#MeToo Cuando pasé por un episodio de acoso sexual

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El acoso sexual sucede en todos los medios sociales y laborales y no solo les pasa a las mujeres, también a los caballeros quienes por paradigmas sociales difícilmente hablarán del tema.

Se ha desatado un gran escándalo en las esferas más altas del cine. Harvey Weinstein es un magnate y productor de Hollywood acusado de acoso y abuso sexual. A raíz de que este alboroto, miles de mujeres, de distintas nacionalidades, razas, creencias y entornos sociales, laborales y económicos, se han empoderado para compartir sus testimonios de acoso y abuso sexual. Testimonios que durante muchos años callaron por vergüenza, por estigmas sociales y por miedo a ser juzgadas. Para ellos emplearon las redes sociales y el hashtag #MeToo o #YoTambien.

Y es que este tipo de aberraciones y maltratos, de comportamientos amorales y animales no solo suceden en ambientes de aquel calibre social o económico. Desafortunadamente, en muchos lugares es el pan nuestro de cada día y es una práctica a la que de manera contundente y valiente debemos poner fin.

Este es un punto delicado que abordo con el mayor respeto posible. Aún hoy el sexo femenino cargamos con ese estigma de que si un hombre se nos insinúa morbosamente es porque de alguna manera nosotros le provocamos o le invitamos a que se comporte de esa forma con nosotras. ¿Perdón? ¡Vaya excusa!

Lo que sí es importante que las mujeres entendamos es que la naturaleza de los hombres es la de ser “mirones”. Es decir, ellos son visuales. Ven una imagen y si no están educados a controlar su voluntad ni su imaginación, a dominar sus instintos y pasiones se prenderán de inmediato. O quizá si lo están, pero en ese momento en que la tentación se les presenta pasan por un momento de debilidad y caen.

Aclaro, esto no para justificarles, sino para que las damitas sabiendo esto seamos prudentes y sepamos poner límites sanos. Y, sobre todo, para que eduquemos a nuestras hijas a vivir, a vestir, a comportarse de una manera elegante y de acuerdo con su dignidad de mujer.

Es decir, tanto hombres como mujeres hay que vestirnos y comportarnos de la misma forma en que esperamos ser tratados, con dignidad y respeto.

Esto no quiere decir que, si una mujer se viste o actúa de una manera que pueda ser malinterpretada por un hombre, éste tenga el derecho de faltarle al respeto, ni con miradas sucias, ni con palabras e insinuaciones denigrantes. En ninguna circunstancia este tipo de “porquerías” pueden ser toleradas.

Todos tenemos ese noble deseo de aspirar a más, de encontrar salidas cuando la vida nos cierra caminos, pero nada justifica el denigrarnos para lograr nuestros fines, por muy nobles y buenos que estos sean, ni de aceptar propuestas “cochinas” -sucias- con tal de que alguien más nos ayude a lógralos.

Hay muchas personas que pasan por verdaderas necesidades y si a eso le aunamos una crisis personal donde la baja autoestima y el ego lastimado está haciendo de las suyas, donde el miedo es más fuerte que la esperanza y el amor propio, ya sabremos el resultado final. El único “ganador” será el buitre acosador si logra salirse con la suya.

Hace años a mí me sucedió algo parecido. Quizá eran otros tiempos y nunca había estado expuesta a peligros como el acoso sexual ni a insinuaciones maliciosas. Tenía 20 años y estudiaba en la universidad. Las matemáticas nunca fueron mi fuerte y era la única asignatura en la que obtenía un promedio muy bajo. Estudiaba y hacia tareas en grupo, tomaba clases particulares con el profesor que me daba la materia -tanto en su casa como en su oficina- para poder pasar la materia, aunque fuera con el mínimo requerido, pero nada más llegaba la hora del examen y tronaba. Horas y horas de estudio, esfuerzo y trabajo no se veían reflejados. Estaba desesperada. No podía terminar el semestre con una materia reprobada. En mi casa me matarían, de burra y fracasada no me bajarían. Y no se diga lo carísima que salía la colegiatura. Era hija de familia y universitaria donde mi única obligación era estudiar y no estaba cumpliendo con las expectativas que tenían de mí.

Hasta hoy soy muy penosa para pedir favores. Lo hago, pero me cuesta muchísimo trabajo. Pero un día me armé de valor, dejé mi pena a un lado y fui a hablar con el profe. Le expuse mi situación. Él se daba cuenta del esfuerzo que yo había hecho durante el semestre y le pedí que tomara en cuenta todo ese afán que había visto y que me dejara hacer trabajos extras para poder nivelar mis calificaciones, tantos como él quisiera. Que me pidiera hacer cualquier cosa, pero que me echara la mano para no reprobar la materia porque en mi casa me matarían con regaños.  Él me escuchaba detenidamente, me observaba y luego me preguntó: “¿Te puedo pedir cualquier cosa?” Y yo, inocente de cualquier mala intención y feliz de que quizá hubiera una oportunidad de que me apoyara, le contesté que sí, que me permitiera hacer todos los trabajos que él viera convenientes, que me dejara hacer la investigación más difícil, las tareas que él me pidiera yo se los presentará de una manera muy profesional con tal de que todo me lo acreditara y no reprobar la espantosa materia de matemáticas.

Su respuesta fue un tajante y doloroso no. Me dijo que definitivamente no me podía ayudar y que nos veíamos en el examen final. Ni hablar… Le di las gracias y me salí de su oficina toda triste y asustada pensando en la decepción que se llevarían en mi casa por no pasar mate.

Me presenté el día del examen sabiendo que no lo pasaría, pero era preferible estar ahí y sacar una baja calificación que no estar y sacar un rotundo cero por no presentarlo. Obviamente, cuando me pusieron el papel en el escritorio y vi todas aquellas ecuaciones integrales, derivadas, factoriales, etc. me solté llorando de la frustración. Me sentía como un niño de pecho quien berrea de hambre y le dan de comer carne, impotente y sin salida. Hacía mi mejor esfuerzo por contestar, aunque fueran tarugadas con tal de no entregar las hojas en blanco. En eso, se me acerca el profe y me escribe una nota en mi examen: “Hoy a las 6”, a la vez que me susurró al oído que me hiciera tonta y siguiera contestando. En ese momento sentí que el cielo de la esperanza se me habría. El profe me pedirá hacer trabajos extras y con eso podré pasar las mates, pensé.

Ahí estaba, puntualita a las 6 para la cita con mi expectativa la cual era aprobar la asignatura a cambio de trabajos de investigación. En cuanto me vio me dijo que nos fuéramos de ahí porque ya había terminado su día laboral y me pidió le llevara a su casa porque no traía auto.  A mí no me pareció nada fuera de lugar porque ya antes le había llevado, además de que varias asesorías yo las había recibido tanto en su casa como en su oficina.

Yo vivía en la ciudad y la universidad se encontraba fuera de ella y dentro de un pueblo pequeño, muy colonial, lleno de iglesias, donde los residentes en su mayoría son profesores y estudiantes universitarios. Él vivía en ese pueblito. Íbamos rumbo a su casa, camino que yo conocía, pero no tan bien cuando me señala que me vaya por otra vía porque la avenida que nos llevaba directo estaba cerrada. Le hice caso. Seguía al volante mientras le daba las gracias por haber accedido a ayudarme. Todavía le dije que sabía que eso le provocaría hacer un trabajo extra, todo por mí, que le estaría eternamente agradecida y nunca olvidaría su favor. Mis ansias de saber que trabajo me pediría no cesaban. Continuamente se lo preguntaba y él solo me respondía: “Paciencia. Ahora lo sabrás”. Yo sentía la emoción de un niño chiquito al que le espera una gran sorpresa.

Manejaba, manejaba y manejaba por caminos nuevos para mí. Ya comenzaba a oscurecer. Seguro no pasó tanto tiempo, pero a mí se me hizo eterno. Yo solo confiaba en que el profe conocía por donde andábamos y cuál era la otra ruta hacia su casa. No tenía porqué desconfiar de él.

De repente me dice: “Estaciona el auto aquí porque ya te voy a decir qué es lo que te voy a pedir”. Era un lugar sin luz, en medio de la carretera donde no pasaba ni un alma. Tonta e ingenua de mí. Lo que en ese momento creí es que como no estaba permitido eso de dejar proyectos finales para balancear las calificaciones, él no quería que nadie le viera y por eso me pedía estacionarme en ese camino tan solitario. Pero como era yo -y sigo siendo- de imprudente y espontánea, le dije: “¿Neta profe? Nel, aquí no me paro porque no se ve que pase nadie y corremos el riesgo de que nos asalten y si lo hacen a usted lo verán tan frágil que capaz que la que lo tiene que defender soy yo. Mejor vámonos a un lugar con luz y donde pasen más autos”. Y así lo hice. Manejé hasta encontrar un lugar donde se viera más vida.

Me estacioné. No podía esperar más a que el profe me mostrara la lista de trabajos y proyectos escolares que tenía que presentarle en menos de 15 días, porque él tenía ese plazo para presentar calificaciones finales. Por fin comenzó a hablar: “Quiero que sepas que he meditado seriamente en lo que te voy a pedir a cambio de que pases mi materia. Desde el primer día que entraste a mi clase, desde que te conocí me enamoré de ti y no ha pasado un segundo que no piense en ti como mujer. Quiero pedirte que pases un momento de intimidad conmigo…”

En cuanto escuché sus primeras frases el mundo se me vino encima. No podía dar crédito a lo que escuchaba. Paré en seco su nefasta propuesta. Tomé aire y me encomendé a Dios. Le dije que le pedía perdón si es que yo, por mi necesidad de tener buenas calificaciones en mi carrera y de pasar esa materia, le había mandado un mensaje equivocado, pero que mi dignidad no tenía precio, que no estaba dispuesta a aceptar sus proposiciones asquerosas y prefería reprobar. Todavía el tarado me pregunta: “¿Pues qué pensabas que te iba a pedir a cambio?” “¡Trabajos, investigaciones, tareas, muchas tareas!-  le respondí- ¡Pero jamás esto que me está pidiendo!”.

Ahí, en medio de la nada le pedí que se bajara de mi auto. En ese momento quiso arreglar lo que había hecho y me insistía que me amaba bien, que quería tener una relación sería conmigo, que le diera una oportunidad de demostrarme su amor, de conquistarme para que yo me diera cuenta de lo que era capaz de hacer por mí.

Le contesté que conmigo se había equivocado y que si de verdad deseaba tener una relación seria con cualquier otra mujer, estaba eligiendo el camino incorrecto.

“¡O se baja o le bajo!”, le repetí. “¡Fuera de mi auto! ¡Me da asco y jamás en mi vida quiero volver a saber de un ser tan asqueroso como usted! ¡Grave error cometió conmigo! ¡Lástima que quizá si ha habido estudiantes que hayan caído a sus proposiciones por no perder una beca u otra necesidad! Yo también estoy necesitada, pero mi persona no está a la venta!”

El camino de regreso a mi casa era largo. Tuve tiempo para llorar, enojarme y reflexionar sobre ese momento de pesadilla que acababa de vivir.

Primero me sentí sucia, culpable y responsable de haber sido yo quien había provocado de esa manera a ese señor. Y es que claro, cumplía con todas las características, los atributos para que a una mujer se le tachara de “ofrecida y facilita”. Era guapa, delgada, inteligente -menos para las matemáticas-, abierta, segura, bromista, muy amiguera, súper cariñosa y servicial. Me vestía y me arreglaba muy “cool”, pero jamás vulgar ni provocativa. Al contrario, moderna, pero elegante. Digamos que una personalidad como la que se tiene a esa edad, encantadora, que llamaba mucho la atención y despertaba la envidia de otras mujercitas quizá no tan seguras.

También me sentí profundamente “estúpida” porque eso que me había sucedido no rayaba en la inocencia, sino en la estupidez. Las señales estaban ahí, claras y yo no las vi ni olfateé nada de maldad.

Tardé días en digerirlo hasta que me animé a hablar del tema, pero solo con mi familia. Nunca tuve el valor de denunciarlo a la universidad. La culpa y el miedo me detuvieron a hacerlo… Después de todo, era su palabra contra la mía.

Además, como se habían presentado las circunstancias y cómo se había desarrollado la historia solo una tonta e ingenua no se hubiera dado de las intenciones de ese patán. Pues esa fui yo…

Decidí callar porque sabía que la universidad no me hubiera ni creído ni apoyado porque estaría en juego la reputación del plantel. Después supe de varias estudiantes a las que les había pasado lo mismo, varias de las cuales sí accedieron a sus deseos, pero no podían denunciarlo por miedo a perder sus becas.

El acoso sexual sucede en todos los medios sociales y laborales y no solo les pasa a las mujeres, también a los caballeros quienes por paradigmas sociales difícilmente hablarán del tema.

El no acceder o no aceptar ese tipo de insinuaciones o indirectas, aunque muchas veces ese tipo de sugerencias son más que directas y al grano, el no tolerar este tipo de abusos hacia nuestra persona y que eso no avance dependerá de muchos factores o circunstancias. Por ejemplo, de la fortaleza de la persona que las recibe, de cómo ande su autoestima y esté su estado emocional, de cuánto se ame, de verdaderamente reconocer su valor y dignidad como ser humano y del respeto que se tenga a sì misma.

Nuestra persona no puede ni debe ser usada como cosa ni tratada como mercancía. Tampoco tiene precio, sino un infinito valor.

¡Ah, por cierto! ¡Pasé matemáticas con 75!

El agente 007 Pierce Brosnan

“La oración me ayuda a ser padre, actor y hombre”

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Su esposa y una hija de esta fallecieron de cáncer de ovarios. Uno de sus hijos pasó por una época difícil. Mientras Hollywood le sigue mimando, mirar y hablar con Dios le ha servido para seguir adelante

Pierce Brosnan, que alcanzó la fama por su personaje de Remington Steele en los años 80 y luego interpretó al mismísimo James Bond en 2001, afirmó que “La oración me ayudó con la pérdida de mi esposa por el cáncer, y con un hijo que cayó en una época dura. Ahora la fe me ayuda a ser un padre, un actor y un hombre”.

Brosnan no solo tuvo que superar el fallecimiento de su mujer Cassandra sino que más de diez años después, el 1 de julio de 2013, murió Charlotte Emily (hija del primer matrimonio de Cassandra) a causa de un cáncer de ovarios, la misma enfermedad que segó la vida de su primera esposa.

“Siempre ayuda tener un poco de oración en tu bolsillo. Al final, has de tener algo, y para mí eso es Dios, Jesús, mi educación católica, mi fe“, añade. “En cierto modo, todo lleva de nuevo a Navan, mi pueblo natal en la rivera del Boyne. A veces se ha pintado en tonos melodramáticos pero fue una gran forma de criarse. El catolicismo y los Hermanos Cristianos, esas son imágenes de raíces profundas y el cimiento para una persona con habilidad de actor”.

Dios ha sido bueno conmigo. Mi fe ha sido buena para mí, en momentos de profundo sufrimiento, duda y fe. Es una constante, el lenguaje de la oración. Quizá no hice bien las sumas con los Hermanos Cristianos, o no tuve la mejor enseñanza literaria, pero sí una cantidad firme de fe”, añadió.

Vacaciones en Hawai

Recientemente, al actor se le ha visto ejerciendo de papá incluso ante los paparazzi. En Instagram colgó una fotografía de sus vacaciones en Hawai con el expresidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y su hijo.

Infancia dura, conflicto con la Iglesia

Pierce Brosnan nació en 1953. Cuando tenía apenas un año, su padre abandonó a la familia, y cuando tenía cuatro su madre se fue a trabajar de enfermera a Londres, dejándole en Navan con unos parientes hasta los 12 años. Él ha declarado muchas veces que en esos años de infancia estudió en los “Christian Brothers”, la gran orden irlandesa fundada por Edmund Rice para la educación, ahora hundida por los informes de violencia y abusos desde los años 40 a los 80.

En 2002, Brosnan protagonizó una película canadiense, llamada Evelyn, sobre un padre de los años 50 que queda viudo y no puede recuperar a su hija, entregada a un orfanato de la Iglesia. En esos años, habló muy mal de su educación recibida en Navan, en los “Christian Brothers”… pero la orden respondió una y otra vez (en Internet y con cartas a The Times) que ellos nunca tuvieron una escuela en ese pueblo, donde sí la tenían los Hermanos de La Salle.

Nunca ha dejado de ir a misa

Sin embargo, pese a tener una relación conflictiva con la Iglesia, Brosnan ha asegurado en varias ocasiones que nunca ha dejado de ir a misa ni de rezar.

A los 12 años, como inmigrante pobre en Londres en una escuela pública, aprendió a plantar cara y defender su identidad: “Había que tener pelotas para ser un católico irlandés en South London; la mayor parte del tiempo lo pasé peleando”.

En 1977, en Londres, conoció a su primera esposa, Cassandra, una actriz que trabajaba con Franco Zeffirelli, con dos hijos pequeños y recién divorciada del hermano del actor Richard Harris. Se casaron y tuvieron un hijo. En 1987, justo cuando se canceló Remington Steeldiagnosticaron cáncer de ovarios a su esposa, que durante cuatro años y ocho operaciones combatió la enfermedad. Murió en 1991, con 50 años, en brazos de su esposo.

“Ella era una luchadora y con su fuerza, optimismo y pasión por la vida, siempre parecía que todo estuviese bien. Cuando tratas con la muerte, aprecias la vida de una forma realmente dulce. Esas tardes y mañanas y días en que ella no tenía dolores, nos dábamos cuenta de lo hermoso que es todo“, afirmó el actor.

La terapia no funcionó, la oración y el trabajo sí

Brosnan ha explicado en varias ocasiones que la terapia no le ayudó a superar el dolor… “al final, tú eres tu propio psicólogo”. Pero la oración era un consuelo fuerte. “Tenía las oraciones católicas tradicionales, pero también mi diálogo personal con El De Arriba“.

Era un padre solo, un viudo con un hijo y dos hijastros. En 1994 conoció a una periodista del programa Today, de la NBC, Keely Shaye. Se enamoraron, se casaron en 2001, tuvieron dos hijos, y precisamente en 2001 Brosnan interpretó al agente Bond, James Bond, 007, al servicio secreto de Su Majestad.

Información actualizada por Aleteia. 

Conoce al “sacerdote del Rosario”

Implicó a estrellas de Hollywood en una cruzada de oración

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Las producciones del sacerdote Patrick Peyton presentan a actores como Bing Crosby, Loretta Young y Gregory Peck

En mitad de la Segunda Guerra Mundial, el padre Patrick Peyton, un sacerdote de la Congregación de la Santa Cruz, sabía que solo había una cosa que las familias de toda la nación necesitaban hacer para garantizar la paz dentro y fuera de su hogar: rezar el rosario.

Sus padres le habían enseñado la importancia del rosario en su país natal, Irlanda, cuando toda la familia se arrodillaba diariamente para rezar el rosario. Además, el padre Peyton creía que la Santísima Madre le había curado milagrosamente de la tuberculosis mientras estudiaba en el seminario y por eso hizo el juramento de difundir Su amor por todo el mundo.

Pero ¿cómo podría él, un inmigrante irlandés insignificante en Estados Unidos, llegar a millones de personas para hablarles del poder del rosario?

Sin tener ninguna formación ni contactos en los medios de comunicación de masas, el padre Peyton fue a Nueva York y convenció a una mujer de la cadena de radio Mutual Broadcasting System de que la nación necesitaba un programa de radio católico. Esta mujer no cristiana decidió dar una oportunidad al padre Peyton con una condición: tenía que contar con la ayuda de estrellas de Hollywood.

El padre Peyton, nervioso, llamó al cantante y actor Bing Crosby y, de alguna manera, con la ayuda de Nuestra Señora, consiguió convencerle para que se uniera a la causa. El programa de radio se emitió por primera vez el 13 de mayo de 1945 y contó con la colaboración del “arzobispo Spellman de Nueva York, el presidente Harry Truman, Bing Crosby y los padres y hermanas de la familia Sullivan de Iowa dirigiendo el rosario (…). El padre Peyton terminó el programa con un apasionado llamamiento a que las familias rezaran juntas el rosario por la paz”.

El éxito del primer programa fue enorme y los oyentes pedían más.

El padre Peyton inició así su cruzada de oración para conseguir que su programa se emitiera de forma regular y fundó la productora Family Theater Productions en 1947 con estrellas de Hollywood dispuestas a apoyarle en su labor.

Sus diferentes producciones continuarían incluyendo a estrellas como “Grace Kelly, Gregory Peck, Rosalind Russell, Jimmy Stewart, Helen Hayes, Ronald Reagan, James Dean, Natalie Wood, Robert Young, Raymond Burr, Lucille Ball, Bob Newhart, Jack Benny, Loretta Young y Frank Sinatra”.

La radio era solo el principio para el padre Peyton, que se expandió hacia la producción televisiva y cinematográfica con la ayuda de sus amigos de Hollywood. Su nueva empresa llegaría a producir más de 800 programas de radio y 83 especiales de televisión donde participaban las mayores estrellas del momento.

Según Family Theater Productions, incluso “dieron al célebre productor/director George Lucas (Star Wars) su primer crédito para películas —como ayudante de cámara— a mediados de los 60 para el corto The Soldier, protagonizado por William Shatner”.

Además, el padre Peyton continuaría liderando concentraciones en torno al rosario por todo el mundo, atrayendo a nutridas multitudes allá donde iba. Pronto empezó a conocérsele como “El sacerdote del Rosario” y popularizó la frase “la familia que reza unida permanece unida”.

El padre Peyton continuó su labor de difundir el rosario hasta su fallecimiento en 1992. Su vida sigue siendo una inspiración para todos, en especial para los que quieren usar los medios de masas para la promoción del Evangelio.

El 1 de junio de 2001, el cardenal Sean Patrick O’Malley abrió oficialmente la causa para su canonización y en 2015 se presentó en el Vaticano la Positio, “un informe de 1.300 páginas que estudia su vida y ministerio por una virtud heroica y una vida de santidad”. Actualmente está en proceso de revisión y, una vez aprobado el caso, el padre Peyton sería declarado Venerable. Ya existen dos potenciales milagros sucedidos con su intercesión que podrían considerarse una vez concluida esta fase del proceso.

¿por qué me quieres muerta?

Atleta de 11 años le dice a la cultura que siga adelante

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Querido Hollywood:

¿Por qué queréis que muera?

No lo neguéis, por favor. Las películas que hacéis ya me dicen la verdad sobre lo que realmente pensáis sobre mí.

Me Before You se estrena hoy en Estados Unidos [se estrenará en español como Yo antes de ti]. No he leído el libro, pero mi madre me ha hablado de él y he leído las críticas por internet.

Es la historia de un chico que tiene un accidente y tiene una lesión en la médula espinal y tiene que pasarse el resto de su vida en una silla de ruedas. Un chico que crees que querría morir porque tiene que vivir una vida parecida a la mía.

ella-2-e1464811069253Bueno, y ¿qué tiene de malo una vida como la mía?

Mi madre dice que esta no es la primera película en la que una persona discapacitada tiene que morir por estar paralizada. Había una que se llamabaMillion Dollar Baby en la que una mujer se queda tetra y elige valientemente la muerte en vez de una vida imperfecta.

Así que te lo pregunto otra vez, Hollywood, ¿qué tiene de malo mi vida? ¿Por qué crees que querría morir?

Estás ahí con tus cuerpos capacitados y miras a las personas que van en silla y sientes pena por nuestra tristes vidas, pero la verdad es que tienes miedo.

No quieres ni imaginar que algún día pasaras a ser uno de nosotros. Crees que puedes ser perfecto y que preferirías morir antes que tener partes que no funcionan bien.

Pues me parece muy triste.

La idea de cómo es mi vida te molesta tanto que ni siquiera muestras lo que hay de verdad en ella en Yo antes de ti.

¿Se molestarían las personas o les parecería extraño si mostraras a una persona siendo trasladada dentro de un coche o usando una silla para el baño o a alguien que necesita un poco de ayuda con una rampa? Piensas que eso hace parecer débiles a las personas como yo y a ti no te va eso de la debilidad.

¿Os habéis documentado siquiera? ¿Habéis preguntado a personas que van en silla de ruedas si preferirían ser un cadáver antes que un lisiado? Es sólo una palabra. Ya deberías haberlo superado.

Ya piensas que yo querría morir, así que, ¿qué más te da qué palabra use para mí misma?

Una señora me dijo una vez que era humillante usar esa palabra y que en vez de eso debería decir “de capacidad diferente”.

Me parece una tontería. Mis piernas no funcionan. Estoy lisiada. Es un hecho de mi vida y tú deberías aceptarlo.

Lo políticamente correcto se usa para que los capacitados se sientan más cómodos con la idea de mi existencia, pero no es para mí.

Si de verdad te importara algo lo que yo pensara y me quisieras tratar como a una persona, entonces no harías películas sobre cómo lo más bonito que podría hacer por mi familia sería quitarme de en medio. Debería daros vergüenza.

Puede que no creáis en Dios. Tampoco tenéis por qué, y yo no puedo obligaros. Pero yo sí creo y, gracias a eso, creo en el valor de todas las personas.

Creo que todos estamos hechos a Su imagen y semejanza. Por esto creo que todas las personas tienen una dignidad.

Si crees que las personas sólo reciben su valor de otras personas, entonces las otras también pueden quitárselo. Pero si tu valor viene de Dios, entonces nadie tiene derecho a decir que alguien que ande es más digno que otro que no ande.

Tal vez deberías buscar a Dios otra vez, porque vivir sin Él te ha vuelto cruel.

Podría haber sido una gran película. Podría haber sido una historia de amor entre dos personas, donde una de ellas resulta que usa una silla. Pasa constantemente. Los enamorados no piensan en la silla. Son los demás los que le dan tantísima importancia.

La cosa de las sillas es que son sólo eso, cosas. Son mis piernas. Así me muevo. Y ya está.

Mientras tú estás ahí sentado en tu oficina llorando por la valentía del tío ese que se mata y abandona en su pena a todos los que tiene alrededor, que me parece bastante egoísta, yo voy a estar ahí fuera viviendo la increíble vida que ni siquiera te has molestado en saber que es posible.

Tengo amigos, hacemos fiestas de pijama, vivo una vida normal. Una vida que no me hace querer morir. Me hace feliz que sea mi vida.

Y si quieres ver lo que de verdad es una vida en silla de ruedas, puedes venir a pasar el rato conmigo en julio a Venice Beach, California, mientras defiendo mi título de WCMX  de motocross en silla de ruedas.

Porque mientras tú estabas pensando que vivir en silla de ruedas te haría desear la muerte, yo estaba demasiado ocupada convirtiéndome en patinadora profesional, aprendiendo a hacer caballitos, a grindar y a hacer backflipsen el skate park.

Todas esas ideas que tienes de estar “confinado” en una silla son equivocadas. Mi silla no sólo vuela al bajar por las rampas, también me enseña quiénes son los auténticoshaters.

Así que no mires ahora, porque te está apuntando directamente a ti.

Espero que tu próxima historia sea mejor que ésta.

Por Ella Frech

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«Jesús me salvó la vida»

Jennifer Case, ex actriz porno 

Tras 20 películas porno, drogas, abusos e infecciones sexuales… «Jesús me salvó la vida» 

«Jesús era la única manera de salir del porno. Su amor es increíble. Nunca había experimentado el amor de esa manera. Mi mente se renueva todos los días por él». 

Actualizado 23 junio 2013 

April Garris / The Porn Effect / Escuchar la Voz del Señor 

Jennifer Case dice que abandonó la industria del sexo hace cuatro años por la gracia de Dios, y su mensaje a los hombres es muy claro: “Hay una persona real al otro lado de las imágenes que ustedes están viendo, y ustedes están destruyendo su vida y las vidas de sus hijos”. 

En una entrevista-testimonio realizada por The Porn Effect, Case manifiesta desde su propia experiencia personal el daño que la industria del porno produce en las mujeres afectadas

Ella dice que fue traumatizada, oprimida y abusada, y que se enredó con las drogas y que necesitaba el dinero del porno para seguir teniendo acceso a ellas. 

Físicamente tenía que hacer frente a enfermedades de transmisión sexual: “Tuve muchísimas y diferentes infecciones todo el tiempo. Abandoné Hollywood, porque me enfermé mucho con clamidia. Me dolía tanto mi abdomen que tuve que volver a casa”, afirma. 

Ofrecemos la esencia de ese poderoso testimonio de conversión y curación.

– ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde que salió de la industria del porno?
– Oficialmente dejé la industria del sexo hace aproximadamente cuatro años después de tener un encuentro personal con Cristo, pero me detuve activamente de hacer porno acercándome a los 30 años, cuando me casé y tuve a mi hijo. No estuve mucho tiempo haciendo porno, pero usé mi título porno para venderme más a mí misma en otras áreas y funcionó. Utilicé mi experiencia porno para promoverme como bailarina y prostituta, etc.

Exactamente tenía 20 años cuando me mudé a Hollywood para entrar en la corriente principal del porno.

– ¿Qué edad tenías cuando empezaste en la industria del porno, y cuánto tiempo estuviste?
– Yo era muy joven, apenas 18 años, cuando empecé a hacer porno y diría que lo he hecho de vez en cuando durante unos 10 años. Yo realmente no sabía cómo cuidar de mí misma y parecía ser una manera fácil de sobrevivir. He estado en la industria del sexo durante unos 15 años. Les encanta aprovecharse de las jóvenes que necesitan dinero. 

– Aproximadamente, ¿cuántas películas ha hecho?
– Yo probablemente he hecho alrededor de unas 20 películas. 

– ¿Le importaría describir cómo se metió en el porno?
– No se despierta por azar en una persona el ser una artista o interprete pornográfica. Siempre hay algo que le precedió. 

– ¿Puedes explicarnos los acontecimientos que condujeron a tu decisión de entrar en la industria del porno?
– Empecé por hacer otras cosas primero como bailar en un bar de desnudos, haciendo despedidas de soltero y acompañamiento. Necesitaba el dinero, no había terminado la escuela y vivía por mi cuenta en ese momento. Empecé a vivir ese estilo de vida en la industria del sexo por lo que finalmente alguien sugirió que hiciera porno, pagaban muy bien y era legal, así que decidí contactar con un agente local que me inició. El agente me organizó una escena en un hotel barato en Denver y así es como empezó todo. No tenía ni idea de donde me estaba metiendo en ese momento.

– ¿Qué es lo que más recuerdas de esa primera experiencia? ¿Fue muy traumático para usted?
– Esa primera experiencia fue extraña. Estaba preocupada por el hecho de que mi agente había utilizado documentos falsos que mostraban que me había hecho la prueba del VIH y otras enfermedades de transmisión sexual. También recuerdo a una estrella del porno que tenía que trabajar ese día, estaba allí, pero no podía hacer nada porque estaba enferma a causa de su faena en la industria del sexo. 

– ¿Qué hay de tu infancia? Conozco a un montón de chicas en la industria que tienen antecedentes de abuso sexual, violación, negligencia, o algún tipo de trauma. ¿Crees que alguno de los eventos en tu infancia te hizo más susceptible a la idea de entrar en el porno?

– Definitivamente creo que mi infancia jugó un papel importante para que luego entrara en la pornografía. Mi padre nunca estuvo a mi lado. Mis padres se divorciaron cuando tenía ocho años. A los 14 me escapé de casa y, finalmente, pase a ser tutelada por el Estado. Me mantuve dentro y fuera de los hogares de guarda, hogares de grupo, las instituciones, y otros lugares hasta que tuve 17 años. 

Me escapé mucho y pasé un tiempo en las calles donde me fue fácil meterme en problemas y mi vida nunca fue estable después de eso. Fuí expuesta a la pornografía a una edad muy joven, ví muchas veces revistas porno siendo niña. Muchas de las cosas que me sucedieron en mi infancia me encaminaron hacia una larga carrera en la industria del sexo.

– Hablas de que tu papá no estuvo presente en tu infancia. Sé que ese es el caso para la mayoría de actrices porno. Sé que fue para mí. ¿Cuál dirías que fue tu estado emocional durante tu carrera porno?
– En realidad es difícil de recordar mucho de lo sucedido. Creo que emocionalmente yo estaba, básicamente negando la existencia de la vida que hacia y me adormecía con marihuana, alcohol y otras cosas para no afrontar mi situación y tener que lidiar con mis sentimientos. 

Me encontré deprimida y mi comportamiento era errático y muy autodestructivo. Miro hacia atrás ahora y veo que había mucha ira y amargura allí. Yo era un verdadero desastre.

– Para muchas de nosotras, las drogas eran una parte muy importante de cómo afrontar ese estilo de vida. ¿Cómo te enfrentaste mental y emocionalmente a tener que trabajar en la industria del porno?
– Buscaba siempre alguna manera de escapar de la realidad con algo que actuara de anestésico. Muchos años elegí la droga. He sido una bebedora importante desde que cumplí 21 años mientras trabajaba en un bar de topless. También me di cuenta más tarde que el sexo era una droga para mí, y así me acosté con una gran cantidad de personas incluso cuando no estaba trabajando. 

La marihuana mezclada con licor y el sexo eran una mala combinación y me dejó vacía, sola y deprimida. Eso viene potenciado como mujer en ese estilo de vida, te das cuenta que no tienes que pagar las drogas o el alcohol, etc, porque siempre había alguien allí para proporcionártelos. 

Una cosa que recuerdo es tratar de separar el verdadero yo de la estrella del porno. Me convertí en dos personas y cada una aparecía cuando era su momento. Mi otra personalidad «Verónica» era sólo una fachada falsa para encubrir y proteger a mi verdadero yo para que yo pudiera hacer mi trabajo. Verónica era muy sociable, extrovertida y audaz.El verdadero yo, Jenni, no tanto.

– Jenni, una gran cantidad de gente que ve porno creen que las mujeres aman lo que están haciendo, y simplemente están actuando con sus fantasías. ¿Es esta realmente la verdad?
– Esta no es la verdad acerca del porno, es una mentira. Las mujeres que trabajan en el porno no aman lo que hacen y si dicen que les encanta, es una manera de convencerse a si mismas para sentirse mejor haciéndolo. 
Cuando hacía porno, quería que todo fuera lo más rápidamente posible y todo era para conseguir dinero para mí. Pensaba que hacía lo que tenía que hacer para sobrevivir en ese momento. Mis fantasías generalmente consistían en vivir una vida normal. Yo fantaseaba acerca de lo que sería la vida si no estuviera atrapada en esa pesadilla. Al ver porno está viendo una mentira que se hace para destruir.

– Cuando usted estaba en el porno, ¿cuál fue su opinión de los chicos que veían porno – o incluso los hombres en general?
– Llegué a odiar a los hombres en general y no tenía ningún respeto por los que veían porno.Pensaba que los hombres son perversos y sólo querían una cosa de la mujer y que trataban a las mujeres horriblemente. Pienso ahora de los hombres de manera distinta. Los veo como víctimas de la industria del porno. Sé que los hombres desean lo mismo que las mujeres: no el sexo sino el amor. Todos queremos amor

Todos tenemos un vacío que llenar, pero algunas personas tratan de hacer eso con el porno.Algunos hombres pagan un alto precio por su adicción a la pornografía con la pérdida de sus familias y el empleo. Es tan triste y trágico para mí. Sé que la pornografía destruye a las personas que la hacen y a quienes pagan para verla. Esto lo tengo claro ahora.

– Pero cuando estas en la industria del porno, en realidad no lo ves así, ¿verdad? Es, básicamente, no preocuparse ni por ti misma ni por cualquier otra persona. 
– Una no tiene ningún respeto por sí misma o por la persona con que estás. Todo es cuestión de dinero. Es todo cuestión de supervivencia. Entras en la industria, no te preocupas por ti misma, y cuanto más tiempo permanezcas en ella menos te preocupas por ti misma.

– Sé que realmente me odiaba a mí misma en el momento en que me fui. ¿Cuál fue el punto clave para ti? ¿Cuándo decides finalmente liberarte de todo eso?
– Muchas cosas pasaron a la vez y me sentí cribada en gran manera. Yo estuve dentro y fuera de la industria del sexo durante muchos años. Traté de salir muchas veces antes, pero siempre necesitaba el dinero y no sabía qué más hacer, así que volvía a ella. Por fin toqué fondo hara unos años. Lo perdí todo y las cosas no fueron bien nunca más. Había tenido suficiente de la venta de mi cuerpo y alma y no quería hacer eso nunca más.No sabía cómo iba a sobrevivir, pero no tenía alma para venderme más. Yo estaba muerta en mi interior. Este fue el punto más bajo en mi vida. Yo tenía un hijo en este momento y no quería arruinar su vida. Si yo no hubiera sido madre podría estar muerta. Creo que parte de mi motivación fue querer ser una buena madre para él.

– Decidiste dejarlo porque no podías aguantar más, pero estaban allí los temores…
– Fue muy difícil al principio pero poco a poco me fuí sintiendo muy bien, hasta que finalmente me dejé llevar y quedé liberada. Mi único temor era ser capaz de sobrevivir sin el dinero que me mantuvo enganchada. Me preocupaba cómo podría cuidar de mí misma y mi hijo. 

– Las dos sabemos que muchas de las niñas en la industria sufren de enfermedad mental. Yo sé que yo misma sufría de depresión grave, incluso después de salir de la industria. ¿Cómo describirías tu estado mental a la salida de la industria del porno?
– Ahora sé después de años que quedé traumatizada por ella. Fueron muchos años de permanente opresión y abuso de todo tipo. Cuando me fui y dejé las drogas mis emociones afloraron en carne viva por primera vez en años. Con los años, he sufrido depresión y ansiedad, entre muchos otros problemas, y tuve que recibir asesoría y tomar la medicación. Cualquier persona que entra en eso y ya tiene una enfermedad mental, sólo empeorará las cosas.

– ¿Qué pasa con los problemas físicos?
– Con los años sobre todo he tenído que hacer frente a enfermedades de transmisión sexual. Tenía muchas infecciones todo el tiempo. Salí de Hollywood, porque me afectó mucho la infección de clamidia. Mi abdomen me dolía tanto que tuve que volver a casa. Mis entrañas habían sido tan maltratadas, que en un momento, un médico de Planned Parenthood trajo a un grupo de pasantes a ver mi cuello dañado. Yo sabía que el «negocio» estaba haciendo pagar un peaje a mi cuerpo.

– ¿Cómo te has recuperado personalmente de tu tiempo en el porno? ¿Fue muy difícil?
– Siento que la única manera de recuperarme es estar con Dios en mi vida. Dios me da la esperanza que no tenía antes. Los últimos años han sido duros, pero valió la pena. Las cosas que me han ayudado han sido el apoyo constante de los demás, la oración, la Palabra de Dios, y mucho amor. Las cosas más difíciles han sido tratar de romper los viejos hábitos y conseguir un «trabajo real». Se trata de aprender a vivir de manera distinta y mejor. Creo que mi recuperación es una cosa permanente y que toma mucho tiempo. Estuve muchos años y me causé una gran cantidad de daño. Sé mucho más acerca del porno ahora que cuando lo estaba haciendo.

– ¿Crees que Cristo tuvo un papel importante en su recuperación?
– Sé que Jesús era la única manera de salir y permanecer fuera para siempre! Por una vez, tuve la esperanza. Jesús me salvó la vida. Su amor es increíble. Nunca había experimentado el amor de esa manera. Mi mente se renueva todos los días por él. 

Todas las mentiras que han gobernado mi vida están siendo reemplazadas por la verdad, la palabra de Dios. Me he dado cuenta de que Dios es mi padre y se hace cargo de mí. Ha empezado a arreglar las cosas en mí que se habían roto. Puedo ser más fuerte en mi fe todos los días. Él todavía está trabajando en mí. Creo que soy una mejor madre ahora. Yo no habría hecho nada de esto si no fuera por mi hijo pequeño. Quiero que sepa la verdad sobre la pornografía y trate a las mujeres con respeto.

– ¿Cómo ves tu recuperación? ¿Sientes que la parte más difícil ha terminado, o todavía percibes que todavía hay heridas que sanar?
– Creo que la parte más difícil ha terminado, pero todavía tengo que continuar mi proceso de curación que es probable que dure el resto de mi vida. He aprendido a vivir de una nueva manera y he estado aprendiendo cómo Dios trabaja. Una de las cosas que más sanación produce en mí es ayudar a otros afectados por el porno. Llegar a los demás me ayuda a sanar. El amor de Dios llena ese vacío ahora. Me dije cuando estaba atrapada en el porno, que si alguna vez salía (creía que nunca) que me gustaría tratar de ayudar a las mujeres de ese mundo. No hubo ayuda para mujeres como yo. 

– Entonces, ¿cómo te ves a ti misma en el futuro? Sé que eres voluntaria de la Fundación Rosa de la Cruz y llegas a otras chicas. ¿Te ves continuando por ese camino?
– Definitivamente pienso que ahí es donde Dios me quiere, que se remonta a esa pesadilla para ayudar a salvar a la gente de él. Cuando veo algunas de esas niñas, me veo a los 18 años. No había tal cosa como la Cruz Rosa cuando hice porno. Yo sé que la pornografía es un problema importante y parece que no se está haciendo mucho al respecto. Me encanta La Rosa de la Cruz y la Fundación seguirá trabajando con ellas. Hay una cierta manera de abordar la cuestión de la pornografía y la educación e informar a todos hace la diferencia. También estoy pensando en pasar de Colorado a California para ayudar con la causa.

– Eso es impresionante Jenni. Si se puede decir una cosa a los hombres que están leyendo esto ahora mismo, ¿cuál sería?
– Hombres, ¡Dios los ama! Yo también los quiero y siempre rezaré por todos ustedes, para que se rompan las cadenas. Ustedes son esclavos de la pornografía tanto como cualquier estrella del porno. Si ustedes están viendo pornografía o son adictos a ella, están tratando de llenar un vacío dentro de ustedes que sólo Dios puede llenar. Siempre que ustedes miran pornografía, están haciendo el vacío más grande, y destruirán sus vidas. 

El porno es un mal, una droga, un veneno y una mentira. Si piensan que pueden mantenerse en la oscuridad, Dios los llevará a la luz para acogerlos y sanarlos. Estas mujeres son preciosas y merecen ser amadas tanto como usted. Hay una persona real al otro lado de las imágenes que ustedes están viendo, y ustedes están destruyendo su vida y las vidas de sus hijos. Cada película porno tiene la hija de alguien en ella. ¿Y si fuera su niña? ¡En realidad, ustedes pueden estar asistiendo a la muerte de alguien! Actrices y actores pornos mueren todo el tiempo de SIDA, de sobredosis de drogas, a causa de suicidios, etc.Por favor, dejen de mirar pornografía.