El milagroso «árbol de la Virgen»

Cobijó a la Sagrada Familia y sanó soldados franceses

El pasado domingo 18 de septiembre concluyeron las reformas previstas por el ministerio de antigüedades en el distrito egipcio de Matariya (El Cairo), donde según diversas tradiciones se encuentra el llamado árbol de la Virgen María.

Hasta el pasado domingo, un jardín amurallado albergaba un antiguo sicomoro que, según la tradición, sería el descendiente directo del árbol que hizo las veces de refugio para la Sagrada Familia en plena persecución: durante su huida a Egipto para salvar a Jesús de Herodes, María y José se asentaron en un campamento cercano a El Cairo donde habría bañado al Santo Niño bajo las ramas de un sicomoro: según la tradición, el tronco del sicómoro habría abierto su corteza de forma milagrosa permitiendo a la familia esconderse en su interior.

Dos milenios más tarde, el descendiente directo del árbol situado en Matariya vuelve a ser una de las grandes metas de miles de turistas. Sucede después de que las autoridades hayan concluido las reformas de modernización y conservación de la zona para promocionar el turismo religioso y cultural en torno al viaje de la Sagrada Familia.

Tras la remodelación, el espacio cuenta con un centro de turistas y visitantes acompañado de puestos de información.

Según recoge The National, la preservación del linaje del «árbol de la Virgen» ha sido una constante durante siglos, pues el que se considera que fue el sicomoro donde descansaron Jesús, María y José murió a mediados del siglo XVII, en 1656. Fue entonces cuando un grupo de franciscanos presentes en la región trasplantaron a base de ramas al «hijo» de este árbol protector que nuevamente se marchitó y cuyos restos aún se muestran al público.

El que podría ser considerado un «nieto» del primer árbol creció en el patio de la iglesia de la Santísima Virgen María, cercana al espacio relativo al árbol, según la funcionaria del ministerio de antigüedades Mai Fouad. Explica que una cuarta generación del mismo árbol creció desde hace medio siglo en el lugar original donde se cree que descansó la Sagrada Familia, siendo ahora un sicomoro de unos diez metros que sigue dando frutos.

Asmaa Abdelaziz, uno de los responsables del emplazamiento, se refiere al árbol de la Virgen como «un simocoro muy antiguo que data de hace dos mil años y bajo el que la familia sagrada halló refugio durante su escapada a Egipto «.

El jardín que rodea actualmente el árbol ha sufrido continuadas renovaciones durante las dos últimas décadas, destacando una galería con tres pinturas -una de ellas de la Sagrada Familia bajo el árbol donde se aprecia el obelisco del faraón egipcio Senusret I y una cueva que habría refugiado a la Sagrada Familia, en la que San José es representado como un hombre joven.

La Sagrada Familia en el árbol de la Virgen.

Actualmente, el emplazamiento conocido como «el árbol de la Virgen María» dispone de atracciones turísticas y arqueológicas y un complejo que relaciona el mismo árbol con un pozo, las galerías y varias cuencas de agua de piedra. Un centro de visitantes relata la historia del viaje de la Sagrada Familia en Egipto, y un pequeño museo exhibe íconos y otros artefactos junto con fotografías de otros lugares que podrían haber sido visitados por la Sagrada Familia, como las pirámides egipcias de Giza.

Los sucesos milagrosos del árbol de la Virgen

Según la tradición y convicción popular de los miles de peregrinos que visitan el enclave, otro de los sucesos ocurridos en el árbol habría tenido lugar durante la campaña egipcia de Napoleón, donde algunos de los soldados habrían hecho uso de esta higuera para curarse de una grave dolencia en la piel que se extendió entre las filas francesas. Uno de los sacerdotes que custodiaban el árbol frotó la savia sobre las llagas de los uniformados, sanando estos por completo: «Tallaron sus nombres en el árbol para conmemorar el milagro y todavía se pueden ver rastros de ellos allí», expresó Mai Fuad.

Las diversas tradiciones encuentran su origen en el Evangelio de San Mateo, que relata cómo la aparición del ángel del Señor a San José para que este huyese a Egipto con Jesús y María:

«El ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes […]. Muerto Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: `Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño´. Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret» (Mt. 2, 13-23).

La literatura apócrifa aquí descrita relata que la estancia de la Sagrada Familia en Egipto habría durado «un año», si bien podría haber sido realmente de hasta cuatro.

El también apócrifo llamado Pseudo Mateo relata la historia que con más intensidad se ha grabado en la retina de la tradición cristiana y relacionada con tal viaje, aquélla que dice:

«Aconteció que al tercer día de camino [hacia Egipto], María se sintió fatigada por la canícula del desierto. Y viendo una palmera le dijo a José: `Quisiera descansar un poco a la sombra de ella´. José a toda prisa la condujo hasta la palmera y la hizo descender del jumento. Y cuando María se sentó, miró hacia la copa de la palmera y la vio llena de frutos, y le dijo a José: `Me gustaría, si fuera posible, tomar algún fruto de esta palmera´. Mas José le respondió: «Me admira el que digas esto, viendo lo alta que está la palmera, y el que pienses comer de sus frutos. A mi me admira más la escasez de agua, pues ya se acabó la que llevábamos en los odres y no queda más para saciarnos nosotros y abrevar los jumentos».

«Entonces el niño Jesús, que plácidamente reposaba en el regazo de su madre, dijo a la palmera: `Agáchate árbol, y con tus frutos da algún refrigerio a mi madre´. Y a estas palabras inclinó la palmera su penacho hasta las plantas de María, pudiendo así recoger todo el fruto que necesitaban para saciarse» (PsMt. 20, 1-2).

La «piedra más sanadora de todas»

Para Santa Hildegarda: esto es lo que sana

Se llama crisoprasa, es un cristal de sistema rómbico y tiene un color verde manzana

Para Santa Hildegarda, la monja naturalista más famosa de la historia es la «piedra más sanadora de todas», y tiene una eficacia que ella misma ha verificado en numerosas ocasiones: su nombre es crisoprasa. Marcello Stanzione y Chantal L. Raimondo hablan de ello en el libro «Cristalloterapia e enneagramma» (Sguardo edizioni). El libro trata sobre el conocimiento de la cristaloterapia en la época medieval de una mujer extraordinaria, la santa monja benedictina Hildegarda de Bingen.

La cristaloterpia de Santa Hildegarda

Recientemente canonizada por la Iglesia y ya definida por Juan Pablo II como «la luz de su pueblo y de su tiempo», gracias a la observación, el estudio y la inspiración divina ha conseguido, en tiempos en que la farmacopea era muy limitada, curar o calmar muchas dolencias gracias a lo que ofrece la naturaleza.

El uso de piedras preciosas y cristales con fines curativos, disciplina más conocida hoy en día con los términos «cristaloterapia» y «litoterapia», se ha encontrado en todos los pueblos desde la antigüedad. Por supuesto (siempre reiteramos) no quiere ser un sustituto de la medicina tradicional, sino un «apoyo» útil y eficaz.

HILDEGARDA Z BINGEN

fot. fragment okładki

Los muros de Jerusalén

La crisoprasa es un cristal a sistema rómbico con un color característico verde manzana y reflejos dorados debido a las intrusiones de óxido de níquel. Tal sustancia se debe al tipo de mineralización de la gema, es decir, hidrotermal a partir de soluciones acuosas calientes de origen magmático. El décimo cimiento de los muros de la ciudad celestial de Jerusalén es la crisoprasa (Apocalipsis 21,19-20).

Preciosos platos y jarrones

La crisoprasa es una de las gemas más conocidas de la antigüedad, e incluso Plinio la apreciaba. Parece que la gema era la favorita de Federico II de Prusia, quien hizo tallar una gran cantidad para obtener preciosos servicios de platos, jarrones, cajas de tabaco y diversos objetos de los que le encantaba rodearse.

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En el cinturón de Alejandro Magno

El filósofo Alberto Magno, en el libro «Secretos y virtudes de hierbas, piedras y animales», escribe que Alejandro Magno tenía una piedra de crisoprasa incrustada en su cinturón porque estaba convencido de que aseguraría la victoria en las batallas. Esta creencia surgió de una peculiaridad de la piedra, que se aclara cuando se expone al sol. Este proceso, reversible, se consideraba un atributo capaz de otorgar invisibilidad al portador.

Lo que cura según Santa Hildegarda

Según Santa Hildegarda, la crisoprasa en contacto con la piel desnuda hace desaparecer el reumatismo y la gota. Especialmente artrosis de los dedos, cóccix y rodillas.

Articulaciones «renovadas»

Todas las articulaciones que aparecen inflamadas son refrescadas por esta piedra. Al ser desintoxicante, mejora la circulación sanguínea y también funciona bien en los riñones y los ojos.

Trabajos «agotadores»

La crisoprasa tenía una función «estratégica» en la Edad Media. El sufrimiento óseo y articular podría ser extremadamente debilitante, teniendo en cuenta que la mayoría de los oficios eran una vez manuales y, por lo tanto, era absolutamente necesario que la eficiencia física fuera máxima. Calmar este sufrimiento con crisoprasa era una panacea para muchas personas. 

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Cómo usar esta piedra

El modo de uso de esta piedra era muy simple: la aplicación directa en la parte dolorosa era suficiente. Colocarlo en la garganta, según Santa Hildegarda, combate la ira.

«Si una persona está furiosa, coloque crisoprasa en la garganta hasta que se caliente. En ese momento ya no podrá pronunciar ninguna palabra de ira hasta que la ira haya disminuido» (Santa Hildegarda).

Ataques de ansiedad

La crisoprasa también era útil para superar miedos, ansiedades y aquellos trastornos que hoy definimos como ataques de ansiedad. Santa Hildegarda, en tales situaciones, recomendaba mantener la piedra con ella y, si se producía una crisis de este tipo, se tenía que poner la piedra en un vaso con agua y luego beber el agua.

Cinco días de tratamiento

Si el remedio no era suficiente, sugería repetir la cura durante cinco días, orando fervientemente para lograr la mejora deseada. Al quinto día, sugería la santa, se debía sumergir un pan en el agua y luego comerlo.