No te olvides de la hermana Gloria Cecilia

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Ya pasó un mes desde aquel día que se conociera la noticia del secuestro de la religiosa colombiana Gloria Cecilia Narváez Argoti, de la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada en el sur de Mali, en África.

De momento no han aparecido informaciones concretas de su paradero o estado de salud, algo que fue confirmado por Luz María Quicero, superiora provincial de Nuestra Señora de la Merced de las Hermanas Franciscanas en diálogo con Gaudium Press.

En esta oportunidad, la superiora volvió a pedir mucha oración y también “alguna señal de supervivencia a sus captores que de fe sobre las condiciones de la hermana Gloria”.

De todos modos, desde hace tiempo se han incrementado las gestiones para la liberación de esta religiosa colombiana tanto a nivel de Cancillería de Colombia como de la Policía de ese país, que ha enviado algunos de sus efectivos, así como representantes diplomáticos en África como, por ejemplo, la embajadora de Colombia en Ghana, Claudia Turbay Quintero.

El caso también ha llegado a los propios obispos colombianos, quienes en ocasión de la Asamblea Plenaria en el mes de febrero emitieron un comunicado.

“Con nuestra voz de aliento de fe y esperanza, acompañamos en estos momentos a la familia de la hermana Gloria Cecilia y a cada una de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada”, indican los obispos, quienes también invitaron a los colombianos a unirse en oración para que se respete la vida y se devuelva la libertad de la hermana Gloria, quien “como muchos discípulos del Señor, ha decidido entregar su vida al servicio de los más pobres y necesitados”, concluyen.

Por su parte, a través de una campaña iniciada por la Congregación de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada también se hace un pedido de oración que incluye el hastag #DiosTeQuiereLibreHnaGloria, pidiendo la liberación de la religiosa.

De EE.UU. a Guatemala en un viejo Chevrolet a “alimentar de Dios”… y al martirio

Casi todo el cuerpo del “Padre A’plas” está enterrado en su Oklahoma natal, conoce qué ocurrió con su corazón

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El pasado viernes 2 de diciembre fue una fecha importante para la Iglesia católica en Estados Unidos. En ese día, el Papa Francisco reconoció el martirio del Padre Stanley Rother de la Arquidiócesis de Oklahoma. Con ello, Estados Unidos tendrá a su primer mártir. Y se abre el camino hacia su beatificación.

El Padre Stanley Rother conocido como “el Padre A’plas”, nació en la granja de su familia, cerca del pueblo de Okarche (en el Estado de Oklahoma) el 27 de marzo de 1935. y fue asesinado en la casa parroquial de Santiago Atitla (Guatemala) el 28 de julio de 1981.

La historia cuenta que se fue de misiones a Guatemala en 1968, manejando un viejo coche Chevrolet desde Oklahoma (fue asignado para misiones por la arquidiócesis de Oklahoma City), pasando por todo el territorio mexicano.

En Guatemala fue recibido y se quedó a vivir en la zona de Solola, donde aprendió español y tzutuhil. Justamente fueron los nativos de esta etnia -los tzutuhiles— quienes lo bautizaron como “el Padre A’plas”. También le decían “Padre Francisco”.

Lo quisieron tanto que le hicieron el honor de invitarlo a formar parte de su consejo supremo y de la fraternidad de estos pueblos indígenas guatemaltecos, en su mayor parte descendientes de los mayas.

Como misionero en Santiago Atitlán durante 13 años, además de sus tareas pastorales, tradujo el Nuevo Testamento al tzutuhil e inició la celebración regular de la misa en esa misma lengua. Dejó el país debido al conflicto armado pero poco después regresó para apoyar a sus feligreses. Fue asesinado en la casa parroquial el 28 de julio de 1981.

Fue uno de los diez sacerdotes asesinados en Guatemala aquel año terrible de la guerra intestina. ¿El motivo de su asesinato? Muy parecido al del beato Romero y al de los jesuitas de la UCA en el vecino El Salvador: por su decidida opción a favor de los pobres y desheredados de Guatemala.

En su misión ayudó a la gente a construir un pequeño hospital, una escuela y a montar su primera estación de radio católica. Un año antes de su asesinato, cuando había tenido que salir de Guatemala, las fuerzas militares y paramilitares de la zona habían destruido la estación de radio y asesinado a su director.

Sabiendo esto, y conociendo la tortura y el asesinato de varios de sus catequistas, así como el hecho de que su nombre estuviera en la “lista de muerte” de los asesinos, el Padre Stanley decidió volver con los suyos. Era abril de 1981.

Tres meses más tarde, la mañana del 28 de julio de ese mismo año, un pistolero penetró en la rectoría del templo y le disparó dos veces. Su cuerpo fue llevado de regreso a Oklahoma y sepultado en el cementerio de Okarche.

Sin embargo, a petición de sus parroquianos tzutuhiles, su corazón le fue quitado, para enterrarlo a un lado del altar del templo en donde ejerció su misión por 13 años.

En la habitación donde fue asesinado hay un poema escrito en la pared para “el Padre A’Plas de su gente”, en donde, a la manera indígena, se recuerda su labor más importante: “tú nos alimentaste de Dios”. Quizá no haya más grande epitafio que ese para un misionero.

La misionera española más longeva

Magnífica a los 109 años

Lleva en Japón desde 1936 y ha vivido la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki

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Victoria de la Cruz García cumple 109 años. Esta religiosa pertenece a la congregación de las Adoratrices y llegó por primera vez a Japón en 1936, donde ha sido testigo de acontecimientos como la Segunda Guerra Mundial y los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki.

Victoria nació el día de san Juan del año 1907 en la fonda “Andaluza”, propiedad de su abuela paterna, que ocupaba el céntrico edificio de la calle Juan Díaz de Málaga (España) donde actualmente se encuentra el restaurante Trillo.

Hija de Manuela y Francisco, concertino de la Orquesta de Málaga y profesor del Conservatorio, fue la segunda de nueve hermanos y recibió el bautismo en El Sagrario.

Su sobrina Angelita, que sigue viviendo en Málaga, cuenta de ella que era una niña lista y trabajadora, que consiguió estudiar para maestra en la Escuela Normal y que, para sostener a su familia, daba clases particulares a niños de La Caleta.

La familia se trasladó luego a calle Císter y, en 1914, a calle Madre de Dios. Tras unos ejercicios espirituales, decidió que quería ser religiosa adoratriz e ingresó en el noviciado de Guadalajara. 

Ante los sucesos del año 1931, un familiar la sacó del convento y la llevó a Málaga, hecho que vivió con mucha inquietud, deseando regresar a la vida religiosa, como finalmente hizo.

En 1936 fue destinada a Japón, viaje que realizó en barco y que le llevó dos meses. “Desde allí escribía a la familia, pero las cartas tardaban meses en llegar”, cuenta Angelita.

Cuando se inició la Segunda Guerra Mundial, tres años después de su llegada a Tokio, Victoria de la Cruz tuvo que marchar a las montañas de Karuizawa, al norte de la capital, junto a las religiosas de su comunidad.

“Enviaba fotos de cómo se encontraban, con la nieve hasta las rodillas. Lo pasaron muy mal”, recuerda su sobrina.

La propia religiosa, en declaraciones a la agencia AVAN, cuenta: “Estuvimos en las montañas de Karuizawa, lejos de Tokio, con muchísimo frío y poca comida, y pasamos de todo hasta que acabó la guerra y nos marchamos a la ciudad de Yokohama, al sur de la capital“.

La misionera añade: “Me acuerdo perfectamente de los momentos difíciles que pasamos durante la guerra, hasta de lo que comíamos: arroz, poco o mucho. Lo que había”.

Vivimos momentos muy complicados, pero por misericordia de Dios estoy viva y coleando con mis ciento y pico de años y doy gracias a Dios porque además tengo buena salud”, cuenta entre risas.

Misionera y fundadora

Durante sus años como misionera, Victoria de la Cruz ha ejercido su labor en distintos colegios de Japón, recibiendo incluso una condecoración del gobierno japonés y llegando a ser superiora en varias de las comunidades por las que ha pasado.

Ha fundado numerosos centros, como el Colegio de las Adoratrices en la ciudad de Dos Palos, en California, donde residió seis años.

Algunas de las religiosas adoratrices de Málaga han coincidido con Victoria. Es el caso de Mª Pepa, quien afirma de ella que “es una mujer agradabilísima, magnífica”.

“Es extraordinaria –añade Mª Elisa, adoratriz en Madrid-. Se curtió en la Guerra Mundial y después del conflicto, trabajó incansablemente por las jóvenes que, debido a la penuria, emigraban a la ciudad”.

En Málaga sigue viviendo su hermano Fernando, de 95 años, que reside en un centro de mayores, así como varios sobrinos. Su sobrina Angelita nos cuenta que, desde que se marchó, no volvió a Málaga hasta el año 63.

“Aquello fue un acontecimiento en la familia. Su madre lo celebró muchísimo y todos nos alegramos de volver a verla”.

Sus visitas a la familia terminaron en 1981, cuando comenzó a comunicarse exclusivamente por carta. “Escribía divinamente, pero ya hace un año que dejó de hacerlo, seguramente por la edad“, explica su sobrina.

La comunicación entre ellas continúa por teléfono. “Hablamos con frecuencia: por su cumpleaños, en Navidad, en Pascua de Resurrección y el 8 de septiembre, su santo, Día de la Virgen de la Victoria a la que tiene gran devoción”.

Angelita se emociona cuando habla de su tía. “Tiene la misma voz de siempre, tan cantarina. No se olvida de su tierra. Nos dice: «acordaos de mí cuando miréis al Mediterráneo» y yo me meto con ella, diciéndole que es una campeona, la monja más guapa del mundo. Siempre nos prometemos seguir rezando la una por la otra”.

Lee la prensa a diario y toca las castañuelas

Actualmente, Victoria de la Cruz vive en una residencia de religiosas en la ciudad de Kitami, en Tokio, donde existen otras tres comunidades en las que se sigue atendiendo a chicas en situación de necesidad para evitar que caigan en la prostitución.

Las religiosas de las cuatro casas se reúnen “para rezar, participar en las eucaristías y comer juntas”, como ella misma explica.

Su día a día comienza a las cinco y media de la mañana, cuando se levanta. “Duermo bien -cuenta la religiosa-, como de todo o casi todo, y procuro no usar el ascensor. Subo y bajo los escalones”.

Victoria explica sonriente que “antes dedicaba mi labor a atender a otras personas pero ahora no, ahora tengo bastante conmigo misma”.

Afirma ser feliz y no tener ninguna preocupación: “Nada me molesta ni me hace sufrir, estoy muy bien y doy gracias a Dios y a todos”.

Las hermanas adoratrices dan fe de ello: “Es muy alegre, cuenta Mª Elisa, toca las castañuelas tan bien que antiguamente la llamaban hasta de una orquesta en Japón para que les acompañara en los conciertos. Y además, tiene una mente privilegiada, no perdona el hecho de leer la prensa a diario, tanto en inglés como en japonés”

el «sacerdote-fantasma» de Missouri

Patrick Dowling es de carne y hueso 

Identificado, tras ocho días de una intriga creciente, el «sacerdote-fantasma» de Missouri 

Actualizado 13 agosto 2013

C.L. / ReL

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Este lunes quedó resuelto, más de una semana después, el misterio del sacerdote que atendió espiritualmente a una joven atrapada en su vehículo accidentado y habría animado en su labor a todo el equipo de rescate. Se trata de Patrick Dowling, sacerdote de la diócesis de Jefferson City, cuyo portavoz desconocía su participación en los hechos cuando fue interrogado al respecto en los primeros días.

Su aparición y desaparición instantáneas, así como el chocante hecho de que no apareciese en ninguna de las casi setenta fotos de la operación de salvamento de Katie Lentz, habían desatado las especulaciones en torno a una intervención sobrenatural. Se habló de un ángel, circularon retratos robot, y todavía unas horas antes de la resolución del enigma se había puesto nombre al «fantasma»: se trataría de fray Lukas Etlin, OSB, un monje benedictino de la cercana abadia de la Concepción… fallecido en 1927 en accidente de coche.

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Pero no: Dowling es un capellán de prisiones de carne y hueso, y particularmente consagrado al apostolado con la población de habla hispana, según explica la agencia CNA(Catholic News Agency), que habló en exclusiva con él. De origen irlandés, fue ordenado sacerdote en 1982 y ha sido misionero en Perú dos veces.

La explicación natural de los hechos
Si pudo llegar hasta el lugar del accidente a pesar de que la carretera estaba cortada, es porque, al conocer la gravedad de la conductora atrapada, en vez de dar la vuelta se acercó cuanto pudo, aparcó y caminó luego hasta el amasijo de hierro en que había quedado convertido el Mercedes de Katie: «Le pregunté al sheriff si podría hacer falta un sacerdote, y en el control me dejaron pasar».

Una vez allí, relata como oró junto a la chica: «Cuando la joven me pidió que orase para que la pierna dejara de dolerle, lo hice. Me rogó que lo hiciese en voz alta y lo cumplí brevemente, porque los rescatadores necesitaban espacio y no les habría gustado que les distrajesen. Me puse a un lado y recé el rosario en silencio hasta que la extrajeron del coche». Según certificaron tanto el jefe de bomberos como el sheriff, el comportamiento de aquel sacerdote a quien nadie de los presentes conocía resultó de gran ayuda para todos, no sólo para Katie.

«Doy gracias a Dios por el excelente y competente rescate que hicieron», dice por su parte Don Patrick, «y les agradezco que me hicieran sentir bienvenido en una situación tan complicada, y me permitiesen ejercer mi ministerio sacerdotal. La policía lo tenía todo bajo control y todo el mundo trabajó con la armonía de un reloj suizo».

El singular momento de la extremaunción

El padre Dowling le administró a Katie la extremaunción (sus lesiones eran muy graves) y le dio la absolución, y rezó todo el rato («como muchas de las personas que estaban allí») pero desmiente que fuese él quien animase al equipo en un momento de dificultad del trabajoso rescate: «No fui yo quien dijo que las máquinas funcionarían bien y conseguirían sacarla del coche. La frase no salió de mis labios, aunque dos personas la oyeron». Reconoce sin embargo que la forma en que sonó esa frase sí introdujo «algo extraordinario o que lo parece en la secuencia de los hechos y coincidió con el momento de la extremaunción». 

Eso, y la cuestión de que no saliese en ninguna de las fotos en las que sí salieron todos los demás, así como su llegada y su marcha rápidas, alimentaron lo que empezaba a ser una pequeña leyenda local. Cuando todo terminó, le dio la mano y las gracias al sheriff y se fue: «Admiro la calma de todos los que colaboraron en el rescate», concluye.

Se desvanece, pues, lo que empezaba a considerarse una hermosa historia de intervención sobrenatural, pero ganamos una hermosa historia de ejercicio de la vocación sacerdotal, en este caso la de Patrick Dowling: estar en los lugares difíciles para acercar las almas a Dios.

Soldado musulmán se plantea ser cura

Estudiaría en el seminario de Sudán, que necesita ayuda

Omar era un soldado musulmán a quien hablaron de Santa Bakhita: hoy, católico, se plantea ser cura 

Una esclava, secuestrada cuando era una niña de 9 años en Darfur, Sudán, es la gran santa nativa de este enorme país. Omar estudiaba técnicas de paracaidismo en la Libia de Gadafi cuando le hablaron de ella. 

Actualizado 1 mayo 2012

Pablo J. Ginés/ReL

«Llamémosle Omar, para protegerle», empieza su historia el padre Jorge Naranjo, misionero comboniano de 38 años, natural de Majadahonda, cerca de Madrid. Este sacerdote se dedica a fomentar vocaciones consagradas en Sudán, un país islámico con un régimen radical, salafista.

«Omar es un sudanés de Darfur. Esta es una zona de Sudán casi sin cristianos. Allí están, por ejemplo, los famosos janjawid, milicias armadas por los islamistas que atacan a civiles. Omar era musulmán y soldado del gobierno contra los rebeldes. En Libia, donde se entrenaba como paracaidista -cuando el régimen sudanés aún se llevaba bien con el coronel Gadafi- conoció a un sudanés del sur que le dijo: ´vaya, eres de Darfur, como Santa Josefina Bakhita´. Y le habló algo de esta santa».

La esclava y San Josemaría

Santa Josefina Bakhita es conocida en España, sobre todo, porque fue canonizada en Roma en octubre del 2000, junto con San Josemaría Escribá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Pero su historia es todo un periplo: fue secuestrada y esclavizada a los 9 años, maltratada y apalizada por diversos amos, finalmente llegó a Italia, ingresó en vida religiosa y murió como tal en 1947, ejemplo de alegría, perdón y confianza en la Providencia para muchos.

A Omar la historia no le impresionó demasiado al principio. Le pareció curioso que en el extranjero conociesen a una paisana suya. Pasó el tiempo y volvió a Jartum. Y allí se le acercó un día un misionero comboniano. Estaba haciendo un estudio sobre ¡Josefina Bakhita! Necesitaba alguien que conociese Darfur y le acompañase a esa región, porque quería conocer a los parientes y descendientes de la familia de la santa. 

Bautizarse es peligroso

Así, Omar se convirtió en su acompañante… y conoció en profundidad a Santa Josefina, su vida, a los cristianos, a su forma de celebrar, de recordar, de perdonar… Y pidió ser bautizado, allí mismo, en Darfur. Pero era algo muy peligroso: muchos le conocían o podrían hacer circular la noticia. ¡Un soldado musulmán, paracaidista, bautizado! El misionero lo aplazó.

Pero Omar seguía convencido. De vuelta a Jartum, un tiempo después, aprovechando el anonimato de la capital sudanesa, se bautizó. «Yo le conocí en uno de los grupos vocacionales que he creado: está planteándose ser sacerdote. ¡Es una historia de lo más inusual!», explica el padre Jorge. 

Ser seminarista en Sudán

¿Y si se hiciera seminarista? Estudiaría en el seminario nacional de Sudán, que durante décadas estuvo en Jartum (la capital del régimen islamista era el sitio más seguro durante la guerra: allí no caían bombas), y ahora se está trasladando a Juba, capital de Sudán del Sur, donde vive la población cristiana. «La misa en el norte de Sudán, donde había muchos emigrantes y refugiados cristianos de distintas zonas del sur, la hacíamos en árabe, pero las clases del seminario las damos en inglés, y además hay pocos libros de teología católica en árabe, los usamos en inglés», explica el padre Jorge. 

Los estudios de los seminaristas en territorios de misión los tutela y convalida la Universidad Urbaniana de Roma, de Propaganda Fide. Pero, para financiarse, dependen de la Providencia y la generosidad de los cristianos. La mejor forma de ayudar es a través de la Obra Pontificia San Pedro Apóstol, que el pasado domingo celebró el Día del Clero Nativo. Un sistema muy extendido para apoyarla es el de lasbecas (por ejemplo, con 2.000 euros se apoyan los 6 años de formación de un seminarista). Muchas veces grupos de fieles, cofradías o matrimonios se deciden a «patrocinar» así, a un seminarista. La Obra San Pedro Apóstol es la que está posibilitando el establecimiento del seminario en Sudán del Sur.

De la mecánica cuántica a las misiones

¿Y el padre Jorge Naranjo? ¿Qué fue lo que le llevó de la comunidad autónoma de Madrid al remoto Sudán? Él recuerda perfectamente el momento clave de su propia vocación.«Fue el 25 de noviembre de 1996. Yo estabaestudiando Mecánica Cuántica I, en mi cuarto, a oscuras, sólo con el flexo de luz. Y de repente sentí como una evidencia que Dios quería que yo fuese misionero, que lo dejase todo. Y me llenó una alegría inmensa, como un salto en el corazón, que me duró varios días. Iba a clase, en la carrera de Ciencias Físicas, pero ya no atendía a nada, estaba despistado, siempre muy contento».

Así acabaron varios meses de dudas, de preguntar a Dios «qué quieres de mí», después de haber pasado el verano como voluntario en unas misiones de Perú. En marzo de 2006 empezó a trabajar con cristianos sudaneses refugiados en Egipto, donde estudió lengua árabe y Ciencias Islámicas durante dos años. Después, Sudán. «Allí enseño que Dios tiene un plan para la vida de cada uno de nosotros«.

Borracho con kalashnikov

Jorge llegó después de la guerra, pero eso no siempre significaba seguridad. «Pasé miedo una vez, en Sudán del Sur, cuando tuve que llevar a un soldado borracho con su kalashnikov en la furgoneta; en esos casos has de tener cuidado con lo que dices». 

El comboniano explica también que «los cristianos sudaneses cuentan historias estremecedoras acerca de sus catequistas, que murieron anunciando el Evangelio. Sólo dos cosas unían al Sur de Sudán, dividido en muchas etnias: el enemigo, que es el norte, y la fe cristiana. Por eso, las tropas del norte cuando llegaban a un pueblo a menudo buscaban a los catequistas, factores de unidad, para matarlos«. 

El perdón en una cultura vengativa

No es fácil predicar el Evangelio del amor y el perdón en un país que ha salido de una guerra, donde todos tienen parientes asesinados. «En las culturas tradicionales africanas, la venganza es lo normal. También en la literatura clásica pre-islámica. Perdonar es como la prueba definitiva de que eres verdaderamente cristiano, y es algo que no asumen muchos, incluyendo algunos sacerdotes. Pero puedes predicar el perdón partiendo de cosas tangibles, que muchos ven, como que la espiral de la venganza es inútil y dañina«, explica el padre Jorge. 

Salen así almas generosas, «como Santino Akón, que se jugó la vida como catequista y ahora quiere ser sacerdote». Será posible gracias al apoyo de la campaña de Vocaciones Nativas y la Obra San Pedro Apóstol, que financian al seminario sudanés: sacerdotes católicos para un país presionado por el Islam.

No abortó y hoy su hijo es cura

El padre Alfar Antonio Vélez, de Colombia 

Tras ser drogada y violada por varios hombres quedó embarazada; no abortó y hoy su hijo es cura 

Hace 42 años su madre quedó embarazada tras ser drogada y violada por sus jefes y compañeros de trabajo en una fiesta en Medellín (Colombia). 

Actualizado 28 abril 2012 

Sergio Rubin/Clarín

Por primera vez, el padre Alfar Antonio Vélez cuenta su conmovedora historia. Hoy es un sacerdote ejemplar, a cargo de dos parroquias en Comodoro Rivadavia. 

Ella era una joven de condición humilde, buena y bonita, llena de ilusiones a sus 27 años, allá por 1968. Había dejado su pueblo, Argelia de María, en la provincia colombiana de Antioquia, para ir a su capital, Medellín, a cursar la carrera de medicina. 

La violaron sus compañeros de trabajo

Trabajaba duro en una empresa para costearse los estudios. Sola en la ciudad, iba relacionándose, buscando hacer amistades en su círculo más cercano. Por eso, un día aceptó inocentemente la invitación a una fiesta que le hicieron sus jefes y compañeros de oficina. Fue una decisión con consecuencias horrorosas. Esos mismos jefes y compañeros le habían tendido una trampa: en la fiesta la drogaron, luego la llevaron a un sitio apartado y -borrachos- la violaron repetidamente. Como consecuencia de ello quedó embarazada. 

Decidió no abortar por sus convicciones

Fiel a sus convicciones, asentadas en una profunda religiosidad, decidió no abortar y salir adelante. Así es que dio a luz a Alfar Antonio, que con el tiempo conocería su tan traumática concepción y se sobrepondría apelando también a la fe. Una fe creciente que lo llevaría a descubrir su vocación sacerdotal,ordenarse y llegar a ser el mayor orgullo de su madre.

A cargo de dos parroquias

Llevado por su carisma misionero, el hoy padre Alfar Antonio Vélez vive desde hace unos años en Comodoro Rivadavia, en la provincia de Chubut, donde tiene a su cargo dos parroquias (San Jorge y Santa María Goretti), siendo muy valorada su labor religiosa por sus superiores. 

Testimonio contra el aborto

A raíz del reciente fallo de la Corte que – al interpretar el artículo 86 del Código Penal- determinó que todos los abortos por violación -no sólo los de una mujer insana- son «no punibles«, decidió abandonar su discreción y contar por primera vez, ante el pedido de Valores Religiosos, su conmovedor caso.

– ¿Cuándo y cómo se enteró de algo tan dramático?

– Primero debo decirle que la familia de mi mamá era muy moralista y que, cuando se enteraron de que había quedado embarazada, la obligaron a casarse con un viudo para tratar de tapar todo. Pero ese matrimonio no funcionó porque, cuando volvió a quedar embarazada, su marido empezó a tener una doble vida, además de que la golpeaba y se emborrachaba. Como sus padres la presionaban para que no se separara, decidió seguir con su marido y el hijo de ambos, pero para sobrellevar tanta adversidad me entregó a mi abuela.

– ¿Y entonces?

– Mi abuela empezó a darme todo lo que necesitaba: alimentación, llevarme a la escuela … y yo fui abriéndome paso un poco por mi cuenta. Ello provocó una relación de cierta distancia con mi madre que, al final, no pudo vivir más con su marido y le tocó sola salir adelante con mi hermano. Un día, como mi abuela me pedía que le diga papá a mi abuelo, le pregunté cómo podía ser él mi abuelo y mi papá a la vez. Ello provocó una reunión con mi madre, que me contó lo que le había pasado. Que mucha gente quería que me abortara, otras que me vendiera y otras que me regalara. Y que, incluso, había mucha gente interesada en mí.

– ¿Por qué ella no quiso abortar? ¿No temía que su maternidad fuese muy traumática?

– Mi madre era una mujer de mucha fe, muy practicante y muy santa. Ella decía que, pese a las tan terribles circunstancias, llevaba en su seno el milagro de una nueva vida, una vida que Dios le había dado y que, por sus convicciones, no podía abortar. Y que si Dios se la había dado debía encontrarle el sentido. Para ella lo más duro era no poder mostrarme un padre que me amara, que me enseñara a caminar, pero lo sobrellevaba sintiendo que yo la llenaba totalmente. Y que, tarde o temprano, sería su bastón. De hecho, los tres años que vivió conmigo a raíz de una larga enfermedad hasta su muerte, en 2009, fueron para ella los años más bellos de su vida.

– ¿Cómo fue su reacción cuando se enteró? ¿Qué edad tenía?

– Para mí fue muy duro. Tenía apenas 10 años. Reaccioné con mucha severidad contra mi madre. Con el paso del tiempo y de una vida muy triste, fui a la iglesia areclamarle a Dios, a preguntarle por qué a mí. Como yo le hablaba a los gritos, vino un sacerdote y me dijo que estaba formulando mal la pregunta: «No es por qué, sino para qué«, señaló. Que creía que Dios, precisamente a raíz de mi situación, me estaba llamando para cosas grandes. En fin, me dijo que Dios escribe derecho sobre renglones torcidos y que iba a ser un instrumento de El. Y me leyó el pasaje de Jeremías, donde Dios lo llama, pero este se resiste y el Señor le dice: «No te preocupes, yo haré todo por ti».

– ¿A partir de entonces su vida dio un vuelco?

– Si, aquella charla me marcó. Ese sacerdote terminó siendo como un padre. Y fue construyendo en mí la obra de Dios porque el Señor se vale del hombre para salvar al hombre. Empecé a valorar la vida, a integrarme a personas de bien que valoraban mi esfuerzo para superar la situación. Llegué a ser catequista sin darme cuenta de que Dios me estaba preparando para elegir el sacerdocio. Alcancé a tener una novia, aunque la relación no fue realmente seria, hasta que decidí ir al seminario, hablé con el director espiritual y terminé confirmando mi vocación religiosa. Comprendí que Dios había querido que mi mamá no abortara porque confiaba en mí y anhelaba que, aunque fuese fruto de un pecado muy grave, sea su instrumento para llegar a tantas partes con su luz, su gracia y su amor.

-¿Tuvo asistencia psicológica?

– No. Sólo religiosa, y la amistad muy grande que entablé con todos los sacerdotes de la parroquia.

– ¿Qué le diría a su padre si tuviera ocasión de encontrarse con él?

– Sólo lo abrazaría. Y le daría gracias a Dios por ser mi verdadero padre y darme la oportunidad de vivir, pues sé que los padres de este mundo son una especie de boceto, un borrador. Padre, lo que se dice padre, solo es Dios.

– ¿Cuál sería su mensaje a la sociedad sobre la punibilidad o no del aborto en caso de violación?

– Que volvamos a leer el Génesis, donde dice que Dios tomó barro, hizo al hombre y le insufló aliento de vida. Dios nos creó a su imagen y semejanza. Mi respiración es la respiración de Dios. Somos lo más bello del mundo. Entonces, no tenemos derecho a quitarle la vida a ningún inocente porque no tiene la culpa de cómo vino al mundo. La culpa las tenemos aquellos que, de pronto, nos equivocamos y no hacemos la voluntad de Dios.

– ¿Y qué palabra tendría para una mujer que fue violada?

– Le diría que Dios es el dueño de la vida y que a ella la hizo instrumento de vida. Que la culpa la tiene el violador, no el niño que lleva en su seno. Creo que la decisión de abortar se acabará cuando pensemos que toda vida es un regalo de Dios, más allá de cómo fue concebida, del dolor, o de la alegría. El sabe por qué y con el tiempo uno va descubriendo el para qué.

– ¿No puede llegar a ser una carga terrible para la madre?

– Para mi madre fue su máximo orgullo haber defendido la vida. Y su máxima satisfacción y alegría fue haber visto en mí a un hombre de bien para la sociedad. Ella pensaba acerca de cuántos hombres y mujeres de bien se privó la sociedad por el aborto.

– ¿Qué hubiera sido de usted sin su fe?

– Siempre digo que la fe es lo más valioso que tenemos. Y que -aunque perdamos todo- no la podemos perder. Dios se vale de mí para hacer obras; yo soy solo su instrumento. Y si el quiere que mi testimonio ayude a hacer recapacitar a una persona y salve una vida, entonces esta entrevista habrá valido la pena.