseñanza católica de la época era negar el bautismo y la sepultura cristiana a los hijos de madres solteras; aunque eso pudiese haber ocurrido en algún caso en la práctica, no era la enseñanza de la Iglesia. Además en la noticia del 3 de junio, AP citó a una investigadora que dijo que creía que la mayoría de los restos de los niños que murieron allí fueron enterrados en una fosa séptica abandonada; la investigadora ha aclarado que sin la excavación y el análisis forense es imposible saber cuántos restos contiene el depósito. La noticia también tiene un error de fecha, el orfanato se abrió en 1925, no en 1926.

Ya conté en su momento los numerosos errores (intencionados) de la historiasu anticatolicismo no tan larvante. Muchos medios de comunicación reprodujeron el bulo, incluso algunos medios católicos la bobería de que la Iglesia enseñaba a no bautizar a los hijos de madres solteras y que no debían ser enterrados en suelo sagrado, introduciendo la duda de que quizá algunas cosas de la historia eran ciertas. Pues no.

AP, en un gesto que le honra, ya admitió que no dijo la verdad. ¿Lo harán el resto? Lo dudo.

Mi anterior artículo terminaba:

Podemos terminar como empezamos, ¡periodistas!, abandonen prejuicios y dígannos la verdad, y, sí, recen por esos niños, pudieron nacer y seguramente fueron bautizados.

Cuando se descubra que las religiosas actuaron, como siempre, con amor por los más desfavorecidos, con heroísmo, a ustedes no les importará. Nosotros nos quedaremos llorando a esos niños, que a buen seguro tuvieron la suerte de encontrar un poco de amor y cuidado, y que desgraciadamente no fue suficiente.

¿Alguno tendrá la hombría de restituir la honra robada, de repara la calumnia?