¿Qué quiere decir castidad?

La castidad es un gran sí al verdadero significado del sexo, a lo bueno que es haber sido creados varón y mujer a imagen de Dios. La castidad no reprime, libera. Nos libera de usar a los otros para obtener una gratificación egoísta, y nos hace capaces de amar a los otros como Dios nos ama.

Dos adultos solteros que están de acuerdo son capaces de tener relaciones sexuales. La cuestión es: ¿es bueno para ellos? El amor no es arbitrario. El amor no se acaba en los sentimientos, ni es equiparado a la atracción y al deseo sexual. El amor no es algo que “sucede”; el amor es una decisión. Las emociones y atracciones son “la materia prima” del amor. Pero es un error considerar la materia prima como su “forma perfecta”.

Por definición el amor siempre elige libremente sacrificarse por el bien del amado. El amor sexual verdadero decide libremente hacer una donación total, fiel y fructífera de sí mismo al ser amado. La relación sexual habla el idioma del amor de Dios. Éste es el lenguaje del enlace matrimonial. Es lo que el corazón desea: un amor verdadero y durable. Las relaciones sexuales son expresión del vínculo matrimonial.

“Vivir juntos” en vez de ser una preparación para el matrimonio, es más bien una preparación para el divorcio. Los que viven juntos tienen un 50% más de probabilidades de divorciarse, comparado con los que no lo hacen (Estudios de Larry Bumpass y James Sweet, Cohabitation, Marriage and Unios Stability: Preliminary Findings, Madison, Wis, 1995, Working Paper # 65).

Mantener una relación sexual que es fácil de disolver, sin un compromiso de fidelidad de por vida y opuesto a la vida no puede preparar a la pareja a aceptar una relación sexual que exige indisolubilidad, fidelidad de por vida y estar abiertos a la vida. Al elegir consistentemente tal conducta, la pareja demuestra que están de hecho mal preparados para el compromiso matrimonial, porque han sido “entrenados” psicológicamente para lo contrario.

Estar dispuestos a involucrarse en rfelaciones prematrimoniales demuestra una aceptación implícita del sexo fuera de los límites del matrimonio. Por eso hay una tasa mucho más alta de adulterio entre parejas que se embarcaron en sexo prematrimonial, comparada con las que no lo hicieron. El adulterio es una de las principales causas de divorcio (cfr.Christopher West, Buena Nueva sobre sexo y matrimonio, p. 72-73).

Las relaciones prematrimoniales establecen un modelo de auto indulgencia que facilita los auténticos vicios (lujuria, orgullo, egoísmo, deshonestidad, desconfianza, pereza, y más) que sirven para minar la relación sana de marido y mujer.

La intimidad sexual nubla el juicio de la pareja sobre sus relaciones, impidiéndoles obtener el juicio objetivo esencial para poder discernir una vocación matrimonial auténtica, para discernir también si esa es la persona adecuada o no.

La castidad implica vivir la abstinencia en el noviazgo y respetar la naturaleza fértil del acto conyugal en el matrimonio. Se pueden evitar los hijos con métodos naturales que no dañan a la mujer, cuando hay seria necesidad de ello.

Lo opuesto al amor no es el odio, sino utilizar a la otra persona como una cosa. En cada “conquista” del varón hay una mujer del otro lado, que ha sido usada y descartada. Y ¿a quién le importa? Le importó a Juan Pablo II, quien, con su Teología del cuerpo, ha ayudado a muchos jóvenes a encontrar el camino correcto para ser más plenos en su noviazgo y en su matrimonio. La doctrina de la Iglesia sobre el sexo y matrimonio es buena nueva porque es la verdad sobre el amor verdadero, y también es noticia porque nos desafía.

La Teología del Cuerpo selló su conversión y le llevó a descubrir

su vocación… ¡al sacerdocio!

Dean Spiller es un joven seminarista sudafricano de 32 años que estudia en Roma, concretamente en el Colegio Eclesiástico Sedes Sapientiae y en la Universidad de la Santa Cruz, gracias a una beca de CARF (Centro Académico Romano Fundación). 

Antes de sentir esta llamada a la vida religiosa, estudió Informática y Psicología. Y fue precisamente a través de la Teología del Cuerpo de San Juan Pablo II donde experimentó una segunda conversión que le acabaría mostrando curiosamente el camino no hacía formar una familia sino a vivir una vida célibe como sacerdote. Este es su testimonio contado en primera persona:

Una conversión a través de la Teología del Cuerpo

«He tenido la experiencia de seguir muchos caminos diferentes en varias etapas de mi vida. Algunos eran mis propias decisiones pero otras veces, me dejaba llevar por las propuestas que otros me ofrecían. Si bien algunas de estas formas me brindaron felicidad momentánea, siempre me preguntaba: ¿Es este mi camino?, ¿es esto realmente lo más importante en la vida? Después de un tiempo de búsqueda, finalmente me di cuenta de que los caminos que me habían llevado a un cierto compromiso verdadero y duradero siempre habían resultado ser aquellos en los que Nuestro Señor me guio.

Una vez que me di cuenta de que realmente no podría lograr la verdadera felicidad sin Jesús, comencé a encomendar mis decisiones en la oración para que el guiará mis caminos. Al principio no fue fácil, arrastraba malos hábitos en mi vida. Poco a poco, con la ayuda de su gracia, algunos buenos amigos, dirección espiritual y los sacramentos, me volví más abierto al Señor.

Una familia católica

Mi hermana menor, Shannon, y yo fuimos educados en la fe católica. Nuestra posición económica era buena gracias al trabajo arduo de mis padres para brindarnos lo que necesitábamos. Su amor, compromiso y sacrificio además de mostrar interés sobre nuestras vidas, fueron características de mis padres que influyeron en mi historia vocacional.

La familia de mi padre (John) siempre ha sido católica, mientras que mi madre (Sharon), no lo era. Finalmente, mi madre se convirtió al catolicismo hace unos ocho años, para alegría y entusiasmo de todos nosotros. Mi madre, católica o no, siempre ha sido la persona más desinteresada que he conocido. Siempre hemos sido una familia muy unida.

Estilo de vida en mi juventud

Cuando era adolescente, frecuenté una escuela secundaria secular. Durante ese tiempo mi hermana y yo asistimos a clases de catecismo y nos confirmaron. Para ser honesto en esta etapa, mi nivel de interés en las clases normalmente se basaba en si la chica de nuestra clase que me gustaba estaría allí esa semana o no.

Asistí al grupo de jóvenes en nuestra parroquia en ocasiones, pero fue más un evento social para mí. Creo que en mi confirmación tuve un sincero deseo de seguir a Nuestro Señor, pero mi estilo de vida y amigos no facilitaban un ambiente para vivir una vida verdaderamente cristiana, por lo que durante muchos años tuve dos vidas: una de lunes a sábado y la otra el domingo.

Después de la secundaria estudié y completé una licenciatura en Informática y (curiosamente) psicología. Al finalizar la universidad, pasé dos años trabajando como consultor para una empresa asociada con Microsoft, una época en la que aprendí mucho sobre mí mismo y crecí mucho como persona en mis interacciones con los clientes, así como en la amistad con mis compañeros, que no siempre compartieron mis creencias.

También me di cuenta de que cuando a las personas les preocupa que sus computadoras no funcionen (o cualquier cosa que no entiendan), generalmente no son fáciles de manejar. Eso me enseñó mucho sobre paciencia y comprensión.

La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II

Durante este tiempo, me había estado involucrando con un grupo en una parroquia cercana que estaba explorando y enseñando los escritos del Papa San Juan Pablo II sobre la persona humana, el amor y la sexualidad (a menudo denominada «Teología del Cuerpo»).

Nos reunimos todas las semanas durante casi 5 años, y pronto comenzamos a ejecutar programas para parroquias, grupos juveniles y escuelas secundarias (en lugar de programas de educación sexual que eran de tipo secular).

Después de haber encontrado un lugar donde podría ser yo mismo y compartir mis anhelos con otros jóvenes católicos, experimenté un profundo viaje de conversión a través de esta enseñanza y a través de la increíble comunidad recién formada.

No fue solo un momento espiritual como los que había experimentado antes en los retiros a los que había asistido (después de los cuales a menudo volvía rápidamente a mi antiguo estilo de vida). Con el compañerismo, el apoyo continuo y la gracia que recibí en los sacramentos, pude corregir muchos de los comportamientos que dañaban mis relaciones y, en última instancia, me impidieron tener una fe más profunda.

En esta etapa, me ofrecieron un trabajo en la escuela secundaria como administrador web, diseñador gráfico, maestro de religión, maestro de retiros y músico. El trabajo para mí parecía un paso hacia lo que era más capaz de hacer y acepté después de un corto tiempo de discernimiento. También seguí tocando música en mi parroquia en la Santa Misa todos los domingos.

Programas en parroquias y escuelas

Después de dos años, «The Foundation for the Person and the family» me ofreció un trabajo, una organización que nuestro grupo de Teología del Cuerpo había establecido para poner a disposición recursos a precios más asequibles en nuestro país. El trabajo con las escuelas y las parroquias había crecido hasta tal punto que se decidió que se necesitaba un empleado a tiempo completo para llevar la base adelante y después de considerarlo por un tiempo, acepté el trabajo.

Durante esos dos años logramos hacer muchas cosas: presentamos programas y charlas a miles de sudafricanos en escuelas, parroquias y retiros sobre los temas de Dios, el amor, la vida, el sexo y la sexualidad.

También organizamos una gira de conferencias de Christopher West (un experto en Teología del Cuerpo de los Estados Unidos) a nuestro país; instituyó y dirigió el primer retiro de curación para el aborto de Rachel’s Vineyard en el país y reunió a los católicos a través de nuestras muchas actividades de recaudación de fondos para la construcción de la comunidad y eventos sociales.

Este trabajo para mí fue realmente gratificante, así como increíblemente revelador para el entorno y las luchas que enfrentan los jóvenes de hoy. También pude experimentar de primera mano la gran sabiduría y el poder liberador de las enseñanzas de la Iglesia, especialmente cuando se trata de nuestros cuerpos y relaciones con los demás.

Mi vocación

Durante este tiempo, mi director espiritual sugirió que debería comenzar a orar sobre mi vocación. Este fue un momento difícil para mí. Me di cuenta de que durante muchos años había tenido tanto miedo de tener una vocación al sacerdocio o la vida religiosa que nunca me permití explorar esto.

Ahora, sin embargo, había llegado a un punto en el que podía ver el increíble poder y el valor del sacerdocio. Al vivir la castidad en la vida de soltero llegué a estar abierto a la idea de que podría ser un «bien» para mí, no solo para otras personas.

Mirando hacia atrás, ahora puedo ver que, sin saberlo, había creído en una de las mentiras que el mundo me había estado diciendo. Se dice que en muchas de las mentiras del demonio, a menudo se esconden medias verdades, y que así es como él nos hace estar de acuerdo con él o ceder a las tentaciones.

Es cierto que toda persona necesita intimidad. No podemos vivir sin intimidad; la persona humana es creada para el amor. La mentira que creí durante muchos años es que la intimidad solo se podía encontrar en las relaciones románticas (en la intimidad física y, en última instancia, en el sexo).

Pensé que para realmente cumplir esta exigencia, debía de tener una novia y casarme algún día. Sin embargo, mi vida como soltero me condujo a ver que, con la gracia de Dios, las verdaderas amistades pueden ser tan satisfactorias como cualquier otra relación, y sobre todo vivir la verdadera amistad con Jesús, la intimidad con él.

Una monja a la que escuché dar una charla dijo que la intimidad significa algo que suena como: «dentro de mí, ver», o sea ser conocida y amada en nuestros niveles más profundos, y conocer y amar profundamente a los demás. Podemos vivir sin sexo, pero no podemos vivir sin intimidad.

Quizás esto sea algo bastante obvio para mucha gente, pero para mí fue un punto de inflexión. Esta realización cambió mi vida. Comencé a ver la historia de mi viaje espiritual bajo una luz diferente. Todas las cosas que había intentado y fracasado, todas las noches que había pasado organizando reuniones juveniles o practicando música, todo tenía sentido para mí a la luz de este llamado y forma de vida.

«Arriesgar a Dios»

Después de un tiempo de oración y discernimiento y muchas conversaciones con algunos buenos sacerdotes, decidí aprovechar la oportunidad, para «arriesgar a Dios» como dicen, y hablar con mi obispo acerca de ser aceptado en la Arquidiócesis como seminarista.

Aunque fue una realidad difícil de aceptar para mis padres, me dieron su bendición. Si bien sabía que sería difícil para ellos, nunca dudé de que me apoyarían, tal es su amor y desinterés. Nuestro Obispo es un hombre bueno y orante, y el hecho de que me haya enviado a Roma para estudiar fue un momento increíble para mí, así como otra confirmación de que estaba haciendo esto con la bendición de Dios.

Antes de que me viniera a Roma, celebramos el nacimiento de la primera hija de mi hermana. Bromeamos diciendo que Nuestro Señor incluso envió a mi familia un reemplazo mientras estoy fuera (pero aún así me dio tiempo para conocerla y convertirme en su padrino).

Dios y el sexo

La Teología del Cuerpo nos hará salir de la crisis actual, dice Christopher West

Christopher West y la teología del cuerpo

Christopher West, norteamericano de 50 años, casado y padre de 5 hijos, es uno de los mayores divulgadores de la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II. El 1 y 2 de julio (lunes y martes) será el orador del encuentro Living the joy of beauty (Vivir la alegría de la belleza)Dios habla a través de tu cuerpo” en la Universidad Francisco de Vitoria. Se trata de unas jornadas pensadas para jóvenes, adultos, padres de familia, educadores, religiosos… y todos aquellos que quieren entender qué tienen que ver Dios, el amor, nuestros cuerpos y el sexo, y cómo eso nos da una identidad sana después de las heridas de 50 años de revolución sexual. 

Ya en 2018 una primera presentación de este tema en la Universidad Francisco de Vitoria atrajo a una multitud de inscritos. West dirige en Filadelfia un centro, el Theology of the Body Institute , especializado en formar catequistas, agentes de pastoral, sacerdotes… para difundir la Teología del Cuerpo en sus colegios, parroquias, asociaciones, etc. Su instituto acredita unos estudios Teología del Cuerpo compuestos por nueve módulos y cuyo título se consigue tras la elaboración de una tesis.

La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II nació como una serie de catequesis entre 1979 y 1984 acerca del sexo, el cuerpo y el amor. Pero hoy ha dado lugar a toda una visión de la vida capaz de enfrentarse a los retos de nuestra época hedonista y herida. «Esta visión lleva a la gente a la raíz de la crisis en el mundo moderno, y en la Iglesia y en nuestras relaciones. Más importante, nos muestra cómo salir de ella. Nos da esperanza, aire para respirar. La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II se nos ha dado para tiempos como los nuestros», explica West en una detallada entrevista concedida a ReL. 

Christopher West es un orador apasionado que contagia su pasión

– ¿Cuál sería el kerigma o eslógan de la Teología del Cuerpo?

– Que tú eres irrepetible, irremplazable e indispensable. Que estás hecho para más de lo que el mundo espera de ti. Y que tu cuerpo cuenta una historia divina sobre el amor: sobre de dónde vienes y a qué estás destinado, y cómo llegar allí.

– Hoy los jóvenes muestran sus cuerpos en Internet ansiando un «like»…

– Eso demuestra que ansiamos ser amados por quienes somos, incluyendo nuestro cuerpo, pero la cultura de las redes sociales nos conduce a escondernos a menudo tras máscaras superficiales y desdeñar nuestra humanidad real. La Teología del Cuerpo nos enseña a no ignorar ni reprimir este deseo de amor, sino a darle su lugar correcto, a conducir ese deseo en la buena dirección. Sólo Dios puede decirnos quiénes somos realmente y llenar ese vacío infinito dentro de nosotros.

Muchos jóvenes y adultos acumulan heridas causadas en sus relaciones sexuales y sentimentales. ¿Cómo sanar eso?

– Nuestro Dios es rico en misericordia. En latín se refiere a un corazón que se da a otro que sufre miserablemente. Sí, las mentiras de la revolución sexual nos han traído muchas miserias. Pero esas miserias no hacen que Dios se retire. Atraen su corazón a nosotros. La redención trata de eso. Cristo no viene a condenarnos, sino a salvarnos, a curarnos. Nada de lo que hayamos hecho será más poderoso que la Cruz de Cristo. Cuando Cristo murió, tomó nuestra humanidad caída con él, y resucitó para que también nosotros pudiéramos vivir una vida nueva (veamos Romanos 6,4). Esta vida nueva nos llega, en cuerpo y alma, a través de los sacramentos.

Cuando hablo de un Dios que puede perdonar, curar y restaurar, para mí no es mera teoría.Soy un hombre muy quebrantado, que ha encontrado a un Dios muy misericordioso. Explico algo de eso en mis conferencias en Madrid. Siempre hay posibilidad de conversión. No importa lo hondo que hayas caído en tu foso, o lo hastiados que estemos. Siempre podemos girarnos, caminar hacia la luz y experimentar una vida nueva. La sanación que necesitamos requiere un viaje que es toda una vida, pero es la aventura más llena de esperanza que esta vida puede ofrecer.

– ¿Cuándo y cómo padres y educadores podemos usar la palabra «castidad»?

– La palabra castidad viene del latín “castus”, que significa “puro”. Por desgracia, la pureza sexual a menudo se confunde con puritanismo, un enfoque temeroso y represivo hacia todo lo sexual. Como resultado, la palabra “castidad” en sí tiende a sufrir de connotaciones negativas y necesita ser rehabilitada, como decía el mismo Juan Pablo II.

La pureza, bien entendida, es del todo positiva. Pensemos en oro puro. ¿No lo preferirías al oro impuro? La castidad en la virtud que resulta al permitir al fuego del Amor de Dios purificar tus deseos sexuales, pensamientos y comportamientos, quitándoles el aguijón de egoísmo y lujuria, como el fuego purifica los metales preciosos. A través de esa purificación, la castidad ordena nuestros deseos, pensamientos y comportamientos sexuales hacia la verdad del amor auténtico.

Eso significa que la castidad no es primariamente un ‘no’ al sexo ilícito. La castidad es primero y antes que nada, un gran ‘sí’ al verdadero significado del sexo, a la bondad de ser creados como hombre y mujer a la imagen de Dios. La castidad no es represiva, es totalmente liberadora.

¿En qué sentido libera la castidad?

– Nuestra cultura habla mucho de libertad sexual. Pero, ¿a qué se refiere con eso? “Haz lo que quieres, cuando quieras, sin decir nunca ‘no’” ¿Es libre una persona que no puede decir ‘no’ a sus deseos sexuales? ¿O está encadenada? Veámoslo de cerca. Lo que nuestra cultura promueve como libertad sexual, en realidad lleva a la adicción sexual.

La libertad no consiste en dejarnos llevar por nuestras compulsiones. Es un liberarse de la compulsión de dejarnos llevar. Solo una persona así es libre para ser un don para los demás. La castidad afronta precisamente esa libertad, la libertad de ser un don, la libertad de amar. Eso requiere disciplina, sin duda, pero es como la disciplina del atleta que le permite ser excelente en su deporte, o la disciplina de un músico que le permite hacer hermosa música.

Christopher West hace lo que dice 2 Timoteo 2,2: enseñar a otros que también enseñan,
como catequistas, profesores, orientadores de familia, responsables de jóvenes, padres…

– ¿Ayuda la Teología del Cuerpo a matrimonios en crisis?

– ¿Dónde hizo Jesús su primer milagro? En una boda. ¿Qué le pasó a esa pareja? Se quedaron sin vino. El vino es en la Escritura un símbolo del amor divino. Quedarse sin vino, como explica Juan Pablo II, es un símbolo del pecado original. El propósito mismo del matrimonio es compartir el amor divino. El problema es que, debido al pecado original, nos hemos quedado sin vino. Y no puedes dar lo que no tienes. Pero ahora sale a la luz la buena noticia del primer milagro de Jesús. ¿Qué hace Jesús por la pareja? ¡Restaura el vino con superabundancia! ¿Sabes cual es entonces el objetivo de la vida cristiana desde esa perspectiva? Es emborracharse en el vino de Dios. La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II ayuda a las parejas a beber profundamente de este vino nuevo. Es la única solución verdadera a la crisis de amor. Por eso Juan Pablo II insistía en que los matrimonios están llamados, antes que nadie, a hacer de esta teología del cuerpo el contenido de su vida y comportamiento.

– ¿Por qué Juan Pablo II escribió y predicó tanto sobre matrimonio, sexo y familia?

– Juan Pablo II escribió sobre sexualidad, matrimonio y vida familiar más que ningún otro Papa, pero no deberíamos reducir su Teología del Cuerpo a una enseñanza para casados. Él despliega lo que llama una ‘antropología adecuada’, una visión de lo que significa ser humano, más específicamente, una visión de lo que significa ser humano como hombre y mujer. El celibato, adecuadamente entendido y vivido, no es un rechazo de lo que Dios planeaba para nosotros al hacernos hombres y mujeres, sino que es una forma de vivir el propósito último de nuestra creación como hombre y mujer.

Dios nos hizo hombre y mujer y pidió que ambos llegaran a ser “una carne” como señal y prefiguración de nuestro destino celestial: lo que la Escritura llama “las bodas del Cordero” (Apocalipsis 19,7). El hombre célibe vive su verdad imitando a Cristo, al tomar a la Iglesia como su esposa, y la mujer célibe toma a Cristo como su esposo. San Juan Pablo II vivió esto con hermosura.

Además, Karol Wojtyla, siendo un joven sacerdote, dijo, se “enamoró del amor humano” y dedicó su sacerdocio a ayudar a otros a entender el plan divino para el amor humano. Nuestra creación como hombres y mujeres es una llamada a la entrega de uno mismo. Los casados viven esto de una forma y los célibes consagrados de otra, pero ambos fluyen de la misma realidad de la sexualidad humana. Es el mismo fundamento en ambas vocaciones. Por eso la ideología de la revolución sexual ha hecho sufrir terriblemente a ambas vocaciones.

– ¿Qué hay de «nuevo» en la teología del Cuerpo?

– San Juan Pablo II reafirma y profundiza nuestra comprensión de verdades antiguas. Esas verdades no son nuevas, pero el lenguaje que usa para iluminarlas a menudo sí es nuevo. Por ejemplo, una de las frases más importantes de toda la Teología del Cuerpo es “significado esponsal del cuerpo”. Vivimos en un mundo que declara que nuestros cuerpos no tienen significado, que la diferencia sexual no tiene significado.

San Juan Pablo II ilustra con belleza que nuestros cuerpos no solo no carecen de significado, sino que revelan un significado final: revelan que la autodonación y el amor generoso y generador son el cimiento de la vida humana y la vocación innata y fundamental de cada ser humano. El cuerpo humano no tiene sentido en sí mismo, ni tampoco el de la mujer. Pero vistos a la luz el uno del otro, a menos que seamos ciegos, reconoceremos que el hombre y la mujer están hechos uno para el otro.

– ¿En qué sentido vemos esta relación entre hombre y mujer?

– Estamos hechos para ser un don dador de vida el uno al otro a través de la entrega personal de uno mismo. Esto se ve en el significado esponsal del cuerpo. Es la llamada a amar como Cristo ama, sellada directamente en nuestros cuerpos. ¿Cómo ama Cristo? A través de la donación corporal de sí mismo: “Este es mi cuerpo entregado por vosotros”. Una de las contribuciones más importantes de toda la enseñanza es que el Evangelio llama a amar como Cristo nos ama, y eso está sellado en nuestros cuerpos, directamente en nuestra diferencia sexual.

La enseñanza de la Iglesia sobre sexo, género y matrimonio es una noticia buena porque es la verdad sobre el amor, y el amor verdadero da la plenitud a la persona. Esto no ha cambiado desde que se fundó la Iglesia. San Juan Pablo II desarrolló la teología del cuerpo como unas gafas para clarificar la visión que tenemos de nosotros mismos y de las enseñanzas de la Iglesia. A través de esas gafas vemos la fe católica completa –y no solo sus enseñanzas sobre sexualidad – porque toda la Creación canta alabanzas a Dios cuando tenemos ojos para verlo.

Al mostrarnos el significado de la vida de forma brillante, la Teología del Cuerpo también nos da la gracia de superar nuestros temores, nuestras heridas, egoísmos y pecados, para vivir según ese significado. Es atractiva porque devuelve el foco a la fe, no como sólo reglas y regulaciones, sino como el lugar para encontrar sanación y clemencia para que podamos llegar a ser lo que somos en el plan de Dios.

– ¿Puede la Teología del Cuerpo ayudarnos frente a la dictadura de la ideología de género?

– La Teología del Cuerpo de Juan Pablo II arraiga firmemente la identidad humana en la unidad de cuerpo y alma. La ideología de género de hoy (sería más exacto decir “ideología sin género”) se basa en una ruptura fundamental de esa unidad. Hay una palabra para la ruptura entre cuerpo y alma: se llama muerte.

En el mundo moderno nos hemos tragado esta ruptura. Los Gobiernos, de hecho, ahora exigen que identifiquemos a cada uno sin identificar ningún cuerpo. Pero cuando identificamos a alguien sin referencia a su cuerpo, en realidad, no lo identificamos. Una vision bífida de las relaciones entre el cuerpo humano y la identidad humana crea una lengua bífida. Palabras como hombre y mujer, chico y chica, sexo y género, pierden todo significado. Separa el cuerpo humano de la relación humana y el significado de palabras como esposo y esposa, padre y madre, hermano y hermana, tío y tía, quedan ofuscados.

Podemos aprender mucho simplemente examinando la raíz de la palabra “género”. Es la misma raíz que en palabras como generosos, generar, genesis, genética, genealogía y progenie. “Gen” significa “engendrar” o “dar a luz”. El gén-ero de una persona se basaría en la forma en que esa persona gen-era nueva vida, y eso lo determinan el tipo de gen-italesque tiene. Cuando una cultura entiende y trata con reverencia el significado de nuestros genitales, esa cultura entiende la importancia y significado del género.

Si atacan al significado de nuestros genitales es inevitable que ataquen el significado del género. Dicho de otra forma: una vez una cultura empieza a vaciar la actividad sexual de su significado, es solo cuestión de tiempo que también empiece a vaciar de significado la identidad sexual. Las dos cosas perecen o se sostienen juntas.

La diferencia de género literalmente organiza a los hombres y mujeres, el uno para el otro. A hombres y mujeres se les han dado órganos que les permiten trabajar juntos como, digamos, un organismo, para engendrar nuevos seres humanos. Antes del impacto des-organizadorde la tecnología anticonceptiva moderna, la sociedad entera se organizaba de forma natural a sí misma entorno a esta realidad.

Hoy, nuevas ideologías sin género se han hecho mainstream. Si introduces una anticoncepción eficaz a gran escala, al final el lazo fundamental entre género, genitales y engendrar se desvanecerá de la forma en que entendemos nuestras relaciones y nuestras “identidades de género”.

– Sobre anticoncepción hablaba Pablo VI hace también 50 años…

– El mismo San Pablo VI nos avisaba en Humanae Vitae que un mundo contraceptivo no solo se convierte en un mundo con abundante infidelidad, un mundo en el que la mujer y el criar hijos son degradados, y un mundo en el que los gobiernos pisotean los derechos y necesidades de la familia. Avisó de que también se convierte en un mundo en el que los seres humanos creen que pueden manipular sus cuerpos a voluntad.

En una entrevista en 1984, quien luego sería el Papa Benedicto XVI, explicó el paso de la contracepción a la confusion de género de esta forma: pagaremos en nuestros días, dijo, “las consecuencias de una sexualidad que ya no está ligada a la procreación. Se deduce lógicamente de ello que toda forma de [actividad genital] es equivalente.

No teniendo ya una razón objetiva para justificarlo, el sexo busca la razón subjetiva en la gratificación del deseo, en la respuesta más ‘satisfactoria’ para el individuo”. Además, señaló que todo el mundo se vuelve “libre de dar a su libido personal el contenido que considere adecuado. Por lo tanto, de aquí se sigue que todas las formas de gratificación sexual se transforman en derechos del individuo”. De aquí, él concluía que la gente acabaría exigiendo el derecho de “escapar de la ‘esclavitud de la naturaleza’, exigiendo el derecho de ser hombre o mujer según la voluntad o gusto de cada uno”.

“Living the joy of beauty”, el 1 y 2 de julio en la Universidad Francisco de Vitoria, está pensado en cuatro sesiones que se imparte a lo largo de dos días. Christopher West, en las sesiones, de unas tres horas cada una, desgrana el mensaje con su fuerza particular para tocar el corazón de las personas. 

El encuentro Living the joy of beauty, Dios habla a través de tu cuerpo está organizado por el Instituto Desarrollo y Persona de la Universidad Francisco de Vitoria, y cuenta con la colaboración de Regnum Christi y de varios medios de comunicación: Religión en Libertad, Vida Nueva, Catholic-Net y la Agencia Zenit.

Más información en Aprendamos A Amar

Proyecto amor conyugal: un itinerario espiritual para matrimonios católicos

La Teología del Cuerpo de san Juan Pablo II puesta al alcance de la vida diaria de los matrimonios

En tan solo tres años, los retiros de Proyecto Amor Conyugal se han extendido desde Málaga –donde viven sus creadores José Luis Gadea y Magüi Gálvez– a más de diez ciudades de España. Su demanda es tal, que cuando se abre la inscripción online a un nuevo retiro, las plazas se llenan en menos de dos minutos.

Por Isabel Molina Estrada

José Luis y Magüi son los creadores del Proyecto Amor Conyugal, un itinerario para matrimonios que comenzó gracias a una fuerte experiencia de encuentro con la Virgen que vivieron en Fátima. Allí habían acudido en una peregrinación de su parroquia, en una etapa de crisis matrimonial.  Y entonces comenzaron una andadura que los llevó a descubrir la teología del cuerpo de san Juan Pablo ii, recogida en 129 catequesis que el Papa polaco pronunció semanalmente durante cinco años: entre 1979 y 1984.
Sofía Juste y Ángel Pedrós (matrimonio tutor de este Proyecto) conocieron a José Luis y Magüi en un viaje a Madrid.  “Llevábamos un tiempo estudiando la teología del cuerpo y nos parecía una maravilla, pero nos resultaba muy elevada y teórica. No sabíamos cómo aterrizarla en nuestro matrimonio”, cuenta Sofía.  “El día que conocimos a José Luis y Magüi nos quedamos charlando con ellos hasta las tres de la mañana, porque vimos que ellos habían logrado llevar esa teoría a la práctica”, precisa Ángel.
Desde ese momento, cada vez que José Luis y Magüi viajaban a Madrid se reunían con grupos de matrimonios.  “Organizamos un grupito que iba rotando por diferentes casas, y así estuvimos un año y medio. En 2016, ellos nos anunciaron que iban a organizar un retiro donde resumirían la teología del cuerpo que habían estado repasando en sus grupos de matrimonios”, recuerda Sofía.

Retiros y catequesis

Así tuvo lugar en Málaga el primer retiro de Proyecto Amor Conyugal, que se ha ido extendiendo a Sevilla, Córdoba, Jerez, Madrid, Barcelona, Salamanca, Valladolid, Pamplona, Valencia y Toledo. Más de 1.000 matrimonios ya han hecho esta experiencia de 48 horas (de viernes a domingo) que  “permite que te enamores de tu vocación matrimonial. Ahí te das cuenta de que el matrimonio es un camino de felicidad, no un intento por sobrevivir en una mera convivencia pacífica”, aseguran María José Lucena y Agustín Conde, otro matrimonio tutor.
Después del retiro, los matrimonios pueden continuar este itinerario en grupos de catequesis mensuales que se organizan en parroquias.  “Una vez haces el retiro, te quedas deslumbrado y caes en la cuenta de la belleza del matrimonio. Entiendes que necesitas seguir formándote, porque si vives el matrimonio como Dios lo pensó, te puede hacer inmensamente feliz”, dice Agustín.

Abierto a todos

Proyecto Amor Conyugal está abierto a todos los matrimonios:  “Los que se lleven bien, regular o fatal; aquellos que pertenecen a un movimiento de la Iglesia (porque Proyecto no es un movimiento) o a ninguno”, comenta Agustín.  “Si estás bien en tu matrimonio, Proyecto Amor Conyugal te ayuda a poner a Dios en el centro; si tienes una crisis puntual, la sanas; y también ha ayudado a matrimonios que tenían ya puesta la demanda de divorcio o en los que uno de los dos había tomado la decisión de irse de casa”, añade Sofía.
“Nosotros no veníamos de vivir un matrimonio en estado de destrucción radical –señala Agustín–. Nos habíamos llevado siempre bien”. María José, su mujer, puntualiza:  “Fuimos al retiro por buscar un camino en la fe que pudiéramos vivir juntos como matrimonio, pues hasta entonces habíamos vivido una espiritualidad cada uno por separado. Ahí vimos que el matrimonio es realmente una vocación querida por Dios, porque hasta entonces pensábamos que Dios prefería la vocación religiosa y los demás éramos el cajón de sastre. Y lo cierto es que si tu vocación es el matrimonio, se concreta en tu esposo, y en él está tu respuesta a Dios”.
Y es que, según lo han contado José Luis y Magüi en distintas ocasiones, Proyecto ofrece ese camino para vivir la espiritualidad matrimonial. Ellos se han encontrado con matrimonios donde uno de los dos cónyuges es más religioso y se refugia en Dios, dejando de lado al otro,  “pero Dios no quiere eso” , aseguran.  También otros, de misa diaria y que llevan muchos años intentando ser santos, “pero a quienes nadie ha orientado en su vocación matrimonial y lloran emocionados al encontrar estas catequesis”, comentan en sus charlas.

Una ayuda adecuada

Al preguntarles a estos matrimonios tutores cómo les ha ayudado Proyecto Amor Conyugal en su vida diaria, Ángel comenta que él ha entendido que realmente  “el cónyuge es la ayuda adecuada que Dios ha puesto a tu lado para que seas feliz. Lo dice el Génesis:  ‘No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle su ayuda adecuada’. Entonces empiezas a ver que todas las diferencias que tenemos (carácter, forma de ser, etc.) que antes eran motivo de discusiones, te complementan y, si las pones a trabajar juntas, lo que sale de ahí es muchísimo más fuerte”.
Como remarca Sofía, vivir esa complementariedad no es una utopía: “Hemos visto que encajamos a lo bestia, con todas nuestras diferencias.  Porque, además, sus defectos me ayudan a crecer, y viceversa. ¡Es una manera tan bonita de vivir la diferencia!  Y, además, es posible”.

Además de los retiros de fin de semana y de las catequesis mensuales, Proyecto Amor Conyugal ofrece acompañamiento semanal de un matrimonio tutor a las parejas que lo deseen. “Nos dedicamos a ayudar a los matrimonios a poner a Dios en el centro de su relación. Y cuando lo haces, alcanzas esa unión que da la felicidad en el matrimonio”, explican Sofía y Ángel. Y esas tutorías son un camino de doble sentido, pues tal como comentan María José y Agustín, “la grandeza de Proyecto la hemos descubierto a base de servir ­a otros matrimonios. Cada vez que ayudamos a otros, profundizamos aún más en lo que hemos aprendido”.Orar juntos: el diálogo que pasa por Cristo

“Lo que más me ha ayudo de  Proyecto Amor Conyugal –relata Sofía Juste– es descubrir la oración conyugal. Al principio nos costaba muchísimo porque llevamos toda la vida escuchando ‘tenéis que rezar juntos’ y entonces rezábamos un padrenuestro o un Rosario… Con Proyecto hemos aprendido a hacer oración juntos”. Su marido, Ángel Pedrós, explica que san Juan Pablo ii se remitió al Génesis y ahí vio que al atardecer Dios se paseaba por el jardín para estar con Adán y Eva. “Y de eso se trata la oración conyugal: de buscar un momento del día para estar los dos a solas con Dios. Son veinte minutos donde Sofía y yo nos ponemos en presencia del Señor, leemos el Evangelio del día, las meditaciones del Evangelio que aparece en la web de PAC (proyectoamorconyugal.es) y, luego, cada uno va hablando con Dios en alto”. Gracias a esta oración, ellos han notado que ciertos temas que antes desembocaban en una discusión, llevados a la oración se acaban solucionando. “Cuando dejas la comunicación en el plano humano, hay temas en los que nunca te pones de acuerdo. En cambio, en la oración, en vez de confrontarnos el uno al otro, miramos hacia arriba y las cosas empiezan a encajar, porque el diálogo lo hacemos pasando por Cristo”, aseguran.