Aparición del Padre Pío en Irlanda

Bajó del altar durante la Misa

Una mujer contó detalladamente lo que ha visto y la noticia en poco tiempo dio la vuelta al país. La diócesis investigará el episodio

La noticia de una supuesta aparición del Padre Pío, que tuvo lugar durante la Santa Misa en una iglesia de Limerick, está dando vueltas por toda Irlanda.

Nelly Cosgrave, de 92 años, estaba con una amiga suya, junto con otros 500 fieles, para celebrar el 54 aniversario de la muerte del Padre Pío en la iglesia de San Salvador. Y fue justo en ese momento que la mujer asegura haber visto al fraile (Irish Mirror, 9 de octubre)

¡Estoy sorprendida!

«Nunca en mi vida hubiera pensado que me podría pasar – dijo Nelly – Estoy realmente conmocionada. No dejo de pensar, ¿por qué yo? ¿Quiere que haga algo por él?»

Los fieles consideran a la mujer una persona seria y creíble, sobre todo muy lúcida y devota del fraile con los estigmas.

Todo comenzó con una foto ampliada del Padre Pío

Una foto ampliada del Padre Pío (tomada por Cindy Rooso, líder estadounidense del grupo de oración inspirado por el fraile al que pertenece Nelly) estaba en el centro del altar mientras padre Bernardino Maria Soukup celebraba la misa (Il Messaggero, 9 de octubre).

La imagen iluminada

La anciana relata así la aparición de Padre Pío: «Miré la imagen y estaba toda iluminada, como si se hubiera encendido un interruptor. Era todo plateado y reluciente. Esto duró un tiempo».

Nelly luego entra en detalles, relatando detalladamente la aparición del Fraile: «Entonces apareció la figura del Padre Pío todo vestido de marrón con la cuerda blanca alrededor de su cintura. Llevaba guantes. Lo vi claramente, un hombre pequeño. Apareció después del resplandor y el suelo se puso todo rojo como una alfombra».

Luego desvaneció en el aire

Cuando el Padre Pío apareció en la iglesia de Lamerick, estaba una amiga junto con Nelly. La anciana irlandesa, al ver que su amiga miraba en la misma dirección, le dio un tirón: «Dijo que vio al Padre Pío cambiar de color y bajar sobre el altar. Hemos seguido buscándolo, luego desvaneció en el aire y todo volvió a la normalidad».

Ahora le corresponderá a la diócesis de Limerick hacer las investigaciones necesarias sobre la supuesta aparición del Padre Pío. (Tv Zap, 10 de octubre).

El último gran milagro de «El Santo»

por Oro Fino 22 abril 2018

Devoró el libro del Padre Pío, El Santo, que este jueves ha presentado monseñor Munilla en Madrid, mientras se embarcaba en nuestra primera peregrinación organizada a San Giovanni Rotondo con motivo del 50º Aniversario de la muerte del Padre Pío. No dejó de sonreír durante todo el viaje, ni se quejó una sola vez del largo trayecto en autobús.

Acaba de regresar de allí y ya está deseando volver con la segunda que tendrá lugar del 29 de septiembre al 6 de octubre (información e inscripciones al teléf. 630 46 95 81 o al correo palomica.888@gmail.com).

Y entre tanto, su impactante testimonio me hizo derramar unas cuantas lágrimas mientras lo leía, autorizándome su autora a publicarlo ahora. “No tengo derecho a quejarme”, me reproché más de una vez. Y no he cambiado de opinión…

No en vano, escribe así ella:

“Por fin me he decidido a escribir mi testimonio, José María. Me ha costado mucho porque me cuesta contar mis cosas más personales de mi vida con Dios, con la Providencia, ya que cuando cuento algo mío, el que me escucha no se lo cree, se ríe o cambia de tema. Y sobre todo, escribir no lo hecho nunca. Espero hacerlo lo mejor posible, desde mi corazón.

“El 23 de noviembre, envié un WhatsApp a tu mujer Paloma, comunicándole que me apuntaba al viaje único a San Giovanni Rotondo. Algo en mi interior me empujó a apuntarme a la Peregrinación del Gran Santo Padre Pio, siendo consciente de mi salud: no puedo comer casi nada, tengo diarreas crónicas, y debajo del ileón tengo granulomas sangrantes que me tienen que quemar cada 15 días con nitrato de plata, que duelen mucho.

“Por las tardes no suelo salir de casa, ya que estoy con el “señor Roca” cada media hora, porque yo como y no quiero que me ingresen por deshidratación más complicaciones que conlleva el llevar una ileostomía. Cuando tengo que salir por la tarde no como casi nada, y lo que disfruto…  Me horroriza estar ingresada, me da pánico, me operaron nueve veces en pocos años; me cogía todos los virus del quirófano y, sobre todo, no sentía a Dios. Eso fue mi peor experiencia: no sentir a Dios, habiendo mucha gente que rezaba por mí. Me decía mi amigo el padre Arturo que al quitar los crucifijos, la capilla, los sacerdotes… yo no podía llevar mi medalla, el demonio se aprovechaba de la gente débil, sin fuerza, y andaba alrededor mía.

«Y de repente me apunté a la peregrinación. Estaba feliz y contenta. Porque quería que el Gran Santo Padre Pío me enseñara a vivir la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Ese era mi objetivo. El siguiente paso era comunicarles a mis hermanas (vivo sola y mis hermanas tienen a sus familias). Les solté la bomba de que me iba de viaje después de doce años sin salir de mi casa.

“Menuda bomba, estaban nerviosas, preocupadas y que cómo iba a ir y con quien. Al final se apuntó mi amiga Mamen,  animé a toda mi familia y amigos a que se apuntaran, y Mamen fue la única que dijo: “Voy contigo”. Se apuntó en enero. Parecía que la familia estaba ya más tranquila.

“Cuando se acercaba el día del viaje, fue cuando soñé contigo y con el Padre Pío, todo contento y alegre, a abrazarme y a sonreírte. Sentí que había tomado una gran decisión porque no me iba a dejar sola en ningún momento. Y así fue, sentía al Padre Pío constantemente, a mi lado, no me dejaba sola en ningún momento.

“Cuando llegamos a San Giovanni Rotondo, por la noche, estaba tan feliz, inmensamente feliz, me tenía que pellizcar para sentir la realidad, para creérmelo y que no era un sueño. Y tan real, que de repente vi a un señor muy alto donde el gran maletero del autobús que daba vueltas y a la vez avisaba que nos iban a robar las maletas. Y eras tú, José María, más vale que me avisaron pues estaba dispuesta a defender las maletas…

El mejor regalo de mi vida fue cuando me comunicasteis que iba a ir a la celda del Gran Santo Padre Pío… Ese día no se me olvidará nunca, estuve todo el rato al lado del Fray Carlo, porque estaba Dios con él, y me transmitía una serenidad, un gran Amor mediante Dios, que me daba mucha fuerza para seguir viviendo. Por supuesto, le veía al Gran Santo Padre Pío junto a él. Cuando entramos en la celda, sentí que invadía la intimidad del Gran Santo, sólo me senté en el borde de la cama del Gran Santo Padre Pío. No me atreví a tocar nada.

“Una vez sentada, nos pusimos a rezar, se me puso todo el cuerpo de carne de gallina, tuve a la vez mucho calor, un calor diferente, y ofrecí todos mis sufrimientos a Dios para todos vosotros del grupo, amigos, familiares, gente enferma… Noté que el Padre Pío estaba sentado a mi lado en su cama, abrazándome. Qué bonito y emotivo fue. Los demás estaban también muy emocionados, y después de aquello no lo hablamos, ni nos juntamos para comentar nuestra experiencia…

“Qué día tan bonito fue el Miércoles Santo, cuando don Manuel Orta comió con Mamen y conmigo. Había algo en mí que al padre Orta le desconcertaba y lo sabía. Empezó preguntándome por mi sordera. Entiendo que para él era algo increíble, de cómo me defendía, hablaba, que vivía sola, cómo entonaba. Yo ni me acuerdo de que soy sorda, y para los que me conocen se les olvida que soy sorda. Ya le dije al padre Orta que el mérito no era mío sino de mi madre, que fue la que me enseñó a hablar sólo con un espejo delante y a soplar, desde los dos años…

Después de comer fuimos a Misa. Al estar en primera fila, tan cerca del altar y con Cristo muerto enfrente, y el Padre Orta conmocionado por mi testimonio (yo no veo que sea para tanto mi sufrimiento), cuando tenía dolores le decía a Jesús que compartiéramos mis dolores con los que Él tuvo, que todo repartido sabe mejor, me dolía menos.  Le dije a Jesús que quería compartir sus dolores de la Pasión. Nada más empezar la Misa, tuve un dolor muy agudo en mi hombro izquierdo, a la vez me pesaba mucho, creía que me iba a quedar sin hombro…

En la Eucaristía viví la Pasión de Cristocómo me transmitió el Gran Santo Padre Pío, sentí todos los dolores del cuerpo y del alma. Mi cuerpo se conmovió mucho, convulsionó y mi alma estaba sufriendo con Cristo, a la vez consolaba y abrazaba a la Virgen Madre Nuestra.
“Cuando terminó la Misa, se me fue el dolor de mi hombro izquierdo y recibí un Amor infinito de Cristo. Fue tan real, tan auténtico, y el abrazo de consuelo que di a la Virgen María, Madre Nuestra… Le di gracias infinitas, a la vez que ofrecí mi cuerpo y mi alma, que hicieran ellos lo que quisieran para conseguir la Vida Eterna, para estar con Dios…

Fue la Gran Pasión lo que pedí al Padre Pío que me enseñara. Ese para mí mi gran testimonio. El Gran Santo Padre Pío me concedió lo que le pedí. También soy un testimonio, el poder hacer la peregrinación con mi cuerpo casi destrozado por la ciencia. Para Dios nada es imposible. La fe mueve las montañas…

“José María, he intentado hacerlo lo mejor posible, expresar escribiendo… Sé que algún día estaré contigo y con tu familia celebrando esta peregrinación tan bonita que acabamos de hacer. Paz y Bien. Que Dios te bendiga y a tu familia también. Te mando muchos abrazos”.

Padre Pío y la triste historia del Papa que fue abortado

Cuántas vidas cobardemente arrancadas habrían podido cambiar el curso de la humanidad y de la Iglesia…

Circula en las redes sociales y blogs católicos un texto que narra la historia del día en que el Padre Pío le mostró a una mujer al hijo que ella abortó. Lo más curioso es que, por voluntad de Dios, el niño habría sido Papa.

La historia

«A una mujer que fue a su confesionario, el Padre Pío le dijo:

– Cierre los ojos y dígame qué ve.

La señora obedeció, cerró los ojos y dijo:

– Veo una plaza enorme con mucha gente. Entre las personas, veo una procesión que se mueve solemnemente. Veo en la audiencia a muchos sacerdotes, obispos y cardenales: todos preceden a un Papa que está asumiendo el trono. Sí, veo precisamente a un Papa en un trono grande y una gran multitud que aclama a ese Papa, muy bonito… Pero ¿qué significa todo eso?

El Padre Pío respondió:

– El niño que usted mató en su vientre con el aborto, en la voluntad de Dios, debía ser ese Papa.

La pobre mujer gritó y se desmayó junto al confesionario».

Aunque no haya sido posible comprobar la autoría del texto, la historia es de fundamental importancia, pues nos lleva a reflexionar sobre una situación común y cruel: el arrepentimiento de muchas mujeres que han abortado.

Otro punto que saca a la luz el texto: ¿cuántas personas han sido cruelmente asesinadas aún en el vientre materno y podrían haber cambiado la historia de la humanidad y de la Iglesia?

Además, este hecho sirve para recordarnos la posición del Padre Pío, quien siempre estuvo vehementemente en contra del aborto.

Padre Pío y el aborto

El Padre Pío llegó, incluso, a negar la absolución a una mujer que había abortado. El caso está en el libro Padre Pio’s Jack of All Trades, del fraile franciscano Pellegrino Funicelli. Al ser cuestionado sobre su dureza frente al aborto, Padre Pío respondió:

“El día en que las personas pierdan el sentido del horror por el aborto será el día más terrible para la humanidad. El aborto no es solo un homicidio, es también un suicidio. ¿No deberíamos tener el valor de manifestar nuestra fe frente a aquellos que cometen dos crímenes en un solo acto?».

¿Suicidio?

Sí, el Padre Pío consideraba el aborto un suicidio. Y explicó:

“Entenderías este suicidio del género humano si, con el ojo de la razón, vieras la tierra poblada de ancianos y despoblada de niños, quemada como un desierto. Si reflexionaras así, entenderías la doble gravedad del aborto: la mutilación también de la vida de los padres.

A estos padres, esparciré la ceniza de sus fetos destruidos, para mostrarles sus responsabilidades y para negarles la posibilidad de apelar a su ignorancia.

Un aborto provocado no puede ser tomado con falsas consideraciones y falsa piedad. Sería una abominable hipocresía.

Hay que arrojar esas cenizas a la cara de sus padres asesinos. Si no los dejo sintiéndose culpables, me sentiré involucrado en sus propios delitos”.

Para finalizar, el propio Padre Pío reconocía su rigor en relación al aborto:

“Cuando digo palabras, quizás un poco fuertes, pero justas y necesarias para quienes cometen este crimen, estoy seguro de que he obtenido la aprobación de Dios por mi rigor”.