Matricula a su hija en un colegio católico

En el Sagrado Corazón en Nueva York 

La ex esposa de Cruise se aleja de la Cienciología y matricula a su hija en un colegio católico 

El colegio está regentado por unas monjas de la congregación del Sagrado Corazón y se encuentra en Nueva York. Tiene fama de estricto. 

Actualizado 20 julio 2012 

Forum Libertas

La ex esposa de Tom Cruise, que se ha reencontrado con su hija por primera vez desde su separación, ha matriculado a la pequeña en un colegio de monjas católicas en Nueva York.

La que fuera hasta hace poco esposa de Tom Cruise, Katie Holmes, quiere romper definitivamente con cualquier aspecto que pueda relacionarla a ella o a su hija con el mundo de la Cienciología, al que sigue perteneciendo el actor.

Así, según informan los diarios británicos Daily Mail y The Sun, Katie ha matriculado a su hija Suri en elcolegio católico Sagrado Corazón de Nueva York, regentado por monjas. El plan de estudios de este centro, cuya matrícula cuesta más de 31.000 euros al año, es muy estricto, a demás de requerir la asistencia obligatoria a misa los jueves.

Holmes se ha decidido por un centro de mojas con el fin de que la pequeña Suri tenga una educación católica, en lugar de contemplar ni tan siquiera la posibilidad de que asista a un colegio de la Cienciología que eligió Tom Cruise, publican ambos medios.

De esta manera, Katie sigue en su lucha para poner barreras entre la Cienciología y ella y su hija, algo que evidentemente inició con el divorcio del también ex marido de Nicole Kidman.

Katie está intentando comenzar una nueva vida en la ciudad de los rascacielos, a pesar de que se ha llevado algún que otro susto, como el pequeño accidente en el que chocó con un camión después de ir a recoger a Suri de sus clases de ballet.

Se da la circunstancia de que Suri no es la primera alumna famosa que pasa por las aulas del Sagrado Corazón de Nueva York, ya que antes que ella asistieron de pequeñas a este mismo centro alumnas como la cantante Lady Gaga o la heredera de una cadena hotelera Paris Hilton.

Reencuentro entre Tom y Suri

Por otra parte, Tom Cruise ha podido reencontrarse por primera vez con su hija tras el divorcio de Katie Holmes. El actor necesitaba ver a su Suri e hizo un descanso en el rodaje de Oblivion para reunirse con la pequeña en Nueva York.

También su hija añoraba los brazos de su padre, a los que se aferró fuertemente cuando él fue a recogerla. Con un brazo se sujetaba a su cuello y con el otro agarraba fuertemente su peluche. 

Padre e hija se dirigieron al hotel Greenwich, donde se cambiaron de ropa y esperaron la llegada de la hermana de Cruise, Cass Mapother, quien llegó con un cargamento de juguetes.

Tom y Katie no tuvieron ningún tipo de contacto durante los 5 minutos que tardo el actor en pasar a recoger a la pequeña, o al menos, esto es lo que ha asegurado la web TMZ.

Tom y Suri fueron vistos por última vez juntos en público el 16 de junio, cuando cenaron en Sushi Samba en Reykjavik, Islandia, junto con Katie, por lo que padre e hija llevaban cerca de un mes sin verse.

Tras su separación y tan solo dos semanas después de hacerla pública, Tom y Katie llegaron a un acuerdo de divorcio, en el que la actriz se quedaba con la custodia de Suri, sin trascender más detalles sobre la negociación.

Rompe con la Cienciología y vuelve al catolicismo

Golpe de timón 

Tras divorciarse de Tom Cruise, Katie Holmes rompe con la Cienciología y vuelve al catolicismo 

La ex mujer del protagonista de ´Misión imposible´ se inscribe en la iglesia de San Francisco Javier. En su divorcio hay una cláusula que contempla que su hija, Suri, no podrá asistir a ningún acto relacionado con la secta de los famosos.

Actualizado 16 julio 2012 

Forum Libertas 

Apenas unas semanas después de divorciarse de Tom Cruise, Katie Holmes ha decidido romper por completo con la Cienciología y abrazarse de nuevo al catolicismo. Para ello, la ex mujer del protagonista de Misión imposible se ha inscrito en la iglesia católica de San Francisco Javier, donde los feligreses ya le han dado su bendición.

Según informa el Daily Mail, al inscribirse en la iglesia católica de Nueva York Holmes ha dado el adiós definitivo a la Cienciología, la secta que le ha costado el matrimonio a Tom Cruise.

Su decisión también supone alejar a su hija Suri, de seis años, de la influencia de las creencias de su padre, que tanto le han preocupado y sobre las que muchos ex miembros han alertado a Holmes.

El temor de Katie Holmes a la Cienciología ha hecho que haya insistido en una cláusula inamovible de su divorcio con respecto a Suri. La niña no podrá ir a la iglesia de la Cienciología ni a ningún acto o fiesta relacionada con la misma

A partir de ahora, Katie y Suri volverán a ser seguidoras de Jesucristo en la iglesia de San Francisco Javier, donde ya las esperan entusiasmados. “Todo el mundo está encantado de tener a Katie con nosotros. Aún no ha asistido a un servicio, pero cuando lo haga ella será recibida con los brazos abiertos”, aseguran.

Cabe recordar que el catolicismo es la religión que practicaba la actriz antes de casarse con Cruise, quien, a su vez, lleva más de 30 años como fiel seguidor de la iglesia que fundó Ron Hubbard.

Nicole Kidman, su aliada

Por otra parte, Katie Holmes ha contado durante su ruptura con el apoyo de la anterior esposa de Tom Cruise, Nicole Kidman, y ambas han acabado convirtiéndose en buenas amigas.

Según publica la revista estadounidense US Magazine en su edición en papel, la protagonista de Australia se habría convertido en un pilar fundamental para la madre de Suri en los últimos tiempos.

“Han estado hablando durante las últimas semanas”, asegura una fuente cercana a las actrices en la publicación norteamericana. “Nicole ha estado apoyándola, diciéndole que la ayudaría en todo momento y que estaría allí con ella”, añade.

A pesar de la delicada situación actual, parece que la relación de amistad entre las estrellas de Hollywood viene de largo. Kidman y Holmes comenzaron a entablar conversaciones aproximadamente en el año 2006.

Además, Kidman también pasó por esas fechas por un proceso parecido al de Holmes, ya que tras su separación de Tom Cruise la actriz abandonó la iglesia de la Cienciología y regresó al catolicismo. “Soy católica y la religión es parte de mi vida. La fe me da fuerzas”, decía entonces.

¿Hay algo peor para la familia que el divorcio?

Las estadísticas lo demuestran

¿Hay algo peor para la familia que el divorcio? Sí, no casarse por miedo al fracaso

Las estadísticas indican que casarse razonablemente joven (entre los 25 y los 30 años) es la mejor edad para afrontar con éxito el matrimonio.

Actualizado 31 marzo 2012

Pablo Ginés/Forum Libertas

En Madrid (datos de 2011) las mujeres se casan a los 33 años, y los hombres, a los 35. En Estados Unidos, la edad de matrimonio está en torno a los 27 años, pero se va retrasando más y más.

La enseñanza tradicional en casi todas las religiones de que lo mejor es mantenerse casto y esperar al matrimonio para tener relaciones sexuales, por el bien de la pareja y de los posibles hijos, se hace más difícil en una sociedad que se casa a los 35 que en una que se casa con 21 años.

Los horrores del divorcio
Y, sin embargo, muchos se enamoran profundamente con 18 o 20 años. ¿Cuánto pueden esperar a casarse? La realidad es que en Estados Unidos, primero, y poco a poco también en Europa, la sociedad se ha ido concienciando de los horrores del divorcio, con su reguero de niños dañados, de parejas peleadas, de efectos educativos nocivos, de secuelas emocionales…

Pero este miedo al divorcio no lleva a la gente de a pie ni a las instituciones a reforzar el matrimonio, a prepararse para luchar por crear uniones sanas.

Miedo al divorcio
Más bien el miedo al divorcio lleva a no luchar en absoluto: a no comprometerse. El divorcio es malo para la familia, pero el miedo a casarse por miedo a divorciarse es peor. Todo junto hace que el matrimonio retroceda. Las parejas o no se casan o esperan muchísimo a hacerlo… y mientras tanto les pasa de todo.

Un estudio de 2011 de la Cornell University mostró que dos tercios de las parejas que cohabitaban no se casaban por miedo al divorcio y sus heridas. Pero la ruptura de parejas que cohabitan también deja heridas.

La cohabitación no tampoco ayuda a los niños
También estas parejas cohabitadoras tienen hijos (y cuanto más retrasen el casarse, más hijos habrá fuera del matrimonio: en EEUU la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio, excepto cuando las madres han tenido educación superior).

Los hijos de parejas no casadas que se rompen también sufren mucho: por lo general, el padre desaparece de sus vidas casi completamente. Otras veces, como los hijos de divorciados, han de crecer rápido y aprender a tratarse on semi-parientes, hermanastros y familiares de la/s nueva/s pareja/s de mamá.

Lo mejor: casarse entre los 22 y 25 años
A las parejas jóvenes y enamoradas, que con pasión y entusiasmo se casarían jóvenes, se les desanima diciéndoles que los que se casan jóvenes fracasan matrimonialmente.

Sin embargo, en el reciente libro «Premarital sex in America», de Mark Regnerus y Jeremy Uecker, se recuerda que esto solo es así para los que se casan MUY jóvenes. Más concretamente: los que se casan a los 21 años o después ya no entran en las estadísticas de mayor ruptura. Si la gente se casase con 21 años, en vez de con 35, no habría más divorcio del que hay actualmente. Y lo que es seguro es que habría más matrimonio.

Casarse joven es bueno
Más aún, en «Premarital Sex in America» se analizan cinco encuestas sobre felicidad matrimonial y la conclusión es rotunda: los que se casaron entre los 22 y 25 años expresan más satisfacción conyugal en todos los aspectos que los que lo hacen más tarde. Casarse razonablemente joven es estadísticamente bueno y disminuye la etapa de exposición al sexo prematrimonial.

Maniáticos del control bajo la ilusión materialista
Eve Tushnet, en «The American Conservative» plantea que, al menos en Estados Unidos (pero podríamos aplicarlo a España) los jóvenes quieren tener sensación de control, de seguridad, de dominio del futuro… y esa sensación la quieren basar en lo material, el dinero.

La forma de demostrar que podemos casarnos es demostrar que tenemos una magnífica economía con una boda de ensueño, carísima. Hasta las mujeres de menos ingresos, directamente pobres, asocian casarse con gastar mucho dinero en una gran boda. Cuanto más gastan en la boda, mayor es la sensación de que hay un verdadero compromiso entre la pareja, no como cuando simplemente convives… porque la cohabitación no se celebra con ningún gran gasto.

Pero esto no es celebrativo y gozoso, sino engañoso y muy materialista. Expresa confianza en el dinero… y hasta que no hay mucho, no hay boda, porque no hay control. Eve Tushnet reivindica sin embargo que «el matrimonio, como la paternidad, trata sobre todo de la aceptación, el perdón y la flexibilidad ante los cambios y los traumas«. Es decir, voluntad de adaptarse a lo que venga… no falsa seguridad basada en un control que nunca existirá.

El miedo no basta; hace falta esperanza
Por último, saber que el divorcio es una solución desastrosa y que debe evitarse no es suficiente para generar una sociedad sana. El miedo no es un buen maestro.

Es fácil imaginar una sociedad que sea cruel con los divorciados… y que al mismo tiempo genere miedo al matrimonio. Así, por miedo al divorcio se extiende el mito de que «es mejor cohabitar antes» (algo que han refutado mil estudios pero la gente sigue sin creerlo) y se podría llegar a castigar socialmente (con chismorreos, malas miradas, mala imagen) a los que viven noviazgos castos por no haber cohabitado. Igual que se podría castigar socialmente a los que se casan con 21 o 23 años. ¡Las conductas que favorecen matrimonios fuertes!

El miedo al divorcio puede llevar a que menos se casen, igual que el estigma contra los hijos fuera del matrimonio puede llevar a más aborto. Así, por miedo a dos cosas malas, se cae en otras dos que también lo son, o incluso peores. Estigmatizar no es buena solución por sí misma.

«Lo que la gente necesita es esperanza: saber que los matrimonios pueden perdurar, no porque los esposos fueron muy inteligentes en su inicio, sino porque pueden ser suficientemente amables y flexibles durante muchos y largos años tras la boda».

Una cita a solas con el cónyuge previene el divorcio

Lo confirma un estudio

¡Queda con tu mujer!: una cita semanal, a solas con el cónyuge, previene el divorcio

Quedar con la pareja mejora la comunicación, fortalece el compromiso, quita estrés y no tiene por que ser caro. Quedar no siempre es salir.

Actualizado 27 febrero 2012

Pablo Ginés/Forum Libertas

Es una de las «reglas de oro» del Curso Alpha para Matrimonios, un consejo frecuente en los Centros de Orientación Familiar y una experiencia que miles de parejas han comprobado, pero ahora lo confirma un estudio de la Universidad de Virginia (aquí en PDF en inglés): los matrimonios que quedan para una cita solos, aunque sea una sola vez a la semana, ven reducido su riesgo de divorcio casi por la mitad. Los datos se han recogido en Estados Unidos (1.600 parejas de 18 a 55 años, en 2010-2011, combinados con sondeos de 10.000 aultos, de 1987 a 1994), pero la España de la crisis, el divorcio exprés y los horarios alocados puede perfectamente aplicarse la receta.

La pregunta del estudio era «¿cada cuanto pasa usted tiempo solo con su pareja, charlando o compartiendo una actividad?»

Las palabras clave son «solo con su pareja» (no valen las salidas con amigos, parientes ni los niños) y «compartiendo». W.Brad-Wilcox, co-autor del estudio, insiste en que no hace falta salir a cenas caras ni alquilar un viaje en globo… «Mientras estés tan concentrado en tu cónyuge como en tus niños, tu trabajo o tus jueguecitos del iPhone, ya vale. Se trata de que hablen cara a cara. Puede bastar con jugar a algo los dos solos después de acostar a los niños».

Pero en Estados Unidos, las compañías de descuentos para actividades como Groupon o LivingSocial responden que «es difícil animar a tu esposo a jugar al Monopoly contigo si está cansado del trabajo y ya acomodado en casa, se habrá quedado dormido». Por eso, dicen, es mejor «salir», tener una cita con antelación… y ofrecen descuentos de hasta el 60% en cenas ¡o alquiler de viajes en globo! También apuntan que el estudio demuestra que las actividades originales y novedosas unen más a las parejas.

El estudio muestra que cuanto más tiempo «de calidad» se comparta, menos riesgo de divorcio hay. Los que tienen una cita semanal se divorcian al 15%… parece mucho, pero es que los que no se citan con esa regularidad lo hacen al 25%.

Puestos a analizar el «poder protector» de las citas con el cónyuge, los sociólogos encuentran lo siguiente:

1) Mejoran la comunicación
Al poder hablar sin la distracción de los niños y el trabajo, la cita les permite hablar de las cosas que les importan y motivan: sus sueños, aspiraciones, también temores… Si hablan de sueños, pueden compartirlos, buscar objetivos comunes. Si hablan de problemas, lo hacen de forma constructiva y tranquila, proactiva, que es mejor que reaccionar por instinto y con prisas rodeado de niños o agobios. [Algunos manuales, como Alpha para Matrimonios, recomiendan que las citas sean agradables, y no se usen para hablar de problemas, pero en cualquier caso debe primar siempre la necesidad de compartir entre cónyuges]. Además, la comunicación estable permite descubrir que el cónyuge cambia, que ya no piensa o desea o teme como 10 o 20 años antes. Una mejor comunicación es clave del éxito matrimonial.

2) Disfrutar de la novedad
Las parejas con años de relación tienden a «acomodarse» y perder la emoción. Los estudios demuestran que hacer juntos cosas novedosas (desde montar a caballo a pasear por la montaña, bailar o ver puestas de sol) borra la rutina, y une a los cónyuges en un reto compartido, divertido y emocionante.

3) Mejora la relación romántica y sexual
Las citas añaden creatividad y emoción, y al permitir el diálogo, puede ayudar también en este campo, animar a probar cosas nuevas, nuevos ambientes, etc…Todo ello fortalece el matrimonio.

4) Mejora el compromiso
Si hay al menos un día comprometido para «nuestra cita semanal», queda claro que se marca una prioridad. Los abuelos que quedan cuidando a los niños, los amigos del trabajo que saben que el martes por la tarde «ellos quedan solos, no pueden venir a lo nuestro»… Todo refuerza la sensación de unidad y la importancia de trabajar por ella. Queda claro que para cada cónyuge, el otro es una prioridad.

5) Se aligera el estrés
Salir a divertirse en pareja, o meramente relajarse juntos, quita estrés, y eso es bueno para el matrimonio, siempre amenazado por enfermedades, problemas de dinero, broncas en el trabajo, etc… Permite ver al otro sin cargas de irritabilidad o cansancio o agobio, y eso ayuda a mantener el amor conyugal.

Un resumen del estudio lo puede ver aquí (en inglés).