¿Quién inventó el «Thanksgiving»?

La de los peregrinos del Mayflower no fue la primera fiesta de Acción de Gracias celebrada en suelo americano

Cada último cuarto jueves del mes de Noviembre, Estados Unidos celebra «Thanksgiving», el Día de Acción Gracias, una fiesta que acción de gracias y alabanza a Dios por la buena fortuna. La celebración tiene su origen en la primera fiesta celebrada en 1621 por los peregrinos puritanos que se habían asentado en Plymouth Plantation (Massachusetts) en diciembre de 1620. Originalmente fue una celebración de agradecimiento por la cosecha recogida, y no será hasta un par de años después, en 1623, cuando se convertirá en una fiesta religiosa.

Una celebración con influencia católica

La llegada a tierras americanas de los puritanos calvinistas no fue placentera: de los 102 pasajeros originales que habían llegado en el Mayflower en 1620, en  la primavera siguiente de 1621 casi la mitad había perecido debido al duro invierno. Las cosas mejorarían con la llegada de Squanto, un indio nativo americano que hablaba inglés fluido, y que les enseñó a pescar, sembrar y a entablar relaciones de comercio con los nativos americanos.

Squanto había sido tomado de su tierra por el explorador John Smith para ser vendido como esclavo. Un grupo de frailes franciscanos lo rescatan y lo catequizan para luego ser bautizado. Squanto termina trabajando en los muelles de Londres durante cuatro años, y a su regreso en America, formó parte fundamental del asentamiento y prosperidad de la Plymouth Plantation, así como de la celebración del primer día de «Acción de Gracias».

La primera celebración de Acción de Gracias se celebró en el  mes de Octubre de 1621, duro tres días y participaron los 53 peregrinos ingleses y Squanto, más 90 indios americanos. El festín incluyó pescado, pavo y venado.

Pero no fue la primera Fiesta de Acción de Gracias

Propiamente, la primera celebración de acción de gracias por la buena fortuna y de alabanza a Dios por parte de europeos en tierras americanas es más antigua que la celebrada en 1621.

El 8 de Diciembre (Fiesta de la Inmaculada Concepción) el Padre Francisco López de Mendoza Grajales celebró la Santa Misa a petición de Don Pedro Menéndez. La fecha fue en 1565 en St Augustine, Florida. La celebración incluyo la participación de 500 soldados, 200 marineros, 100 familias y los indios Timucuan. Después de la Santa Misa se celebró un banquete en honor del Rey Felipe II y de España, para los cuales se reclamaba estas tierras.

La segunda acción de gracias estadounidense ocurrió el 30 de abril de 1598, cuando el explorador español Don Juan de Oñate solicitó a los frailes decir una Misa de Acción de Gracias, después de lo cual él proclamó formalmente «La Toma», reclamando la tierra al norte del Río Grande para el rey de España.

Los hombres se deleitaron con pato, ganso el pescado del Río Grande. Durante esta celebración también se entretuvieron con una presentación de una obra de teatro.  Todo esto tuvo lugar veintitrés años antes de que los peregrinos ingleses zarparan de Inglaterra en el Mayflower.

La Eucaristía: Nuestra verdadera comida de Thanksgiving

Cada año, el cuarto jueves de noviembre, los estadounidenses se reúnen con amigos y familiares en todo el país para celebrar la fiesta de acción de gracias. Preparan comida, viajan desde donde estén y el país entero se paraliza para expresar su gratitud por las bendiciones del año. Para muchos estadounidenses, este día es uno de los pocos del año en que pueden reunirse con sus familias, lo cual es bueno.

Las motivaciones detrás del compartir de Acción de Gracias son básicamente buenas. Pero, qué maravilloso sería si más aún conocieran que podemos estar en Acción de Gracias todos los días de nuestra vida.

El propósito de reservar un tiempo sagrado para expresar la gratitud en una sociedad que fomenta la implicación personal es bueno. El reunirse con los seres queridos y compartir juntos la mesa es muy saludable al alma. Pero para los católicos, la comida de Acción de Gracias siempre se queda corta respecto a la vida del Reino a la que estamos llamados.

Los católicos somos un pueblo de acción de gracias, y nuestra fiesta se celebra casi todos los días, en casi todos los lugares del mundo. Se llama Eucaristía (del griego eukharistia, ‘acción de gracias’), y va más allá del Día de Acción de Gracias.

Para los católicos ser Eucaristía es un estilo de vida, no sólo una fiesta

La fiesta de Acción de Gracias del mundo está inmersa en la gula y el consumismo. «Comer hasta más no poder», dicen. Por un momento podríamos pensar que sólo debemos dar gracias un día al año. Todos los días te quejas de todo, te enojas por todo, pero en Acción de Gracias todo es maravilloso, todo es paz y amor. La Fe cristiana nos invita a «amar a Dios y al prójimo como a sí mismo» todos los días.

Es un invitación a una continua alabanza a Dios, convertir nuestro corazón en un corazón eucarístico. Quien entra en esta sintonía, entra en un continuo cielo con los pies en la tierra. Es un esfuerzo constante, no por fingir, sino por dar lo mejor de sí. Es llegar a ser como Jesús, que daba gracias continuamente, y lo más importante, que este acción de gracias le hacía dirigir su corazón al Padre Celestial. Es fácil celebrar una vez al año, intentar ser bueno una vez al año, pero, aunque más desafiante, es mucho más heroico serlo en todo momento posible: ser Eucaristía cpn Jesús. Dar gracias con Jesús al Padre Eterno.

Para los católicos, La Eucaristía nos sana y nos transforma.

Sabemos muy bien que estar en actitud de dar gracias es al mismo tiempo reconocimiento de lo que el otro ha hecho por mí. También de pedir perdón, de reforzar el amor que nos profesamos.

Como Católicos, creemos que nadie da lo que no tiene. Lo que tenemos y somos se lo debemos a Dios. Y si no lo tenemos se lo pedimos a Jesús.

Estrechar lazos es sanador, reconfortante al alma herida por la soledad del resto del año. Pero como católicos tenemos la convicción de que Jesús está continuamente con nosotros, nos instruye al corazón, ilumina nuestros senderos y nos ayuda a encontrar el propósito de nuestra propia existencia.

Comer del Cuerpo y Sangre del Señor, nos sumerge en la vida misma de Dios que nos da esa fuerza para dar constantemente amor, para perdonar setenta veces siete y para ser humilde al pedir perdón de corazón, arrepentirse de los malos hábitos y ser plenamente de Dios. 

Por tanto, Thanksgiving, es decir la Eucaristía, es nuestra celebración diaria, es la celebración de Jesús, que es la persona hecha Acción de Gracias, quien cada día agradece al Padre su bondad y su amor. Unámonos este año en la Santa Misa de Acción de Gracias antes de compartir la mesa. Podemos llegar a amar porque «Dios nos ha amado primero». No rehúses abrir tu corazón que quiere transformar tu historia. Este es el mensaje del Thanksgiving cristiano.