Su Ángel Guardián la salvó de ser agredida por un violador

No tiene dudas que Dios ha escuchado su oración constante a la Santísima Virgen María y a su Ángel de la Guarda.

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Elizabeth (hay reserva solicitada de su apellido) testimonia que Dios le ha concedido la gracia de conocer a su ángel custodio. Desde que era pequeña lo invocaba, dice, a través de la oración del “Ángel de la guarda” que le enseñó su mamá y siempre ha confiado en que le acompaña, la protege, al punto que ya lo trata como a un amigo.

Elizabeth es dentista. Cuenta que cuando aún estudiaba comenzó a trabajar en un consultorio que se ubicaba en un segundo piso de la avenida 16 de septiembre, en Ciudad Juárez (México). Hubo una temporada -recuerda- en que los medios de comunicación comenzaron a informar de un hombre que agredía a dentistas mujeres, violando incluso a algunas de sus víctimas. Elizabeth conocía a varias de estas profesionales…

“…No me desampares de noche ni de día”

Ciudad Juárez. Iglesia Catedral

“En una ocasión me había quedado sola en el consultorio y ya era tarde. Llegó un hombre a preguntar si teníamos el servicio de blanqueamiento dental. Lo recuerdo muy bien. Miró alrededor del consultorio mientras yo le contestaba que sí”, cuenta Elizabeth y agrega que ese día también había orado a la Santísima Virgen María y a su Ángel de la Guarda suplicando protección…

Entrevistada por el periódico Presencia de la diócesis, recuerda que luego de hacerle la pregunta, aquel hombre se quedó pensando por un momento y guardó silencio unos segundos, luego dijo “gracias” y se retiró. “Tiempo después -declara Elizabeth- encontré en un periódico el retrato hablado del hombre que atacaba los consultorios. No era foto, era un dibujo, pero claramente vi que era el hombre que había llegado aquel día. En ese mismo instante agradecí a Dios, a la Virgen María y por supuesto a mi ángel de la guarda por la protección que me brindaron. Estoy segura que mi ángel se mostró de alguna forma para que ese hombre viera que yo no estaba sola”.

En la agonía de su esposo

Tras esta experiencia Elizabeth se integró a una pequeña comunidad en una Parroquia de Ciudad Juárez (México) participando en retiros y cursos de formación que fortalecieron su fe en la mediación del Ángel Guardián. Años después estando ya casada, su Ángel le daría consuelo en las horas previas al fallecimiento de su esposo quien enfermó por una falla cardíaca congénita…

“Recuerdo que estaba muy triste, lloraba, porque mi esposo no mejoraba y estaba postrada ante el Santísimo. En cierto momento creo haber visto la imagen de la Santísima Virgen María a mi lado derecho y pude ver a mi ángel al lado izquierdo. Recuerdo que en mi angustia, tuve la sensación que jalaba el manto de María y que mi ángel hacía un gesto como para decirme que no lo hiciera. Después de eso dejé de llorar. Estaba más tranquila”…

Aunque la muerte de su esposo fue una prueba difícil de superar, Elizabeth sólo tiene gratitud pues “de la mano de Dios, de la Santísima Virgen María y el Ángel Protector pude salir adelante”, finaliza.

Artículo originalmente publicado por Portaluz

¡Gracias por tu valentía, mamá!

Mi madre, religiosa, fue violada y yo nací.

Un conmovedor testimonio que la protagonista ha querido compartir con los lectores de Aleteia

Este conmovedor testimonio llegó a Aleteia desde las redes sociales como respuesta a nuestra publicación ¿Dios quiere la vida que viene de una violación?. Agradecemos la valentía de su autora, que quiere permanecer en el anonimato, y esperamos que este relato toque los corazones de quienes lo lean.

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Me animé a escribir este testimonio después de haber leído el artículo que publicaron hace unos días sobre los bebés concebidos en una violación. Han pasado tres años desde que me enteré que fui concebida de esa manera y es la primera vez que hablo tan extenso de esto.

Al inicio intentaba negarlo (o no pensar demasiado en ello), pues para mí la primera impresión fue que no estaba en los planes de nadie de mi familia, mucho menos en los planes de mi madre, ¡de verdad! Ella había planeado una vida totalmente diferente a la que tiene ahora conmigo.

Era una religiosa consagrada en el momento de la violación (había hecho los votos perpetuos 5 años antes de mi nacimiento). Sé que ella era una gran religiosa, ella tenía (aún tiene) la misma mentalidad del Papa Juan Pablo II: darles protagonismo a los jóvenes dentro de la Iglesia.

Hay muchas cosas que aún desconozco sobre lo que sucedió porque me enteré por medio de algunas cartas viejas que le escribieron a mi mamá en esa época. Todo el embarazo mi madre lo pasó lejos de su país, recibiendo cartas de su familia, su mejor amigo (un sacerdote, que es mi padrino de bautizo) y algunas de sus hermanas de la Comunidad.

Siento que Dios comenzó a actuar desde un principio por medio de la madre superiora de la Congregación, cuya única preocupación desde un principio fue protegerla; ella, junto con la familia de mi mamá, había pensado que  lo mejor sería alejarla de su entorno para que ella pudiese tomar una decisión sin presiones y también para proteger a la Comunidad de las hermanas. Ella decidiría si darme en adopción y regresar a la comunidad, o dejar los hábitos y ser mamá.

Sé que Dios se ha manifestado a través de las personas que rodeaban a mi madre en ese entonces, y pude palpar cómo iban avanzando los sentimientos a través de los meses (no tenía las cartas que había escrito mi mamá, pero tenía las respuestas).

He leído todas sus cartas más de una vez, y siempre mis favoritas han sido 3. Cada una tiene algunos meses de diferencia, por lo que los ánimos y emociones son diferentes, y creo que me ayudarán a dar un mejor testimonio.

Pude notar cómo al principio todo estaba nublado para ella, cómo había sentimientos de culpabilidad (esto es muy común por lo que entiendo, no sólo afectan a la víctima sino a todo su entorno porque piensan que podría haberse evitado), cómo ninguna solución parecía ser la correcta y en realidad la única respuesta clara era encomendarse a Dios.

En una de las cartas, mi padrino le escribió lo siguiente: “Mi querida R., aún estos días me atormenta pensar por qué no estaba yo ahí para defenderte y por qué ha permitido que esto te suceda a ti, pero he encontrado un poco de calma en la Palabra de Dios, con la lectura de Job. Dios nos pone a prueba para ver nuestra fidelidad, sé que saldrás bien de esta, como siempre lo haces!”.

Leer sobre eso en un primer momento fue lo más parecido a un baldazo de agua fría. Creo que a todos nos gusta pensar que hemos sido planeados y amados (o por lo menos amados) desde el primer momento, pero la realidad es que aunque al principio no sea así, o en muchos casos nunca sea así, Dios sí nos ama desde el momento en que nos planea en este mundo. Yo tardé bastante en comprenderlo, pero la clave fue agarrarme de la mano de Dios para comprender que sí tenía un propósito.

Conforme iba pasando el tiempo, pude notar que la gente que nos rodeaba me había tomado cariño, cómo me tomaban en cuenta en cada situación posible. Ya no era solo el bien de mi mamá, sino también el mío, porque aunque al principio fue difícil de entender, las decisiones que ella tomaría también iban a afectarme a mí. Todos comenzaban a vernos como una familia.

Una religiosa le envió una tarjetita de buenos deseos con el siguiente texto: “Querida R., espero que te encuentres bien. Te encomiendo siempre en mis oraciones, a ti y a esa criatura que traes en tu vientre. Pobrecita mía, ella no tiene la culpa de nada, es una inocente que no tiene por qué pagar los errores de otro. Querida R., fuerza!”.

En ese momento lo comprendí todo, y estoy segura que mi mamá también comenzó a superar su depresión alrededor de la época que llegó la carta. “Bueno eso es, soy la hija de una violación, puedo quedarme lamentándome de ser un accidente o puedo agradecer a Dios cada día por haberme permitido vivir y crecer con una gran mamá”. Leer esa pequeña tarjetita fue como volver a nacer. Conforme he ido creciendo, he ido descubriendo los planes que Dios me había preparado, y ahora que sé de dónde vengo, tengo muchas más ganas de cumplirlos porque siento que Él me ha dado una oportunidad que es negada a millones de bebés cada día.

Finalmente llego el día de mi nacimiento, en diciembre de 1993. Llegué totalmente sana gracias a Dios y mi madre también estuvo en perfecto estado de salud. Este pequeño texto se lo escribió mi padrino ese día: “Querida R., gracias. Gracias porque hoy le dices sí a la vida” No puedo decir que ahí todo se volvió más fácil pues quedaban muchas cosas delicadas, entre ellas pedir a la Santa Sede la dispensa de los votos explicando los motivos que la obligaban a eso.

Pero Dios no permite un mal sin sacar algo bueno de él; y después de mi nacimiento, mi mamá consiguió trabajo en la Conferencia Episcopal de mi país, logrando, después de unos años, ser la responsable nacional del área de juventud. Él no permitió que ella se alejara de su opción de trabajar por los demás, por los jóvenes, aun así no era lo que había planeado a un principio. Yo crecí en ese ambiente, con jóvenes cercanos a Dios que no les daba vergüenza su fe, que seguían a Jesús y amaban a la Virgen María; por eso mismo hoy soy una joven enamorada de su fe y su Iglesia.

Ya para concluir, solo me queda agradecer a Dios por la oportunidad que me ha dado, primero de llegar a este mundo y segundo de crecer al lado de una madre que nunca consideró el aborto como una opción. No ha sido nada fácil, sobre todo para ella, pero cada noche nos encomendamos a Dios y les pedimos su intercesión a todos aquellos que nos han dejado, entre ellas la superiora del convento.

Hemos aprendido todo juntas, creo que ser sólo las dos hace que tengamos un vínculo especial, y creo que la manera en cómo yo llegue a su vida hace que el amor que ella me tiene sea diferente por todas las situaciones que tuvo que pasar para llegar hasta donde estamos ahora.

Espero que este testimonio les sirva de algo a aquellas mujeres que, como mi mamá, están ahora mismo decidiendo el futuro de sus hijos. ¡Por favor, nunca piensen en el aborto! Dios les tiene un amor especial y grandes planes a los niños que han venido sin ser deseados, y a las mamás les tiene una gran recompensa por decirle sí a la vida a pesar de que esta vida venga de una situación tan triste. Y a las personas que han sido concebidas por una violación: ¡por favor, honren a Dios cada día de su vida!

Fue violada por su padre a los 16 años, y apostó por el bebé

La colombiana Verónica Cardona

Fue violada por su padre a los 16 años, quedó embarazada y con mucho temor… apostó por el bebé

Hoy está feliz por esa decisión y anima a otras mujeres con embarazos imprevistos: «¡No tengan miedo de decirle sí a la vida!».

Actualizado 9 noviembre 2012

Aci

Verónica Cardona quedó embarazada a los 16 años de edad tras ser violada por su propio padre. Esta joven colombiana optó por defender la vida del bebé y, cinco años después de vivir este drama, exhorta a las mujeres que pasan por casos similares a que “¡no tengan miedo de decirle sí a la vida, no tengan miedo de decirle sí al amor!”.

Hace unos días visitó Ecuador para apoyar una manifestación contra la legalización del aborto por violación. Ahí narró lo que le tocó vivir y cómo Dios le dio fuerzas para continuar.

En una entrevista concedida a ACI Prensa, Verónica confesó que el primer impacto tras saber que quedó embarazada ldespués de sufrir una violación fue devastador.

Fue un impacto muy grande el darme cuenta de que estaba embarazada. En ese preciso momento sentí que mi vida se había frustrado, más aun porque sabía que el bebé que venia en camino era el ‘producto’ de una violación por parte de mi propio papá”.

Verónica recuerda que el miedo se había apoderado de ella pero no quería someterse a un aborto. 

“Caí en depresión unos días, no quería matar a un ser inocente, pero tenía miedo, quizás el mismo miedo que sienten muchas mujeres al enterarse de que están embarazadas”.

Verónica recuerda que temía no ser “capaz de salir adelante, miedo a los prejuicios, miedo a que me vieran con lastima, miedo a afrontar la realidad, miedo a quedarme sola”.

“Naturalmente casi toda mi familia, doctores, jueces, todos querían que abortara y más aún aquí en Colombia se acababa de hacer ‘legal’ el aborto en tres casos: por violación, por malformación y por riesgo de la vida de la madre”, indicó.

La joven madre señaló que ella cumplía todos los requisitos para que se le permitiera abortar de acuerdo a la legislación colombiana: sufrió una violación, existía la posibilidad de malformaciones en su bebé, y era un embarazo de alto riesgo.

Sin embargo, un factor importante en su decisión fue encontrar un día a su madre llorando y pidiéndole perdón, porque ella misma había considerado la posibilidad de abortarla cuando estaba en su vientre.

Ese hecho fortaleció su convicción de que “no tenía el derecho de arrancarle la vida a nadie, y menos a una personita indefensa, una personita que no me había hecho nada a mí”.

Una vez tomada la decisión de tener a su bebé, la familia de Verónica dejó de dirigirle la palabra durante varios días y sólo su madre la respaldó.

“Así comenzó a crecer en mi el más grande milagro de amor. Fue una experiencia aunque dura, hermosa”, aseguró.

Verónica señaló que “cuando veía las ecografías, podía darme cuenta del gran milagro de la vida, sentir sus pequeños pero inofensivos golpecitos en mi estómago y luego ver su ternura al nacer”.

Durante el tiempo de su embarazo, la madre de Verónica participaba en una comunidad católica, que la ayudó a fortalecer su decisión de “traer vida al mundo, ya fuera que al nacer diera a mi hija en adopción, o decidiera quedarme con mi hija y salir adelante”.

Verónica señaló que al principio quiso olvidarse de Dios. “Me enojé con Él porque no podía entender cómo un Dios tan bueno y con tanto amor hacia mí podía permitir que me pasara esto, que no había hecho nada malo en la vida”, dijo.

Sin embargo, a pesar de su dolor, “me refugiaba en Él y le pedía fuerzas para continuar adelante, y hoy estoy segura de que Él siempre estuvo conmigo en mis noches y días de llanto. ¡Era Él quien me animaba y me levantaba!”, señaló.

Al nacer su hija, a quién llamó María Fernanda, Verónica afrontó “vacíos”, que intentó llenar con fiestas, amigos y trabajo, pero no fue hasta que participó en un retiro espiritual de la comunidad Lazos de Amor Mariano que pudo “volver a vivir”.

Durante ese retiro espiritual pudo perdonar a todos los que le hicieron daño, incluyendo a su padre. “Entendí muchas cosas, me sentí digna nuevamente, ¡volví a nacer!”, recordó.

Al salir del retiro, Verónica era mucho más consciente de que “la vida es un don”.

“Me indignaban, como me indignan ahora, los argumentos de los abortistas, que se escudan en casos como el mío para matar a un inocente y llenar sus bolsillos con dinero manchado de sangre inocente, diciendo que cada vez que veas a ese niño vas a recordar el momento tan doloroso en que fuiste abusada”, señaló.

Verónica asegura que siente “la necesidad enorme de gritar la verdad al mundo, que es que un hijo nunca te recordara las circunstancias (de una violación), porque es una persona absolutamente diferente. Por el contrario, te ayudará a sanar las heridas, le dará alegría y sentido a tu existir”.

“Lo digo desde mi propia experiencia y no como los abortistas que hablan sin siquiera conocer o haber pasado por una experiencia de estas, porque la mayoría de quienes apoyan el aborto no han abortado”.

Verónica aseguró que “las mujeres que, engañadas, abortan después son defensoras de la vida”.

“A los abortistas no les importa la mujer como quieren aparentar. Si les importara verdaderamente, no ofrecerían un aborto sino por el contrario ayuda para salir adelante con su hijo”, señaló.

Si a quienes promueven el aborto les importara el sufrimiento de las mujeres “aceptarían realidades como el síndrome post- aborto, aceptarían que la vida comienza en la fecundación del óvulo como lo dicen los científicos”.

Verónica criticó que los abortistas “reclaman ‘derechos’ de la mujer y ellos son los primeros en pasar por encima de ellos”.

“Las mujeres tenemos derecho a una maternidad, y ellos pasan por encima de este hermoso don convirtiendo el vientre de las mujeres en la tumba de su propio hijo”, criticó.

“El aborto no desembaraza a nadie, matar no es una opción, es la peor decisión”, indicó, añadiendo que mientras que la vida engendra vida, el aborto produce “muerte, dolor, llanto, desesperación, angustia y una culpa que muy difícilmente se borrara de tu mente, de tu alma, de tu ser”.

Verónica exigió que los abortistas no jueguen “con el dolor de la mujer y de muchos hombres que también son victimas de un aborto”.

Remarcando que la defensa de la vida frente al aborto no es un tema religioso, Verónica Cardona invitó a “católicos, cristianos, evangélicos, ateos y a todos los que están a favor de la vida” a que “no nos cansemos de ser la voz de aquellos, que aunque tienen voz y derechos, han querido callarlos desde el vientre”.

Citando al fundador de Lazos de Amor Mariano, Rodrigo Jaramillo, Verónica subrayó que “quien aborta a un niño de su vientre, aborta a Jesús de su corazón”, pues “Jesús es la misma vida”.

Verónica también reveló que “por gracia de Dios pude perdonar a mi papá, mirarlo a los ojos y darle las gracias por haberme dado la vida”, y si bien su hija, que actualmente tiene cinco años “aún no sabe bien todo lo que paso”, está decidida a irle contando poco a poco todo, pues “ella tiene derecho a saber la verdad”.

Para leer la entrevista completa : http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=516