Conoce tu fe

El general Wellington el que venció a Napoleón quiso volver a Inglaterra a ver la escuela militar donde se había preparado, y dijo a los alumnos: «Miren, aquí se ha ganado la batalla de Waterloo». Así, nosotros, tendremos batallas en la vida dentro de 5 ó 10 años; pero si queremos vencerlas es preciso que comencemos desde ahora, preparándonos, estudiando y mejorando el carácter. El carácter es destino.

El profeta Oseas decía a los judíos del Antiguo Testamento: Perece mi pueblo por falta de conocimiento” (4,6). Los judíos actuales están con la misma preocupación, sus jóvenes no saben qué es el judaísmo, y –dicen- la venida del Mesías es inminente. Y nosotros estamos con la misma preocupación: muchos católicos no saben explicar el credo ni dar razón de su esperanza.

Una parte de la fuerza interior viene por la formación doctrinal. Es construir la casa sobre roca; quien la construye sobre arena puede ser algo bonito, pero superficial: una fachada bonita, pero al primer vaivén aquello se derrumba. La formación doctrinal da las raíces, da solidez a la vida interior. Es importante unir la formación doctrinal con la piedad.

Para dar doctrina hay que formarse, hay que leer, hay que meter la doctrina en el corazón, no sólo en la cabeza. Decía el Cura de Ars:

Una persona que no esta formada en su religión es como un enfermo agónico; no conoce ni la grandeza del pecado, ni la belleza de su alma, ni el precio de la virtud; se arrastra de pecado en pecado”.

Hemos de ayudarle a la gente a encontrar el sentido de la vida. Dijo el Papa Benedicto XVI: “Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida (…). Cada uno de nosotros es querido, cada uno de nosotros es amado, cada uno de nosotros es necesario. Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a otros la amistad con Él (Homilía en la Misa del inicio del ministerio pretino, 24-IV-2005).

Parte de la formación de un católico es hacer apostolado y dar doctrina a diversos niveles. Hay que saber argumentar. Hace unos días me subí a un taxi y el conductor era Testigo de Jehová. Me dijo que si una casa no necesitaba fuego para existir, el infierno tampoco existía porque “no hace falta”, que la Biblia habla de la “gehenna”, lugar donde se abandonaban los cadáveres de los malhechores (en esto tiene razón), pero él negaba el fuego porque no lee directamente el Evangelio ¾no se lo permiten¾ donde Jesús habla con frecuencia de la “gehenna” y del “fuego que nunca se apaga”  (San Marcos 13, 43-48 y Mateo 5, 22.29).

El fundador de los Testigos, Charles Tazel Russell, era presbiteriano y luego, adventista. En 1879 se casa con Ma. Francisca Ackley, quien más tarde se cansa de sus infidelidades conyugales. Fue condenado dos veces por estafa (dinero obtenido por la compra de las posesiones de los que lo vendían todo, convencidos por él de la inminencia del fin del mundo, en 1911 (que no se cumplió).

Desde 1967, Los Testigos de Jehová nunca leen la Biblia directamente. Estudian seis tomos de Estudios sobre las Escrituras. Russell dijo: “No son meramente comentarios acerca de las escrituras o Biblia, sino que son prácticamente la Biblia misma. El que se dirige a la Biblia sola, dentro de dos años vuelve a las tinieblas. Al contrario, si se lee los Estudios sobre las Escrituras con sus citas y no ha leído ni una página de la Biblia como tal, estará en la luz al término de dos años (“Atalaya” 19.9.1910). Termina la digresión.

Hay que tratar de ser un catecismo vivo, es decir, un resumen claro, y asequible, de la doctrina cristiana, pues no basta saber cosas, hay vivir lo que se enseña. Los grandes catequizadores han sido los santos. ¿Cómo? Enseñando lo que viven.

San Agustín habla de la Ciudad de Dios y la Ciudad del Hombre. Construir la Ciudad de Dios es procurar la salvación de las almas… y eso implica abnegación y sacrificio. Implica estudio y afán por conocer la verdad de la vida, de las ciencias y del arte. ¡Qué importante es la educación estética, porque afina el alma y la hace apta para conocer verdades más altas!

“Todo valor verdadero, tal como la belleza de la naturaleza o de una obra maestra de arte como la Novena Sinfonía de Beethoven, o el resplandor moral de un acto generoso de perdón, o de una fidelidad inamovible, todos esos valores que nos hablan de Dios y conmueven nuestros corazones, arrastran nuestro espíritu hacia el verdadero mundo de Dios, nos guían hacia el rostro de Dios, y gracias a ellos caen derribadas las barreras del orgullo, la egolatría y la autoafirmación, que nos aíslan y nos hacen mirar a nuestros semejantes desde el exterior como adversarios y competidores” (Dietrich von Hildebrand).

En una conferencia a catequistas[1], el Cardenal Ratzinger, sintetizando, decía: Evangelizar es enseñar el arte de vivir (…) La pobreza más profunda es la incapacidad de alegría, el tedio de la vida considerada absurda y contradictoria. Esta pobreza se halla hoy muy extendida, con formas muy diversas, tanto en las sociedades materialmente ricas como en los países pobres. La incapacidad de alegría supone y produce la incapacidad de amar, produce la envidia, la avaricia…, todos los vicios que arruinan la vida de las personas y el mundo. Por eso, hace falta una nueva evangelización. Si se desconoce el arte de vivir, todo lo demás ya no funciona. Pero este arte no es objeto de la ciencia: sólo lo puede comunicar quien tiene la vida, el que es el Evangelio en persona.

Un profesor de la Universidad de Navarra decía: Tenemos una vocación de llamada a la santidad: Esto debe de estar en la base de cualquier formación. La buena semilla la recibimos a través de las Normas de piedad. Juan Pablo II decías: El drama de la cultura actual es la falta de interioridad, la ausencia de contemplación.  Sin interioridad el hombre moderno pone en peligro su misma integridad.

Son muchedumbre los que desconocen las verdades de la fe, desconocen que somos hijos de Dios, cuando toda la creación está dirigida al don de la filiación divina. El pensamiento de Juan Pablo II se sintetiza en una palabra escrita con mayúscula: Cristo, el Verbo de Dios hecho. ¡Qué difícil es distinguir entre vida y magisterio en Juan Pablo II!

Hoy más que nunca hace falta la “cruzada de virilidad y de pureza”, que contrarreste y anule la labor salvaje de quienes creen que el hombre es una bestia. Se trata de ayudar a los demás a comprender el orden instaurado por Dios en la creación, y a respetarlo. A todos nos corresponde sacar a los hombres de la ignorancia y descubrirles la maravilla de la filiación divina (Giuseppina Bakita: Si hubiera sabido que al secuestrarme me iba a encontrar con Dios, les hubiera besado los pies a los secuestradores musulmanes).

Dios ha previsto desde la eternidad todo un plan, perfecto, concreto y detallado, para formar en nosotros la nítida imagen de Cristo y lo va logrando a través de la dirección espiritual y la corrección fraterna y lo que Él permite.

Lo único importante es que yo persevere. Son bambalinas de teatro todas las cosas de este mundo. Hemos de tener visión de eternidad. Estamos en un lugar determinado, en una labor determinada, porque Dios lo quiere.  Hemos de desprendernos de todo lo que nos pueda atar y de lo que pueda afirmar una personalidad falsa (es decir, quitar caretas, posturas postizas).


[1] 10 de diciembre de 2000, en http://www.unav.es/capellaniauniversitaria/profundo/evangelizacion

Los colegios católicos, la garantía de éxito para entrar a las mejores universidades en EE.UU. o Reino Unido

El Ampleforth College fue fundado en 1802 por los monjes benedictinos de la abadía de Ampleforth

Javier Ansorena SEGUIR LONDRES/NUEVA YORK Actualizado:18/11/2019 08:29h

Mientras en España la ministra de Educación dice que el derecho de los padres a elegir centro y la enseñanza religiosa no son derechos constitucionales, aunque la propia Carta Magna y las sentencias la contradigan, países como Estados Unidos y Reino Unido tienen una posición bien distinta.

Los colegios católicos de Reino Unido suelen tener calificaciones altas y además muchos de sus alumnos acceden con éxito a las pruebas para entrar a la universidad. Por ejemplo, una cuarta parte de los estudiantes del Ampleforth College, el colegio católico más prestigioso acaban estudiando en universidades como Oxford o Cambridge. Es el colegio mixto más grande de Reino Unido y fue fundado en 1802 por los monjes benedictinos de la abadía de Ampleforth. Así, muchos estudiantes no católicos que necesitan mejorar sus calificaciones, son matriculados en un colegio religioso durante uno o dos años para progresar académicamente. Eso sí: si logran superar las listas de espera.

De los 24.000 colegios que hay en Inglaterra, cerca de 2.200 son católicos, según datos del Servicio Católico de Educación, que señala que suponen «el 10% del total nacional de escuelas financiadas por el estado» y «la Iglesia Católica es el mayor proveedor de educación secundaria y el segundo mayor proveedor de educación primaria en el país». En estos colegios estudian 850.000 estudiantes, de los que una tercera parte son de otras religiones o de ninguna. Los alumnos musulmanes son el grupo no cristiano más grande. Según el director del Servicio Católico de Educación, Paul Barber, «los padres valoran el alto nivel académico así como la gran diversidad étnica y cultural» de los colegios católicos.

En cualquier caso, el sistema es un poco diferente al español, pero a grandes rasgos los colegios se dividen en estatales y privados. Estos a su vez se subdividen otras categorías, como los «independent», que no son administrados por el Ministerio de Educación y entre ellos están las «academies», lo que vendría a ser lo más parecido a los concertados, ya que los padres pagan una cuota voluntaria pero son financiados por otras instituciones (religiosas o no), y los que son 100% de pago y cuyo precio por alumno puede superar los cincuenta mil euros anuales. Además, hay colegios religiosos tanto públicos como privados, la segregación por sexos es muy común y son muy populares los internados.

En EE.UU. no existe una figura similar a la educación concertada. La educación pública está fuertemente implantada, aunque está lastrada por la financiación desigual de los centros, que depende en gran parte de impuestos locales (si el distrito es rico, el colegio es bueno, y al revés). La educación privada es minoritaria, normalmente está vinculada a instituciones religiosas -la mayoría católicas, aunque no sea la denominación cristiana predominante en el país, pero también hay colegios episcopalianos o presbiterianos. Muchos de estos centros atraen a muchos estudiantes porque son el trampolín de lanzamiento para la admisión en las mejores universidades, lo que hace que muchas familias de otras religiones también los elijan para sus hijos.

Desde hace décadas, algunos sectores de EE.UU. buscan que las familias también puedan optar a colegios privados -muchas veces, afiliados a la Iglesia- con el respaldo del dinero público. Es el llamado sistema de cheques educativos, por el que los padres reciben un dinero para que puedan elegir el centro de su agrado.

En la actualidad, hay una quincena de estados, la mayoría de ellos de implantación republicana, con programas de cheques educativos. El apoyo o no al sistema se ha convertido en una trinchera ideológica en EE.UU. Lo han apoyado, en su mayoría, sectores conservadores, pero también ha encontrado defensores en representantes demócratas -como el actual candidato a la presidencia Corey Booker– y líderes empresariales, como el fundador de Apple, Steve Jobs.