Héctor Hernández
:quality(50)//cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/semana/JOCXJIFYPFC2DCJFUVQEIVLWZQ.jpg)
El 4 de octubre del año 1922, es decir, hace exactamente un siglo, el arqueólogo británico Howard Carter descubrió la tumba del Faraón Tutankamón en el Valle de los Reyes, en Egipto. Tal descubrimiento fue uno de los más grandes hallazgos de la historia de esa civilización.
La tumba, llena de grandes tesoros, estaba casi intacta. ¿Por qué los egipcios embalsamaban y momificaban los cadáveres de sus reyes?
La egiptóloga Marta Saura Sanjaume, lo explica así: «Recién coronado, el rey-dios se ocupaba de un asunto de enorme trascendencia: la construcción de su propia tumba, que deberá garantizar su existencia eterna en el más allá.»
Según la antigua cosmovisión egipcia, el cuerpo debía conservarse para hacer posible el futuro reencuentro entre el cuerpo y el alma. Como mudos y legendarios testigos de esa creencia sobreviven hasta hoy las imponentes pirámides egipcias. Preservar el cuerpo para una futura reencarnación era su forma de prepararse para la eternidad.
Es que hay algo innato en el ser humano que le dice que su existencia trasciende más allá de la muerte y a lo largo de la historia ha adoptado diversas creencias para prepararse y asegurar la vida en el más allá.
¿Existen documentos absolutamente dignos de confianza sobre el tema? ¿Hay alguien con la autoridad y el conocimiento para que nos hable con propiedad del tema?
¡Sí! es la respuesta enfática. La Biblia es ese documento originado en Dios mismo (2 Timoteo 3:16,17; 2 Pedro 1:21) y Jesucristo es la única Persona con tal autoridad y conocimiento, puesto que Él es el Dios eterno y el hombre perfecto a la vez.
Cuando Marta y María lloraban por la muerte de su hermano Lázaro, según el relato bíblico, Jesucristo confortó sus corazones. La Biblia nos lo dice así: «Le dijo Jesús: Yo Soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?» (Juan 11:25,26.) Jesucristo no nos habla de reencarnación, pero si de la realidad de la RESURRECCIÓN. Al fin, todos resucitaremos, todos viviremos eternamente, pero cada uno lo hará en el lugar que elige en vida (Daniel 12:2; Juan 3:18,36.)
El Evangelio de Jesucristo es nuestra única opción: «Pues Dios nos salvó y nos llamó para vivir una vida santa. No lo hizo porque lo mereciéramos, sino porque ese era su plan desde antes del comienzo del tiempo, para mostrarnos su gracia por medio de Cristo Jesús; y ahora todo esto Él nos lo ha hecho evidente mediante la venida de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Destruyó el poder de la muerte e iluminó el camino A LA VIDA Y A LA INMORTALIDAD por medio de la buena noticia.» (2 Timoteo 1:9,10; NTV.)
¡La Persona y Obra de Jesucristo anunciada en Su Evangelio es nuestra única opción de una vida eterna feliz junto a Dios! Sólo al confiar en Cristo, Usted y yo podemos unirnos a los salmistas y decir: «Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; ÉL NOS GUIARÁ AÚN MÁS ALLÁ DE LA MUERTE.» (Salmo 48:14.). «Me has guiado según tu consejo, Y DESPUÉS ME RECIBIRÁS EN GLORIA.» (Salmo 73:24.)
¡Sólo en Jesucristo tenemos garantía de eterna salvación! ¿Ya Usted se arrepintió de sus pecados y le recibió por fe como su único Salvador?