Jesús Poveda, maestro de rescatadores

Jesús Poveda, maestro de rescatadores: «Cuanto más se hable del aborto, menos se practicarán» 

Actualizado 21 enero 2014

DiarioDeIbiza.es 

15735_si_quiere_usted_formar_rescatadores_que_acudan_a_las_puertas_de_clinicas_abortistas__jesus_poveda_es_su_hombreEl psiquiatra Jesús Poveda es una referencia en la lucha provida en España y uno de los formadores de «rescatadores», las personas que en las entradas de las clínicas abortistas se acercan a las mujeres para ofrecerles una alternativa. 

Un ejemplo de rescatadores:
http://rescatadoresjp.wordpress.com 

Poveda ha estado este fin de semana (17-19 de enero) en las Islas Baleares para ayudar a formar una nueva hornada de rescatadores. 

Poveda considera «insuficiente» la reforma de la ley del aborto que prepara el Gobierno porque este profesor de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid es «partidario de llegar al aborto cero». 

En una conferencia el pasado viernes en el Club Diario dijo que, de la nueva norma, valora el contexto jurídico, porque considera la interrupción del embarazo un «delito contra la vida humana donde no se prejuzga a la mujer».

Pero lamentó que esta norma tiene «poco respeto con la mujer» y tampoco la ayuda con recursos para apoyar a las que reconsideren el aborto.

Eso sí, para este activista la nueva ley acierta al considerar a la mujer «una víctima del aborto» igual que para él es aceptable eliminar supuestos como el de violación porque estos embarazos suceden «de manera excepcional». «No hagamos de casos especiales legislaciones especiales», remachó.

El concebido es otro cuerpo
Poveda admite el derecho a decidir de la mujer «pero sobre cosas que dependan de ella», algo que para él no sucede en un embarazo. «¿Y el papel del varón?», preguntó a las alrededor de 70 personas que acudieron a la charla, sin olvidar que «el concebido no nacido» viene del cuerpo de la madre «pero no es su cuerpo». «Tu cuerpo no es todo tuyo», insistió a las mujeres embarazadas.

También planteó objeciones a abortar en caso de malformación fetal, y explicó cómo animó a una mujer a seguir adelante con su embarazo en el que se le diagnosticó el síndrome de Edwards, con una tasa muy alta de muerte del feto, que también puede nacer con anencefalia (ausencia total o parcial de cerebro o cráneo): «Algún órgano se podrá usar para algún niño con malformación que necesite un trasplante», le aconsejó.

Que se hable del aborto es bueno
Más allá de los argumentos, el activista añadió que, al contrario que en situaciones como los suicidios, «hablar del aborto hace que se reduzcan», así que solo por eso también ve positivo que el Gobierno reanime este debate.

También afirmó que cada avance de la ciencia aporta más argumentos a su movimiento, y señaló que la ecografía «en 3D es la que más vidas salva». 

Poveda comentó el caso de Texas, donde antes de abortar se obliga a la gestante a escuchar el latido del corazón del concebido.

Ninguna mujer a la cárcel…pero él sí
El psiquiatra recalcó que no cree que la norma «criminalice a la mujer» porque ninguna irá a la cárcel por interrumpir un embarazo, como no sucedía antes. 

Hacerlo sería «un error», afirmó, igual que «trivializar el aborto» como algo normal si se busca un cambio social. Incluso criticó que en muchas ocasiones, la interrupción del embarazo sea la primera opción que se aconseja a la mujer. «La esclavitud fue legal y se acabó», comparó.

En cambio, admitió, él si estuvo «en los calabozos» por tratar de evitar que mujeres acudieran a clínicas abortivas. «Antes era más pro-feto y ahora soy más pro-mujer», reiteró en varias ocasiones. 

Jesús Poveda en una foto de hace pocos años  con una de las primeras hornadas de rescatadores
Jesús Poveda en una foto de hace pocos años
con una de las primeras hornadas de rescatadores

Poveda hoy rige sus acciones, y las de la Asociación Provida de Madrid que preside, por dos principios: «Respeto y ayuda», acercándose a las mujeres que van a abortar para «ofrecerles acompañamiento» y completar la gestación y salir adelante con el neonato, si ellas quieren. 

Por ello se siente «más ayudador que antiabortista».

Así, afirmó, han «ayudado a nacer a gente condenada a no nacer» en al menos un millar de casos, según los cálculos de su organización. 

Estas acciones las realizan a través de la Escuela de Rescate de la Red Madre (www.redmadre.es), de la que forma parte su grupo, que trata de captar a mujeres en clínicas abortivas. Poveda explicó que lleva combatiendo el aborto desde 1985.

 

Los 10 bulos más frecuentes sobre el aborto

Desmontados por Benigno Blanco

Los 10 bulos más frecuentes sobre el aborto que aparecerán estos días en los medios 

Actualizado 21 diciembre 2013

ReL

Un feto en el vientre de su madre
Un feto en el vientre de su madre

Benigno Blanco, Presidente del Foro de la Familia y una de las personas que más han trabajado en el mundo entero por erradicar el aborto en el mundo, responde a diez tópicos muy extendidos sobre la supresión del embarazo. Con la presentación de la reforma de la ley del aborto en España se reavivará un debate que nunca ha desaparecido de la sociedad.

Son muchos los mitos, las falacias y mentiras en torno a esta cuestión, y es necesario saber responder con argumentos claros. Este texto publicado en el semanario Alfa y Omega, que dirige Miguel Ángel Velasco, puede ser de utilidad.

1. Se trata del derecho de la mujer a decidir
No. Cuando la ley permite a los libres disponer de la vida de los esclavos, a los padres de la vida de los hijos recién nacidos, a los hombres de la vida de la mujer, a los arios de la vida de los judíos, a los blancos de la vida de los negros, o a las embarazadas de la vida de sus hijos no nacidos…; no se trata del derecho a decidir de los libres, los padres, los hombres, los arios, los blancos o las embarazadas, sino de la denegación del derecho a la vida de los esclavos, los recién nacidos, las mujeres, los judíos, los negros o los aún no nacidos.

2. Hay dudas razonables sobre cuándo se origina la vida humana
No es cierto. Hay evidencia científica de que la vida individual -y no sólo en la especia humana- se origina con la concepción al formarse el patrimonio genético del individuo que le definirá para siempre como uno de la especie humana sin margen de duda alguna. Y si alguien tuviese dudas al respecto, la más elemental consideración ética debe llevar a aplicar una presunción de humanidad o presunción de vida, pues no es admisible asumir el riesgo de matar a un hombre sobre la base de una duda (sobre si está o no está allí donde se dispara, por ejemplo).

3. Si no se legaliza el aborto, habrá abortos clandestinos y morirán muchas mujeres
No es cierto. No hay ninguna evidencia científica de que eso sea verdad, sino de lo contrario:

Cuando algo se legaliza, aumenta su número; y cuando algo se prohíbe, va disminuyendo su práctica. Si no fuese así, el derecho penal carecería de razón de ser.

* En los países donde el aborto está prohibido (por ejemplo, Irlanda) la mortalidad femenina por razones atinentes al embarazo y el parto es inferior a la de países vecinos donde el aborto es legal (por ejemplo, Gran Bretaña). Lo mismo sucede en Chile, único país de su entorno donde no se permite el aborto por ninguna causa, respecto a los países vecinos.

* En todos los países donde se ha legalizado el aborto, su número ha aumentado cada vez más; y en los países donde se vuelve a proteger la vida, su número disminuye, como ha sucedido en Polonia a partir de 1993.

Este argumento da por supuesta una falacia: la de que las mujeres, en cualquier caso, abortarán. Y eso no es cierto, las mujeres van asumiendo el aborto como una solución a sus problemas cuando éste es legal. Si la ley no lo permite, el aborto adquiere el carácter residual de todo lo ilícito.

4. La ONU reconoce el derecho al aborto con carácter universal
Es falso. Ningún instrumento de derecho internacional en materia de derechos humanos reconoce el derecho al aborto, ni con carácter universal (ONU), ni regional (tratados europeos o latinoamericanos de derechos humanos). Así lo ha establecido el TEDH respecto a Irlanda, por ejemplo.

Sí existen algunas plataformas, conferencias internacionales o comités varios en la comunidad internacional que han empezado a usar en los últimos años la expresión derechos sexuales y reproductivos, que algunos quieren interpretar como comprensiva del derecho al aborto; pero ni esas plataformas, conferencias o comités tienen valor jurídico vinculante para los Estados, ni nunca se ha admitido pacíficamente que esa expresión incluya el aborto.

5. La normalización del aborto es la única opción progresista y su implantación es imparable
No es cierto. La normalización legal del aborto es un fenómeno muy reciente -y siempre discutido y contestado en todos los sitios- que empezó (si dejamos de lado los países comunistas que no respetaron ningún derecho humano) en USA en 1973 y, desde ahí, se fue extendiendo a Europa, primero, y después al resto del mundo, a impulsos de ideologías, intereses económicos y estrategias políticas hoy muy contestadas (obsesión maltusiana por el control de la población, revolución sexual sesentayochista, imperialismo yanqui, presión de la industria del aborto y la anticoncepción sobre los Gobiernos, ideología de género, etc).

El aborto no sólo no está normalizado en el mundo, sino que encuentra cada vez más resistencia en todas partes y, en primer lugar, en Estados Unidos, donde empezó este fenómeno. En este país, ya una mayoría de la población se define como pro life -provida- y no como pro choice -pro-elección-, según la encuesta Gallup; y más de la mitad de los Estados de la Unión han aprobado en los últimos años leyes restrictivas del aborto con una cadencia que sigue en aumento, a pesar de contar en estos momentos con el Presidente más proabortista de su historia, Obama.

Por otra parte, varios países del ex bloque comunista han aprobado leyes restrictivas del aborto a partir de 1989 (el caso más exitoso es el de Polonia), y en toda la América Latina se está produciendo una gran resistencia a la aprobación del aborto que se exige a aquellos países de forma insistente y colonialista desde Naciones Unidas.

En la Europa occidental, el aborto es objeto de amplio debate social en países como España, Irlanda, Francia o Italia. En ningún sitio es algo normalizado y pacífico.

6. Sin el aborto, la bomba demográfica explotaría y la vida en la tierra sería imposible
No existe ninguna bomba demográfica sino, por el contrario, un grave problema demográfico de envejecimiento de la población que hace peligrar la subsistencia de nuestras sociedades (en Europa, y en España de forma particular, esto es evidente). Incluso los países que, como China, han apostado por el aborto como instrumento de control de la población, están dando marcha atrás por los terribles trastornos en su población que han provocado.

Incluso si fuese verdad que existiese un problema de crecimiento de la población, noparece que eliminar vidas humanas sea la forma más humana de resolver este problema. El fin no justifica los medios, máxime si los medios son homicidas.

7. El aborto es una conquista feminista a la que no podemos renunciar
No es cierto. El aborto es una solución machista a un problema de todos. El aborto es la garantía última de la irresponsabilidad sexual del varón que, gracias a él, deja en manos de la mujer toda la responsabilidad de las relaciones sexuales: gracias al aborto, el varón se desentiende de las consecuencias de su actividad sexual abocando a la mujer a abortar (y es ella quien cargará con el peso moral, sicológico y vital de esta decisión), o a asumir las consecuencias (la responsabilidad sobre el niño) en caso de no hacerlo.

El aborto sí que es violencia de género contra la mujer. Cuando se legaliza el aborto, la mujer se puede ver sometida a todo tipo de presiones para abortar recayendo sobre ella la responsabilidad de liberar a todo su entorno de la responsabilidad sobre la vida en marcha en su interior.

8. Sin aborto legal, la revolución sexual estaría en peligro
Este argumento sí es veraz. Sin el aborto legal, la irresponsabilidad sexual sistemática y generalizada no sería posible. La legalización del aborto es el precio que pagamos para ser sexualmente irresponsables de forma sistemática, sin consecuencias en el corto plazo. Pero este precio es muy alto: millones de niños que no llegan a nacer, millones de vidas de mujeres destrozadas, una sexualidad deshumanizada, pues su consecuencia no es la vida, sino la muerte, etc.

9. Las leyes permisivas del aborto no obligan a nadie: quien no quiera abortar no está obligado a hacerlo
Este argumento no es cierto, pues:

a) las leyes permisivas del aborto crean estructuras de violencia estructural sobre la mujer para que aborte que no existirían con carácter general si el aborto no fuese legal. Ésta es experiencia común en muchas mujeres que han abortado: no fueron libres, sino que acudieron al aborto presionadas por un entorno que sólo les ofrecía esa solución a sus problemas.

b) La legalización del aborto introduce en nuestro ordenamiento jurídico la violencia como forma legítima de resolver problemas, y esto afecta a toda la sociedad por el efecto pedagógico de las leyes.

c) El aborto legal supone que el Estado asume que no debe proteger la vida de un grupo de seres humanos, los no nacidos. Se degrada así el compromiso ético y humanista del Estado, la sociedad en su conjunto y el Derecho. Y esto siempre tiene consecuencias (negativas).

10. Exigir la prohibición del aborto es una inadmisible injerencia de la Iglesia en la vida pública de una sociedad pluralista
Hipócrates y Galeno no eran católicos -pues vivieron siglos antes de Cristo- y ya establecieron que la ética médica impedía la práctica del aborto. Si legalizásemos todo lo que la Iglesia prohíbe, deberíamos legalizar el asesinato, la violación, el robo…, y prácticamente todo lo que el Código Penal prohíbe. No parece éste, por tanto, argumento muy serio.

Tras 20 años de dolor se convirtió en Medjugorje

Alessandra Pelagatti 

Era atea y blasfema y abortó dos veces: tras 20 años de dolor se convirtió en Medjugorje 

En su primer aborto, a los 18 años, no le dieron alternativas. Su dolor no venía de la fe, porque no la tenía. Sólo con la fe llegó la sanación. 

Actualizado 4 junio 2013

Sara Martín / ReL 

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La italiana Alessandra Pelagatti tenía dieciocho años cuando se dio cuenta de que está embarazada. 

Había sido criada por una madre emancipada, separada y ferozmente independiente

Alessandra podía volver tarde por la noche a casa o incluso dormir fuera de casa. Y, por supuesto, hacer lo que quisiera con los chicos. Sin duda, era la envidia de todas sus amigas. 

Para ella su madre era un mito, tan diferente de las demás, ¡tan poco invasiva y opresora! 

Así que cuando Alessandra se quedó embarazada le pareció natural acudir a su madre para contarle la “emergencia” y buscar solución. 

Y con la misma naturalidad su madre le llevó a un ginecólogo, que no dudó en dirigirla hacia la “eliminación de aquel grupo de células”, que se cuidó bien de no mostrar a Alessandra “para no impresionarla”. 

Aunque Alessandra mostró dudas desde el principio, el médico le aseguró que hasta los tres meses no había vida. No le propuso ninguna alternativa, ni tampoco le hizo pasar por la entrevista obligatoria que establece la Ley 194 en Italia.

El día del aborto
Alessandra esperaba en una gran sala, donde las embarazadas, una a una, iban saliendo para realizarles la intervención y «solucionarles el problema”. 

Alessandra no quería hacerlo y se lo dijo al médico cuando era su turno. Sin embargo, él le aseguró que el aborto ya se estaba realizando desde el momento en el que ella había ingerido la primera pastilla aquella mañana. Así que decidió continuar. Su despertar fue traumático para ella debido a una infección grave tras el aborto.

Físicamente, se recuperó. Psicológicamente, el problema sólo estaba empezando: ansiedad, tristeza, incapacidad para tener relaciones sexuales con su novio durante los siguientes tres años. Ninguno comprendía siquiera por qué. Terminó con él y tuvo relaciones con otros, pero ninguna historia podía colmar su vacío interior. 

No matar: salvar insectos…
En la mente de Alessandra comenzó a hacerse insoportable la idea de matar a un ser vivo, por lo que se convirtió en una vegetariana obsesionada.

“Salvava insectos si los veía atrapados en algún sitio. No podía soportar el dolor de no hacer nada para protegerlos”, se justifica. 

El segundo aborto
Algunos años después volvió a quedarse embarazada, pero para entonces había tenido que convencerse de que su primer aborto había sido correcto. Así que decidió que, para autoconfirmárselo, tenía que abortar de nuevo

El infierno de dolor continuó hasta que se enamoró de nuevo. En ese tiempo decidió de nuevo volver a tener hijos, se sentía por fin preparada. Pero, tras intentarlo tres años, nunca lo consiguió. 

Pasó casi veinte años en terapia y con psicofármacos. Veinte años de sufrimientos de todo tipo, interior, exterior, angustiante. Un sufrimiento que culminó con un intento de suicidio el 30 de abril de 2010

El sentimiento de culpa

Conectar este dolor con su verdadera causa, el aborto, le llevó muchísimos años. “Para mí fue como tocar el fondo, pero con las piernas. Y eso me ayudó a coger impulso para volver a salir”, explica. 

Alessandra explica en su testimonio que toda su vida se había considerado atea y blasfema convencida

Su sentimiento de culpa no fue inducido por creencias religiosas, y la Iglesia no pudo ser responsable de lo que sucedió después. 

Ella era el prototipo de mujer libre, ajena a cualquier influencia religiosa, hermosa, inteligente, divertida y llena de amigos. Pero no conseguía perdonarse a sí misma porque no había llamado por su nombre lo que había hecho.

Un viaje a Asís
alessandraPero un día llegó a su vida llegó el amor y la misericordia de Jesucristo, que la rescató justo al borde del abismo, y su vida comenzó a florecer de nuevo. Un viaje inesperado a Asís, la cuna de San Francisco, propuesto por su novio (creyente, pero no practicante) le empezó a abrir los ojos.  

Lo siguiente fue una Biblia que él le regaló y ella comenzó a leer más por curiosidad que por fe. 

Cuatro meses después se encontraba en la parroquia bosnia de Medjugorje. Allí la cercanía a la Virgen le hizo sentirse perdonada y comenzó a sonreír de nuevo. 

Sintió un amor que no había sentido nunca. Sintió que podía perdonar a su madre por haberle inducido a abortar. Y llegó un día en el que ya no podía vivir sin la oración y los sacramentos.

Ayudar a otros
Alessandra Pelagatti ahora explica su testimonio para ayudar a otras personas. Lo contó en una conferencia el día antes de la Marcha Nacional por la Vida llevada a cabo hace poco tiempo en diferentes lugares de Italia.

Relató su historia marcada por el dolor y el sufrimiento, pero lo hizo con una sonrisa, esperando que su testimonio pudiera servir para ayudar a otras jóvenes que pasen por su misma situación.» «Lo hago para ayudarles a entender que el aborto es una muerte doble, la de la madre y la del niño».  

Alessandra cuenta su testimonio en TV2000 (en italiano)

 

 

Rompedor film PROVIDA

«El gran Stippings» 

Tim Maschler, guionista en «Starsky y Hutch» y «Hawai 5-0», produce un rompedor film provida 

Abordará la presencia de Dios en la vida de los niños asesinados, de sus padres, de los médicos que los matan… 

Actualizado 5 mayo 2013 

C.L. / ReL 

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Tim Maschler trabajó a fondo en Hollywood durante veinte años como guionista de numerosas series de televisión, entre ellas dos de los grandes éxitos de los setenta: Hawai 5-0 y la míticaStarsky y Hutch. Luego trabajó durante tres lustros en la dirección y financiación de proyectos, y creó su propia productora, City Gate Productions, que lleva con su mujer, Melissa.

Actualmente trabaja en poner en marcha una importante producción cinematográfica provida, que ya tiene título: El gran Stippings [The great Stippings], «el encuentro de la verdad y la misericordia», como sugiere su frase de apoyo. El presupuesto es de 3,75 millones de dólares y se rodará en Laguna Beach o Montecito, enclaves californianos de elevado nivel económico. No en vano la película transcurre en el cul de sac de una exclusiva urbanización donde vive el personaje principal, el doctor Rodger Stippings, «perro de presa en la vida doméstica de sus vecinos –explica Maschler– porque es el médico que les practica los abortos»: una escritoria de novelas de misterio, una mujer de negocios y su hija adolescente y una cantante, entre otras, «comparten el mismo secreto mientras sus hombres viven ajenos a todo ello».

…Y Dios en la vida de las víctimas
«El gran Stippings desvela lo que Hollywood ha querido ocultar», afirma la promoción del film: «El aborto visto desde la humanidad del no nacido y el alma de las mujeres. La película eleva al nasciturus desde la categoría de feto o de tejido, de derechos o de decisiones, al ámbito de la vida humana en relación con Dios Creador y con la Eternidad«.

Tim Maschler.
Tim Maschler.

Y es lo que distingue a esta nueva producción provida de otras como Bella October Baby, sostiene Tim: «La gran diferencia es que nuestra película lleva al espectador a un lugar donde nunca ha estado antes, puesto que revela el hecho y la presencia de Dios en la vida de los niños asesinados, de sus padres, de los médicos que realizan los abortos. Y desvela -de forma artística pero convincente- que estos crímenes no se cometen en vano«. 

La película «saca el aborto de la idea de que es un asunto sólo de mujeres. Los hombres tienen que dar un paso adelante y hacerse cargo de lo que le sucede a estos niños y a las mujeres que los abortan»: «Al final de la película sabemos lo que es este holocausto y hasta qué punto somos responsables de su existencia con nuestras acciones o con nuestro silencio», concluye Tim.

Aunque el rodaje aún no empezó y todavía no hay fijada fecha de estreno, el padre Frank Pavone, presidente de Priests for Life [Sacerdotes por la Vida], ha respaldado ya el guión y proyecto de El gran Stippings: «Es una película que desafiará a quienes no temen asomarse a las profundidades, a menudo espantosas, de la humanidad, con la esperanza de redimirlas».

«¿Dónde están mis hijos?»

Terrible escena final 

«¿Dónde están mis hijos?»: Tyrone Power Sr en una joya del cine mudo contra el aborto 

El padre del mítico actor la interpretó en 1916, haciendo el papel de un fiscal que se enfrenta a su peor pesadilla. 

Actualizado 20 abril 2013 

Carmelo López-Arias / ReL 

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La historia del cine épico de acción y aventuras de los años cuarenta y cincuenta no se entiende sin la figura de Tyrone Power (1914-1958): El cisne negro, La última flecha, Cuna de héroes… aunque la lista de sus éxitos es interminable y abarca todo tipo de papeles (Testigo de cargo dos años antes de morir, por ejemplo). 

Uno de los grandes galanes de la historia del cine: Tyrone Power hijo.
Uno de los grandes galanes de la historia del cine: Tyrone Power hijo.

El mítico padre de la cantante Romina Power (esposa de Al Bano) fue el más grande representante de una familia de cinco generaciones de actores, y su mismo padre, Tyrone Power Sr (1869-1931), uno de los grandes del cine mudo, casi siempre en papeles malvados.

No así en ¿Dónde están mis hijos?, que protagonizó en 1916 a las órdenes de Lois Weber, la primera mujer que dirigió películas de cierta entidad. Y esta pequeña joya la tiene, con una historia plena de dramatismo

Se trata, además, de un durísimo alegato contra el aborto tras un arranque que parece serlo a favor del control de la natalidad, en una época en la que estaban de moda la eugenesia y la creencia en que la criminalidad está determinada por la enfermedad y la pobreza.

El protagonista, el fiscal Richard Walton (Tyrone Power Sr), ejerce la acusación contra un hombre procesado por indecencia pública por propagar el control de la natalidad: «Que sólo nazcan los niños que son queridos. Paremos la matanza de los no nacidos y salvemos la vida de las madres que no quieren serlo», defiende el escritor.

Tyrone Power padre, un "malo" clásico que en esta película resulta ser el único honesto.
Tyrone Power padre, un «malo» clásico que en esta película resulta ser el único honesto.

Hoy sabemos bien hasta qué punto el control de la natalidad y el aborto son dos aspectos complementarios de la cultura de la muerte (y no uno prevención del otro), pero en 1916 y en el contexto de un país como Estados Unidos, la película los separa: una vez concluido ese juicio en los primeros minutos, el resto de la película es concluyente contra la eliminación de los inocentes.

Síntesis argumental como guía para ver la película (abajo)
El fiscal Walton es un hombre a quien le encantan los niños y sufre porque su mujer (interpretada por Helen Riaume) y él no los tienen. Se embelesa con el primer hijo de su hermana, que acude a visitarle, y con los tres retoños de su vecino, que declara aspirar a la media docena.

Richard no lo sabe, pero ni él ni su esposa son estériles. Lo que pasa es que la señora Walton aborrece los hijos y ha abortado tres veces. No por razones económicas o eugenésicas -pues se los presenta como un matrimonio pudiente y distinguido-, sino por frivolidad. Ella y su grupo de amigas están siempre pensando en la siguiente fiesta, y saben que un embarazo es el mayor estorbo para el tipo de diversión que les gusta.

Lo peor es que no se conforma con abortar ella. Es quien facilita a sus amigas la dirección de la consulta del médico que, «una vez decididas a evitar la maternidad», les resuelve el problema. La vemos así acompañar a otra madre a la consulta del doctor Herman Malfit, siempre atento y untuoso con la paciente antes de cometer el crimen.

El drama comienza cuando el hermano de la señora Walton conoce a la hija de su ama de llaves. Aprovechándose de la inocencia de la joven, la seduce y le hace un hijo. Cuando Lilian lo descubre y acude a él, el señorito se desentiende y busca eliminar el estorbo. Acude a su hermana, quien le remite a la consulta de Malfit.

Pero «esta vez el doctor hace una chapuza», afirman los títulos, sugiriendo que aborta con cuidado a las mujeres de clase alta y de cualquier manera a las de clase baja. Lilian sale casi moribunda del abortorio, y antes de fallecer le confiesa a su madre lo que ha hecho.

Se produce entonces una escena violenta en la que la madre de Lilian insulta y agrede al hermano de Helen y padre del no nacido. Cuando Richard se entera de lo sucedido, expulsa al rufián de su casa y poco después, como fiscal, procesa al doctor Malfit.

El criminal, que se ve en la cárcel, amenaza a Helen y le manda una carta diciéndole que si no convence a su marido de hacer la vista gorda, la involucrará en la causa. Findalmente es condenado a 15 años de trabajos forzados. Al conocer la sentencia, le espeta al fiscal: «Antes de sentar a otros en el banquillo debería mirar en su casa». Sorprendido ante esas palabras, Richard examina los libros de cuentas del matarife y encuentra ahí los abortos de su esposa e incluso los inducidos por ella en sus amigas.

Cuando vuelve a casa, destrozado, encuentra al grupo de amigas de fiesta y las echa de allí: «Acabo de saber por qué muchas de ustedes no tienen niños. Debería llevarlas a los tribunales por homicidio, pero al menos no consentiré que sigan en mi casa». Algunas se van llorando, otras aparentando dignidad.

Cuando se queda a solas con su mujer, la interroga con dramatismo con la frase que da título a la película: «¿Dónde están mis hijos? Yo, un servidor de la ley, ¡tendré que proteger a una asesina!«. Y tras rechazar la desesperación de Helen (quien unos días antes, por amor a su marido, había decidido tener hijos), los carteles de la película describen su estado de espíritu: «Toda la noche, Richard Walton lloró por sus hijos perdidos y por la confianza perdida en quien debería haber sido su madre».

En cuanto a ésta, «ahora buscaba la bendición de los hijos que había rechazado. Pero, habiendo pervertido la naturaleza tan a menudo, se encontrará físicamente incapaz de llevar la diadema de la maternidad. A lo largo de los años tuvo que afrontar aquella pregunta: «¿Dónde están mis hijos?»». Y la película refrenda esta idea con unos minutos finales realmente terribles por el dramatismo que implicó eliminar las tres vidas humanas que había llevado en su seno. El matrimonio envejece en solitario, llorando las vidas que podrían haberles rodeado y alegrado la juventud, primero, y la senectud, después.

Pues si algo deja claro la película de Lois Weber, es que desde la concepción hay vida humana, y no hay excusas para eliminarla. Los abortos que se representan son de un mes, y a los pequeños no nacidos se les representa como ángeles que bajan desde el cielo a la tierra (una puerta se abre simbólicamente para dejarles marchar) en cuanto arranca el embarazo.

 «¿Dónde están mis hijos?» (1916): Película completa

Experiencias de un Exorcista

Cada caso es distinto, afirma un exorcista 

La espuma y el vómito del poseído son repugnantes… pero son también buena señal 

Tuvo una experiencia demoníaca en una de sus primeras misas, pero nunca pensó que se dedicaría a este ministerio. 

Actualizado 27 julio 2012 

Aci 

Un sacerdote estadounidense que cursó este verano en Roma un perfeccionamiento como exorcista asegura que el diablo y los demonios en general odian a la familia porque ésta es “una imagen de la Santísima Trinidad”.

Decisiva influencia paterna

En entrevista concedida a ACI Prensa, el presbítero, que prefirió mantenerse en el anonimato, señaló que entre los factores comunes que encuentra en las personas poseídas ve gente con “profundas heridas en sus vidas y sobre todo, en su familia”.

El sacerdote indicó que el demonio fácilmente accede a familias donde “los padres han tomado elecciones realmente malas”, y al obrar así “han invitado a influencias malignas al interior de su hogar”. Las malas acciones que atraen al demonio a los hogares son “la infidelidad marital, el aborto, hacer cosas que rompen la familia”, señaló.

Un endemoniado de 13 años

El presbítero admitió que nunca pensó en dedicarse al exorcismo, pero un inesperado suceso en una de sus primeras misas tras su ordenación, hace 15 años, marcó el inicio de su acercamiento a esta labor sacerdotal: “En el momento de la consagración de la sangre preciosa, le pedí al Señor que derramase su sangre sobre la juventud y ayudase a todos los hombres jóvenes que podrían tener vocación al sacerdocio”, recordó. La reacción instantánea de un joven de 13 años sorprendió al joven sacerdote: “Cayó de espaldas y comenzó a gruñir. Yo pensé: ¡No esparaba esto!”.

Demasiado pocos exorcistas

Muchos años después, él es parte de una nueva generación de exorcistas en formación en Estados Unidos, luego que de los obispos del país decidieran, en noviembre de 2010, incrementar su número. A pesar de que la ley canónica estipula que cada diócesis debería contar con un exorcista, se estima que no superarían los 50 sacerdotes dedicados a esta labor en Estados Unidos. «Nos hemos organizado para asegurarnos de que quienes más necesitan ayuda la obtengan”, explicó este sacerdote procedente del noreste de aquel país.

Durante su estancia en Roma, donde fue enviado por su obispo para aprender del trabajo de seis exorcistas oficiales de esa diócesis, el sacerdote se “involucró” en alrededor de tres exorcismos al día: “No hay dos casos parecidos. Ese ha sido un real aprendizaje para mí. El rito del exorcismo no es una fórmula mágica”.

El sacerdote señaló que “no es el demonio o el exorcista quien está en el centro de esto, sinouna persona que está sufriendo mucho y que necesita de certera liberación a través de Cristo”

¿Quiénes son los demonios?

La palabra demonio viene del griego y la palabra diablo del latín, explicó: «Cualquiera de esos nombres está bien. Son ángeles caídos que fueron creados buenos”.

Los primeros Padres de la Iglesia, entre ellos San Jerónimo San Agustín, especularon que estos ángeles se rebelaron “a causa de que les fue revelado el plan de Dios de la Encarnación” y su “repulsión a la idea de que Dios, que es espíritu puro e infinito, debiese hacerse hombre”.

Por esta razón, el sacerdote indicó que los demonios tienen una “fascinación con lo físico” y con “hacer sufrir a las personas”: “Una vez que el rito se inicia, normalmente se comienza a manifestar en la persona, que sufre de diferentes maneras, con violencia, cambios en el rostro, cambio de la voz… El demonio sólo quiere intimidar, pero básicamente hay que ignorarlo y decir ‘oye, yo soy el que da las órdenes aquí, amigo’”.

La razón de la posesión

La inteligencia angélica del demonio, dijo a ACI Prensa, también implica que ellos saben queDios sólo permite sus actividades diabólicas para llevar la salvación a personas a través de un “sufrimiento expiatorio”.

“Estas personas sufrientes se están volviendo santos al ofrecer sus sacrificios”, que Dios entonces recibe y “bendice a gran parte de la Iglesia en todo el mundo”.

El sacerdote afirmó que “cuando le recuerdas eso al diablo, se pone furioso”, porque sabe que está perdiendo, y por lo tanto “quiere conseguir lo que pueda, mientras pueda. Si no puede ganar las almas de estas personas, quiere al menos hacer sus vidas miserables”.

Las respuestas del diablo

El presbítero estadounidense indicó que cuando habla con el demonio le hace una serie de preguntas, como cuál es su nombre: «Cuando usas su nombre en una orden, eso lo debilita”. Una vez que el demonio dice su nombre, el exorcista le ordena “salir”, y también le podría preguntar “cómo entró y cuándo va a salir»: “Al responder a esto último es como si ellos hubieran sido entrenados para decir lo mismo, ‘nunca me voy a ir’, pero eventualmente lo harán”.

La clave es limitar el diálogo, dijo el aprendiz de exorcista. “No quieras hacerle preguntas sólo por curiosidad, eso no es saludable”, subrayó.

También es posible “decir cosas para humillar al demonio”, tales como invocar la presencia de santos, ángeles guardianes y, la más “temida” de todas, de la Virgen María. Es entonces que “puedes realmente ver un cambio en el comportamiento del demonio”.

El final viene a menudo cuando el diablo empieza a mostrar arranques de ira y violencia, cuando “es común que bote espuma por la boca”.

En caso de que se haya roto una maldición, la persona “comenzará a vomitar objetos que fueron usados en la maldición. El vómito cambia a verde, luego a rojo, y otra vez verde”.

Entonces, el exorcista sabe que está tocando el fondo: “Entonces está siendo realmente eficaz y ésas son buenas señales. No es algo placentero de ver, pero tú sabes que estás siendo efectivo”. 

Bendice la suerte que ha tenido

Hoy Judy bendice la suerte que ha tenido 

Tuvo una hija con 15 años, a los 19 iba a abortar… pero el médico del abortorio dio marcha atrás 

Sus dos hijos le dieron doce nietos que no habrían nacido, víctimas de la histórica sentencia Roe vs Wade. 

Actualizado 21 agosto 2012 

C.L. / ReL 

Lisa la hija mayor de Judy con sus siete hijos

Judy Schulte tiene 57 años, dos hijos y doce nietos. Es metodista. Está jubilada tras ejercer como maestra durante casi tres décadas, y vive en Goliad (Texas, Estados Unidos), donde trabaja como bibliotecaria. 

El primer embarazo

Quedó embarazada de Chuck en enero de 1970, cuando sólo tenía quince años. Todavía faltaban tres años para la sentencia Roe vs Wade con la que el Tribunal Supremo norteamericano legalizó el aborto en todo el país. «Me vi embarazada y fue una sorpresa total. Todos pasamos por una colección de emociones: alarma, preocupación, miedo, inquietud y confusión», cuenta.

Ninguna de las dos familias consideró el aborto: «Era ilegal en 1970, y para la mayor parte de la gente, inmoral también».  Solamente la madre de Judy («creo que por desesperación», dice), llegó a sugerir la idea un día, sentada al pie de la cama de su hija, pero inmediatamente «movió la cabeza, rechazó el asunto y no lo volvió a mencionar». 

Pero Judy cree que con hoy las cosas habrían sido distintas: «Si el aborto hubiera sido legal y accesible como es ahora, puede que mis padres lo hubiesen considerado como la salida fácil«.

El primer matrimonio

Así que siguieron adelante, a pesar de que no era nada fácil en una pequeña localidad texana ser una madre soltera adolescente en aquella época. Chuck y ella siguieron estudiando. Los padres del chico, católicos, no querían que se casaran porque sabían que «estadísticamente, nuestro matrimonio acabaría fracasando«. Sugirieron la adopción, pero los padres de Judy se negaron. La chica «no tenía ideas concretas al respecto», pero acabó secundando la propuesta de sus padres.

Las discusiones subieron de tono cuando los padres de Judy amenazaron a los padres de Chuck con denunciarle por estupro (pues él tenía 18 años) si no aceptaban formalizar la relación de alguna manera para asegurar el compromiso de Chuck con el mantenimiento del bebé. Así que al final consintieron en un matrimonio civil, cada uno se fue a vivir a su casa.

El divorcio

«Chuck y yo continuamos yendo al instituto. Yo ocultaba mi creciente tripita con vestidos y blusas amplios, me perdí muchas clases de primera hora porque me encontraba mal por la mañana, y luchaba contra las náuseas durante las largas y calurosas tardes», explica Judy. Al cabo de un tiempo, aunque los padres de Chuck no querían que viviesen juntos porque no estaban casados ante Dios, los de ella insistieron y acabaron llevándola consigo hasta que él terminó el bachillerato.

En septiembre nació Lisa y el siguiente curso Judy lo empezó como madre soltera: «Me perdí fiestas, juergas y partidos. Nunca asistí a un baile del colegio. A cambio, lavé ropa, salía de compras, cambiaba pañales… Y aprendí a no dormir de noche, a visitar el hospital, y sobre sarpullidos, vaporizadores y caquitas».

Al cabo de dos años, «como era previsible», Chuck y ella se divorciaron. Judy volvió con sus padres, pero vivir en casa «no era divertido»: «Estaba agotada y sola. Tenía gana de salir y volver a quedar, así que cuando un amigo me propuso una cita a ciegas, ¡no lo dudé! Tal vez necesitaba amor y atención, tal vez tenía ganas de irme de casa de mis padres, o tal vez era simplemente víctima de la época, pero… me enamoré inmediatamente«.

El segundo embarazo

Eran los setenta y la revolución sexual estaba en su apogeo: «Sexo sin culpa. Si te apetece, hazlo. Amor libre. Me acostumbré a estos eslóganes. Aparcando la prudencia, me sumergí de lleno en esta nueva relación y me sentía emocionada y feliz. Terry yo nos divertíamos juntos y me aproveché de mis padres como canguros tanto como pude. Creía que estábamos enamorados, y él lo era todo para mí».

En noviembre de 1973, Judy quedó embarazada de nuevo: «Aunque sólo tenía 19 años y aún era una adolescente, no era la niña inocente y frágil que era a los quince. Esta vez oculté mi embarazo a mis padres pensando que nos casaríamos pronto y todo iría bien. Me equivoqué».

«Terry se lavó las manos y dejó claro que no quería casarse conmigo. Incluso me acusó de querer cazarle quedándome embarazada a propósito. Y aunque le habían educado como católico, me dijo que abortara«, continúa Judy.

«Sintiéndome herida y traicionada, incluso desesperada, decidí que abortar era la única forma de demostrarle que no me había quedado embarazada deliberadamente», confiesa: tras la sentencia Roe vs Wade, «el aborto era ahora legal y fácil». «Yo era impresionable y me faltaba sentido común. Si hubiese sido entonces la persona que soy ahora, le habría mandado a paseo», confiesa.

Pero en aquel momento se dejó convencer, y Terry y ella se metieron en un coche para ir a Houston a matar a su hijo en un abortorio de Planned Parenthood.

¿Qué pasó aquel día por la mente del matarife?

«El edificio era grande, blanco y terrorífico. Abrumada por el miedo, subí las escaleras y entré. Terry me acompañó hasta la sala de espera, llena de chicas, la mayor parte de ellas jóvenes como yo. Algunas estaban solas y otras con sus madres. No recuerdo haber visto aquel día ningún hombre en la habitación», prosigue Judy.

Luego la llamaron, la condujeron a una pequeña oficina y la sentaron en una dura silla ante una mujer tras un escritorio: «Sacó unos papeles y sin levantar la vista y con modales de negocios me hizo algunas preguntas básicas. Me dio algunas instrucciones sobre cómo cuidar de mí misma tras el procedimiento, pero sobre el procedimiento en sí mismo no dijo una palabra».

«Volviendo la vista atrás, me doy cuenta de que no tenía ni idea de lo que suponía un aborto. Todo lo que sabía es que no quería seguir embarazada. No sabía cómo quitarían el feto o que iba a pasar. Cuando se completó el papeleo, una enfermera vino hasta mí. Era más amable, y la primera persona que me sonrió aquel día», recuerda.
 
La enfermera la acompañó a la sala de operaciones. Le pidió que se quitara la ropa de cintura para abajo, la cubrió con una sábana y se subió en la mesa de exploración separando en alto las rodillas: «Cuando se fue, me quedé abierta y expuesta, completamente empapada en miedo y terror y sin idea de lo que me esperaba».

«Cuando entró el doctor, seguido por la enfermera, él ni siquiera me miró. De forma rápida y aséptica fue hasta el extremo de la mesa de exploración, se calzó los guantes de cirujano y empezó el examen. Al cabo de un minuto, levantó bruscamente la cabeza, miró a la enfermera y le dijo fríamente: ´No lo podemos hacer. Está demasiado avanzado´. Todo lo que puedo recordar es una sacudida física, una explosión de alivio como si todo mi ser se hubiese relajado de golpe, y sin pensarlo exclamé: ´Gracias a Dios´. Entonces, por primera vez desde que entró en la habitación, aquel doctor me miró. Me volví a poner tensa al percibir la ira en sus ojos. Frunció el ceño y me espetó: ´Ahora tiene queirse a otra parte´. Sin esperar respuesta, se dio media vuelta y abandonó la habitación», explica Judy.

«No recuerdo haberme levantado de la mesa, ni siquiera haberme vestido. Todo lo que recuerdo es haber sentido un éxtasis de alivio y una tremenda necesidad de, literalmente, saltar de alegría. Salí del cuarto y busqué la salida. Volví a pasar por la sala de espera. Contemplé aquellos rostros hermosos y tristes y me inspiraron una enorme compasión. Recuerdo haber pensado lo afortunada que me sentía por no ser una de ellas», continúa Judy.

El segundo matrimonio

«Y entonces me encontré a Terry en las escaleras, fuera del edificio. Me miró y me preguntó: ´¿Y bien?´. ´No lo hice´, respondí. ´¿Qué?´, me preguntó, sorprendido. Le expliqué que el médico había dicho que el embarazo estaba demasiado avanzado y que tendría que ir a otro lugar para hacerlo. Vi también el alivio en sus ojos y agradecí mi suerte«, recuerda Judy: «No fuimos a otra clínica. Tal vez su formación católica sacó lo mejor de él. Tal vez, después de todo, se preocupaba por mí. Sólo sé que su corazón cambió y decidió casarse conmigo«.

Ante la extraña reacción del médico, Judy se pregunta a menudo qué pasó aquel día: «Yo no había hecho nada para merecer que Dios detuviese lo que iba a suceder aquel día, pero es imposible que yo estuviese de más de doce semanas, sólo había tenido dos faltas. Pero no me lo cuestiono más, porque me volvería loca. ¿Por qué yo? ¿Por qué no todas esas almas pobres y desdichadas de la sala de espera?».

A los seis meses y medio, nació Kenny. Hoy tiene 38 años, está casado, tiene cinco hijos y es ingeniero. En cuanto a Lisa, es bioquímica, está casada con un físico de Princeton y tienen siete niños. 

«Si el aborto hubiese sido legal y mis padres hubiesen decidido suprimir el embarazo,ninguno de mis nietos existiría hoy«, concluye Judy: «Todos hemos sido creados por Dios con un propósito en la vida y ninguno de ellos habría tenido la más mínima oportunidad de cumplir el suyo y desarrollar su potencial en este mundo si yo hubiese abortado a mis hijos».

Quienes sólo pueden imaginar…

Al escribir este testimonio, Judy Schulte piensa «en todas esas jóvenes abandonadas en las clínicas de abortos por novios que las abandonan para que pechen ellas solas con las consecuencias el resto de sus vidas; en esas mujeres a quienes, siendo jóvenes, las traiciona nuestra cultura haciéndoles creer que el feto no es un niño de verdad, y luego las victimiza con leyes que facilitan el aborto; en esas niñas que eligen el aborto en vez de la adopción porque nuestro gobierno hace más fácil matar a un niño que adoptarlo; en esas mujeres traumatizadas por un aborto juvenil, que sufren ahora depresión e incluso ideas de suicidio».

«Pienso en todas ellas», concluye, «porque sólo pueden imaginar aquello que perdieron«.

Pinche aquí para leer el testimonio completo de Judy Schulte (en inglés).

Calificaba de «monstruos» a los bebés con malformaciones.

Es agnóstico y tiene un hijo con una discapacidad 

Andrés Aberasturi responde a Rosa Regás en una carta titulada «La monstruosidad de Rosa Regás» 

El pasado 30 de julio la escritora publicaba en su blog del diario El Mundo, un artículo en el que calificaba de «monstruos» a los bebés con malformaciones. 

Actualizado 7 agosto 2012 

OTR/PRESS/ ReL

Reproducimos aquí la respuesta del periodista Andrés Aberasturi al artículo de Rosa Regás en la que abogaba por la eliminación de los niños que van a nacer con malformaciones, calificados como «monstruos».

Rosa Regás publicó un artícul pastiche en su blog «ellas» de Elmundo.es en el que, para defender su posición a favor del aborto y en contra de lo anunciado por el ministro Ruiz Gallardón, mezcla en una pocas líneas la Inquisición, el capitalismo, la derecha política, los último vente siglos y no sé cuántas cosas más. Está en su derecho y es muy libre de ofrecer como verdades absolutas e irrefutables opiniones que sólo son suyas y estadísticas que se saca de la manga. Nada que decir. Como tampoco se trata de entrar en el debate sobre si el aborto es un derecho o no de la madre o cuando el nascituros adquiere la condición de persona.

Pero Rosa Regás se equivoca muy gravemente tres veces, tan gravemente que debería al menos rectificar una afirmación y retirar inmediatamente otra que repite en dos ocasiones de una forma descarnada, con una rotundidad insultante, dolorosa, injusta y excesivamente cercana a la ideología nazi. La que debería rectificar es cuando asegura que «las (mujeres) europeas ya tienen ese problema solucionado de no querer dar vida a quien no podrá disfrutarla.» ¿Qué sabe Rosa Regás de eso? ¿Qué sabe Rosa Regás de la risa abierta de mi hijo, de su paz cuando duerme, de su mirada llena de luz cada mañana, de lo que le hemos podido dar y de todo lo que él no ha dado? ¿Cómo se atreve Rosa Regás a generalizar y afirmar que mi hijo -y tantos hijos- no pueden disfrutar de la vida? ¿Con que derecho dice tales cosas? ¿Con qué base científica? ¿Con qué permiso?

Pero siendo esto ya una temeridad por parte de la escritora, no es lo peor. Insisto que, al margen de su postura a favor del aborto, que puede o no ser compartida por mas gente, doña Rosa Regás comienza su artículo/pastiche con un gravísimo desprecio hacia todos los discapacitados, incluso a los que llegaron a esa situación de una forma sobrevenida y no en el parto o la gestación porque la Regás no hace distinciones y se lamenta de «que sea el señor Ruiz Gallardón el que tenga que decidir si una mujer ha dedar a luz un monstruo».

Un monstruo, ha leído bien. De forma que si los diagnosticados por una malformación son para doña Rosa unos monstruos en caso de que nazcan, lo son también los ya nacidos: mi hijo es para la escritora un monstruo. Y por si alguien piensa que utilizar esa palabra fue un desliz, termina su articulo/pastiche con una afirmación que da escalofríos y nos recuerda -lo siento- el tiempo mas infame del Siglo XX.

Concluye Rosa Regás: «Señor Ministro, ¿no le parece que antes de dar vida a los monstruos debería ocuparse de que no se resquebrajara la dignidad de los vivos, y defender para ellos trabajo, vivienda, educación y sanidad?» Si esta no es una demanda nazi, que alguien me lo explique.

Lo rescribo entre el asombro, la perplejidad y el asco: «antes de dar vida a los monstruos» Naturalmente me faltan palabras para expresar lo que sentí al leer semejante panfleto desde mi agnosticismo y sólo entrando en el calificativo que Regás dedica a los discapacitados. No puedo creerlo. He leído en las redes sociales algunas respuestas de gente directamente afectada por esta barbaridad y a punto he estado de dejar pasar el tema. Peroporque mi hijo no tiene voz y porque muchas madres y muchos padres no tienen medios, vuelvo al lenguaje.

Porque el problema no es -lo digo por tercera vez- que defiendas el aborto en casos de malformación que puede ser algo discutible; el problema, Rosa Regás es que califiques de «monstruos» a tantos seres inocentes que, en contra de lo crees, disfrutan en la mayoría de los casos -no siempre- de la vida y del amor de quienes les rodean.

Te has equivocado Rosa y ni siquiera en esa última petición monstruosa que le haces al ministro exigiendo que «antes de dar vida a los monstruos» se preocupe del trabajo de los vivos, la vivienda, la educación etc. has tenido el mínimo detalle de exigirle también el respeto a la dignidad y las ayudas necesarias para los que según tu teoría, serían monstruos vivientes. Quiero pensar que al menos crees que también tienen derechos. No sé si me equivoco.

Puede leer aquí el post de Rosa Regás
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/ellas/2012/07/30/siniestra-ley-del-aborto.html

El diablo odia a la familia, asegura exorcista de EEUU

El diablo odia a la familia porque es imagen de la Trinidad, asegura exorcista de EEUU

VATICANO, 26 Jul. 12 / 04:20 am (ACI/EWTN Noticias).- Un sacerdote estadounidense que actualmente se está entrenando como exorcista en la diócesis de Roma (Italia), aseguró que el diablo y los demonios en general odian a la familia porque ésta es “una imagen de la Santísima Trinidad”.
En entrevista concedida a ACI Prensa, el presbítero, que prefirió mantenerse en el anonimato, señaló que entre los factores comunes que encuentra en las personas poseídas ve gente con “profundas heridas en sus vidas y sobre todo, en su familia”.

El sacerdote indicó que el demonio fácilmente accede a familias donde “los padres han tomado elecciones realmente malas”, y al obrar así “han invitado a influencias malignas al interior de su hogar”.

Las malas acciones que atraen al demonio a los hogares son “la infidelidad marital, el aborto, hacer cosas que rompen la familia”, señaló.

El presbítero admitió que nunca pensó en dedicarse al exorcismo, pero un inesperado suceso en una de sus primeras Misas tras su ordenación, hace 15 años, marcó el inicio de su acercamiento a esta labor sacerdotal.

“En el momento de la consagración de la sangre preciosa, le pedí al Señor que derrame su sangre sobre la juventud y ayude a todos los hombres jóvenes que podrían tener vocación al sacerdocio”, recordó.

La reacción instantánea de un joven de 13 años sorprendió al joven sacerdote. “Él cayó de espaldas y comenzó a gruñir. Yo pensé ‘¡no estaba esperando esto!’”.

Muchos años después, él es parte de una nueva generación de exorcistas en formación en Estados Unidos, luego que de los obispos del país decidieran, en noviembre de 2010, incrementar el número de exorcistas.

A pesar de que la ley canónica estipula que cada diócesis debería contar con un exorcista, se estima que no superarían los 50 sacerdotes dedicados a esta labor en Estados Unidos.

El sacerdote, que es del noreste de Estados Unidos, explicó a ACI Prensa que “nos hemos organizado para asegurarnos de que quienes más necesitan ayuda la obtengan”.

Durante su estancia en Roma, donde fue enviado por su obispo para aprender del trabajo de seis exorcistas oficiales de esa diócesis, el sacerdote está “involucrado” en alrededor de tres exorcismos al día.
“No hay dos casos parecidos. Ese ha sido un real aprendizaje para mí. El rito del exorcismo no es una fórmula mágica”, dijo.

El sacerdote señaló que “no es el demonio o el exorcista quien está al centro de esto, sino una persona que está sufriendo mucho y que necesita de certera liberación a través de Cristo”.

El presbítero explicó que, en cuanto a la correcta terminología, “demonio viene del griego, diablo del latín, cualquiera de esos nombres está bien”. Con lo que se combate, explicó, “son ángeles caídos que fueron creados buenos”.

Los primeros Padres de la Iglesia, entre ellos San Jerónimo y San Agustín, especularon que estos ángeles se rebelaron “a causa de que les fue revelado el plan de Dios de la encarnación” y su “repulsión a la idea de que Dios, que es espíritu puro e infinito, deba hacerse hombre”.

Por esta razón, el sacerdote indicó que los demonios tienen una “fascinación con lo físico” y “hacer sufrir a las personas”.

“Una vez que el rito inicia, normalmente (el demonio) se comienza a manifestar en la persona, que sufre de diferentes maneras, con violencia, cambios en el rostro, cambio de la voz, es diferente”, dijo, recordando recientes exorcismos.

El sacerdote aseguró que el demonio “sólo quiere intimidar, pero básicamente hay que ignorarlo y decir ‘oye, yo soy el que da las órdenes aquí, amigo’”.

La inteligencia angélica del demonio, dijo a ACI Prensa, también implica que ellos saben que Dios sólo permite sus actividades diabólicas para llevar la salvación a personas a través de un “sufrimiento expiatorio”.

“Estas personas sufrientes se están volviendo santos al ofrecer sus sacrificios”, que Dios entonces recibe y “bendice a gran parte de la Iglesia en todo el mundo”.

El sacerdote afirmó que “cuando le recuerdas eso al diablo, se pone furioso”, porque sabe que está perdiendo, y por lo tanto “quiere conseguir lo que pueda, mientras pueda. Si no puede ganar las almas de estas personas, quiere al menos hacer sus vidas miserables”.

El presbítero estadounidense indicó que cuando habla con el demonio le hace “una serie de preguntas: ‘¿cuál es tu nombre?’, ya que cuando usas su nombre en una orden, eso lo debilita”. Una vez que el demonio dice su nombre, el exorcista le ordena “salir”, y también le podría preguntar “cómo entró y cuándo va a salir”.

“(Al responder a) eso último es como si ellos hubieran sido entrenados para decir lo mismo, ‘nunca me voy a ir’, pero eventualmente lo harán”.
La clave es limitar el diálogo, dijo el aprendiz de exorcista. “No quieres hacerle preguntas sólo por curiosidad, eso no es saludable”, subrayó.

También es posible “decir cosas para humillar al demonio”, tales como invocar la presencia de santos, ángeles guardianes y, la más “temida” de todas, de la Virgen María. Es entonces que “puedes realmente ver un cambio en el comportamiento del demonio”.

El final viene a menudo cuando el diablo empieza a mostrar arranques de ira y violencia, cuando “es común que bote espuma por la boca”.

En caso de que se haya roto una maldición, la persona “comenzará a vomitar objetos que fueron usados en la maldición. El vómito cambia a verde, luego a rojo, y otra vez verde”.

Entonces, el exorcista sabe que “estoy tocando fondo, que esto está siendo realmente eficaz y esas son buenas señales. No es algo placentero de ver, pero tú sabes que ‘estoy siendo efectivo aquí’”.

Por sus creencias cristianas

Consigue que un hospital de Mallorca no pueda hacer abortos por la oposición de las enfermeras 

Mercedes Cruz Quesada es supervisora de quirófano, y su valiente actitud arrastró a todas las enfermeras para que en su centro sanitario no fuera un abortorio. 

Actualizado 20 junio 2012 

Marcos Vera/ReL 

El gerente del hospital le llamó un día para indicarle que preparara todo lo necesario para realizar abortos. La crisis aprieta y dicho hospital había negociado con el Gobierno autonómico la realización de una serie de servicios, entre los que se incluía el aborto. 

Pero Mercedes Cruz Quesada, de firmes convicciones católicas y miembro de la Unión Seglar, decidió anteponer sus seguridades materiales, el trabajo y el qué dirán… a ser cómplice de la destrucción de una vida.

Ésta es su historia, en forma de entrevista, que ha concedido en exclusiva a Religión en Libertad.

– ¿Cuál es su responsabilidad en el hospital, Mercedes?
– Soy supervisora de quirófano, con lo que mi responsabilidad, entre otras, es procurar que todo el material y personal necesario para que sea llevada una intervención quirúrgica, esté a punto y en perfectas condiciones, asignar a cada enfermera las intervenciones que debe cubrir, hacer los pedidos…

– ¿Cómo fue que tuvo oportunidad de enterarse del contenido del Concierto antes de que éste se firmase? ¿Se le notificó de oficio, o estuvo usted pendiente de que no le colaran ese gol?
– Desde que ocupo este puesto, sabía que algún día podía presentarse esta situación y ya estaba alerta. De todos modos, por ser parte de la dirección del hospital, normalmente (y gracias a Dios) soy informada de los cambios o decisiones que se toman. 

Un día me llamó el gerente y me comunicó la posibilidad de que se realizasen abortos en nuestro hospital, y me preguntó si en quirófano disponíamos de todo lo necesario. Yo le contesté que no, porque realmente no disponíamos del material necesario. Entonces él me preguntó si podría encargarme de averiguar todo lo que sería necesario. 

En ese punto yo le contesté que con todos mis respetos no podía encargarme de esta tarea y además le informé de que sintiéndolo mucho porque adoro mi trabajo y además soy muy feliz en este hospital, si se llegaba a materializar este tema yo presentaría mi dimisión y abandonaría el hospital

Le dije que entendiese que no era una decisión fácil con la crisis y la falta de trabajo que hay por todo, pero que mi decisión estaba bien meditada y no había vuelta atrás.

– Si usted era jefa es obvio que no estaba sola ni aislada como enfermera, sino que se había cultivado un buen entorno. ¿Contribuyó a darle más fuerza y cohesión a ese entorno el hecho de que se supiese que es usted católica activa?
-Por supuesto, además por el hecho de ser católica también me dolía mucho que mis enfermeras tuviesen que participar en tan horrendo crimen.

– ¿Cómo fue lo de plantarse y hacer valer su derecho a la objeción de conciencia?
– No fue difícil: cuando estás tan segura de algo, lo demás viene solo.

– ¿Fue difícil que se adhirieran las demás enfermeras?
– La verdad es que no, aunque las cogieron una por una para que no se influenciasen entre ellas. Algunas ya estaban seguras de que no querían participar en esto, y otras estaban dudosas; pero yo creo que conocer mi postura les hizo decantarse por el no. 

Además, alguien que ha visto alguna vez un aborto aunque sea involuntario, no ha de tener corazón para querer participar en esto. Es horrible.

– ¿Cómo consiguió vincular la objeción de conciencia en masa con la modificación del concierto por lo que respecta al aborto?
– Cuando la gerencia del hospital vio que ninguna enfermera de quirófano estaba dispuesta a realizar esta «tarea» se le presentó un gran problema: intentó que alguna enfermera de otro departamento pasase a quirófano esos días en concreto, pero había que formarla y eso llevaba tiempo. Además, ¿qué hacía con todas nosotras? Era un problema de difícil solución.

– ¿Tuvo seguimiento por parte del personal médico y el resto de personal del hospital, especialmente la gente con cargo?
– No, no tuve seguimiento, aunque he de decir que me respetaron en todo momento e intentaron buscar una solución para que yo no me fuera del hospital.

– ¿Es consciente de que su paso adelante y su forma de enfrentarse al problema del aborto en su hospital puede sentar precedente y constituirse en modelo a promover? ¿Es consciente de que su actitud valiente y decidida desencadenó un fenómeno sociológico a la pequeñísima escala del hospital, dignísimo de estudio?
– Pues la verdad es que no me lo había planteado así, pero doy gracias a Dios si esto sirve para que alguien se replantee su postura en el trabajo.

– Previamente a todo esto, ¿había creado usted un clima pro vida en el hospital? ¿Cómo lo hizo?
– Pues no mucho, aunque todos conocían mi postura, lo que sí es cierto es que es importantísimo hacerte respetar en tu entorno, intentar siempre ayudar a los demás, no juzgar, no criticar, hacer bien tu trabajo; en fin, intentar siempre actuar como buen cristiano: así consigues el respeto y eso es fundamental a la hora de tomar una decisión así.

-….
– Espero que esto le sirva de algo, quisiera remarcar lo que creo que ha sido más importante en el hecho de que el resto de personal de quirófano se adhiriera a mi postura. Creo que fue fundamental el que me apoyaran en todas mis decisiones antes de llegar a ésta en particular; para esto me las tuve que ir ganando poco a poco en una labor de años. La verdad es que somos un grupo muy unido y ellas son unas excelentes personas y trabajadoras, en esto tengo mucha suerte.