Santa Claus le dio el regalo, y el pequeño murió entre sus brazos

Impactante experiencia vivida por un anciano Santa voluntario en un hospital

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Ser Santa Claus profesional es una experiencia muy gratificante… o impactante a veces. Eric Schmitt-Matzen, un estadounidense de 61 años tuvo una experiencia que le dejará marcado de por vida. El canal norteamericano ABC News cuenta su historia.

Papa Noel recibió una llamada urgente de una enfermera: “Hay aquí un niño pequeño que está muy mal. Va a morir dentro de poco. Está preocupado porque piensa que va a echar de menos la Navidad cuando se vaya”. Eric Schmitt-Matzen no se lo pensó y acudió presto al hospital.

“Me encontré con sus padres y con más seres queridos. Les pedí que por favor me esperasen fuera de la habitación porque quería parecer feliz y jovial. Y que —en el caso de que me acompañasen— si les entraban ganas de llorar, saliesen rápido porque si no, no podría hacer mi trabajo”, explicaba este lunes en esta entrevista el Santa Claus profesional.

Esta, según cuenta Schmitt-Matzen fue la conversación

¿Qué es lo que he oído por ahí? ¿Que crees que vas a echar de menos la Navidad?”. “No te preocupes. Los elfos tenían este regalo hecho para ti desde hace mucho tiempo”.

En ese momento Santa Claus le hizo entrega del regalo.

El niño miró a Santa y le dijo: “Me han dicho que voy a morir”.

La contestación de Schmitt-Matzen fue genial: “¿Me podrías hacer un favor? Cuando llegues al cielo, di que eres el elfo número uno de Santa”.

“¿De verdad que soy tu elfo número uno?”, contestó el pequeño y añadió: “Santa, ¿puedes ayudarme?”.

Santa Claus abrazó al niño y sintió las lágrimas del pequeño, conforme este dio su último suspiro.

Normalmente Schmitt-Matzen vuelve de su trabajo con una gran sonrisa y alegría, pero en este caso fue más complicado. Volvió en su coche en un mar de lágrimas: “Tuve que parar varias veces porque no podía ver nada, no sabía a dónde me dirigía”.

El Santa Claus profesional vivió un momento indescriptible que muestra la magia y la ilusión que tienen los niños. Por ello, ahora Schmitt-Matzen destaca que para ser un buen Santa lo importante no es la barba o el atuendo sino “tener sentimientos sinceros”.

¿Acaso no es una gran obra de misericordia lo que este hombre hizo por el pequeño moribundo?

Se lanza al agua y rescata a 20 refugiados

Héroe griego

Una mujer le quitó la ropa a su hijo para poder vestir a un bebé que él había salvado tras destrozarse el barco en el que viajaban las víctimas

ZOE ROMANOVSKY

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Era una mañana común y corriente para Antoins Deligiorgis, un sargento del ejército que vive en la isla de Rodas, un popular destino turístico al sur de Grecia. Después de llevar a los niños a la escuela con su esposa, los dos se detuvieron en un bar a orillas del mar para tomar café.Según The Guardian, poco después, un barco de madera de Turquía, que transportaba a 93 refugiados y migrantes procedentes de Siria y Eritrea, se estrelló contra unas rocas escarpadas de la orilla y se deshizo en cuestión de minutos. Ocurrió el pasado mes de abril.
 
“Parecía que fuera de papel”, dijo Deligiorgis. “Cuando me fui del café pasadas las 10, mucha gente se había acercado al lugar. Los guardacostas estaban ahí, un helicóptero sobrevolaba la zona, las ambulancias habían llegado, los pescadores se habían reunido en sus barcas. Sin pensar demasiado, hice lo que tenía que hacer. A las 10.15 me había quitado la camiseta y estaba en el agua”.
 
Deligiorgis es responsable de llevar a la orilla por su propia cuenta a 20 de los 93 refugiados.
 
“El agua estaba llena de aceite del barco y estaba muy amarga y las rocas eran resbaladizas y afiladas. Me corté gravemente las manos y los pies, pero lo único que podía pensar era en salvar a esa pobre gente”.
 
El hombre de 34 años no recordaba a cuántas personas había salvado, excepto a una mujer de 24 años de Eritrea, Wegasi Nebiat, cuyos padres habían pagado $10,000 para llevarla ilegalmente a Europa. Dejó Eritrea, un país con mala reputación por abusos contra los derechos humanos, hace muchos meses y viajó a Turquía a través de contrabandistas.Se unió a un grupo de refugiados en Marmaris, quienes fueron llevados a una playa apartada para comenzar el peligroso viaje a través del Mediterráneo.

El diario británico Daily Mail, informó que Wegasi fue tratada durante tres días por presunta neumonía, y en su cama de hospital, cuando enseñó la foto que mostraba su rescate a manos de Deligiorgis, dijo que no recordaba mucho.

“Me encontraba en el agua asustada y luego estaba aquí. Me siento afortunada. Tengo familia allá en casa y soy afortunada por haber sobrevivido”.

Cuando Deligiorgis vio a Wegasi en el agua, las olas eran fuertes y Wegasi estaba teniendo problemas para respirar mientras se aferraba a los escombros.

“Habían algunos chicos de la guardia costera alrededor de mí que habían saltado con su ropa puesta. Estaba teniendo dificultad para sacarla del mar. Ellos me ayudaron y luego, instintivamente, la coloqué sobre mi hombro”, recuerda Deligiorgis.

Deligiorgis, también rescató a una mujer que parió a un bebé sano en el hospital de Rodos, dijo que las habilidades de supervivencia y la técnicas que aprendió en el ejército lo ayudaron. No se considera un héroe – dice que simplemente hizo su deber “como ser humano y como hombre”.

La nueva madre de Eritrea piensa llamar a su bebé como Deligiorgis, el hombre que los salvó a ambos.

El sargento del ejército no es la única persona que arriesgó su vida para salvar a los migrantes. Manolis Stavris, un marino local, fue otro – el primero en llegar a la escena, de acuerdo a una historia delDaily Mail.

“Fuimos los primeros en ver el barco, pensamos que era de turistas. Cuando lo vimos estrellarse contra las rocas, contactamos a la compañía y nos dijeron que nos apresuráramos a salvar a la gente”.

Stavris vio una joven chica agarrada de un tubo con un bebé en sus brazos.

“Gritaba: «¡el bebé!, ¡el bebé!. Vi al bebé escurrirse de sus manos y lentamente descender hacia el fondo del mar, como plomo, como una piedra. El bebé llevaba mucha ropa. Me sumergí en el agua y lo agarré. Otras seis personas se lanzaron al agua después de mí”, dijo.

Y añadió: «No podía sentir el frío, ni nada. Sólo me importaba salvar a la gente. La criatura no emitía sonido alguno. Me miró como queriendo decir algo, la abracé y no pronunció palabra, ni siquiera lloró». «Nunca había visto algo parecido a lo que pasó ayer, sólo en la televisión. He viajado durante 38 años y nunca había visto nada igual”.

Incluso aquellos que permanecieron en la orilla estaban haciendo su mejor esfuerzo. Stavris recordó a una mujer griega que se encontraba de pie cerca del lugar que le quitó la ropa a su hijo para poder vestir a un bebé que él había salvado.

“Estamos muy orgullosos de ser griegos. Puede ser que no tengamos suficiente, que estemos muertos de hambre, pero en situaciones como ésta somos las mejores personas del mundo”.