Fue enviada al campo de concentración de Anna Frank

Maruca, la mujer abandonada por Neruda

 

Fue la madre de la hija madrileña y con hidrocefalia del poeta, a la que bautizó en una iglesia mormona

Despechada, se negó a aceptar el divorcio que el Nobel quiso dar por hecho tras abandonarla y cuando ella estaba en la Holanda ocupada. Los nazis la detuvieron

La hija madrileña a la que Pablo Neruda abandonó y llamaba ‘vampiresa de 3 kilos’

Mi querido Cerdo («My dear Pig» en el original): Es realmente imperdonable tu negligencia hacia nosotras, especialmente con tu bebé. Hoy 18 del mes (noviembre de 1938) no he recibido tu dinero. El 1º de este mes tuve que pagar los gastos de alojamiento de Malva Marina por el mes de octubre. Con mi salario sólo pude pagar una parte. Qué vergüenza realmente (…) Ella ha progresado mucho mentalmente (…) No tengo un centavo. Mi último dinero será gastado en enviar esta carta (…) Por favor, envíame el dinero lo antes posible (…) Cumple tus deberes de padre (…).

Ésta es la carta desesperada en la que María Antonia Hagenaar Vogelzang –la primera esposa de Pablo Neruda y madre de su única hija, Malva, a las que el poeta abandonó por otra mujer- le reclama el envío del dinero acordado para poder hacer frente a la manutención de la hija enferma de ambos nacida con hidrocefalia. No conocemos la respuesta de Neruda. Más ocupado en su amante argentina Delia del Carril, 20 años mayor que él, y en la producción de sus poemas, el grito de auxilio desde Holanda de la que oficialmente aún era su mujer, no le hizo despertar del ensimismamiento en el que entonces vivía junto a la bella Delia –La hormiguita, por pequeña y laboriosa, la apodó Neruda-. Porque el amor, pensaba el poeta, «es muy corto y se olvida por tanto tiempo». Y no mentía. Corto, también, había sido su amor por María Antonia -si es que alguna vez sintió amor de verdad por ella- desde que se casaron en Java (el 6 de diciembre de 1930) donde ella y Neruda, entonces cónsul de Chile en la isla asiática, se conocieran en un club frecuentado por la alta sociedad local.

Con un marido ausente y despreocupado y una hija totalmente dependiente, que apenas podía caminar y hablar, el día a día de Maruca, como él la llamaba siguiendo la costumbre de rebautizar a sus conquistas, consistía únicamente en sobrevivir. Ella, que había nacido en una familia de ricos comerciantes holandeses emigrados a Oriente, inteligente y buena moza, aunque un tanto ingenua, estaba sola y abandonada por su esposo en la Holanda de sus genes. Busca consuelo y apoyo en la iglesia mormona pensando sobre todo en su hija. Pero los rezos no sirven de nada y la hidrocefalia de nacimiento va deteriorando a toda velocidad el frágil organismo de la pequeña.

La respuesta

 

Maruca, desbordada, como demuestra la carta con la que arranca esta historia, ha dejado de recibir de su esposo el dinero pactado para alimentar a su hija. Inhumana actitud que la Fundación Neruda desmiente a Crónica. Y es que todavía hoy para muchos chilenos Neruda es visto como una brújula moral. «Es falso -según la Fundación Neruda- que el poeta haya abandonado a su mujer y a su hija a la miseria. Está documentado por cartas de la misma Maruca Hagenaar y por documentos consulares, que el poeta nunca dejó de enviarles una mesada (paga). Ésta, al principio era en dólares, pero la misma Maruca la solicitó en otra moneda, ya que no podía cambiar dólares en la Holanda ocupada por los nazis». Aquí la historia que intenta redimir al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Otros, sin embargo, lo cuentan de distinta manera. Como el chileno David Schidlowsky, autor de Las furias y las penasPablo Neruda y su tiempo. «Neruda definitivamente rompió con su esposa Maruca y su hija Malva Marina (Era diciembre de 1936). Viajó a Montecarlo y las dejó en la casa de Barend van Tricht, el padrino de boda. Le prometió a Maruca que le enviaría dinero todos los meses, una promesa que apenas cumplió», desveló Schidlowsky durante un homenaje a Malva, el año pasado en Ámsterdam, organizado, entre otros, por él mismo y por su compatriota Antonio Reynaldos, quien ha contribuido decisivamente a difundir el enclave de la tumba de la hija olvidada de Neruda.

María Antonia Hagenaar, esposa de Pablo Neruda, con la única hija del matrimonio, Malva Marina, nacida en Madrid en 1934 con hidrocefalia.

Siete meses después, en julio del 37, la esposa y la hija abandonadas, con la ayuda del padrino y amigo Tricht, emprenden camino a Den Haag (La Haya en neerlandés, la capital de Holanda). Pronto María Antonia se hará a la idea de que ya no podrá creer más a su marido. Las penurias se suceden. Maruca vive en pensiones de mala muerte, el dinero se le acaba y su hija, con el cerebro cada vez más lleno de líquido, reclama muchas más atenciones. A través de organizaciones religiosas, como Christian Science, Maruca consigue dar con una familia de holandeses que residían en Gouda. Hendrik Julsing y Gerdina Sierks aceptan cuidar de la pequeña mientras su madre busca trabajo en La Haya, a menos de una hora por carretera. La tratan como a una más de la familia hasta su muerte, con ocho años, el 2 de marzo de 1943. Incluso contratan una niñera, Nelly Leijis, para que se dedique en exclusiva a la niña.

Maruca, mientras tanto, no rehúye ningún tipo de trabajo. Se ofrece a limpiar suelos, cuidar de enfermos, lo que sea con tal de sacar adelante a su desvalida hija. Quién se lo iba a decir a la niña rica que fue, a la descendiente de Jeremias van Riemsdijk, el patriarca de una estirpe de prósperos comerciantes holandeses, que hizo carrera en la Compañía Holandesa de las Indias Orientales. Jeremias llevaba una vida tan opulenta que se paseaba por sus campos de arroz en Java en una carroza de cristal tirada por caballos árabes que había ordenado llevar desde Europa.

Para María Antonia o La javanesa, como a menudo se referían a ella los allegados a Neruda, ya sólo eran recuerdos de un pasado de cine. Nadie se acuerda de ella. Maruca, para el poeta, es un punto y aparte. Ya no le quedan padres y su hija camina hacia un final dramático. Por mediación de no sabe quién por fin encuentra trabajo, puede que no bien pagado, en la embajada de España en La Haya. Está a las órdenes de José María Semprún, padre del escritor Jorge Semprún, luego expulsado en 1964 del Partido Comunista de España (PCE), al que Pablo Neruda tanto admiraba. Lo que a esta mujer aún le queda por sufrir ni ella misma lo imagina.

Poco antes de que la II Guerra Mundial terminara, María Antonia fue detenida por los nazis -no por ser judía, sino por tener pasaporte chileno- e internada en el mismo campo de concentración en el que estaba Anna Frank. De Westerbork, ideado para acoger 107.000 prisioneros de los que se estima que fallecieron 60.000, salían en su mayoría de judíos y gitanos hacia los crematorios y cámaras de gas de Auschwitz y Treblinka, en Polonia. Maruca pasa allí un mes entre alambradas, soldados de la SS y perros entrenados para matar. Pero esta vez la suerte no le daría la espalda. Cuando el campo fue liberado (15 de abril de 1945) por las tropas canadienses sólo encontraron 876 prisioneros con vida. Y entre ellos, a la esposa abandonada de Neruda. Nueve días antes de que las puertas del infierno se abrieran definitivamente, moría allí Anna Frank, su vecina en el campo.

De María Antonia Hagenaar no queda nada. Ni una lápida que indique el final de su azaroso camino. Tres años después de su liberación, viaja a Chile para errar el doloroso capítulo nerudiano, pues antes se negó a aceptar el divorcio que el vate quiso dar por hecho tras abandonarla. En noviembre de 1948 firma el divorcio y un acuerdo financiero. Aún tardó en regresar a Holanda. Dicen que se volvió adicta al opio. Un cáncer se la llevó, en 1965, estando de vuelta en La Haya, no lejos de la tumba en la que reposan los restos de su querida Malva Marina, a la que su madre no dejó de visitar hasta el final de sus días.

‘Yo soy una niña de Schindler’

20 años de la película de Spielberg

Niusia Horowitz
Niusia Horowitz
  • Niusia Horowitz era el nombre 105 de la milagrosa lista
  • Vivió en el gueto de Cracovia y en los campos de Plaszów y Auschwitz
  • Dos toneladas de pelo humano en Auschwitz, prueba histórica del genocidio
  • El 8 de abril es día del Holocausto
  • El 10 sale en blu-ray ‘La lista de Schindler’, en su 20 aniversario
  • Reportaje fotográfico: Cracovia: realidad y ficción

Sonia Aparicio (Enviada especial) | Cracovia (Polonia)

Actualizado sábado 06/04/2013 09:51 horas

El Holocausto no se puede contar. Nada más cruzar el umbral de Auschwitz, la primera sensación que le invade a uno es la incapacidad de imaginar lo que verdaderamente pasó allí. Algo de ello se adivina en los ojos de Niusia Horowitz-Karakulska, una ‘niña de Schindler’, el empresario alemán que salvó a más 1.100 judíos del exterminio nazi. Compartimos mesa y cena con ella una noche de marzo en un restaurante de Szeroka Street, corazón del barrio judío de Kazimierz, en la polacaCracovia, escenario elegido por Steven Spielberg para el rodaje de ‘La Lista de Shindler’, que ahora cumple 20 años.

«Recuerdo de Schindler que era un hombre muy guapo, olía muy bien, siempre muy elegante, incluso cuando visitaba la fábrica, un lugar lleno de suciedad», relata Niusia, el nombre 105 de la milagrosa lista, nacida en Cracovia en 1932. Sentado junto a ella, Alekxander B. Skotnicki(autor de ‘Oskar Schindler a través de los ojos de los judíos que rescató’) la traduce al inglés. Sus ojos se iluminan cuando habla de Schindler, pero es una mujer parca en palabras; era una niña cuando aprendió que el silencio y la discreción podrían ayudarla a sobrevivir.

En el rictus serio de su rostro y su mirada intensa se lee el dolor. Niusia y sus padres vivieron dos años en el gueto de Cracovia y fueron trasladados al campo de concentración de Plaszów cuando el gueto fue liquidado. Madre e hija lograron un trabajo en la fábrica de Oskar Schindler en la calle Lipowa. Pero un día acabaron, por error, en Auschwitz, ya lo cuenta la película: el tren que debía trasladar a las mujeres y niños de Schindler desde Cracovia a la nueva sede de la fábrica en Brünlitz fue enviado a un terrible destino. Por una terrible equivocación. Pasaron allí tres semanas hasta que Herr Direktor, como le llamaban sus empleados, logró sacarlos de allí. Eran 300. Los únicos judíos que salieron de Auschwitz.

Un tema tabú

Niusia, en su juventud.
Niusia, en su juventud.

Niusia tenía 9 años cuando entró en el gueto; 13 cuando terminó la guerra. No había asistido al colegio, apenas sabía leer ni escribir. «Nunca quise hablar de ello, nunca le conté nada ni siquiera a mi hija», dice. «Yo también querría olvidarlo», explica Stotnicki, que ha entrevistado a cientos de supervivientes para su libro, «no era fácil hablar de ello en una nación donde nadie quería escuchar ni creer que aquello había pasado de verdad tan cerca de sus propias casas».

Steven Spielberg buscó en Cracovia supervivientes para conocer historias reales con todos sus detalles. Fue en la década de los 90 cuando Niusia rompió su silencio. Recordar y contar lo vivido para que nunca nadie pueda olvidarlo. «Conocí a Spielberg en la calle Urzyz, en Cracovia, me pareció un hombre muy humilde y emocionado por conocer a un superviviente de Auschwitz», recuerda. «Ver ‘La lista de Schindler’ me provocó emociones terribles«, prosigue. «No es una historia de amor, es un drama, un trauma para quienes lo vivimos. Incluso muchas personas que no tenían nada que ver con los campos de concentración salían del cine con los ojos llenos de lágrimas».

52.000 testimonios

‘La Lista de Schindler’ se filmó en blanco y negro porque así eran todas las imágenes que Spielberg había conocido durante su vida del Holocausto y para dar a la película apariencia de documental. Porque el proyecto traspasaba las fronteras de Hollywood: Spielberg creó laFundación Shoah, cuyo primer objetivo fue grabar todos los testimonios que fuera posible del Holocausto, en cualquier país, en todos sus idiomas, en sus hogares, utilizando una red de voluntarios locales que fueron formados específicamente para ello. Se recogieron 52.000 entrevistas en todo el mundo.

«Nuestra misión ahora es la educación«, explica Martin Smok, miembro de esta institución, «utilizar los testimonios del Archivo de Historia Visual, estas voces de los supervivientes y testigos del Holocaustopara educar a la población del mundo sobre los mecanismos del odio y de la formación de estereotipos, y cómo estos puede llevar a grandes sufrimientos». Una base de datos de gran importancia histórica teniendo en cuenta que ya han pasado siete décadas y cada vez quedan menos testigos con vida.

«Intentamos hacer de las experiencias de los supervivientes algo relevante para la vida diaria de las nuevas generaciones», añade Smok. Estas 52.000 entrevistas, narrativa viva del siglo XX, están disponibles en 41 instituciones en todo el mundo, la mayoría universidades.

Niusia y el beso de Schindler

La actriz Magdalena Dandourian interpreta en el filme el personaje de Niusia, es la joven judía que el propio Schindler besa, ante la mirada incrédula de numerosos oficiales nazis, el día de su cumpleaños. Horowitz aparece en la emotiva escena final en la que más de un centenar de judíos desfilan ante la tumba de Oskar Schindler, fallecido en Alemania el 9 de octubre de 1974. El empresario, que se enriqueció con el trabajo gratuito de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y gastó toda su fortuna en salvarlos después, descansa para siempre en el Cementerio de los Hombres Justos de Jerusalén

Niusia (Magdalena Dandourian), instantes antes del beso de Schindler en el filme.
Niusia (Magdalena Dandourian), instantes antes del beso de Schindler en el filme.

Muchos supervivientes emigraron tras la guerra en busca de una nueva vida. No era fácil, sin dinero ni contactos en el extranjero. Niusia permaneció en Cracovia y en 1955 se casó con Tadeusz Karakulski; nunca volvió a ver a Schindler después de la guerra, aunque sus padres, establecidos en Austria, sí se pudieron reunir con él. Su hija Magdalena, nacida en 1956 y afincada desde 1978 en EEUU, le ha dado dos nietos.

Realidad y ficción

En las calles de Cracovia, restos originales del muro del gueto conviven cerca de los escenarios que eligió Steven Spielberg para el rodaje del filme, ganador de siete Oscar, incluidos los de mejor película y director. Lugar emblemático es la fábrica de Oskar Schindler, en el barrio de Podgórze, hoy un museo dedicado a las víctimas de los nazis que reconstruye la vida cotidiana en Cracovia antes de la ocupación y da testimonio de las condiciones inhumanas de vida, las atrocidades y muertes, primero en el gueto, y en Plaszów, Auschwitz y Birkenaudespués. [ IMÁGENES: CRACOVIA, REALIDAD Y FICCIÓN ]

Museo Fábrica de Schindler. | Foto: S.A.
Museo Fábrica de Schindler. | Foto: S.A.

«La primera impresión era terrible (…) Todos estábamos deprimidos, y decíamos: ‘No se vuelve de un cementerio'». El testimonio de Mila Hornik da fe del estado de ánimo de los judíos que fueron traslados y aislados entre muros desde el 3 de marzo de 1941 al 13 marzo de 1943, cuando se llevó a cabo la liquidación total del gueto. Unos muros construidos de cemento gris, con forma de lápidas sucesivas, para que los que allí vivían se sintieran enterrados en vida.

Los judíos que sobrevivieron al gueto fueron trasladados al campo de concentración de Plaszów. Desde el 7 de octubre de 1941 Auschwitz ya estaba funcionando, a 43 kilómetros al oeste de la ciudad, como campo de concentración y sede de experimentos científicos que se llevaron a cabo con judíos, eslavos, prisioneros de guerra, gitanos… Birkenau(Auschwitz 2) se creó a tres kilómetros de allí, como campo de exterminio.Dos toneladas de pelo humano, maletas y zapatos se conservan entre sus muros como prueba histórica de lo que allí pasó.


Universal Studios Home Entertainment estrena el 10 de abril por primera vez en Blu-ray ‘La Lista de Schindler’. Incluye Copia Digital, más de una hora de Material Extra, un libro fotográfico de 16 páginas y un libreto de 16 páginas y postales en una edición restaurada partiendo del negativo original en perfecta alta definición y supervisada personalmente por Steven Spielberg.