La vida oculta de San José

Michel Gasnier

En una humilde casa de Nazaret no hay –escribe Paul Claudel- más que “tres personas que se aman y van a cambiar la faz del mundo”. Son tres pero el mutuo amor que les anima, cada vez más tierno y fuerte, los une en una unidad maravillosa, que recuerda a la Trinidad del cielo.

Aunque José y María mandan a Jesús, y éste les obedece, ellos le consideran su Maestro y su modelo. Hay en él tal santidad, que sienten un impulso irresistible de imitarle. Los tres llevan una vida oculta. A ojos de sus compatriotas, no son más que unos israelitas piadosos. Su conducta es edificante pero sus prácticas religiosas no tienen nada de espectacular. Nada da a conocer su secreto divino, hasta tal punto que los parientes próximos de Jesús no sabrán descubrir en él al Verbo hecho carne. Viven discretamente sin prevalecer sobre los demás.

Los tres tiene distinta dignidad, pero el orden querido por Dios es perfectamente observado. José se somete a la voluntad de Dios, María está subordinada a José y Jesús obedece a ambos. La precedencia, pues, es inversa a su excelencia. El último de los tres en dignidad y grandeza es el primero en autoridad.

Jesús seguramente ayudaba a su madre en las pequeñas tareas del hogar, pero al crecer pasaría insensiblemente a depender de José. Ahora pasa el día en el taller de José. Ha empezado a ayudar a su padre en el trabajo. Poco a poco José le permite usar sus herramientas. Su ancha mano cubre la del joven aprendiz para guiarlo con habilidad y precaución. Y bajo su dirección, el que había creado como en un juego el universo esplendoroso, aprende a cortar planchas de madera, a ensamblar las piezas, a pulir los objetos. Quien más tarde dirá: “Tomen sobre ustedes mi yugo” (Mt 11,28), sabía por experiencia como se fabricaban.

Jesús no hace nada sin preguntar a José. Ningún aprendiz se ha mostrado nunca tan atento a los consejos ni tan dócil a ellos. Casi siempre trabajan en silencio. De cuando en cuando, entonan un salmo cuyos versículos alternan, pero el taller está abierto a todo el mundo. Los vecinos entran con frecuencia.

Cuando los clientes se llevaban las sillas, los yugos o los arados, no sospechaban que habían sido hechos por las mismas manos que forjaron la bóveda de los cielos.

No siempre trabajan en el taller, a veces van al monte para cortar algunos árboles que están a su disposición. Los talan, los trocean y los llevan a un cobertizo para almacenarlos. Otras veces trabajan a domicilio. Así que salen temprano para reparar un techo, hacer un armazón o colocar una puerta.

Probablemente, dispondrían de un asno, ya que en Oriente eso es lo común. Es posible también que, cuando no tuvieran trabajo, fueran a buscarlo a la ribera sur del lago de Genesaret o Tiberíades. Lejos de limitarse a su oficio, practicarían ampliamente otros.

En el taller, Jesús es el aprendiz y José es el patrón, pero a menudo el patrón contempla a su aprendiz para aprender. Viéndole se acordará de las palabras de la Anunciación, por eso le desconcierta que el “Hijo del Altísimo” se conforme con la tarea de un artesano pueblerino. Adivina que lo que hace Jesús está relacionado con el nombre que él mismo, por mandato de Dios le ha puesto: Jesús, es decir, Salvador.

José no le comunica su asombro ante su tardanza en darse a conocer al mundo. Sabe que todo lo que se ve debe tener un sentido. Pero mientras espera, él es el más favorecido, pues están juntos todo el día. A su lado trabaja, come, duerme… Con él reza… Sabía que Jesús iba a ser luz de las naciones y gloria de Israel, y eso consolaba su alma.

Como el árbol plantado al borde de las aguas conserva sus hojas siempre verdes y da frutos abundantes, así José viviendo siempre cerca de la fuente de todas las gracias y de toda vida, vio su fe fortalecida, su amor enriquecido. El Evangelio se le manifestaba de manera concreta, familiar, continua.

El Decreto de la Penitenciaría Apostólica sobre San José explica que “la huida de la Sagrada Familia a Egipto nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde escapa, donde experimenta el rechazo y el abandono”.

Al salir Jesús de su infancia, convertido ya en un compañero de su vida, José se aplicará a conformar totalmente su voluntad con la de él. Nutre su vida espiritual con lo que ve y oye, y guarda las cosas en su corazón, como Santa María.

No vive más que para Jesús, él es el objeto de sus aspiraciones. Está a su lado. Esto le basta. Su vida es Cristo, y su alimento, como el de Jesús, es hacer la voluntad de Dios. San José pudo decir en su corazón, al ver a Jesús, lo que décadas antes dijo el profeta Zacarías: “Canta de gozo y regocíjate Jerusalén, pues vengo a vivir en medio de ti, dice el Señor” (Zacarías 2,14).

Resumen elaborado por Rebeca Reynaud a partir del libro Los silencios de Jesús, Ed, Palabra, Madrid.

San José: Maestro de vida interior.

Me llamo Juanjo y hace ya casi trece años que me casé con Marta. Dios nos ha regalado 8 hijos, 3 se fueron al cielo antes de nacer y desde allí nos echan un cable todos los días con el resto de la tropa. Soy empresario y personalmente, aunque muchas veces meta la pata, me encanta ayudar a cualquier persona que lo necesite.

El 19 de marzo se conmemora la festividad de San José. ¿Qué significa San José en tu vida?

Cada día, al ofrecer a Dios el trabajo, o en un rato de oración, me dirijo a San José pidiéndole su intercesión, diciéndole que es mi padre y mi señor, mi protector.


Es mi maestro de vida interior y cada día le pido que me ayude a tener su sencillez, su obediencia y su santidad en la vida ordinaria.


En un libro, La sombra del padre, narra cómo Cleofás le dice, José, eres un excelente artesano, pero creo que serías aún mejor trovador…porque algunos trabajan primero, luego cantan, después rezan. Pero para ti, José, el trabajo es canto y oración… Y José le contesta, claro… porque el trabajo es oración…

San José tenía tan claro cómo ser santo … ¡que es un gran ejemplo a imitar!

¿Qué valores aporta la figura de San José a los padres de hoy?

Amor incondicional a nuestra esposa e hijos, obediencia a la voluntad divina, confianza absoluta en la providencia, sed de conocer a Dios en las escrituras, profundo respeto por la vida y los asuntos del prójimo y, sobre todo, amor a la Virgen María. ¡San José es una fuente inagotable de virtudes y valores para los hombres de hoy!

¿Cómo es o cómo debe ser la relación entre padre e hijos en una familia cristiana?

Sencilla, con respeto, confiada y cálida, alegre como en el hogar de Nazaret. Dios pensó en nosotros en este momento, en esta sociedad y cuenta con nosotros, nos necesita, para que ayudemos a nuestros hijos a ir al cielo. Me ayuda mucho pensar qué consejo le daría Jesús a cada una de mis hijas en cada pregunta que me hacen, y hacerles ver que su ejemplo es siempre Jesús y María.

¿Qué aportan los hijos a los padres en el crecimiento personal y espiritual?

Creo que Dios tiene el firme empeño de darnos un anticipo del cielo aquí en la tierra, de hacernos ver un poco la felicidad que allí tendremos para siempre.

En este sentido, los hijos son, sin duda, un camino seguro de darnos esa felicidad. Claro que con los hijos se sufre, ¡y mucho! Pero Dios, sabe que la mejor manera de ser feliz es darse a los demás en un olvido de si mismo, ¡y los hijos son expertos en esto de no dejarte mirarte demasiado! ¡Y cuánto bien nos hacen!

¿Cómo enriquece a la relación de matrimonio el hecho de ser padre?

Los hijos ensanchan el corazón, y educan la voluntad, tan necesaria en la vida de matrimonio. Te obligan a tomar decisiones que a veces se tornan complicadas, y esto une mucho al matrimonio, que se ve inmerso en la mayor y mejor escuela de cultura del esfuerzo.

El cuarto mandamiento dice: honra a tu padre y a tu madre. ¿Qué podemos hacer para mejorar las relaciones entre padres e hijos desde el respeto y el amor en la sociedad de ahora?

Enseñarles a rezar. Rezar el Rosario juntos, cada hijo el rato que quiera, acorde a su edad… aunque alguno empiece a escalar y pisarte la cabeza y acabe subido a la lámpara en las letanías, ¡pero anda que no se tiene que reír la Virgen María viendo como juegan sus hijos mientras el resto la piropean!

Rezar el rosario es el arma más poderosa para que nuestros hijos sean valientes, tengan criterio propio, sepan lo que es de verdad el amor y afronten sus vidas con valentía, paz y alegría.

En cualquier familia se producen momentos de tensión, controversia, momentos de cruz y dolor… ¿Cómo vive un padre de familia estos momentos difíciles?

¡¡¡Con el corazón en la cruz, siempre!!! Y con una total y absoluta confianza en Dios, que quiere mucho más que yo a mis hijos, que son suyos, confiando nuestro futuro a Su providencia.

He vivido momentos en los que el dolor me ha atravesado tanto que no era capaz ni de rezar… y entraba en un círculo vicioso que me hacía sentir culpable, tibio, sin Fe. Pero Dios nos ama tanto… que está siempre al quite y te hacer ver que también quiere que te abandones en Él, en una conversación sincera, sencilla, de un hijo que le dice a su padre, no tengo ni fuerzas para hablarte, pero te quiero y confío en ti. ¡Y qué poco tarda Dios en mandarte ayuda!

Llega el día en que los hijos emprenden el vuelo y se marchan de casa para iniciar su propio camino, a veces es un camino lejos de la ciudad en la que han residido junto a los padres. ¿Cómo se afronta esta separación?

Recordaré siempre una conversación con mi gran amigo y director espiritual, D. Fernando Gallego, que me decía: Juanjo, tienes que educar a tus hijas en libertad, tu misión es enseñarlas a que sepan lo que está bien y lo que está mal, y conseguir que quieran ser buenas… después ellas harán lo que les parezca…

Creo que, si conseguimos esto, la separación de los hijos debe ser alegre, confiada y con ilusión de que vivan con Fe y alegría la vocación que hayan elegido.

Y por supuesto, con la visión de que esta aventura de amor termina como empezó, Marta y yo, y Dios en nuestras vidas.

¿Algo más que añadir sobre tu experiencia como padre que pueda servir a otros como ayuda en su camino de crecimiento espiritual?

¡¡¡Qué améis mucho a vuestra esposa!!! ¡¡Que la consintáis y que la miméis mucho!! Que cuando creáis que se ha equivocado, las améis tanto que no tengáis ni que perdonarla, o al menos que la perdonéis pronto, pensando en cómo estaría para haber hecho eso que tanto te ha enfadado, sabiendo todo lo que te quiere.

Si vuestros hijos, que son el fruto del amor de vuestro matrimonio, ven esto, ¡querrán formar una familia igual! Basada en el amor, en el respeto y ¡en la entrega! ¡Y serán felices para siempre!

SAN JOSÉ, EL HOMBRE DE LA PROVIDENCIA.

¡EL HOMBRE QUE NECESITAMOS!

Los italianos conocen bien a la Beata Madre Speranza (PS 1), una mística del siglo XX que fundó el “Lourdes italiano” y que hablaba con Jesús y María con mucha familiaridad. Le gustaba mucho jugar con el Niño Jesús y no dudaba en reprenderlo cuando se escondía debajo de la mesa. ¡Lo sacaba arrastrándolo por los pies y Jesús se reía! Lo que me impacta en ella es su incondicional confianza en la Divina Providencia y su trato coloquial con San José.

Nunca se preocupaba por las elevadas sumas que tenía que pagar para realizar sus obras porque, trabajando en todo para la gloria de Dios y la salvación de las almas (sobre todo las de los sacerdotes), Dios no podía faltar a la promesa del Evangelio: “Busquen primero el Reino de Dios y todo lo demás les será dado por añadidura” (Mt 6, 33) Imposible calcular los millones de liras (de la época) que le llegaban… y siempre a último momento.

Cuando el amigo seguro es tan poderoso…  Si les hablo aquí de Madre Speranza es para recordarles que la Divina Providencia continúa realizando milagros y ahora más que nunca, en estos tiempos en que “la humanidad se dirige hacia la perdición”. (Mensaje del 25-1-2023) y cuando la Santísima Virgen nos invita a la confianza. Por eso, deseo sugerirles a todos algo que puede sanarnos del temor por el porvenir sobre las posibles restricciones en el plano económico y familiar y preservar en nosotros ese tesoro inestimable que es la paz del corazón.

¡Tengan por amigo a San José! El 19 de marzo próximo festejaremos al gran San José. Tiene la bien ganada fama de proveer a las necesidades de cuantos recurren sinceramente a él. Cada año le ofrecemos una trentena antes de su festividad (30 días de oración del 17 de febrero al 18 de marzo),  pidiéndole que nos dé una señal de su bondad (PS 2). Para animar a quienes todavía no han descubierto la inmensa ternura de San José y su poderosa intercesión en favor de aquellos que le oran, les comparto un hecho reciente. Le cedo la palabra a mi amiga italiana:

Buenos días, me llamo Beatriz, tengo 53 años, casada con dos hijos y vivo en una pequeña aldea de Lombardía. Deseo contarles lo que San José ha hecho por mi familia. Teníamos grandes dificultades financieras, pero él nunca nos abandonó. Mi marido era el único que tenía un empleo de media jornada con un salario de 1100 euros por mes. Teníamos que pagar un crédito inmobiliario, y además los servicios de gas, electricidad, comida, educación de los niños, etc. Esto me preocupaba, pero sabía que el Cielo nos ayudaría. Desde mi tierna infancia oí a mi padre hablar de San José con fervor. Él iba a misa con mi madre todos los días y nunca hubiéramos faltado a la oración diaria en familia. Entonces durante más de 30 días le oré a San José con fe y confianza, colocando debajo de su imagen una hoja de papel con la lista de nuestras necesidades.

“Confieso que al principio regañé un poco a San José porque su respuesta se hacía esperar. Le recordé como solía proceder con Santa Teresa de Avila que siempre hablaba tanto de su bondad. ¡No podía decepcionarla! Su respuesta ha sido sorprendente: sistemáticamente encontrábamos sobre la mesa de nuestra casa ¡un sobre que contenía la suma exacta de lo que necesitábamos para pagar las facturas y los demás gastos! Era la cantidad justa, ni más ni menos. A veces encontrábamos el sobre en el buzón. En síntesis, San José también pagó el crédito de nuestra casa gracias a la generosidad de una persona de nuestro vecindario que nos ofreció un don para este fin.

San José, mi poderoso protector, te lo agradezco y siempre te agradeceré de todo corazón. Que Dios los bendiga a todos. Amén.”

Agrego que Beatriz no sólo le reza a San José todos los días, sino que va frecuentemente al santuario mariano de la “Madonna della Bozzola”, cerca del pueblo donde vive, para orarle a la Virgen. Ésta ya le ha hecho muchos regalos, entre ellos la curación milagrosa de su marido después de una grave hemorragia cerebral.

Si la Virgen María insiste tanto en la oración como una necesidad vital es porque Ella conoce sus frutos. Más que nunca desea hacernos participar a todos de su bendición.

En Medjugorje oraremos esta trentena en comunión con todos ustedes. ¡Que San José se les manifieste y los bendiga!

Sor Emmanuel +

PS 1. La Beata Madre Speranza (1893-1983), llamada “Apóstol del Amor Misericordioso de Jesús”, fundó el santuario de Collevalenza, cerca de Peruggia en Italia, visitado anualmente por miles de peregrinos.

PS 2 ¿Cómo vivir esta trentena? Se comienza saludando a San José con nuestras propias palabras dichas con el corazón. Luego se le hace la plegaria de nuestra elección seguida por una decena del rosario, finalizando con un canto dirigido a él o a la Virgen María.  He aquí una breve oración, frecuentemente cantada en mi comunidad:

Oh glorioso san José, jefe de la Sagrada Familia de Nazaret, tan diligente en proveer a todas sus necesidades, extiende sobre … (mi familia, mi comunidad, etc.) tu tierna solicitud. Toma bajo tu cuidado todos los asuntos espirituales y temporales que le conciernen y haz que se resuelvan para la mayor gloria de Dios y el bien de nuestras almas.”

Oración a San José de San Alfonso María Ligorio:
Oh santo Patrono san José, me alegro de tu felicidad y de tu exaltación, tú que has sido considerado digno, como padre, de dar órdenes a Aquel a quien obedecen los Cielos y la Tierra. Ya que Dios estaba a tu servicio, quiero yo también ponerme a tu servicio. De ahora en más deseo servirte, honrarte y amarte como dueño mío. Tómame bajo tu patrocinio y dime lo que desees. Sé de antemano que todo será para mi mayor bien y para gloria de nuestro Redentor.

San José, ruega por mí. No te negará nunca nada Aquel que en la Tierra ha obedecido todas tus órdenes. Pídele que me perdone las ofensas de las cuales soy culpable, que me desapegue de las criaturas y de mí mismo, que me abrase con su santo amor y que después haga de mí lo que desee”.

Oración de san Francisco de Sales a San José:

“Glorioso san José, esposo de Maríaconcédenos tu protección paternal, te lo suplicamos por el Sagrado Corazón de Jesús. Tú, cuyo poder infinito abarca todas las necesidades y sabes hacer posibles las cosas más imposibles, posa tus ojos de padre sobre los intereses de tus hijos. En las dificultades y penas que se ciernen sobre nosotros, confiados recurrimos a ti; dígnate tomarnos bajo tu amorosa protección y ocuparte en favor nuestro de este asunto tan importante y difícil (expresarlo) que nos causa tanta inquietud. Haz que su feliz resolución sea para gloria de Dios y bien de sus devotos servidores. Amén.

Hemos encontrado en Internet la siguiente Coronilla de los imposibles a San José, por si alguien se sintiera inspirado a hacer la Coronilla entera o parte de ella.

-Por la señal de la Santa Cruz…

-Ven Espíritu Santo poderoso, ven Espíritu Santo amoroso, ven Espíritu Santo Amor del Padre y del Hijo; únenos al corazón de San José y al de nuestra Madre Poderosísima, la Santísima Virgen María, para que unidos a sus corazones podamos entregarnos al Sagrado Corazón de Jesús.

Danos la gracia, de rezar cada día con más amor, más fe y más esperanza.

-Creo en Dios Padre… 

-Padre nuestro (en honor al Padre Eterno por haber elegido a San José a imagen y modelo suyo como padre para cuidar a su hijo Jesús, y a la Santísima Virgen María aquí en la Tierra)

-Ave María (para saludar a nuestra Madre, la Santísima Virgen María)

-Gloria al Padre, al Hijo…

-Te adoramos Santísima Trinidad, por todas las gracias que le has concedido a San José; te pedimos que nos permitas amarlo, honrarlo y respetarlo como nuestro padre aquí en la Tierra. Amén.

Oración al poderoso san José.

Poderoso San José, paternal custodio de mi vida, terror de los espíritus inmundos, prohíbeles el acceso a nuestros hogares. Tú sabes hacer posible lo que parece imposible, protege y multiplica con paternal amor todos nuestros bienes espirituales y materiales. Amén.

Primera intención: Protección del Papa y de la Santa Iglesia; que San José nos dé más santas y abundantes vocaciones sacerdotales y religiosas. Por nuestra conversión personal y para que jamás nos alejemos de Jesús Eucaristía. Pedimos también por nuestra formación teológica y espiritual. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes hacer posible lo que parece imposible (7veces). Amén.

Gloria al Padre, al Hijo…

Jesús Eucaristía, nuestro dulce amor y consuelo, que te amemos tanto que de amor por ti muramos.

Segunda intención: Protección de la familia. Te pedimos San José que perdure el amor de nuestros padres, que siempre haya fidelidad, unión en los hogares, que nada ni nadie divida nuestras familias; pedimos mansedumbre, obediencia y humildad de nuestros hijos. Te pedimos, San José, por todas las necesidades materiales del hogar, por una vivienda propia y por un trabajo digno. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Tercera intención: Protección y salud de nuestras vidas. Te pedimos San José por nuestra salud y la de todos los enfermos; colocamos en tus manos cirugías y tratamientos médicos. Que San José nos proteja de accidentes, de toda maldad, de enfermedades crónicas y terminales, de toda enfermedad impuesta y maligna. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Cuarta intención: Protección de nuestro trabajo. Pedimos por nuestros jefes y compañeros; por la protección de nuestros negocios y empresas. Que podamos administrar correctamente nuestros bienes, vender y comprar, ser honestos, que evitemos toda clase de corrupción y apego al dinero, que podamos pagar nuestras deudas y que San José bendiga a las personas que nos adeudan. Que nos guarde del robo de nuestros bienes, de catástrofes y accidentes. Que destierre todo espíritu maligno de pobreza, miseria y ruina de nuestros hogares, empresas y trabajos, y que nuestras familias prosperen en el bien. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Quinta intención: Evitemos los vicios. San José no permitas que nuestros hijos y familiares caigan en los vicios, drogadicción, alcoholismo, tabaquismo, sexualidad, pornografía, juego, ocio, etc. Y que si tenemos algún vicio, San José nos ayude a vencerlo y seamos personas sanas; que aleje todo espíritu inmundo y maligno de nuestros hogares y de nuestras vidas. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Sexta intención: Protección contra la brujería. San José ayúdanos a renunciar a todo tipo de prácticas de hechicería, brujería, chamanismo, adivinos, nueva era. Renunciamos completamente a cualquier pacto ocultista y de sangre; prometemos que nunca pagaremos dinero por estas prácticas y que si lo hemos hecho todo aquello sea destruido en el sepulcro de Jesús. Que San José nos libre de ataduras, maleficios, brujos, brujas y chamanes, y destruya todo mal, enfermedades, ruina, entierros, etc. impuestos sobre nuestras vidas y nuestras familias. Que San José terror de los espíritus inmundos y malignos aleje de nuestra casa, de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestro trabajo todo mal. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Séptima intención: Por nuestra patria. Te pedimos San José que tengamos gobernantes buenos, honestos y temerosos de Dios. Líbranos de la tiranía y de la corrupción; que se acabe la desigualdad y que haya trabajo. San José líbranos de toda banda criminal, de robos, secuestros, vacunas, extorsión, prostitución, carteles, guerrilla, paramilitarismo, narcotráfico. Que se acaben los abusos contra los débiles e inocentes; que San José destruya toda maldad e injusticia en nuestra patria. Poderoso San José protégenos y guárdanos. Con mucha fe pedimos nuestro imposible.

San José, tú sabes… 7 veces, Gloria y Jesús Eucaristía…

Oración final de consagración a San José.

Padre mío San José, Dios Padre escogió a María por esposa tuya y a Jesús como hijo tuyo, y de su Espíritu Santo te llenó. Yo, miserable pecador, me confío a tu amor y te doy mi corazón, mi poder, tener y placer, para tu bendición obtener.

De tus gracias lléname, al cielo llévame, del mal protégeme, sana mis heridas, de tus bienes cólmame y en tu corazón guárdame, Padre mío San José. Amén.

Consagremos nuestro corazón al corazón de la santísima Virgen María:

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea pues todo un Dios se recrea en tal Celestial Princesa. Yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes Madre mía.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria al Padre.

Que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna, Amén.  (Lo decimos mientras nos santiguamos)

SU GUÍA EN EL AÑO DE SAN JOSÉ ES SAN ANDRÉ BESSETTE

El hermano Andre era un pequeño tipo, un frijol de mantequilla de un hombre como dirían en mi Irlanda natal. Sus cálidos ojos marrones se derritieron de compasión y sus mejillas se arrugaron con una sonrisa discreta.

Al igual que Solanus Casey, el hermano Andre era portero de su monasterio en Montreal, Canadá. Cuando fue nombrado portero, bromeó diciendo que tan pronto como se había unido a una orden religiosa cuando se le mostró la puerta. Estuvo destinado durante largos períodos de tiempo en la recepción del monasterio. En los momentos de tranquilidad, atendía tareas de limpieza de poca importancia. Trapeó pisos y enjuagó las ventanas. Pero estos momentos se hicieron más raros a medida que su fama como hacedor de milagros se extendió y multitudes de personas clamaron por encontrarse con él y confiar en él para que pidiera la intercesión de San José para que pudieran ser sanados.

Tal vez como resultado, al hermano Andre le encantaban los viajes en automóvil. Disfrutó de su pequeño descanso en la comodidad de un automóvil, lejos de sus deberes de abrir la puerta y escuchar los males de las multitudes y quitarles las cargas de los hombros. Durante un viaje en automóvil, el hermano Andre disfrutó de su único lujo; podía ofrecer un Rosario en paz sin muchas interrupciones.

Un día, el hermano Andre viajaba en un automóvil por las carreteras de Montreal. Se dirigía a ver a un amigo enfermo, cuando vio a un hombre gravemente discapacitado que cojeaba con muletas al costado de la carretera. El hermano Andre le pidió a su conductor que se detuviera, y él se asomó por la ventana y llamó al hombre que se sostenía con sus muletas. El hombre le dijo al hermano Andre que había resultado herido permanentemente en un accidente. Cuando se enteró de esto, el hermano Andre respondió: «¡Suelta tus muletas y camina!» El hombre respondió indignado: «¡No puedo!» Pero el hermano Andre se reunió: «Le dije: «¡Suelta tus muletas y camina!». En un ataque de pique, el hombre le arrojó sus muletas y para su asombro descubrió que estaba completamente curado de su discapacidad y capaz de caminar sin palos de madera. Miró al pequeño Andre que lo miró desde la ventana del auto y dijo: «¡Sé que no eres el buen Señor, pero debes ser alguien grande!»

«Gracias a san José, no a mí», respondió el hermano André con la característica humillación, pero en una admisión que traicionó su fantástica devoción a San José. El hermano André vivió de 1845 a 1937 y tal vez ningún otro santo del siglo pasado ha tenido su celo y pasión por San José y su confianza en su intercesión como André Bessette. Nadie puede superar a Bessette cuando se trata de amar a San José.

Que hubo 10.000 curaciones milagrosas atribuidas al hermano André por los sacerdotes de la Santa Cruz es sensacional en sí mismo. Pero es aún más impresionante cuando se tiene en cuenta que este número se limita a los 60 años que el hermano André fue hermano de la Congregación de la Santa Cruz, y cuando estaba vivo.

Todos los milagros más estupendos ocurrieron después de la muerte del hermano Andre. Está el caso de Arthur Ducharme, quien cuando era un niño de 8 años tuvo su brazo devastado en un accidente. Los músculos y nervios de su brazo fueron raspados hasta el hueso por fragmentos de vidrio. A sus padres se les dijo que tendría que cortarle el brazo, amputarlo, pero su madre no podía soportar la idea de consentir despojar a su hijo de una extremidad. El brazo de Arthur descansaba en un cabestrillo de muselina y aleteaba a su lado, no tenía músculo que funcionara para moverlo y no tenía nervios para controlarlo. Pero cuando Arthur fue al cadáver del hermano Andre, que estaba tendido en su ataúd, y el brazo de Arthur fue colocado sobre el cuerpo del pequeño portero, su brazo cobró vida y de repente se volvió funcional como si las puntas afiladas de vidrio roto nunca le hubieran arrancado el nervio y el músculo. ¡Arthur saltó por el monasterio y se deleitó levantando sillas para demostrar su brazo de trabajo!

Pero en la vida, el hermano André siempre, siempre dio todo el crédito por tales milagros a San José. Lo hizo en voz alta, incluso cuando rompió con su etiqueta franco-canadiense y su forma habitual de ser educado.

Una vez, el hermano André castigó verbalmente a alguien que groseramente trató de elevarlo por encima de San José cuando le dijeron: «Hermano André, usted es mejor que San José. Le rezamos y no pasa nada, pero cuando venimos a verte, ¡estamos curados!» Cuando escuchó esto, el hermano Andre se enfureció y gritó: «¡FUERA DE AQUÍ! ¡ES SAN JOSÉ QUIEN TE CURÓ, NO YO! ¡FUERA!»

El hermano André no se puso de pie ni un momento para quitarle el protagonismo a San José. «Ve a San José», fue la simple instrucción que le dio a cada alma que miraba sus suaves ojos marrones y confiaba sus problemas.

Si tú y yo nos encontráramos con el hermano André, sin duda nos diría: «Ve a San José».

Este año de 2021 ha sido dedicado a San José, el padre adoptivo de Jesús, que es el único que se clasifica digno de «protodulia», el honor que se le dio como el padre que Dios Padre confió a su Hijo. Su esposa, la Virgen María es la única que merece «hiperdulia» como madre del Mesías, pero mientras que cada otro santo puede ser honrado con «dulia», el que merece el primer reconocimiento o reverencia «proto» es José.

Está la cuestión de cómo dar tal protodulia a José.

Tengo algunas sugerencias que pueden ser útiles para usted. Ofrezca su Rosario diario en honor a San José, y ofrezca un segundo Rosario diario en honor de San Andrés Bessette. Pídele a San André que te enseñe a amar a San José y a buscar su intercesión. El día de la semana dedicado a San José es el miércoles, y te invito a considerar el miércoles como el día en que puedes hacer los proyectos de trabajo más difíciles. Como San Jospeh es el terror de los demonios, puede aterrorizar a los espíritus impuros que buscan aterrorizarte.

Este fue el caso en la vida del Padre Pío. Como joven sacerdote, Pío fue atacado sin piedad por demonios que vinieron con palos para golpearlo e incluso se mostraron (la vista de ellos en su horrible fealdad, Pío admitió que fue la peor persecución que se le infligió como joven sacerdote), pero el miércoles, Pío resultó ileso porque como este día pertenece a San José no molestaron a Pío en este día.

También está el maravilloso proceso de consagración a San José.

Justo antes de Navidad, estaba en una cena, y los otros invitados estaban ensalzando la grandeza de un libro del Padre Calloway sobre la Consagración a San José. Luego mi pareja me dio el libro como regalo, y me he estado preparando para consagrarme a San José. Intenté y no pude comenzar mi consagración el 1 de enero, pero fue demasiado abrumador para mí. Como de costumbre, tuve que descubrir que me falta el amor necesario para tal consagración, y por ahora necesito confiar en San André para que me diga cómo confiar en San José.

La razón por la que traté de comenzar mi consagración el 1 de enero es que es entre un conjunto de fechas que el Padre Calloway recomienda como puntos de partida para la consagración de 33 días. Las otras fechas que puede elegir para comenzar su consagración son:

+ 15 de febrero

+ 30 de marzo

+ 11 de abril

+ 20 de julio

+ 30 de septiembre

+ 8 de noviembre

+ 22 de diciembre

Gran parte de la consagración a San José se inspira en San André, cuya fiesta es el 6 de enero, el día en que dejó la tierra para ir al cielo. ¡Y este Año de San José, la fiesta de San André cae en miércoles!

La Consagración a San José más vendida se puede comprar en la Tienda Diaria del Espíritu 

Cuando San José aparece misteriosamente

Gaspard Ricard era un joven pastor, de solo 22 años, y pasaba sus días cuidando a su rebaño en el Monte Besillon, cerca de la ciudad de Cotignac, en el sur de Francia. Fue un verano sofocante en el año 1660. El joven Gaspard era un francés ordinario y en su humildad no esperaba que estuviera a punto de encontrarse con el Santo que Dios Padre había confiado a su Hijo. Aunque, Gaspard era un pastor y son especialmente favorecidos con las visiones celestiales.

Un día especialmente caluroso, Gaspard bebió su frasco de agua seca. En el calor debilitante, descubrió que se estaba muriendo de sed. No se atrevió a dejar su ganado, eso habría significado cierta ruina. Pero estaba peligrosamente deshidratado. De repente, un hombre alto que tenía un porte noble se le acercó y le dijo: «Yo soy José». Había una roca cerca de Gaspard y José dijo: «Levanta esta roca y beberás». La orden molestó a Gaspard, quien protestó porque no era lo suficientemente fuerte como para moverla. José repitió: «Levanta esta roca». Gaspard manejó la roca y, para su asombro, descubrió que rodaba la roca con facilidad. En ese mismo segundo, el agua pura brotó del lugar donde la roca había sido estacionada. Gaspard se llenó de agua y se volvió para agradecer al hombre de porte real, pero el hombre había desaparecido.

El joven pastor estaba tan asombrado que aceleró a la ciudad de Cotignac y les contó a los lugareños todo lo que había sucedido. Quedaron impresionados por su sinceridad y lo siguieron hasta el pasto donde un manantial brotaba agua pura. Su atención estaba remachada por la roca que dudaban que Gaspard pudiera haber movido por su cuenta. Sus sospechas resultaron correctas porque se necesitaron 8 hombres fuertes para moverlo. ¡Entonces se dio cuenta Gaspard de que el hombre alto con la presencia dominante era San José!

Las noticias de esta primavera sobrenatural recorrieron toda Francia. Pronto, la gente viajaba en sus caballos y buggies (este era el año 1660) desde toda Francia para ver esta primavera especial. Fue el sitio de curaciones milagrosas, y he tratado de encontrar relatos de tales milagros, pero en vano. Las curaciones de cuerpo y alma que estaban teniendo lugar en la primavera se convirtieron en una sensación nacional, ¡e incluso impresionaron al Rey de Francia! El rey Luis XIV se inspiró para consagrar a la hija mayor de la Iglesia, la belle France a San José y el rey lo hizo el 19 de marzo de 1661, solo 9 meses después de que San José se apareciera al joven Gaspard en junio de 1660. Revisé para ver si San José apareció en su día, que es el miércoles, pero vino a Gaspard el lunes 7 de junio.

El relato de la primavera sobrenatural que se descubrió cuando la roca fue removida me recuerda un evento en mi propia vida que en realidad me sorprendió un poco y que he tardado en compartir porque he necesitado tiempo para darle sentido. Compramos una mesa de café de un maestro artista francés, es una rebanada del tronco de un árbol, que puede ver en la foto de abajo. Era una mesa excepcionalmente pesada y la encontramos durante el tiempo que estaba comenzando el año 2021 con una novena a San José. No podíamos levantarlo, y nos preguntábamos cómo lo conseguiríamos dentro, así que mientras rezaba a San José por grandes intenciones, le pregunté si podía ayudarnos a conseguir esta pesada mesa dentro de nuestra morada. Seguramente, una gracia llegó dos días después cuando hubo una reunión en nuestro lugar y un gran grupo de hombres pudieron mover la mesa dentro de la casa. A estos hombres jóvenes y atados les tomó mucho esfuerzo y sus manos estaban por toda la madera barnizada.

Pero estaba estacionado en nuestra alfombra justo a tiempo para que terminara el día 9 de la novena a San José. Inmediatamente después de ofrecer la oración, me senté a tomar un café negro (me gusta mi café amargo). Mientras mis manos revoloteaban sobre el borde de la mesa para recuperar mi taza, sentí 3 pinchazos. Sí, 3. Miré mi mano y vi lo que parecían gruesos pelos rubios pinchando mis dedos. Astillas. Miré con incredulidad porque me había preocupado por orar a San José debido a lo que metafóricamente me había referido como … astillas. En años pasados, había experimentado un sufrimiento inesperado después de la intercesión de San José, que debido a que era carpintero, había pensado que era inteligente llamar astillas. Y justo después de completar 9 días de oración a San José, tenía astillas que sobresalían de mi mano. Nadie más que manejaba la mesa había recibido astillas. Lo obtuvimos de Alex, un verdadero perfeccionista de París que es exigente en asegurarse de que cada mueble se lije hasta una suavidad sublime y luego un gran grupo de hombres había puesto sus manos a cada lado de la mesa para poder moverla y ninguno de ellos había sido pinchado por una astilla. Era casi como si San José me estuviera diciendo: «Dices que esperes astillas cuando contesto una oración, aquí hay algunas astillas».

Las astillas no salían tan fácilmente, eran como largas espinas y necesitábamos toda la luz de nuestros teléfonos entrenados en mi mano y unas pinzas para sacar la más terca que se había deslizado en mi pulgar. Sin embargo, para ser justos, dudo que estaría escribiendo esto si no hubiera testigos porque fácilmente podría parecer un mentiroso. Sin embargo, las astillas eran un pequeño sufrimiento, y era como si San José me estuviera diciendo que no tenía que temer sus astillas.

¡Que os deseo a vosotros y a los vuestros una muy feliz fiesta de san José!

El relato de la primavera sobrenatural en el Monte Bessillon fue informado por la Consagración a San José del Padre Donald Calloway, que puede obtener en la librería Spirit Daily.

Esfuérzate por ser fiel

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz en la fiesta de San JoséPedro Regis el 19 de marzo de 2022

Queridos hijos, dad lo mejor de vosotros mismos en la misión que el Señor os ha confiado. Imita a José para ser grande en la fe. El gozo de José fue cumplir la misión que le confió el Padre en el cuidado del Hijo Amado. José vivió momentos difíciles, pero supo aceptar el llamado del Señor y fue fiel. Dios te está llamando. Esfuérzate por ser fiel. Aléjate del mundo y vuélvete a Aquel que es tu Camino, Verdad y Vida. No permitáis que las fascinaciones del mundo os causen ceguera espiritual. Tu noble misión es ser como Jesús en todo. Abrid vuestros corazones al amor. La humanidad ha perdido su paz porque los hombres se han alejado del amor verdadero. No te desanimes. Sé valiente. Los que permanezcan fieles hasta el fin serán proclamados Bienaventurados por el Padre. No lo olvides: El cielo debe ser tu meta. Adelante sin miedo. Este es el mensaje que les doy hoy en el nombre de la Santísima Trinidad. Gracias por haberme permitido reunirlos aquí una vez más. Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Estén en paz.

San José: Nuestro sublime modelo para la paternidad santa

Si queremos mirar a los santos como modelos, entonces debemos elevar nuestros ojos, mente y corazón al más grande de todos los santos y eso es, ¡por supuesto San José!

La Iglesia celebra litúrgicamente el Glorioso San José dos veces al año: 19 de marzo y 1 de mayo. En marzo se le celebra bajo el título de San José, Esposo de María. En mayo su título es San José Obrero.

En este breve ensayo nos gustaría centrarnos en el Glorioso San José como patrón de las familias y patrón de los padres. Como todos sabemos, en el mundo en el que vivimos la familia está definitivamente en crisis, así como la paternidad. Por estas dos razones, nos gustaría elevar nuestras mentes y corazones a San José para orar por las familias, así como para servir como un modelo espléndido y brillante para que los padres lo sigan.

Uno de los títulos dados a San José en la hermosa oración que llamamos la Letanía de San José es la expresión poética: San José, Ornamento de la Vida Doméstica, ruega por nosotros. ¿Qué queremos decir con la palabra ornamento? Muy simplemente, un adorno tiene como naturaleza y propósito adornar, embellecer, dignificar, hacer noble. Si a San José se le da un papel más prominente en la familia, entonces las familias se volverán más hermosas, más nobles, más amorosas, más puras, en una palabra, ¡más santas!

Por lo tanto, animamos a todas las familias a invitar al Glorioso San José a ser un miembro vivo de su familia, por supuesto en unión con María, la esposa de San José, y Jesús, nuestro Señor. Dos sugerencias sobre cómo invitar a San José a tener una presencia y un papel más prominentes en la santificación de su familia. Primero, compre una estatua atractiva de San José y colóquela en un lugar prominente, o es posible que prefiera comprar una pintura atractiva de este gran santo. A continuación, a diario, haga que la familia ore junta una oración a San José; incluso podría ser la Letanía de San José. No se sorprenda de experimentar cambios reales mejorando su vida familiar en poco tiempo si esto se hace. La gran Santa Teresa de Ávila, doctora de la Iglesia, que amó y promovió la devoción al Glorioso San José comentó que a veces los santos se demoran en su intercesión. Pero no es así con San José, ¡trabaja rápido! Ella dijo que él es el santo para pedir gracias en todas las circunstancias y situaciones.

Ahora pasemos a otra dimensión de la personalidad del Gran y Glorioso San José y es con respecto a su Paternidad, o si se quiere, San José en su papel de Padre.

La Iglesia en realidad le da a San José una categoría teológica que lo coloca en el vértice o cenit de todos los santos y esto se llama Protodulia. Con este título, queremos decir que San José como santo es el primero en ser venerado entre todos los santos. San Bernardino de Siena y otros santos dan la razón y es por la dignidad de su oficio o la dignidad de su sublime vocación. Porque, de acuerdo con la vocación que Dios da a cualquier individuo, Él siempre dará las gracias correspondientes acordes con esa vocación. El Sacramento del Matrimonio permite que un esposo y una esposa sean fieles el uno al otro, y sean padres responsables y santos. El Orden Sagrado permite al sacerdote llevar a cabo sus deberes sacerdotales con gracia, orden, amor y perfección.

Del mismo modo, Dios llamó al gran San José a ser a la vez esposa de María, la Madre de Dios, así como a ser el padre terrenal de Jesús, el Salvador del mundo. Por lo tanto, es lógico que, debido a estos dos deberes sublimes, San José estaría dotado de una súper abundancia de gracias. Por esta razón, queremos amar a San José, orar a San José y confiar en el poder de su intercesión.

San José como Padre

Una de las obras más asombrosas y alucinantes del Padre Eterno fue enviar a Su Único Hijo Jesús, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y permitir que Su Hijo se convirtiera en un pequeño Bebé, vulnerable, débil y totalmente dependiente de una madre humana y un padre humano, María y San José. ¡De hecho, San José fue y siempre será el padre terrenal de Jesús! Esta fue la voluntad del Padre eterno por toda la eternidad. Y, por supuesto, San José fue el mejor de todos los padres terrenales.

Nos gustaría destacar solo algunas cualidades sublimes de San José como padre para que sirva de trampolín para que muchos padres lo imiten. Todos necesitamos desesperadamente buenos modelos a imitar, y ahora, más que nunca, los padres necesitan un modelo a seguir, ¡y San José es, con mucho, el mejor!

Las siguientes son cinco cualidades específicas que San José vivió como padre de Jesús y como modelo de todos los padres presentes y futuros. Que el Glorioso San José interceda por los padres para que cumplan fielmente el papel sublime que Dios les ha confiado.

1. Primero, San José fue un hijo fiel del Padre Eterno.

Lo que se quiere decir con esto es simplemente lo siguiente: para ser un buen padre, uno debe ante todo ser un hijo noble, amoroso y obediente al Padre celestial. Todos los padres deben rezar con la mayor sinceridad la oración del Señor: «Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…» Un verdadero padre debe tener a Dios como su guía, fuente, vida e inspiración. Que los padres, a imitación de San José, cultiven una relación profunda con el Padre celestial y aprendan el verdadero significado del Padre Nuestro…

2. En segundo lugar, San José era un esposo fiel y amoroso.

La liturgia destaca cómo San José apreciaba a su esposa, la Santísima Virgen María. La palabra apreciar significa que él realmente la amaba. Es cierto que tanto San José como María decidieron y vivieron fielmente un matrimonio virginal, bajo la inspiración y guía del Espíritu Santo. Sin embargo, a nivel humano existía un amor muy profundo y dinámico que los unía, un amor imbuido de la presencia del Espíritu Santo.

Por lo tanto, para ser padres verdaderos y genuinos, los esposos deben amar a Dios, pero luego deben amar realmente a sus esposas. Porque cuando aman a sus esposas, este amor se desborda y desciende sobre sus hijos, como la lluvia que cae y humedece el suelo reseco. ¡Un gesto de bondad y amor dado a su esposa, es un gesto de bondad y amor dado a sus hijos!

3. Tercero, el buen San José fue un maestro.

Él le enseñó a Jesús, a nivel humano, muchas prácticas importantes. Él le enseñó a Jesús cómo hablar y decir Abba – ¡Papá! Él le enseñó a Jesús cómo caminar. Le enseñó a Jesús el arte de ser un artesano como carpintero. Ahora escuche esto: ¡San José incluso le enseñó a Jesús a orar! Tomemos las palabras de los Salmos, tales como «El Señor es mi Pastor, no hay nada que yo quiera…» (Salmo 23:1), San José oró estas palabras y enseñó al Niño Jesús a orarlas. ¡Qué sublime! ¡El gran San José enseñó el Logos, la Palabra Eterna de Dios Padre, cómo orar usando palabras humanas!

Los documentos del Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica insisten en el hecho de que los padres, tanto el padre como la madre, son los principales maestros de sus hijos, especialmente en lo que se refiere a la fe. Que el buen San José sea un modelo para que los padres sean verdaderamente los primeros y mejores maestros de sus hijos en todas las áreas: académica, social, humana, emocional, pero especialmente como maestros de moralidad, espiritualidad y todo lo que se refiere al bien del alma del niño y su salvación eterna.

4. San José estuvo presente a su hijo y a su esposa.

¡Lo que queremos decir con presente se refiere al triste hecho omnipresente de que tantos padres hoy en día se convierten en lo que podríamos llamar padres abandonados! Este término Padre abandonado tiene una multiplicidad de interpretaciones, todas nefastas y nocivas para el bienestar del niño y la familia en general. Aquí hay algunos: divorciados, aquellos involucrados en adulterio, aquellos enganchados a vicios (beber, porno, drogas, juegos de casino o los caballos), aquellos que están físicamente presentes pero emocionalmente desconectados o desconectados.

De hecho, esto se convierte en un círculo vicioso que se transmite de una generación a la siguiente. Por el contrario, el buen San José siempre estuvo, y enfatizamos siempre, disponible para las necesidades de su familia, ¡tanto esposa como Hijo! San José oró con la familia, trabajó con la familia, comió con la familia, fue a la Sinagoga y al Templo con la familia, se rió con la familia, se relajó con la familia y finalmente murió en los brazos de aquellos a quienes más amaba: ¡Jesús y María!

5. San José estaba dispuesto a sacrificarse por su familia

Una nota final muy importante sobre la noble, sublime y santa presencia y persona del gran San José fue su disposición a sacrificarse y sufrir por Jesús y María. No en un caso aislado, sino muchas veces, ¡y sufrimientos intensos!

San José sufrió debido a la Concepción Virginal de Jesús en el vientre de María, hasta que el ángel despejó su duda, y San José tomó a María como su esposa. San José hizo el largo y agotador viaje de Nazaret a Belén, en total obediencia a las autoridades gobernantes, acompañando a su esposa embarazada en un burro a esos muchos kilómetros. Al llegar, San José no recibió más que rechazo: «No había lugar para ellos en la posada».

Entonces San José tuvo un sueño de que el malvado rey Herodes quería matar a su Hijo. En el frío amargo y la oscuridad de la noche, el esposo y padre fiel, fuerte y obediente, el buen San José, huyó con su familia a Egipto, salvando así a Jesús de ser masacrado. El fuerte, valiente, valiente y confiado San José experimentó todos estos episodios y más, motivado por un amor muy profundo por su familia: ¡su esposa y su hijo!

Los padres verdaderos y auténticos tienen una necesidad imperiosa de admirar al valiente y valiente San José como modelo y guía. En otras palabras, los verdaderos padres deben estar dispuestos a trabajar duro por sus hijos, sacrificarse por sus hijos, e incluso estar dispuestos a sufrir por sus hijos, y a veces sufrir dolorosamente por sus hijos para ponerlos a salvo de las muchas artimañas de los Modernos Herodes. Nuestra naturaleza humana elude y retrocede ante la perspectiva del sufrimiento. Sin embargo, es parte integrante de la existencia humana.

Amor a San José

San José se sacrificó y sufrió intensamente por una razón: el amor. Este gran santo amaba a Dios; amaba a su esposa María, y tenía un amor que lo abarcaba todo por su Hijo, el Señor Jesucristo, el Hijo del Dios viviente. Que nuestros padres modernos, nuestros padres modernos, levanten sus ojos hacia el buen San José y rueguen por su intercesión celestial, especialmente en los momentos de prueba cuando se exige dolor y sacrificio. ¡Sin duda, el buen San José estará presente, poderoso y providencial en su ayuda!

Los primeros devotos (aquellos verdaderamente devotos) de este gran y glorioso San José fueron tanto Nuestra Señora como Jesús, el Señor. Para que todos nosotros tengamos una relación integral, equilibrada y completa con Jesús y María, entonces también debemos tener un gran amor por el glorioso San José.

Así que nos gustaría terminar con una oración a Jesús, María y San José:

Jesús, María y José, te doy mi corazón y mi alma; Jesús, María y José, haz que mi corazón sea semejante al tuyo; Jesús, María y José, me ayudan en mi última agonía; Jesús, María y José, te exhalo mi alma. Oh Sacramento santísimo, oh Sacramento Divino, toda alabanza y toda acción de gracias sean cada momento tuyos.