DE BANQUERO DE WALL STREET A SACERDOTE

Disfrutando del estilo de vida de un exitoso banquero de Wall Street, Daniel Rehill alquiló una casa en Amalfi, Italia, para el verano. Cuando una amiga de él quiso visitar Medjugorje, el lugar de las apariciones de Nuestra Señora al otro lado del mar Adriático, Daniel decidió ir con ella. A pesar de los privilegios y lujos de su trabajo, se volvió muy infeliz a lo largo de los años. Comenzó a tener pesadillas que eventualmente lo llevaron a meses de insomnio. En su primera noche en Medjugorje pudo conciliar el sueño, Daniel se despertó con una sensación increíblemente buena. Cuenta que la palabra paz no es suficiente para describir el sentimiento que tenía. Buscó un sacerdote ese día y se confesó, luego de 20 años de su última confesión y retornó a la Iglesia Católica.

En su testimonio para «Frutos de Medjugorje« , el Padre Daniel habló con Marija Jerkić sobre su conversión y el camino hacia el sacerdocio. Puedes ver su testimonio en el canal de YouTube Frutos de Medjugorje, y a continuación te la trascribimos en su totalidad:

Mi madre visitó Medjugorje alrededor de 1989. El prometido de mi hermana tuvo un terrible accidente y estuvo en coma por seis meses y decidieron ir a Medjugorje a orar por un milagro y esa fue la primera vez que escuché de Medjugorje. ¡Y sí, yo no creía! Cuando era niño, a la edad de 10 u 11 años, un sacerdote abusó de mí, entonces tomé la decisión consciente de que nunca volvería a la iglesia. Así que dejé la iglesia durante unos 20 años y decidí hacerme rico haciendo banca y dinero.

Después de la universidad me mudé a Manhattan y trabajé en Wall Street, gané mucho dinero, pero me volví muy infeliz, porque la felicidad no viene del dinero, sino de una relación con Jesús, y yo no sabía por qué era infeliz y estaba empezando a tener pesadillas, era la misma todas las noches: yo me ahogaba, pero también habían unos bebés a mi lado que también se ahogaban, pero no podía alcanzarlos. Entonces me despertaba y no podía dormir, no había dormido nada durante meses. Luego alquilé una casa en Amalfi, Italia. Una villa grande, para fiestas de verano con amigos y un día una de mis amigas de Nueva York dijo que iba a ese lugar llamado Medjugorje.

Me pidió que la acompañara porque no se sentía segura, ya que la guerra acababa de terminar. Y dije: Bueno, está justo enfrente de Italia, ciertamente es lo mismo que Italia, ¿verdad? Buena comida y buen vino…  será genial. Entonces, fui a Medjugorje en 1998 y cuando llegué a Medjugorje, después de un viaje duro, miré un poco a mi alrededor, en su mayoría mujeres mayores rezando el rosario, así que decidí: no pertenezco aquí, estoy cansado, me voy a dormir, y por la mañana encontraré un auto y me iré de aquí.

Me acosté y me desperté en la mañana siguiente con una inmensa sensación de bienestar, lo que sentía… realmente no puedo explicarlo porque hay que experimentarlo para saber de lo que hablo, pero si dijera paz, eso no sería no será suficiente. Sentí que todo estaba bien conmigo y con el mundo, conmigo, con Dios, con todo, y eso que aún no me había confesado, así que fue un regalo, un regalo maravilloso.

Cuando trabajas en Wall Street, es un trabajo implacable, tienes que ser insidioso para progresar, tienes que ser fuerte. Cínico, enojado, implacable, centrado solo en ti mismo, en su progreso, por lo que este estilo de vida trae caos interior a una persona. No hay Dios allí. Y como me sentía tan bien, pensé: ‘si así es quedarme en Medjugorje, me quedaré toda la semana’. Sabía desde niño que tenía que confesarme antes de poder participar plenamente en la Misa, así que fui a la iglesia a buscar un sacerdote, y sabía que tras 20 años desde mi última confesión, tendría que ser un sacerdote, muy misericordioso. Pensé en buscar a alguien que no me juzgara o me condenara.

Y afuera de la Iglesia estaba un sacerdote que hablaba con varias mujeres, contando chistes, todas se reían con él, y él estaba fumando un cigarrillo, un hombre de piel oscura y bien parecido, yo me dije, ‘este es el indicado, un verdadero sacerdote de Hollywood’,

me acerqué a él y le pregunté: ¿Me puedes confesar?

Él respondió: ¡Claro!,  y escuchó la confesión de veinte años de mi loca vida en Nueva York.

Finalmente me miró y dijo estas palabras muy inusuales: ‘Creo que tienes vocación sacerdotal’.

Lo miré y le dije: ‘¿Disculpa? ¿No entiendes inglés, no has escuchado mi confesión ahora?

Y él dijo: «Para Dios todas las cosas son posibles».

Le respondí: ‘Está bien, ¡gracias!’

No lo pensé más, seguí mi propio camino, continué toda la semana uniendo todos los puntos: Programa de la tarde con el rosario, Misa, confesión, escalar Križevac, Colina de las Apariciones, cruz azul, todo.

Volví a casa y las cosas empezaron a complicarse un poco porque ahora hay que ponerlo todo en práctica. Aquí en Medjugorje es mucho más fácil porque aquí todo el mundo lo hace, pero no todo el mundo en Nueva York vive así, así que tuve que distanciarme de algunos amigos que no tenían una buena influencia en mí. Me uní a la Asociación de Jóvenes Católicos de Wall Street, una muy buena comunidad de católicos practicantes. Iba al trabajo a pie todos los días rezando el rosario por la mañana, por la tarde y cada vez que caminaba. Iba a misa durante el almuerzo y en aproximadamente un mes viví una vida católica de calidad, ya sabes, no solo lo mínimo, sino más que eso.

En ese momento, uno de los sacerdotes de la parroquia se fijó en mí. No me había visto antes, así que me habló y me dijo: ‘Creo que necesitas un guía espiritual’. Estuve de acuerdo y empezamos a reunirnos una vez a la semana y lo primero que dijo fue: ‘Tienes que empezar a orar y preguntarle a Dios si eso es lo que quiere de tu vida. Porque tal vez, nunca preguntaste, ¿verdad?’

Dije: ‘No, nunca pregunté’.

Y comencé a orar: ‘Señor ¿Quieres que me quede en mi trabajo o que haga otra cosa?’

Oré por eso durante una semana, volví donde el sacerdote y le dije: ‘Él no me respondió, obviamente quiere que me quede allí’.

El sacerdote fue sabio y me dijo: ‘¡Examinemos un poco tu vida! Así que durante 20 años dejaste la Iglesia, ignoraste a Dios, luego volviste a la Iglesia y luego oraste durante una semana y no te respondió. ¿Es eso así? ‘

Respondí que así era. Me preguntó: ‘¿No crees que eres un poco impaciente?’

Dije: ‘Tal vez’.

Me aconsejó que siguiera orando y entonces ore por un mes, ore por seis meses, ore por un año. Dieciocho meses después de esa oración diaria, el 5 de noviembre de 2000, estaba sentado en un banco después de la comunión para la misa dominical y escuché una voz que decía: ¡Ven, sígueme!‘ me di la vuelta y no había nadie alrededor y luego me di cuenta, ‘¡Oh, bueno, eres tú!’ Así que todavía tienes una voz. Y dije: «Está bien, voy detrás de ti, no sé a dónde vamos, pero voy detrás de ti«.

Al día siguiente tomé licencia por enfermedad, oré por esa intención y renuncié un día después. Y luego comencé a investigar cómo imitar a Jesús de una manera más concreta. Decidí estudiarlo todo como siempre lo hice y como aprendí en un ambiente de negocios. Entonces, hice tablas con todas las órdenes de la iglesia, carismas, lugares y duración de la formación. dominicos 12 años – ni loco!; Jesuitas 12 años – ¡de ninguna manera!; Legionarios de Cristo 12 años – no, demasiado tiempo…

Resultó que la formación de sacerdotes diocesanos fue la más corta, eran cuatro años. Decidí ser sacerdote diocesano. En ese momento, sin embargo, sucedió el 11 de septiembre y yo vivía a cuatro cuadras del Trade Center. Y entonces de repente no tenía trabajo, ni podía ir a casa, ya no podía vivir allí porque Manhattan estuvo cerrado durante dos meses.

Un sacerdote vino de Boston para celebrar la Misa de Sanación para las Viudas, un amigo mío estaba trabajando como cantor en ese momento y su esposa quería ir a esa Misa. Así que prometí llevarla. Fuimos a Misa y después de Misa, es decir, antes de comer, el cura dijo: ‘¡Quiero hablar con él, tráigalo!’

Llegó hasta mí, y literalmente me dice: ‘¿Qué estás haciendo con tu vida?’

Así me dijo, aunque fue un poco rudo, yo le dije: ‘Nada, no tengo trabajo ni casa’.

Y él dijo: ‘Tal vez el Señor te está llamando a Boston’. y luego se fue.

Su nombre es P. Tom DiLorenzo, aún vive y es el sacerdote más dinámico que conozco porque vive el Evangelio, literalmente lo vive.

Cuando me mudé, se produjo una fuerte ventisca. Me trasladé a Boston durante la fiesta de los Santos Arcángeles y a mediados de diciembre nos azotó una gran tempestad, el noticiero advertía: No salgan porque podrían morir.

Y un poco más tarde él me llama: ‘Danny, ponte la chaqueta, ¡vamos afuera!’

Y le dije: ‘Padre, dicen que podríamos morir’.

Y él dijo: ‘Tonterías, ¿sabes quiénes se van a morir esta noche? las personas sin hogar. ‘

Entonces, nos subimos a su camioneta y comenzamos a recoger a los desamparados. ¡Los recogiamos, los llevabamos a la iglesia y saliamos de nuevo! Los recogimos hasta que ya no quedó nadie en la calle. Y luego llegados a casa, cocinó albóndigas y mucho espaguetti. Les dio de comer a todos, y luego les predicó el Evangelio de como Dios los amaba, y luego les entregó unas mantas y les dice: ‘Quédense aquí’ , luego aumentó la calefacción, y dijo: ‘ en la mañana prepararé el desayuno’ .

De camino a la casa parroquial, le dije: ‘No sabía que los sacerdotes también estaban haciendo esto porque realmente es ayudar a la gente, no solo rezar’.

Él dijo: ‘Por supuesto que sí, no puedes rezar con alguien que está muerto’.

Entonces pregunté: ‘¿Por qué no lo hacen todos, por qué no lo hacen todas las iglesias?’

Él respondió: ‘Somos muy pobres, existe el don de la pobreza y por eso no nos importa que la gente nos robe las velas, nuestras puertas siempre están abiertas’.

Luego me aconsejó que redactara una solicitud para el seminario y la presenté, pero luego ocurrió un escándalo, el escándalo sexual en Boston. No sé si alguien es consciente de cuán grande fue el escándalo. Todos los días, una nueva historia se convertía en noticia de última hora y, por lo tanto, durante meses, simplemente la gente de Boston estaba exhausta. Los católicos se sintieron tan humillados, fue un momento difícil, y reviví esa experiencia mía de la infancia a medida que los recuerdos volvían.

Fue un tiempo doloroso, pero también un tiempo de sanación porque me permitió empezar a orar por los sacerdotes que hicieron cosas, que no habían hecho antes.

Sucedió que no fui al seminario en Boston, sino que terminé en una comunidad de ermitaños contemplativos en Nebraska. En cinco años me convertí en un ermitaño contemplativo y allí la mayor parte del día estabamos en oración.

El carisma de la comunidad es tan único, y es la Cruz. Todo el carisma se reduce a entregar la propia vida y presentarla a Jesús para obtener de nuestro sacrificio gracias que se envíen para la salvación de las almas. Esto es muy importante porque en el seminario te enseñan a ser un buen pastor, pero no te enseñan a ser el cordero del sacrificado. Y por eso hoy hay muchos sacerdotes que tienen dificultades con la entrega de su vida y con lo que les gustaría hacer para que la Iglesia se desarrolle y prospere.

Eso es lo que les falta a la mayoría de los seminarios, no puedo decir de todos, pero sí de aquellos en los que he estado. No parece que les enseñen eso. Y eso es lo principal cuando recordamos la misión de Jesús, Su misión se centró en ese evento.

Todos los años preparatorios [de Jesús] fueron importantes, pero fue ese momento [la cruz], el triunfo y redención. Y si el sacerdote no lo sabe, no podrá decir: con gusto lo haría, porque esto es lo más importante que Dios me pide hoy.

Decir: ¡Sí, me levantaré, iré a ese hospital!, incluso durante el COVID. Había muchos sacerdotes que tenían miedo de llevar la unción a los enfermos, y en el hospital dijeron: igualmente, no pueden entrar.

Yo tuve mucha suerte, pues les dije a las enfermeras: ‘Si ustedes pueden entrar en la habitación, ¿por qué no puedo yo?’ –  ellas dijeron: ‘es que tenemos una máscara especial que nos protege completamente la cara.’

yo les dije: ‘¡Consíganme esa máscara!’

Y así en Tennessee, donde trabajo, me hicieron una máscara y ahora puedo ungir a todos. Incluso si no eres católico, vendré a rezar contigo porque tengo una máscara especial.

Eso me hizo un poco de gracia y por eso les dije: ‘¿Saben qué?, mi máscara es mi bautismo, y estoy protegido por la Sangre [de Cristo], ¡déjenme entrar!’

Pasé un período importante de cinco años allí [comunidad de ermitaños] para aprender que esto es muy importante en la vida de un católico. Luego, regresé a Nueva York y parecía que nada iba a pasar.

Cuando los obispos me veían, decian: ‘¡Es muy viejo! Era un banquero de Wall Street, ¡no lo necesitamos!’

yo no tenía adónde ir, así que pensé: ‘¿Cómo terminará esto?’

Finalmente le dije al Señor: ‘Sabes qué, puede que me lo haya imaginado, puede que no tenga una vocación después de todo. Tal vez todo fue para mi propio desarrollo, para convertirme en una buena persona, por eso te devuelvo esta vocación. Es tuyo de todos modos. Si quieres que sea sacerdote, que me llame el obispo’.

Y lo dije como si nunca fuera a pasar, pero así sucedio. Dejé de buscar y volví al trabajo. Después de tres meses, un hombre con acento sureño me llamó y me dijo: ‘¡Hola!’

Respondí y me dice: ‘¿Eres Daniel Rehill?’

Confirmé y pregunté: ‘ Sí ¿quién eres?’ – y dijo: ‘soy el obispo David Choby de Tennessee.’

Y dije, ‘Oh, ¿en serio?’

Continuó: ‘Soy obispo aquí en Nashville, me gustaría conocerte’.

Me subi a un avión y nos conocimos. Él no es como la mayoría de los obispos que, ya sabes, le dan la mano a alguien y hablan durante unos minutos y luego te entregan al comisionado de vocaciones porque están muy ocupados.

Él Me recogió en el aeropuerto, yo le pregunte: ‘¿usted me va a recoger?’

Y él dijo: ‘¿Eso es un problema?’

Yo dije: ‘No, pero los obispos no reciben seminaristas en los aeropuertos, envían a alguien’.

Y él dijo: ‘Bueno, aquí somos diferentes’.

Me llevó a su casa donde vive solo y allí me quedé una semana, ¡en su casa!

Después de una semana me dijo: ‘Sabes, Daniel, creo que deberías venir a Tennessee y ser sacerdote aquí. Te invito. ‘

Estuve de acuerdo y terminé en Tennessee. Seis meses después me ordenó diácono, y después de otros seis meses, sacerdote. Así llegué a mí último paso hacia el altar, es decir, tuve que entregar todo para seguir adelante. Porque, eso es importante, dejarlo todo. Incluso las mayores esperanzas que tienes y luego él [Jesús] te sostiene.

Les contaré otra cosa sobre ese primer sacerdote que me confesó allí en Medjugorje.

Su nombre es Fr. Branimir, solía trabajar aquí en Medjugorje, ahora está en otro lugar y no lo había visto en 19 años. Por supuesto, lo recuerdo porque fue un punto de inflexión en mi vida. Ahora como sacerdote traje un grupo de Tennessee aquí a Medjugorje y un día fuimos a Tihaljina a ver la estatua de Nuestra Señora y el guía dice: ‘Esperen aquí, un sacerdote viene a saludarnos’.

En aquel momento se acercó el Padre Branimir, y yo lo reconocí porque era el sacerdote que escuchó mi confesión después de 20 años, y luego se fijó en mí y dijo: ‘¡Oh wao, te has convertido en sacerdote!’

Le dije: ‘¿Te acuerdas de mí?’

Él dijo: ‘¡Sí, estuve orando por ti!’

Increíble que se acuerde de una persona de hace 20 años, y él, que tiene 20 confesiones al día; luego me invitó a la casa, me ofreció café, dulces, lo que tenía. Ya dejó de fumar, lo cual es muy bueno, hablamos de todo, fue genial porque luego, ves que Dios vuelve a conectar todo, le pone un moño y arregla todo muy bonito, bonito. y bueno, volver a Medjugorje como sacerdote es una experiencia profunda, por varias razones:

Primero, porque sé personalmente en mi corazón, cuánto ama Nuestra Señora a los sacerdotes, no todos los sacerdotes lo saben, pero yo lo sé. Y volver a Medjugorje, donde Ella viene todos los días, es tan fuerte, porque ahora también yo puedo practicar el ministerio de la gracia, de la misericordia, escuchar tantas confesiones y celebrar el sacrificio de la santa Misa.

La última vez celebré Misa en Medjugorje, lo que hoy me hace más humilde sabiendo que vivía con un pie en el infierno y el otro sobre una cáscara de plátano y que en cualquier momento pude haber terminado muy mal; y ahora estoy en un lugar donde puedo revelar al pueblo de Dios la gloria de Dios y la misericordia de Dios, como lo hace Nuestra Señora, que es una verdadera y profunda bendición.

Sacerdote salva a un hombre del ataque de un tiburón y gana un prestigioso premio

St John of God Midland Public & Private Hospitals | Facebook | Fair Use

El padre Liam Ryan no tuvo miedo de rescatar a un surfista y ponerlo a salvo del tiburón asesino. Por ello Australia lo ha galardonado

El padre Liam Ryan acaba de recibir la impresionante distinción Australian Bravery Award por remar mar adentro y rescatar a un surfista que intentaba defenderse del ataque de un gran tiburón blanco de cinco metros.

El suceso ocurrió el 31 de julio de 2020, cuando el surfista Phil Mummert, de 28 años, estaba a 100 metros de la costa en Bunker Bay, Australia Occidental. La Providencia quiso que el padre Ryan se encontrar ese día en la zona:

“Estaba de vacaciones en el sur con mi mejor amigo Jess Woolhouse y su familia, y decidimos ir a surfear rápidamente a Bunker Bay”, compartió el sacerdote héroe a Cath News.

Continuó explicando el ataque del tiburón con más detalle:

“No habíamos estado mucho tiempo en el agua y estábamos remando para atrapar nuestra segunda ola, cuando noté la aleta dorsal de un gran tiburón blanco de cinco metros saliendo a la superficie junto a un surfista. El tiburón se abalanzó sobre el surfista, mordiendo su tabla de surf y la parte inferior de la pierna, con lo que tiró al surfista al agua”.

Mummert pudo colocar la mitad de su tabla mordida en la boca del tiburón y quedó asustado mientras el enorme tiburón continuaba rodeándolo. Afortunadamente el p. Ryan, su amigo y otro surfista, Alex Oliver, remaron para ayudar al surfista herido y, sin duda, con una pequeña intervención divina, rescataron a Mummert.

¿Podríamos decir que el surfista tuvo suerte?

“Phil tuvo mucha suerte. Más tarde descubrimos que el tiburón se saltó la arteria principal. Podrías llamar a eso suerte, pero me gusta pensar que fue Providencia”, compartió el sacerdote surfista.

El padre Ryan, que es capellán del Hospital Público St John of God Midland, está encantado con el premio. Pero explicó que solo estaba actuando por instinto (aunque creemos que solo estaba siguiendo las instrucciones del Jefe de Arriba de forma natural).

Para rematar lo sucedido, el rescate también ha dado lugar a una nueva amistad. El padre Ryan y Mummert se hicieron muy amigos y aún se ponen al día regularmente dos años después.

Compartimos la gratitud por el resultado positivo para Mummet. ¡Y también estamos bastante impresionados con la idea de que el sacerdote se suba a una segunda ola!

Tu tiempo en la Tierra no debe ser desperdiciado

2-21-22

Hija Mía, yo les digo a Mis hijos que su tiempo en la tierra no debe ser desperdiciado. Cada día, cada hora, estás aquí para edificar el reino de los cielos. Deja que tu tiempo en esta tierra sea fructífero. Deja que tu trabajo se haga en Mi Nombre. Vive, vive tu vocación. Cuando estén casados, honren a su cónyuge siendo fructíferos en su matrimonio, siempre esforzándose en oración y santidad para traerse el uno al otro al cielo. Sus hijos son tesoros de Mi Reino. También son amados, nutridos y atendidos como lo hace un agricultor con su cultivo. Ustedes son llamados como madre y padre a hablar a sus hijos con paciencia y amor, porque cada uno es una obra maestra tejida de Mi Padre celestial. Enseñe a sus hijos y formen como jóvenes discípulos a salir al mundo como testigo y ejemplo del Mensaje del Evangelio.

Les digo a Mis Sacerdotes, Mis Hijos Escogidos, que están llamados a unir a Mis Hijos en la Misa. Es el tiempo en que el cielo y la tierra están unidos. Cada vez que consagran el pan y el vino en Mi Cuerpo y Sangre, están trayendo a través de sus manos a todos los que están reunidos en la esfera del cielo. Cada misa que se dice, cada vez que Mis Hijos vienen ante Mí en Adoración, entran en la esfera del cielo. Es hora de convocar a sus hijos y unirlos con la verdad, porque Yo Soy Jesús.

Mis Hijos Escogidos, están entrando en un tiempo en el que sus vocaciones serán probadas, cuando parecerá que todo está perdido en Mi Iglesia. Estad cerca de Mi Madre y seréis guiados siempre como su hijo a su gran triunfo. Cuando parezca que no hay mañana, no perdáis vuestra fe porque viene una gran victoria. Este es su calvario, Hijos Míos. Aquellos con verdaderas manos consagradas deben llevar la cruz porque ustedes son Mis Manos y Pies en esta tierra.

Ahora salgan, hijos Míos, porque este mundo está cambiando en un abrir y cerrar de ojos y es a través de ustedes que muchas almas serán salvadas. Ahora salgan, porque Yo Soy Jesús y estén en paz, porque Mi Misericordia y Justicia prevalecerán.

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Un sacerdote con 2 hijos y 12 nietos

«En el confesionario se agradece que haya sido padre y esposo»

Tras el fallecimiento de su mujer, Lawrence tuvo una llamada al diaconado que le
llevó al sacerdocio teniendo decenas de nietos y bisnietos.

Muchos de los casados y padres de familia que acuden a la parroquia del sacerdote Lawrence Love lo ven como una ayuda en su día a día y, en este caso, nadie puede decir que predique sin saber de lo que habla: en sus 77 años de vida ha sido oftalmólogo, esposo y padre de dos hijos, tiene 12 nietos y una cifra creciente de bisnietos.

Un caso atípico que, como relata Catholic East Texas, comenzó cuando conoció en su parroquia a la que sería su esposa, Nancy, mientras estudiaba la carrera de medicina y oftalmología.

Desde que nació, Love recuerda el estrecho vínculo que unió a sus padres durante 68 años y su esfuerzo por educar a sus hijos en la fe católica tras la conversión de su madre del baptismo a la Iglesia.

Médico, militar y esposo

Mientras estaba en la escuela, siempre supo que la medicina sería la disciplina a la que quería dedicarse a lo largo de su vida y comenzó sus estudios universitarios en la Universidad de Carolina del Norte.

«Tuve miedo durante mi primer año, pero una vez que conseguí trabajo en el hospital aumentó mi seguridad. Cambiaba los pañales a los pacientes y pensé que si podía hacer eso, podría hacer cualquier cosa en medicina», recuerda.

Era 1963 y Lawrence estaba en su segundo día de universidad cuando Nancy, una compañera, le invitó a una comida de bienvenida a nuevos estudiantes en la parroquia de St Thomas More. Pasaron 4 años hasta que comenzó a salir con ella y se casaron en 1968, poco después de terminar sus estudios con la especialidad en oftalmología.

«Me gradué en 1971 y después me uní a la fuerza aérea. Vinimos a Texas durante cuatro meses para prepararme para ser un cirujano de vuelo», explica.

Hacia una esquizofrenia con fatal desenlace

Cuatro años después de su matrimonio, Nancy y Lawrence tuvieron a su primer hijo, Andy, al que le siguió Charlotte en 1973. «Fue lo mejor del mundo para nosotros que se llevasen tan poco tiempo», remarca.

El dolor y la enfermedad no tardaron en visitar al joven matrimonio.

Poco después de casarse, Nancy tuvo un colapso mental por el que tuvo que ser ingresada y recibir tratamiento de choque. Fue el anticipo de una esquizofrenia que estaba por llegar.   

«Tenía  frecuentes crisis nerviosas y era muy difícil para los niños cuando eran pequeños, ya que a veces la ingresaban durante más de un mes», explica. Tras los ingresos, la familia debía supervisar que tomaba la medicación para poder controlar los ataques, pero si no lo hacía entraba automáticamente en crisis.

«Me sentía como un policía cuando le insistía que la tomase, ella lo odiaba. Cuidar de Nancy no fue fácil, pero cuando estaba bien era una buena madre y nadie cuidaba mejor de sus hijos que ella», recuerda.

Su situación empeoraba por semanas: a principios de 2005 le diagnosticaron Alzheimer y en 2007 tuvo una repentina embolia pulmonar que le provocó la muerte.

La familia de Lawrence Love.

La extensa familia de Lawrence Love, compuesta por dos hijos, 12 nietos y varios bisnietos. 

«Llamado» al diaconado

Con el tiempo, Lawrence recuerda su fallecimiento como «una bendición» para  su mujer. «Iba rápidamente cuesta abajo hacia la demencia. Fue un alivio que todavía supiera quiénes éramos y que no perdiera la conciencia de quién era ella [antes de su muerte]», relata.

Dos años después, Lawrence comenzó los cinco años de formación requeridos para ser diácono permanente: «Había gente que me preguntaba si era un `rebote´ por la muerte de Nancy o si todavía estaba de duelo, pero simplemente me sentía llamado a ello. Dios tiene unos planes para nosotros, pero a veces no se materializan hasta que pasa el tiempo».

De hecho, el sacerdocio nunca estuvo en la mente de Love. «Muchos piensan en ello y se rebelan, pero yo sabía que era médico, esposo y padre, no pensé de esa manera. Estoy seguro de que Dios pensó que yo también sería sacerdote, pero por una vía distinta a la convencional«, comenta.

Sin embargo, en 2009, Lawrence comenzó a investigar sobre el sacerdocio y los seminarios a la salida del trabajo y decidió consultarlo con su director espiritual. Después «fui a un retiro, hable con el obispo y me dirigí a Dios: `Si quieres que sea sacerdote házmelo ver para hacer lo que debo´».

La respuesta no tardó en llegar cuando, en un retiro de discernimiento en la abadía benedictina de Subiaco se dirigió a uno de los sacerdotes: `Dios quiere que sea sacerdote´». «Lo sé», fue toda la respuesta del religioso.

Un sacerdote poco convencional

Lawrence dejó de ejercer la medicina en junio de 2010 y entró a un seminario de Boston orientado a la formación de vocaciones tardías.

Fue ordenado en junio de 2014, a la edad de 69 años.

Desde entonces explica que haber sido esposo y padre le ha ayudado en su camino para convertirse en padre espiritual.

“Saber a qué se enfrenta la gente en el mundo real, especialmente en la confesión, ha marcado la diferencia. En el confesionario, la gente agradece que haya sido esposo, padre, abuelo y médico«, concluye. 

Era abogado y en Medjugorje se sintió llamado al sacerdocio

Hace unos días Damià fue ordenado diácono después de 15 años dedicado a su profesión. La oración y la música en el grupo Reina de la Paz le ayudaron a descubrir su nuevo camino

Damià Tarragó es el mayor de cuatro hermanos de una familia de Sarral, un pequeño pueblo de Tarragona (España). Tanto en su colegio como en su casa fue educado en la fe y las costumbres cristianas.

A los 18 años inicio su formación universitaria en Pamplona, donde estudió la carrera de Derecho que luego complementó con otros estudios de Criminología y un postgrado en Derecho de empresa.

Sin embargo, hace unos años lo dejó todo para entrar en el seminario.

Hablamos con él sobre su vocación y sobre cómo ser fiel a la llamada de Dios.

DAMIA TARRAGO
Damià hizo un radical cambio de rumbo en su vida tras una peregrinación a Medjugorje

Después de estudiar Derecho y Criminología y realizar un postgrado en Derecho de Empresa, te dedicaste durante 15 años a la abogacía. ¿Qué ocurrió para que lo hayas dejado todo?

Hubo un momento en el que experimenté de una manera muy intensa la presencia de Dios en mi vida.

Entonces fui plenamente consciente de que Dios me amaba y que tenía una vocación para mí.

Una vez identificada esta vocación, la seguí, al principio un poco cauteloso. Pero muy pronto empecé a ponerlo todo en manos del Señor… ¿qué podía hacer si no?

Lo que Él me pedía era demasiado grande para mí, ya que implicaba dejar atrás años de estudios y de vida profesional…

Sin embargo, cuando descubres la llamada de Dios, nada de lo que dejas, aunque aparentemente tenga un grandísimo valor, se puede comparar con ella, a pesar de las dificultades que van surgiendo en el camino.

«Cuando descubres la llamada de Dios nada de lo que dejas, aunque aparentemente tenga un grandísimo valor, se puede comparar con ella»

Esa llamada a ser sacerdote, ¿fue un momento concreto o fue más bien un camino largo?

Se trató más bien del resultado de un proceso que, en mi caso, empezó al darme cuenta de que lo que estaba haciendo, aunque parecía que todo era perfecto, en realidad no lo era tanto.

Entonces me cuestioné mi propia realidad, y quise descubrir el sentido de mi vida. Si me gusta lo que hago, ¿por qué no me siento plenamente feliz?

En el momento en que fui consciente de que no lo era, me cuestioné si había algo que pudiera hacerme feliz de verdad.

Finalmente, descubrí la vocación que Dios me tenía preparada. Esa propuesta que te presenta Dios en forma de vocación, depende de cada uno aceptarla o no.  Yo la acepté.

¿Qué papel tuvo la Virgen María en este proceso?

Pues fue determinante. Ella siempre me ha acompañado. Finalmente, fue durante una peregrinación a Medjugorje donde pude descubrir definitivamente mi vocación.

DAMIA TARRAGO
Damià en Medjugorje

Ella siempre ha estado muy presente en mi vida, ya que desde muy pequeño mi padre, con un profundo amor a María, junto a mi madre, nos enseñaron a mis hermanos y a mí esta entrañable devoción.

María siempre está muy pendiente de todos y cada uno de sus hijos. De eso puedo dar fe.

«María siempre está muy pendiente de todos y cada uno de sus hijos. De eso puedo dar fe.»

Durante los últimos años has formado parte de un grupo de música y de plegaria, Reina de la Paz Musics, que ha dedicado muchas horas a la adoración y oración frente al Santísimo. ¿Estar frente a la Custodia, junto a Jesús sacramentado, te ha ayudado a descubrir a Dios, a sentirte elegido por Él y a discernir tu vocación?

Como he explicado antes, fue precisamente durante una adoración eucarística en Medjugorje donde pude ver claro lo que Dios me estaba proponiendo.

DAMIA TARRAGO
Fue durante una adoración cuando Damià descubrió la propuesta de Dios para él.

Desde ese momento deposité mi confianza en Él y con el tiempo solo he podido confirmar que mi decisión de seguir la vocación que Dios me proponía fue la mejor.

Por otra parte, gracias a la música y a los cantos he podido ayudar a otros a encontrar el camino hacia Dios y a vivir esta experiencia que tuve la suerte de vivir yo.

Atreverse a decir «sí»

¿Crees que la falta de vocaciones se debe a que Dios no llama o a que no oímos bien?

Dios siempre llama y lo hace a cada uno en particular. Nos llama a todos a ser santos. Esta es la gran vocación de un seguidor de Jesucristo.

Depende de la vocación que cada uno tenga, hará de una forma u otra ese camino de santidad.

En mi caso esa llamada ha sido al ministerio presbiteral, pero hay otras maneras de seguir ese camino: el matrimonio, la vida consagrada, el compromiso laical… 

Hay que estar atentos, discernir bien y atreverse a decir sí.

Sinceramente creo que lo importante es ser auténticos testimonios de Cristo en nuestra sociedad, en nuestra familia, en nuestro entorno laboral…

Y como testimonios suyos mostrarles el gran amor que Él nos tiene, especialmente a ellos, los más jóvenes.

Ser coherentes con nuestra fe, ser valientes y auténticos, creo que esa es la cuestión.

«No somos conscientes de cuánto nos ama Dios»

En tu discurso de agradecimiento el día de la ordenación como diácono, hablaste de que todos -laicos, sacerdotes o religiosos- estamos llamados a la santidad. Es algo que nos parece muy lejano e inalcanzable, pero a lo que todos estamos llamados. ¿Por qué se nos olvida tan fácilmente?

Creo que la razón principal es que no somos conscientes de cuánto nos amaDios. Dios es nuestro Padre amoroso y nos quiere como hijos suyos que somos.

Si reflexionáramos y nos paráramos a pensar, descubriríamos lo que Dios desea para nosotros: que compartamos ese amor con Él y con los demás, en esta vida y en la vida eterna.

A estas alturas de tu vida -estás a punto de cumplir 50 años-, y después de tantos años dedicándote a la abogacía, supongo que tu familia se sorprendió bastante cuando les anunciaste tu idea y tu decisión de entrar en el seminario. ¿Cómo se lo planteaste y cómo fue su reacción?

No fue fácil plantearlo, porque sabía que les iba a generar un poco de desconcierto, como luego inicialmente sucedió.

Después de muchos años dedicado al ejercicio de la abogacía, al asesoramiento jurídico y a la actividad empresarial, yo iba a abandonarlo todo, y eso era difícil de asumir para ellos.

DAMIA TARRAGO
Actualmente el diácono sirve en varias parroquias de Tarragona y espera ser ordenado sacerdote pronto

En un primer momento su reacción fue de sorpresa y de confusión, ya que no era previsible mi “sí” a una opción como esta y a ingresar en el seminario.

No fue fácil, pero hoy todos se alegran por mi felicidad y comparten mi alegría. Siempre los tuve a mi lado de una manera u otra.

«Mi principal anhelo es ser siempre fiel a la llamada de Dios, llevar la Buena Nueva de Jesucristo allá donde no se conozca, se haya diluido o incluso olvidado. Y siempre atender a los más necesitados y estar al servicio y disposición de lo que la Iglesia necesite para cumplir su misión.»

La vocación al diaconado y al sacerdocio es una entrega y una vocación de servicio a Dios y a los demás. ¿Has pensado de qué manera puedes servir a la comunidad cristiana?

Claro, siguiendo el camino hacia la santidad, que Jesucristo viva en mí y yo viva en Él.

Mi principal anhelo es ser siempre fiel a la llamada de Dios, llevar la Buena Nueva de Jesucristo allá donde no se conozca, se haya diluido o incluso olvidado.

Y siempre atender a los más necesitados y estar al servicio y disposición de lo que la Iglesia necesite para cumplir su misión.

Damià sirve ahora como diácono en varias parroquias de algunas poblaciones de Tarragona y espera ser ordenado sacerdote muy pronto.

Lo que Cristo espera de sus sacerdotes

(…) Llegar a ser el Hombre de la Palabra era también tener un motivo, una ocasión, digna de un Dios, para demostrar su amor por el hombre; para mostrar ante sus ojos materiales la magnitud del amor divino humanizado. Él se hizo carne para que la carne pudiera ser divinizada con Él, purificada en Él. Se bajó a sí mismo, se hizo hombre para que el hombre se convirtiera en cierto sentido en Dios y se consumara en su unidad.

Pero uno de los fines principales que la Palabra perseguía al hacerse hombre era formar, en Él y con Él, al sacerdote, haciéndolo semejante a Él, transformando la carne humana misma en Él divinificándola. Y para ello, para tener ese grupo escogido en la tierra, esa legión de criaturas más que angelicales, formó la Iglesia para nutrirlas y educarlas en su seno para el altar, para angelizarlas para el sacrificio, para transformarlas en Él y para prolongar Su Pasión y muerte, en las Misas, a favor de todas las almas que a través de ellas, en Él, sería salvo.

Mira cuál fue la razón principal de la Encarnación del Verbo: purificar el mundo y perpetuar su estancia en él de dos maneras, en la Eucaristía y en el Sacerdocio, que es como otra Eucaristía itinerante. Para Mis sacerdotes, no sólo deben perpetuar la Eucaristía por el poder divino que Dios les ha dado, al pronunciar las palabras de consagración de las que son depositarios; pero ellos mismos, en su perfecta transformación en Mí, no sólo deben ser copones que Me contengan, sino otros Yo Mismo, Mi mismo Cuerpo, Mi misma Sangre, en su transformación en Mí.

¿Ves cuántas cosas ha hecho el amor de un Dios? Creación, Redención, la amada Iglesia con todos Mis sacramentos y los recursos de Su caridad en favor de los pecadores para salvarlos.

Y lo más grande es la Iglesia con sus sacerdotes; otro Yo en la tierra para regenerar almas; esos Pontífices y sacerdotes transformados en Mí, que perpetuarán, como la Eucaristía, en sí mismos, Mi estancia en la tierra.

Cuando dije en la Última Cena: «Este es Mi Cuerpo, esta es Mi Sangre», tenía en mi mente la extensión de este Cuerpo y Sangre en Mis sacerdotes transformados en Mí, hechos también, en este sentido, Eucaristías vivas, y con el mismo propósito, la de vivir inmolados a favor del mundo entero.

Fue entonces en mi alma que debían desaparecer, y en cierto sentido, como la sustancia del pan y el vino, y ser transformados en Mí para la salvación de las almas.

Verlos a otro Jesús ha sido la mente del Padre, la ilusión de un Dios-Hombre. Quiero en ellos un Jesús perfecto. ¿Y cómo? por Mi imitación y por su transformación exterior e interior a través de sus virtudes y amor en Mí. La misión del sacerdote no termina en el altar, sino que comienza allí, por así decirlo; allí comienza la unión perfecta con el Sacerdote eterno, que debe crecer día a día, hora a hora – a través del amor y a través del dolor – hasta la transformación consumada en Mí.

Bajo cualquier aspecto que me vea, el sacerdote transformado en Mí debe copiarme en sí mismo; pero Mi aspecto genuino en la tierra era amor inmolado, inmolación por amor.

El sacerdote perfecto tiene que ampliar su alma, sus puntos de vista, su corazón, sus energías, su pureza, sus virtudes, sus virtudes, sus cualidades recibidas e incluso su propia vitalidad espiritual para recibir esa semejanza, esa similitud conmigo, en todos los aspectos de la caridad, la paciencia, la humildad, el sacrificio, la docilidad, la abnegación, la obediencia y el amor. Que refleje la Eucaristía en su alma, que se parezca a Jesús en esa caridad universal, todo para todos y entregándose totalmente de todo corazón en el santo ejercicio de su apostolado en favor de las almas.

¡Oh, si Mis sacerdotes fueran penetrados por estos pensamientos, cómo avanzarían en su indispensable transformación en Mí – más que nunca en estos últimos tiempos necesarios – y circularían por todo su ser esa savia divina, unificada en la unidad de la Trinidad!

Este fue y es el ideal del Padre al elegirlos para ser otro Yo y complacerse a Sí mismo en ellos como en Su Hijo amado. Que no desperdicien el don de Dios, que aceleren esa circulación de la vida divina en sus almas y en sus cuerpos, como prueba de su fe y esperanza en la Trinidad y del amor y la gratitud que deben distinguirlos hacia Mí, que los lleva tan profundamente en Mi Corazón y en Mi alma».

«A MIS SACERDOTES» DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. CNPA CXII: JESÚS-MEDIADOR.

Mensajes de Nuestro Señor Jesucristo a Sus hijos predilectos.

¿Por qué el Padre Stefano Gobbi?

Italia (1930-2011) Sacerdote, místico y fundador del Movimiento Mariano de Sacerdotes

Lo siguiente está adaptado, en parte, del libro, LA ADVERTENCIA: Testimonios y profecías de la Iluminación de la Concienciapp. 252-253:

El padre Stefano Gobbi nació en Dongo, Italia, al norte de Milán en 1930 y murió en 2011. Como laico, dirigió una agencia de seguros, y luego, después de un llamado al sacerdocio, recibió un doctorado en sagrada teología de la Pontificia Universidad Lateranense en Roma. En 1964, fue ordenado a la edad de 34 años.

En 1972, ocho años después de su sacerdocio, el P. Gobbi viajó en peregrinación a Fátima, Portugal. Mientras oraba en el santuario de Nuestra Señora por ciertos sacerdotes que habían renunciado a sus vocaciones y estaban tratando de formarse en asociaciones en rebelión contra la Iglesia Católica, escuchó la voz de Nuestra Señora que lo instaba a reunir a otros sacerdotes que estarían dispuestos a consagrarse al Inmaculado Corazón de María y estar fuertemente unidos con el Papa y la Iglesia. Esta fue la primera de cientos de locuciones internas que el P. Gobbi recibiría a lo largo de su vida.

Guiado por estos mensajes del cielo, el P. Gobbi fundó el Movimiento Sacerdotal Mariano (MMP). Los mensajes de Nuestra Señora de julio de 1973 a diciembre de 1997, a través de locuciones al P. Stefano Gobbi, fueron publicados en el libro, A los Sacerdotes, los Amados Hijos de Nuestra Señora, que ha recibido el Imprimatur de tres cardenales y muchos arzobispos y obispos de todo el mundo. Su contenido se puede encontrar aquí: http://www.heartofmaryarabic.com/wp-content/uploads/2015/04/The-Blue-Book.pdf

En la introducción del manual de facto del MMP: A los Sacerdotes, Los Amados Hijos de Nuestra Señora, dice del movimiento:

Es una obra de amor que el Inmaculado Corazón de María está suscitando hoy en la Iglesia para ayudar a todos sus hijos a vivir, con confianza y esperanza filial, los momentos dolorosos de la purificación. En estos tiempos de grave peligro, la Madre de Dios y de la Iglesia actúa sin vacilación ni incertidumbre para ayudar ante todo a los sacerdotes, que son hijos de su predilección materna. Naturalmente, este trabajo hace uso de ciertos instrumentos; y de manera particular, don Stefano Gobbi ha sido elegido. ¿Por qué? En un pasaje del libro, se da la siguiente explicación: «Te he elegido porque eres el instrumento menos apto; por lo tanto, nadie dirá que este es tu trabajo. El Movimiento Sacerdotal Mariano debe ser solo mi trabajo. A través de tu debilidad, manifestaré mi fuerza; a través de tu nada, manifestaré mi poder» (mensaje del 16 de julio de 1973). A través de este movimiento, estoy llamando a todos mis hijos a consagrarse a mi Corazón, y a difundir por todas partes cenáculos de oración.

El P. Gobbi trabajó incansablemente para cumplir la misión que Nuestra Señora le confió. En marzo de 1973, unos cuarenta sacerdotes se habían unido al Movimiento Sacerdotal Mariano, y a finales de 1985, el P. Gobbi había abordado más de 350 vuelos aéreos y realizado numerosos viajes en coche y tren, visitando los cinco continentes varias veces. Hoy en día, el movimiento cita la membresía de más de 400 cardenales y obispos católicos, más de 100,000 sacerdotes católicos y millones de católicos laicos en todo el mundo, con cenáculos de oración y participación fraterna entre sacerdotes y fieles laicos en todas partes del mundo.

En noviembre de 1993, el MMP en los Estados Unidos, con sede en St. Francis, Maine, recibió una bendición papal oficial del Papa Juan Pablo II, quien mantuvo una estrecha relación con el P. Gobbi y celebró misa con él en su capilla privada del Vaticano anualmente durante años.

Los mensajes que Nuestra Señora dio al P. Gobbi a través de locuciones interiores son algunos de los más numerosos y detallados con respecto a su amor a su pueblo, su apoyo constante a sus sacerdotes, la persecución venidera de la Iglesia y lo que ella llama el «Segundo Pentecostés», otro término para la Advertencia, o la Iluminación de la Conciencia de todas las almas. En este Segundo Pentecostés, el Espíritu de Cristo penetrará en cada alma con tanta fuerza y a fondo que en cinco o quince minutos, cada persona verá su vida de pecado. Los mensajes marianos al Padre Gobbi parecen advertir que este evento (y después un Milagro prometido y también un Castigo o Castigo) iban a ocurrir a finales del siglo XX. [Mensaje #389] Los mensajes de Nuestra Señora del Buen Suceso también mencionan que algunos de estos eventos ocurrirán en «el siglo XX». Entonces, ¿Qué explica esta discrepancia en la línea de tiempo del mundo?

«Estoy prolongando el tiempo de misericordia por causa de los pecadores. Pero ay de ellos si no reconocen este tiempo de Mi visitación.» (Diario de Santa Faustina, # 1160)

En los mensajes de la Santísima Madre al P. Gobbi, ella declaró:

«Muchas veces he intervenido para retrasar cada vez más en el tiempo el comienzo de la gran prueba, para la purificación de esta pobre humanidad, ahora poseída y dominada por los espíritus del mal». (#553)

Y de nuevo al P. Gobbi le reveló:

«… así he logrado de nuevo posponer el tiempo del castigo decretado por la justicia divina para una humanidad que se ha vuelto peor que en el momento del diluvio». (#576).

… el diseño de la Justicia de Dios, todavía puede ser cambiado por el poder de Su Amor misericordioso. Incluso cuando te predigo el castigo, recuerda que todo puede ser cambiado en un momento por el poder de tu oración y de tu penitencia, que hace reparación. Así que no digas «¡Lo que nos predijiste no se hizo realidad!», sino agradece al Padre Celestial conmigo porque, a través de la respuesta de la oración y la consagración, a través de tu sufrimiento, a través del inmenso sufrimiento de tantos de mis pobres hijos, Él ha vuelto a posponer el tiempo de la Justicia, para permitir que florezca el tiempo de la gran Misericordia. —21 de enero de 1984; A los sacerdotes, hijos amados de Nuestra Señora

Pero ahora, al parecer, Dios no se retrasa más. Los acontecimientos que la Santísima Madre predijo al P. Stefano Gobbi ya han comenzado.

Nota: Hace unos 23 años, un hombre y una mujer en California, que vivían juntos en una vida de pecado, experimentaron una profunda conversión a través de la Divina Misericordia. Esto los llevó a arrepentirse y entrar en un matrimonio sacramental. Alrededor del momento de su conversión, el hombre comenzó a escuchar audiblemente la voz de Jesús (lo que se llaman «locuciones»). No tenía casi ninguna catequesis o comprensión de la fe católica, por lo que la voz de Jesús lo alarmó y lo cautivó. A pesar de que algunas de las palabras del Señor fueron de advertencia, describió la voz de Jesús como siempre hermosa y gentil. También recibió una visita de San Pío y locuciones de Santa Teresa de Lisieux, Santa Catalina de Siena, San Miguel Arcángel y docenas de Nuestra Señora mientras estaba frente al Santísimo Sacramento. Después de transmitir dos años de mensajes y secretos (conocidos solo por este hombre y que se anunciarán en un tiempo futuro conocido solo por el Señor), las locuciones se detuvieron. Jesús le dijo al hombre: «Dejaré de hablarte ahora, pero Mi Madre continuará guiándote«. La pareja se sintió llamada a iniciar un cenáculo del Movimiento Mariano o Sacerdotes donde meditarían en los mensajes de Nuestra Señora al P. Stefano. Alrededor de ese tiempo, las estatuas e imágenes sagradas comenzaron a rezumar inexplicablemente aceite fragante mientras un crucifijo y una estatua de San Pío sangraban (una de esas imágenes ahora cuelga en el Centro Mariano ubicado en el Santuario de la Divina Misericordia en Massachusetts). Fueron dos años después de estos cenáculos que las palabras de Jesús se hicieron realidad: Nuestra Señora comenzó a guiarlo, pero de la manera más notable. Durante los cenáculos, y en otras ocasiones, este hombre veía «en el aire» frente a él el número de mensajes del llamado «Libro Azul», una colección de las revelaciones que Nuestra Señora dio al P. Stefano llamada «A los Sacerdotes los Hijos Amados de Nuestra Señora». Cabe destacar que este hombre no lee el Libro Azul hasta el día de hoy (ya que su educación es muy limitada y tiene una discapacidad de lectura). A lo largo de los años, estos números que se materializan confirman en innumerables ocasiones las conversaciones espontáneas en sus cenáculos, y ahora hoy, los eventos que tienen lugar en todo el mundo. Es decir, los mensajes del P. Gobbi no fallaron, sino que ahora están encontrando su cumplimiento en tiempo real.

Siempre que estos números estén disponibles para Countdown to the Kingdom, los pondremos a disposición aquí.


Para una consagración mariana poderosamente efectiva, ordene el libro, Mary’s Mantle Consecration: A Spiritual Retreat for Heaven’s Helprespaldado por el Arzobispo Salvatore Cordileone y el Obispo Myron J. Cotta, y el Diario de Oración de Consagración del Manto de María que lo acompaña. Ver www.MarysMantleConsecration.com.

Colin B. Donovan, STL, «Marian Movement of Priests«, EWTN Expert Answers, consultado el 4 de julio de 2019, ewtn.com

Véase más arriba y www.MarysMantleConsecration.com.

Sede nacional del Movimiento Mariano de Sacerdotes en los Estados Unidos de América, Nuestra Señora habla a sus amados sacerdotes, 10ésimo Edición (Maine; 1988) p. xiv.

Ibíd., pág. xii.

Primeras imágenes de «Padre Stu», de Mark Wahlberg y Mel Gibson

La trepidante vida del sacerdote Stuart Long llegará a las pantallas estadounidenses el próximo mes de abril

Ya podemos ver las primeras imágenes de la que, a priori, promete ser una de las películas del año: Padre Stu (Father Stu).

La dirige Rosalind Ross, cineasta y actriz y pareja actual de Mel Gibson, quien interpreta un papel secundario en el filme; mientras Mark Wahlberg encarna al protagonista, el Padre Stuart Long.

Es la historia real de un hombre cuyo camino trazó un arco desde la autodestrucción hasta la redención y el calvario de la enfermedad. En Estados Unidos se estrenará en abril. 

¿Quién fue el Padre Stuart?

Nacido en 1963 y fallecido en 2014 a la edad de 50 años, su historia es muy apropiada para el cine por toda la carga que conlleva de dolor, superación y búsqueda de un sentido a su vida.

Oriundo de Seattle, Long se crió en Helena, la ciudad de sus padres. En su juventud se licenció en Escritura y Literatura Inglesas. Al mismo tiempo hizo cierta carrera en el boxeo, hasta que una cirugía para reconstruirle la mandíbula le obligó a dejar los guantes y decidirse por la actuación.

En Hollywood no alcanzó los propósitos que se había marcado y fue dando bandazos de un empleo a otro hasta convertirse en gerente de un museo en Pasadena. 

Una noche sufrió un accidente de tráfico, lo que le hizo replantearse su vida mientras estaba en el hospital. Primero se bautizó para poder casarse por la iglesia con su novia católica. Luego se inclinó por el sacerdocio, que era el camino donde empezaba a encontrar respuestas.

Padre Stu
Mark Wahlberg en Padre Stu

Sony Pictures – Fair Use

Cuando ya había encontrado iluminación, estabilidad y un oficio al que dedicarse, le diagnosticaron un trastorno muscular progresivo que iría debilitando sus músculos. No había cura para la enfermedad y pronto tuvo que empezar a moverse con muletas y aprender a convivir con este perjuicio degenerativo. 

Parece que su historia, su fe y su obstinación en la lucha ayudaron a otras personas. En el tráiler vemos un momento en el que acude a una cárcel para animar a los presidiarios. También se intuye un reencuentro con sus padres, a quienes interpretan Mel Gibson y Jacki Weaver. 

Mel Gibson y Rosalind Ross: delante y detrás de las cámaras

El filme, que produce el actor Mark Wahlberg, quien mantiene una sólida amistad con Gibson, supone la oportunidad de la pareja actual de éste último, Rosalind Ross, para dirigir su primer largometraje. Ross también es la autora del guión.

Según parece, Wahlberg muestra dos condiciones físicas muy diferentes para encarnar al sacerdote: primero, musculoso y delgado para conferir credibilidad al estatus de boxeador y tipo metido en algunos jaleos; luego, pasado de peso para esas escenas en las que los músculos fallan y su actividad física comienza a ser nula. Un antes y un después similar al que practicaron otros actores célebres (pensemos en Robert De Niro en Toro salvaje  y en Tom Hanks en Náufrago).

Padre Stu
Mel Gibson en Padre Stu

Sony Pictures – Fair Use

Este proyecto le ha servido para ofrecer una muestra de su condición católica: el actor comentó en una entrevista con The Christian Post que le gusta empezar y terminar el día reflexionando sobre su fe.  

En cuanto a Mel Gibson, su participación como actor secundario aporta consistencia al filme. Ésta es su oportunidad para conseguir que una película en la que participa se estrene en salas de cine, algo que no ocurría desde 2017, con la comedia «Dos padres por desigual», en la que, por cierto, trabajó con Mark Wahlberg. Gibson apenas se ha tomado un respiro desde entonces (salvo los tiempos de cuarentena en pandemia). 

El problema es que sus nuevas películas se estrenaron directamente en DVD o plataformas de streaming, al menos en España. Quien suscribe, que se las ha visto todas, puede asegurar que en estos años ha rodado de todo, tanto de actor protagonista como de secundario de lujo.

Ha participado desde 2018 en películas excepcionales (“Al otro lado de la ley”), buenas (Entre la razón y la locuraMuere otra vez), malas (La fuerza de la naturalezaInstinto peligroso) y divertidas (Matar a SantaLast Looks). 

El único que transforma, purifica y santifica es el Espíritu Santo

Mensajes de Nuestro Señor Jesucristo a sus hijos favoritos.

CXIV – EL ESPÍRITU SANTO Y JESÚS

«Si yo soy la Promesa del Padre, el Espíritu Santo es mi Promesa, mi Impetración al Padre en favor de mi Iglesia y de toda la humanidad, la Condescendencia del Padre, es decir, del Amor.

El Espíritu Santo es para el hombre fruto de mi oración, de mi ardiente oración; es de Dios-hombre, la mayor de mis ternuras en favor del mundo, y sobre todo, de mis sacerdotes.

Imploraré por ellos muy principalmente ese Espíritu santificador que es Luz increada, para que Él ilumine a mi amada Iglesia y la santifique.

Sin el Espíritu Santo, la Iglesia no podría existir, y por lo tanto, ni mis sacerdotes, y mi Entrega se habría truncado. Pero como la Iglesia fue eternamente concebida y realizada en la mente de la Trinidad, el Espíritu Santo fue eternamente el designado por el Padre para gobernarla.

¿Qué haría la Iglesia sin el Espíritu Santo? No existiría, repito; pero el amor infinito de Dios por el hombre ya envió ese Espíritu vivificante y transformador sobre las almas sacerdotales. Porque dondequiera que el Espíritu Santo toca, allí Me deja, Él deja el germen fértil de la gracia transformadora, que sólo puede venir a través del Espíritu Santo.

¿No ves que yo, como hombre, soy una obra favorita donde ese Espíritu divino tiene Su placer?

El gozo del Espíritu Santo es Jesús Encarnado, Jesús Redentor, Salvador, Pagador y Glorificador. Yo soy su gloria, su gozo, su triunfo contra Satanás.

Cuando arrojó Su Fecunda y purísima Sombra en el vientre también más puro de María, Él ya sabía que Yo sería el fruto santísimo de esa fecundación poderosa y divina que vino del Padre. El Espíritu Santo ya se regocijaba en esa Flor, en ese Fruto bendito, en Jesús, en quien fue recreado eternamente, y la contempló como Su Obra, y adornó mi alma creada con todos los carismas de la Trinidad.

Nadie puede entender, excepto Dios en Su Trinidad de Personas y en Su unidad de sustancia, el plan infinito y especial en el que el Espíritu Santo se regocijó cuando obró en María la Encarnación del Verbo Divino. Yo, como Hombre, soy Su gloria, y Él se regocija en presentarme al Padre como el gran trofeo de Su amor, como el reflejo de Sus infinitas perfecciones, dotado de gracias incalculables, y Él se deleitó en esa Obra salvadora y glorificadora.

¿Quién inspiró la muerte de la Cruz? El Espíritu Santo ¿Quién, si no aquel que es Amor, podría eternizar el amor mientras hubiera Iglesia y mundo en una hostia consagrada?

¿Quién fue mi inspirador constante, como hombre?

Si Mi Padre engendró en Su seno la amada Iglesia, el Espíritu Santo, tomando en Mí lo que era Suyo, formó y estableció la Iglesia en la tierra sobre fundamentos redentores. Por eso la Iglesia es amor, difunde amor, infunde amor, y sus leyes y todas sus enseñanzas son de amor, de amor puro.

El Espíritu Santo hizo que la Iglesia tuviera como fundamento inquebrantable, en San Pedro y en sus Vicarios, el amor, y el único amor: porque este fundamento del amor, en el que reina el Espíritu Santo, es el único firme y el único que puede resistir los empujes satánicos. El Amor Divino nunca se mueve, nunca se cansa, nunca cambia, y es el que perdura hasta el fin de los tiempos en la Iglesia militante, para continuar eternamente en la Iglesia triunfante.

Lo que Dios no destruye, y lo que el Espíritu Santo hace fructífero es eterno.

Porque ¿cuál es la base de la transformación de los sacerdotes en Mí? Amar. ¿Y quién es el Amor si no el Espíritu Santo?

Soy amor como Dios y soy amor como Hombre, pero tanto como Dios como como Hombre, que es en Mí el amor eterno e infinito, la dilatación infinita en el seno del Padre, si no la Persona de Amor, ese Nimbus de Luz y de fructificación amorosa, el Amor supremo y único, del cual se derivan todos los amores santos, el Espíritu Santo?

¿Y como Hombre, que me hizo amar a Jesús, en el vientre de María, sino la proyección eterna del amor, la fructífera Sombra del Amor, el Espíritu Santo?

Yo más que nadie, como hombre, vivo unido a ese Espíritu de amor que forma el éxtasis de la Santísima Trinidad, cuyo papel, entre el Padre y el Hijo, es el de la alegría eterna del amor, la que nos unifica, la santa, sublime y perfecta de unidad.

El Espíritu Santo, aunque procede del Padre y del Hijo, es el nudo más dulce que aprieta y forma la unidad en la Trinidad.

Oh, si yo mirara en esos abismos profundos e insondables de unidad, estarías convencido de esta verdad, deliciosa y santa para la Trinidad, de que el Espíritu Santo forma la unidad; nace eternamente de Él y lo perpetúa, y Él mismo es UNIDAD, precisamente porque Él es Amor, y la unidad es Amor.

Mi Humanidad, por la unión hipostática de Mis dos naturalezas en una sola Persona divina, no desfiguró, por así decirlo, a la Divinidad por su contacto íntimo e inseparable.

Y yo, Dios-Hombre, sigo siendo un solo Dios con el Padre y con el Espíritu Santo; y mi humanidad, divina también por su contacto con la Divinidad, es el trofeo del Espíritu Santo, la Victoria del Padre, y un recordatorio constante, si se me permite decirlo, de todo el Sacerdocio en Mí, de toda la humanidad en Mí.

El Cristo era Dios en la tierra, y en Mí no había nada que no fuera divino. La caridad infinita, desbordamiento excesivo de amor, fue la Encarnación del Verbo Divino: pero, al hacerme carne en María, siempre fui Dios, y ahora, mi Carne divinizada, como lo fue en la tierra por el amor y el dolor, no dejo de ser Dios.

Yo soy amor, todo amor en mi Cuerpo, en mi Alma, en mi Divinidad; porque mi Espíritu en la tierra fue el Espíritu Santo-Amor, que me transmite (como hombre) su sustancia de amor, que unifica la Trinidad a través del amor.

Si Mis sacerdotes quieren transformarse en Mí, el gran transformador, el único que transforma, purifica y santifica es el Espíritu Santo.

La forma más rápida y segura de transformarse en Mí es copiarme; pero este boceto, este ideal sólo puede ser realizado por el Espíritu Santo. ¿Y sabes cómo?

A través de la unidad en la Trinidad.

Como sé que este es el único medio para la transformación de los sacerdotes en Mí, antes de ascender al Cielo, prometí lo más grande y amado que podría prometer a Mi Iglesia, y que era enviar el Espíritu Santo, rogando al Padre que fuera derramado, por ese Espíritu Santo, en fecundaciones divinas: es decir, en vocaciones sacerdotales engendradas en el amor, nacidas por el amor y transformadas para la gloria de Dios en el AMOR mismo».

«A MIS SACERDOTES» DE CONCEPCIÓN CABRERA DE ARMIDA. GORRO. CXIV: EL ESPÍRITU SANTO Y JESÚS.