5 cosas que Emily Brönte puede enseñar a las mujeres de hoy

Una escritora del siglo XIX cuya obra aún tiene algo que decir

Por si olvidasteis la tarta de cumpleaños con muchas, pero que muchas velas, os recordamos que la legión de fans de la escritora Emily Brontë celebró el 30 de julio su 200.º cumpleaños.

Los admiradores de la enigmática escritora conmemoraron el día de maneras muy diversas. El lugar de nacimiento de Emily —Thornton, Inglaterra, cerca de Bradford— preparó un buzón de correos adecuado a la ocasión con su poema High Waving Heather. Un artesano escocés hizo un violín en honor de Emily. Y un alma afortunada quizás pueda regalarse a sí misma una rara primera edición de Cumbres borrascosas, el logro literario más titánico de Emily (y la única novela que escribió). El regalo solo le costaría 11.300 dólares.

A Emily quizás le habría sorprendido que se la recuerde, no digamos ya que se la homenajee, dos siglos después de su nacimiento. Nunca se casó, así que no tuvo hijos para preservar su memoria. Publicó Cumbres borrascosas en 1846 bajo un seudónimo (Ellis Bell), y las críticas iniciales fueron decididamente mixtas. Murió un año después. Probablemente había más gente que la conocía como ama de casa que como escritora.

Sin embargo, desde entonces, la influencia de Cumbres borrascosas se ha vuelto casi ineludible. La historia se ha llevado al cine o la televisión una docena de veces y cada generación le ha dado su propio giro. La película de 1939 fue la más aclamada, protagonizada por el legendario Laurence Olivier y nominada al Óscar a la Mejor Película. La adaptación televisiva de 1978 de la BBC es considerada la más fiel. Otras reinterpretaciones transportan a los moros británicos de Cumbres borrascosas a México (Abismos de pasión de 1953) o al Japón medieval (una versión de 1988 dirigida por Yoshishige Yoshida). Cuando The Guardian decidió clasificar las 100 mejores novelas escritas en inglés, la obra maestra de Emily entró en el puesto número 13. No está mal para una escritora a media jornada en su primera y única novela.

A pesar de la omnipresencia y el éxito del libro, la propia autora sigue siendo un misterio. Ella era notoriamente introvertida y tenía muy poco interés en buscar la fama. Sin embargo, por lo que sabemos de su vida, Emily Brontë sigue inspirándonos y enseñándonos a su propia manera tranquila. Echa un vistazo a algunas de las características que ella encarna tan bien…

Imaginación

La madre de Emily, Maria, murió cuando Emily tenía tan solo 3 años. Su padre, Patrick Brontë, era un clérigo de unos 50 años que no tenía mucho tiempo para entretener a sus hijos (sus hijas Charlotte, Emily y Anne —que se convirtieron todas en escritoras publicadas— y su hijo Branwell). Ella y sus hermanos se sumergieron con todo el corazón en un mundo de asombrosa imaginación, avivado por un conjunto de soldados de juguete que Branwell había recibido. En conjunto, los cuatro Brontë escribieron cientos de poemas que detallan los acontecimientos en los reinos gemelos de Angria y Gondal, poemas ahora protegidos por el Museo Británico.

Aunque algunas personas en tiempos de Emily podrían haber pensado que tales mundos imaginativos eran una pérdida de tiempo, los científicos y psicólogos modernos entienden lo importante que es la imaginación para una mente joven. Childtime.com señala que frases como “habilidades de pensamiento crítico” y “habilidades para la resolución creativa de problemas” son simplemente otras palabras para referirse a la imaginación. Los niños imaginativos son más capaces de lidiar con problemas y dificultades inesperados cuando son adultos. En una época en la que el juego imaginativo es reemplazado tan a menudo por pantallas y programas que imaginan por nosotros, Emily nos recuerda que nada reemplaza las aventuras que nuestros hijos pueden crear por sí mismos.

Multitarea

Aunque la mayoría de los escritores célebres de la época tenían mucho dinero (lo que les ganaba tiempo para escribir), los Brontë no eran ricos. Hacían la mayor parte de sus propias tareas domésticas (especialmente cuando su ama de llaves de muchos años estaba demasiado enferma para mantener la casa) y, debido a que las hermanas Charlotte y Anne trabajaban como institutrices con bastante regularidad, Emily hacía más que la mayoría.

Pero incluso mientras trabajaba en la casa, la mente de Emily estaba en su escritura. “Lo que sea que estuviera haciendo”, escribió una sirvienta, “planchando u horneando, tenía un lápiz consigo”. Este es un ejemplo maravilloso para cualquiera que quiera escribir, pintar o componer, pero encuentre que el mundo real se interpone en su camino: no necesitas renunciar a tu(s) trabajo(s) para crear. Solo hay que ser más creativo para ganar tiempo y encontrar la oportunidad de hacerlo.

Sinceridad

Cuando se publicó Cumbres borrascosas, algunos críticos de la época victoriana se sorprendieron. “Cómo un ser humano podría haber intentado crear un libro como este sin suicidarse antes de haber terminado una docena de capítulos, es un misterio”, escribió un crítico para Graham’s Lady Magazine en 1848. “Es un compuesto de depravación vulgar y horrores antinaturales”.

En efecto, la mayoría de los personajes de la novela de Emily no eran especialmente compasivos. Pero sí tenían una honestidad cruda, incluso dolorosa, una verdad áspera que ha influido en la literatura hasta nuestros días. Emily era una observadora aguda de la naturaleza humana y estaba decidida a pintar esa naturaleza con todas sus cicatrices y verrugas.

Ver y decir la verdad es una parte importante de crear arte, obviamente, pero necesitamos recordar que también es parte del ser cristiano en un mundo caído.

Fe

Es difícil determinar el estado de la fe de alguien, mucho menos la fe de una escritora solitaria que vivió y murió hace un par de siglos. Algunos ateos, agnósticos y paganos la han adoptado como una de los suyos, y su representación del fanático cristiano Joseph, quien bombardeaba a los jóvenes bajo su cargo con interminables sermones en Cumbres borrascosas, no pinta el cristianismo bajo una luz particularmente favorable.

Pero decir que Emily no era cristiana parece ignorar o tergiversar lo que realmente sabemos de ella. Era la hija de un párroco y casi las únicas veces que puso un pie fuera de su casa fue para caminar por el bosque o… ir a la iglesia. Y cuando volvemos sobre los poemas de Emily, muchos de ellos tratan de Dios y/o de la otra vida. Echa un vistazo a Últimas líneas para ver algunos estremecimientos religiosos. Emily nos recuerda que podemos ser personas de fe profunda y al mismo tiempo se críticos con algunos aspectos de esa misma fe.

Poder silencioso

Hay quienes han sugerido que a Emily y su hermana, Charlotte, les irritaba el tiempo en que vivían y lo que la sociedad esperaba de las mujeres de aquel entonces. Es cierto que no rompieron ningún molde ocupacional, trabajando como institutrices y amas de casa. Y es cierto que ambas publicaron sus libros bajo seudónimos masculinos: sentían que su trabajo no sería tomado en serio si publicaban bajo sus propios nombres. Sin embargo, Judith Shulevitz en un artículo para The Atlantic sugiere que fue por mantenerse fieles a las expectativas sociales de su tiempo que fueron capaces de escribir de forma tan poderosa e incisiva.

“Charlotte y Emily Brontë nunca fueron débiles”, escribe Shulevitz. “En cuanto a las tareas domésticas como la cocina y la limpieza, las escritoras quizás las hicieran a falta de algo mejor, pero el trabajo ancló su escritura en una realidad que nunca antes había sido tan importante para la ficción. Probablemente también les ayudó a mantenerse cuerdas en el proceso”.

Es un error de nuestra era moderna asumir que seguir los roles o expectativas tradicionales de género es indicio de debilidad o falta de ambición. Durante la mayor parte de su vida, Emily fue ama de casa, a veces maestra y siempre soñadora. Ninguno de esos papeles disminuyó su genio y perspicacia y su fulgor literario. “Deseo ser como Dios me hizo”, dijo una vez, y así fue, satisfaciendo y trascendiendo lo que otros también querían que ella fuera. 

Y lo mismo podemos  todas nosotras. La mayoría de nosotras, imagino, vivimos vidas bastante prosaicas. Hacemos nuestro trabajo. Criamos a nuestros hijos. Hacemos lo que tenemos que hacer para pasar de un día para otro. Pero Emily Brontë nos recuerda que Dios nos hizo a todos por una razón. Y que incluso dentro de los confines en los que vivimos, podemos encontrar espacio para elevarnos.

La mujer es la segunda gran víctima del aborto

En una clínica de la Ciudad de México, se ven formadas 25 chicas, desde las 5 a.m. para abortar. Nadie les dice que se van a hacer daño a sí mismas pues van a sufrir el síndrome postaborto – se da un duelo tarde o temprano – y un sentimiento fuerte de culpa. Les hacen firmar que no les van a echar la culpa si hay perforación de útero, infecciones, sangrado, cáncer de mama o muerte. Nadie les informa que es más doloroso el aborto que esperar a que el bebé nazca y darlo en adopción. El aborto ni se olvida ni se supera, se aprende a vivir con ello.

Cuando en 1979 Madre Teresa de Calcuta fue a recoger el Premio Nobel de la Paz, pronunció, ante la sorpresa de los allí presentes, las siguientes palabras:

“Estamos hablando de la paz… El mayor destructor de la paz hoy es el aborto, porque es una guerra directa, un asesinato directo por la madre misma. (…) No estaríamos aquí si nuestros padres nos hubieran hecho eso a nosotros. (…) Muchas personas están muy, muy preocupadas por los niños en India, o en África, donde muchos mueren, tal vez de desnutrición, de hambre u otros motivos…, ¡pero millones están muriendo de forma deliberada por la voluntad de la madre! Y ese es el mayor destructor de la paz hoy. Porque si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué falta para que yo te mate a ti y tú me mates a mí? ¡No hay nada en el medio! (…) Hagamos que cada niño, nacido o no nacido, sea querido. (…) Nosotras estamos combatiendo el aborto con la adopción. Ya hemos salvado miles de vidas; y hemos mandado mensajes a todas las clínicas, a todos los hospitales, a todas las oficinas de la policía: por favor no destruyan al niño, dénnoslo a nosotras, que nos encargaremos de ellos y les conseguiremos un hogar”.

Decía Castellani, un pensador argentino: “Desesperación es el sentimiento profundo de que todo esto no vale nada y el vivir no paga el gasto y es un definitivo engaño; y este sentimiento es fatalmente consecuente con la convicción de que no hay otra vida”. Ante la pregunta por el sentido de la vida, que llama a las puertas de Occidente de una forma tan cruda, respondemos apoyándonos en la sabiduría de los santos: “El desconocimiento propio genera soberbia; pero el desconocimiento de Dios genera desesperación” (San Bernardo).

El principal problema de la cultura occidental es el problema del sentido de la vida; o dicho de otro modo, el dilema esperanza-desesperanza. No se puede entregar la vida cuando no se sabe qué es la vida. Alguien dijo aquello de: “Cuando no se tienen horizontes, las cosas no se ven ni desde cerca”. Y es que, solo cuando sabemos que venimos del amor y que volvemos a él venciendo el sufrimiento y la muerte, es cuando podemos dar lo mejor de nosotros mismos con desinterés y alegría.

Si bien es cierto que las grandes heridas morales del hombre y de la mujer de nuestros días son principalmente “afectivas”, no es menos cierto que existe también un oscurecimiento muy notable de la razón y del sentido común.

José Ignacio Munilla escribe: Las encuestas sociológicas vienen demostrado que la sensibilidad de los varones es notablemente inferior a la femenina, en lo que se refiere al valor de la vida en el seno materno. Esos mismos estudios sociológicos apuntan a que detrás de un número considerable de abortos, se esconde la presión —cuando no el chantaje— del varón. El feminismo radical, en la práctica, termina imponiendo a la mujer el modelo sexual machista.

La maternidad no comienza en el momento del parto, sino en el momento de la concepción. Afirmar que no se puede obligar a una mujer a ser madre, es olvidar que ya lo es, desde el momento en que está embarazada. A partir de ese momento solo puede elegir entre dos alternativas: ser madre de un hijo vivo, o serlo de un hijo muerto.

Por lo tanto, la cuestión clave es si el aborto puede ser considerado como un ‘derecho’. ¿Existe el derecho a acabar con la vida del ser humano concebido y todavía no nacido? Es más, ¿acaso matar puede ser un derecho? Un hijo no es un derecho, es un don, y no se le da a todos.

El problema principal, el problema de fondo, es el vacío existencial al que nos ha conducido el materialismo. Arrastramos un sinfín de heridas afectivas, fruto de la cruda experiencia del egoísmo del prójimo, de la fragilidad del amor humano, de las rupturas familiares, de las depresiones y ansiedades, de la falta de dominio de uno mismo, etc. Estos son los verdaderos problemas de fondo; mientras que por lo general, las ideologías no son sino una ‘huida hacia adelante’, en la absurda pretensión de justificar la propia desesperación.

Dignificar la adopción

En nuestra cultura la adopción está muy valorada desde la perspectiva de la familia adoptante. Basta señalar que las familias adoptantes con frecuencia tienen que viajar a países lejanos, para poder encontrar la figura de una madre dispuesta a dar su hijo en adopción. Y sin embargo, sin la generosidad de la madre que ha estado dispuesta a desprenderse de su hijo para que pueda ser educado con unos medios que ella no tiene capacidad de ofrecerle, sería imposible la generosidad de la familia adoptante.

En efecto, nos olvidamos de la generosidad que encierra la entrega de un hijo en adopción. Se trata de priorizar el bien objetivo del niño, sobre el sentido posesivo hacia él. Inevitablemente, existen dos tipos de razonamientos: “Si no puede ser mío, no lo será de nadie”; o, por el contrario, “Si yo no puedo hacerle feliz, se lo entregaré a quien pueda hacerlo”.

Rebeca, víctima de Boko Haram

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Rebeca fue esclava sexual de Boko Haram. La pegaron tales palizas que perdió al hijo que esperaba. Los terroristas querían que renegara de Jesucristo y la obligaban a rezar el Corán cinco veces al día. Pero cuando, de rodillas, inclinaba la cabeza hacia la Meca, recitaba en su interior: «En el nombre de Jesús, te quiero Señor». Incluso los terroristas la forzaban a rezar el rosario musulmán y en cada cuenta, ella paladeaba un avemaría a la Virgen. El martes que viene Ayuda a la Iglesia Necesitada la trae a Madrid para presentar una campaña de recogida de fondos para ayudar a las víctimas y húerfanos de Boko Haram en Nigeria

La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN España) presenta su nueva campaña Libres ante el terror de apoyo a la Iglesia en Nigeria y las víctimas del grupo yihadista Boko Haram. Tendrá lugar el próximo martes 19 de septiembre en la sede de la fundación (C/ Ferrer del Río,14. Madrid) a las 11:00 horas.

Contará con la presencia de Rebeca, madre de familia y católica que fue secuestrada por Boko Haram. A su hijo de dos años, Zacarías, los terroristas le lanzaron al lago Chad, donde murió ahogado, porque su madre se negó a tener relaciones sexuales con los milicianos. A Rebeca, durante su cautiverio, la golpearon tanto que mataron al hijo que llevaba dentro.

El calvario de esta mujer comenzó cuando Boko Haram atacó su pueblo, Baga, situado al noroeste de Nigeria. Tuvo que salir corriendo junto a su marido, Vitrus, y sus dos hijos, Zacarías, de 2 años, y Jonathan, de 1. Pero Rebeca, de 24 años y embarazada, no podía seguir el ritmo. El matrimonio decidió separarse porque el grupo terrorista asesina a los hombres y secuestra a las mujeres. Boko Haram dio alcance a la mujer y a sus dos hijos, y acto seguido, se escucharon una ráfaga de disparos. Rebeca pensó que habían asesinado a Vitrus, y este pensó que habían matado a Rebeca.

A la mujer la llevaron a un campo de entrenamiento del grupo terrorista, junto con el resto de mujeres cristianas de Maiduguri, donde se convirtió en esclava sexual de los milicianos. Rebeca se negaba a entregar su cuerpo a los terroristas, lo que le costó un sinfín de palizas que provocaron la muerte del bebé que estaba esperando y que asesinaran a su hijo Zacarías en el lago Chad.

También quisieron que Rebeca renegara de Jesucristo y la obligaban a rezar el Corán cinco veces al día. Pero cuando, de rodillas, inclinaba la cabeza hacia la Meca, recitaba en su interior: «En el nombre de Jesús, te quiero Señor Jesús». Incluso los terroristas la forzaban a rezar el rosario musulmán y, en cada cuenta, ella rezaba un avemaría a la Virgen. Finalmente, Rebeca fue violada y se quedó embarazada de un terrorista.

Tras dos años en este infierno, la mujer pudo escapar. Salió corriendo del campo de entrenamiento con su hijo Jonathan y el hijo del miliciano. Pasó semanas perdida en el norte de Nigeria hasta que pudo llegar a su pueblo, donde se reencontró con su marido. Vitrus, pensando que su mujer había fallecido, estaba apunto de casarse con otra mujer.

En la presentación también estará presente el padre Innocent Zambua, sacerdote de la diócesis de Maiduguri, en el noreste de Nigeria, cuna de Boko Haram y una de las zonas que más ha sufrido los ataques del grupo terrorista.

Ayuda a la Iglesia Necesitada quiere con esta campaña recaudar fondos para sostener a las viudas y huérfanos víctimas de Boko Haram en la diócesis de Maiduguri, para su escolarización y formación. También quiere reconstruir las casas de aldeas cristianas quemadas por el grupo Fulani en el sur de Kaduna, entre otros proyectos relacionados con la formación de seminaristas, catequistas, y acciones a favor del diálogo interreligioso.

 

El aborto le costó el oro

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En su nuevo libro ‘Chasing Grace’, la atleta estadounidense revela que abortó una semana antes de las Olimpiadas de 2008.

En 2008, la medallista olímpica jamaicano-estadounidense Sanya Richards-Ross representó al equipo de EE.UU. y ganó el oro en los 4 x 400 metros relevo y el bronce en los 400. Aquel año, también fue nombrada atleta del año por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo.

Sin embargo, en su nuevo libro, Sanya revela que tuvo un aborto la semana antes de las Olimpiadas. Ahora afirma que esa decisión no solo le costó el oro, sino que la sumergió en la desesperación.

Así lo explica la cinco veces medallista olímpica en su nuevo libro, Chasing Grace: What the Quarter Mile Has Taught Me About God and Life[Persiguiendo la gracia: lo que los 400 metros me ha enseñado sobre Dios y la vida]. “He estado persiguiendo cosas toda mi vida”, dijo Sanya a la revista People. “Persigo medallas de oro, persigo récords y persigo la mejor versión de mí misma. Así que, para mí, si no compartía el momento más duro de mi vida en el que más sentí la gracia de Dios, sería insincera con este trayecto”.

Sanya estaba prometida con Aaron Ross, jugador de fútbol americano en los New York Giants. Las carreras tanto de Sanya como de Aaron estaban empezando a despegar y se preparaban ya para la boda. El embarazo llegó de improviso y Sanya tenía la mirada fija en el oro.

“Todo lo que siempre quise parecía estar al alcance de mi mano”, escribe Sanya en su libro. “La culminación de toda una vida de trabajo estaba delante de mis narices. En aquel momento, me pareció que no cabía otra elección. El debate sobre cuándo comienza una vida se arremolinaba en mi cabeza y ocultar un hijo fuera del matrimonio en lo más alto de mi carrera parecía intolerable. ¿Qué pensarían de mí mis patrocinadores, mi familia, mi iglesia y mis fans?”.

En una llamada telefónica con Aaron ambos decidieron que el aborto era la mejor opción para ellos. Sanya tuvo un aborto un día antes de volar a Pekín. Aunque los médicos le dijeron que evitara cualquier tipo de ejercicio durante dos semanas, ella continuó entrenando. En su libro, Sanya escribe que la decisión de terminar el embarazo a través del aborto la destrozó.

“El aborto será siempre una parte de mi vida… Yo era una campeona, y no una cualquiera, sino una campeona de ámbito mundial y de récord”, escribe Sanya. “Desde la altura de esa realidad caí en la profundidad de la desesperación”.

La honestidad y la vulnerabilidad de Sanya podrían iniciar la discusión sobre cómo ayudar a las mujeres a sanar del dolor y la desesperación que causan el aborto. Después de todo, Sanya no es la única atleta que experimenta la presión para abortar.

En 2007, el canal de televisión ESPN llevó a cabo una investigación exhaustiva con universidades para preguntar cómo gestionan el embarazo las mujeres atletas en la universidad. La conclusión fue que, aunque el tema se trata rara vez en público, los embarazos en atletas ocurren con más frecuencia de la esperada y, a menudo, las atletas son obligadas a tomar decisiones desgarradoras.

“Ser atleta en muchas ocasiones significa ser egoísta”, declaró Sanya a TeamUSA.org a principios de este año. “Por supuesto, creo que ser madre es el trabajo más desinteresado que se puede tener. Estoy emocionada con la perspectiva de iniciar una familia cuando me retire, porque creo que puedo dar el 100 por cien a esa parte de mi vida, que será también muy importante para mí”.

Sanya y Aaron anunciaron en febrero que esperaban un hijo, al que calificaron de “la mayor bendición de todas”.

Mientras tanto, el libro de Sanya discurre sobre las alegrías y las penas de la vida, además de las perennes consecuencias de las decisiones.

“Este libro es mi himno personal y espero que los lectores se den cuenta de que tienen suficiente grandeza en su interior para sobrevivir a los apuros de cualquier viaje”, declaró para People. “Espero poder animar a las personas a no salirse del camino y conseguir su mayor potencial”.

 

7 citas de Edith Stein que toda mujer debería leer

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Con su estilo particular de feminismo, Stein es una voz de los tiempos modernos

Edith Stein siempre fue una joven sobresaliente. Nació en Alemania en 1891 y con el tiempo se la conoció por su nombre religioso, santa Teresa Benedicta de la Cruz. Stein podría haber llevado una vida tranquila al margen de la mirada pública, ya que las mujeres de su época a menudo recibían funciones significativamente menores en la sociedad en comparación a los hombres. En vez de eso, decidió marcar su propio camino y seguir su auténtica vocación, que la llevó primero a un programa de filosofía de gran prestigio en la Universidad de Gotinga, luego a la enseñanza y a la conversión a la fe católica y, finalmente, a su entrada en un monasterio carmelita.

La fascinante vida de Stein fue interrumpida prematuramente con su martirio en un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero debido a su variada experiencia y a su profundo intelecto, fue capaz de escribir y publicar con perspicacia sobre las mujeres y la vocación en las mujeres durante los años de que dispuso.

Sus ideas fueron especialmente influyentes para el papa san Juan Pablo II, quien la canonizó en 1998 diciendo: “La experiencia de esta mujer, que afrontó los desafíos de un siglo atormentado como el nuestro, es un ejemplo para nosotros”.

Stein es una santa para los tiempos modernos y resulta especialmente perspicaz en lo referente a lo que significa ser mujer en el mundo moderno. Su estilo particular de feminismo es original, refrescante y contiene una sabiduría que pueden aprovechar las mujeres de hoy día.

No es una persona fácil de clasificar y no espera tampoco que las otras mujeres se afanen en ajustarse a ninguna etiqueta. En vez de eso, explica el don único e irreemplazable que son las mujeres para el mundo. Así que, a fin de cuentas quizás no tratara de ser una mujer sobresaliente, quizás sencillamente estaba siendo ella misma.

Aquí hay una pequeña muestra de lo que puede decir al mundo de hoy:

“Ser una madre significa nutrir y proteger la verdadera humanidad y llevarla a su pleno desarrollo” (El significado del valor intrínseco de la mujer en la vida nacional)

Edith nunca dudó que ser madre es una vocación irreemplazable a la que muchas mujeres están llamadas. No todas las mujeres necesitan ser madres (ella misma no lo era) para llevar vidas felices y plenas, pero solo una mujer puede ser llamada a esta hermosa vocación que a menudo es infravalorada. Edith, por el contrario, insistía en que es una de las vocaciones más nobles. Si eres madre, recuerda la dignidad y la importancia de tu vocación.

“Toda profesión en la que el alma de una mujer es dueña de sí misma y que pueda ser realizada por el alma de una mujer es una auténtica profesión femenina”. (El ‘ethos’ de las profesiones femeninas)

De modo que, si las mujeres no están limitadas únicamente por la maternidad, ¿qué opciones existen y dónde está el límite de lo que una mujer puede hacer? Edith insiste en que la lista es interminable y que las posibles vocaciones disponibles para las mujeres son todas y cada una de las profesiones o vocaciones en las que sus almas encuentren su auténtica dignidad.

“El alma de la mujer está moldeada como un refugio donde otras almas puedan desarrollarse”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer)

Edith Stein es mucho más inteligente que yo, así que esta frase es difícil de desengranar, pero merece la pena intentarlo, porque su significado es muy profundo. Una de las preguntas que se plantea constantemente es “¿podemos conocer de verdad a otras personas, en particular, el modo en que sienten?”. Su respuesta es “sí”, porque la naturaleza misma del alma humana, la razón de su existencia, se encuentra en la relación con otras almas. Es una forma complicada de decir que lo que de verdad da sentido a la vida son nuestras relaciones. Para ella, las mujeres están dotadas específicamente con la capacidad de abrir sus almas, lo cual imparte propósito y significado a las vidas de los demás. En el mundo moderno, práctico, la empatía no se entiende de verdad ni se practica, porque no la creemos posible o simplemente no la valoramos, pero Edith insiste en que es una vocación valiosa.

“El alma de la mujer debe ser amplia y abierta a todo lo humano; debe ser sosegada, de modo que ninguna débil llama pueda ser apagada por la tempestad; debe ser cálida, a fin de que la tiernas semillas no se congelen; (…) vacía de sí misma, para que la vida ajena tenga en ella espacio; finalmente, señora de sí misma y de su propio cuerpo, a fin de que toda su personalidad se encuentre en actitud de servicio a toda llamada”. (Los principios fundamentales de la educación de la mujer)

Según Edith, una mujer que está en total control de sí misma es libre de vivir para los demás. La verdadera fuerza yace en al amor sacrificial que es apoyo allí donde los demás son débiles. En un mundo donde el poder, la riqueza y la atención parecen llevarse todo el aplauso, Edith nos recuerda que una mujer verdaderamente encuentra alegría y satisfacción en hacer primero de su alma algo hermoso.

“Toda mujer que vive a la luz de la eternidad puede cumplir su vocación, independientemente de que sea en el matrimonio, en una orden religiosa o en una profesión mundana”. (La espiritualidad de la mujer cristiana)

Todos tenemos diferentes vocaciones en la vida. No todas las mujeres necesitan ser madre o monja o presidenta de una empresa digna de la lista Fortune 500, pero sea cual sea la vocación de una mujer, ella la cumplirá de mejor manera si entiende para qué está en el mundo y cómo puede contribuir al progreso de su felicidad. Edith cree que sea cual sea tu vocación, deberías permitir que Dios fuera parte de ella.

“La mujer busca de forma natural abrazar lo que es vivo, personal e íntegro. Cuidar, guardar, proteger, nutrir y promover el crecimiento es su anhelo natural y maternal”. (El ‘ethos’ de las profesiones femeninas)

Todos tenemos defectos, cierto, y probablemente todos nos avergonzamos de los errores que hemos cometido en el pasado. Edith incide en que las mujeres pueden abordar estos sentimientos casi como lo haría una madre, viendo los defectos no como un rasgo aislado que criticar implacablemente ni como una forma de definir toda una vida, sino que pueden seguir un mejor camino. Ellas ven a las personas como un todo, como un trabajo en proceso y capaces de ser educadas en la grandeza.

“[Las mujeres] comprenden no solo con el intelecto, sino también con el corazón”. (Problemas de la educación de la mujer)

El intelecto es valioso para el entendimiento de verdades y habilidades básicas, pero cuando de verdad conocemos a alguien o algo, nuestro conocimiento nos ayuda también a amarlo. El objetivo del conocimiento es amar esas verdades hermosas y maravillosas que desvelamos. Esto significa que el corazón, en combinación con la mente, es necesario para conocer el mundo que nos rodea. La mirada del amante ve con más claridad, lo cual supone que lo que quiera que amemos mejor, también lo conocemos mejor. En un mundo donde dominan la ciencia y la tecnología, no olvidemos el valioso conocimiento que surge del corazón.

¿Quién fue la mujer que donó 400 millones de dólares para luchar contra el racismo en los EE.UU.?

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El racismo no ha desaparecido todavía, pero su obra continúa dando frutos

Luego de recibir una herencia millonaria, lo dio absolutamente todo con el fin de ayudar a los más necesitados y excluidos en ese momento: los indios y las personas de color.

Francis Drexel era uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos cuando tuvo a su segunda hija Catalina en el año 1858. La joven había recibido la mejor educación aunque el hecho que marcaría su corazón sería el ejemplo generoso de su padre que abría las puertas de su casa tres veces por semana para recibir a los pobres y a aquellos que lo necesitaban.

Sabiendo que muchos afroamericanos estaban lejos de ser libres y que todavía vivían en condiciones de calidad inferior y opresión sin educación ni derechos constitucionales, Catalina sentía una urgencia compasiva para ayudar a cambiar las actitudes raciales en su país.

Cuando sus padres murieron heredó una gran fortuna, algo cercano a lo que hoy serían unos 400 millones de dólares. En ese momento, inspirada por el trabajo del obispo Martin Marty y el padre Joseph Stephan, Catalina decidió dar toda su fortuna en favor de las misiones para combatir los efectos del racismo aunque este, ¡sería sólo el comienzo de una gran obra!

Más tarde, un viaje a Europa sería decisivo para ella. Se encontró en Roma con el papa León XIII y al contarle su pasión por esta causa y la necesidad de que enviaran personas a su país para que ayudaran con dicha situación, el pontífice le dijo que ella debía ser esa misionera.

Así comenzó a preguntarse por la vida religiosa y la posibilidad de fundar una orden, pero al principio fue rechazada ya que era una mujer educada, aristócrata y nadie creía que Catalina sería capaz de abrazar la disciplina de la vida religiosa y la pobreza.

Finalmente, ingresó como novicia con las Hermanas de la Misericordia (The sisters of Mercy) en Pittsburg en 1889 y dos años después hizo su profesión perpetua como la primera integrante de las hermanas de la congregación que ella misma fundó: las Hermanas del Santísimo Sacramento (Sisters of the Blessed Sacrament) para los indios y personas de color.

Ella veía la necesidad de una educación de calidad y discutió esta necesidad con algunos que compartían su preocupación por la desigualdad existente con los afroamericanos en las ciudades. Las restricciones de la ley también les impedía en el Sur rural obtener una educación básica. Por eso, las escuelas en todo el país se convirtieron en una prioridad para Catalina y su congregación.

Catalina vivió 97 años, se dedicó a la misiones y fundó 60 escuelas especialmente en el oeste y el suroeste de los Estados Unidos, comenzando por la escuela para niños afroamericanos cerca del James River en Virginia y estableciendo en 1925 la Universidad Xavier de Louisiana, única institución católica predominantemente afroamericana de enseñanza superior en todo el país con una propuesta novedosa para ese tiempo.

El racismo no ha desaparecido todavía. Vemos hoy en día resurgimientos que se presentan bajo formas diferentes, espontáneas, oficialmente toleradas o institucionalizadas. Catalina fue una mujer que lo dio todo por esta causa, materialmente y en espíritu. Y su obra, que aún continúa dando frutos, fue reconocida por el papa Juan Pablo II en el año 2000 cuando proclamándola santa destacó su ejemplo y trabajo que se extendieron en el mundo entero.

Madre de 12 hijos y miembro de la Academia de las Ciencias

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Laura Bassi, filósofa, profesora y científica italiana, nos da un gran ejemplo de buena actitud

Cuando nos despertamos, tenemos un gran plan. Nada como empezar con un buen desayuno. Organizamos nuestras cosas para salir y cumplir nuestros propósitos.

Sin embargo, no pocas veces se presentan situaciones con las que no contábamos.

Tenemos dos opciones: nos amargamos, renegamos y renunciamos a lo que queríamos o buscamos soluciones nuevas alternativas para llegar a nuestro objetivo

Laura Bassi, filósofa, profesora y científica italiana, nos da un gran ejemplo de buena actitud. Laura estuvo casada con el médico Giuseppe Veratti, con quien formó una hermosa y numerosa familia. Nada más que doce hijos para cuidar y atender.

Las labores como madre y esposa no fueron obstáculos para su desempeño profesional. Pero esta no es la historia que te quiero contar.

Laura Bassi llegó a ser miembro de la Academia de Ciencias de Bolonia. Estamos hablando de 1732, cuando pocas mujeres lograban ser reconocidas en el mundo científico.

Laura solo podía dar conferencias cuando el Senado de Bolonia la autorizaba. Entonces ella tuvo una grandiosa idea: crear su propio laboratorio en el que acogió a los más renombrados científicos de la época.

Años después, el Senado de Bolonia le concedió la Cátedra de Física experimental.

Tú, ¿creces con los retos que te presenta la vida?

Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos

Lecciones de vida de una mujer de 100 años

Perlas de sabiduría para el día a día

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Annabelle Black, centenaria, vivió la gripe española, la Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial y los grandes cambios desencadenados durante los años 1960 y 1970. Su familia fue la primera en el barrio en tener un coche y ella vio la evolución de la tecnología de la radio hasta el smartphone.

Annabelle formaba parte de una familia de diez hijos y crió a seis niños. A ella le encantan sus doce nietos y cuatro bisnietos. Conjuntamente con la creación de una familia llena de fe y feliz, ella tuvo una carrera próspera. Fue una innovadora de la fuerza del trabajo en la década de 1960 cuando se volvió la primera asistente del Huntington, NY Town Attorney, cargo creado para ella, debido a su brillo y tenacidad.

Ella es parroquiana activa en su iglesia, donde desempeña el cargo de presidenta de la Sociedad del Rosario y Ministerio Eucarístico. Ella sigue sirviendo como lectora y es conocida y amada por su mezcla singular de gracia y sentido común y su espíritu inquebrantable de esperanza y buen humor. También es un modelo de clase y bondad. Su estilo es osado e implacable.

Annabelle Black es mi abuela. Yo llevo su nombre y estoy orgullosa de decir que ella (junto con mi madre que también tiene el mismo nombre) es mi modelo de feminidad.

Pienso en ella todos los días. Su ejemplo me inspira cuando estoy comprando ropa, luchando con los dolores de embarazo, decorando mi casa, dando clases, cocinando, o decidiendo cómo quiero criar a mis hijos. Yo siempre he acudido a ella en los duros momentos de mi vida y ella siempre ha sido un paraguas de fuerza y sabiduría.

Ya que vamos a celebrar su 100º cumpleaños, con la mente y los ojos brillantes como siempre, sentí que era un buen momento para entrevistarla, y compartir la sabiduría increíble que tuve el privilegio de aprender con ella a lo largo de mi vida con el resto del mundo.

Como consecuencia de la reciente conversación y las muchas conversaciones que hemos tenido a lo largo de los años (he admirado su filosofía y abordaje de vida desde que era los suficientemente mayor para conversar) aquí está la manera de vivir plenamente con 100:

  • Redescubre tu niño interior.

Tómate un sorbete o cómete un hot dog en la calle.

  • También tu propia empresa:

“Tienes que ser capaz de resistirte a ti mismo”, dice Annabelle. Existen muchas conversaciones sobre aprender a “amarte a ti mismo”, pero no sobre disfrutar estar solo y no dejar que los sentimientos de culpa, inseguridad, tedio o duda destruyan tu alegría.

  • Ten sentido del humor.
  • Entiende que el humor puede desarrollarse y construirse a lo largo del tiempo, como un músculo.

Puedes mantenerlo humilde, también.

  • Desarrolla un talento especial para crear tu propia diversión.

Un poco de travesura siempre es bueno.

  • Cultiva tus propios intereses.

Ten pasatiempos más allá de la maternidad y carrera… o, en sus palabras, “enloquecerás”

  • Conoce tus cosas favoritas:

Dulces, música, color, asignatura, comida, etc. Eso ayuda a explicar quién eres: para ti mismo y para los demás.

  • Ten tu propia palabra favorita:

“Esperanza” es una buena palabra… o cualquier otra palabra que tu alma diga.

  • Localiza lo que te hace sentir bonita y vuélvelo parte de tus rituales diarios:

Pueden ser aretes, un estilo de cabello, un poco de colorete. Viste lo que te hace sentir mejor.

  • Interésate más en el amor que en ser amado.

Junto con eso, piensa en otras personas más que en ti mismo.

  • Establece la hora del te como un ritual diario. La tetera es necesaria.

La familia real sabe eso… ¿por qué no tu familia? Incluso si bebes café diariamente (como lo hace Annabelle), hay algo inexplicablemente calmante sobre el acto de verter agua caliente sobre hojas de té en una olla brillante. Derramar y saborear, solo o con otros, un té de tarde cura el cuerpo y el alma.

  • La música debe ser parte activa de tu vida, aún más si lo haces solo.

Desenpolvar el instrumento que tocaste en la escuela o cantar en la ducha. Cuando Annabelle era joven, acostumbraba a volver a casa y ver a su papá tocando el piano y a su madre cantando junto a él. Ellos no eran músicos profesionales, pero animaban a la familia, compartiendo sus melodías.

  • Haz diariamente algo para mantener tu cerebro activo:

Annabelle lee mucho, hace crucigramas a diario y toca el piano.

  • Memoriza poesías.

Descubre los poemas que son más significativos para ti y cítalos cuando hubiera la necesidad de encontrar significado o compartir la sabiduría con alguien.

  • Camina para ejercitarte. Cuando sea posible, sube escaleras.

Camina y sube escaleras lo suficiente y no necesitarás más del gimnasio. Annabelle recomienda: si es posible, vete a pie hasta la panadería para comprar el pastel de chocolate y, enseguida, cuando llegues a casa, cómete un pedazo, sin culpa.

  • Busca la comedia y el drama como un equilibrio en el entretenimiento.

Busca dos programas de televisión favoritos: el drama para hacerte pensar y la comedia para hacerte reír.

  • Una extravagancia ocasional puede sustituir un año de terapia.
  • La moda no es frívola.

Es una forma de autoexpresión. Annabelle dice: “A veces es una razón para vivir”. Incluso a los 100 años, ella se expresa a través de lo que usa.

  • No tengas miedo a seguir tu propio estilo.
  • Brillo y brillo

Ponte lindos collares y aretes, especialmente “una joya más antigua”.

  • No tengas miedo de usar colores.

Huye de los habituales cafés, beiges y negros.

  • No te vanaglories.
  • Ten cuidado con los elogios:

Haz siempre elogios, pero no los tomes muy en serio cuando se refieran a ti. Todo el mundo tiene inseguridades.

  • Ve a las tiendas de antigüedades.

Es divertido y puedes encontrar una rareza para tu casa.

  • Manda tarjetas de cumpleaños por correo.

En esta época de e-mails, todavía hay algo atemporal y especial sobre el acto de escribir una carta a mano. A Annabelle le gusta incluir santitos o inserciones de inspiración dentro de las tarjetas. Ella las manda a todos sus amigos y familiares, jóvenes y ancianos… y a todos les encanta recibirlas.

  • Aprecia cada edad:

Todos tienen algo que celebrar y algo que enseñar.

  • Sé agradecido.

Annabelle cree en el poder de dar gracias antes de las comidas, y ella siempre reza así: “Pedimos por aquellos que no son tan afortunados como nosotros. Y que podamos tener siempre el máximo”.

  • Sé caritativo.

Ayuda a los necesitados. Enseña a los jóvenes. Protege a los inocentes.

  • Moderación en todas las cosas es un elixir de la juventud.

No bebas mucho alcohol ni abuses de nada.

  • Busca las alegrías simples.

Un buen libro, un paseo en bicicleta, un baño de espuma.

  • Aprende a hablar de ti mismo.

Como Annabelle diría: “Dios te dio una boca, úsala”.

  • Las mujeres deben ejercitar más su poder.

No permitas que tus hijos tengan la última palabra. No cedas cuando ellos tengan una rabieta. Habla cuando tu marido esté equivocado. Habla cuando el jefe no entienda el buen trabajo que haces. Deja que se oiga tu voz.

  • Ten el valor de ser anticultural.

Es importante ir “a la moda”, pero deja las tendencias cuando violen tus valores.

  • No pongas el dinero en primer lugar en tu vida, o perderás tu alma.
  • Pero ten un guardadito:

Un poco de dinero guardado para una emergencia o diversión, o para ayudar a alguien.

  • Estate preparado.
  • Piensa más allá del profesionalismo.
  • Si eres jefe, sé el tipo de jefe que te gustaría tener.
  • Una mujer tiene derecho a mantener una aura saludable; un hombre debe ser un libro abierto.

Busca el tipo de hombre que es honesto y franco.

  • “Una mujer que dice su edad dirá cualquier cosa”.

Especialmente si eres lo suficientemente afortunada como para parecer más joven de lo que eres, no lo digas. Hasta que tengas más de ochenta…

  • Sal a bailar con tu marido, incluso aunque él no baile.

Es romántico. Y siempre que vayas a una boda, no olviden bailar juntos. Eso renueva sus promesas matrimoniales.

  • Ten valor.
  • Ríe todos los días:

A propósito, no hay problema en reír sobre algo tonto, incluso en los tiempos más sombríos. La risa nos mantiene joven.

  • Ama tu país:

Recuerda que eres parte de algo mayor.

  • Encuentra una manera de añadir un capricho a tu vida en la decoración de tu casa.

Annabelle cuelga cascabeles en la puerta para recibir a los invitados con un sonido brillante y alegre.

  • Las casas deben tener rincones…

Son pocos los lugares donde disfrutamos de la serenidad.

  • Cada cuarto debe tener una colcha.
  • Cada casa debe tener una decoración especial.
  • Tu casa debe indicar tu fe.

Las personas que entran deben saber a quién o qué amas. Annabelle siempre tuvo el arte religioso en la pared como un recordatorio de que su fe es una parte importante de su vida.

  • Arreglar la casa puede ser una oportunidad.

Es un ejercicio físico y emocional, y una oportunidad de ser orgulloso y humilde al mismo tiempo: orgulloso de lo que creaste y humilde para cuidar de ti mismo.

  • Tu casa es tu lugar.

Es una manera de expresarse. Es también un refugio, un lugar donde la familia y los amigos deben querer ir. Debe reflejar alegría.

  • Pon una buena mesa: aunque estés solo.

No tengas miedo de usar tus mejores manteles de mesa, cubiertos, copas y platos en el día a día. Nosotros, muchas veces, guardamos las cosas para los días “especiales”, que son raros, en lugar de volver cada día especial. Annabelle practica esa sabiduría incluso después de quedar viuda. Era una manera de recordar su propia dignidad, mantener una rutina y ritual de autocuidado.

  • Vuelve agradables las tareas no tan agradables.

Cuando salgas a tirar la basura o al hacer alguna tarea doméstica, mira alrededor, las flores o las estrellas.

  • Dedica un área entera de tu casa para que estropeen tus nietos o niños.

Annabelle tenía un armario de esquina con vidrio lleno de dulces y chocolates. Sus nietos tienen buenos recuerdos de ese rincón.

  • Tener una familia es un acto bonito y heroico.

Annabelle dice: “no tengas miedo de tener hijos. Yo tuve seis. A veces fue difícil, yo a veces estaba sobrecargada, pero nunca me arrepentí. Cada uno de ellos mejoró mi vida”. Annabelle dice que ella entiende que puede intimidar imaginar cuidar de un ser completamente dependiente o tener una boca más que alimentar. Pero ella dice que cuidar de sus hijos fue el mejor momento de su vida y ha conocido las alegrías de cada etapa. Lo volvería a hacer, en un abrir y cerrar de ojos.

  • Estás más cerca de Dios cuando estás en un trabajo de parto.

El hermano mayor de Annabelle, un sacerdote jesuita, siempre le recordaba antes de que ella entrara en el trabajo de parto: “Recuerda: tú eres el vínculo para tu hijo entre el cielo y la tierra, y estás ayudando en el acto de la creación”. Annabelle cree que, aunque estés en trabajo de parto, es una oportunidad especial para orar por las personas que más necesitan de tus oraciones.

  • Las mujeres deben tener siempre la palabra final en la elección del primer nombre de su bebé.

Finalmente, ellas hacen todo el trabajo al traer al bebé al mundo. Los maridos pueden dar ideas, pero deben apoyar la elección de la mujer para el nombre del bebé.

  • Cuando vuelvas a casa con un nuevo bebé, más mayor, debes recibir mucha atención.
  • Tus hijos pueden ser tus profesores.

La mamá de Annabelle le enseñó a su abuela a leer y a escribir.

  • A veces necesitas dar más atención a un niño de la familia.

Mientras que ningún padre debería tener un hijo favorito, puede haber momentos en que ellos se preocupen más con uno que con otro, y no deben tener miedo a dar más atención durante el tiempo que el niño lo necesite.

  • Las familias deben tener humor, oración y música todos los días.

Puedes cantar o silbar mientras lavas o limpias la casa y los niños se admirarán con tu alegría y aprenderán que el trabajo no es algo malo.

  • Desanima la competencia entre hermanos.

Ellos necesitan ser solidarios entre sí y apoyarse unos a otros. A fin de cuentas, hay un mundo cruel allá fuera.

  • Viste muy bien a tus hijos.
  • Enseña a los niños a mantener el orden en tu casa.

De esta forma, ellos pueden compartir el orgullo de un trabajo bien hecho.

  • Todos en la familia deben ayudar.
  • No esperes la felicidad para tus hijos…

La felicidad es una consecuencia de una buena vida, no una meta. Críalos para que sean personas de buen carácter e integridad y fe, y el resto vendrá con el tiempo.

  • Enseña a tus hijos.

Enséñales a decir “por favor” y “gracias”, incluso aunque a ellos no les guste el regalo o la comida. Además de eso, los niños no deben saber todas las conversaciones de los adultos. La infancia debe ser un momento inocente y relativamente despreocupado de la vida.

  • No seas individualista.

Cada miembro de la familia es responsable de la buena reputación del otro.

  • No tengas miedo de decirles a tus hijos ya mayores lo que deben hacer.

A la larga, ellos apreciarán tu preocupación y orientación.

  • Aprovecha el tiempo para hablar con tus hijos.

Habla de sus alegrías y preocupaciones, y comparte tus historias.

  • No valores excesivamente a tus hijos.

Es desagradable, desconcertante y, peor aún, puede volverte contra ellos. También puedes poner demasiada presión sobre los niños.

  • Discute las cosas en la mesa.

Intenta mantener la costumbre de tener una cena especial juntos, como una familia.

  • Implícate en la difusión o los trabajos de beneficencia.

Existen muchos ministerios que necesitan ayuda, y te sorprendería la satisfacción que se obtiene participando, además de hacer nuevos amigos y ayudar a los demás.

  • Ten tu propia oración favorita.
  • Intenta ir a la iglesia al menos todos los domingos.

Es muy gratificante cuando tus amigos parroquiales conocen a tu familia y ven a tus hijos crecer.

  • El mejor regalo que puedes hacerle a tus hijos es garantizar que conozcan a Dios.
  • Los maridos/papás deben ir a la iglesia junto a su familia.
  • Ten un legado relacionado con eventos significativos en la vida de la familia.

Annabelle comenzó una tradición familiar de bordar el nombre de cada nuevo bebé en una pieza que el niño usaría en su bautizo. Esa tradición fue creada en los años cuarenta y permanece hasta hoy.

  • Todos los buenos padres deben hacer sacrificios cuando es para el mejor interés de sus hijos.

Esto es especialmente verdadero cuando se trata de educación y moralidad. Annabelle está orgullosa de ella y del sacrificio de su marido para dar a todos sus seis hijos una educación católica.

  • Ten tradiciones familiares.
  • Todos los días, quédate un rato sin tecnología.
  • Las visitas son bienvenidas.

Familia y amigos deben sentir el calor y la hospitalidad cuando entran en tu casa.

  • Siempre ten comida extra: nunca sabes cuándo alguien tendrá hambre.

Annabelle recuerda vívidamente la Gran Depresión. Cuando un hombre vino a su casa en busca de trabajo y, en lugar de mandarlo con las manos vacías, su madre le dio un plato de comida.

  • Aprende una receta nativa de tu nacionalidad.

Esto aumenta la sensación de identidad de tu familia.

  • La comida realmente puede consolar.
  • Sigue haciendo amigos.
  • No sufras solo.

Invita a tus familiares y amigos, y reza cuando las cosas están difíciles.

  • No tengas envidia.

Destruye el interior. De la misma forma, no guardes rencor o cualquier cosa que corroa tu alma. No vale la pena.

  • Shakespeare tenía razón.

Especialmente cuando se trata de dormir: “el sueño que desata la enmarañada tela de la atención”.

  • Viajar es muy bueno.
  • Examina tu conciencia.

Cada noche, cuando te vayas a acostar, pregúntate: “¿En qué me equivoqué hoy?” E inténtalo hacer mejor mañana.

  • Levántate y brilla.

Intenta encontrar maneras de ser feliz y agradecido por un nuevo día… todos los días.

  • Ten opiniones y creencias.

Manténte vibrantemente interesado en eventos mundiales, política y religión (es algo para leer, pensar y hablar), pero cuidado: no odies a una persona con una creencia diferente de la tuya.

  • Admite el paso de la edad.

No tengas miedo de incorporar las mejores cualidades de una matriarca o patriarca, siendo un ejemplo fuerte, sabio y amoroso para toda la familia.

  • Cultiva la curiosidad y la admiración.

Sé ansioso por conocer las historias de la vida de todos aquellos que amas.

  • Donde quiera que vayas en la vida: florece donde fueras plantado.

Cuando estés viejo y tu vida cambie, recuerda buscar nuevos amigos (nunca es demasiado tarde) y encuentra una manera de ser útil a las personas.

  • Recuerda siempre que somos parte de una “comunión de santos”.

Hay un puente que conecta seres queridos en la tierra con los seres queridos en el cielo.

  • Sé auténtico.

Cuando todo el resto desaparece –juventud, belleza, dinero, poder, carrera– lo que queda es la auténtica vida que has construido y promovido: ese es tu verdadero legado.

  • Recuerda seguir amándote a ti mismo, con todas tus imperfecciones.
  • Nunca olvides que Dios te ama.

Ve a Dios en todas la cosas.

El Ángel de la cárcel

La inspiradora historia de una gran mujer que fue monja y se divorció dos veces

Antonia Brenner

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¿Puede una mujer católica casarse y divorciarse dos veces, tener ocho hijos de dos hombres diferentes, hacerse monja y llegar a fundar una nueva orden religiosa? La respuesta es ¡sí! De hecho, esta misma mujer se acercó en persona al papa Juan Pablo II el día de la madre de 1990 para presentarle unos regalos en ocasión de la misa que el papa ofrecía durante su visita a México, y así recibir a cambio su bendición. Después de todo, todo es posible con Dios a nuestro lado.

La mujer a la que nos referimos es la Madre Antonia Brenner, conocida como “el ángel de la cárcel” en la penitenciaría de La Mesa, en Tijuana.

La Madre Antonia murió hace tres años, el 17 de octubre de 2013. En mi opinión, la historia demostrará que esta mujer fue un peso pesado entre las mujeres católicas de finales del siglo XX y principios del XXI.

Mary Clarke nació en Beverly Hills, Estados Unidos, un 1 de diciembre de 1926. Su padre, Joe Clarke, era un empresario de éxito y Mary y sus dos hermanos se criaron rodeados de la opulencia y la ostentación del mundo del cine.

Entre sus vecinos había grandes celebridades de Hollywood como William Powell, Hedy Lamarr y John Barrymore.

Joe Clarke era un hombre de carácter afectuoso hacia todas las personas. Sin importar lo bien que tratara la vida a su familia, se aseguró de educar a sus hijos en la importancia de ayudar a los menos afortunados.

Este deseo de ayudar a los demás arraigó en Mary y estaba destinado a florecer. Sin embargo, antes de su “florescencia”, Mary se embarcó en una enrevesada travesía vital.

Mary se casó a los 18 años y tuvo tres hijos, aunque el primero falleció poco después del parto. Este matrimonio terminó en divorcio.

Como divorciada, Mary se sentía entonces distanciada de su educación católica. Se casó de nuevo, pero esta vez por lo civil en Las Vegas, con un hombre llamado Carl Brenner.

Ella y Carl tuvieron cinco hijos juntos, pero su matrimonio también estaba abocado al divorcio. Pero “Dios escribe recto con renglones torcidos”, y según parece el Espíritu Santo tuvo echado el ojo a Mary Clarke Brenner toda su vida. Estaba a punto de bañarla por completo en su gracia.

Mary cada vez se involucró más en obras de caridad. En 1965 conoció al sacerdote Henry Vetter. Él se la llevó consigo a un reparto de comida, medicinas y ropa a prisioneros de la Penitenciaría La Mesa, en Tijuana.

La mala situación de los reos en La Mesa (considerada como una de las peores prisiones de México) causó un gran impacto en ella y, con el tiempo, su creciente compasión y amor por el prójimo se centrarían en estas personas. Se convirtieron en su especialidad, su ministerio, su propósito en la vida.

Mary Brenner se pasó los siguientes 10 años yendo y viniendo de la penitenciaría La Mesa, llevándoles los suministros necesarios, pero sobre todo su amor y su misericordia.

Su presencia se hizo muy popular entre los prisioneros, tanto hombres como mujeres, que ya esperaban con entusiasmo las visitas de Mary, a quien empezaban a llamar “La Mamá”. El alcaide incluso le ofrecía alojamiento para que pudiera quedarse a dormir.

Mary escogió el nombre de Antonia (en honor a su mentor, Anthony Bowers) y pasó a ser Madre Antonia Brenner. Se cosió un hábito de monja, se lo puso y fue a ver al obispo Leo Maher, de San Diego. Se arrodilló ante él y le contó su historia.

Él ya lo sabía todo sobre ella, así que le dio su bendición y validó su ministerio. Y hasta fundó una nueva orden, las Siervas Eudistas de la Undécima Hora, para mujeres de 45 años y mayores que desearan servir a los menos afortunados.

Además de la bendición del obispo Maher, también recibió la bendición del obispo Juan Jesús Posadas, de Tijuana. Se le concedió la autorización de la Iglesia para su ministerio por parte de obispos de dos países separados.

Una vez sus hijos se emanciparon, Mary regaló todas sus propiedades, dejó su hogar en Ventura y se dirigió a la prisión de La Mesa. Le habían dado permiso para vivir allí.

Su nuevo hogar era una celda de 3 metros cuadrados en la sección femenina de la penitenciaría. Viviría como cualquier otro recluso, dormiría en su celda de cemento y se alimentaría de agua fría y comida de la prisión.

Entre las comodidades de su habitación se incluían un crucifijo en la pared, una Biblia, un diccionario de español y una rígida cama de prisión.

Por la mañana, formaba en línea junto al resto de los prisioneros para pasar lista. Ese sería su hogar durante los próximos 32 años.

“La Mamá” también recibió el apodo de “Ángel de la cárcel”. Convivía libremente con traficantes de droga, ladrones, asesinos, violadores y demás, a quienes daba pellizcos en las mejillas y ofrecía sus oraciones.

Muchos de estos hombres y mujeres se contaban entre los más violentos y desesperados del género humano. Y aun así, ella caminaba feliz con ellos, les confortaba y les consolaba, secaba sus lágrimas y sostenía sus cabezas entre sus manos en su lecho de muerte.

Llegó incluso a detener motines internos con su mera intervención.

La Madre Antonia Brenner consiguió ver de verdad el rostro de Cristo en todos y cada uno de los prisioneros con los que estableció contacto y extendió su misericordia y su amor a todos ellos.

¿Por qué otra razón estos endurecidos criminales, algunos de los cuales nunca habían amado ni recibido amor, iban a llamar cariñosamente “Mamá” a una señora salida de Beverly Hills? Ellos le respondían con el mismo amor que recibían.

Creo que algún día la Madre Antonia Brenner será canonizada como santa. Fue un ejemplo para todos, nos enseña hasta dónde puede llegar la generosidad de “amar al prójimo”, quienquiera que sea.

Su vida también nos demuestra que no importa quién o qué seamos, ni de donde vengamos ni lo que hayamos hecho, Dios siempre nos está llamando.

Madre Antonia, por favor reza por nosotros, en especial durante este Año de Misericordia.