«Un camino de fe es un camino de sacrificio. La vocación cristiana no nos saca de nuestro lugar, sino que nos exige abandonar todo lo que obstaculiza la voluntad de Dios. La luz que se enciende es sólo el principio; debemos seguirla, si queremos que esa luz se convierta en estrella, y luego en sol». Los Reyes Magos tuvieron que pasar por malos caminos y dormir en lugares incómodos…, pero la estrella les mostró el camino y les indicó el sentido de sus vidas. La estrella ilumina su viaje, y les recuerda en todo momento que vale la pena pasar por cualquier incomodidad o peligro para ver a Jesús. Esto es lo importante. Los sacrificios se llevan con garbo y alegría si el fin vale la pena.
Pero cuando llegan a Jerusalén se quedan sin la luz que los guía. La estrella desaparece y están desorientados. ¿Qué hacen entonces? Preguntan al que debería saberlo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en Oriente y hemos venido a adorarle. Debemos aprender de estos hombres sabios y santos. A veces estamos a oscuras y desorientados, en lugar de buscar la luz de la voluntad de Dios, vamos iluminando nuestra vida con la luz de nuestros propios caprichos, que quizá nos llevan por caminos más fáciles. «Muchas veces en la vida elegimos no según la voluntad de Dios, sino según nuestro gusto y nuestro capricho, según nuestra comodidad y nuestra cobardía. No estamos acostumbrados a mirar hacia arriba, hacia la estrella y, en cambio, tenemos la costumbre de alumbrarnos con nuestra propia vela, que es una luz pequeña, que es una luz oscura, que es una luz que (…) nos reduce a los límites de nuestro propio egoísmo».
Los Magos piden porque quieren seguir la luz que Dios les da, aunque les muestre caminos escarpados y difíciles. No quieren seguir su propia luz, que les llevaría por caminos aparentemente más suaves y tranquilos, pero en los que no encontrarían a Jesús. Ahora que no tienen la estrella, utilizan todos los medios a su alcance para llegar a la gruta de Belén. Porque llegar a Jesús es lo realmente importante.
Toda nuestra vida es un viaje hacia Jesús. Es un camino que recorremos a la luz de la fe. Y la fe nos llevará, cuando sea necesario, a preguntar y a dejarnos guiar, a ser dóciles. «Pero los cristianos no tenemos necesidad de preguntar a Herodes o a los sabios de la tierra. Cristo ha dado a su Iglesia la seguridad de la doctrina, la corriente de gracia de los Sacramentos; y ha dispuesto que haya personas que guíen, que conduzcan, que traigan constantemente a la memoria el camino (…).
«Permitidme un consejo: si alguna vez perdéis la claridad de la luz, recurrid siempre al buen pastor (…). Acude al sacerdote que te cuida, al que sabe exigirte una fe fuerte, una finura de alma, una verdadera fortaleza cristiana. En la Iglesia hay plena libertad para confesarse con cualquier sacerdote que tenga las licencias legítimas; pero un cristiano con una vida clara irá -¡libremente! – a aquel que conoce como el buen pastor, que puede ayudarle a levantar los ojos, para volver a ver la estrella del Señor en lo alto».
Los Magos volvieron a encontrar la estrella que les indicaba dónde estaba el Señor porque siguieron los consejos e indicaciones de quienes en aquel momento habían sido puestos por Dios para mostrarles el camino. Muchas veces la fe se concreta en la docilidad, en ese signo de humildad que es dejarse ayudar en la dirección espiritual por quien sabemos que es el buen pastor para nosotros en particular.
La noticia traída por los Magos se extendió por Jerusalén, de puerta en puerta, de casa en casa. En muchos buenos israelitas se avivaba la esperanza del Mesías y se preguntaban si no había llegado ya. Otros, como el mismo Herodes, a pesar de tener más cultura, mejor conocimiento, recibieron la noticia de manera muy diferente, porque no estaban interiormente preparados para recibir al rey de los judíos nacido.
Jesús, el mismo Niño nacido en Belén de Judea, pasa continuamente a nuestro lado; pasa como lo hizo una vez con los Magos o atravesó la vida de Herodes. Hay dos posiciones ante el Señor: aceptarlo, y entonces todo lo nuestro es suyo; o negarlo, prescindiendo de Él, construyendo nuestra vida como si no existiera. También está la posición de luchar contra Él; esto es lo que hizo Herodes.
Nosotros, como los Magos, queremos llegar a Jesús, aunque tengamos que dejar las cosas que otros aprecian o, para seguir el camino que lleva a Belén, tengamos que sufrir algún revés.
Cada propósito que hacemos de seguir a Cristo es como una pequeña luz que se enciende. El tiempo, la perseverancia a pesar de las dificultades, el volver a empezar una y otra vez, transforman lo que empezó como algo pequeño y vacilante en una gran luz: la claridad para otros que también buscan a Cristo. «Mientras los Magos estaban en Persia, sólo vieron una estrella; pero cuando salieron de su tierra, vieron al mismo Sol de justicia».
Hoy, en la víspera de esta gran fiesta de la Epifanía, podríamos preguntarnos en la intimidad de nuestro corazón ¿Por qué a veces dejo que mi vida siga las luces oscuras de mi capricho, de mi miedo, de mi comodidad? ¿Por qué no me acerco siempre a la luz del Evangelio, donde está mi estrella y mi futuro de felicidad? ¿Por qué no doy un paso adelante y abandono mi posible situación de mediocridad espiritual? Isaías nos dice que todos los hombres están llamados a venir de lejos al encuentro del Salvador. El Señor también nos dice -quizá algunos no nos sentimos tan espiritualmente cercanos a Jesús como deberíamos- que estamos especialmente invitados en este día. Pongámonos en camino. Con la liturgia de estos días, pidamos al Señor que nos conceda esa firmeza en el camino, esa fe sólida, para alcanzar los dones que nos ha prometido.
Muy cerca de Jesús, como siempre, encontraremos a María.
Es bien sabido que Satanás odia a la Iglesia y está centrado en su destrucción. Estoy convencido de que Satanás también ha apuntado a Estados Unidos. Con nuestro gran poder y recursos, este país tiene el potencial de influir en el mundo para un gran bien, especialmente en la promoción de la libertad humana, la igualdad y las virtudes. Pero también tenemos el potencial de promover un gran mal.
Veo cada vez más señales de la mano de Satanás tratando de destruir este país. Hay una creciente desconfianza y denigración de la autoridad, como los profesores, los políticos y el gobierno, la policía, el clero y la Iglesia. Aunque ciertamente hay ejemplos de personas en tales oficinas que hacen el mal, una condena general de las personas que sirven a nuestra nación no se justifica y es destructiva para la sociedad.
Vemos también una ruptura de la «iglesia doméstica», la familia. El matrimonio de por vida de un hombre y una mujer con la crianza de los hijos en la fe parece más bien una rareza hoy en día. Incluso aquellas familias estables que criaron a sus hijos en la fe están cada vez más angustiadas porque sus hijos, influenciados por las fuerzas destructivas que los rodean, caen en el abuso de las drogas, la promiscuidad y el paganismo.
Hay una creciente erosión del cristianismo y de la religión en general en nuestra nación, con un rápido aumento concomitante de los que se identifican como «nones» religiosos (ateos, agnósticos y no afiliados.) Al llenar el «vacío del cristianismo», la práctica de la magia, la brujería y el ocultismo está en todas partes. Esto no debería ser una sorpresa. Si la gente no abraza la Luz, la oscuridad los vencerá.
Nos embarcamos en un nuevo año. Lejos de estar abatido, siento un gran optimismo. He visto personalmente lo que un poco de agua bendita, la visión de un crucifijo y la mera mención del santo nombre de Jesús hace a Satanás y sus secuaces. Son polvo comparados con el Verbo hecho carne. A pesar de todas las amenazas demoníacas, el manto de la Virgen nos protege y San Miguel y los santos ángeles nos rodean.
Pero estamos luchando por el alma de nuestra nación y de su pueblo. Comencemos este año armados con la «espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios», que es Jesús (Ef 6,17). Recomiendo la recepción frecuente de los Sacramentos, el rosario diario y la oración constante.
En respuesta al odio, la discordia y la violencia que surgen a nuestro alrededor, amemos, especialmente a quienes nos resultan repugnantes. Dejemos de juzgar a nadie: juzgar es tarea de Dios. Oremos por los líderes de nuestro país, necesitan nuestro apoyo. Que dejemos de lado la ira hacia quien nos haya hecho daño. Cuando oramos por ellos, nosotros mismos nos liberamos. Satanás y sus secuaces se alimentan de la ira, la discordia y el miedo. En 2022, sustituyamos el odio por el amor.
Me gustaría hacer una petición especial para que los piadosos seguidores de Dios pasen este año en frecuentes actos de amor hacia Jesús y su Madre. Nuestros pequeños actos de amor serán recompensados por un torrente divino de gracia. En 2022, volveremos a ser testigos de cómo «Satanás cae del cielo como un rayo» (Lc 10, 18). No puede ser de otra manera.
Es sorprendente que no haya más gente que haya oído hablar de San José Vaz, considerado el mayor misionero de Asia desde Francisco Javier.
Su fiesta es el 16 de enero y sus viajes misioneros son historias épicas de niños. Algunas de ellas no estarían fuera de lugar en el Antiguo Testamento, como separar las aguas de un río en crecida durante las lluvias monzónicas, calmar a los elefantes salvajes y enfrentarse a los magos adoradores del diablo en el reino de Kandyan, en Ceilán, para rezar por la lluvia durante una mala sequía.
Este último acontecimiento fue recogido por los monjes budistas en la crónica histórica «Culavamsa», un documento que abarca desde el siglo IV hasta 1815 y que detalla acontecimientos importantes en la vida de los monarcas de la isla.
Joseph Vaz nació el 21 de abril de 1651 en la colonia portuguesa de Goa, en la India. La casa de sus abuelos, donde nació en la pequeña aldea de Benaulim, sigue existiendo, al igual que la pila bautismal en la que fue bautizado. Su devoción al Santísimo Sacramento le llevó a rezar toda la noche en la iglesia local, incluso cuando tenía siete años, y maduró su vocación al sacerdocio. Se sintió llamado a la vida religiosa, y formó un oratorio al estilo de San Felipe Neri, en la ciudad de Sancoale, ya que en aquella época los sacerdotes nativos no podían entrar en las órdenes religiosas en Asia. La piedad de la familia Vaz se refleja en el hecho de que muchos de sus sobrinos le siguieron al Oratorio que fundó.
Al padre José le llegó la noticia de que los católicos de la vecina isla de Ceilán (Sri Lanka) eran sistemáticamente perseguidos por los holandeses calvinistas, que se habían apoderado de algunas de las colonias portuguesas en Asia. Después de un siglo de evangelización pacífica por parte de los portugueses, con San Francisco Javier a la cabeza, los católicos de la isla de Ceilán fueron privados de los sacramentos con una eficacia brutal por parte de los holandeses, ya que era fácil detener y expulsar a cualquier sacerdote que permaneciera en la isla, ya que todos eran europeos blancos. Las autoridades portuguesas y el obispo de Cochin, en cuyo territorio se encontraba la isla, no podían hacer nada.
El padre Vaz entró en esta situación, después de superar muchos obstáculos puestos por la Propaganda Fidei dependiente de la Santa Sede y la jurisdicción local del padroado portugués, finalmente intentó entrar de contrabando en la isla disfrazado de trabajador común. El barco en el que viajaba naufragó frente a la costa norte de Ceilán, pero llegó a tierra en mayo o junio de 1687 en Mannar sin ninguna de las pertenencias con las que partió, para comenzar su misión.
Separando las aguas del río Deduru Oya en la crecida:
Jugando al gato y al ratón con las autoridades holandesas, que habían sido alertadas de la presencia de un sacerdote en el país, el padre Vaz entró en contacto con los católicos y celebró los sacramentos con ellos. Regularizaba matrimonios, bautizaba, confirmaba y celebraba la misa, donde toda una generación de católicos no había recibido a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento.
En una ocasión, un informante traicionero delató el paradero del padre Vaz a los perseguidores holandeses, y la casa en la que celebraba la misa fue rodeada, el padre Vaz salió tranquilamente por la puerta principal, completamente revestido y llevando el cáliz, a la vista de todos, pero sin que se dieran cuenta.
El padre Vaz se refugió a menudo en el territorio no ocupado por los holandeses, en el interior montañoso de la isla, pero fue detenido como espía holandés y presentado en la corte del rey Vimaladharmasoriya II en la ciudad de Kandy. Pasó casi todo el año 1692 encarcelado en el palacio del Rey, una experiencia similar es descrita por el inglés Robert Knox en su libro «A historical relation to the island of Ceylon and it’s peoples». Knox pasó veinte años de cautiverio antes de su dramática fuga.
Pero el padre Vaz se ganó la confianza de sus captores, que quedaron impresionados por su piedad y sus sabios consejos. Y cuando una grave sequía amenazó con una calamitosa pérdida de las cosechas y la independencia del reino de Kandyan, el padre Joseph Vaz se ofreció a rezar por la lluvia a cambio de su libertad.
Se erigió un gran escenario ante el palacio, y los propios magos y «sacerdotes» del rey aceptaron el reto y realizaron sus propias ceremonias para hacer llover sin éxito, antes de que el padre Vaz subiera al escenario. La crónica de Culavamsa cuenta que «tan pronto como comenzó a rezar, los truenos y los relámpagos sacudieron el aire y una lluvia torrencial lo envolvió todo, excepto el lugar donde el padre Joseph Vaz se arrodilló». Muy impresionado por este milagro y por su piedad, el rey permitió al padre Vaz construir una iglesia dentro de los límites de la ciudad de Kandy, un hecho hasta entonces desconocido para un lugar de culto no budista o hindú.
La fundación de un oratorio en Kandy también se ajustaba a la costumbre de tener un oratorio en una ciudad, como deseo del Santo Padre San Felipe, que fundó el primer oratorio en Roma, en el que se basan todas las demás fundaciones. Con el tiempo, el Rey permitió al Padre Vas el acceso sin restricciones a cualquier parte de su Reino,
y el derecho de ir y venir a su antojo. Pronto se le unió el padre Jacome Goncalves, otro oratoriano de Goa, y una sucesión de otros que establecieron una firme presencia misionera en Kandy, con frecuentes incursiones en el reino septentrional de Jaffna, y también en zonas de la costa dominadas por los holandeses.
Después de una epidemia de viruela en Kandy en 1697, en la que todas las personas sanas, incluida la corte del rey, abandonaron la ciudad, dejando al padre Vaz y a los oratorianos solos para atender a los enfermos y a los moribundos, el rey Vimaladharmasuriya II lo tenía en tan alta estima, que cuando el séquito del rey pasaba por la casa del padre Vaz, el rey desmontaba su elefante y caminaba descalzo. Aunque el propio rey no se convirtió a la fe, uno de sus sobrinos se convirtió, viajó a Portugal y se hizo sacerdote católico.
El milagro de la lluvia en Kandy:
Tras muchos años de heroica labor misionera, en la que se reintrodujo en Ceilán una identidad de cultura católica y se inició una floreciente literatura católica tanto en cingalés como en tamil, el padre Vaz se fue a su bien ganado descanso eterno el 16 de enero de 1711.
Su primer biógrafo, el padre Sebastián do Rego, sobrino del santo y sacerdote del Oratorio de Goa, escribió en 1730 que la fuerza para sus intensos esfuerzos misioneros se encontraba en el profundo silencio y la vida de oración que llevaba José Vaz. Combinado con el celo por la sagrada liturgia y los sacramentos. Aunque rehuyó cualquier honor y reconocimiento mundano, fue nombrado Vicario Apostólico de Ceilán por la Sagrada Congregación de la Propaganda Fidei, pero evitó ir a territorio portugués en la India para ser ordenado obispo.
Lamentablemente, el Oratorio fundado por el padre Vaz en Ceilán se desintegró con el tiempo, ya que nunca se instituyó plenamente como Oratorio independiente de Goa. Y cuando el Oratorio de Goa se derrumbó en 1835, cuando todas las casas religiosas del territorio portugués fueron confiscadas por el Estado, el Oratorio de Ceilán también cayó. Tampoco existen reliquias de primera clase del Santo, ya que nadie sabe dónde fue enterrado. Pero lo que ha dejado es una Iglesia vibrante en Sri Lanka, fiel y devota, con una piedad sencilla formada por un pueblo naturalmente espiritual.
Los judíos guardan la ley de Dios (Toráh) pero no creen en el mesías. Los cristianos creen en el mesías, pero no guardan la ley de Dios porque están bajo el “nuevo pacto”, porque “son salvos por fe y no por obras”, porque la ley de Moisés fue abolida.
¿Cuándo Yeshua dijo “conocerás la verdad y la verdad te hará libre” (Juan 8:31) a que verdad se refería? Si el vino a cumplir la ley (Toráh) y no ah abolirla, si estamos bajo el nuevo pacto que el padre nos prometió por medio del profeta Jeremías de poner su ley en los corazones y escribirlos en la mente de Israel y de Judá, donde también nos dijo que él será nuestro Dios y nosotros su pueblo (Jer 31:33). Profecía de la cual el apóstol pablo hizo referencia en los capítulos de Hebreos 8 al 10, dándonos una interpretación extensa de que significa esa nueva alianza, de cómo no necesitaríamos más hacer sacrificios en el templo porque ya el mesías fue nuestro cordero sacrificado para siempre, completando así esa parte de la ley. Pero luego en Hebreos 10:16 vuelve pablo a recordarnos esas palabras del profeta diciendo que a través del espíritu santo podemos confirmar este nuevo pacto. «Pondré mis leyes (Toráh) en su corazón y las escribiré en su mente». ¿Entonces cómo podemos decir que la ley es de Moisés? ¿De los judíos? Cuando claramente los profetas y toda la Biblia nos indica que la ley es de Dios dada a Moisés para el pueblo y no de Moisés para los judíos.
Es cierto, en Efesios 2: 8-9 dice que somos salvos por gracias mediante de la fe y no por obras, pero… ¿Nadie ha leído Efesios 2 completo? ¡Por qué lo primero que dice Pablo es que estábamos muertos por nuestras transgresiones y pecados! ¿Qué es pecar? ¡Bueno, eso es algo que cada persona interpreta como quiere hoy en día! Pero para los que dicen creer en la Biblia entonces deberían tener bien claro que el pecado es infringir la ley que Dios le dio a su pueblo. El versículo 10 nos dice que fuimos creados por Dios PARA LAS BUENAS OBRAS y debemos ponerlas en práctica así que, si el pecado es la infracción de la ley de Dios, eso significa que las buenas obras es el cumplimiento de la misma. Lo que Yeshua vino anular fue todas esas leyes originadas por hombres que se apartaban completamente de la Toráh dada a Moisés, escrita dela misma mano de Dios. Todo ese libro que el padre fue dándole a Moisés por tantos años y el cual dejo escrito para que tú yo pudiéramos leer y obedecer hoy y así prepáranos para la venida de nuestro rey. Por eso el versículo 15 dice que el ánulo esa ley que consiste en mandatos y reglamentos para ponerle fin a esa enemistad entre los dos pueblos (Israel y Judá). Para que los dos pudieran entrar por medio del espíritu santo y de su sangre derramada a esa renovación del pacto que hizo Dios con su pueblo cuando los libero de Egipto.
Amado de Dios, si tú crees en el mesías, no te sientas como un gentil, ¡no vuelvas a permitir que nadie te diga que eres un gentil! Si él te rescató, te limpio con su sangre y te hizo libre, es para que entiendas que el vino a darle la verdadera interpretación a la ley de Dios, que a través de Él conoces la verdad, y esa verdad te hace libre. Grábate el verso 19 de Efesios 2. Tú eres Israel, tú eres un ciudadano del pueblo de Dios, ¡eres familia! Las promesas del Padre son tuyas, pero recuerda que todo ciudadano debe cumplir la ley en donde mora, y eso mismo le pide Dios a su pueblo. Me encanta el saludo de Santiago, “saludo a las doce tribus perdidas de Israel”(Santiago 1:1), el cual entra en contexto con lo que dijo Yeshua en Mateo 15:24, “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel”. Santiago 2 nos da unentendimiento de la manera como los que decimos creer y amar a Yeshua debemos actuar.
El balance de los creyentes no es solo ley y no mesías ni tampoco solo mesías y no ley. Apocalipsis nos advierte de todos los castigos que vienen para aquellos que desobedecen, para los que hacen la maldad y no aman al padre. Pero también nos muestra el balance del pueblo de Dios “aquí se verá la fortaleza del pueblo SANTO(Kadosh), de aquellos que cumplen los mandamientos de Dios y se mantienen fieles en Yeshua” (Apocalipsis 14:12). Cada día que Dios te permite vivir, tienes la oportunidad de empezar a vivir una vida en santidad, pero también recuerda que cada día la puerta se va cerrando más y más.
Es importante tener presente que el ataque del enemigo es contra los que obedecen los mandamientos de Dios y siguen fieles al testimonio de Yeshua(Apocalipsis 12:17). Aquellos que buscan la obediencia y creen en el mesías, van a ser atacados por sistemas religiosos, por amigos, por familiares y por todo aquel que quiere acomodar la palabra de Dios a su manera por no querer obedecer lo que está escrito en ella.
Yeshua como descendiente de David, conocedor de la Torah, los escritos de los profetas, salmos y proverbios sabía perfectamente a lo que se refería al decir “La verdad te hará libre”, “Si me amas obedece mis mandamientos”. Concia el corazón de David, y ese mismo corazón es el que el busca en aquellos que dicen amarle.
Padre, Te doy gracias por la persona que tomo el tiempo de leer este mensaje. Llena su mente de sabiduría atreves de tu espíritu santo, ayúdale a entrar en ese pacto tan hermoso y lleno de misericordia que le has ofrecido por medio de Yeshua, dale un corazón de carne lleno de amor a tu palabra y protege todo su ser de los ataques del enemigo para que cada día pueda aprender un poco más de tu voluntad la cual solo se encuentra en tu palabra. Llévale al camino de la santidad. En el nombre de Yeshua.
Jesús no nos niega nada; y de manera particular nos concede lo que pedimos a través de su Madre. Ella se encarga de enderezar nuestras peticiones si están algo torcidas, como hacen las madres. Siempre nos concede más, mucho más de lo que pedimos, como ocurrió en aquella boda de Caná de Galilea. Hubiera bastado con un vino ordinario, incluso peor que el que ya se había servido, y lo más probable es que hubiera bastado con una cantidad mucho menor.
San Juan tiene especial interés en destacar que había seis tinajas de piedra, cada una con capacidad de dos o tres metros, para mostrar la abundancia del regalo, como también hará cuando narre el milagro de la multiplicación de los panes, ya que uno de los signos de la venida del Mesías era la abundancia.
Los comentaristas calculan que el Señor convirtió en vino una cantidad que oscila entre los 480 y los 720 litros, según la capacidad de estas grandes vasijas judías.10 ¡Y del mejor vino! Así también en nuestra vida. El Señor nos da más de lo que merecemos y mejor.
También coinciden aquí dos imágenes fundamentales con las que se había descrito el tiempo del Mesías: el banquete y los esponsales. Serás como una corona en la mano del Señor y una diadema real en la palma de tu Dios, dice el profeta Isaías en una bella imagen, recogida en la primera lectura de la Misa. Ya no te llamarán «abandonada», ni a tu tierra «devastada»; te llamarán «mi favorita», y a tu tierra «desposada»; porque el Señor te prefiere, y tu tierra tendrá un esposo. Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que un marido encuentra con su mujer, tu Dios la encontrará contigo11. Es la alegría y la intimidad que Dios desea tener con todos nosotros.
Aquellos primeros discípulos, entre los que se encuentra San Juan, están asombrados. El milagro sirvió para que dieran un paso adelante en su primera fe. Jesús les confirmó en la fe, como hace con los que le han seguido.
Haced todo lo que os diga». Son las últimas palabras de la Virgen en el Evangelio. No podían ser mejores.
Cuando el demonio vea que no te tumba, se ensañará todavía más contigo. Tú deja todo y dedícate a la oración. Así se estén hundiendo los muros de la casa a tu alrededor. Tú permanece orante. Porque el mensajero debe permanecer como receptor del Mensaje. Para que todos sepan lo que hay que hacer. Yo te lo voy a dar a ti. Porque me lo encarga Dios. Es la Voluntad de Dios sobre ti, lo que el Señor, Adonai, quiere que hagas. Tú portas el Mensaje para el Resto. Ya el demonio lo sabe y eres un objetivo a abatir. No temas. No temas. Tú vas de la mano -siempre que no te sueltes- Conmigo. Por mi parte no te va a faltar mi Mano. (Virgen, 15-1-17)
Nuestro Señor y la Virgen dan mensajes para Ecuador y para la humanidad del siglo presente en los siglos XVI-XVII. Santa María le habla a la Madre Mariana Franciscade los Ángeles, de la futura independencia de su país. Le revela que crecerá el número de Judas que venderían las cosas de Dios. Le es mostrada que Ecuador se salvará de ser enterrado por un terremoto por las almas reparadoras.
En 1628 nuestra Madre le dice: Pobre hija de mi corazón, desfallecen tus fuerzas naturales, pero aún no es tu tiempo de dejar la tierra: siete años más por mis siete dolores. Los sufrimientos de tu vida te parecerán después insignificantes y querrás haber sufrido más.
Al Niño Jesús los toman los Ángeles y lo llevan al Monte de Pichincha, y el Niño dice que en ese lugar se hará la independencia. El 24 de mayo de 1822 se dio la batalla de Pichincha, y Dios bendijo a los que dieron heroicamente su vida por amor a la patria.
En otra aparición en enero de 1629, el Niño Dios le dice a la Madre: Amamos mucho a esta tierra que un día se llamará Ecuador. Un día será llamada la República del Sagrado Corazón de Jesús, y así lo hizo un presidente posteriormente, consagró el país en la catedral de Quito. Y añade: Cuando la autoridad abuse de su poder, está próxima su ruina; caerá bajo los pies de Cristo y después de esto, resurgirá la Iglesia.
Hay una advocación del Niño de Pichincha y aparece crucificado porque así lo pidió Él, y pidió imprimir estampas de esa imagen.
El 2 de febrero de 1634 fue la última aparición del Cielo a la Madre. El Niño dice: Ni el poder de los reyes paganos pudo impedir la fundación de mi Iglesia, será fuertemente combatida pero no vencida. Y se le explica que los dogmas atraen sanación y liberación a la humanidad, y así será cuando se proclame el dogma de la Virgen como Corredentora. Es un acto de reconocimiento al poder de Dios y de amor de Hijo a la Inmaculada Madre. Es inaccesible al ser humano comprender la conservación del cuerpo humano. No se han de poner en duda los dogmas de la Iglesia porque se provoca la ira divina.
El Niño profetiza que la Madre Francisca de los Ángeles, entregará el 4 de octubre a las 5 pm su vida terrena para ingresar a la eternidad. Jesús dice que hay personas a las que concede vivir el purgatorio en la tierra para que tengan más mérito en la otra vida. No saldrá del purgatorio nadie hasta que haya pagado el último maravedí.
Si las almas dedicadas a Dios mostrasen un corazón dócil a las inspiraciones de la gracia, ¿cómo les haría ver la pureza que necesitan las almas para entrar al Reino?
Tendré almas desconocidas que me desarmarán cuando mi Corazón esté saturado por los pecados del siglo XX. ¡Cuánto me desagradan las desconfianzas y los pecados veniales! Nada a medias me agrada, o todo o nada. Cuando encuentro almas tibias los abandono y dejo que hagan sus caprichos. ¡Ay de aquellos!
En marzo de 1634, la Sma. Virgen le dice: Si todos los mortales conocieran lo que es el Cielo, no omitirían sacrificio para poseerlo. La lámpara que arde ante el altar tiene varios significados. ¿Por qué se apaga? Por varias razones. Que no se apague la luz preciosa de la fe por la corrupción de las costumbres. Necesitarán fuerza de voluntad y mucha confianza en Dios aquellas almas que ayudarán a restaurar la fe. Habrá persecuciones. Se apagó la lamparita porque el siglo estará saturado de impureza. El espíritu de impureza correrá por las plazas y sitios públicos sin que algo lo detenga, de manera que no habrá en el mundo sino muy pocas almas vírgenes.
Habrá almas incautas que voluntariamente se entregaran al diablo. La lamparita se apaga porque una secta se apoderará de todas las clases sociales, perdiendo a la niñez, el demonio se alimentará del corazón de los niños. Otras almas serán llenadas de vituperios, pero ellas, como sólidas columnas, permanecerán inalterables. Habrá un prelado santo que velará por las almas en Ecuador.
Los vicios atraen castigos como la peste, el hambre y la apostasía. Para disipar esta nube negra habrá una guerra formidable donde se derramará mucha sangre. El mal parecerá triunfar. Es entonces llegada la hora en que colocaré a satanás debajo de mis plantas, por influencia de Nuestra Madre.
La lamparita también se apagará porque gente rica verá con indiferencia que se borre el nombre de Dios, adhiriéndose al espíritu del mal y no ayudarán a la evangelización. Desde ahora hay que pedirle a Dios acortar el tiempo de esta catástrofe.
El 10 de agosto de 1634, Nuestra Madre, la Virgen, le dice a la Madre que la dicha y la paz sólo se encuentran en la cruz y en el sacrificio. Los mortales se precipitan de abismo en abismo buscando los deleites sensuales, buscando la dicha y la paz, pero estos huyen de ellos. La enfermedad es el único y seguro termómetro que gradúa la virtud y el amor a Dios. Son la mejor penitencia, exenta de ilusiones, orgullo y soberbia. A tus hijas, incúlcales que sean buenas y santas, fieles a las promesas hechas al Señor.
El siglo XX será el tiempo de la purificación de esta comunidad. La Iglesia ecuatoriana será perseguida por 30 ó 33 años. El clero secular dejará mucho que desear porque no se identifican con mi Hijo, vivirán sólo en la superficie de su alma, sin apartarse de las cosas sensibles, creyendo que son leales sólo porque viven dos o tres virtudes. Cada sacerdote es la fibra más delicada del Sagrado Corazón, muchos se alejarán de él dejándolo solo en sus Sagrarios, por ello ningún fruto sacan de la conversión de los pecadores. En el purgatorio, las personas consagradas a Dios sufrirán más porque recibieron más luces para el ejercicio de su labor.
Jesús le muestra su Corazón con espinas a la Madre Mariana y le dice que algunas personas serán su consuelo. Esas espinas son las faltas graves y leves de mis sacerdotes y de mis almas consagradas. Algunos se retirarán con indiferencia, frustrando los grandes designios que tenía para ellos. Su hielo herirá mi Corazón.
Jesús le dijo a Conchita Armida: Quiero que se honren los dolores internos de mi Corazón, que son desconocidos.
La Virgen también le dice: La justicia divina descarga castigos por los sacerdotes y personas religiosas porque están llamados a ser sal de la tierra, al desviarse, aceleran los castigos. Los sacerdotes deben ser el principal motivo de nuestra oración y sacrificio, porque convirtiéndose ellos la nación se salva. A ellos les daré una gloria muy especial.
El 8 de diciembre de 1634 es el día de la última aparición a Mariana. Se aparece el Arcángel San Gabriel que trae un Cáliz con la Sangre de Cristo, que habla de la restauración por medio de la confesión, Jesús nos lava y nos deja limpios.
Dios escogió a algunos, entre millares, para hacerlos sacerdotes. Jesús les cuida con secreto esmero. Es padre, madre, juez… Cuando el sacerdote esté ante el tribunal divino se le pedirá estrecha cuenta de las almas. Estamos en el siglo XVII y dice Jesús: Los sacerdotes del siglo XX deberán amar a Juan Bautista María Vianney, y lo dice 200 años antes de que naciera este cura.
El Arcángel Gabriel viene con el copón y Jesús explica que se va a hablar del dogma de la infalibilidad papal. Le revela que los masones iban a querer tumbar ese concilio para que no se proclamara ese dogma.
La Eucaristía debe ser tratado con reverencia y amor, pues Jesús está oculto bajo el pan. Hay que reparar por los sacrilegios contra Jesús (los del siglo XXI son los más grandes de la humanidad).
El bálsamo de amor de Jesús son los claustros y conventos, lo dice el Señor en el siglo XVII. Allí se encuentra el remedio de todo mal físico y moral. Nadie se da cuenta de dónde viene la paz de la tierra, la salvación de las almas, la disipación de grandes flagelos, la fertilidad de los campos y la buena armonía entre las naciones. Y eso viene de esos lugares de oración.
Dice Jesús: las innumerables estolas que trae San Rafael Arcángel significan la acción práctica y el celo sacerdotal de los buenos sacerdotes que trabajan en la viña del Señor. Estos son los siervos buenos y fieles que entrarán en el descanso del Señor. Tenemos que apoyar a los sacerdotes en la adoración eucarística. La clave está en los sacerdotes.
La imagen de Nuestra Señora del Buen Suceso está en Ecuador, y Nuestra Madre manifestó, hace muchos años, que quiere que las naciones estén en paz y en santidad.
Para 1576 un grupo de religiosas emprendió un viaje por mar de España a América. La travesía duró entre 50 y 70 días para llegar a las cosas del Pacífico. En un momento el viaje tuvo el peligro de naufragar pero llegaron bien.
Sucedió en Ecuador, a la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres, en el siglo XVI. Esta mujer es co-fundadora del Real Convento de la Inmaculada Concepción de Quito.
Estas religiosas hacen reparación e intercesión 400 años antes por los cristianos del siglo XX, no sólo los del Ecuador, es decir, para pedir por este tiempo.
En 1577 se funda el real monasterio que después se llamaría el Monasterio de Nuestra Señora del Buen Suceso. La Madre Mariana Franciscade los Ángeles entró al noviciado a los 15 años. En su profesión Jesús le dijo: “Tu vida será un continuo martirio para que me ayudes a reparar y salvar almas”. (No es textual).
Dios Padre le dijo que le iba a dar parte del castigo del siglo XX, si ella lo aceptaba, y dijo que sí. Oyó la voz de Dios Padre que decía: “Castigaré la herejía, la blasfemia y la impureza”. Sintió tres espadas que la traspasaron. Tenía un dolor fuerte en donde Jesús tuvo sus llagas.
Mariana vio a la Virgen y ella le dijo que era su Madre, que Dios la tenía destinada para grandes sucesos, pero que antes Dios debía purificarla. Tuvo diez apariciones de la Virgen. En una de ellas, la Virgen le deja al Niño Jesús tres horas.
El 17 de septiembre de 1588 recibió los estigmas de Nuestro Señor en sus manos, costado y pies. La enfermedad se prolongó y su cuerpo fue transformado en una sola llaga. En medio de atroces dolores le era casi imposible pasar los alimentos. El demonio le inspiraba pensamientos de condenación, ella acudió a Nuestra Señora y encontró alivio.
Mariana murió tres veces como parte de su calvario. La primera vez Dios le permitió elegir quedarse en el Cielo o volver a la tierra. La Virgen le aconsejó volver. En 1589 tuvo la segunda muerte. El cadáver frío no daba señas de corrupción. La dejaron el viernes y el sábado, y el domingo apareció viva. La Madre Superiora pensó que era el alma del purgatorio que necesitaba algo. Ya luego vio que estaba realmente viva.
“Son tantas los beneficios de la salutación angélica, dijo, que los humanos no lograrán comprenderla”.
Unas religiosas querían atenuar la Regla, se rebelaron, pero la muerte de la principal lideresa cesó un poco esa rebeldía y las demás pensaron que era mejor la obediencia. No es la vida ni la salud ni la cárcel lo que quiero para ti, sino que sufras las penas del infierno por cinco años, para salvar a la hermana que está causando estos pleitos en el convento.
Jesús en una ocasión le mostró cómo su Sangre se derramaba en gran abundancia y dijo: En este mar de Sangre de mi Corazón, estoy pronto a purificar a quienes deseen arrepentirse. Convirtamos nuestros hogares donde Jesús se sienta a gusto.
El 2 de mayo de 1897, en Quito esbirros de la masonería entraron en casa de los sacerdotes jesuitas y profanan el altar y el sagrario. Y esto lo ven antes las Madres y Dios les pide reparación.
En una de sus visiones, la Virgen le dice: La tribulación con la que hoy mi Hijo te bendice, fortifica tu alma. ¡Cuántos crímenes ocultos se comenten en sus ciudades! Pero las religiosas serán poderosas para aplacar la ira divina y conseguir grandes bienes para los demás.
En el siglo XIX vivirá un presidente verdaderamente cristiano. Él consagrará la nación al Corazón de Jesús, y será mártir, será asesinado por los masones y tomaran estos el poder; pero esa consagración perdurará.
La Virgen le explicó que algunas religiosas se condenan por su culpa, y otras viven en heroica y oculta santidad, y esas almas detendrían los castigos sobre el mundo y el Ecuador.
¡Ay! de los niños de este tiempo, difícilmente recibirán el sacramento del Bautismo y la Confirmación. Habrá enormes sacrilegios públicos y ocultos. Serán rechazados los sacramentos porque faltará el espíritu cristiano.
El estado general de la Iglesia y del mundo para el siglo XX lo describe la Virgen a la Madre. Explica que muchos van a privar a las almas de la Unción de enfermos. En cuanto al sacramento del matrimonio, que simboliza la unión de Cristo con su Iglesia, será atacado y profanado en toda la extensión de la palabra, la masonería va a elaborar e imponer leyes inicuas con el objeto de extinguir ese sacramento, facilitando a todos vivir mal. Aumentados los efectos de la educación laica, disminuirán las vocaciones sacerdotales y religiosas. El demonio procurará perseguir a los ministros de Dios y tratará de corromperlos.
Este aparente triunfo de Satanás, atraerá sufrimientos enormes a los buenos pastores de la Iglesia. El Papa derramará secretas y amargas lágrimas suplicando por el clero del universo.
En esa época habrá un lujo exagerado, le dice Nuestra Señora, que conquistará almas frívolas. No se encontrará pudor en las mujeres ni inocencia en los niños. Se callará a aquel que a su tiempo debió hablar.
La devoción a la Virgen será el pararrayo colocado entre la divina justicia y el mundo prevaricador. Nuestra Madre habla sobre el clero: Todo Obispo debe ser padre con todos, sin acepción de personas. Todas las criaturas son iguales en sus almas. Las que se condenan es porque así lo quieren.
Debes de saber que la vida mortal es el tiempo para las criaturas, pero vendrá el tiempo de Dios, en que dará sentencia con equidad. Nada te preocupe, la perfección de la Obra corre por mi cuenta.
A la Madre se le aparecen los tres Arcángeles y se le dice que apoyarán la obra de santificación de las almas. Se le hace ver que todas las almas son seres nobilísimos.
La Virgen pide que se haga una estatua de Ella, de tamaño natural, así que llaman a un escultor. Es una imagen comenzada por mano humana y terminada por los Arcángeles.
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