
La Virgen pide ayuno, sacrificio y dar limosna. Esto también nos lo ha dicho la Iglesia. Atender a los que Dios nos pone al lado. El pueblo Estuvo 40 años en el desierto y Jesús ayunó 40 días en el desierto. Hay personas que hacen 40 días de ayuno, y nos puede parecer mucho, a pan y agua. No es imposible, también lo podemos hacer mitigado, haciendo una comida al día, tomar un refrigerio en la mañana y otra en la noche. El ayuno lleva sanación personal y familiar.
Estamos en un momento difícil. Vamos a pedir luz al Espíritu Santo para que nos diga qué es sacrificio para nosotros.
En la Santa Misa, el sacerdote viste de morado en esta época que es color de penitencia. El ser humano necesita hacer sacrificios para ayudar a Jesús a hacer la redención. Cuando se habla de esfuerzo, de ascesis, hay gente que no lo quiere oír por comodidad, cuando Jesús dijo que “hay demonios que sólo se pueden expulsar con la oración y el ayuno”. Hay que quitar las inclinaciones al mal con ayuno y penitencia. Así se abre un cauce a la luz. El Papa ha pedido ayuno para parar la guerra en Ucrania. Un mar de misericordia se abre con la muerte de Jesús en la Cruz.
¿Qué podemos hacer en Cuaresma? Dios quiere que nos convirtamos, que dejemos el pecado, que usemos el sentido común para prepararnos en estos tiempos. La conversión es hacer la voluntad de Dios en todo momento.
La Virgen María nos habla de tener humildad, amor de Dios y espíritu de penitencia. El ayuno y la oración son necesarios para todo cristiano. No podemos vivir como paganos. Los países en vías de desarrollo, con desnutrición, ya ayunan. Podemos compartir de lo que tengo o renunciar a un manjar para cederlo a quien lo necesita. Si tenemos más de lo necesario, lo donamos a quien lo necesita.
La Virgen sabe lo que Dios le permite. No debemos escudriñar el futuro y la providencia. El Señor provee, cuida a los suyos. Nos toca confiar en Dios.
Revisar nuestras actitudes, si hay rencor o falta de amor, tenemos que cambiarlas. Dios es amor, si no amamos a los demás, no estamos en consonancia con Dios, Él nos da su gracia para cambiar. ¿Por qué no fructifica ese amor en mí? Pensarlo. Hay personas que traen heridas de su infancia, tienen un bloqueo afectivo, y no saben qué hacer. Incluso pueden desarrollar una obsesión compulsiva. Hay que saber que sólo Jesús nos puede curar.
El enemigo es el demonio, y él sí que quiere hacernos daño, y nos ronda. No nos corresponde saberlo todo, si alguien nos daña hay que dejarlo a la misericordia de Dios y no juzgar. Dios ama a esa persona como te ama a ti. En toda persona humana hay una semilla de Dios, toda persona es bella. Si no amo a mis enemigos, no me he convertido. Si hago la voluntad de Dios Él me dará la fuerza. Si no te pones en camino y no pones esfuerzo, no vas a tener la fuerza para hacer el bien. El perdón a los enemigos lo tengo que trabajar.
El demonio empezó con fomentar la comodidad y el buen comer, haciendo ver que es bueno. Entra por una vía peligrosa porque nunca se conforma con un poco, quiere más. Luego viene la avaricia, tener y tener (autos, aparatos, etc). Y por último la soberbia. El hombre cree que no necesita de Dios y hace un Dios a su medida. Casos de estos se han dado en toda la historia, pero ahora se ha generalizado, y esto empezó en los hogares. El demonio ha metido en la familia a los tres enemigos del alma: demonio, mundo –lo mundano- y la carne. Si la familia no es fiel a su misión, los hijos se empiezan a corromper.
Si el demonio ve una familia fuerte, huye. ¡Qué miedo le provoca! Hay familias que frenan la concupiscencia y fomentar el amor y la solidaridad entre ellos.
El Señor fue perseguido, maltratado y llegó a la Cruz. Las persecuciones son un don de Dios (Cfr. Mc 10,28). Con ellas nos podemos parecer más al Señor. El mejor sacrificio es buscar la Voluntad de Dios y hacerla.
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