Salieron llorando de ver «Cristiada»

Testigos de la persecución 

Por qué las 75 carmelitas de la Madre Luisita salieron llorando de ver «Cristiada» 

Son una comunidad muy querida en Los Ángeles. El arzobispo José Gómez las invitó a ir al cine «por una vez en la vida». Y valió la pena.

Actualizado 16 junio 2012

C.L. / ReL

Si para todos los católicos norteamericanos (a punto de perder la libertad religiosa, literalmente, a manos de Barack Obama) la película Cristiada está suponiendo un aldabonazo, tanto más para las Hermanas Carmelitas del Sacratísimo Corazón de Los Ángeles (Estados Unidos). Su comunidad tiene hondas raíces en México y en la persecución que narra la película, pero no son sólo raíces históricas: buena parte de las religiosas son ellas mismas mexicanas.

A principios de este mes, el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, las invitó a ver la película. «Raramente vamos al cine. Pero por una vez en la vida, tuvimos la oportunidad de asistir a unapremière para nosotras en Beverly Hills. Y las 75 hermanas dijimos que sí inmediatamente al generoso ofrecimiento del obispo», explica en su página web una de ellas.

Una historia que conocen bien

«¿Y por qué?», continúa: «Porque fue durante aquellos días,los días de horrenda persecución religiosa en México en los años veinte, cuando nació nuestra comunidad«, continúa.

En aquellas fechas la fundadora del convento, la Madre María Luisa Josefa del Santísimo Sacramento (la Madre Luisita, como es conocida, actualmente en proceso de beatificación), aceptó el ingreso de 55 jóvenes para entregarse a la vida carmelita.

La madre Luisita

La Madre Luisita (María Luisa de la Peña) había nacido en 1866 en Atotonilco el Alto, en Jalisco, el estado mexicano donde la revuelta cristera fue más firme. En 1882 se casó con un hombre de 30 años, en un matrimonio acordado a pesar de que ella quería entrar en un convento. No tuvieron hijos, y decidieron que los pobres fueran sus hijos. Su marido,Pascual Rojas, era un médico buen cristiano y él y su mujerfundaron en 1892 un hospital para los más necesitados. Pascual murió en 1896, y en 1904 María Luisa entró en el Carmelo de Guadalajara 

Luego estuvo varios años de evolución espiritual en diversos conventos, siempre bajo la dirección de los respectivos obispos, hasta que en 1921 empezó a vivir con otras 12 compañeras bajo la regla carmelita.

Pero, cuando en 1926 el presidente Plutarco Elías Calles introdujo las leyes antirreligiosas que prohibían el culto en todo el país, la Madre Luisita y sus religiosas abandonaron el país y se instalaron en Estados Unidos. Llegaron el 23 de junio de 1927 y al cruzar la frontera se arrodillaron, besaron el suelo tras unos meses de angustia y persecución, y rezaron un Te Deum de acción de gracias. Fue el inicio de los trabajos y fundaciones de la religiosa mexicana en Estados Unidos, hasta su muerte en 1937.

La película cuenta la realidad tal como fue

En ese momento de persecución, «cuando ya no hay misas, ya no hay matrimonios, ya no hay comuniones, ya no se permiten prácticas religiosas de ninguna clase, es cuando empieza la película. Por eso estábamos tan interesadas. Nuestra comunidad empezaba justo entonces«, explica la religiosa al transmitir la intensa experiencia que supuso para la comunidad ver Cristiada.

«Yo sabía que algunas de nuestras primeras hermanas habían sido encarceladas. Había escuchado historias de tener que dormir en cualquier sitio y tener que recogerlo todo a toda prisa y escapar por el tejado», cuenta la joven. Y añade un dato curioso: «Había leído cartas en clave escritas por la Madre Luisita llena de detalles sobre moda femenina. Ella era un alma sencilla y austera que sólo llevaba su hábito carmelita. ¿Por qué entonces todos aquellos detalles sobre lo más fashion en ropa de mujer? Viendo la película lo comprendí. Era para instruir a las religiosas, a quienes descubrían y arrestaban cuando al huir las distinguían por sus ropas pasadas de moda«.

Todo esto que ya conocía «se hizo real» para la religiosa que escribe este artículo al ver Cristiada: «La sangre. La tortura. La injusticia de todo ello. Y por encima de todo, la fe del pueblo. ¡Qué fe!».

La comunidad salió con los ojos húmedos tras ver la película, y llenas de agradecimiento al obispo Gómez.
Habían recibido un enorme impulso para la que llaman «su misión»: «Promover una vida espiritual más profunda en el pueblo de Dios, y fortificar a todos vosotros en la intimidad espiritual con Dios para fortaleceros en los tiempos difíciles».

«Os animamos a ver Cristiada, y cuando termine comprobaréis, como lo hice yo, que hay algunos paralelismos con la situación actual. ¡Viva Cristo Rey!«, concluye.

No deje de escuchar a las hijas de la Madre Luisita cantar Flor de Guadalajara.

 

… y tras el ‘no’ de Sor María, se reconstruye una familia

El Mundo

Raquel Quílez | Madrid

Actualizado sábado 14/04/2012 11:48 horas

De izquierda a derecha, Inés, María Luisa, Pilar y Marina.

Un viaje a Ibiza con la hermana que no sabías que tenías, la primera Semana Santa con la madre que acabas de recuperar, velas de cumpleaños que se apagan por primera vez al unísono a los 30 años, sobrinos con los que aprender a jugar… La historia de Pilar y María Luisa Torres ha ocupado muchas páginas de los medios de comunicaciónesta semana. Es la primera familia que ha llevado el drama de los niños robados a los tribunales tras reencontrarse después de tres décadas separadas. Y tras el ruido mediático se esconde la historia de cuatro mujeres que tratan de reconstruir su vida. Su tarea es titánica.

«La peor parte se la está llevando Pilar porque es la que se lo ha perdido todo y sabe que no lo puede recuperar»

«Es muy complicado. Intentamos vernos todo lo que podemos para ir conociéndonos, pero Pilar necesita tiempo para asimilarlo todo. Se la ve feliz cuando está con nosotros, jugando con sus nuevos sobrinos, pero de pronto, se agobia y necesita irse. Da la sensación de que le ahoga pensar en todo lo que se ha perdido», cuenta Inés, la primogénita de la familia, una mujer de 32 años que, de pronto, se ha encontrado con una hermana que llevaba buscando desde los 18. Pilar es la «niña robada» y Marina, de 25, la más pequeña de las tres hijas que ha tenido María Luisa.

Su drama se remonta a 1982, cuando a María Luisa le arrebataron a su segunda niña con el pretexto de que la había concebido fuera del matrimonio. Ocurrió en la clínica Santa Cristina de Madrid y la mediadora fue la monja Sor María, uno de los nombres que más se repite en las historias de niños robados de la capital. «Como te atrevas a protestar, te denunciaremos por adulterio y te quitaran también a tu otra hija», le amenazó la religiosa. Y ella optó por resignarse… hasta que salieron a la luz casos de otras víctimas como ella. Y se animó a buscar. Y acudió a todos los foros hasta que la suerte se puso de su lado y encontró a la niña que buscaba gracias a un programa de televisión.

«Llevo desde que tenía 18 años sabiendo que cada 31 de marzo una hermana mía cumplía años en otra familia»

Primer cumpleaños en familia

Hace apenas medio año de eso y la familia aún no ha conseguido la normalidad que ansía. «Fue un momento muy tenso. Habíamos estado muchos años esperándolo, pero cuando lo ves como opción real, te asustas. Piensas en qué va a pensar ella, en cómo vas a reaccionar tú… Es uno de los momentos más difíciles que he vivido», cuenta Inés. «Llevo desde que tenía 18 años sabiendo que cada 31 de marzo una hermana mía cumplía años en otra familia. ¡Imagínate lo que hemos sentido cuando lo hemos celebramos por primera vez juntas!» .

Era una fecha especial, así que madre y hermanas pidieron permiso en sus trabajos y se presentaron en la casa de Marina cargadas de flores y besos. Fue la primera vez que la familia real y la adoptiva se juntaban al completo. «Fue muy raro, el padre adoptivo lo está llevando muy bien, pero la madre, un poco peor. Cada uno reacciona como puede ante una historia tan tremenda», reflexiona Inés. Ambos han declarado este viernes en el proceso abierto por la Fiscalía de Madrid, donde han contado que Sor María les dijo que la niña que les daba «era de una madre joven que no tenía posibles». Lo cierto es que ellos también llevaban 15 años luchando porque Pilar conociese a su madre biológica.

«El juicio está siendo muy duro sobre todo para mi madre, pero tenemos la esperanza de que al final obtengamos recompensa»

Mientras Inés cuenta cómo está viviendo el proceso su familia, sus dos hermanas disfrutan de su primer viaje juntas. Como destino han elegido Ibiza. «Están congeniando mucho porque las dos están en situaciones parecidas; jóvenes, sin ataduras… Me da mucha envidia cuando me llaman y me dicen lo bien que se lo están pasando. ‘No te imaginas la confianza que estamos cogiendo‘, me dicen».

Buscarse en el otro

Las hermanas juegan ahora a encontrar similitudes. Cuando Inés mira a Pilar reconoce en ella algunas de sus facciones. Y adivina a su hermana menor en su carácter. «Marina y ella son iguales, introvertidas, pero con mucho genio. Se parecen muchísimo. Y con mi madre, mira qué casualidad que hasta las dos trabajan en una residencia», dice en pleno proceso de descubrir al otro. Y tratan de ponerse al día. Vídeos de boda, viejas fotos… «La peor parte se la está llevando Pilar porque es la que se lo ha perdido todo y sabe que ya no lo puede recuperar. Para nosotras es más fácil».

Y todo mientras miran con esperanza a los juzgados para que ponga un poco de cordura en su drama. La suya es la primera causa de niños robados que llega a los tribunales después de que la Fiscalía de Madrid viese indicios de delito en la actuación de Sor María, que trabajó a las órdenes del ginecólogo Eduardo Vela, otros de los nombres omnipresentes en las denuncias de afectados. La religiosa está acusada de detención ilegal y falsedad en documento público, pero este jueves se negó a declarar.

«El juicio está siendo muy duro sobre todo para mi madre, pero tenemos la esperanza de que al final sirva de algo y obtengamos recompensa», dice Inés, que incluso ve normal el comportamiento de Sor María. «Es lógico.Tiene 80 años y va a intentar alargarlo todo lo que pueda a ver si se libra… Espero que la justicia se de cuenta de que tiene que acelerarse el proceso». Mientras eso llega, ellas se empeñan en la tarea de reconstruir su historia. Llevaban 30 años esperándolo.