Tiroteo en Las Vegas

Horror en la «ciudad del pecado» de Estados Unidos

Una cinta policial delimita el perímetro de la zona de la matanza. Al fondo, el hotel Mandalay Bay, desde donde disparó el tirador. MIKE BLAKEREUTERS

Pocos sitios hay tan propicios en Estados Unidos para una clase de masacre como la del domingo por la noche. Las Vegas en sí tiene una población modesta, 583.756 almas censadas, pero es el turismo masivo el que lo convierte en un lugar único, una fiesta permanente a la que cada año acuden más de 42 millones de personas.

Por el ‘Strip’, la avenida principal de Las Vegas, pululan siempre miles de personas, atraídas por tiendas únicas, puestos de comida y siempre lugares donde beberse un trago de gran tamaño por poco dinero. Si es garrafón o no, poco importa.

El Mandalay Bay, donde estaba alojado Stephen Craig Paddock, en cuya casa la policía encontró armas, munición y explosivos, es el casino más al sur de la concentración principal de hoteles de Las Vegas. En total cuenta con 3.309 habitaciones y dos de las discotecas más populares de la ciudad, casi en la azotea del edificio, con vistas espectaculares al resto de la urbe de neón.

También tiene un acuario dentro del hotel, el Shark Reef, y acoge cada año multitud de convenciones y eventos. Es decir, que siempre hay manadas de gente circulando por sus entrañas.

Sin embargo Paddock decidió apuntar hacia un lote generalmente vacío de tierra, Las Vegas Village. Desde la calle solo se ve la estructura del escenario y poco más, pero el recinto es propiedad de MGM Resorts y puede albergar hasta 25.000 personas para un evento como el del domingo por la noche, Route 91, de música country. Unos 350 metros separaban la habitación de Paddock del recinto.

Aunque nada se puede comparar en magnitud con los 59 muertos y más de 500 heridos de esta matanza, Las Vegas no es una ciudad ajena a la tragedia. En lo que va de año, se han producido 107 homicidios en la ciudad y alrededores. En febrero de 2013, tres hombres fallecieron en el Strip tras un intercambio de disparos a altas horas de la madrugada.

Sin embargo, los turistas nunca han dejado de viajar a la ‘ciudad del pecado’. Horas después de que se retirara el cadáver de Paddock, el Mandalay Bay anunció que reabría sus puertas sin ninguna restricción de acceso a sus instalaciones. El negocio siempre manda.

Las Vegas es y seguirá siendo la ciudad del exceso. Cada casino factura una media de 610.079 dólares al día gracias a ese deseo de desenfreno que el año pasado representó 35.000 millones de dólares en gasto, un 16,3% más que el año anterior.

En total, cada turista se deja una media de 827 dólares en la ciudad, unas cifras que suponen un tercio del producto interior bruto del estado de Nevada y casi la mitad de los puestos de empleo. Nada, ni siquiera una matanza así, parece capaz de frenar un monstruo semejante.

El Estado Islámico se apropia de la masacre

Varios policías trabajan en el lugar donde se produjo el tiroteo en Las Vegas, Estados Unidos PAUL BUCKEFE

La reivindicación del ataque en Las Vegas, lanzada ayer por el autodenominado Estado Islámico a través de su agencia de noticias afín Al Amaq, causó incredulidad entre quienes se dedican a desentrañar los movimientos yihadistas. «Es falso. No creo que este tipo sea un terrorista», replica tajante a EL MUNDO Ahmet Yayla, ex jefe de una unidad antiterrorista de la policía turca y experto en extremismo afincado en Estados Unidos. «Con la reivindicación -agrega- solo buscan un objetivo interno, engañar a sus militantes y aumentar su moral con la ilusión de un ataque exitoso en Estados Unidos, que sería un gran golpe».

El IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) arrancó la misión de apropiarse de la matanza con un escueto comunicado publicado por Al Amaq y difundido a través de los canales habituales en la aplicación de mensajería Telegram. Citando a una fuente de seguridad del califato, la organización calificó a Stephen Paddock de «soldado del Estado Islámico» que había firmado el tiroteo «como respuesta a las llamadas para atacar a los países miembros de la coalición» internacional liderada por Washington que bombardea las cada vez más exiguas posiciones del IS en Siria e Irak.

Minutos después, en una secuencia inusual, Al Amaq despachó una segunda declaración con una precisión: «El atacante se convirtió al islam meses antes del ataque». «Difundieron esa ampliación probablemente anticipando o respondiendo a esa incredulidad», desliza el experto Ayman al Tamimi. «Muchas de las reivindicaciones del IS en Occidente -explica- se vuelven creíbles cuando se aportan más pruebas como vídeos exclusivos de los atacantes que sugieren un contacto previo o la publicación de una declaración oficial de los medios del IS». Y agrega: «El mejor consejo ante cualquier reclamación procedente de Al Amaq es esperar y ver la siguiente prueba».

A pesar de ser el vehículo habitual de sus reclamaciones, Al Amaq no pertenece directamente al organigrama mediático de la organización que dirige Abu Bakr al Bagdadi. Un detalle clave que permite reivindicar sin que el grupo ni su cúpula asuman el riesgo ni el desgaste que provocarían una rectificación o un desliz. «El perfil de Stephen Paddock encaja más en el de un nacionalista blanco y no en el de un atacante del IS», señala a este diario Veryan Khan, directora editorial de TRAC (Consorcio de análisis e investigación en terrorismo, por sus siglas en inglés).

Horas después de los dos mensajes oficiales, un comunicado oficial del IS proporcionó supuestos detalles de la conversión de Stephen y su apresurada adhesión al ideario yihadista. Según la organización, el agresor había adoptado el apodo de «Abu Abdul Bar al Amiriki» (el americano, en árabe) y había planeado el tiroteo supervisando el lugar con anterioridad. «Disparó hasta quedarse sin munición matando e hiriendo a unas 600» personas, esbozó la declaración sin proporcionar más detalles.

La vaga reivindicación, sin embargo, desató la celebración de los acólitos del IS en las redes, huérfanos de noticias favorables en los últimos meses. Algunos de los forofos, incluso, amenazaron a quienes desconfiaran de la autenticidad del mensaje. «Hasta ahora ha sido raro el caso en el que, tras una reivindicación del IS, las fuerzas de seguridad no han hallado algún tipo de conexión o correspondencia entre los atacantes y miembros del grupo en el califato», subraya a este diario el estadounidense Michael S. Smith, un experto en la organización yihadista que prepara un ensayo centrado en las operaciones internacionales del grupo.

«Si el agresor de Las Vegas estaba en contacto con miembros del IS, el tiempo en el que se ha producido indica que el reciente discurso de Al Bagdadi ha servido de detonante para la operación», recalca Smith. En un mensaje de audio, divulgado el pasado jueves, el autoproclamado califa instó a sus acólitos a «resistir». «Continuad vuestra ‘yihad’ (guerra santa) y vuestras benditas operaciones. No dejéis que los cruzados descansen en sus hogares y disfruten de la vida y la estabilidad mientras vuestros hermanos están siendo bombardeados y asesinados», exhortó el escurridizo líder.

La sugestiva geografía de Las Vegas no es un lugar ajeno a la propaganda yihadista y cuenta con el antecedente del ataque a un club gay en Orlando el pasado año. Su percepción como «capital del pecado» ha alimentado hasta dos vídeos producidos en los dos últimos años por la división mediática de la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul, la segunda urbe iraquí arrebatada al IS el pasado julio. En la primera producción, hecha pública en junio de 2016, aparecen calles de la villa estadounidense, entre ellas, el puente peatonal que conduce hasta el Casino. En la segunda, fechada el pasado mayo, los fotogramas incluyen la conocida como Flamingo Road, la Ruta Estatal de Nevada 592, y una versión en miniatura del restaurante cuya estructura imita la torre Eiffel de París junto a las llamadas a atacar de combatientes del IS llegados a Mosul desde EEUU, Canadá, Reino Unido, Bélgica o Rusia. En ambos vídeos, Las Vegas aparece citado como un objetivo suave, fácil de golpear.