‘Yo soy una niña de Schindler’

20 años de la película de Spielberg

Niusia Horowitz
Niusia Horowitz
  • Niusia Horowitz era el nombre 105 de la milagrosa lista
  • Vivió en el gueto de Cracovia y en los campos de Plaszów y Auschwitz
  • Dos toneladas de pelo humano en Auschwitz, prueba histórica del genocidio
  • El 8 de abril es día del Holocausto
  • El 10 sale en blu-ray ‘La lista de Schindler’, en su 20 aniversario
  • Reportaje fotográfico: Cracovia: realidad y ficción

Sonia Aparicio (Enviada especial) | Cracovia (Polonia)

Actualizado sábado 06/04/2013 09:51 horas

El Holocausto no se puede contar. Nada más cruzar el umbral de Auschwitz, la primera sensación que le invade a uno es la incapacidad de imaginar lo que verdaderamente pasó allí. Algo de ello se adivina en los ojos de Niusia Horowitz-Karakulska, una ‘niña de Schindler’, el empresario alemán que salvó a más 1.100 judíos del exterminio nazi. Compartimos mesa y cena con ella una noche de marzo en un restaurante de Szeroka Street, corazón del barrio judío de Kazimierz, en la polacaCracovia, escenario elegido por Steven Spielberg para el rodaje de ‘La Lista de Shindler’, que ahora cumple 20 años.

«Recuerdo de Schindler que era un hombre muy guapo, olía muy bien, siempre muy elegante, incluso cuando visitaba la fábrica, un lugar lleno de suciedad», relata Niusia, el nombre 105 de la milagrosa lista, nacida en Cracovia en 1932. Sentado junto a ella, Alekxander B. Skotnicki(autor de ‘Oskar Schindler a través de los ojos de los judíos que rescató’) la traduce al inglés. Sus ojos se iluminan cuando habla de Schindler, pero es una mujer parca en palabras; era una niña cuando aprendió que el silencio y la discreción podrían ayudarla a sobrevivir.

En el rictus serio de su rostro y su mirada intensa se lee el dolor. Niusia y sus padres vivieron dos años en el gueto de Cracovia y fueron trasladados al campo de concentración de Plaszów cuando el gueto fue liquidado. Madre e hija lograron un trabajo en la fábrica de Oskar Schindler en la calle Lipowa. Pero un día acabaron, por error, en Auschwitz, ya lo cuenta la película: el tren que debía trasladar a las mujeres y niños de Schindler desde Cracovia a la nueva sede de la fábrica en Brünlitz fue enviado a un terrible destino. Por una terrible equivocación. Pasaron allí tres semanas hasta que Herr Direktor, como le llamaban sus empleados, logró sacarlos de allí. Eran 300. Los únicos judíos que salieron de Auschwitz.

Un tema tabú

Niusia, en su juventud.
Niusia, en su juventud.

Niusia tenía 9 años cuando entró en el gueto; 13 cuando terminó la guerra. No había asistido al colegio, apenas sabía leer ni escribir. «Nunca quise hablar de ello, nunca le conté nada ni siquiera a mi hija», dice. «Yo también querría olvidarlo», explica Stotnicki, que ha entrevistado a cientos de supervivientes para su libro, «no era fácil hablar de ello en una nación donde nadie quería escuchar ni creer que aquello había pasado de verdad tan cerca de sus propias casas».

Steven Spielberg buscó en Cracovia supervivientes para conocer historias reales con todos sus detalles. Fue en la década de los 90 cuando Niusia rompió su silencio. Recordar y contar lo vivido para que nunca nadie pueda olvidarlo. «Conocí a Spielberg en la calle Urzyz, en Cracovia, me pareció un hombre muy humilde y emocionado por conocer a un superviviente de Auschwitz», recuerda. «Ver ‘La lista de Schindler’ me provocó emociones terribles«, prosigue. «No es una historia de amor, es un drama, un trauma para quienes lo vivimos. Incluso muchas personas que no tenían nada que ver con los campos de concentración salían del cine con los ojos llenos de lágrimas».

52.000 testimonios

‘La Lista de Schindler’ se filmó en blanco y negro porque así eran todas las imágenes que Spielberg había conocido durante su vida del Holocausto y para dar a la película apariencia de documental. Porque el proyecto traspasaba las fronteras de Hollywood: Spielberg creó laFundación Shoah, cuyo primer objetivo fue grabar todos los testimonios que fuera posible del Holocausto, en cualquier país, en todos sus idiomas, en sus hogares, utilizando una red de voluntarios locales que fueron formados específicamente para ello. Se recogieron 52.000 entrevistas en todo el mundo.

«Nuestra misión ahora es la educación«, explica Martin Smok, miembro de esta institución, «utilizar los testimonios del Archivo de Historia Visual, estas voces de los supervivientes y testigos del Holocaustopara educar a la población del mundo sobre los mecanismos del odio y de la formación de estereotipos, y cómo estos puede llevar a grandes sufrimientos». Una base de datos de gran importancia histórica teniendo en cuenta que ya han pasado siete décadas y cada vez quedan menos testigos con vida.

«Intentamos hacer de las experiencias de los supervivientes algo relevante para la vida diaria de las nuevas generaciones», añade Smok. Estas 52.000 entrevistas, narrativa viva del siglo XX, están disponibles en 41 instituciones en todo el mundo, la mayoría universidades.

Niusia y el beso de Schindler

La actriz Magdalena Dandourian interpreta en el filme el personaje de Niusia, es la joven judía que el propio Schindler besa, ante la mirada incrédula de numerosos oficiales nazis, el día de su cumpleaños. Horowitz aparece en la emotiva escena final en la que más de un centenar de judíos desfilan ante la tumba de Oskar Schindler, fallecido en Alemania el 9 de octubre de 1974. El empresario, que se enriqueció con el trabajo gratuito de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y gastó toda su fortuna en salvarlos después, descansa para siempre en el Cementerio de los Hombres Justos de Jerusalén

Niusia (Magdalena Dandourian), instantes antes del beso de Schindler en el filme.
Niusia (Magdalena Dandourian), instantes antes del beso de Schindler en el filme.

Muchos supervivientes emigraron tras la guerra en busca de una nueva vida. No era fácil, sin dinero ni contactos en el extranjero. Niusia permaneció en Cracovia y en 1955 se casó con Tadeusz Karakulski; nunca volvió a ver a Schindler después de la guerra, aunque sus padres, establecidos en Austria, sí se pudieron reunir con él. Su hija Magdalena, nacida en 1956 y afincada desde 1978 en EEUU, le ha dado dos nietos.

Realidad y ficción

En las calles de Cracovia, restos originales del muro del gueto conviven cerca de los escenarios que eligió Steven Spielberg para el rodaje del filme, ganador de siete Oscar, incluidos los de mejor película y director. Lugar emblemático es la fábrica de Oskar Schindler, en el barrio de Podgórze, hoy un museo dedicado a las víctimas de los nazis que reconstruye la vida cotidiana en Cracovia antes de la ocupación y da testimonio de las condiciones inhumanas de vida, las atrocidades y muertes, primero en el gueto, y en Plaszów, Auschwitz y Birkenaudespués. [ IMÁGENES: CRACOVIA, REALIDAD Y FICCIÓN ]

Museo Fábrica de Schindler. | Foto: S.A.
Museo Fábrica de Schindler. | Foto: S.A.

«La primera impresión era terrible (…) Todos estábamos deprimidos, y decíamos: ‘No se vuelve de un cementerio'». El testimonio de Mila Hornik da fe del estado de ánimo de los judíos que fueron traslados y aislados entre muros desde el 3 de marzo de 1941 al 13 marzo de 1943, cuando se llevó a cabo la liquidación total del gueto. Unos muros construidos de cemento gris, con forma de lápidas sucesivas, para que los que allí vivían se sintieran enterrados en vida.

Los judíos que sobrevivieron al gueto fueron trasladados al campo de concentración de Plaszów. Desde el 7 de octubre de 1941 Auschwitz ya estaba funcionando, a 43 kilómetros al oeste de la ciudad, como campo de concentración y sede de experimentos científicos que se llevaron a cabo con judíos, eslavos, prisioneros de guerra, gitanos… Birkenau(Auschwitz 2) se creó a tres kilómetros de allí, como campo de exterminio.Dos toneladas de pelo humano, maletas y zapatos se conservan entre sus muros como prueba histórica de lo que allí pasó.


Universal Studios Home Entertainment estrena el 10 de abril por primera vez en Blu-ray ‘La Lista de Schindler’. Incluye Copia Digital, más de una hora de Material Extra, un libro fotográfico de 16 páginas y un libreto de 16 páginas y postales en una edición restaurada partiendo del negativo original en perfecta alta definición y supervisada personalmente por Steven Spielberg.

Declarada «Justa entre las Naciones»

Una judía halla y se reencuentra con la monja que le salvó la vida en el Holocausto 70 años después

Un sacerdote y la religiosa son honrados por salvar niños judíos en Francia durante el régimen nazi.

Actualizado 6 marzo 2012

ReL

Setenta años después de haber desafíado a los nazis y haber salvado la vida de dos niñas y un niño judíos franceses durante el Holocausto, Joseph Caupert, un sacerdote ya fallecido, y la hermana Marie Emilienne fueron honrados la semana pasada como “Justos entre las Naciones”, un reconocimiento otorgado a aquellos que con gran valentía ayudaron a rescatar a judíos de los campos de concentración.

Ninguno de los pequeños sabían que habían sido salvados hasta que en la década de los 90 uno de ellos comenzó a indagar su pasado, más de 45 años después de la caída del régimen de Hitler.

Ambos religiosos, el sacerdote representado por su sobrino, fueron galardonados con una medalla y un certificado de honor en una ceremonia celebrada en el Museo del Holocausto de Jerusalén y en la que estuvo presente Gabriellle Hochman, una de las niñas sobrevivientes al ser escondida en el orfanato católico supervisados por el sacerdote y la religiosa.

En 1923 David y Hella-Zyssa Hochman dejaron Polonia para dirigirse a Francia, estableciéndose en la ciudad de Metz. Allí tuvieron dos niños, Annie y René, y luego de la invasión alemana en 1940 se mudaron a Niza, donde nació Gabrielle (en la foto junto con la hermana Marie).

Tres años después, las fuerzas italianas gobernaron la región luego de la ocupación nazi y los Hochman entregaron a sus tres niños a una organización humanitaria judía francesaOeuvre de Secours aux Enfants (OSE), entidad que salvó durante la guerra a aproximadamente 5.000 niños, incluyendo no judíos.

Los padres Hochman fueron a esconderse a otro lado, pero la madre fue enviada a Auschwitz luego de que la Gestapo la capturara cuando iba a visitar a sus hijosFue asesinada por los nazis el 2 de noviembre de 1942.
El padre, con ayuda de su cuñado católico, escondió a sus hijos en otro lado, en un convento en Mener bajo la supervisión del padre Joseph Caupert y la madre superiora Marie Rose Brugeron. 

Ellos y la hermana Marie-Emilienne arriesgaron sus vidas al mantener en estricto secreto la identidad judía de las niñas, y la religiosa protegió a Gabrielle cuando estuvo en peligro de los nazis. Ella ni siquiera reveló la identidad judía de la niña a la monja que la estaba cuidando.

Luego de la guerra, el padre y sus dos hijas se reunieron pero nunca discutieron sus experiencias del Holocausto. El destino de su hermano René todavía es desconocido. Gabi comenzó a hacer preguntas en los años ’90 y se dirigió a la Asociación de Niños Judíos Escondidos durante el Holocausto.

La OSE encontró su nombre en una lista de chicos que fueron escondidos en secreto. Viajó a Francia en 1994 para encontrarse con la hermana Marie-Emilienne, quien fue honrada tres años después en Mende.

A sus 90 años, la religiosa recuerda las constantes visitas de los nazis al convento. «La fuerza de Dios era la única luz en la oscuridad en aquellos días», rememora.

«La fe guió nuestras acciones, junto al respeto por la persona humana. El buen Dios dijo: ´Ama a tu prójimo como a ti mismo», añade.

Hoy Gabi es madre de dos hijas y una abuela feliz. Su hermana Annie, que también fue salvada de los nazis, desapareció en los años 60.

 

Asesinaron a su familia a machetazos

Immaculée Ilibagiza

Asesinaron a su familia a machetazos en Ruanda; ahora da charlas sobre cómo perdonar

Todo sucedió en 1994. Los hutus comenzaron una persecución, sin piedad, a los tutsis. Familias enteras masacradas. Está es una de las historias…

Actualizado 28 enero 2012

Juan Antonio Ruiz LC/ReL

1994, Ruanda. En un pueblecito del sur del país llamado Mataba, en la casa de un pastor protestante se dejaron oír unos gritos: «¿Dónde está Inmaculée? ¿Dónde está esa cucaracha?».Detrás de la pared, oculta en un minúsculo baño secreto junto a otras seis mujeres, la susodicha contenía la respiración: si las descubrían, las mataban.

El holocausto ruandés había comenzado unos meses antes, aunque se llevaba ya preparando desde hacía más tiempo. La matanza fratricida de los hutus hacia los tutsis, las dos tribus del país, había estado anidándose en los corazones y, para colmo, el gobierno hutu alentaba a perpetrar dichos crímenes a través de su estación de radio.

Pero antes que todo esto sucediese, la familia de Inmaculée Ilibagiza, todos tutsis, podía calificarse de afortunada. Unos padres magníficos -ambos maestros- y unos hermanos cariñosos y brillantes en sus empresas. ¡Vivían un paraíso en la tierra! Un paraíso que se vio radicalmente frustrado el 7 de abril de 1994, fecha de inicio del holocausto.

Grupos armados con machetes y granadas rodearon la casa de la familia -a la que había acudido gente de todo el pueblo en busca de ayuda- y empezaron la carnicería. En medio del alboroto, el papá de Inmaculée la obligó a irse a refugiar a la casa del pastor Murinzi, que era un hutu moderado. 

El pastor, un hombre bueno, la escondió junto a otras seis mujeres. No hablaban, no recibían sino un poco de comida por la noche y casi no podían moverse. Estuvieron ahí por más de tres meses, pendientes de un hilo y con el miedo cerrándoles la garganta.

Fue en uno de esos días cuando los gritos sorprendieron la casa: «¿Dónde está Inmaculée? ¿Dónde está esa cucaracha?». «Podía verlos en mi mente -comenta Inmaculée- aquéllos que solían ser mis amigos y vecinos […] ahora recorrían la casa con lanzas y machetes llamándome por mi nombre. […] Sabía que ellos no tendrían misericordia, y en mi mente sólo resonaba un pensamiento: “Si me atrapan, me matan”».

No la atraparon, pero el infierno de esos meses fue intenso. Sólo la oración continua la mantenía en calma, aunque la lucha interior fue muy dura; muchas veces deseó aniquilar con sus manos a todos los que le deseaban la muerte. 

«¿Por qué estás invocando a Dios? -sentía en su interior durante sus momentos de oración-¿no sientes tanto odio en tu corazón como los asesinos?». Se dio cuenta de que no podría orar sinceramente si no dejaba que en su corazón reinara el perdón. Pero, ¿cómo?

Una tarde, escuchó desde la ventana del baño cómo un bebé moría en la calle. En su interior se levantó una nueva queja: «¿Cómo puedo olvidar a las personas que son capaces de hacerle algo así a un bebé?». Y la respuesta, sencilla, le golpeó: «Todos ustedes son mis hijos y el bebé está conmigo ahora».

En ese momento se dio cuenta de algo increíble: los asesinos, aunque crueles, tenían alma y eran parte de la familia de Dios. ¡Tenía que perdonarles, tal y como Cristo lo hizo en la cruz! Y aunque no fue fácil y aún tuvo que recorrer mucho, ahí empezó todo.

Unas tropas francesas llegaron a la región, buscando sobrevivientes; el pastor condujo al campamento a las cansadas mujeres. Y ahí se topó con la noticia escalofriante, aquella que había estado negando todos esos meses: toda su familia, a excepción de su hermano Aimable, residente ese momento en Senegal, había sido asesinada. 

Lloró. Gritó, y oró mucho a Dios. También perdonó.

Tras muchas peripecias -más infortunios con hutus; la llegada del Frente Rebelde Popular tutsi, que había luchado por liberar el país; la vuelta a Kigali, la capital, etc.- Inmaculée inició a trabajar en la ONU, en la misión de asistencia para la reconstrucción del país. En esa circunstancia, y tras un breve espacio de tiempo, se le concedió la posibilidad de regresar a su pueblo Mataba y ver lo que quedaba de su familia. Aceptó.

La experiencia fue dolorosa. Encontró las improvisadas tumbas de su madre y su hermano Damascene (brutalmente asesinado a machetazos); su padre y su hermano Vianney habían sido tirados a fosas comunes. Contempló su casa en ruinas. Pero, sobre todo, vio los rostros de sus asesinos, espiándole tras las ventanas de las casas. En sus pupilas descubrió pánico y resquemor.

Tarde, se dirigió a la cárcel. La recibió el burgomaestre y le trajo al jefe de la pandilla que había asesinado a toda su familia. Lo conocía: Felicien, un hutu con cuyos hijos ella había jugado en la primaria. Había sido su voz la que la llamaba en la casa del pastor… Sintió escalofríos.

«¡De pie, asesino! -le gritó el burgomaestre- Levántese y explíquele a esta chica por qué su familia está muerta. Explíquele por qué asesinó a su madre y descuartizó a sus hermanos». El hombre, con sucias ropas colgándole a jirones, lloraba. Cruzó su mirada por un instante con la de Inmaculée.

Ella se estiró hacia él, le tocó ligeramente las manos y le dijo en voz baja lo que había ido a decirle: «Lo perdono». Su corazón sintió un alivio inmediato y pudo comprobar que la tensión se liberaba de los hombres de Felicien. 

Los años han pasado, y ahora Inmmculée se dedica a dar charlas sobre el perdón, a mostrar el efecto liberador que de él se desprende.

Y ¿cuál es la clave? La oración y dejar que el amor de Dios penetre en el corazón. Como dice Inmaculée, «el amor de un solo corazón puede marcar la diferencia. Creo que podemos sanar a Ruanda y a nuestro mundo sanando un corazón a la vez. Espero que mi historia ayude».

Aquí tienen una pequeña charla que dio en EE UU:
http://www.youtube.com/watch?v=077iv58BVFc 

Ell libro de Inmaculée se puede comprar en:
http://www.elarca.com.mx/s/interior02.phtml?se=004&ca=038&ar=5842