«Si tu bebé viene mal, ¿qué ganas con que nazca?»

Presiones médicas para abortar 

«Si tu bebé viene mal, ¿qué ganas con que nazca?», fue la frase del ginecólogo a una madre asustada 

El médico estaba empeñado en que Ana Luz abortara porque, además de síndrome de Down, el bebé, si nacía, tendría problemas cardiacos y renales. Victoria tiene síndrome de down pero por lo demás está sana. 

Actualizado 7 agosto 2012 

Isis Barajas/ Revista Misión

Alba Luz llegó a RedMadre con los ojos hinchados de tanto llorar. El padre de su hija le había abandonado, se quedó sin trabajo por estar embarazada y los médicos no hacían más que presionarle para que abortara. Le dijeron que su hija tenía Síndrome de Down, que tendría alguna cardiopatía, que probablemente sus riñones estarían dañados y que lo más seguro es que muriera antes de nacer.
 
El episodio más doloroso lo afrontó después de que le practicaran una biopsia corial. Alba Luz empezó a sangrar y escuchó cómo un médico le decía a otro: “¿Qué hacemos, le calmamos el sangrado?”. “No, déjalo, así expulsa lo que lleva dentro”, respondió el otro. 

Ella, atónita ante estas palabras, le preguntó cómo había podido decir eso, a lo que el facultativo contestó: “Pero si tú bebé viene mal, ¿qué ganas con que nazca?”. “En ese momento me puse a rezar y a decirle al Señor que yo amaba lo que él me había dado, que solo él me lo podía quitar y que, por favor, me ayudara”, explica emocionada. 

Una ayuda desinteresada

Todas las puertas se le cerraron hasta que encontró el aliento de Carmina y Esperanza en RedMadre. «Me abrazaron y me dijeron que ya no me preocupara más, que ellas iban a estar conmigo», explica agradecida.
 
Le llevaron a un médico de confianza que le confirmó que el corazón de su bebé estaba sano y que no tenía todas las complicaciones que en un principio le habían diagnosticado. 

Alba Luz ha llamado a su hija Victoria porque su vida ha sido un auténtico triunfo ante todos los obstáculos que ha tenido que superar durante su gestación. La pequeña tiene Síndrome de Down, pero su vida no sufre ningún peligro. Su madre sabe ahora que «por muchas enfermedades que tengamos, nadie es imperfecto para Dios, les incapacitamos los seres humanos porque así les hacemos sentir».

Alphonse Ratisbonne

Era judío y ateo; burlón y descreído; sarcástico y corrosivo… hasta que la Virgen se le apareció 

La historia de la Iglesia está repleta de conversiones, pero algunas son más previsibles que otras. Las hay lógicas, inopinadas, sorprendentes e increíbles. Agotada la escala, más allá de lo que cualquiera puede esperar, nos encontramos con la de Alphonse Ratisbonne. Estamos en enero de 1842, hace ahora 170 años. 

Actualizado 4 junio 2012 

Fernando Paz/Alba

Judío y ateo; burlón y descreído; sarcástico y corrosivo. Alphonse Ratisbonne era eso y más.Todo,cualquier cosa, antes que cristiano, y no digamos que católico, creyente, miembro del rebaño.

Hijo de un rico banquero hebreo de Estrasburgo,acostumbrado a la buena vida, a los lances del amor, a la ociosidad turística, de ese natural irritantemente escéptico que produce la permanente satisfacción de las últimas superfluidades materiales,Ratisbonne se encontró con la fe, con una fe arrolladora que se llevó por delante sus prejuicios una fría mañana del mes de enero en una capilla de la ciudad de Roma.

En apenas unos minutos, todo en lo que creía desapareció como por ensalmo, conjurado por una realidad que le arrebató sus pasadas certezas de burgués adinerado, positivista y pagado de símismo. Algo inesperado y milagroso, inconcebible, se agazapaba entre los pliegues de los designios de la Providencia. Pero comencemos ya el relato de su conversión.

Próximo Oriente

Alphonse Ratisbonne tiene 27 años y va a casarse próximamente. Esa edad, frisando la mitad del siglo XIX, es ya avanzada como para contraer nupcias, pero Alphonse ha querido aprovechar la vida, que le ha brindado lo mejor que podía ofrecerle. La boda es con su prima Flore, a quien ama tan profundamente que ni siquiera el parentesco le hace dudar de su propósito.

Antes de celebrar la ceremonia, Alphonse ha decidido emprender un viaje que le lleve desde Francia hasta el Próximo Oriente, teniendo como destino final Jerusalén.

De camino, sin prisas, piensa visitar las principales ciudades de Europa. Mientras hace planes, Alphonse tiene un pensamiento para su hermano Théodore, que se ha ordenado sacerdote ¡católico! hace ya doce años. Se acuerda de él y sonríe condescendiente, con un rictus de compasión afectada, meneando la cabeza con resignación.

Nunca entenderá cómo un hermano suyo ha podido convertirse a la fe de ese galileo descarriado. Lo que ignora es que ese hermano le encomienda a él todos los días, sin faltar uno, a la Inmaculada.

Alphonse tiene previsto salir hacia Nápoles y pasar por Estambul para, finalmente, llegar a Palestina. Pero se detiene primero en Roma, el 6 de enero. En la ciudad papal comienza por visitar el gueto, donde se apiñan casi cinco mil de sus hermanos judíos. Aquello le enerva aún más en contra del catolicismo y del pontífice.

En Roma, Ratisbonne se encuentra con un amigo que, procedente del luteranismo, se ha convertido al catolicismo. Se trata de Théodore de Brussières, quien se halla allí para reunirse con un grupo de católicos galos en peregrinación, y que ha entablado una profunda amistad con el hermano sacerdote de Alphonse. 

Théodore encomienda a tan pías amistades al descreído judío, que bien lo necesita.Y se propone, si no convencer por las buenas, sí solicitar de su amigo que se preste a un ruego: colgarse del cuello la Medalla Milagrosa de santa Catalina Labouré.

Divertido, aunque seguramente algo molesto, Alphonse no encuentra ningún inconveniente en portar el ‘amuleto’. 
La mañana del 20 de enero de 1842, Alphonse acompaña a Théodore a realizar un encargo, por lo que ambos se dirigen en coche de caballos a la iglesia de Sant’ Andrea delle Fratte, sita junto a la plaza de España de Roma. De Brussières va a pagar un funeral paraun ilustre caballero que acaba de morir apenas dos días antes.

Mientras, Ratisbonne debe decidir si espera en el gélido coche o si sigue a su amigo a la iglesia, al resguardo del frío. No es que la iglesia sea gran cosa, pero De lrussières le advierte que tardará poco en sustanciar el asunto. Será cosa de pocos minutos. Al traspasar el umbral del templo, Ratisbonne observa en derredor. Verdaderamente, la iglesia no vale gran cosa. Es más bien fea. Y en su interior todo está oscuro, con excepción de una pequeña capilla, que despide un poderosa luz.

Como en una cascada, todo se precipita. Sin saber cómo, la existencia que ha conocido Alphonse hasta ese momento se desvanece, y de pronto se encuentra a sí mismo arrodillado a la entrada de la capilla, ante la cual se disponen los objetos litúrgicos para el funeral. Aquel momento representa la separación
entre dos mundos.

Ojos para Ella

Lo que sucede a continuación lo relata el propio Ratisbonne: “Levanté los ojos hacia la luz y vi, de pie en el altar, viva, grande, majestuosa, bellísima y con aire misericordioso a la Santa Virgen María…”. 

La imagen que contemplaba era semejante a la que colgaba de su cuello, aunque apenas podía sostener su visión con los ojos; entonces, prosigue Ratisbonne, “… fijé la mirada en sus manos y vi en ellas la expresión del perdón y la misericordia (…) aunque Ella no hubiera dicho una palabra, comprendí de pronto el horror del estado en que me encontraba, la deformidad del pecado, la belleza de la fe en el Evangelio…”. 

Más tarde, rememorando aquel momento, aseguraría que “en ese mismo instante, una venda cayó de mis ojos (…) veía, al fondo del abismo, las miserias extremas de las que había sido sacado por un acto de misericordia infinita…”.

Su conversión fue instantánea, pues María le había hecho entender todo de una sola vez, como él mismo decía: “Ella no me ha dicho nada, pero yo lo he comprendido todo”. 

Desde ese momento en adelante, Alphonse fue violentamente rechazado por sus antiguos correligionarios y por gran parte de su familia, mientras arrostraba la separación de su amada Flore.

Lo esperaba, pero eso no hizo que le doliera menos. Pese a lo cual, hasta que murió más de cuarenta años después, no tuvo ojos más que para Ella. Cuando, ya en sus últimas horas, luchaban los médicos por su vida, les repetía: “¿Por qué me atormentáis con vuestras curas? ¡Dejadme ir hacia María!”.

En su lecho de muerte, Alphonse Ratisbonne no se olvidó de aquellos a quienes debía la fe, de los peregrinos venidos de Francia con los que se encontrase De Brussières en Roma, que no dejaron de rezar por su alma, ni de su hermano Théodore, que jamás se olvidó de encomendarle a la Inmaculada. Pero, sobre todo, recordaría el día de su extraordinaria conversión cuando, estupefacto, reparó en el ataúd colocado a la salida de la iglesia de Sant’Andrea delle Fratte, en el que se encontraba un cadáver para él desconocido pero ante el que no pudo sino exclamar, hondamente conmovido: “¡Cuánto ha rezado por mí este señor!”.

El cadáver, por el que De Brussières encargaba el funeral, no era otro que el del conde de La Ferronay, quien, advertido por aquellos franceses de su empeño en la conversión de Ratisbonne, había ofrecido nada menos que su vida a cambio del regalo de la fe para Alphonse.

La Ferronay, ministro de Carlos X y fidelísimo hijo de la Iglesia, había solicitado el permiso de su confesor para tal ofrecimiento. Dos días antes de los acontecimientos de Sant’Andrea delle Fratte, aquel señor, que lo era, moría fulminado por un infarto.

Notre Dame de Sion

Tras su experiencia mística, Alphonse Ratisbonne recibió el bautismo cuando apenas habían transcurrido once días. Como católico quiso adoptar el nombre de María, con el que se consagrará sacerdote jesuita seis años más tarde, en 1848. Pío IX le autorizará la fundación de una orden con su hermano Théodore -“Notre Dame de Sion”, no podía ser de otra manera- destinada a la conversión de los judíos. En París se dedicó a acoger a los judíos que se acercaban a la Iglesia y también fundó una casa para catecúmenos.

Aunque de un modo distinto al que imaginaba, Alphonse viajó con frecuencia a Tierra Santa, donde los dos hermanos se dedicaron a la predicación y evangelización.

Resultó, además, que en uno de los terrenos prolijos en ruinas que adquirieron en Jerusalén había estado situado el Litóstrotos, el lugar desde el que Pilatos ofreció a Cristo al pueblo de Jerusalén.

Alphonse Ratisbonne murió en 1884, en Palestina, en el emplazamiento que la tradición afirma se corresponde con el sitio en que se produjo la Visitación de María a Isabel.

Salvan vidas en el último momento

Los rescatadores de Poveda evitan que 500 mujeres aborten justo antes de entrar en el abortorio

Se ponen en la entrada de la Dator, abordan a la mujer e intentan convencerla de que hay otras alternativas que suprimir esa vida.

Actualizado 19 febrero 2012

Javier Torres/Alba

Volvieron a la casa de acogida Entrevidas seis meses después de que una familia gitana la ocupara por la fuerza. Jesús Poveda -acompañado por la policía y un abogado- llevaba una orden de desahucio que permitiría a María y a otras chicas embarazadas volver al refugio provida. Entonces sucedió algo inesperado: la policía anunció que no podría dejar pasar a la joven hasta que comprobaran que en el interior del piso no hubiera animales, en cuyo caso habría que avisar a la Asociación Protectora de Animales. “Unos animales tienen prioridad respecto a las personas”, pensó el doctor Poveda. De esa reflexión surgió la idea de organizar la Ecofiesta.

Una casa de acogida

En 1999 Jesús Poveda y la Comunidad de Madrid llegaron a un acuerdo mediante el cual esta le cedía una casa de acogida a cambio de que sirviera como refugio para chicas embarazadas o que hubieran dado a luz recientemente. Un trato que desde aquel año ha permitido que decenas de chicas hayan encontrado la mejor solución a la hora de afrontar el embarazo.

Embarazdo imprevisto

Una de ellas es María, una joven que escuchó por primera vez el nombre de Jesús Poveda cuando una de sus amigas se quedó embarazada. Necesitaba ayuda y acudió a él. El resultado: siguió adelante con el embarazo y ni pizca de arrepentimiento por ello. Más adelante llegaría el turno de María. Fue el pasado mes de agosto cuando se quedó encinta. “En cuanto me ocurrió, se lo conté a Poveda. La verdad es que ofrece muchas opciones y todas son buenas. He tenido problemas familiares y solo puedo decir que su apoyo ha sido fundamental”.

El pasado verano María se instaló en la casa de acogida situada en el barrio de Entrevías, de ahí que adoptara el nombre de “Entrevidas”. Una noche la joven regresaba a la casa de acogida tras cuidar de una señora mayor. Al llegar a la puerta, vio que su llave ya no abría la cerradura. Al instante observó que las luces de la casa estaban encendidas y que el alboroto de dentro delataba la presencia de gente. Sin casa, sola y en la calle, no tuvo más remedio que telefonear a Jesús Poveda.

Huevo de avestruz

Unos minutos después comprobó asombrada que dentro del refugio había una familia de gitanos que se negaba a dejar el lugar. Para más inri, la joven contempló cómo le lanzaban desde la ventana no solo sus pertenencias, sino también una advertencia: no abandonarían el piso hasta que se presentaran con una orden de desahucio. El doctor Poveda tomó nota y llevó el asunto a los tribunales.

María pasó la espera viviendo con su novio en un camping en Canillejas. “El traslado al camping fue doblemente incómodo: por un lado abandoné la casa de acogida donde tenía todo lo que necesitaba y, por otro, tuvimos que afrontar los gastos que suponía quedarnos allí”.

Luego se celebró el juicio y, como era de esperar, ganaron Poveda y María. Habían transcurrido seis meses y tocaba regresar al refugio. El 13 de enero Jesús Poveda -orden de desahucio en mano- se presentó en la puerta de la casa acompañado de María, un abogado y la policía. Al llegar allí, la sorpresa. Los agentes dijeron que no podían desalojar a la familia hasta comprobar que en el interior del inmueble no hubiera animales. En caso contrario, habría que llamar a la Asociación Protectora de Animales.

El doctor no daba crédito. Unos animales tenían prioridad antes que una mujer embarazada. Aquello sacudió su conciencia y se propuso organizar -aprovechando que su escuela de rescatadores había llegado a las 500 vidas salvadas- una ecofiesta. 

“Se trata de concienciar a la gente sobre lo que es el verdadero ecologismo y no el que permite situaciones como la de Entrevidas. ¿Cómo es posible que la gente se encadene para salvar un huevo de avestruz y luego sean firmes defensores del aborto?”, explica Poveda.

Rescatando mujeres ante la Dator

El médico y los voluntarios de la Escuela de Rescate a la Madrileña llevan años ante las puertas de la clínica Dator explicando a las mujeres que acuden allí que no hay cosa peor que corregir un error con otro mayor

En total ya han ayudado a medio millar de ellas (jóvenes, mayores, solteras, casadas…) a tomar la decisión de dar a luz. Para celebrarlo, el 18 de marzo organizarán la llamada “ecofiesta” en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares. “Será una reivindicación de un ecologismo basado en la supremacía de la vida humana”, asegura el doctor.

Cuestión de negocio

En esa fiesta también estará José Antonio Asenjo, miembro de la Asociación de Criadores de la Cabra de Guadarrama. Pero no es su pertenencia a esta asociación lo que motiva su presencia en la fiesta. El motivo hay que encontrarlo en lo que sucedió un día de agosto de 1994, cuando se convirtió en el rescatador de su propia hija. 

Por aquel entonces José Antonio tenía 19 años y estaba haciendo el servicio militar. Sabía que su novia Reyes -tres años mayor que él- estaba embarazada de dieciséis semanas, pero lo que desconocía era lo que le contó una amiga de ella: su novia pretendía abortar sin consultárselo.

Reyes era la mayor de siete hermanos de una familia humilde en la que el padre estaba inválido. Un entorno difícil al que se le sumó la presión de sus padres para que abortara. Situaciones que no fueron fáciles de asimilar para ella, que se encontraba entre la espada y la pared.

A pesar de que Reyes era mayor de edad, su coeficiente intelectual era ligeramente inferior al de la media debido al daño que le causaron los fórceps al nacer. 

Precisamente ese fue el argumento al que se agarraron los padres cuando justificaron su deseo de que abortara. Sea como fuere, lo cierto es que la joven acabó camino de la Dator.

Si con algo no contaban los padres de la joven el día que iban a abortar, era con queenfrente se encontraba un chaval con algo más que las ideas claras. José Antonio se presentó en la misma clínica con la intención de que escucharan su opinión y, sobre todo, de evitar lo que iba camino de convertirse en otro niño (niña, aunque aún no lo sabían) abortado. Los médicos de la clínica vieron en el corajudo muchacho un serio obstáculo para llevar a cabo sus planes de lucrarse impidiendo el nacimiento de la criatura. Por eso acto seguido le invitaron a abandonar la clínica.

Lejos de venirse abajo, José Antonio habló con diversos medios de comunicación para contarles lo sucedido. “Llamé a un periódico y a una televisión y una de las personas con las que hablé me puso en contacto con Jesús Poveda”, relata el protagonista. El doctor le sugirió la idea de presentar una denuncia. “Fue entonces cuando nos dirigimos a los juzgados de la plaza de Castilla para denunciar a sus padres por coacción”, recuerda José Antonio.

Tras presentar la denuncia contra la familia, la juez actuó con rapidez. Una llamada suya a la clínica Dator -donde a Reyes le quedaban minutos para abortar- paró lo que iba a convertirse en la muerte de un niño inocente. Aunque para algunos, como recuerda Jesús Poveda, es cuestión de negocio. “Una vez uno de los médicos de la clínica salió a hablar conmigo y me dijo: ‘No sabes lo que soy capaz de hacer por dinero’”.

Tres familias rotas

Diecisiete años después de aquello José Antonio puede dar testimonio de lo feliz que es ahora con su hija Tamara, y deja claro que jamás tuvo dudas acerca de cuál era la decisión correcta. “Presenté la denuncia contra sus padres porque la estaban coaccionando. Por mi parte tengo la conciencia tranquila porque siempre tuve claro que quería que naciera mi hija”.

La entrada en escena del doctor Poveda resultó decisiva. Para esta familia como para tantas otras, el abanico de posibilidades ofrecidas por el psiquiatra siempre se entiende en clave provida: “Jesús nos motivó a tenerlo, pero sobre todo a la familia de ella. No sé qué hubiera pasado si aquella amiga no me lo hubiera dicho a tiempo”, señala José Antonio. 

Ahora las cosas no son como las hubieran imaginado en un principio, ya que José Antonio y Reyes hace tiempo que no viven juntos. A pesar de la separación, “lo importante es que Tamara es una niña feliz”, reconoce José Antonio.

Escuela de rescate a mujeres que quieren abortar

Las historias relatadas son solo dos dentro de las 498 más de las que podrían dar testimonio cualquiera de los miembros de la Escuela de Rescate a la Madrileña. Medio millar de casos han acabado con un final feliz. Todo eso se celebrará el próximo 18 de marzo en el parque natural del Manzanares, adonde acudirán numerosas madres ‘rescatadas’ con sus hijos -muchos de los que fueron sus rescatadores son ahora sus padrinos- para compartir un día de alegría y reivindicar un ecologismo en el que la vida humana sea el bien más preciado de la naturaleza.

Estos son algunos de los éxitos cosechados en la larga hoja de servicios del incombustible Jesús Poveda y sus rescatadores. Después de cada caso de rescate el doctor siempre concluye con una reflexión: “De haber seguido adelante, ahora habría un aborto, una mujer traumatizada por hacerlo y tres familias rotas”.

 APOYO: Rescate a la china

Una mañana de sábado Victoria iba camino de la Dator con la intención de abortar. Cuando enfilaba la puerta, se encontró con un grupo de rescatadores que hacían guardia desafiando al frío que hacía ese día en Madrid. A pesar de que Victoria es china, entendía perfectamente el español, pues había estado un tiempo en Italia, donde comenzó a dar clases de castellano antes de llegar a España. Después de que los rescatadores le explicaran que el aborto era la peor de las soluciones, la joven china mostró su sorpresa, pues no creía que fuera posible poder obtener ayudas para la maternidad, algo impensable en su país. Victoria dio marcha atrás y decidió tener el niño. Dicen que también ayudó a tomar esta decisión el hecho de que era el año del dragón, es decir, el año de la buena suerte para los chinos. Llegados a este punto, tan solo faltaba buscar un nombre para el niño que venía en camino. Victoria eligió el de Pepe, que en chino quiere decir ‘niño precioso’. El final de la historia no pudo ser más sorprendente: la joven china acabó rezando a la Virgen María de lo emocionada que estaba. Actualmente Victoria espera su segundo hijo.