El misterio de los Reyes Magos

Prensa, radio y televisión 

El misterio de los Reyes Magos, en tres documentos de investigación apasionantes 

¿Quiénes fueron Melchor, Gaspar y Baltasar? ¿Qué sabe la historia sobre ellos? ¿Qué sentido religioso tuvo su adoración del Niño en su Epifanía? 

Actualizado 4 enero 2013 

ReL

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Son elementos entrañables e insustituibles en cualquier portal de Belén, y forman parte de nuestra vida desde muy pequeños vinculando a su figura las mayores alegrías de la Navidad: el momento de los regalos.

Su adoración al Niño fue la primera llamada del Salvador a la gentilidad, y señal de que la redención de los hombres había llegado y no conocía fronteras ni pueblos. Estánenterrados en la catedral de Colonia (Alemania) y responden al nombre tradicional de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero ¿quiénes fueron realmente? ¿Cómo deslindar en su historia los datos ciertos de las hermosas recreaciones infantiles?

Este fin de semana todo lo que uno pueda querer saber sobre los Reyes Magos va a tener cumplida respuesta en los medios de comunicación españoles, en particular con tres iniciativas de lujo.

La Gaceta
El sábado 5 por la mañana, en el quiosco de prensa, imprescindible La Gaceta: el suplemento Docs incluye un reportaje de Gonzalo Altozano, bajo el título De Oriente a Judea y vuelta, donde recoge las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824) sobre el pasaje bíblico de la Adoración de los Magos. La monja alemana estigmatizada vio cosas que no están en las Sagradas Escrituras, así que habrá datos muy relevantes.

Radio María
Ese mismo día, a las 18.00 horas, antes de ir a la cabalgata, imprescindible sintonizar Radio María. El programa Historia en vivo, que dirige en dicha emisora el escritor Luis Español Bouché, tiene un invitado estrella para hablar de Sus Majestades de Oriente: Federico Fernández de Buján, autor de dos libros al respecto, La historia de los Reyes Magos El viaje de los Reyes Magos.

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Y el domingo a las 16.00, ya tras la emoción de haber abierto los obsequios que nos hayan dejado estos enviados celestiales, imprescindible reposar la comida de Reyes viendo, con un buen trozo de roscón al lado, la película que nos tiene preparada Juan Manuel de Prada en Lágrimas en la lluvia(Intereconomía TV): Mensajeros de paz, dirigida en 1957 por José María Elorrieta e interpretada por Félix Dafauce, Rafael Luis Calvo y Antonio Almorós encarnando, respectivamente, a Melchor, Gaspar y Baltasar. 

El coloquio posterior lo conforman: Tomás de la Torre, sacerdote; Santiago Castelo, periodista y poeta, subdirector de ABC durante décadas; Javier Paredes, catedrático de Historia contemporánea; yMaría Dolores Pérez Guzmán, doctora en Teología y licenciada en Filología Hispánica. Todos ellos debatirán no sólo sobre los conocimientos históricos sobre los Reyes Magos, sino sobre la honda significación de la festividad de la Epifanía.

A quien rechace tantas oportunidades de conocer un poco más sobre los tres primeros sabios que adoraron a Cristo… el año que viene le traerán carbón.

Beata Ana Catalina Emmerich

Ana Catalina Emmerich nació en Alemania en 1774 de familia muy pobre. A los 28 años de edad, entró a un convento agustino. Cuando las autoridades civiles cerraron el convento en 1812, se refugió en casa de una viuda, hermana de su confesor. Allí los enfermos y los pobres llegaban a ella en busca de ayuda. Ella sabía cuáles eran sus enfermedades y daba alivio a los necesitados.

En 1813 estando ella enferma en cama, los estigmas aparecen en su cuerpo. Desde ese mismo año no tuvo más alimento que la Comunión. Llegó a ser encarcelada y sometida a vigilancia día y noche con el objeto de averiguar el origen de esas heridas.

En los últimos años de su vida recibió las visiones de la vida de Cristo, de la Virgen María y de la vida después de la muerte, así como otras videncias de sucesos que acontecerían tiempo después como el Muro de Berlín, el Concilio Vaticano II…

Un notable escritor alemán, Clemens Brentano, al tener noticia de ello, acudió a visitarla. Se convirtió y permaneció al pié de la cama de la enferma copiando los relatos de la vidente desde 1818 a 1824.

El lunes 9 de febrero de 1824 Ana Catalina Emmerich murió en Dulmen consumada por las enfermedades y las penitencias. Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004.

Otras visiones suyas fueron recogidas en el libro «La amarga Pasión de Cristo» que fue la fuente de inspiración de película La Pasión de Cristo, de Mel Gibson.

Ana Catalina Emmerich logró indicar con precisión en Éfeso la casa donde residió la Virgen María… los arqueólogos, sin más que sus indicaciones, la encontraron reforzando así la credibilidad de las visiones… leer más

Entrevista al traductor de La Vida oculta de la Virgen María

«María no quería que la casaran, pero al final lo aceptó fiándose de la Providencia» 

José María Sánchez de Toca concede una entrevista en exclusiva a ReL en la que repasa los aspectos fundamentales de la obra. 

Actualizado 30 abril 2012 

Enrique Rivera/ReL 

Promete ser un todo un bestseller entre los libros religiosos de los últimos tiempos. Al menos es lo que se concluye de la repercusión mediática y las numerosas ventas que en sus escasos días de comercialización se vienen realizando del libro «La vida oculta de la Virgen María» de la beata Ana Catalina Emmerich (Voz de Papel).

José María Sánchez de Toca Catalá es el traductor al español de esta obra de la religiosa estigmatizada del siglo XIX y el protagonista de que sus revelaciones hayan sido conocidas entre el público hispano hablante pues también es el traductor de «La amarga Pasión de Cristo», que recoge las «visiones» de la mística sobre aquel episodio de la vida de Jesús y que sirvieron a Mel Gibson en la realización de la película «La Pasión».

– ¿Pueden ser fiables unas revelaciones («visiones») de una monja inválida del siglo XIX, casi sin formación académica (había sido granjera, costurera y sirvienta) y teológica (no había leído la Biblia jamás), encarcelada, duramente investigada y vigilada día y noche para averiguar el origen de sus estigmas?

-Como Vd sabe, la fiabilidad se refiere a la persona y la credibilidad al contenido. Ana Catalina era totalmente de fiar porque era extremadamente sincera y carecía de intención de engañar; una mujer sin doblez que contaba lo que veía.

Ahora bien, en cuanto al relato de sus visiones, es preciso matizar más, porque no sabemos qué es lo que Brentano entendió de lo que oyó en bajoalemán a Ana Catalina, ni cómo lo anotó. Tengo la impresión que a veces resumió mucho. Tenga en cuenta que escribía de noche a la luz de una vela y mojando en el tintero una pluma de ganso.

Tampoco sabemos si hubo pérdidas en las sucesivas ediciones alemanas; yo he encontrado bastantes erratas en la edición de Christiana Verlag, y a todo ello habrá que añadir mis errores, que sin duda habrá a pesar de todas mis revisiones.

En cuanto a los criterios externos, las noticias sobre hicsos, medos, esenios, egipcios y antiguas costumbres judías, unas confirman lo que creemos saber, y otras arrojan luz sobre posibilidades insospechadas, y en conjunto confieren mucha verosimilitud y credibilidad al texto. La casita de Éfeso es una buena confirmación arqueológica, pero ya sabe Vd que a su vez plantea otro problema.

– Las revelaciones de la beata no son «revelación pública», no forman parte del depósito de la fe que contiene las verdades necesarias para la salvación. ¿Qué valor otorga Catalina a sus visiones? ¿Qué valor tienen este tipo de revelaciones privadas en la vida de la Iglesia, del creyente? ¿Para qué sirven al creyente de hoy? ¿Y al no creyente?
-Son muchas preguntas a la vez:

Ana Catalina veía sus visiones como un niño que ojea una Biblia ilustrada, y no les daba el mismo valor que al Evangelio.

Para los demás creyentes, hoy como ayer y como en el futuro estas revelaciones iluminan la fe, encienden la caridad y robustecen la esperanza.

Para el no creyente que sienta interés por el mundo antiguo, Ana Catalina ofrece un panorama fascinante de la vida en la Antigüedad en el Próximo Oriente.

– ¿Qué parte atribuyen los expertos a Clemente Brentano en los contenidos de las revelaciones?

– Brentano fue realmente un traductor de Ana Catalina, con todos los problemas, dudas y complejidades que ello implica. Brentano, que era un hombre inteligente y cultísimo, traducía el dialecto germánico de Ana Catalina -una lengua cercana a la holandesa- al artificioso alemán culto de Lutero que se ha convertido en la lengua oficial alemana. Brentano fue muy consciente de su responsabilidad y como todo traductor, pulió y anotó su trabajo una y otra vez pues toda traducción es infinitamente perfectible. Pero las diferencias de estilo de Ana Catalina y de Brentano se ponen de manifiesto si se compara la narración de Ana Catalina con las eruditas notas de Brentano.

– ¿Por qué publicar en español un libro con las revelaciones de la beata Catalina Emmerick sobre la Virgen María?

Porque a todos los que amamos nos gusta saber del ser amado, y Ana Catalina nos cuenta de María y de su entorno un montón de cosas que unas veces ni siquiera sospechábamos y otras confirman la tradición, vea por ejemplo lo que dice de los esenios casados, o de las otras hijas de Santa Ana y de dos de sus tres maridos sucesivos. Habrá a quien le moleste la amorosa descripción que hace Ana Catalina de las galas con que la Niña María ingresó en el Templo (olvidando quizá lo que es la primera comunión de la pequeña en cualquier hogar cristiano), pero a muchos nos gusta saber hasta el último detalle de su vida. 

– ¿Sobre qué aspectos o pasajes de la Virgen María tratan estas revelaciones? ¿Están éstas ya contenidas en la Sagrada Escritura o la Tradición?
Los Evangelios son muy parcos en hablar de la Virgen, la Cristiandad primitiva quizá temía que los neófitos la tomaran como diosa. Estas revelaciones completan mucho la imagen, con los antepasados de la Virgen, la Inmaculada Concepción, el nacimiento y estancia en el Templo, la boda con José, Nazaret, la Visitación, la Anunciación, el Nacimiento, la adoración de pastores y reyes, la huída a Egipto y el regreso. No narra el papel de la Virgen en la vida publica de Jesús ni en la Pasión, que están en otros libros, y las visiones se reanudan con la estancia en Éfeso, los viajes a Jerusalén, y el Tránsito de la Virgen.

– ¿Qué dicen las revelaciones sobre el Tránsito o Dormición de María? ¿Qué diferencias hay con lo que señala la Tradición?

-El texto de la Marienleben afirma sin ambages que María pasó la mayor parte del resto de su vida en Éfeso y que murió allí rodeada de los apóstoles, menos Tomás que llegó tarde. Que la Virgen pasara años en Éfeso encaja bien con lo que suponemos de sus últimos años, pero desde tiempos muy antiguos, la Tradición ha situado el Tránsito de la Virgen en Jerusalén y más concretamente en Getsemaní.
 

Por otra parte, otras místicas, por ejemplo la estigmatizada Teresa Neumann veían el Tránsito de la Virgen en Jerusalén. En otra visión, Ana Catalina ve que Santiago regresa de España, pasa por Éfeso a despedirse de la Virgen y de allí a Jerusalén donde lo decapitan; por tanto no pudo asistir al Tránsito de la Virgen.
 

Dice Ana Catalina que el Cielo no ha querido que se supiera a ciencia cierta donde se produjo la Dormición y el Tránsito de la Virgen. Si Vd cae en la cuenta, en la declaración del dogma de la Asunción ni siquiera se mencionó la palabra muerte, dice «el fin de su existencia terrena». Por lo demás la descripción de cómo el alma de la Virgen no se aguantó más en su santísimo cuerpo, es emocionante:

«Entonces vi un cuadro maravillosamente conmovedor. Desapareció el tejado de la celda de María, la lámpara colgaba libremente en el aire, y pude mirar dentro de la Jerusalén celestial como a través del cielo abierto. Bajaron dos superficies de gloria como nubes de luz, en las que aparecían muchas caras de ángeles y entre ellas fluía una vía de luz hasta María. Por encima de María vi una montaña resplandeciente que entró en la Jerusalén celestial, hacia la cual María extendió sus brazos con infinito anhelo, y vi que su cuerpo se levantaba con todos sus envoltorios, tan alto por encima del lecho, que se podía mirar a través por debajo. Vi salir su alma de su cuerpo como una pequeña forma de luz infinitamente pura que ascendía flotando con los brazos alzados por la vía de luz que subía al cielo como una montaña de luz. Los coros de ángeles de las dos nubes se juntaron detrás de su alma y se cerraron separándola de su santo cuerpo, que en ese momento de la separación volvió a caer en el lecho con los brazos cruzados sobre el pecho».

– ¿Qué dicen las revelaciones sobre los esponsales de María y José?

– María no quería que la casaran, pero al final lo aceptó fiándose de la Providencia. José era de la estirpe de David, sufrió la prueba y fue designado; una y otro eran las personas más puras y nobles que ha producido la especie humana.

– ¿Es cierto que estas revelaciones permitieron a los arqueólogos descubrir la casita de la Virgen María en Éfeso? ¿Cómo fue esto?

-Sí, es cierto; yo lo supe en los años 70, antes de saber de Ana Catalina. Una monja española de Istanbul, contaba con toda sencillez la historia del hallazgo según la tradición de su comunidad,  como si hubiera ocurrido la semana pasada. Parece que la estuvo buscando un sacerdote con el libro de la edición francesa en la mano. El sacerdote y su acompañante, cansados, sedientos y hartos de buscar, pidieron agua a un labrador, y el labrador le llevó a lo que llamaban en plena Turquía de los sultanes, la Fuente de la Virgen María, que era el sitio descrito por Ana Catalina. A partir de ahí se descubrió todo. 

– ¿Qué nos puede decir sobre la autora de esta Vida de María, la beata Catalina Emmerick?

-Pues que la personalidad que se revela a través de sus manifestaciones era infantil, luchadora, sincera, leal, enamoradísima de su Esposo Celestial. Fue trabajadora infatigable, una escrupulosa transmisora de la verdad con una nobleza de espíritu insobornable. Era una mujer encantadora, alegre y nada quejica a pesar de la enfermedad, la invalidez y los dolores atroces. Una mujer que seguramente nos hubiera gustado conocer y tratar.

– ¿Cuál es la relación, semejanzas y diferencias, etc. entre la presente publicación y una anterior de la misma beata, «La amarga Pasión de Cristo», también traducida al español por Ud.?

-Mi impresión, como traductor que se ha pasado muchas horas estudiando ambos textos, es que este original es más primitivo que el de la Amarga Pasión. En la Amarga Pasión, Brentano mismo buscó y extrajo los fragmentos de sus Diarios, era relativamente fácil porque las visiones caían en Semana Santa y estaban agrupadas, y el transcribía sus propios apuntes. En este de María, las visiones están dispersas en muchos días distintos de varios años, y está claro que a Brentano no le dio tiempo a acabarlo ni revisarlo. Especialmente el final revela otro compilador; y me pregunto si no se deberá a ello lo del Tránsito en Éfeso.

¿Cómo fue la vida de la Virgen María en Éfeso?

Pre-publicación en el ABC

¿Cómo fue la vida de la Virgen María en Éfeso? Aquí un adelanto de las visiones de la beata Emmerich 

Extracto del capítulo «La Santísima Virgen en Éfeso» del libro «La vida oculta de la Virgen María» (Voz de Papel).

Actualizado 25 abril 2012

ABC

Por primera vez se publican en español las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich. Aunque no son dogma de fe, la Iglesia las considera de enorme valor para acercarse a la figura de la Virgen.

«La vida oculta de la Virgen María» (Voz de Papel).

Extractos del capítulo «La Santísima Virgen en Éfeso»

María no vivía en Éfeso mismo, sino en una comarca a unas tres horas y media de Éfeso donde ya estaban instaladas algunas de sus íntimas. La morada de María estaba en una montaña que se encuentra a la izquierda según se viene de Jerusalén. […] Delante de Éfeso hay alamedas con frutas amarillas caídas por el suelo. Un poco al Sur salen sendas estrechas que llevan a un monte de vegetación salvaje, y en lo alto de ese monte hay una llanura ondulada, también con vegetación y de media hora de extensión, en la que se habían instalado los cristianos. Es un paraje muy solitario que tiene muchas colinas fértiles y graciosas, y limpias cuevas de roca entre pequeños llanos arenosos; un paraje salvaje, pero no un desierto, con muchos árboles de sombra ancha, tronco liso y forma de pirámide diseminados por allí. Cuando Juan trajo aquí a la Santísima Virgen ya había mandado construir su casa de antemano y ya vivían en este para- je familias cristianas y algunas santas mujeres; algunas moraban en cuevas de tierra o de roca, que ampliaban para vivir con zarzos ligeros de madera, y otras en frágiles cabañas de lona. Se habían trasladado aquí a causa de una violenta persecución, y como estaban refugiadas en las cuevas y lugares tal como los ofrecía la Naturaleza, sus viviendas eran como de ermitaños y en su mayor parte estaban separadas un cuarto de hora unas de otras. En su conjunto, la colonia parecía una aldea de campesinos diseminada.

Una comarca solitaria

Únicamente era de piedra la casa de María, y detrás de ella hay un trecho corto de camino que sube a la cima rocosa del monte, desde la cual, se ven por encima de las colinas y los árboles Éfeso, el mar y muchas islas. […] Esta comarca es solitaria y por aquí no viene nadie. Cerca de aquí hay un casti- llo donde vive un rey destronado con el que Juan charlaba a menudo y al que también convirtió; el lugar más tarde llegó a ser obispado. Entre el lugar donde vivía la Santísima Virgen y Éfeso corre un arroyo maravillosamente serpenteante. […]

La Santísima Virgen vivía allí con una joven, su criada, que recolectaba lo poco que necesitaban para alimentarse. Vivían con total tranquilidad y honda paz. En la casa no había ningún hombre, pero a veces la visitaba algún apóstol o discípulo que iba de viaje.

Con muchísima frecuencia veía yo entrar y salir un hombre al que siempre he tenido por Juan, pero que ni en Jerusalén ni aquí estaba continuamente con ella. Viajaba de vez en cuando y llevaba distinto traje que en época de Jesús, muy largo, con pliegues y de tela fina blanco grisácea. Era muy delgado y ágil, tenía la cara larga, estrecha y fina, y en su cabeza descubierta tenía largos cabellos rubios partidos en raya y detrás de las orejas. Respecto a los demás apóstoles, su tierna apariencia daba una impresión virginal, casi femenina.

Oración junto a Juan

En los últimos tiempos de su estancia aquí vi que María se volvía cada vez más serena y recogida, y que ya casi no tomaba alimento. Era como si solo pareciera estar todavía aquí, pero como si ya estuviera en espíritu en el Más Allá. Tenía el carácter de quien está ausente. Las últimas semanas antes de su fin vi que la criada la llevaba por la casa, débil y envejecida.

Una vez vi entrar en la casa a Juan, que también parecía mucho mayor. Estaba delgado y enjuto, y al entrar remangó al cinturón su largo traje blanco con pliegues. Se quitó este cinturón y se puso otro que sacó de debajo de sus ropas y que estaba escrito con letras. Se puso la estola y una especie de manípulo en el brazo.

La Santísima Virgen salió de su dormitorio y entró completamente envuelta en un velo blanco, apoyada en el brazo de su criada. Su cara estaba como transparente y blanca como la nieve. Parecía flotar de anhelo. Desde la Ascensión de Jesús, todo su ser expresaba un ansia creciente y cada vez más desbordante.

Juan y ella pasaron al oratorio; ella tiró de una cinta o correa, el tabernáculo giró dentro de la pared y mostró la cruz que tenía dentro. Ambos rezaron un rato de rodi- llas, y después Juan se levantó y se sacó del pecho una cajita de metal, la abrió por un costado, tomó un envoltorio de fino color de lana y de éste un pañito plegado de materia blanca, del que sacó el Santísimo Sacramento en forma de un pedacito blanco y rectangular. Luego dijo algunas palabras con solemne gravedad y dio el Sacramento a la Santísima Virgen. La acercó un cáliz.

El via crucis de María

Detrás de la casa, alejándose un poco por el camino hacia el monte, la Santísima Virgen se había preparado una especie de vía crucis. Cuando todavía vivía en Jerusalén después de la muerte del Señor, María nunca dejó de hacer allí su vía crucis con lágrimas y compartiendo la Pasión. Había medido en pasos las distancias entre los lugares del camino donde Jesús había padecido, y su amor no podía vivir sin la permanente contemplación del vía crucis. Poco después de llegar aquí la vi andar diariamente montaña arriba un trecho de camino detrás de su casa, contemplando la Pasión. Al principio iba sola midiendo en pasos, cuyo número tantas veces había contado, la distancia entre los lugares donde al Salvador le había ocurrido algo, y en cada uno de estos lugares ponía una piedra o marcaba un árbol si lo había. El camino se internaba por un bosque donde marcó el Calvario en una colina, y puso el sepulcro de Cristo en una cuevecita de otra colina.

«Oh, hijo mío, hijo mío»

Cuando ya tuvo medidas las doce estaciones de su vía crucis, ella y su doncella iban en serena contemplación, se sentaban en el suelo en cada una de las estaciones y renovaban en el corazón el misterio de su significado y alababan al Señor por su amor entre lágrimas de compasión. […]

Después del tercer año de estancia aquí, María tenía grandes ansias de ir a Jerusalén, y Juan y Pedro la llevaron allí. Me parece que se habían reunido allí varios apóstoles. Vi a Tomás. Creo que era un concilio y que María los asistía con sus consejos.

A su llegada, por la tarde ya oscurecido, vi que antes de entrar en la ciudad, visitó el Monte de los Olivos, el Calvario, el Santo Sepulcro y todos los santos lugares de los alrededores de Jerusalén. La Madre de Dios estaba tan triste y conmovida por la pena que apenas podía tenerse de pie, y Pedro y Juan la tenían que llevar sosteniéndola bajo los brazos. Ella todavía vino otra vez aquí (a Jerusalén) desde Éfeso, año y medio antes de su muerte, y entonces la vi visitar los santos lugares con los apóstoles, embozada y otra vez por la noche. Estaba indeciblemente triste y suspiraba continuamente «Oh, hijo mío, hijo mío».

Creyeron que moría

Cuando llegó a la puerta trasera del palacio donde se encontró con Jesús desplomado bajo el peso de la cruz, María cayó al suelo sin sentido, conmovida por el doloroso recuerdo. Sus acompañantes creyeron que se moría. La llevaron al Cenáculo en Sión, en uno de cuyos edificios delanteros estaba viviendo, y allí estuvo unos días, tan débil y enferma y con tantos desmayos que muchas veces se esperó su muerte, y por eso se pensó en prepararla sepultura. Ella misma eligió una cueva del Monte de los Olivos y los apóstoles encargaron a un cantero cristiano que la preparase allí un hermoso sepulcro. Mientras tanto, se había dicho varias veces que había muerto, y por otros lugares se extendió también el rumor de que había muerto y la ha- bían sepultado en Jerusalén. Pero cuando el sepulcro estuvo terminado, María ya estaba curada y lo bas- tante fuerte para viajar de vuelta a su casa de Éfeso, donde ella murió realmente al cabo de año y medio».

Las indicaciones de Emmerich llevaron a la casa de la Virgen

La beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824) fue una religiosa alemana cuyas visiones asombraron a una época. Humilde granjera, después costurera y sirvienta, ingresó a los 28 años en el convento agustino de Agnetemberg, en Dülmen, un pueblo de Westfalia. No tardaron en aparecer en su cuerpo cinco llagas como las de Jesucristo, lo que dio lugar a una dura investigación. Llegó a ser encarcelada y sometida a vigilancia día y noche con el objeto de averiguar el origen de esas heridas, que no pudo determinarse. Juan Pablo II la beatificó en 2004.

Clemente Brentano (1788-1842), una de las cumbres del Romanticismo alemán, tuvo noticia de la religiosa y acudió a visitarla. El poeta residió en Dülmen seis años con el único propósito de redactar las visiones que Ana Catalina le iba narrando.

Uno de los episodios más extraordinarios es precisamente el que se narra aquí sobre la estancia de la Virgen en Éfeso (Turquía) junto al Apóstol San Juan. La beata describió con tanto detalle aquel lugar, que a dos sacerdotes franceses les resultó muy sencillo en 1891 encontrar las ruinas de una casa que daba la impresión de haber sido utilizada como capilla y que correspondía perfectamente a la descripción de Ana Catalina Emmerich. Los sacerdotes hicieron una investigación entre los habitantes del lugar y pudieron confirmar la existencia de una secular devoción que reconocía en la capilla en ruinas la última residencia terrena de «Meryem Anas», la Madre María. Estudios arqueológicos realizados entre 1898 y 1899 sacaron a la luz, entre las ruinas, los restos de una casa del siglo I.

En palabras del Cardenal Antonio Cañizares, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, «las visiones de la beata Ana Catalina no son el credo ni los evangelios, pero robustecen nuestra fe, estimulan nuestro amor y fortalecen nuestra esperanza».

 FICHA TÉCNICA                                                                 COMPRA ONLINE

Título:        La vida oculta de la Virgen María                         TiendaLibres

Autor:        Beata Ana Catalina Emmerich

Editorial:   Voz de Papel

Páginas:   398

Precio        22 euros

La vida oculta de la Virgen según la beata Ana Catalina Emmerich

Tras «La amarga Pasión de Cristo»

La vida oculta de la Virgen sale a la luz gracias a las visiones de la beata Ana Catalina Emmerich

Todo lo que la Biblia no cuenta sobre su infancia, juventud y relación con José y Jesús, y su vida tras la resurrección de su Hijo.

Actualizado 23 abril 2012

ReL

De la mano de Voz de Papel, acaba de hacer su aparición en el mercado editorial en español «La vida oculta de la Virgen María» una obra que recoge las visiones de la beata, Ana Catalina Emmerich, que presentan con asombrosa minuciosidad diversos aspectos de la vida de la Madre de Dios como su infancia, juventud y relación con José y Jesús, y su vida tras la resurrección de su Hijo que la Sagrada Escritura no cuenta.

Por primera vez se publican en español estas visiones de la monja estigmatizada del siglo XIX. Aunque no son dogma de fe, la Iglesia las considera de enorme valor para acercarse a la figura de la Virgen.

La obra, que recoge escrupulosamente las notas tomadas por Clemente Brentano de las visiones de la mística de Dulmen, incluye las narraciones de la religiosa sobre los antepasados de la Virgen, su Inmaculada Concepción, su nacimiento y sus primeros años, el ingreso y la estancia en el Templo, la boda con San José, la Visitación a su prima Isabel, los nacimientos de San Juan Bautista y de Jesús, la caravana de los Reyes Magos, la huida a Egipto, la matanza de los Inocentes, la permanencia de la Sagrada Familia en Egipto y el regreso a Nazaret, la muerte de San José y su estancia en Éfeso con San Juan y el final de su vida terrena.

Según señala el traductor al español de la obra, José María Sánchez de Toca, «todo ello, enhebrado con multitud de noticias históricas y geográficas sobre esenios y caldeos; Roma y el antiguo Egipto; Job, Abraham, Moisés, Elías y Tobías; o el Arca de la Alianza».

Sobre el valor histórico de las visiones recogidas en este libro, subraya Sánchez de Toca, a modo de ejemplo, que «cuando Ana Catalina señaló dónde se encontraba en Éfeso la casita de la Virgen [lugar de peregrinación de millones de feligreses]… los arqueólogos, sin más que sus indicaciones, la encontraron».

¿Quién fue Ana Catalina Emmerich?

Una religiosa (1774-1824) cuyas visiones vienen asombrando a toda una época. Ingresó a los 28 años en el convento agustino de Agnetemberg (Dülmen), en Westfalia. No tardaron en aparecer en su cuerpo cinco llagas como las de Jesucristo, lo que dio lugar a una dura investigación. Llegó a ser encarcelada y sometida a vigilancia día y noche con el objeto de averiguar el origen de esas heridas, que no pudo determinarse. Juan Pablo II la beatificó en 2004.

Brentano, cumbre del Romanticismo alemán

Clemente Brentano, una de las cumbres del Romanticismo alemán, tuvo noticia de la religiosa estigmatizada y acudió a visitarla. El poeta residió en Dülmen seis años con el único propósito de redactar las visiones que Ana Catalina le iba narrando. Estos escritos constituyen una de las obras más extraordinarias de la literatura mística, de enorme impacto en la conciencia religiosa de su tiempo, y con un influjo que aún perdura en nuestros días.

«La amarga Pasión de Cristo» y «La Pasión» de Mel Gibson 

Según sus editores, junto a «La amarga Pasión de Cristo», que sirvió de inspiración para la película «La Pasión» dirigida por Mel Gibson, esta «Vida oculta de la Virgen María» constituye «un aporte de incalculable valor para aquellos que quieran conocer y amar a Jesús de la mano de su Madre».