Conozca a los 8 exorcistas de Madrid

NOMBRADOS POR EL CARDENAL ROUCO VARELA EN CADA UNA DE LAS OCHO VICARÍAS DE LA ARCHIDIÓCESIS DE MADRID

EXCLUSIVA: Conozca a los 8 exorcistas de Madrid

 Don Gabriele Amorth (en el centro) con el padre Salvador Hernández y José María Zavala, en la sala donde se hacen los exorcismos en Roma.
Don Gabriele Amorth (en el centro) con el padre Salvador Hernández y José
María Zavala, en la sala donde se hacen los exorcismos en Roma.

José María Zavala. No son agentes de la CIA, aunque lo parezcan, por el inexplicable secretismo con el que se está llevando su actuación. Son exorcistas nombrados por el cardenal Rouco Varela en cada una de las ocho vicarías de la Archidiócesis de Madrid con una sola misión: expulsar demonios.
He aquí, por fin, sus nombres y ubicación para uso de todas las personas afectadas: Alfonso Sánchez-Rey, párroco de Nuestra Señora de la Moraleja (Vicaría 1: Norte); José Ramón Fernández Aranda, párroco de San Romualdo (Vicaría 2: Nordeste); Jorge Ávila, párroco de la Iglesia de San Sebastián (Vicaría 3: Este); Padre Santos (Vicaría 4: Sureste); Padre Eduardo (Vicaría 5: Sur); Eutimio González (Vicaría 6: Suroeste); Antonio Benéitez (Vicaría 7: Oeste); y Javier Luzón, vicario parroquial de María Inmaculada y Santa Vicenta María (Vicaría 8: Noroeste).
De los ocho nuevos exorcistas, sólo dos son religiosos: Antonio Benéitez, carmelita, vinculado a la parroquia de Santa Teresa y San José; y Eutimio González, misionero oblato de María Inmaculada, destinado a su vez en la parroquia de San Leandro, en el barrio de Aluche.
Estos ocho “mosqueteros” de Cristo, el primer exorcista de la Historia, se enfrentan ya, desde hace aproximadamente un mes, a casos de posesión y/o afectación del demonio en todas sus variantes como consecuencia de maleficios, amarres satánicos, males de ojo, maldiciones, cartomancia, brujería…
¿Cómo contactar con ellos? Telefoneando al Arzobispado de Madrid o a la Vicaría a la que pertenezca su parroquia.
Los nuevos exorcistas han tenido a un gran maestro durante su breve período de formación teórica y práctica: el padre Salvador Hernández Ramón, exorcista de la diócesis de Cartagena (Murcia), que se ha desplazado a Madrid para instruirles en el uso de los sacramentales y con quien algunos de ellos han asistido a exorcismos.
La inmensa mayoría de los madrileños ignoraba hasta ahora la identidad de estos sacerdotes y el modo de acceder a sus servicios gratuitos. Algo insólito, comparado con el modo de actuar en otros países como Italia, donde el cardenal Angelo Scola nombró recientemente a seis nuevos exorcistas que se suman a los seis que ya había en Milán y cuya identidad no constituye secreto alguno. De la misma manera que todo el mundo sabe que don Gabriele Amorth es el exorcista oficial del Vaticano, o que el citado padre Salvador Hernández lo es de la diócesis de Cartagena.
De hecho, varios afectados por el demonio han contactado conmigo, tras leer mi libro Así se vence al demonio (Libroslibres), para que les pusiese en contacto con un exorcista ignorando que ya había nada menos que ocho ejerciendo en Madrid.
El cardenal Rouco ha tenido el gran acierto de nombrarlos ante las oleadas incesantes de almas desesperadas que pedían a gritos un sacerdote que les colmase de bendiciones para verse liberadas de las tremendas sacudidas del Maligno. Ojalá que su ejemplo cunda ahora en otras muchas diócesis españolas que ni siquiera cuentan con un solo exorcista.
“Es una necesidad imperiosa que estemos ahí”, asegura uno de los ocho nuevos exorcistas, respaldado en el anonimato.
Y añade, con una especie de nudo en la garganta: “No es un ministerio apetecible. Es difícil, porque el demonio es un enemigo muy inteligente, como ángel caído, y sólo desde la fe y el amor decide uno convertirse en exorcista”.
Sobre las recetas para combatir al demonio, este exorcista destaca “la Comunión con Dios en los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confesión habituales”, así como “la devoción a la Virgen y, en concreto, el rezo del Santo Rosario”.
Respecto a la Madre de Dios, manifiesta que “no puede desarrollarse una actividad pastoral como la nuestra sin encomendarse a su intercesión”. Y agrega: “El ritual establece que haya una imagen de la Virgen en el lugar donde se realicen los exorcismos y, nada más verla, la persona poseída reacciona con gran virulencia”.
Otras recetas contra el Maligno son, según este exorcista, “la lectura de la Palabra de Dios y la oración personal, junto con otras oraciones a San Miguel Arcángel y, por supuesto, la Cruz de San Benito siempre a mano, que lleva en el reverso un exorcismo escrito”.

PD: Para más información puede consultarse mi Facebook: www.facebook.com/josemariazavalaoficial

La oración de liberación del Papa en San Pedro

Exorcista oficial del Vaticano 

¿En qué consistió la oración de liberación del Papa en San Pedro? Responde el exorcista Amorth 

Actualizado 25 mayo 2013 

Aci

El padre Gabriele AmorthEl famoso exorcista de la diócesis de Roma (Italia), Padre Gabriele Amorth, analizó la oración que el Papa Francisco realizó sobre un mexicano poseso de 43 años en la Plaza de San Pedro el pasado domingo 19 de mayo, Solemnidad de Pentecostés.

En entrevista concedida a ACI Prensa el 22 de mayo, el sacerdote señaló que ese día «el Papa de buena voluntad se acercó y le hizo un exorcismo bajo forma de oración de liberación, no como el exorcismo clásico que se hace con el libro».

El mexicano, dijo Amorth, «es realmente un alma de Dios de la cual el Señor se sirve para reprochar a México por la legalización del aborto».

El Padre Amorth comentó además que él mismo realizó un exorcismo de más de una hora a este hombre mexicano antes que el Santo Padre rezara por él en la Plaza de San Pedro.

«Estoy informado bien sobre aquel joven. Un joven bueno, de oro, demuestra menos años de los que parece, tiene 43 años, casado, con hijos», agregó.

«Esta misma oración, la vi hacer por tres veces también a Juan Pablo II. El Papa Francisco impuso sus manos, oró y basta. Es suficiente», afirmó el Padre Amorth.

El famoso exorcista de la diócesis de Roma tiene 88 años y ha realizado más de 70 mil exorcismos durante los últimos 27 años. El número es alto porque realizar un exorcismo puede requerir múltiples sesiones y cada vez que se realiza se cuenta por separado.

Luego de la entrevista con ACI Prensa, el sacerdote hizo una serie de comentarios en la Fundación Lepanto de Roma, una organización católica que lo invitó para comentar sus dos últimos libros: «El último exorcista, mi batalla contra Satanás» y «El signo del exorcista, mis últimas batallas contra Satanás».

«Han notado que este Papa en sus primeros diez discursos breves, ha nombrado siempre a ‘su excelencia’ el diablo», dijo el exorcista en medio del ruido de la lluvia y los truenos que caían fuera del recinto.

«¿Qué es lo que hizo el domingo pasado? Como es normal en él, con su simplicidad, al terminar la Misa fue a pie a saludar a los enfermos, y un sacerdote mexicano le señaló la presencia de un joven poseído del demonio».

El Padre Amorth dijo además que «en esta oración de liberación que ha hecho a este joven en la plaza, el Papa no se escondió… Jesús hacía los exorcismos por la calle, en las casas, donde fuera».

«Yo he debido cambiar 23 sitios en Roma para poder hacer exorcismos. Quisiera que todos asistiesen a los exorcismos… he visto muchísimos sacerdotes que después de ver uno ya no tenían dudas sobre la existencia de Satanás… hace falta verlo».

El exorcista aseguró que la gente no cree en la existencia del demonio ahora y denunció que existen pocos sacerdotes que realizan la labor que él desempeña. «No hay casi exorcistas y esto ocurre por culpa de los obispos. Cuando un obispo no provee comete pecado mortal», indicó.

El misterio de Civitavecchia

El obispo, escéptico, cambió de opinión cuando la Virgen lloró sangre en sus mismas manos 

Santiago Velo de Antelo fue uno de los primeros españoles en visitarla, y descubre cómo le fue llevada a Juan Pablo II, y lo que dijo.

Actualizado 13 mayo 2012 

Carmelo López-Arias / ReL 

El 15 de marzo de 1995, el entonces obispo de Civitavecchia-Traquinia (hoy ya jubilado),Girolamo Grillo, tenía en sus manos la imagen de la Virgen que, según afirmaban diversos testigos desde hacía semanas, había llorado lágrimas de sangre.

El 5 de febrero, en su diario, monseñor Grillo, al tener noticia de la primera lacrimación (sucedida el 2 de febrero), había escrito lo siguiente: «Qué indigna la historia de las Vírgenes que lloran. Siempre hay alguien que se burla permitiéndose el capricho de mancillar los objetos sacros. Pobres de nosotros, dónde hemos ido a parar. Hasta el párroco hace caso a estas estupidecesMater Boni Consilii, ora pro me!«.

Y ahora, un mes después, sin haber perdido su escepticismo (aunque algo escamado, porque el exorcista de Roma, Gabriele Amorth, le había sugerido que no fuese muy escéptico en ese caso), Don Girolamo, que guardaba la imagen en su misma casa para las investigaciones en curso, se aprestaba a rezarle una oración, instigado por su hermana.

«Pasados unos instantes -cedámosle la palabra, también tomada de su diario- mi cuñado (yo personalmente rezaba con los ojos cerrados me dice: ´Mira, mira, ¿qué está sucediendo?´ La Virgencita había empezado a llorar por el ojo derecho: un reguero delgadísimo, poco más ancho que un cabello… Mi hermana, viendo palidecer mi rostro, grita a voz en cuello pidiendo ayuda… Casi desmayado me abato en una silla y me socorre el jefe de Cardiología de Civitavecchia, Dr. Marco di Gennaro, el cual constata también la presencia de la lágrima todavía fresca».

A partir de ese momento, el obispo se convirtió en el gran valedor del fenómeno, y en el principal respaldo de su credibilidad.

La  intervención de Juan Pablo II
Cuenta todo esto, con objetividad en los datos y trepidante ritmo de reportero, Santiago Velo de Antelo, politólogo y periodista, director de la revista Diplomacia 

analista político del Grupo Intereconomía. Se encontraba en 1995 en la Ciudad Eterna y fue uno de los primeros españoles en visitar el lugar del fenómeno, que entre nosotros sigue siendo hoy muy desconocido. Desde entonces no ha dejado de estudiarlo, y fruto de esos años de investigación ha publicado La Virgen que veneró Juan Pablo II (Homo Legens).

La lacrimación que presenció monseñor Grillo fue la última de catorce. La primera fue descubierta por casualidad por Jessica Gregori, una niña de cinco años, en una imagen que tenían en su casa, y que les había traído desde Medjugorje un sacerdote español, Pablo Martín, el párroco de la iglesia de San Agustín que frecuentaba la familia Gregori.

Tras quebrar su indiferencia, Don Girolamo, prosiguió la investigación que había iniciado sobre los hechos, y con su respaldo incluso Juan Pablo II solicitó que se la trajesen para venerarla. El 11 de junio, el Papa Wojtyla invitó a cenar a monseñor Grillo y posó una pequeña corona de oro sobre la cabeza de la Virgen y le puso un rosario: «Un regalo que me conmocionó y me hizo entender cuánto Juan Pablo II quería a aquella estatuita», cuenta el obispo en su diario. Luego estuvieron charlando y el Papa «habló sobre el significado de ese llanto. Tras la cena me ordenó que mantuviese esto en silencio y que un día yo debía contar al mundo que Juan Pablo II había venerado la imagen de la Virgencita de Civitavecchia. Le pregunté cuándo y me dijo que me daría cuenta yo solo«.

Y fue el año pasado cuando, ya retirado, el obispo de Civitavecchia se dio cuenta de que había llegado la hora, y lo relató.

Los datos del caso
Velo de Antelo recoge en estas páginas todos los elementos de juicio sobre lo sucedido en la pequeña localidad al norte de Roma. Los datos sobre la sangre (se sabe que es masculina, un hecho chocante que los intérpretes del fenómeno atribuyen a la íntima conexión entre Jesucristo y la Virgen), la inexistencia comprobada mediante escáner de cualquier mecanismo interior, los mensajes que Jessica transmitió a monseñor Grillo de parte de la Virgen y que él guarda como secretos -aunque afirma que se van cumpliendo-, los que recibió también el padre de la pequeña o el misterio de la exudación que sufre la segunda imagen de Civitavecchia.

Segunda, porque la primera, que pasó de casa de los Gregori a la iglesia de San Agustín, fue luego secuestrada por la Magistratura italiana. Entonces el cardenal Andrezj Maria Deskur, gran amigo de Juan Pablo II (y probablemente a instancias de este último, sostiene Velo de Antelo) hizo fabricar una réplica que, desde el 7 de septiembre de 1995 y hasta hoy, experimenta una rara trasudación de una especie de bálsamo, que afecta a la estatuilla y también a la gruta donde se aloja, y que despide un intenso perfume.

La Virgen que veneró Juan Pablo II es una obra indispensable para quien quiera hacerse una idea de cuanto sucede en Civitavecchia, unos hechos cuya relación con Medjugorje y con la figura de Karol Wojtyla analiza Santiago Velo de Antelo, conformando una narración impactante.

«Así se vence al demonio»

Prepublicación de «Así se vence al demonio»

Los exorcismos de Juan Pablo II en 1982 y 2000 fueron contra demonios de extraordinario poder

El nuevo libro de José María Zavala incluye relevantes declaraciones de Gabriel Amorth sobre ambos rituales y las circunstancias en que sucedieron.

Actualizado 21 marzo 2012

José María Zavala / ReL

Este martes sale a la venta Así se vence al demonio (LibrosLibres), de José María Zavala, un impactante testimonio de exorcistas y poseídos sobre la realidad de la posesión diabólica y las armas de la Iglesia para luchar contra ella.

El capítulo 3 («Yo he visto a Satanás») incluye una entrevista con Gabriele Amorth, el más prestigioso exorcista del mundo, que lo fue de la diócesis de Roma. En ella cuenta los dos exorcismos, al menos, que realizó Juan Pablo II siendo Papa, y contra demonios de gran poder que no salieron de sus víctimas tras el primer ritual celebrado por el Pontífice y requirieron muchos esfuerzos posteriores.

ReL ofrece, como anticipo de esta obra, la parte de la entrevista consagrada por Amorth al Papa Wojtyla.

Juan Pablo II fue el primer Papa en casi 400 años que se enfrentó, como usted, cara a cara con el diablo. Sucedió el 4 de abril, domingo de Ramos, de 1982, al inicio de su pontificado…
Lo recuerdo perfectamente. Yo conozco a Francesca, la joven que acudió aquella mañana a la audiencia papal en el Vaticano. Previamente, el obispo de la diócesis a la que pertenecía esa chica le preguntó a Juan Pablo II si estaba dispuesto a exorcizarla, a lo que el Papa asintió sin ningún problema. De modo que el Pontífice procedió poco después al exorcismo en su capilla privada del Vaticano. Francesca no hacía más que escupir y revolcarse por el suelo. Las personas que rodeaban al Papa no daban crédito a lo que veían: “¡Nunca habíamos presenciado una escena como la que se describe en los Evangelios!”, reconocían, admiradas.

Pero el primer impresionado resultó ser el mismo Papa, a juzgar por el testimonio del cardenal francés Jacques Martin, según el cual Wojtyla confesó luego a Ottorino Alberti, obispo de Spoleto: “Nunca me había sucedido algo semejante en mi vida”…
Juan Pablo II decía, en efecto: “Todo lo que sucede en los Evangelios, sucede también hoy”. Pero además de pensarlo y decirlo, Juan Pablo II acababa de experimentarlo por sí mismo. Su exorcismo fue de cierta eficacia aunque, siendo sincero, debo añadir que para liberar a Francesca se requirieron cinco años enteros de bendiciones.

¿Recuerda algún otro exorcismo de Juan Pablo II?
Uno mucho más reciente, acaecido en septiembre de 2000. Una chica de diecinueve años de un pueblo cercano a Monza, al norte de Italia, vino una semana a Roma para que la exorcizase junto con mi compañero y hermano Giancarlo Gramolazzo. La sesión se celebraba a primera hora de la tarde, de lunes a jueves. De modo que el miércoles por la tarde ella estaba comprometida con nosotros, pero no así por la mañana. Pensó en acudir entonces a la audiencia general con el Papa en la Plaza de San Pedro. En cuanto llegó allí, los guardias se percataron de que su actitud no era normal y la colocaron en primera fila, junto a los enfermos. Poco después, mientras el Pontífice impartía su bendición a una multitud de más de 40.000 peregrinos, la atractiva muchacha empezó a gritar como una posesa.

¿Intervino la Policía?
Los agentes intentaron tranquilizarla en vano, pues la chica, dotada de una fuerza sobrehumana, logró rechazar a varios de ellos. Gritaba palabras ininteligibles, profiriendo insultos contra el obispo Gianni Danzi, secretario general de la Gobernación del Vaticano, que trataba también de calmarla bendiciéndola con un crucifijo. Intuyendo que la muchacha estaba poseída, monseñor Danzi informó al secretario de Juan Pablo II, monseñor Stanislaw Dziwisz, quien finalmente se lo contó al Papa.

¿Y qué hizo el Papa?
Ordenó que retirasen a la chica a un lugar apartado, donde él mismo pudiese exorcizarla al término de la audiencia pública. Hicieron entrar así a la joven por el Arco de las Campanas, rodeando la Basílica de San Pedro, para conducirla finalmente hasta un lugar cerrado donde Juan Pablo II la exorcizó en presencia de sus padres, del obispo Danzi y de varios hombres que a duras penas podían sujetarla.

Aquella misma tarde, Giancarlo Gramolazzo y yo volvimos a bendecir a la muchacha acompañados de monseñor Danzi. Ella misma nos contó lo ocurrido por la mañana en el Vaticano. El exorcismo del Papa tuvo algún efecto beneficioso, pero no sirvió para liberarla del diablo. Juan Pablo II trató a la joven, eso sí, con inmenso cariño durante media hora, anunciándole que ofrecería por ella la Misa del día siguiente.

El jueves repetimos el exorcismo, durante dos horas. El demonio aludió entonces al encuentro celebrado la víspera con el Papa. Estaba contentísimo. Menudas carcajadas soltó el miserable. Indujo a la pobre muchacha a decirme: “¡Ni siquiera tu jefe [Juan Pablo II] ha logrado hacer nada conmigo!”.

¿Cuál fue el origen de la posesión?
La chica era un portento de bondad y de pureza.

¿Entonces…?
Ofrecía al Señor todos los sufrimientos atroces por la conversión de los pecadores.

¿Víctima de algún maleficio, acaso?
Yo creo que sí. Con tan sólo doce años quedó ya poseída… hasta que tuvo diecinueve. Pero insisto: cuando no se manifestaba la posesión, era buena y candorosa, ofreciendo su particular calvario por la expiación de las almas.

¿Tiembla Satanás cuando se invoca a Juan Pablo II en los exorcismos?
Una vez le pregunté al demonio: “¿Por qué tienes tanto miedo a Juan Pablo II?”. Me dijo que por dos motivos: primero, porque había desbaratado sus planes con la caída del régimen comunista en Europa; y segundo, porque le había arrebatado las almas de muchos jóvenes durante su pontificado. Acto seguido, al preguntarle por qué temía también a la Virgen María, me contestó: “Porque he sido muy humillado y vencido por una criatura humana”.