El milagro del Cojo de Calanda

La Virgen del Pilar y Miguel Juan Pellicer

El caso de la pierna amputada y reimplantada en pleno siglo XVI… el milagro del Cojo de Calanda

Actualizado 10 octubre 2014

Álex Rosal / Cari Filii

El cuadro "El milagro de Calanda" pintado por la religiosa Isabel Guerra
El cuadro «El milagro de Calanda» pintado por la religiosa Isabel Guerra

Hace 374 años una noticia asombró a media Europa y reclamó el interés del Rey Felipe IV de España, de la Santa Sede y de la mayoría de los reinos de occidente. De boca en boca circulaba como la pólvora un suceso inverosímil y desafiante. Algo mágico y extraordinario. Irreal. Humanamente imposible. El romance popular decía: 

Miguel Pellicer/ vecino de Calanda/ tenía una pierna/ muerta y enterrada./ Dos años y cinco meses,/ cosa cierta y probada,/ por médicos cirujanos/ que la tenía cortada…

Miguel Juan Pellicer, vecino de Calanda
La historia es la siguiente: un joven de veintitrés años llamado Miguel Juan Pellicer, vecino de Calanda, población situada en el bajo Aragón, había sufrido un accidente en el campo mientras recogía trigo. Una rueda de carro pasó por encima de su pierna derecha haciéndola añicos. Completamente gangrenada, le fue amputada cuatro dedos por debajo de la rodilla en el hospital público de Zaragoza. 

Los cirujanos que le atendieron se pusieron manos a la obra para cauterizar el muñón con un hierro al rojo vivo. La pierna fue enterrada, como era costumbre, en el cementerio del hospital. En aquella época había un acentuado sentido espiritual por el cual se consideraba que el cuerpo estaba destinado a la resurrección, así como todos sus miembros, y que por lo tanto las partes mutiladas debían ser tratadas con respeto, y no como simple elemento de desecho. Por ese motivo se encargó al practicante del hospital Juan Lorenzo García, enterrar la pierna “en un hoyo como un palmo de hondo”, de unos veintiún centímetros, medida típica aragonesa. 

Sin pierna pasó a ser mendigo en el Santuario
Tras abandonar el hospital con una pierna de madera y dos muletas, Pellicer se vio abocado, para poder sobrevivir, a pasar del prometedor oficio de agricultor a un mendigo de los muchos que había por entonces. Logró el permiso de los canónigos del Pilar parapedir limosna a la puerta del Santuario, siendo provisto de un documento especial que le asignaba la categoría de “mendigo de plantilla”. 

Cada mañana Miguel Juan realizaba el mismo ritual. Tras asistir a la Eucaristía en la llamada Santa Capilla, se acercaba a una de las lámparas de la iglesia, cogía un poco de aceite y se frotaba el muñón varias veces a modo de masaje. Salía a la calle y se colocaba en la puerta del templo con la prueba de su desgracia bien descubierta, lo cual despertaba la compasión y simpatía de los cerca de ocho mil personas que se acercaban todos los días a visitar a la Pilarica. 

Pellicer era conocido por casi todos
Para una ciudad tan pequeña como la Zaragoza de entonces, con una población que apenas llegaba a las 25.000 personas, no era de extrañar que Pellicer, colocado siempre en la arteria principal de circulación, como era el Pilar, con su muñón al aire en un cuerpo joven y robusto, llamará la atención y fuera conocido por casi todos los mañicos del lugar.

El milagro de los milagros
El joven lisiado decidió un buen día poner fin a la dura vida de mendigo que había llevado durante dos años, para tomar rumbo a la casa de sus padres en Calanda e intentar reconducir su existencia con más dignidad. Ya en su hogar, el 29 de marzo de 1640, sucedería algo extraordinario que más tarde sería calificado como el gran milagro, o el milagro de los milagros. Entre las diez y las once de la noche, mientras dormía plácidamente, le fue reimplantada repentina y definitivamente la pierna derecha que dos años antes le habían amputado. No tuvo lugar un crecimiento de la pierna, sino una reimplantación de su miembro. Un suceso único en el mundo y difícil de asimilar. 

Una fragancia…
Tras notar “una fragancia y un olor suave nunca acostumbrados allí”, la madre de Miguel Juan alertó a su hijo de tener dos pies, “uno encima de otro, cruzados”. El revuelo en la casa contagió al vecindario y, éste, lógico, al pueblo entero. En casa de los Pellicer no cabía un alfiler. Había un alboroto festivo. 

Soñaba con la Virgen
El joven comentó que cuando le despertaron soñaba que “estaba en la Capilla de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza untándose la pierna derecha con el aceite de una lámpara, como lo había acostumbrado cuando estaba en ella”. 

Sin explicación científica
Pellicer no dudó un instante en atribuir la reimplantación de su miembro a la intervención de la Pilarica: “Antes de dormir me he encomendado muy de veras a la Virgen del Pilar”. Dos cirujanos, Juan de Rivera y Jusepe Nebot, fueron los primeros médicos en certificar, en la propia casa del protagonista, que ese suceso extraordinario e inverosímil no tenía explicación científica

Media Europa habla del Gran Milagro de Calanda
A las pocas semanas la historia de Calanda era la comidilla de media Europa y se reclamaba más información de los hechos. Se configuró como el tema estrella en muchas de las tertulias de entonces, aunque la transmisión oral de la misma no se ajustaba siempre a la realidad de los hechos, siendo enriquecida o transformada según la habilidad creativa del orador. 

Una investigación en toda regla
Ante la magnitud del asunto, el alcalde de Zaragoza, respaldado por todos sus regidores, solicitó formalmente a la Iglesia que abriera una investigación para esclarecer esos hechos, y se calificara de milagro “hecho por la madre de Dios del Pilar; de la restitución de una pierna, que a un pobre mozo de Calanda le cortaron en el Hospital de Nuestra señora de Gracia…”. 

Un proceso público y transparente
El arzobispo de Zaragoza, Don Pedro de Apaolaza, aceptó la petición del municipio y abrió formalmente el Proceso a dos meses y una semana de transcurrir el suceso. Su preocupación por la transparencia hizo que el Proceso fuera público y que la trascripción de todos los interrogatorios, objeciones, deducciones y otros testimonios fueran publicados con celeridad, y en lengua vulgar, o sea el castellano, para que toda la población tuviera acceso directo a esas investigaciones, pudiendo intervenir en el mismo para matizar o contradecir datos o testimonios. 

Declaración formal del arzobispo en favor del milagro
El 27 de abril de 1641 el arzobispo de Zaragoza firmaría la sentencia: “Declaramos que a Miguel Juan Pellicer, de quien se trata el presente Proceso, le ha sido restituida milagrosamente la pierna derecha, que antes le habían cortado; y que no había sido obra de la naturaleza, sino que ha obrado prodigiosa y milagrosamente; y que se ha de juzgar y tener por milagro por concurrir todas las condiciones que para la esencia de verdadero milagro deben concurrir…”. 

Un puñetazo directo a la razón…
Ante semejante relato es comprensible adoptar una cierta incredulidad, un arqueo de cejas o un semblante taciturno. Rompe todos los límites naturales y mentales. Es como un puñetazo que va directo a la razón. Es la manifestación del poder de Dios en toda su plenitud

Como decía Pascal: “El Dios cristiano ha determinado dar la suficiente luz a quien quiera creer, pero también el proporcionar la suficiente oscuridad a quien no quiera hacerlo. Si se nos descubriera por entero, no tendría mérito alguno por nuestra parte adorarlo. Si se escondiese del todo, la fe resultaría imposible…”. 

El milagro de Calanda es, posiblemente, el suceso más claro en donde Dios abandona su continuada penumbra para hacerse visible a la humanidad.

La canonización de Juan Pablo II podría ser en octubre

Falta la opinión de teólogos y cardenales

La canonización de Juan Pablo II podría ser en octubre tras aprobar los médicos el milagro 

La comisión médica ha reconocido que la curación es inexplicable. Si llega el visto bueno de los teólogos, Juan Pablo II será santo tan solo ocho años después de su muerte. 

Actualizado 23 abril 2013 

Andrea Tornielli / Vatican Insider 

11302_mosaico_de_juan_pablo_ii«¡Santo subito!»: la canonización de Juan Pablo II se está acercando a pasos agigantados y podría celebrarse ya el próximo mes de octubre. Durante los pasados días, la Comisión Médica de la Congregación para las Causas de los Santosde hecho ha reconocido que es inexplicable una curación atribuida al beato Juan Pablo II. 

Un presunto «milagro» que si es aprobado también por los teólogos y los cardenales, como es muy probable, hará que el Pontífice polaco desaparecido en el 2005 obtenga la aureola de santo en un tiempo récord, apenas ocho años después de su muerte.

Máxima discreción
Todo ha tenido lugar con un gran secreto, con la máxima discreción. En enero, el postulador de la causa, monseñor Slawomir Oder, presentó a la Congregación vaticana para los santos para un dictamen preliminar una presunta curación milagrosa. Como es sabido, tras la aprobación de un milagro para la proclamación como beato, el procedimiento canónico prevé el reconocimiento del segundo milagro.

Historiales clínicos
Dos médicos de la comisión vaticana han examinado previamente este nuevo caso, dando ambos su dictamen favorable. El dossier con los historiales clínicos y los testimonios, consecuentemente ha sido presentado oficialmente al dicasterio que lo ha incluido enseguida en agenda para su examen. Los pasados días ha sido discutido por una comisión de siete médicos, presidida por el doctor Patrizio Polisca, cardiólogo de Juan Pablo II, médico personal de Benedicto XVI y ahora del Papa Francisco. 

También la comisión médica ha dado su dictamen favorable, el primer vía libre oficial por parte del Vaticano, y ha definido por lo tanto como inexplicable la curación atribuida a la intercesión del beato Karol Wojtyla.

Falta poco para la canonización…
Se trata de la superación del primer obstáculo fundamental, dado que el presunto milagro tendrá que ser ahora aprobado por los teólogos y luego por los cardenales y obispos de la congregación, antes de ser sometido al Papa para el «sí» definitivo. Pero de todos modos, el de la comisión es el trámite que se considera más importante: ni los teólogos ni los cardenales entran de hecho en las valoraciones clínicas concernientes al caso.

El Papa Francisco a favor de la canonización de Juan Pablo II
Es evidente, por los pasos que ya han sido dados, la voluntad de la Congregación para las causas de los santos de proceder de manera veloz, como ya sucedió con la beatificación de Juan Pablo II, celebrada por su sucesor Benedicto XVI el 1 de mayo de 2011. Este carril preferente que sigue estando abierto para Wojtyla indica que también el Papa Francisco está a favor de la canonización del Pontífice polaco

20 de octubre de 2013… ¿posible fecha?
Todavía es prematuro hablar de fechas para la canonización, pero la rapidez con la cual está teniendo lugar el proceso del milagro deja todavía abierta la posibilidad de que se celebre el domingo 20 de octubre, aprovechando la fiesta litúrgica asignada al beato Wojtyla, fijada el 22 de octubre.

Papas santos
La canonización convertirá a Juan Pablo II en el segundo Papa proclamado santo en el último siglo, tras pío X. Otros dos Papas beatificados pero no declarados santos son Pío IX y Juan XXIII. Otro Pontífice que está viendo llegar su beatificación es Pablo VI: tras la conclusión del proceso ya ha sido presentado a la Congregación para las causas de los santos un milagro atribuido a su intercesión. Todavía se espera la indicación de un milagro para la causa de Pío XII. Mientras se encuentra en fase avanzada el proceso de Papa Luciani. La historia del papado del Siglo XX, como se ve, está atestada de aureolas.

Nuevas aportaciones sobre Garabandal (I)

Actualizado 22 febrero 2013

Me llega desde Garabandal un correo con datos de interés sobre las «apariciones y profecías de la Virgen», que ofrezco tal cual en tres post. En ello se precisa el tema de los Papas, el Fin de los Tiempos y la intervención del Padre Pío. Cada cual que juzgue lo que crea conveniente, pero lea los tres capítulos que iremos publicando.

Correcta interpretación de la Madre Mari Nieves, Superiora del Internado de Burgos en donde estuvo Conchita, la vidente: www.gloria.tv/

En los Pinos se siente la presencia de Nuestra Bendita Madre porque es un lugar que ha sido escogido por Dios. En tiempos de Serafín, el abuelo materno de Conchita, se hizo esta plantación, en 1925, cuando era presidente de la junta vecinal. Bendecidos entonces por el párroco don Angel Cosío, fueron especialmente los niños de Primera Comunión los que intervinieron en esta plantación. Desde entonces Dios ama mucho este lugar que le fue consagrado y ya desde entonces tiene relación con la Eucaristía.

Antonia González, tía de Conchita, testificó que:

En una ocasión, estábamos la madre y los familiares, en casa de Conchita y Conchita dijo: nosotras mismas lo hemos de negar y nos hemos de contradecir todos. Entonces será cuando vendrá el Milagro.

Yo (Antonia), le oí a Conchita en éxtasis:

— Cuando dejen de subir todos, cuando no lo crea nadie, ¿entonces harás el Milagro?… entonces vendrá el Milagro… cuando todo el mundo deje de creer; ni los sacerdotes lo creerán, ni nadie lo creerá,… ¿entonces vendrá el Milagro?.

 Esto lo he oído yo: nosotras mismas nos hemos de contradecir, las familias, etc. Eso lo he oído yo en casa de Conchita, eso es cierto.

Una noche, en casa de Ceferino, oí que hablaban con el Padre Andréu. Yo estaba allí y esa noche decían:

— ¿Se unirán las iglesias?, … las iglesias se unirán.

Decían que se llegarían a unir las iglesias. Eso decían, estando ellas en éxtasis; y que si no nos enmendamos, eso también lo oí, se apoderaría Rusia de todo. Las niñas dijeron eso, en éxtasis, eso lo oí yo (Antonia): que vendrían unos castigos muy grandes.

El Papa Juan Pablo II ha dicho públicamente lo siguiente en 1980:

«Debemos estar preparados para enfrentar grandes pruebas, que podrían exigir también el sacrificio de la propia vida por Cristo. Las pruebas podrían ser atenuadas por medio de sus oraciones y de las nuestras, pero no podrán evitarse, porque solamente por este medio podrá llevarse a cabo una verdadera renovación de la Iglesia, tal como ya ha ocurrido muchas veces que la Iglesia surgió de nuevo por medio de la sangre.

Tampoco será diferente en esta ocasión. Seamos fuertes y preparémonos, teniendo fe en Cristo y en su Madre. Oremos mucho y recemos con frecuencia el Santo Rosario».

Esto que dijo el Papa Juan Pablo II lo vivió él mismo en mayo de 1981 durante el atentado en el que le fue preservada la vida y se puede decir que toda su vida fue una oblación a Dios pidiendo Misericordia. Murió el 2 de Abril del 2005, en la Vigilia de la Misericordia Divina, un Primer Sábado de mes; el sábado anterior al Segundo Domingo de Pascua o de la Misericordia Divina, festividad que el mismo instituyó. Y entre las frases que dejó escritas para este día pedía a Dios así:

— Ten Misericordia de Nosotros y del Mundo entero.

Los individuos, familias, pueblos y naciones que se entreguen por completo en manos de la Misericordia Divina del Corazón de Jesús y se pongan bajo la protección de su Madre Santísima porque creen en Ella y en sus Apariciones, tendrán una especial protección en esta vida pero sobre todo en orden a la salvación de las almas.

 También Conchita quedó desconcertada con la noticia de la muerte del P. Pío, que debía «ver el Milagro». Pero unas semanas más tarde, el 16 de octubre de 1968, casi al anochecer, llegó a Garabandal un telegrama, que procedía de Lourdes y llevaba el nombre de una señora de Roma, a quien Conchita conocía; el telegrama urgía a ésta a ponerse inmediatamente en camino, para recibir algo de parte del P. Pío.

El Padre Alfred Combe y Bernard L´Huillier de Francia estaban en ese momento en el pueblo y accedieron a llevar a Conchita y a su madre a Lourdes. Partieron esa misma noche. Con el afán, Conchita olvidó su pasaporte. Al llegar a la frontera fueron detenidos durante seis horas, y sólo gracias a un pasaporte especial, firmado por el Gobernador militar de Irún, pudieron pasar la frontera hacia Francia.

En Lourdes se entrevistaron con los emisarios del Padre Pío de Italia, entre los cuales estaba el Padre Bernardino Cennamo, O.F.M. El Padre Cennamo no era realmente de San Giovanni Rotondo, sino que pertenecía a otro monasterio. Era, sin embargo, bien conocido por el Padre Pío y por el Padre Pellegrino; éste último fue quien cuidó al Padre Pío durante sus últimos años y quien escribió la nota para Conchita dictada por el Padre Pío.

El Padre Cennamo dijo a Conchita que no había creído en las apariciones de Garabandal hasta que el Padre Pío le pidió darle el velo que cubriría su cara después de su muerte. El velo y la carta fueron entregados a Conchita, quien preguntó al Padre Cennamo:

— «¿Por qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?»

El Padre le respondió:

— «El P. Pío vio el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo.»

Al regresar a casa, Conchita decidió escribir esto. Dice Conchita:

… Tenía el velo ante mis ojos mientras escribía cuando, de repente, toda la habitación se llenó con una fragancia. Había oído sobre las fragancias del Padre Pío, pero nunca les había dado mayor importancia. El cuarto entero olía con un perfume tan fuerte que comencé a llorar. Era la primera vez que me sucedió esto que ocurrió después de su muerte.

Hay una cinta magnetofónica, grabada por don Plácido Ruiloba en Garabandal el 16 de enero de 1963 en la que se le pregunta a Conchita por una carta que la niña decía haber escrito al Obispo:

— ¿Le ponías la fecha del milagro?

— No, porque entonces no la sabía.

— ¿Y desde cuándo la sabes, desde la semana pasada?

— No, desde ésta.

En una carta de Maximina del 15 de enero de 1963 dice:

«Conchita me dijo que Hoy le dijo el Ángel la fecha del milagro. Lo sabe ella y el hermano mayor nada más».

Dijo Conchita a su hermano Serafín en este mes de Enero de 1963:

— Para que veas que todo ha sido verdad, la Virgen me ha dicho que yo te diga esto…

Y le habló del Milagro, y le explicó en qué va a consistir. Conchita se lo puso luego brevemente por escrito, al dorso de una estampa del Niño Jesús. Le dijo que ocurrirá cuando se produzca un determinado acontecimiento en la Iglesia, que también le explicó. Sólo en este sentido supo Serafín la fecha del Milagro.

El Papa Juan Pablo II, con relación a profecías y anuncios de catástrofes, dijo durante un encuentro:

— nunca debemos pensar que es inútil hacer algo para mejorar la situación del mundo. 

El Papa tomó el Rosario y dijo:

— «¡Aquí está el remedio para esta enfermedad!. ¡Oren, oren y no hagan mas preguntas!. ¡Encomienden el resto a Nuestra Señora!».

Dice Conchita:

Yo con mucha emoción le iba pidiendo más a Jesús y le decía:

— ¿Para qué viene el milagro?, ¿Para convertir a mucha gente?,

Y Él me contestó:

— Para convertir al mundo entero.

¿Se convertirá Rusia?.

— También se convertirá, y así «todos amarán a Nuestros Corazones».

¿Por qué vienes a mi pobre corazón sin merecerlo?.

— Si no vengo por ti, vengo por todos.

San Juan Bosco vio a la Iglesia como un gran buque que, asediado por todas partes, estaba a punto de perecer, pero vio un Papa que lo amarró a los dos pilares que emergieron del mar, la Santísima Eucaristía y la Virgen María. Todos los que la asediaban y los que no siguieron a la Barca de Pedro se dispersaron y perecieron y la verdadera Iglesia se renovó mas gloriosa que nunca y tajo al mundo la PAZ.

El Papa Juan Pablo II fue quien proclamó el año del Rosario y el año de la Eucaristía con una confianza plena de que Dios, por medio de su Santísima Madre y por la Santísima Eucaristía renovará la Iglesia.

Dice el Papa Juan Pablo II en su carta encíclica «ECCLESIA DE EUCHARISTIA» :

— el Sacrificio eucarístico es «fuente y cima de toda la vida cristiana». «La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida, que da la vida a los hombres por medio del Espíritu Santo». Por tanto la mirada de la Iglesia se dirige continuamente a su Señor, presente en el Sacramento del altar, en el cual descubre la plena manifestación de su inmenso amor.

Estos dos pilares de nuestra fe se ponen de manifiesto de modo especial en las Apariciones de Garabandal: la Eucaristía y la Virgen María, el rezo del Rosario, las Visitas al Santísimo, las Comuniones de manos del Ángel cuando no había sacerdotes en el pueblo, todo ello forma parte de la vida cotidiana que la Santísima Virgen vivió con las niñas videntes.

Una atención especial de la Santísima Virgen fue para los Sacerdotes. Pedía a las niñas que rezasen mucho por ellos para que fuesen Santos y decía:

— Que al rezar por los Sacerdotes se reza por todos.

Veía en ellos a su mismo Hijo, y de ahí la importancia de que sean otros Cristo en la tierra.

Las Apariciones de la Santísima Virgen en Garabandal son un don inestimable de Dios que enviándonos a su Madre y por medio de Ella, Jesús su Hijo traerá la PAZ y la felicidad al mundo.

Así lo vivieron la niñas videntes durante las Apariciones, que dejaron una huella inolvidable en sus almas.

Dice Conchita:

La primera vez que vimos a la Virgen, se nos apareció de repente.

— Venía con dos Ángeles y el Niño Jesús, y había un Ojo encima de todos, con mucha luz.

Siempre se nos aparecía de repente, solo que unas veces traía el Niño y otras no. Su postura más habitual era estar con los brazos abiertos y extendidos, mirándonos:

— Sus ojos eran negros, ¡muy dulces y misericordiosos!, más bien grandes. Parecía como si no mirara a la cara, ni al cuerpo, ¡sino al alma!.

Su mirada es muy difícil de describir.

— Hace a uno amarla más y pensar más en Ella. Mirándola a la cara, nos hace felices del todo, y mirándonos Ella, todavía más. Cuando nos hablaba, nos miraba, y también cambiaba de mirada durante la conversación.

Su voz:

— es muy dulce y armoniosa, se oye por los oídos, aunque sus palabras penetran en el corazón; es como si metiera la voz dentro. ¡Hablaba con voz clarísima y dulcísima!.

Alguna vez se rió, además de sonreírse, que era lo habitual.

— Se oía su risa, como sus palabras; pero la risa era más no sé qué que el habla. ¡No sé explicar su risa!. Nunca sabré explicarla, era muy hermosa.

Nos besaba casi todos los días, y salía de Ella. Eran besos de despedida en ambas mejillas. Alguna vez le pedí que me dejara besarla, y otras veces la he besado sin pedírselo.

Cuando terminaba de ver a la Virgen:

— Salía como del Cielo, con muchas ganas de amar a Jesús y a María, y de decir de Ellos a la gente, ya que eso es lo único que nos puede alegrar: hablar y escuchar de la Virgen.

¡Quién viviera en aquellos tiempos que veíamos a la Virgen tantas veces!. Aunque tuviéramos que quedarnos sin dormir, no nos importaba. ¡Éramos muy felices!.

La Virgen, muchas veces, no nos miraba precisamente a nosotras, sino más lejos, a la gente que había detrás. Cambiaba a veces de semblante; pero sin dejar de sonreír. Yo le preguntaba:

— ¿A quién miras?.

Ella me decía:

— Miro a mis hijos.

Conchita sentía a la Virgen tan suya que una vez le presentaron una estampa que trataba de reproducir a la Virgen aparecida en Garabandal y dijo:

— ¡Pobrecita!. ¡Cómo me la han puesto!.

Exclamó Conchita, porque se parecía muy poco a Ella.

La Virgen nos enseñó a rezar la letanía y los misterios del rosario, que no los sabíamos. Ella sólo rezaba el Gloria; si empezó con los otros rezos, fue para enseñarnos.

Siempre que rezábamos el Gloria, la Virgen inclinaba la cabeza.

Nos dijo en una ocasión:

— Lo que más agrada a Dios es la humildad, lo que más le desagrada es la soberbia.

No nos dábamos cuenta por donde íbamos a menos que la Virgen nos lo dijese:

— nosotras ¡estábamos con la Virgen!, y seguíamos la conversación o la comunicación con Ella, sin saber si corríamos o no, si estábamos de rodillas o tendidas por el suelo.

Íbamos con frecuencia a la Iglesia:

— Porque a la Virgen le gusta ir a donde está Jesús, su Hijo.