CUANDO LLEGUE LEGION

C. Basilio escribió que,

Entre los ángeles, algunos se ponen a cargo de las naciones, otros son compañeros de los fieles… —Adversus Eunomium, 3:1; Los ángeles y sus misiones, Jean Daniélou, S. J., p. 68

Vemos el principio de los ángeles sobre las naciones en el Libro de Daniel, donde se habla del «príncipe de Persia», a quien el arcángel Miguel viene a la batalla. [1] En este caso, el príncipe de Persia parece ser la fortaleza satánica de un ángel caído.

El ángel de la guarda del Señor «guarda el alma como un ejército», dijo San Gregorio de Nisa, «siempre que no lo expulsemos por el pecado». [2] Es decir, el pecado grave, la idolatría o la participación oculta deliberada pueden dejar a uno vulnerable a lo demoníaco. ¿Es posible entonces que, lo que le sucede a un individuo que se abre a los espíritus malignos, también pueda suceder a nivel nacional? Las lecturas de la Misa de hoy dan algunas ideas.

Tenemos que recordar que, hasta cierto punto, los ángeles guardianes son tan poderosos en nuestras vidas como les permitimos ser. San Pío escribió una vez:

El Diablo es como un perro rabioso atado por una cadena. Más allá de la longitud de la cadena, no puede agarrar a nadie. Y tú, por lo tanto, mantienes tu distancia. Si te acercas demasiado serás atrapado. Recuerda, el Diablo solo tiene una puerta con la que entrar en nuestra alma: nuestra voluntad. No hay puertas secretas ni ocultas. Ningún pecado es un pecado verdadero si no hemos consentido voluntariamente. —Caminos al Padre Pío por Clarice Bruno, Séptima Edición, Centro Nacional del Padre Pío, Barto, PA. pág. 157.

¿Puede el liderazgo de una nación abrir sus puertas al mal mediante actos deliberados de injusticia o anarquía? Uno solo tendría que mirar tan atrás como Ruanda o la Alemania nazi para ver cómo el liderazgo allí abrió de par en par las puertas no solo a grandes males, sino en muchos casos a la posesión demoníaca, según testigos. [3]

Leímos la semana pasada cómo David «perdió el sentido del pecado», como lo expresó el Papa Francisco. [4] Continuó cometiendo adulterio, engaño y asesinato, trayendo muerte y maldiciones sobre su familia y toda la nación.

… el papel del ángel de la guarda antes del bautismo es bastante similar al papel desempeñado por los ángeles de las naciones… Pero… desde el primer día de su vida, el niño pequeño se convierte en la presa del diablo, ya sea debido a los derechos de Satanás sobre la raza de Adán o si el niño ha sido dedicado a él a través de la idolatría. Como resultado, el ángel de la guarda es casi impotente sobre él, al igual que sobre las naciones. —Los ángeles y sus misiones, Jean Daniélou, S. J., p.71

Es el poder de la Cruz que derrotó a Satanás, un poder que se infunde en el alma a través del bautismo, que normalmente incluye un «rito de exorcismo». [5] Esto, por supuesto, no significa que un alma no bautizada vaya a ser poseída, la gracia de Dios protege incluso allí, pero solo hasta ahora. Como dijo San Pío, «la voluntad» puede abrir las puertas al mal, incluyendo el libre albedrío de aquellos en autoridad.

Porque nuestra lucha no es con carne y hueso, sino con los principados, con los poderes, con los gobernantes mundiales de esta oscuridad presente, con los espíritus malignos en los cielos. (Efesios 6:12)

El Evangelio no nos dice cómo un hombre llegó a ser poseído por espíritus impuros. Vivió en la región gentil de Gerasene; podría haber estado expuesto a cualquier cosa, desde la adoración de dioses paganos, el abuso ritual o la vulnerabilidad de su propio pecado mortal. Lo que sí vemos son los efectos cuando llega legión: el hombre es asqueroso, violento, desnudo, preocupado por la muerte (viviendo en las tumbas) y descarado ante todas las cosas santas.

Así que la pregunta es, ¿encontraríamos el mismo tipo de efectos estallando en las naciones que, por la libre elección de sus voluntades, han abierto la puerta al mal perdiendo así la protección divina? Naciones que ya no podían clamar con David en el Salmo de hoy, «¡Tú, oh Señor, eres mi escudo!» ¿Veríamos en esa nación que el lenguaje grosero se normaliza? la violencia aumenta y se glorifica; la pornografía, la lujuria y la pedofilia se vuelven desenfrenadas; ¿Veríamos una preocupación por la muerte: aborto, eutanasia, altas tasas de suicidio, tradición vampírica, zombis y guerra? y ¿veríamos que la blasfemia hacia Dios y la destrucción y la burla de lo sagrado se convierten en algo común?

Pregunto esto, porque eso es precisamente lo que San Juan previó:

Caído, caído es Babilonia la grande. Se ha convertido en un refugio para los demonios. Ella es una jaula para cada espíritu impuro… Porque todas las naciones han bebido el vino de su pasión licenciosa. Los reyes de la tierra tuvieron relaciones sexuales con ella, y los mercaderes de la tierra se enriquecieron con su impulso por el lujo. (Apocalipsis 18:2-3)

Fue Pío XII quien entregó un mensaje simple a los Estados Unidos un año después del final de la Segunda Guerra Mundial y el reinado de terror de Hitler.

… el pecado del siglo es la pérdida del sentido del pecado. —Mensaje de radio al Congreso Catequético Nacional de los Estados Unidos en Boston (26 de octubre de 1946): Discorsi e Radiomessaggi VIII (1946) 288

Y ahí es cuando llega Legion…

“El demonio existe. Yo he estado poseída y gracias a Dios y la Iglesia me liberé”

La madrileña Silvia Ramírez plasmó en un libro su dramática experiencia, digna de una película de terror, pero al tiempo llena de esperanza: “Cuando peor estaba, experimenté una misericordia grande”

No es habitual encontrarse con el testimonio de una persona poseída. En unos casos por vergüenza; en otros por el dolor del trauma vivido; quizás también por el miedo a ser juzgados, a ser objeto de burla o desprecio social, en un mundo que cada vez cree menos en el diablo, lo cierto es que los casos existentes suelen optar por el silencio.

Por eso es relevante el testimonio de Silvia Ramírez, que ella misma plasmó en el libro ‘Arrojad los demonios. Testimonio de una persona que estuvo endemoniada’ autoeditado en el año 2017 y que tiene una versión digital gratuita desde el año pasado (descargable en su blog personal Arrojad a los demonios).

ARROJAD A LOS DEMONIOS

arrojadalosdemonios.blogspot.com

Hace ya varios años que Silvia Ramírez vive una vida normal, integrada de nuevo en la Iglesia. En este tiempo no ha dejado nunca de contar su experiencia allí donde ha sido reclamada. Uno de los últimos lugares fue el Círculo de Espiritualidad de Valladolid, dependiente del Arzobispado, donde Aleteia pudo hablar con ella

“Yo he tenido la experiencia de que sí existe el demonio; he estado poseída y Dios me ha ayudado a liberarme”, asegura a Aleteia. Porque el suyo es, sobre todo, un testimonio de esperanza. “En medio de todo lo que me estaba pasando, experimenté una misericordia de Dios muy grande”.

A menudo los episodios de influencia demoníaca o de posesión son relacionados con enfermedades o problemas psicológicos. Suele ser el principal argumento que se esgrime para negar, o tapar, aquellos fenómenos que escapan a nuestra comprensión.

Pero no es el caso de Silvia Ramírez. “En cuanto empecé a sentir cosas extrañas fui al médico. A lo largo de estos años he tenido tres diagnósticos psiquiátricos y sólo me han detectado déficit de atención”, un problema sin relación alguna con lo que le sucedió.

“Pueden creer lo que quieran, pero hay realidades que existen, aunque no las veamos a primera vista. Las infecciones y posesiones diabólicas siguen unos patrones observables, hay una fenomenología que permite identificarlas”, explica Silvia Ramírez. “Es un fenómeno real que la Iglesia interpreta como la acción extraordinaria del demonio”.

Y aunque suele ser una realidad opaca, algunos exorcistas han llevado al público sus conocimientos, como el veterano José Antonio Fortea en su ‘Summa Daemoniaca. Tratado de demonología y manual de exorcistas’.

Una realidad que sólo en parte se parece a la que muestran las películas de terror, que, además, concentran episodios que se dilatan en el tiempo. “Las películas sobre demonios distorsionan el problema. Acumulan y concentran los rasgos de la posesión y los exageran para dar miedo. Pero cuando presencias una posesión lo que ves es una persona real que sufre de verdad”.

Silvia ha experimentado algunos de los rasgos con los que el cine ha caracterizado a los poseídos: “Que se te pongan los ojos en blanco, escupir, blasfemar, chillar… Todas esas cosas son reales, pero las películas han creado un tabú en torno a esto. Han convertido al exorcista en un personaje extraño y raro”.

Añadamos, además, que Silvia, en medio de una oración, llegó a tener una experiencia de levitación, en posición de arco voltaico. Esto significa que el cuerpo se arquea de forma anormal hacia atrás, sostenido únicamente sobre los talones.

“Lo que me ha curado”, añade, “no sólo ha sido que me hayan rezado; ha sido todo un camino de conversión”. Un camino en el que han intervenido 15 sacerdotes, de los cuales tan sólo 3 eran exorcistas. “He recibido 300 exorcismos con el ritual de la Iglesia católica y, aparte, 300 oraciones de liberación”, que puede impartir cualquier sacerdote.

Su experiencia personal refleja también la dificultad que tuvo, a lo largo del proceso, para encontrar a profesionales adecuados. Por eso su testimonio quieren recalcar también la necesidad de que la Iglesia forme exorcistas.

“La Iglesia tiene mucho miedo a los exorcismos. Y actúa con dejadez. No forma exorcistas suficientes, aunque tengo que reconocer que, de dos años para acá, hay más sensibilidad”.
Quizás porque “los sacerdotes cada vez detectan más casos que necesitan oraciones de sanación”, explica Silvia.

En su libro ‘¿Qué diablos vemos? El demonio en el cine’, el investigador Pedro Delgado Cavilla incluye esta reflexión: “pese a que en la Iglesia Católica ahora se hable del diablo en voz baja (al contrario que entre los protestantes, quienes reconocen abiertamente su existencia) su posible presencia da que pensar. En algunos casos, allá donde la medicina no logra nada, un exorcismo puede obtener resultados”, asegura.

Pero ¿cómo empezó todo? ¿Cómo se llega a estar poseído por el diablo? Silvia Ramírez ha reflexionado mucho sobre ello e identifica varias fases en su proceso de caída. Todo comenzó hace doce años con una crisis espiritual paradójicamente causada por su convicción de que tenía vocación religiosa.

“Buscaba mi vocación y sentí que Dios me rechazaba, lo que me produjo una crisis muy fuerte, hasta el extremo de llegar a odiarlo. Y decidí pasarme al otro lado”, recuerda.

A raíz de esa frustración personal busca en internet sectas satánicas con la intención de ingresar en alguna, pero no llegó a hacerlo. “Una luz roja interior me advierte de que no dé ese paso. Abandono la idea y dejo de escuchar música satánica”.

“Pero en mi corazón he abierto una puerta”, admite, y, en consecuencia, “empiezo a tener síntomas de una experiencia demoníaca muy fuerte”.

No estamos todavía en la fase de la posesión sino en la previa, la de influencia demoníaca. De hecho, un sacerdote le reza una oración de liberación y recupera la paz.

Tiempo después entra en lo que ella denomina una “crisis tonta”, aunque quizás no lo sea tanto. “Me canso de intentar ser buena. Siento que el cristianismo es un peso muy grande, que es muy costoso luchar en un mundo tan difícil. Decido que el pecado no existe y que voy a ser una más del mundo”.

Progresivamente Silvia va “apostatando de facto” y abandonando la Iglesia. “Empiezo a tener conciencia laxa y a probar todo tipo de experiencias espirituales”. Desde la Cienciología a orantes cósmicos, o movimientos de la nueva era. “Yo lo probaba todo, pero enseguida lo dejaba, porque todos imponían nuevas obligaciones, que es justo de lo que huía”.

Durante una práctica laboral en un tanatorio que, al parecer, había sido utilizado para sesiones de espiritismo con ouija, ella y sus compañeros sienten una presencia que les estremece y que les ‘acompaña’ hasta el interior del coche.

“A los tres días empiezo a tener pesadillas tremendas con presencias que se me subían en la cama, encima de mí. Y, al mismo tiempo, empiezo a hablar sola, entro en trance, rompo rosarios… Todo sale a la luz cuando, al acompañar a una amiga de un grupo carismático, en la misa me desmayo y empiezo a manifestar presencias malignas; me retuerzo y doy alaridos”.

Estos episodios se repiten en tres ocasiones distintas. En uno de los casos, un sacerdote presencia los hechos y le invita a ver a un exorcista que le diagnostica “posesión demoníaca de varios demonios”. La caída personal en el lado oscuro es ya plena.

A partir de aquí se inicia un proceso de liberación de cinco años de duración en el que Silvia tiene claro que desprenderse de los demonios y volver a la Iglesia son dos caras de la misma moneda.

“Cuando soy consciente de los tormentos que padezco, mi vida estaba perdida. No aguantaba dentro de los templos, porque empezaba a bufar, sentía que algo me arañaba por dentro, y entraba en trance. No podía ni rezar un Padrenuestro. Y las imágenes religiosas me producían un gran rechazo. Pero poco a poco voy haciendo pequeños avances”, recuerda.
Es justamente en este momento cuando experimenta “una misericordia de Dios muy grande”.

“Dios pone en mi camino a personas que no conocía de nada, que me ayudan a la oración, que me sostienen cuando entro en trance. Un matrimonio joven me acompaña. Y encuentro sacerdotes que me ayudan. Dios me va poniendo personas que me sostienen”.

Sin embargo, el proceso estuvo agravado por las dificultades, justamente a causa de la escasez de exorcistas. “Fue muy duro porque el exorcista que me estaba tratando cesó y hasta que tuvo un relevo pasaron muchos meses”. Incluso viajó a Brasil en busca de soluciones para su posesión maligna.

En medio de este proceso, sin embargo, “he podido sentir a la Iglesia como protectora, he percibido la fuerza de la comunidad a través del rezo del rosario, y he podido recuperar la belleza y la fuerza de los elementos sacramentales y de ciertas oraciones. LA oración tiene su efecto y finalmente he sido liberada”.

A lo largo del camino ha descubierto realidades que antes desconocía o minusvaloraba, como la fuerza de la Inmaculada Concepción, o la ayuda de los ángeles. “Son cosas que he ido redescubriendo”.

“Cualquier advocación a la Virgen es buena, explica, pero especialmente la Inmaculada Concepción, que es la que pisó la serpiente”.

«Yo estaba lejos de Dios y mi amiga me dice que tiene una posesión diabólica muy, muy fuerte»

Begoña Rosado había abortado, vivía una vida mundana… y todo cambió al reencontrar a su amiga

Begoña Rosado explica cómo la experiencia de una amiga poseída le abrió los ojos a la vida sobrenatural y de gracia

Begoña Rosado ha contado su testimonio de fe en HM Televisión, en el veterano programa Cambio de Agujas. Ella se convirtió cuando retomó el contacto con una amiga de la adolescencia después de veinte años sin tratarse. Su amiga le dijo algo asombroso: estaba poseída. Cuando Begoña consiguió visitarla, ya no lo pudo dudar. 

Una infancia con fe, y una amiga especial

«Nací en una familia católica por costumbre; mi padre era muy creyente, mi madre no tanto. Los domingos, obligados por el ambiente, practicábamos la fe, pero sin una base de fe firme. Mi educación en una escuela de las carmelitas fue una etapa muy bonita, pero luego en la adolescencia, al dejar el colegio, me alejé muchísimo de Dios».

Al empezar la adolescencia, de los 11 a 13 años, hizo una amiga especial en las carmelitas. Recuerda que conectaron bien en un campamento en Tarazona. Era una niña con problemas para hacer amistades, mientras que Begoña era muy social y extrovertida. Y congeniaron durante esos dos o tres años de relación.

Alejándose de Dios… y un aborto

Begoña era la séptima de ocho hermanos. Al ir creciendo, sus padres, ya mayores, no la vigilaban mucho. «Yo salía con las amigas y no me sentía feliz en ningún ambiente». Ya no se relacionaba con nada de la Iglesia, su vida era plenamente mundana.

A los 18 años conoció a quien sería su marido. A los 19 años, aún sin planes de casarse, quedó embarazada de él. «Tomé la decisión, yo sola, de abortar. Él lo sabía, pero no participó en la decisión».

Explica como fue el día del aborto, en el centro abortista: «No te dejan ver los monitores, no te dejan pensar… ni te permites ni te permiten pensar que estás haciendo algo malo. Pero es lo que es, estás quitando vidas». Aquello le dejó una herida profunda.

Al poco, yendo a recoger a un familiar en una iglesia, y sintiendo un dolor interior, emocional, paró a hablar con un sacerdote. Le habló de su reciente aborto… y el sacerdote le dio la absolución. Aún algo desconcertada, se dio cuenta de que era la primera vez que se confesaba desde su Primera Comunión.

Había recibido el perdón de Dios, pero aún así no se perdonaba a sí misma y, lejos de Dios, tardaría en hacerlo. Hoy, dice, habla «con libertad y mucha paz» de su vivencia dolorosa con el aborto, para ayudar a otras mujeres, animando a todas a reconocer los hechos, hacer la paz con el hijo muerto y confesarse.

Pero entonces no podía hacer nada de eso. Finalmente se casaron, «por la Iglesia, por nuestros padres, porque yo no me quería casar por la Iglesia».

Al principio, «vivía bien, una vida muy cómoda, encauzada«, pensaba. Creía que con su marido, su familia, los hijos que fueron llegando, encontraría un amor que la llenara. Y sin embargo, no parecía suficiente. «Hoy veo que buscaba un amor más grande», considera Begoña.

Y después llegó una época de problemas personales, familiares… «Todo se desvanecía, era duro y no veía salida».

«Y me confiesa que tiene una posesión diabólica»

En esa época triste, a través de Internet, reencontró a su antigua amiga de adolescencia, después de 20 años sin contacto. Le hizo mucha ilusión. Se contaban sus vidas por Internet y teléfono casi cada semana. Pero no conseguían quedar en persona. La amiga contó a Begoña que había tenido una vida muy caótica y desordenada, que le habían diagnosticado fibromialgia crónica, que tenía dolores muy fuertes, pasaba en su cama mucho tiempo.

Begoña vio que su amiga hablaba mucho de Dios. Pensó: «supongo que es normal, se aferra a lo que puede en su enfermedad».

Pero en 2012 su amiga le dijo algo asombroso. «Ella me confiesa que tiene una posesión diabólica de un grado muy, muy fuerte, y yo la verdad me quedé un poco asombrada. De hecho, mi reacción al principio fue de total incredulidad».

Ella era escéptica al respecto pero la curiosidad le movió. Se puso a leer sobre el tema, a interesarse. Y a hablar con ella.

Según explica Begoña, el origen de la acción diabólica en su amiga estaba en «un ‘trabajo’ que hicieron a su madre«, es decir, que su madre acudió a una bruja estando embarazada de ella. «Echando la vista atrás, hoy entiendo los problemas de esta chica en el colegio, su dificultad para socializar». Estudiaban en un colegio carmelita y ella rehuía todas las cosas religiosas. También estaba a menudo indispuesta.

En 2011, después de haber pasado por todo tipo de médicos y de especialistas psicológicos, la amiga se había dado cuenta de que sentía un rechazo peculiar por las cosas de Dios. Un día vio un vídeo de un exorcista en YouTube «y se puso fatal». Después se «puso en tratamiento», explica Begoña; es decir, contactó con un exorcista que la atendió.

Visitar a una amiga poseída

Begoña por fin logró ir a visitar a su amiga. Antes, precavida, y ya acercándose a las cosas de Dios, se confesó. Luego lo haría otras dos veces más «porque veinte años de pecado dan para mucho que contar».

Begoña quiso hacer una prueba («una trampa», dice ella). «Pedí a mi suegra que me comprase un colgante religioso bendecido. Lo llevé en una caja. Estando con ella en el sofá, le entregué el regalo, y ella, al tomarlo, sin saber lo que había dentro, tuvo una reacción de rechazo absoluto. Entonces me quedé paralizada: yo no podía moverme. Su madre me dijo, sonriendo: no pasa nada, es ‘él'». Volviendo con mi marido, en el coche, le dije: «¿has visto lo que yo he visto?; por favor, vámonos enseguida a una iglesia».

Desde entonces Begoña ha visto «cosas muy duras» en la experiencia de su amiga. Luego conocería a otras personas en una situación similar, explica. Toda su visión del mundo, cambió. Se dio cuenta que su vida había sido narcisista, mundana… y lloró recordando su pasado.

Creciendo en la vida cristiana

Varias cosas desde entonces han ayudado a Begoña en la vida cristiana, como leer la vida de los santos y tener dirección espiritual. Cuenta que después llegó «un encuentro con el Señor, maravilloso; ya le conocí, me enamoré de Él, me llenó la vida, plena, por completo. Me siento tan feliz… encontré ese amor lleno, que crece, del que hablaba al principio».

Hoy es muy devota del Padre Pío, y vive su espiritualidad en el movimiento internacional de Siervos del Sufrimiento, que en Madrid pastorea el padre Isaac Parra. «La película del padre Pío fue de las primeras que vi cuando me convertí», explica.

Anima a todos a vivir en gracia de Dios y a evitar los engaños de la Nueva Era, el reiki, la ouija... «Todo eso es un caramelo envenenado», avisa. Explica que su amiga y otras personas en situación similar ofrecen sus sufrimientos por el bien del mundo. De esa entrega, aprende también ella.