Subir la escalera de Jacob desde las barras verticales de una celda

web3-jacobs-ladder-genesis-28-ladder-to-heaven-angels-pd

Las enseñanzas de un preso que también es un oblato benedictino sobre cómo conseguirlo, aprendidas directamente de la Regla de san Benito.

Últimamente ha habido mucha discusión sobre la “opción benedictina”, pero bastante menos atención al aspecto fundamental de esa opción: La Regla de san BenitoLa Regla, establecida por san Benito en el siglo VI como cimiento de la vida monástica, ha de ser aprendida y respetada por los monjes y monjas benedictinos y por también por los oblatos benedictinos (laicos benedictinos). Es una guía diaria para vivir.

Yo soy un oblato benedictino y, como tal, he sido mentor de novicios que deseaban hacerse oblatos, incluyendo dos que ahora son presos. Me carteo con los reclusos, revisando los capítulos de La Regla, respondiendo y planteando preguntas. Uno de estos presos ha invertido los papeles y se ha convertido para mí en todo un ejemplo de cómo vivir una vida en la Reglaindependientemente de las circunstancias.

La humildad es la virtud esencial para seguir la Regla, una virtud que concede la fuerza de escalar de peldaño en peldaño por la Escalera de Jacob. Así que, ¿cómo practica esta virtud mi discípulo —llamémosle John— y cómo está representada esa virtud en La Regla de san Benito? Responderé primero a la segunda pregunta.

Pero antes, aviso de renuncia de responsabilidad: existen muchos debates excelentes sobre la humildad y la Regla, en libros y en Internet (ver las Referencias abajo); no intentaré resumirlos, sino ofrecer mi propia síntesis. No listaré los 12 grados de humildad que san Benito usó para los peldaños de su escala, sino que me centraré en los que practicaba John y que yo mismo intento incorporar en mi propia vida diaria.

De modo que, en la base está el mandato de Jesús: “El que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado” (Mat 23,12; El libro del pueblo de Dios).

Este es el reconocimiento de que somos creación de Dios y que, como Adán, fuimos creados a partir de la tierra. Así que, sean cuales sean los talentos y dones que hayamos recibido de Dios, no son por nuestro mérito. Este reconocimiento es el “temor del Señor” que está en el primer peldaño: no tener miedo de Dios, sino maravillarse por su poder creativo.

Otra forma de parafrasear el “temor del Señor” es “sobrecogimiento”. Para traer esa conciencia del sobrecogimiento a nuestras vidas, hay que hacer varias cosas:

  • Practicar sumisión a la autoridad
  • Ser pacientes en situaciones difíciles
  • Llevar un inventario de nuestros propios errores y virtudes
  • Contentarnos con nuestra suerte, aunque no sea la que deseáramos

En otras palabras, debemos abandonar la voluntad y la gratificación propias; el desafío de toda una vida.

Valorarás mejor cómo John sube la Escalera de Jacob  —esta Escalera de Humildad— si sabes un poco más sobre él. Imagina a alguien del medio rural sureño de Estados Unidos, de entre 35 y 50 años. No sé cuánto tiempo lleva en prisión, pero es mucho más de tres o cuatro años; está previsto que salga en libertad condicional el año que viene.

Su familia es importante para él: padres, abuela anciana, sobrinos, primos. Se convirtió al catolicismo hace unos tres años y se hizo formalmente oblato benedictino en noviembre del pasado año. Sus compañeros de prisión le respetan y le reconocen como un líder. Es un escritor notable, con algunas asperezas que limar y con un dominio de la Escritura impresionante, casi de autoridad.

En sus cartas, John no se ha quejado de su suerte en prisión. No me cuenta que aumenta su humildad; es lo que yo infiero de sus comentarios sobre cómo aplica la Regla a su rutina diaria y por sus citas de la Escritura.

Queda claro por sus cartas que la institución estatal en la que es prisionero no es un establecimiento cómodo como otras instalaciones federales de seguridad mínima que he visitado como Ministro Extraordinario de la Sagrada Comunión y catequista: no hay gimnasios ni ordenadores ni televisiones personales y solamente un mínimo material de lectura.

Si es obligado a mudarse debido a las condiciones climatológicas y dejar atrás sus cosas, no hay queja. Si un guardia le arenga, lo recibe como un correctivo merecido. Si no consigue un trabajo haciendo cinturones sino que, en cambio, trabaja en la lavandería, todo es para bien. Su preocupación es enseñar con el ejemplo a los otros reclusos que Cristo es su amigo y también será el suyo, dondequiera que estén.

Cuando leo las cartas de John, mi memoria me lleva a 12 años atrás cuando yo mismo era un oblato benedictino novicio que estudiaba el capítulo 7 de  La Regla La humildad— en reuniones del decanato local. A medida que progresaba, reflexionaba sobre mi pasado y sobre cuán mejor habría sido mi vida si hubiera sabido de la espiritualidad benedictina y seguido los preceptos de Benito 10 ó 20 años antes.

Incluso ahora me doy cuenta de que me quedo corto: me sorprendo a mí mismo insatisfecho con mi trabajo y mi efectividad o estoy impaciente e inconforme con mi suerte, preocupado  por el estado del país y del mundo. Y eso que no estoy prisionero tras unas barras verticales; para mí los escalones de la escalera son horizontales y privados.

Así que, vuelvo a leer la última carta de John y luego el capítulo 7 de La Regla y concluyo: hoy un peldaño abajo, pero mañana dos arriba. Descendemos y ascendemos.

“Indudablemente, a nuestro entender, no significa otra cosa ese bajar y subir sino que por la altivez se baja y por la humildad se sube. La escala erigida representa nuestra vida en este mundo. Pues, cuando el corazón se abaja, el Señor lo levanta hasta el cielo. Los dos largueros de esta escala son nuestro cuerpo y nuestra alma, en los cuales la vocación divina ha hecho encajar los diversos peldaños de la humildad y de la observancia para subir por ellos”. ─ Capítulo 7, La Regla de san Benito.

Un periodista escéptico se hace cristiano investigando contra el cristianismo

0tqyqjtogfrnmxybtdffpkmkkewwvafsxlch7p3fpzz1zhuy3uqmolyjuwdgw98k9lhazt5jac2iefd-bkwgdop39snlhq

Decidido a argumentar contra el mensaje cristiano, el periodista Lee Strobel se convirtió gracias a sus investigaciones. Su bestseller El caso de Cristo, ha sido recientemente adaptado a película en los Estados Unidos, como informa la revista Pro.

Lee Strobel fue periodista durante muchos años. Trabajó 14 años en los juzgados para la Chicago Tribune y ha recibido muchos premios por sus reportajes. Cuando su mujer se hizo cristiana, buscó contradecir con fuerza el cristianismo usando contra ella las herramientas del periodismo y de la investigación propias de la justicia americana.

Así, en 1980 empezó a entrevistar a numerosos teólogos con la idea de rebatirles. Pero lo que se produjo fue lo contrario: fueron ellos los que le convencieron con tal fuerza que decidió hacer de su libro una obra de testimonio.

Escribió entonces libros que buscan defender el cristianismo y mostrar su credibilidad. Es un género muy antiguo que se llama “apologética” y que es indispensable para mostrar, a los que están lejos de la enseñanza de Cristo, lo que tiene, para toda época, una validez integral.

Entre fe y razón

Como explica Lee Strobel, este libro muestra la increíble masa de informaciones exactas sobre las que el cristiano puede reposar para afirmar su fe pero también asegurar su inteligencia, que no tiene nada de contradictoria con las exigencias más fuertes de la racionalidad y la fe cristiana.

Es lo que Juan Pablo II afirmaba en su encíclica Fides et Ratio: “La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo”.

En este espíritu, el libro escrito por el filósofo católico francés demuestra que la fe cristiana más católica y más fiel a la enseñanza de la Iglesia es también la más respetuosa de la razón humana universal.

Titulado Catholix Reloaded y subtitulado Ensayo sobre la verdad del cristianismo, muestra hasta qué punto son falsas concepciones que permanecen en la superficie (lo políticamente correcto) las que nos persuaden de que la fe cristiana sería contraria a la razón. No hay que temer por tanto a la razón: esta nos lleva a Cristo si uno hace el esfuerzo de abrir integralmente el corazón a la contemplación de la verdad.

NUEVO LIBRO DE MARÍA VALLEJO-NÁGERA – “NIÑA JUANA”

A LA VENTA A PARTIR DEL PRÓXIMO 2 DE NOVIEMBRE

portada-nic3b1a-juana

Tomasa, empleada de hogar sesentona, se encuentra un día a su señora -dama de la alta sociedad madrileña-, asesinada en el chalé en donde lleva trabajando cuarenta años. Abrumada por la investigación policial a la que se ve sometida como sospechosa de la muerte, acude a pedir socorro a una anciana tía religiosa, cuyo humor y sabiduría sabe que le pueden procurar consuelo.

A través de la picardía y las historias de su tía, se ve envuelta en un sorprendente, verídico y misterioso relato basado en una extraña y fascinante mística que vivió entre los siglos XV y XVI: La Santa Juana de Cubas de la Sagra, y descubrirá a personajes tan emblemáticos como el cardenal Cisneros, los Reyes Católicos o el emperador Carlos V. Todos ellos protagonizan esta entretenidísima novela en la que María Vallejo-Nágera mezcla con sorprendente agilidad, realidad histórica con fantasía policial, haciendo muy difícil que una vez comenzada la lectura esta se pueda abandonar.

A LA VENTA A PARTIR DEL PRÓXIMO 2 DE NOVIEMBRE

Hombres: Las 10 claves para ser padre hoy

Primera: papá tiene que estar

web-la-mirada-de-papa-ediciones-palabra

En la sociedad actual la figura del padre puede resultar muchas veces algo confusa.

Tomás Malmierca, padre de 8 hijos, nos presenta con su libro La Mirada de papá, los grandes retos a los que se enfrentan los padres de hoy: estar con los hijos, conocerles, darles sustento –material y, sobretodo, espiritual-, exigirles con cariño y autoridad, ser modelos, confiar arriesgadamente en su ejercicio de la libertad, protegerles sin crear dependencias, acogerles, educarles…

En su libro, editado por Ediciones Palabra, Malmierca se replantea cuáles deben ser las principales columnas en las que debe asentarse la misión de padre, hacia dónde debe dirigirse su mirada.

Para todo ello el autor pone de relieve las 10 claves para los padres de hoy en día:

1ª Clave: Papá tiene que…Estar.  La paternidad se saca adelante en lo cotidiano y la presencia paterna efectiva se mantiene incluso en la ausencia del propio padre.

2ª Clave: Papá tiene que…Conocer. Si un padre quiere ayudar a crecer de una forma plena a su hijo deberá conocer sus virtudes y hacerle ver cómo apoyarse en ellas; así como sus carencias para enseñarle cómo suplirlas y mejorarlas.

3ª Clave: Papá tiene que…Sustentar a los hijos. Los hombres implicados en la educación de sus hijos suelen ser excelentes profesionales pero el sustento a los hijos no es solo material sino también afectivo e intelectual.

4ª Clave: Papá debe ser…Autoridad. La autoridad ayuda a crecer en libertad a los hijos y es nuestra propia naturaleza la que nos pide normas y límites.

5ª Clave: Papá debe ser…Modelo. Los padres somos constantes modelos de imitación para los hijos desde que nacen, en lo bueno y en lo malo.

6ª Clave: Papá debe representar…Protección. Las protecciones que debe dar un padre deben der de todo tipo, no solo materiales, sino también afectivas, intelectuales y espirituales.

7ª Clave: Papá debe representar…Acogimiento. Acoger supone traspasar con prontitud los límites de lo puramente material para situarse en el ámbito de lo volitivo y de lo afectivo.

8ª Clave: Papá debe dar…Educación. La buena educación consiste en educar todos los aspectos que nos definen como personas: intimidad, manifestaciones, libertad, diálogo y capacidad de dar.

9ª Clave: Papá debe dar…Cariño. Los hijos para desarrollar todos los aspectos que abarcará su futura personalidad, necesitan la autoridad, la guía y el cariño de un padre.

10ª Clave: Un buen padre será…Piadoso. La piedad filial nos lleva a tener respeto, veneración y misericordia por nuestros mayores, y a transmitirla a los hijos.

 Artículo originalmente publicado por Ediciones Palabra