Universitarias que se prostituyen con hombres ricos

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Se describen como «protectores» y les prometen el pago de los estudios en la Universidad. Pero la realidad que se esconde tras sus anuncios es muy diferente

“Papaíto de azúcar”. O más conocido como Sugar Daddy. Es como se hace llamar el hombre adulto, de cierta posición económica, promiscuo, que busca relaciones sexuales esporádicas con mujeres que hasta el momento no se dedicaban a la prostitución. Su objetivo son muchachas jóvenes (aunque mayores de edad para no tener problemas con la Justicia) a las que puede ofrecer dinero fácil sin responsabilidad alguna.

El fenómeno del Sugar Daddy ha ido “in crescendo” con la crisis económica, tanto en Europa como en América.  Algunas jóvenes de poco más de 18 años encuentran en esta opción la posibilidad de pagarse los estudios universitarios.

El perfil suele ser el de una muchacha de clase media o baja, educada y buena estudiante que aspira a graduarse en la Universidad. Su familia en la actualidad atraviesa una etapa de dificultad económica y esto hace que sus sueños universitarios no puedan cumplirse. La muchacha busca un empleo compatible con los estudios, pero le resulta difícil encontrar algo que se ajuste a sus horarios y al mismo tiempo le permita ganar tanto dinero como para costearse la matrícula, que en algunos países supera los 60.000 dólares por año.

La presión de las deudas

En el caso de España, la crisis económica de hace diez años llevó a muchos jóvenes universitarios a inscribirse en una línea de crédito. Ahora, más de 12.000 estudiantes no pueden devolver el importe, que en principio era de unos 22.000 euros pero ahora con los intereses se ha hecho estratosférico. En otro país, Chile440.000 millones de euros fueron los que pidieron los universitarios en créditos para hacer frente al pago de la matrícula de sus estudios.

Puede ocurrir que en algunos casos la Sugar Baby (la muchacha objetivo del Sugar Daddy) sea una joven que ya ha empezado la carrera universitaria y se ve atrapada en las deudas cuando está en 2º curso o superior. No quiere abandonar los estudios, pero no puede pagar el préstamo o el crédito que pidió para la matrícula de las asignaturas. Si no cuenta con apoyo de algún familiar, de amigos o de alguna entidad que le dé soporte, se le hace una montaña llevar la situación.

El Sugar Daddy aparece entonces como un héroe, un salvador. Se anuncia en las secciones de contactos, en páginas webs de relaciones esporádicas, pero también en los paneles de las bibliotecas y a través de perfiles falsos en Instagram, Facebook y Twitter.

Ofrece la posibilidad de conectar por mail, por Whatsapp o Snapchat. En las fotos se presenta sin mostrar el rostro, pero viste un traje impecable y quizás está apoyado en un coche de alta gama o sentado en un buen restaurante. Con él, ganar entre 500 y 1.000 euros en un solo día parece muy fácil.

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Prostitución encubierta

La idea que transmite el Sugar Daddy no es de un hombre a la caza de prostituta. Él no quiere hablar en estos términos. Prefiere describirse como “protector”, “amante”, “cuidador”, “papá”. Es un hombre maduro que, según los psicológos, ha optado por este tipo de sexo porque se siente incapaz de implicarse en una relación estable, porque se niega a asumir responsabilidades con una mujer o porque en la vida real está casado (o vive en pareja) y no quiere romper esa situación oficial.

En este tipo de relación no se habla de que a la chica se la convierte en prostituta. El hombre maduro le hablará de “gratificación”, “ayuda” o incluso de que le dará dinero “para sus caprichos”. Él sabe que juega con un as importante en la manga: ella necesita el dinero, y lo necesita rápido.

Un Sugar Daddy puede llegar a ser deslumbrante. Ofrece que los encuentros sean en hotel de lujo, la puede ir a recoger en un automóvil espectacular y la invita a que sea su acompañante en viajes de negocios. Para ella, todo gratis y todo pagado. Su papel se circunscribirá a vestir sexy, callar o hablar lo justo, y complacerle en todo momento.

La universitaria con problemas ve en esta fase que ha encontrado el remedio a sus problemas y que haciendo esto temporalmente -confía- podrá olvidarse de sus quebraderos de cabeza. No piensa en que empieza a entrar en una espiral de esclavitud y de abusos. Pagará -cree- la matrícula, los estudios, le alcanzará para la manutención y no solo eso sino que se podrá sumergir en experiencias nuevas como viajes a otros países o cenas en restaurantes carísimos. El Sugar Daddy paga lencería, bolsos, maletas de viaje, entradas a espectáculos... Lo que ella pida. Otra cosa importante: habrá silencio y nadie se va a enterar. Cuando acabe este episodio, ella podrá volver a su vida normal como si no hubiera pasado nada.

Hasta aquí, parece que una puede aspirar a convertirse en la Julia Roberts de “Woman in red” sin atravesar el asqueroso pasado de una prostituta. Richard Gere a un solo toque de teléfono. Dinero fácil y rápido, y luego vuelta a una vida normal.

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Una trampa terrible

¿Qué encuentra la chica con el Sugar Daddy? Mejor habrá que preguntarse “qué pierde” si cae en sus garras.

  1. La Sugar Baby cree que será feliz. Falso. Acaba de adentrarse en un falso paraíso. El hombre que busca una prostituta no piensa en hacerla feliz sino en complacerse a sí mismo, en sus caprichos y seguramente en su adicción al sexo. Ella deja de ser una persona a la que se conoce y respeta, para pasar a ser el capricho contínuo. Con el agravante de que al pagar, él se considera con derecho a exigir todo lo que quiera. En los momentos de discusión, aparecerá el argumento irrefutable de “el que paga soy yo”.
  2. La Sugar Baby cree que por ser más joven está más al día en cuestión de sexo y podrá sorprender y agradar al Sugar Daddy. Falso. No podrá controlar esta cuestión y será él quien imponga su deseo de entrar en terrenos como el sado o el masoquismo o la zoofilia o en otras prácticas aberrantes. Del mismo modo, se deberá someter a practicar el sexo en las condiciones en que quiera el hombre, casi siempre sin preservativo (que en este tipo de contactos se llama “natural”). Esto implica un alto riesgo de embarazo con el consiguiente paso hacia un aborto. De decidir que sigue adelante con el embarazo, ella será la que carga con la criatura porque él inmediatamente va a quitarse de en medio. No olvidemos que el Sugar Daddy tiene una posición social, profesional y familiar que no está dispuesto a mover. Ella, la Sugar Baby, no tiene cabida en la foto.
  3. La Sugar Baby se considera única. Cree que pasa a ocupar el corazón del Sugar Daddy. Falso. En un Sugar Daddy no hay amor, hay atracción sexual que impacta directamente en el cerebro reptiliano(el que guía en los instintos como el hambre, la sed y el sexo). Desdichada el día que descubre que ella es “una más” en la colección de trofeos de él. Y aunque no hubiera otra, el cerebro reptiliano solo alimenta ese deseo entre 2 y 3 años. Transcurrido ese tiempo (como mucho), la Sugar Baby será abandonada como un kleenex.
  4. La Sugar Baby cree que todo lo que el Sugar Daddy le ha dicho es verdad. Pues quizá sea falso. Lo más probable es que no tenga dinero propio y lo único que hace es aprovecharse de lo que le permite gastar la empresa. Él no paga los taxis ni los vuelos ni los hoteles ni los restaurantes sino que lo hace la empresa para la que trabaja. Eso implica entrar en una dinámica de mentiras, identidades falsas… que conducen a la chica a vivir en la sombra y en la ilegalidad. Si ocurre algo, él no la llevará a Urgencias ni la defenderá ante un abogado.
  5. La Sugar Baby cree que podrá abandonar la situación cuando quiera. Falso. Un Sugar Daddy puede ser absorbente, posesivo y acosador más allá de lo que se estableció en un principio en la relación. Se habla de pacto -“solo haremos lo que tú quieras”- pero eso no es así. La chica puede acarrear golpes, abusos, un embarazo o una enfermedad de trasmisión sexual, entre ellas el sida. El contagio, en un ambiente de promiscuidad, es muy fácil. Según fuentes policiales españolas, se han dado casos de presentación de denuncias por violación o de violencia de género en el que las víctimas eran chicas a las que se captó por el sistema del Sugar Daddy.
  6. La Sugar Baby tendrá dificultades para combinar los estudioscon la relación a que le obliga el Sugar Daddy. Los viajes pueden coincidir con fechas de exámenes, deberá perder clases, la vida nocturna le pasará factura en el rendimiento académico
  7. Las drogas forman parte del ambiente en que se mueve el hombre promiscuo y con dinero. Por su adicción al sexo, él busca “experiencias” cada vez más fuertes y una manera de obtenerlas es el uso de cocaína, que produce episodios de euforia. Al principio las dosis para la chica serán gratuitas y él será quien se las proporcione. Cuando la relación se rompa, ella habrá quedado enganchada a un vicio que merma su salud y que le exige unos ingresos mucho mayores. La puerta a seguir en otras formas de prostitución le queda muy cerca.
  8. La autoestima baja en picado. Si al principio una Sugar Baby se siente agasajada y tratada como una princesa, poco a poco comenzarán las dudas sobre si sigue gustando, si debe hacer algo más, si le ha aparecido una cana o tiene ojeras… Se habrá ido apartando de los amigos de siempre y de sus familiares porque es difícil llevar en secreto esta situación. Y en esa soledad, el Sugar Daddy se convierte en juez y dueño de la situación.

El peligro creciente del fenómeno Sugar Daddy está en lo fácil que resulta acceder a una relación de este tipo. La curiosidad, la publicidad de las páginas de contactos y, sobre todo, la fragilidad de los vínculos familiares así como la situación precaria de las jóvenes universitarias multiplican las posibilidades de que algo salga mal en su toma de decisiones. Lo difícil es prevenir a una universitaria (mayor de edad, por tanto) para que no atienda a estos cantos de sirena.

Entró en un club para rescatar a una prostituta

Un cardenal español

«Entré vestido de sotana, pedí una cerveza y dije que no me iba hasta que me dieran a la chica y su pasaporte»

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La agencia de televisión Rome Reports ha publicado este jueves una videoentrevista con el cardenal Carlos Osoro en la que el prelado cuenta cómo rescató hace años a una mujer que estaba siendo obligada a prostituirse.
 “A la salida de un hospital una chica con acento latinoamericano me vio vestido con la sotana de obispo y me dice: ‘Padrecito atiéndame por favor’. Me cuenta que estaba trabajando en un club y que le tenían retenido el pasaporte”, explica monseñor Osoro durante la entrevista.

“Dime el lugar. Yo aparezco por allí cuando termine de trabajar por la tarde y voy a buscarte. Ya te saco yo”, fue la contestación del obispo.

Unas horas más tarde el prelado fue al prostíbulo. “Iba vestido” con la sotana de obispo. ·Así entré. Al inicio sentí un silencio absoluto y muy grande en el lugar, que no era precisamente un lugar de oración y pregunte por la chica”, recuerda.

La joven estaba trabajando en ese momento. Entonces “pedí una cerveza y esperé a que bajase en un silencio que se cortaba”. Un tiempo después “bajó la chica y pedí que me diesen su pasaporte”, recuerda en la entrevista con Rome Reports. Osoro aseguró “que no haría ninguna denuncia” pero insistió en “que me dieran el pasaporte. Y al cabo de un tiempo me lo tiraron”.

Actualmente, el recién nombrado cardenal sigue escribiéndose con esta señora, que “lleva una vida muy sana y una vida de familia extraordinaria”.

Por José Calderero @jcalderero. Artículo originalmente publicado por Alfa y Omega

Una monja rescata a los travestis y transexuales de la prostitución

Papa Francisco le pidió que no abandone este «trabajo de puntera»

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La hermana Mónica Astorga, carmelita descalza que vive en Neuquén, acompaña desde hace diez años a un grupo de travestis  y transexuales que decidieron, con su ayuda, dejar la prostitución y las adicciones al alcohol y a las drogas para iniciar un camino de recuperación y reinserción social.

La hermana Mónica recibió en 2005 a una travesti llamada Romina en el monasterio donde reside. La persona llegó derivada de la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, donde se había acercado para ofrecer un diezmo en la comunidad, y tras enterarse que esa plata provenía de la prostitución, le aconsejó ver a la carmelita.

Mónica Astorga conversó durante una hora con la travesti y la convenció para que llevara a más compañeras a su residencia. Días más tarde, rezaron juntos y le abrieron sus experiencias de vida, sus dolores. Especialmente, la religiosa contó del daño que sufrían por haber sido abusados de niños.

“Fuimos a rezar y después les pregunté qué sueños tenían, porque una persona sin sueños no tiene vida. Me contaron que querían ser peluqueras, o ser cocineras y tener su propio local. Katty, otra de las travestis, me dijo que quería tener una cama limpia para morir. ¿Por qué? El promedio de vida de un travesti es de 40 años”, contó la religiosa en una entrevista grabada con el productor audiovisual Juan Martín Ezratty.

La religiosa, entonces, se vio tocada en su alma y decidió ponerse manos a la obra. Contactó a las autoridades de Cáritas Neuquén y al obispo diocesano, monseñor Virginio Bressanelli SCJ, y allí comenzaron un proyecto de peluquería y una cooperativa de costura, mientras se rehabilitaba una casa que les sirve en la actualidad como residencia y hospice.

“La casa se pensó para que puedan morir allí. Pero eso les impresionaba. Entonces decidimos cambiarla por una casa de reunión, y le pedí al obispo si podía usar ese salón para un taller de costura”, contó la monja. Katty, aquella que quería una cama para morir, ahora dirige la casa de reunión, el curso de costura y hospeda a travestis de la calle.

“Tenemos una reunión mensual. Verlas rezar y pidiéndole al Señor paz, alegría y más cosas solo puede entenderse viéndolo. Te das cuenta que tratás con seres humanos, no como animales, como muchas veces se los trata. Para mí es muy edificante verlas rezar, y creo que el nivel de oración de ellas no se compara con el mío”, describió la hermana Astorga.

“Esos espacios de oración continúan con reuniones, donde al comienzo no se podía ni hablar, porque estaban acostumbradas a la lucha: en la ruta competían por los lugares, y si venía otras más jóvenes también. Ahora pueden hablar, y en vez de juntarse para tomar, drogarse y charlar sobre los clientes, tienen otro diálogo. Ya es vida para ellos”, comentó.

Un trabajo desde la fe y con la venia papal
“Yo hago esto desde la fe. Trato de meter a Dios en sus vidas, que se sientan amadas por Dios. Les ayudo a que se sientan amadas por Jesús, que lo vean como un amigo, que las quiere como son”, resumió la religiosa.

En su acompañamiento a estas personas, la religiosa tuvo muchos obstáculos, que contó en la entrevista: “A mí me han dicho por qué había travestis en la Iglesia, pero la Iglesia es para todos. ¿Jesús, con quién estuvo? ¡Con pecadores! Lo que me importa es que vivan dignamente, que no tengan necesidad de pasar las noches con frío, con temperaturas bajo cero. Lo que ofrezco es un espacio para rezar, para encontrar una salida laboral, y lo demás es juicio de Dios, que sé que es muy misericordioso”.

La hermana Astorga tiene muchas anécdotas vividas en estos años. Entre ellas de Romina, la primera en acercarse. “Ella me decía que sentía una lucha contra el diablo, porque trabajaba en la peluquería, pero se sentía con ganas de salir a la calle en búsqueda de ese costado afectivo, del abrazo falso. Entonces me decía que, al sentir esa necesidad, le pedía ayuda a la Virgen y se ponía a rezar. Otra me contaba que se tomaba un trago de agua bendita. Esos son testimonios muy fuertes, que seguramente Jesús vivió eso cuando se encontró con prostitutas o con otros pecadores”, relató.

Según contó la carmelita descalza, el papa Francisco está al tanto de este acompañamiento que ella realiza y la alienta a continuar. “En una carta me pidió que no abandone este «trabajo de puntera» que me puso el Señor. Y ofreció a acompañarme en lo que necesite”, aseguró.

Cuando fue elegido Papa, la hermana Astorga envió un saludo al obispo de Roma de su parte y de “las chicas” que acompaña. “Él respondió diciendo que no las juzgaba, que las quería y que supieran que Jesús y María las quieren mucho”, reveló.

La religiosa hizo un pedido a toda la sociedad para tomar conciencia del daño que sienten estas personas. “Le pido a la gente que en nuestras familias se nos pueden presentar personas que nos digan que son homosexuales. Les pido que los reciban con todo el amor que se merece, y que no los rechacen, porque ya los mandamos, en algunos casos, a la prostitución. Todo eso se puede evitar con la contención de las familias”, opinó la monja que acompaña a travestis.

Video de la entrevista

Artículo originalmente publicado por AICA

«Una monja en el prostíbulo»

La explotación sexual de mujeres en Almería y España

«Una monja en el prostíbulo»: El País descubre el trabajo de las adoratrices con las prostitutas

Actualizado 1 junio 2015

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Este es el equipo de las adoratrices en Almería: algunas visitan los prostíbulos, otras acogen a las chicas que se refugian con ellas, a veces con sus bebés
Este es el equipo de las adoratrices en Almería: algunas visitan los prostíbulos, otras acogen a las chicas que se refugian con ellas, a veces con sus bebés

El diario laicista El País se ha interesado por el trabajo de las religiosas adoratrices de Almería, que acompañan a mujeres en el mundo de la prostitución para ayudarlas a dejar esa vida. En un artículo extenso y detallado, firmado por Natalia Junquera, explica las condiciones de vida de las prostitutas, lo que las encadena a esa actividad degradante y cómo las adoratrices logran ayudar a muchas. 

«Un grupo de monjas hace ruta todas las semanas por clubs de alterne, carreteras, cortijos y pisos de Almería donde se ejerce la prostitución. Sonadoratrices y oblatas que hace años que no se ponen el hábito y viajan en una furgoneta en la que, a veces, se producen milagros. En la parte trasera de ese vehículo, habilitada como un pequeño salón en el que las religiosas reparten café y preservativos, se han transformado vidas enteras; las de decenas de mujeres obligadas a vender su cuerpo por redes mafiosas o por pura desesperación. La ruta termina en unacasa de acogida cuyo domicilio es confidencial, por seguridad. Reciben a EL PAÍS con la condición de no revelar esa ubicación ni la identidad de sus inquilinas». (Es posible contactar con ellas en www.adoratricesalmeria.org).

Como se atrapa a las chicas
El artículo expone varias formas en que las mujeres acaban en las redes de explotación sexual.

“Me engañó un gitano rumano”, relata Erika, víctima de trata. Ella tenía entonces 12 años; él, 27. “Me dijo que vendríamos a España, que yo podría trabajar de limpiadora…”. Con 14 se quedó embarazada. “Así que me vendió a otro gitano rumano”. Erika no sabe por cuánto dinero, pero sí sabe que le engañó, porque cuando su nuevo dueño descubrió que iba a ser madre, la molió a palos para intentar provocarle un aborto. No lo consiguió y ella regresó a su país, Rumanía, para dar a luz.

“Ese mismo día, el gitano que me había traído a España se presentó en el hospital y me dijo: ‘Tú eres mía”. Se la llevó. “Me obligó a trabajar enseguida. La mujer de mi padre se quedó con mi niña”. De vuelta en España, le obligaba a darle 300 euros al día. “Si no los conseguía, me pegaba una paliza”. La torturaba metiendo su cabeza en el frigorífico e intentando cerrar la puerta. En una ocasión, le rajó los muslos con un cuchillo y chorreando sangre, la obligó a tener relaciones sexuales con él. “Un cliente me animó a denunciar a la policía». El juicio está pendiente y Erika, que ahora tiene 24 años, ya no vive en la casa de acogida. 

Cómo se vive en un prostíbulo
La adoratriz María José Palomino describe un cortijo de prostitución en Roquetas (Almería), con sus techos de uralita, una silla en la puerta para advertir a los clientes,mantas sobre la tierra y bichos por todas partes. «Le pregunté a las chicas si alguna vez habían ido al pueblo, al cine, a la compra…Una de las nigerianas me explicó que llevaba siete años allí metida y que el dueño le llevaba de vez en cuando bolsas de comida”. El propietario, un español de 35 años, le cobraba 500 euros al mes por el alquiler de aquel cuchitril infecto, pero oportunamente rodeado de invernaderos, es decir, de mano de obra barata en busca de sexo barato. El servicio allí cuesta 10 euros». 

Fatema, marroquí, de 28 años, da más datos del prostíbulo en el que trabajó: “Allí iban muchos hombres: inmigrantes, españoles, jóvenes, viejos, borrachos, sucios…«, recuerda Fatema. «Había muchas chicas como yo, más de 20: rusas, nigerianas, marroquíes… Sufrimos mucho. A mi familia nunca le conté la verdad. Les decía que estaba trabajando de panadera, en el tomate…”. Ella había llegado con 21 años a España para trabajar en la fresa, en Huelva, pero aquello solo duró 15 días. Su padre había muerto y ella tenía que enviar dinero a casa para mantener a su madre, su hermano y sus dos hijos.

Trabajó en los cortijos hasta que un día, las monjas en ruta dieron con ella y la ayudaron a salir del infierno. Ahora tiene un contrato como interna en una casa, ha conseguido los papeles y ha podido regresar a Marruecos. Llevaba seis años sin ver a sus pequeños.

Chicas que denuncian y prostíbulos que se cierran
Muchos de esos cortijos están hoy cerrados porque una de las víctimas denunció a la policía. Palomino y Elena Guerra, la trabajadora social que asiste a las religiosas en el proyecto, hablan con verdadero orgullo de ella: “Levantó medio Poniente”, dicen, refiriéndose a una de las zonas predilectas de las redes de explotación. Por eso la perdieron tan pronto de vista. “Cuando están en peligro, las envían a otro lugar para que nadie pueda encontrarlas. Los explotadores las tienen aterrorizadas”. A rumanas, búlgaras, rusas… las amenazan con hacer daño a su familia. A las nigerianas, con el vudú.

España es el segundo país de la Unión Europea con más casos detectados de explotación sexual -el primero es Italia-. Solo desde el pasado enero, la policía ha detenido a 264 personas en 76 operaciones contra estas mafias e identificado a “más de 4.900 víctimas potenciales”. De ellas, 117 fueron asistidas por ONG -14 eran menores de edad- y 66 adquirieron la condición de testigos protegidos. Entre abril de 2013 y diciembre de 2014 fueron 1.450 detenidos, 11.751 víctimas potenciales detectadas, 774 acogidas y más de 29 millones de euros incautados. Según Interior, el negocio mueve cinco millones de euros al día en España. La policía ha habilitado una línea telefónica para denunciar de forma confidencial casos que se conozcan: 900 10 50 90.

Las adoratrices, los dueños y los preservativos
Palomino visita clubes y pisos de prostitución. “A los dueños de los locales casi nunca les vemos cuando entramos. En 13 años no hemos tenido ningún problema. Lo más, una vez que un cliente borracho me cogió de la cintura y me dijo: “¡Esta sí que es guapa!”, recuerda la religiosa. 

El artículo de El País detalla que «los clubes son el único sitio de la ruta en el que las monjas no reparten preservativos, porque las mujeres que trabajan allí suelen tener más dinero».

“Cuando estás en esto, no te planteas si preservativos sí o no. Piensas en el bien de las chicas y ya está. Nadie de la Iglesia nos lo ha recriminado nunca. Lo que no hacemos es acompañarlas a abortar. Les informamos de que tenemos una casa de gestantes [por ejemplo, su Casa Cuna de Córdoba, que ReL describe aquí] y, si quieren interrumpir el embarazo, es su libertad, pero no vamos con ellas”, explica Palomino. Gracias a un convenio con la Junta de Andalucía pueden ofrecer a estas chicas una tarjeta sanitaria temporal, pese a que muchas de ellas no tienen ni pasaporte.

El País no entra en más detalles morales. El tema de la moralidad del preservativo en la prostitución es complejo y discutido por teólogos y moralistas, muy distinto del tema de la anticoncepción en el matrimonio. Incluso el caso de la prostitución homosexual es distinto al de la heterosexual. Por ejemplo, desde la doctrina católica, el condón es inmoral por dos razones: separa el acto conyugal de su fertilidad natural y bloquea el significado unitivo en el abrazo esponsal. Pero en la prostitución homosexual no hay fertilidad ninguna, y en la heterosexual ¿es inmoral que una prostituta quiera bloquear la fertilidad de un acto que ni es conyugal ni esponsal? Y, desde luego, nadie piensa en si se bloquea el significado unitivo en un trato cliente-prostituta, ya que no hay ninguna voluntad de unión. Otros moralistas consideran que, además, la voluntad profiláctica (de uso como protección contra enfermedades) hace que no tenga peso en el análisis moral la voluntad anticonceptiva. (Más detalles sobre esto en el debate de 2010 sobre las palabras de Benedicto XVI referidas al uso de preservativos en la prostitución, aunque él se centró en la hipótesis de un prostituto masculino:http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1345909?sp=y)

Lo realmente moral es, para las prostitutas, dejar la prostitución, y para las adoratrices, animarlas y ayudarlas a que lo hagan. Pero es un proceso largo de toma de conciencia de que hay esperanza, de que es posible salir... y mientras tanto hay que mantenerse con vida.

Salvar a las que se pueda
“Por una sola ya hubiera valido la pena”, asegura Palomino, que ha ayudado a decenas de mujeres. Solo en 2014, acogieron a 30 en la casa, 8 de ellas, víctimas de trata. La congregación celebra a menudo grandes triunfos: el primer cumpleaños en libertad de alguna de las chicas, papeles para una, trabajo para otra, o el premio de Derechos Humanos Rey de España, que concede el Defensor del Pueblo y les entregó Felipe VI el pasado abril. Pero también se llevan grandes disgustos: esclavas de las mafias que el día del juicio se desdicen y abandonan el juzgado con su explotador; mujeres que tras lograr salir de la explotación terminan con un novio maltratador, al que justifican. “Psicológicamente las desmontan», explica Guerra. «Algunas llegan a creer que no merecen otra vida y se sabotean a sí mismas».

El caso de Lucía
Lucía, portuguesa de 31 años, se prostituyó durante cinco años, ahora lleva dos en una casa de acogida. “Mi novio me animó a venirnos a España. Dijo que él ganaba un buen sueldo –era camionero- y que no hacía falta que yo trabajara. Llegamos en mayo de 2007. Yo estaba embarazada. Luego descubrí que se gastaba todo el dinero en juego, porque era ludópata, y lo metieron en la cárcel porque mató a una persona con el camión. Así que yo me vi sin trabajo, con mi hija de un año, un alquiler, y mi madre, que había venido a España. El día antes de la Navidad de 2008 abrí la nevera y no tenía nada que darle a mi niña. Nada. Todo el mundo al que había pedido ayuda me dijo que no podía seguir ayudándome y me acordé de un piso que tenía unas lucecitas en la puerta. Era evidente a qué se dedicaban… Y llamé”. 

«Recuerdo como si fuera ayer la primera vez, la peor. Llorando. Ahí me di cuenta de en qué me había convertido. ¿Dinero fácil? No hay dinero más difícil de ganar que ese”, cuenta entre lágrimas. “Al terminar, pedí un adelanto y compré pañales y leche”. «Me drogaba para no pensar, y me enganché”. Su hija fue dada en adopción.“El mes que viene cumple 7 años. A veces veo niñas que se le parecen, o que hacen un gesto o un sonido como los que ella hacía. Cuando sea mayor, me gustaría que supiera la verdad de lo que pasó”.

Recuerda perfectamente el día en que esas monjas en ruta dieron con ella. “La primera vez me hice la dormida. La segunda vez que vinieron al piso, una de ellas me preguntó: ¿Tú qué haces aquí? Recuerdo que me tocó, me cogió de la mano mientras me hablaba, y eso me impresionó mucho”. Hacía años que nadie tocaba a Lucía así: para mostrar cariño. “Cuando estas monjas aparecieron en mi vida, yo no me reconocía en el espejo. Quería arrancarme la piel después de estar con cada cliente. Pensé: ´si pierdo este tren, puede que no pase otro´… La hermana María José me dijo el otro día: ´He estado en el piso, he visto tu antigua cama, y no sabes lo que me he alegrado de que ya no estuvieras allí”.

La aristócrata y el chal bonito
El País no explica el origen de esta congregación que nació en Madrid y hoy cuenta con mil religiosas repartidas en distintos países. Fue en 1845, cuando con 36 años la aristócrata Micaela Desmaissières y López de Dicastillo, vizcondesa de Jorbalán, abrió su primer colegio para chicas rescatadas de la prostitución. Pero la toma de conciencia de Micaela (hoy Santa Micaela del Santísimo Sacramento) no llegó de la mano de una prostituta sino de una chica de familia rica. 

La joven vizcondesa, aconsejada por el padre Carasa, jesuita, ayudaba con frecuencia, de incógnito, en el hospital de pobres de San Juan de Dios. Allí encontró una chica de la calle, abandonada, que sin embargo conservaba un bonito y muy caro chal. Había sido de familia rica, pero unos hombres la sedujeron y después de usarla sexualmente la abandonaron, y ella ya no podía volver a su casa. Micaela consiguió que la chica se reintegrara en su familia.

Micaela fundó un colegio para chicas en 1845 en Madrid y en 1850 dio el gran paso: dejó definitivamente la vida aristocrática en la corte de Isabel II y se fue a vivir con las chicas. Poco a poco atraería colaboradoras y nacerían las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y la Caridad (www.adoratrices.com) que han atendido en su historia a miles de mujeres en apuros y en España son probablemente la realidad eclesial que mejor conoce y combate la prostitución, la trata de mujeres y sus lacras asociadas.

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¿Prostituta porque quiere? ¡Mentira!

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La prostitución es violencia contra la mujer, aunque medie el dinero. Y la trata de blancas es una de las grandes esclavitudes de nuestro tiempo

Seguro que ustedes han podido ver en alguna ocasión un reportaje sobre el tema de la prostitución en el que aparecía el mismo sorprendente testimonio: la meretriz que afirma estar encantada con su trabajo, al que se considera abocada más por el vicio que por la necesidad económica.

Cuando se incluye algo así en un documental, informe o reflexión da igual que después se acumulen declaraciones de otras mujeres cuyas terribles historias nos sobrecogen, porque queda en nuestro cerebro un poso con el que se nos intenta convencer de que hay prostitutas, sean más o menos, que ejercen su oficio por “vocación”. Existirán algunas que ganen mucho dinero, y que consideren  éste como un gran aliciente, pero en ningún caso, en ninguno, hay mujeres que sientan “vocación” por este negocio.
           
Si tengo razón, se puede afirmar sin temor a equivocarse, y es lo que voy a intentar mostrar en las líneas siguientes, que la compra de servicios sexuales es siempre y en todo caso (también cuando median cantidades elevadas) una forma de violencia. Es más, y aunque parece que no es “políticamente correcto” decirlo, cabe añadir que la prostitución está íntimamente ligada a la trata de personas para la esclavitud sexual, ya sea con alcance local, nacional o internacional y, como digo, en todo caso a la violencia contra la mujer.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito publicó su último informe sobre el tráfico de personas en el año 2012 (puede visitarse aquí), presentando un panorama estremecedor. Según la ONU si sumamos el número de mujeres adultas y el de las niñas nos encontramos con que aproximadamente el 76% de las personas que caen en las redes de tráfico de personas son mujeres, y de ellas más de dos tercios son convertidas en esclavas sexuales.

Es evidente que hablamos de un negocio oscuro y sobre el que es difícil acceder a datos concretos y fiables, pero el citado informe sitúa el número de personas que han sido objeto de trata en todo el mundo en más de 20 millones, lo que significa que la cifra de mujeres y niñas sometidas a esclavitud sexual globalmente supera los 10 millones, quedando la mayor parte de ellas escondidas en las cloacas de las sociedades europeas, americanas y de Oriente Medio. No exageramos al decir que ésta es una de las mayores lacras de nuestra época a la que, además, persigue una cierta impasibilidad pública, cuando no el beneplácito y colaboración de gobiernos y autoridades.
           
Los estados han reaccionado de formas muy distintas ante esta situación, sin que haya un acuerdo general sobre la mejor manera de abordarla. Algunos son escasamente activos, normalmente porque las mafias se han infiltrado significativamente dentro de los estamentos económico y político.

Sirva como ejemplo la situación que se vive en México o las denuncias de organizaciones como la Fundación Alameda en Buenos Aires que, con el apoyo explícito y público del entonces Arzobispo de Buenos Aires Jorge Mario Bergoglio, hoy Papa Francisco, ha puesto en evidencia hasta qué punto el crimen organizado ha logrado penetrar en los centros de poder de la capital argentina.
           
España aprobó en diciembre de 2008 un Plan Integral de Lucha contra la Trata con Fines de Explotación Sexual en el que, por primera vez, se comprendía que el mayor peso de este fenómeno, sobre todo en Europa, tiene que ver con la violencia contra la mujer, pero en el que no se consideró que la “prostitución voluntaria” fuese un problema que debiera abordarse desde esta misma perspectiva.

Siguiendo estas pautas los éxitos policiales han sido más bien escasos, como ha señalado el Defensor del Pueblo en su informe “La Trata de seres humanos en España: víctimas invisibles” (que puede consultarse aquí), porque la justicia se ha visto perjudicada por una circunstancia que era razonable esperar, y es que el miedo, las coacciones y la violencia radical y de toda índole a la que son sometidas estas mujeres hace que sean muy pocos los casos en los que una víctima denuncie o declare contra sus proxenetas.

Finalmente el número de procesados y/o condenados por este delito, no sólo en España sino en todo el mundo, sobre todo si ponemos el dato en relación con el volumen de negocio que estas actividades generan, es ridículo.
           
La situación de América Latina es muy preocupante, como denunciaba una y otra vez el Papa Francisco que, como ya indicamos, ha tenido y sigue teniendo una honda preocupación por este fenómeno.

Desde el año 2008 Jorge Bergoglio celebraba una Eucaristía al aire libre en las cercanías de la Plaza de la Constitución, en Buenos Aires, en una zona sembrada de prostíbulos ilegales. Siempre lo hacía en torno al día 23 de septiembre, por ser éste el Día Internacional contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas. Les invitaría a conocer, en particular, la última homilía que tuvo ocasión de pronunciar en Argentina sobre esta cuestión, en el año 2012 (se puede leer aquí).

En estos países el trabajo forzado es un problema de grandes dimensiones, que se agrava porque las mafias secuestran a jóvenes y niñas en plena calle, a veces con el consentimiento o incluso la protección de las fuerzas del orden, y las trasladan a prostíbulos de otros países, borrando sus huellas y sometiéndolas a una vida denigrante y brutal de la que les resulta imposible huir.
           
En Europa se cumplen quince años de un intento de terminar con la esclavitud sexual que es digno de nuestra atención. En el año 1999, el gobierno sueco se atrevió a encaminarse por una senda que nadie había transitado hasta el momento: comenzó a considerar la prostitución, siempre y en todo caso, como violencia contra la mujer y, en consecuencia, despenalizó su ejercicio y penalizó su consumo (por así llamarlo).

Junto a estas medidas penales impulsó un programa específico para dotar de atención y protección a las mujeres que abandonasen esta práctica. Tal vez les sorprenda que casi la totalidad de las mujeres que han dado este paso han sentido la necesidad de acogerse a medios extraordinarios para la protección de su integridad física.
           
Al cabo de tres lustros, el resultado de este combate decidido contra la explotación sexual es muy diferente al conseguido con otro tipo de iniciativas. Se calculaba que cerca de 15.000 mujeres y niñas eran introducidas en el país para ser obligadas a trabajar en lugares de lenocinio, mientras que en la actualidad este número no parece superar las 400 (600 según algunas fuentes). Mientras, la vecina Finlandia, ajena a esta política, ha superado ya los 17.000 casos anuales estimados.
           
La estrategia es justamente la contraria a la adoptada por países como Estados Unidos que, arrastrado por cierto moralismo que se revela, a la postre, inicuo, ha decidido perseguir ¡a las víctimas! sometiéndolas a una sucesión inútil de arrestos e incrementando la presión sobre sus vidas.

En España y en otros países se ha propuesto, en un sentido completamente contrario, la legalización de la actividad y la regulación de las meretrices, sin tener en cuenta que siempre que se ha optado por esta posibilidad se ha producido un incremento desmedido de la actividad de las mafias, a las que nada conviene más que un escaparate de inmunidad tras el que blanquear dinero y ocultar la verdadera naturaleza de su “negocio”. Sin embargo, ya perdimos hace tiempo la ingenuidad que nos podía llevar a pensar que las leyes son como ensalmos de eficacia automática. De nada sirven si no van acompañadas de una toma de conciencia por parte del pueblo. Es preciso que exista una conciencia pública acerca de que la contratación de los servicios sexuales de una mujer supone someterla a una forma de violencia. Sin esta noción clara es vano pretender una lucha por la igualdad que, a la postre, se detiene allí donde es más necesaria.
           
Si viésemos un mapa del mundo en el que se introdujesen los datos con los que contamos al respecto (como éste) comprobaríamos queen la mayor parte del mundo se intenta terminar con la prostitución desde la hipócrita actitud de criminalizar a las víctimas que, de esta manera, se ven encerradas entre la violencia de las mafias y la violencia del estado.

Esta solución legislativa es la manifestación más evidente de que las mujeres que ejercen la prostitución sufren un extendido menosprecio social, y no sólo en estos países. Las menosprecian los clientes, pero también las fuerzas de seguridad y, por qué no decirlo, un altísimo porcentaje de hombres –aunque no utilicen sus servicios– y, también, de mujeres.

Es mentalidad común, aberrante mentalidad común, el considerarlas lo más bajo de la condición humana, muchas veces en la teoría y siempre en la práctica. Se las desprecia, no se mira de frente su humanidad y no se considera urgente procurar su libertad, su bien y su felicidad.
           
Tenemos que reflexionar sobre esta situación y creo que el ejemplo sueco, con una actitud inteligente y verdadera, puede ser un buen referente. No nos olvidemos de estas mujeres ni de estas niñas, porque a millones de ellas la salida del sol les anuncia cada día una nueva jornada de violaciones, golpes, vejaciones y esclavitud.

Rescata chicas en Las Vegas con una oración contra el demonio

Por fe, perdona al chulo que le pegaba y reza por él 

Annie Lobert, ex-prostituta, rescata chicas en Las Vegas con una oración contra el demonio 

Fue abusada de niña y despreciada de adolescente. Empezó como acompañante de lujo y bailarina, y luego fue prostituta cara en Las Vegas. Su chulo le pegaba y pese a todo ella le necesitaba. Buscó llenar su vida con drogas y espiritualidades. Sólo en la puerta de la muerte encontró a Jesús. Y decidió ayudar a otras mujeres.

Actualizado 25 junio 2012 

Ángeles Conde / ReL 

«Eres preciosa y Jesús te quiere«. Con estas palabras, Annie Lobert se acerca a las prostitutas de Las Vegas. Ella es ex-prostituta, y junto a otras ex-prostitutas recorre la noche para rescatar a las mujeres del tráfico sexual. 

«Les digo eso nada más verlas porque necesitan saber que son valiosas, que son bellas y que hay alguien que las ama incondicionalmente», explica. 

Su experiencia la impulsó en 2005 a crear Hookers for Jesus, una organización cristiana que lucha contra la explotación sexual, la pornografía y la industria del sexo. Fue «trabajadora del sexo» durante 16 años: primero en Minneapolis, Minnesota, Hawaii y los once últimos, y más traumáticos, en Las Vegas. 

Ahora su misión, tal y como ella describe, «es salvar el alma de las mujeres que venden su cuerpo» en la oportunamente llamada Sin City (Ciudad del Pecado).

Abusada y nunca amada

La historia de autodestrucción de Annie se inicia en su infancia. Fue víctima de abusos sexuales con 8 años. Ella misma reconoce además que nunca se sintió amada y que esa circunstancia mermó su autoestima: “Sólo pensaba en qué Dios estaría enfadado conmigo. Le imaginaba con un enorme martillo esperando el momento de aplastarme con él si hacía algo mal”. 

A los 18 años perdió la virginidad con un chico que le rompió el corazón. Entonces despertó su lado rebelde y se lanzó a los brazos de una vida de promiscuidad y a la “experimentación”. Durante unas vacaciones con una amiga en Hawaii vendió por primera vez su cuerpo por dinero. 

Soñando con Pretty Woman

Al regresar a su ciudad, abandonó su trabajo y se introdujo en el mundo de la prostitución de lujo. Primero se consideraba «bailarina exótica» y «acompañante de lujo». Después tuvo que aceptar encargos más y más exigentes. La seducción del dinero le hizo irse hasta Las Vegas, donde pensó que ganaría más: “Eran miles de dólares cada noche; noches incluso de más de 10.000. En Las Vegas viví la ilusión del glamour, las fiestas y el dinero. No podía resistirme a la luz de los casinos y entrar para ver si encontraba a algún cliente muy rico que me rescatara. Todas soñamos con ser Julia Roberts en Pretty Woman”.

Durante los once años que ejerció como prostituta en Las Vegas llenó su vida con fiestas, gente famosa, viajes, hombres y caros objetos materiales pero, como dice Annie, “al final pierdes tu alma en todo este proceso. Vivir en el mundo de Las Vegas me hizo hacer cosas que no hubiera hecho en cualquier otra circunstancia”.

Violencia y drogas y vacío interior

La primera vez que invocó a Jesucristo fue cuando estuvo a punto de ser asesinada por su “chulo”. Al enterarse de que Annie quería dejar la prostitución, la encerró en el maletero de su coche y la amenazó con quemarla en el desierto. Su chulo la liberó pero unos meses después la secuestró y le propinó una paliza en el desierto. 

Ese no fue el peor día para Annie: al poco tiempo fue diagnosticada de linfoma. Sin embargo, no abandonó la prostitución porque tenía facturas médicas que pagar. Sumida en una gran depresión por la muerte de varios familiares próximos, su enfermedad y el creciente deseo de abandonar esa vida sin poder hacerlo, Annie entró en el infierno de las drogas: “Es increíble, pero después de curarme, comencé a consumir drogas. Tenía el corazón roto, ninguna voluntad de seguir luchando y sufría por el continuo abuso verbal, físico y sexual que sufría siendo una prostituta de lujo”.

Xanax, valium, cocaína, alcohol y ludopatía… Nada llenaba su vacío interior y entonces probó con diferentes formas de “religiosidad”: wicca, vampirismo, masonería, budismo, new age… todo ello le provocó un desorden por estrés postraumático. 

Además, como muchas otras prostitutas, desarrolló una adicción o dependencia hacia el mismo chulo que le pegaba. Estaba perdidamente enamorada, enganchada, hacia la misma persona que la apalizaba y vendía.

Los estudios que maneja su asociación dice que casi 7 de cada 10 mujeres que trabajan en la industria del sexo sufren este estrés postraumático: enfermedad, ansiedad, depresión, insomnios, pesadillas, pérdidas de memoria, anorexia, bulimia, depresión clínica…todos estos eran los síntomas de Annie tras once años trabajando en la industria del sexo en Las Vegas. 

Sobrevivir a la sobredosis

Una noche de 2003 casi murió por sobredosis: “Sentía un dolor horrible en mi pecho.Estaba esperando ver las llamas del infierno y le pedí a Jesús que, si me salvaba, le hablaría al mundo entero de Él. Y Jesús vino a rescatarme”. 

Y así lo hizo cuando se recuperó. Annie comenzó a usar su dolorosa experiencia en ayudar a personas explotadas sexualmente en Las Vegas. 

“Mi pasión es ayudar a prostitutas, proxenetas, strippers y a cualquiera que se haya visto en las redes de la explotación sexual. Quiero ayudarles a ver que hay una vida real esperándoles fuera de la industria del sexo. Si necesitan ayuda para escapar de este estilo de vida, aquí estoy yo para ayudar, no para juzgar”.

Verdades claras

Al mundo y a los clientes les recuerda lo que no quieren pensar: «Las mujeres no son robots, no disfrutan de los actos sexuales, ni de la esclavitud de vender su cuerpo. Tenemos sentimientos y no los podemos eliminar mientras somos prostitutas ostrippers. Nos duele, sangramos, lloramos, somos hermanas, madres, hijas, primas, sobrinas, niñas pequeñas». 

A las mujeres atrapadas en el negocio les propone un cambio radical, y para eso necesitan a Jesús. Les dice: «Dios te ama a ti, sí, a ti, a esa persona que vive derrotada», les dice. «No dejes que el demonio te robe la alegría más tiempo. Pide a Jesús que entre en tu corazón y observa cómo puede cambiar tu vida radicalmente. ¿Sabías que Jesús murió para que fueses libre? ¿Quieres salir de la celda de tu mente? Reza esta oración».

La oración busca romper el círculo de esclavitud en el que vive la mujer: 

«Jesús, creo que eres el Hijo de Dios. Ven a vivir a mi corazón vacío. Manda tu Espíritu Santo a llenarme con tu paz, pasión y amor. Cámbiame completamente, de dentro afuera. Que pueda caminar en el destino perfecto que tienes para mí. Enseñame a vivir mi nueva vida. Abre mis ojos a tu verdad. Rompe las mentiras que el demonio ha puesto en mi mente. En ti confío, oh Señor. Gracias, Jesús. Amén.» 

El poder del perdón

¿Y después? Después viene el reto de perdonarse una misma y perdonar a los enemigos. Annie lo explica: «Si Jesús podía perdonarme, ¿no podía perdonarme yo misma también? Y me perdoné por todas las cosas horribles que había hecho y el yugo de la atadura y la culpa se quitó de mi espalda». 

También perdonó a su chulo, «y a todos los demás que me ofendieron. Rezo por mi chulo cada día y sé que Dios tiene un plan grande para él. ¡Perdona y serás libre!»

Realidades que revelan el drama de la prostitución en España

Hay más esclavas sexuales que nunca, crece el número de menores prostituidas, el cliente de la nueva prostitución es más joven, los anuncios de contactos de los periódicos conducen hasta las mafias, y existe cierta connivencia de la Justicia con un drama más acomodado en la sociedad de lo que cabría esperar

ForumLibertas.com

En España, la prostitución ha encontrado un hábitat ideal para el desarrollo de su negocio sexual. Las mafias de trata de mujeres, sabedoras de que tanto la legislación como la justicia se muestran permisivas con estas prácticas, se han instalado en nuestro país para convertirlo en el burdel de Europa.

El turismo sexual está en auge. Si antes eran hombres de mediana edad los que se acercaban a los tradicionales lugares turísticos para contratar los servicios de las meretrices, ahora el norte de Cataluña se ha convertido en un macroburdel al que asisten ciudadanos europeos, en especial franceses, para visitar los macroprostíbulos instalados en la Jonquera y las poblaciones circundantes. La mayor permisividad de la legislación española frente a la francesa permite que esto sea posible y está provocando que un perfil de consumidores de prostitución más jóvenes cruce la frontera para usar los servicios que se ofrecen en Cataluña.

Diferentes estudios revelan que el drama de la prostitución en España tiene atrapadas a 300.000 personas que ejercen esta actividad, normalmente en redes de prostitución y trata de personas controladas por mafias.

Esos estudios apuntan a que España tiene una tasa de entre 6,5 prostitutas por mil habitantes. El valor máximo lo tendría Mallorca, aunque hay que observar que se trata de una zona con gran población flotante y la tasa de población estable puede ser engañosa.

El Instituto Europeo para la Prevención y el Control del Crimen intentó cuantificar el número de personas dedicadas a la prostitución en Europa, en un trabajo cerrado en 2003 se asignaba a España una horquilla de 45.000 y 300.000 personas que se prostituían en el país. La aproximación es imprecisa, pero al menos ofrecía una indicación clara: son volúmenes de negocio altísimos para las mafias.

En España hay un millar de burdeles censados y se manejan cifras de escándalo. Según explicaba la Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer y de la Igualdad de Oportunidades del Congreso de los Diputados, en 2006 el 6% de la población española sería adicta al consumo de prostitución. Los españoles, se estarían gastando 50 millones de euros cada día para comprar esos servicios.

Una nueva forma de esclavitud

Estos hechos son contrarios a las más elementales condiciones de dignidad para la persona, ya que significan una nueva forma de esclavitud, además de generar en su entorno otras formas de delincuencia que convierte el fenómeno en un hecho peligroso.

Basta hacer un repaso por la prensa, los nuevos estudios y las declaraciones de los políticos para encontrar aspectos que plantean el problema de la prostitución desde diferentes ángulos de vista. A continuación recogemos algunos de especial relevancia:

Más esclavas sexuales que nunca: nunca en la historia de la humanidad se habían secuestrado, comprado y esclavizado sexualmente a tantas mujeres como ahora. La trata de seres humanos está documentada en 175 naciones y cada año 1,39 millones de personas (en su mayoría mujeres y niñas) pasan a engrosar la nómina de escalvos sexuales.

Los anuncios de contactos conducen hasta las mafias: esto recrudece el debate sobre la publicidad del sexo, que tiene la connivencia de los principales diarios generalistas del país.

Aumenta el número de menores prostituidas: Las actuaciones policiales revelan que cada vez más liberan de los proxenetas a más menores explotadas sexualmente. En 2009 se descubrió en toda España a 13 menores que ejercían la prostitución, según datos del Ministerio del Interior. Sólo en Cataluña, en 2010, en seis meses se había superado esta cifra.

El cliente de la nueva prostitución es más joven: La cultura de la inmediatez y la oferta masiva de prostíbulos han cambiado el perfil del usuario. Hombres en torno a los 30 buscan el sexo rápido de pago sin ninguna consideración moral.

La connivencia de la Justicia: un juez permitió en 2010 abrir un gran burdel a un imputado por tráfico de mujeres en La Jonquera. La justicia en España es extraordinariamente permisiva con el tráfico de mujeres, no únicamente la legislación lo es, sino también en su aplicación.

Crece la preocupación de las autoridades locales: la cruz de la permisiva legislación sobre prostitución que impera en España la representan las autoridades municipales. Los ayuntamientos están preocupados porque son quienes deben gestionar los problemas derivados de la prostitución que atrae otro tipo de delincuencia. En este sentido, el ayuntamiento catalán de Mataró sentó un precedente al vetar la instalación de macroprostíbulos en su área metropolitana. Algo que tuvo que hacer debido a que la legislación estatal no lo hace.

Historia de una «prostituta» distinta

Actualizado 14 diciembre 2011

           He  estado pensando el publicar, o no, esta historia. Al final  he decidido hacerlo, pero poniendo entre comillas lo de “prostituta” por lo que voy a contar.

            Cada noche, al terminar en mis actividades de la Parroquia, tomo mi habitual camino de regreso a casa. Y hace un tiempo, en un cruce de calles por donde siempre paso, vi a una mujer apoyada en la esquina de un edificio con un bolso en la mano, y un tanto como cohibida. Se quedaba mirando los coches que pasaban. No le di más importancia. Pero la seguí viendo días sucesivos, y entonces ya me llamó a atención.

     Como se trataba de la Parroquia vecina pensé hacer algunas indagaciones, porque no me pareció lo que en un principio aparentaba ser. Sin duda buscaba “clientes”, pero no daba la impresión de ser una cualquiera. Después de unas prudentes pesquisas me enteré que era una madre de familia con apuros. Varios hijos pequeños, y el marido en el paro. Estaban pasando necesidad, y se vio obligada, con el consentimiento amargo de su marido, de “hacer la calle” para entrar algún dinero al hogar.

            La persona que la conocía guardaba bien el secreto de esta pobre mujer, pero  me contó el drama. Cada noche se despedía de sus hijos pequeños diciéndoles que se iba a trabajar, le daba un beso al marido, y salía hacia su puesto con gran dolor de su corazón. El poco dinero que podía conseguir le escocía en el alma, según me contaron, pero era el pan para sus hijos y su esposo.

            Intentamos prestarle ayuda con todo sigilo y  delicadeza para que resolviese su problema, o al menos se aliviase, sin humillaciones. Parece que esa ayuda le está llegando. Ya no la he vuelto a ver en la esquina de costumbre, y me alegro por ella y su familia. Realmente es una mujer con cierto grado de heroísmo, aunque no podamos aprobar esa conducta que se vio obligada a adoptar. No se en donde está la inmoralidad en este caso, si en ella o en la sociedad que lo provoca.

            Como esta mujer hay muchas. Una cosa son las que se lanzan a esa vida sin escrúpulos para sacar un sueldo, otra cosa son los que explotan a las pobres mujeres que buscan el pan de cada día y  terminan siendo las esclavas de una sociedad hipócrita, y otra muy distinta la pobre mujer   que no tiene mas salida que “alquilar su cuerpo” porque no encuentra otra solución para la vida de los suyos. Son dignas de lástima. Una verdadera injusticia.  Nos imaginamos el tremendo sufrimiento que le acarrea esa decisión. Y no podemos, no debemos, dar lugar a que esto suceda, y encima queramos “apedrearlas”.

            La crisis se está llevando por delante a muchos corazones que sufren por ver sufrir, que pierden la esperanza en el futuro, que no ven la salida del túnel en donde la vida los ha metido. Y esto nos debe hacer pensar, y ser más austeros en nuestro ritmo de vida. Hay pobrezas forzadas y otras que son voluntarias. Tanto una como otra Dios las premiará. Se acerca la Navidad. Gastos y más gastos. Fiestas de colores y luces de fantasía. Opulencia por parte de algunos, miseria por parte de muchos. ¿Qué hacemos?  ¿Nos animamos a vivir más sencillamente, de manera que no desentonemos en el Portal de Belén?

          Si logramos salvar la honradez y dignidad de muchas personas perdidas por este mundo cruel,  sin duda nuestras Navidades serán  más cristianas, más solidarias, más auténticas. Y muchas mujeres, como la de esta historia, podran cantar con los suyos al caer la tarde:“Noche de Dios”.

www.youtube.com/watch

Juan García Inza

Juan.garciainza@gmail.com

Obligada a prostituirse

Lek, una adolescente que fue vendida para prostituirse y que ahora es monja católica

Lek acababa de cumplir catorce años cuando llegaron a su casa las «señoras pescadoras» de Bangkok. Hablaron con su padre y llegaron a un acuerdo: le darían mil dólares para que Lek les acompañase hasta la capital donde le enseñarían un «oficio».

Actualizado 9 agosto 2011

Mónica Vázquez/ReL

Era un buen pacto para una familia que vive en una de las zonas más pobres de Tailandia. Pero cuando llegó a Bangkok se dio cuenta de que no existía ese trabajo. Sola en una ciudad de 8 millones de habitantes, sin conocer el idioma, pues hablaba un dialecto, y con su familia a miles de kilómetros, Lek era obligada a prostituirse.

Pero Lek no se resignó a su destino. Su hermana, que se encontraba en el centro de formación profesional católico «Baan Marina», dirigido por las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y María, se convirtió en su única posibilidad de salvación. No sin dificultades, se puso en contacto con ella, quien contó a las hermanas su situación.

La única manera de salir de la prostitución pasaba por devolver la cantidad que habían dado por ella a su familia, más los gastos que había ocasionado por el alquiler de la habitación donde dormía y otras cantidades en concepto de manutención. Una «deuda» imposible de satisfacer con su escaso «salario» como prostituta.

Las Misioneras lograron pagar esa cantidad y consiguieron la libertad para Lek, que ingresó en la casa de «Baan Marina», donde, ahora sí, podría aprender un oficio, en este caso de modista. Con ella hicieron una pequeña excepción, pues todavía no había cumplido los quince años que las hermanas piden para el resto de la chicas.

Descubrir la vocación

Los seis años que Lek pasó en el centro le sirvieron para aprender corte y confección, pero también recibió una formación integral en otros aspectos como los derechos humanos, la autoestima o los primeros auxilios. Pero lo que más cambió su vida fue el conocer una fe distinta a la budista que ella profesaba.

Una fe en Cristo, que había movido a las hermanas a ayudarla a ella y a otras muchas chicas .Le llamó la atención el trabajo y la dedicación de las Misioneras y decidió bautizarse. Durante un tiempo colaboró con las hermanas como profesora y también como catequista de otras chicas que se convertían al catolicismo. Pero su inquietud fue más lejos,y le llevó a conocer diferentes órdenes religiosas católicas hasta que encontró la que más encajaba con su carisma.

Hoy, más de veinte años después de aquella experiencia de infierno en Bangkok, es feliz en esta orden, que las Misioneras no han querido revelar para preservar su intimidad. No guarda rencor a su familia, sabe que, como ella, fueron engañados. Reza por ellos. El caso de Lek es uno de los más llamativos porque reúne una buena parte de los problemas que en estos momentos sufren las mujeres tailandesas. A la lacra de la prostitución, que afecta a más de 50.000 niñas menores de 15 años, se suma el fantasma del sida, la principal causa de mortalidad en el país, y el consumo y tráfico de drogas.

La labor de «Baan Marina»

La promoción de las jóvenes más desfavorecidas que evite historias como la de Lek, llevó hace treinta y ocho años a la creación del hogar «Baan Marina» (casa de María) en la ciudad de Chiang Mai, al norte de Tailandia. Más de dos mil jóvenes, provenientes de ambientes rurales y pobres, han obtenido formación y empleo como modistas gracias a la labor de las Misioneras de Sagrado Corazón de Jesús y María que regentan este centro.

«Estamos realizando una verdadera promoción integral y de evangelización de todas estas jóvenes que pertenecen a distintas creencias religiosas», comenta una de las religiosas. En la primera fase del proyecto, que dura dos años, las jóvenes reciben formación académica correspondiente a la enseñanza primaria tailandesa y además se les da una formación específica en patronaje y confección, para que al finalizar sus estudios puedan ser contratadas por las empresas textiles de la ciudad o crear ellas mismas cooperativas.

En la segunda fase, las jóvenes obtienen un trabajo en una de estas empresas, donde adquieren experiencia laboral. Durante este tiempo siguen vinculadas con «Baan Marina» que les asesora jurídicamente y evita cualquier abuso por parte de los empresarios, más comunes en su caso por ser mujeres y pertenecientes a minorías étnicas.

Era amiga de prostitutas y tuvo un hijo

De traficante de drogas, cocainómana, presidiaria y madre, a monja contemplativa

Estuvo en la cárcel tres años por llevar un paquete con droga; era amiga de prostitutas; habitual de las discotecas y del acid-house; fumaba porros y tenía una vida sexual promiscua. Se quedó embarazada a los 17. Dios le demostró que nada es imposible.

Actualizado 7 agosto 2011

Mónica Vázquez/ReL

«Vivía en la calle Preciados y frecuentaba la noche. Meencantaba estar en ese ambiente de los que fumaban porros, las prostitutas, los borrachos, serenos; iba por los bares de la calle Montera y de Fuencarral, donde estaban los gays y lesbianas; tenía una vida sexual muy activa y me quedé embarazada a los 17», comenta Elsa, originaria de La Rioja.

«Iba a la iglesia del Carmen a llorar esta doble vida porque dentro sentía como una agonía», asegura. Querer sacar a su hijo adelante fue lo que la impulsó a aceptar llevar un paquete con droga a Canarias, por lo que le ofrecían una gran cantidad de dinero. La Policía la detuvo y estuvo tres años presa en la antigua cárcel de Yeserías. «Fue una experiencia maravillosa. Se sufre mucho en la cárcel, pero en el sufrimiento he llegado al entendimiento», indica con sabiduría. Cuando le dieron la ficha de salida la rompió y dejó la prisión a los dos meses. «No quería salir por lo mal que me había tratado mi familia en las visitas», confiesa.

Un encuentro carismático

Una vez fuera de la cárcel participó de un encuentro de la Confraternidad Carcelaria de España al que iba a asistir monseñor Milingo, aunque finalmente fue presidido por el entonces obispo auxiliar de Madrid, Javier Martínez. «El primer día, varios presos salieron a dar testimonio y sentí una fuerza que me impulsó a ir frente al micrófono», señala. Allí, la directora de Confraternidad Carcelaria, Carmen Rubio, le invitó a la adoración nocturna de los viernes en la calle Fomento, 13, donde empezó a ir.Jesús había puesto su semilla, pero el ambiente del piso de acogida donde residía entonces no la ayudóa desarrollar su espiritualidad. «Comencé a consumir cocaína y cada vez aumentaba las dosis. Me salvó la llamada de mi hijo que estaba en La Rioja. Me dijo que vendría a Madrid y entonces automáticamente dejé de consumir», explica.

Un mes después del encuentro participó en la Asamblea Nacional de la Renovación Carismática Católica. Un preso le pidió que lo acompañara a la «intercesión». Ella no sabía de qué se trataba, pero vio que los demás extendían sus manos mientras oraban por él. Entonces ella también quiso que oraran por ella. «El Señor me dice que vas a ser luz para mucha gente, pero espera a la persona que te va a liberar», le señalaron. Llegó la hora de la adoración y sintió un gran desasosiego. Apareció Carmen Rubio, quien «me agarró fuertemente del brazo y me dijo que el Señor me pregunta que cuánto llevas sin confesarte . Intenté que me dejara en paz, pero ella seguía agarrándome fuertemente». Elsa vio su vida pasar como un flash por su mente. Hacía ocho años que no se confesaba. En ese instante divisó a un sacerdote y no lo dudó.

Después fue ante el Santísimo: «Sentí una fuerza tremenda, como un fuego; me desplomé con una congoja llena de alegría que no he vuelto a experimentar. Vi lo que yo era, me encontré con el Señor, empezaron a cantar Cristo rompe las cadenas », prosigue.

Borrachera mental

En la eucaristía hubo varias curaciones. «Yo creí que estaban todos comprados -dice en referencia a los que levantaban la mano para decir que habían sido sanados- y de repente el padre Robert de Grandis afirmó con fuerza: El Señor me dice que quienes sientan como una borrachera mental estarán empezando a amar la eucaristía , y una fuerza me hizo levantar el brazo», continúa.

«Ya no era la misma, el Señor me había transformado».«Entonces me di cuenta de que mi vocación y el Señor habían estado siempre. Pero pensaba que no podía ser monja por mi hijo. Sin embargo, a cada monasterio que entraba por curiosidad me decían que había una madre monja, y en el de Cañas de La Rioja me señalaron que existía una abuela que tenía siete nietos. Además los libros de espiritualidad que me encontraba era de santas que habían sido madres», añade. El hijo de Elsa, ya con 18 años, ingresó en el Ejército, y entonces se sintió libre de responsabilidades para entrar al convento.

Ahora es una monja dicharachera que vive haciendo reír a los demás. «A mis compañeras del convento las pincho para que tengan de qué confesarse», narra divertida. Es parte de su carácter. «Cuando era niña me comía las hostias que había en las ofrendas para obligarle al cura a abrir el sagrario, porque me decían que ahí estaba Cristo», ríe a carcajadas. Ahora ya es feliz.