LOS MÁRTIRES FRANCISCANOS DE SIROKI BRIEG

MÁS TESTIMONIOS DE CONVERSIÓN EN TIERRAS DE MEDJUGORJE

En Herzegovina fueron martirizados 66 franciscanos durante la II Guerra Mundial

A 40 km de Medjugorje se encuentra Široki Brijeg, y allí una iglesia dedicada a la Virgen de la Asunción que custodia los restos de 24 mártires franciscanos, de los 66 que fueron asesinados por los comunistas por odio a la fe durante la II Guerra Mundial en Bosnia Herzegovina. Široki Brijeg, como toda Herzegovina, y la propia Croacia, era y es una región profundamente católica, y por tanto etiquetada como “pro-fascista” durante la Guerra y posteriormente demonizada en la Yugoslavia comunista de Tito. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, esta sencilla iglesia franciscana comienza a recibir más y más peregrinos de Medjugorje, pues es fundamental para comprender la cultura católica y la historia de Bosnia y Herzegovina, así como la presencia de los franciscanos en estas tierras. Unos mártires, además, que provocaron la conversión de algunos de sus propios asesinos.

Los franciscanos, custodios de la fe

Bosnia y Herzegovina fue una región profundamente católica hasta la ocupación turca en 1463. Los musulmanes destruyeron sistemáticamente iglesias y monasterios. El clero diocesano fue desapareciendo y los únicos sacerdotes que quedaron allí, en medio de la persecución y mezclados entre el pueblo y atendiéndolo clandestinamente fueron los franciscanos. En 1846, doce de sus frailes de origen herzegovino pudieron construir un monasterio y una iglesia en Široki Brijeg. También construyeron carreteras y puentes y, con el paso del tiempo, introdujeron electricidad en la zona. Junto a la iglesia, construyeron un seminario y una famosa escuela que llegó a ser una reconocida sede de aprendizaje y rendimiento escolar.

Y de esta forma, Široki Brijeg se convirtió en un centro cultural cristiano, mientras el santuario se transformó en un símbolo de Herzegovina. Sin embargo, 100 años después, la persecución religiosa contra los católicos se avivó y el monasterio y sus obras fueron devastadas y destruidas.

El martirio de 30 franciscanos: asesinados y quemados

Esta  nueva etapa de terror comenzó el 20 de mayo de 1942, cuando Fray Stjepan Natetilic fue sacado de su casa y fusilado cerca del pueblo de Zanaglina Kupres. Tres años después, el 7 de febrero de 1945, los miembros del Partido Comunista decidieron destruir del símbolo cristiano desde sus cimientos, y desarraigar la fe católica, la bondad y el reconocimiento de los frailes franciscanos del corazón del pueblo.

Ese día, llegaron a Široki Brijeg a las tres de la tarde, y encontraron a 30 religiosos en el monasterio; muchos de ellos trabajaban en el instituto adyacente: eran profesores y muchos licenciados y doctorados. Al grito de “Dios ha muerto, no hay Dios, no hay Papa, no hay Iglesia, no hay necesidad de ti, vuelve al mundo y trabaja”, los partisanos intentaron que los frailes abjuraran de su fe y se quitaran el hábito religioso. Sin embargo, con entereza, ellos respondieron: “Somos religiosos consagrados, no podemos quitarnos los hábitos”.

Entonces, uno de los cabecillas tomó un crucifijo, lo arrojó al suelo y les invitó a elegir entre la vida o la muerte. Para su sorpresa, cada uno de los frailes se arrodilló, abrazó y besó a Jesús, sosteniendo la Cruz contra el pecho, y repitiendo todos como San Francisco: “Dios mío y mi todo”.

Su respuesta estaba dada, por lo que los comunistas tomaron a los frailes uno a uno, los sacaron del convento y los mataron. Luego rociaron sus cuerpos con gasolina y los quemaron. Como narran los propios partisanos, los frailes se fueron a la muerte rezando y cantando la Letanía de Nuestra Señora.

El monje más anciano, el P. Marko Barbaric, tenía ochenta años. Había perdido la memoria durante la Segunda Guerra Mundial, y aquel día estaba en su habitación enfermo de tifus. Sin embargo, los comunistas le ordenaron que saliera y se uniera a los demás. El P. Marko Barbaric tenía fama de santidad entre los seminaristas. El más joven era el Fray Rados, de veinte años, nacido el 14 de noviembre de 1925 y acababa de terminar el noviciado.

Conversión de un comunista

Uno de los testigos quedó impactado por el comportamiento heroico de los frailes. En su relato de los hechos explica que “desde que era un niño, en casa, siempre escuché de mi madre que hay un Dios, que Dios existe. Sin embargo, Lenin, Stalin y Tito siempre habían afirmado lo contrario e hicieron todo lo posible para inculcarnos que no hay Dios, que no existe”.

Y prosigue: “Cuando las circunstancias de la vida me llevaron al martirio de Široki Brijeg y vi cómo los frailes enfrentaban la muerte, rezando y bendiciendo a sus perseguidores, suplicando a Dios que perdonara los pecados de los verdugos, entonces las palabras de mi madre sonaron claras, y pensé: mi madre estaba en lo cierto, hay un Dios, ¡Dios existe!”. Este testigo acabó volviendo a la fe católica, y tiene un hijo sacerdote y una hija religiosa.

Una semana después del martirio de Široki Brijeg, los comunistas mataron a otros siete frailes en Mostar. Estos frailes, aunque sabían lo que había sucedido en Široki Brijeg, habían decidido no escapar, sino permanecer en el convento y cerca de las almas que les habían encomendado. De ellos, tres eran de la parroquia de Medjugorje y en 1933 habían colaborado en la construcción de la cruz blanca que hay en el conocido como “Monte de la cruz” del pueblo de las apariciones marianas.

Camino a los altares

Después de la Guerra, los comunistas se esforzaron por separar a los niños de su identidad nacional y su fe. Herzegovina fue desatendida, muchos, por razones económicas, se vieron obligados a emigrar a otros lugares mientras también se dio un despertar religioso en el que muchos jóvenes y, de la forma que pudieron, se unieron a diferentes comunidades religiosas.

Los franciscanos abrieron un registro de los frailes torturados y asesinados, y en 1971 se pidió que los testigos aportasen todas las pruebas posibles sobre las circunstancias que llevaron a sus muertes. Aunque no fue hasta la caída del comunismo en 1989 cuando comenzó un trabajo más sistemático sobre las circunstancias que rodearon las atrocidades en Bosnia Herzegovina.

Por supuesto que entre las calumnias lanzadas contras estos franciscanos se encontraba su falsa colaboración con la Ustacha, una organización filo nazi fundada en 1929 y que aterrorizó y asesinó a miles de serbios, judíos y disidentes políticos durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, su inocencia y su distancia con la Ustacha siempre ha quedó clara, por lo que los franciscanos de Široki Brijeg continúan con el proceso de canonización de estos frailes mártires.

Fuente: Religión En Libertad

San Apolinar, el seguidor de san Pedro convertido en obispo sanador

Mártir en la perseución de Vespasiano es famoso por obrar curaciones milagrosas

San Apolinar se encuentra entre los primeros mártires del cristianismo. Nació en Antioquía del Orontes, en la actual Turquía.

Procedía de familia pagana, pero siendo joven escuchó la predicación de san Pedro y se convirtió al cristianismo.

Según el martirologio romano, fue ordenado obispo por el mismo san Pedro y enviado por él a la ciudad de Rávena (actual Italia).

Nada más llegar, curó a la esposa del tribuno y esto le valió la ira de las autoridades, que le obligaron a sacrificar a los dioses. San Apolinar se negó. Era la época de persecución del emperador Vespasiano.

Padeció martirio con una paliza que le propinaron cuando regresaba de una visita a una leprosería. Siete días después, el 23 de julio del año 75, falleció.

En el lugar de su martirio, en el puerto de Rávena (llamada Classe durante el imperio romano), se edificó la iglesia de San Apolinar in Classe en el siglo VI. Tres siglos más tarde fueron trasladadas sus reliquias a una nueva iglesia llamada San Apolinar Nuovo. En 1748 se trasladaron a la antigua basílica, que fue reconsagrada.

Su fiesta se celebra el 20 de julio.

Patronazgo

San Apolinar es patrono de Rávena y de Dusseldorf (Alemania).

Oración

Glorioso san Apolinar,
primer obispo de Rávena,
discípulo de san Pedro
y mártir santo de Nuestro Señor Jesucristo:

Los muchos milagros que Dios realizó
siendo tú el medio para ello
son muestra del gran favor, estima y predilección
que gozas ante Él.

Curaste a la esposa de un oficial
de manera tan milagrosa
que se convirtieron a la verdadera fe.

También lo hiciste con el sordo Bonifacio
y con todos los que a ti acudían
con verdadera fe y en busca de milagrosa curación.

Tantas persecuciones, capturas y torturas sufriste
acabando martirizado,
que Dios te ha elegido como uno de sus favoritos
para seguir realizando curaciones milagrosas
después de tu muerte y ya disfrutando de la gloria junto a Él.

A ti acudo, santo mío,
para que por tu intercesión Nuestro Señor
realice el milagro de la curación de (decir el nombre del enfermo)
que sufre de enfermedad, males y dolores
de los que quedará sanado gracias a tu poderosa intervención y mediación.

Porque sufre en ti y tú ya conoces lo mucho que ha padecido,
te ruego, santo obispo de Dios,
a ti, que en vida tanto sufriste,
que mires piadosamente a (decir el nombre)
y le concedas recuperar la salud
si es para el bien de su alma y para mayor gloria tuya.

Amén.

Ya es beato Joan Roig Diggle, mártir de 19 años

Ceremonia de beatificación en Barcelona del mártir Joan Roig, asesinado con 19 años, apasionado de la Doctrina Social de la Iglesia

En la mañana de este sábado 7 de noviembre la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona ha acogido la beatificación del joven mártir Joan Roig Diggle, asesinado en la madrugada del 12 de septiembre de 1936 por milicias anarquistas de Santa Coloma de Gramanet que fueron a buscarlo a su casa en El Masnou, por petición de un vecino comunista.En la mañana de este sábado 7 de noviembre la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona ha acogido la beatificación del joven mártir Joan Roig Diggle, asesinado en la madrugada del 12 de septiembre de 1936 por milicias anarquistas de Santa Coloma de Gramanet que fueron a buscarlo a su casa en El Masnou, por petición de un vecino comunista.

Joan recibió 5 tiros en el pecho y uno de gracia en la nuca. Tenía 19 años. Joan, que escondía la Eucaristía en su cuarto, pudo tomarla antes de que se le llevaran. Semanas antes, unos milicianos habían quemado la iglesia del pueblo. Desde los asesinatos de varios clérigos en Asturias en 1934 Joan había reflexionado mucho sobre los mártires y la violencia social.

Este sábado el cardenal Omella ha presidido la ceremonia de beatificación, acompañado de 14 obispos y cerca de 580 asistentes (limitados por las normas contra el coronavirus), con familiares del beato, autoridades y miembros de la Asociación de Amigos de Joan Roig i Diggle. Ha coincidido con los 10 años de la dedicación al culto de la basílica de la Sagrada Familia por Benedicto XVI.

joan_roig_diggle

Joan Roig era un joven apasionado por la evangelización de los alejados, pero también por la cuestión social, sobre la que escribió varias veces a partir de los 17 años.

El cardenal Omella lo recordó en su homilía, explicando que “Joan era un joven normal, con los gustos y aficiones propias de su edad”, que “desde pequeño tenía la ilusión de ser un sacerdote enamorado de la Eucaristía y apóstol de los obreros. Quería estar con ellos para conocerlos, quererlos y para llevarles la Buena Nueva de Cristo”.

Un joven que fue a la vez burgués, estudiante y obrero de fábrica

Durante su infancia, la familia de Joan era burguesa razonablemente acomodada. Su padre, catalán, tenía un pequeño negocio textil. Su madre, inglesa aunque había nacido en Barcelona y siempre vivió en Cataluña, era de una familia bienestante. Pero cuando Joan entró en la adolescencia, la crisis del textil, y más en concreto a partir de 1934 unas deudas por avales, hundieron la economía familiar. Los Roig Diggle se mudaron a El Masnou, donde podían vivir con más austeridad. Tenían la playa a cinco calles de distancia. Cada día rezaban el rosario, alternando el inglés, el español y el catalán.

Para apoyar la difícil economía familiar, hacia los 16 años, Joan primero trabajó 2 años de dependiente en una tienda de ropa, y después de obrero en una fábrica textil de Barcelona, todo sin dejar de estudiar por su cuenta desde casa, con el objetivo de llegar a ser quizá abogado, porque estaba muy interesado en temas de doctrina social y laboral. Era, por lo tanto, estudiante y obrero de fábrica.

Iba a misa diaria muy temprano de madrugada en El Masnou y luego en tren recorría los 17 km hasta Barcelona para entrar en la fábrica de Can Font, en el barrio de Poble Sec. Solía santiguarse al entrar en el vagón de tercera, con otros obreros, y sus compañeros -la mayoría de ellos alejados de la fe- conocían su firme religiosidad.

Orador apasionado interesado en la doctrina social

Joan tenía varias responsabilidades en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, un movimiento nacido en 1930, que en 1936, justo antes de empezar las persecuciones, contaba con unos 14.000 afiliados de 15 a 35 años y 8.000 niños de 10 a 14. No sólo tenía a su cargos una veintena de niños (que se llamaban «vanguardistas» y le recuerdan con afecto y por su devoción eucarística) sino que le encargaban realizar predicaciones para otros jóvenes, a veces sobre temas de doctrina social, otras veces sobre temas de devoción y piedad.

Joan es recordado como un orador apasionado, que se movía por el escenario agitando las manos con emoción, cosa no muy frecuente en la época. Explicó a su hermana que las primeras charlas que dio las preparó mucho, pero pronto empezó a dejar los papeles a un lado, rezando al Espíritu Santo y dejando que Él le inspirara.

En las publicaciones de la Federación de Jóvenes Cristianos (Flama, o el boletín de su grupo local, Mar Blava) escribió en varias ocasiones sobre temas de doctrina social, que conocía a partir de las encíclicas papales. En aquella época no había las facilidades de hoy para documentarse (ni DoCat ni YouCat ni Compendio de Doctrina Social), pero, por otra parte, los documentos papales sobre la cuestión social no eran tantos en esa época y a ellos acudía Joan. Se basaba sobre todo en la Rerum Novarum de León XIII (de 1892) y la Quadragesimo Anno de Pío XI (de 1931).

joan_roig_rostro

10 enseñanzas sociales del mártir Joan Roig Diggle

<p class="has-text-align-justify" value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">Recogemos aquí <strong>10 de sus enseñanzas sociales,</strong> recordando que las escribió entre 1934 y 1936, que tenía entre 17 y 19 años y que no era historiador ni estudiante aún de ninguna carrera universitaria, sino <strong>un joven obrero apasionado por la evangelización</strong> de los obreros y la justicia social, que escribió justo antes de empezar la Guerra Civil española.Recogemos aquí 10 de sus enseñanzas sociales, recordando que las escribió entre 1934 y 1936, que tenía entre 17 y 19 años y que no era historiador ni estudiante aún de ninguna carrera universitaria, sino un joven obrero apasionado por la evangelización de los obreros y la justicia social, que escribió justo antes de empezar la Guerra Civil española.

1. El ejemplo de la esclavitud

«Para abolir la esclavitud, por ejemplo, la Iglesia no procedió como Espartaco, capitaneando una revuelta violenta, sino que fue transformando, siglo tras siglo, el corazón de los señores con la difusión diaria de su doctrina de fraternidad, y la esclavitud cayó ella sola cuando la sociedad se hizo suficientemente cristiana como para que aquella injusticia repugnara a la nueva constitución de los espíritus».

2. No a la revolución; sí a la rectificación del espíritu

«El tumulto externo compromete la eficacia de las grandes reformas; enturbia los espíritus les da el gusto al desorden que hace imposible el arreglo de toda mejora y apasiona a los hombres, impulsándolos hacia las exageraciones comprometedoras de las grandes ideas de justicia; la Iglesia conocer esto por instinto divino y por experiencia humana, y por eso prefiere trabajar silenciosamente en la rectificación de los espíritus con la que se consiguen todas las ventajas de la revolución, evitando todas las desventajas».

3. Que los socialistas mediten un poquito…

«[La Iglesia arma] los espíritus con la doctrina de la igualdad de todos los hombres delante de Dios y de la dignidad natural, y sobrenatural, de la persona humana, que no consiste en la riqueza, ni en la cultura, ni en la influencia social, sino en el hecho de ser hijo de Dios, alta categoría sagrada, rica en los derechos más augustos y exigentes, que nuestros socialistas harían bien en meditar un poquito».

4. Es normal que la Iglesia reciba críticas de unos y otros

«La Iglesia elabora su doctrina social sin afán de popularidad y exponiéndose a las críticas de unos y de otros y esperando tranquilamente con la fe del que tiene toda la certeza y con las esperanza del que tiene todo el tiempo, que los programas inspirados en la ambición o el odio vayan desinflándose de su popularidad, poniendo cordura aquel carácter objetivo que da la experiencia de la vida».

5. La eficacia verdadera no es inmediata ni popular

«La Iglesia deja a otros el papel de agitador, de leader de masas, de luchador contra unos hombres o unas clases, exponiéndose a una impopularidad momentánea, abnegación indispensable a toda persona o institución que aspirar a la mejora de la sociedad sinceramente y de buena fe. Los que la critican porque no actúa ni hace de revolucionaria, además de olvidar su misión substancial que abarca a todos los hombres, ignoran su amor a la eficacia verdadera, que no es «nunca» la inmediata».

6. Las nacionalidades y la Iglesia: que busquen el reino de Dios

«En el problema de las nacionalidades no hay que esperar que la Iglesia haga ninguna revolución, ni provoque ningún alzamiento, ni tan siquiera que riña con los hombres por una cuestión que, a fin de cuentas, es puramente terrena. Pero, dentro de su peculiar competencia, la Iglesia siempre ha sostenido la teoría y la práctica del derecho que cada pueblo tiene a cultivar su lengua mientras él así lo ha querido. La Iglesia hace todo lo que esté en su mano para favorecer a los pueblos desgraciados, da el ejemplo y da la idea. Lo demás no es cosa suya, sino añadidura que la naturaleza, instrumento de la Providencia, dará a los pueblos que buscan primero el reino de Dios y su justicia«.

7. Las masas desconocen la doctrina social católica… que no es utópica

«Hemos de reconocer que las masas aun no conocen la sociología cristiana. Es necesario, pues, ahora más que nunca, que lleguen a conocerla. Si en lo más íntimo de la voluntad popular se manifiesta este deseo de renovación y de justicia social, es muy lógico que al encontrar la única y verdadera justicia social las únicas normas y leyes de proceso social que pueden ser íntegramente llevadas a la práctica, porque no son utópicas, las masas se adherirán y harán suyas estas doctrinas y estos programas. Y es lógico también que si es menester que se conozca la doctrina social católica hay que hacer propaganda práctica, que consiste en ver plasmadas en la realidad lo que hasta ahora sólo han sido palabras».

8. Si algo bueno tiene el socialismo...

«Si algo bueno tiene el socialismo es lo que ha aprendido de la sociología cristiana. Esto tendrá, por tanto, en el socialismo, algunos puntos de contacto. Uno de los medios de propaganda de nuestra doctrina social será, pues, hacer ver claro lo que de bueno pueda haber en la propaganda, los programas y la legislación social que nos espera. Lo malo, por sí solo, se descartará». [Escrito en marzo de 1936, antes de la Guerra Civil]

9. Qué hacer ante la anti-patria y el comunismo

Frente a la Patria Roja, frente a la patria comunista, delante del monstruo de la revolución, delante de la anti-patria, mostrémonos firmes y valientes, y demos a los hombres aquella paz, aquella justicia, aquel amor que buscan con tanta ansia y que no son capaces de encontrar. Es menester predicar, propagar y hacer conocer la doctrina social de la Iglesia.

10. Los cristianos que desacreditan la doctrina social cristiana

«¡Ay de aquel que, diciéndose cristiano, ataque o desacredite la propaganda social cristiana! ¡Ay de aquel que pudiendo practicar la doctrina social cristiana no lo haga! Que si las palabras del Divino Maestro, aquel que no está conmigo está contra Mí, suenan como terrible sentencia a los oídos de aquellos que conscientes de su catolicismo colaboraron al triunfo de las fuerzas revolucionarias, tanto más serán terribles para los que descuidan sus deberes sociales y cristianos».

(Estos textos se pueden encontrar en su biografía en editorial San Pablo, Joan Roig i Diggle: Dios está conmigo, de Carla Vilallonga)

Los mártires de Jaén

El sacerdote Rafael Higueras Álamo ha llegado a Roma con cajas y cajas de documentación: más de 20.000 folios que cuentan la vida y martirio de los 130 mártires de Jaén, el “Proceso del Martirio de D. Manuel Izquierdo Izquierdo y 129 compañeros”, asesinados por ser católicos entre 1936 y 1939.

La Congregación de la Causa de los Santos examinará estas informaciones y documentos que entrega la diócesis de Jaén y que buscan la beatificación como mártires de sus protagonistas. Los mártires incluyen:

– 109 sacerdotes que fueron asesinados en la diócesis
– 17 seglares varones, muchos de Acción Católica o Adoración Nocturna
– un matrimonio 
– una religiosa de clausura
– una viuda
– un sacristán con discapacidad intelectual

El proceso diocesano se inició el 9 de abril de 2016, el mismo día en el que el Vaticano anunciaba el nombramiento como obispo de Jaén de Amadeo Rodríguez Magro. Ese día, después de una solemne celebración eucarística, la Sacristía mayor de la Catedral sirvió de tribunal para inaugurar este proceso de martirio. Extraoficialmente, la diócesis ya llevaba años recogiendo testimonios y documentos. Se entrevistó a testigos; se recrearon lugares, se buscó a personas…

Parecen cajas con papeleo, pero son
historias de santidad y amor hasta la muerte

Tres años después, al acto de clausura de la fase diocesana acudió una mujer de cien años, pariente directa de uno de los mártires, José María García de la Hoz. Los parientes y vecinos dicen a la Iglesia no no guardan rencor y solo quieren la alegría de ver beatificados a los mártires.

Aparecen testimonios de gran carga humana, y también divina. El padre Higueras, en VaticanNews explica una de estas historias. “Todos conocemos la historia de San Maximiliano Kolbe. Pues precisamente otro, Francisco de Paula, un hombre de Jaén, hace exactamente igual, ve a un hombre llorando en la fila de los prisioneros que iban a ser asesinados recordando a su mujer y sus hijos y pide al carcelero sustituirlo y da la vida por otro”.

Era 1937 y Francisco de Paula Padilla tenía 43 años y era sacerdote. Acababa de celebrar una misa clandestina de Jueves Santo en la Catedral de Jaén, convertida en cárcel.

La causa lleva el nombre de Manuel Izquierdo Izquierdo, por ser el más anciano: un sacerdote de 83 años, el párroco de Villardompardo, que “vivió en soledad las primeras semanas de la Guerra, recluido en su domicilio, en espera de una muerte que daba por segura”.

Rafael Higueras, en el acto de clausura, recordó: «En algún caso sus cadáveres fueron quemados, o descuartizados simulando hacer una matanza de animales; o abandonados en el campo como pasto para los animales. Pero ellos no murieron odiando, no murieron matando». 

Protegió la Eucaristía hasta la muerte

El Pontífice firmó decreto que reconoce el asesinato por odio a la fe del sacerdote húngaro Janos Brener

El papa Francisco firmó este 8 de noviembre de 2017 el decreto que reconoce el martirio del sacerdote húngaro Janos Brener, nacido el 27 de diciembre de 1931 en Szombathely, Hungría, y asesinado por odio a la fe el 15 de diciembre de 1957.

El sacerdote, que vivió el peor momento de la persecución comunista contra la Iglesia católica en su país, es recordado por su heroica defensa de la Eucaristía. Aunque estaba muriendo, continuó protegiendo la hostia con su mano izquierda.

Durante la noche del 15 de diciembre de 1957, unos hombres le pidieron que fuera a acudir a un moribundo a su casa, mientras se trasladaba para cumplir su misión pastoral a las afueras del pueblo cruzando una colina para llegar al otro pueblo fue atacado y apuñalado 32 veces.

Según, cuenta la biografía de la diócesis de Szombathely, la gente que vivía cerca llamó al médico, pero ya era tarde: el joven sacerdote había muerto. Pero los testigos afirman que nunca dejó de proteger las hostias que llevaba consigo.

Fue enterrado el 18 de diciembre en la cripta familiar de la iglesia salesiana de San Quirino en Szombathely.

Brenner nació el 27 de diciembre de 1931 en Szombathely, en el seno de una familia muy religiosa. Los tres hijos se ordenaron sacerdotes.

Fue ordenado sacerdote el 19 de junio de 1955. El nuevo sacerdote comenzó el ministerio pastoral en Rábakethely como vicario parroquial, donde realizó una intensa actividad pastoral, especialmente entre los jóvenes.

El poder comunista, que persiguió a la Iglesia, y que se agudizó con la revolución de 1956, le observaba con sospechas por su labor con los jóvenes.


El miércoles, Francisco recibió en audiencia al cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos. Durante la audiencia, el Pontífice autorizó también a la misma Congregación a promulgar los Decretos relativos a:

– el martirio de la Sierva de Dios Leonella Sgorbati (en el  siglo: Rosa), religiosa profesa del  Instituto de las Misioneras de la Consolata; nacida el 9 de diciembre de 1940 en Rezzanello di Gazzola (Italia) y asesinada por  odio  a la fe el 17 de febrero de 2006 en Mogadiscio (Somalia).

– las virtudes heroicas del beato Bernhard von  Baden, marqués de Baden; nacido entre finales de 1428 y principios de 1429 en el castillo de Hohenbaden (Alemania) y fallecido  el 15 de julio de 1458 en Moncalieri (Italia).

– las virtudes heroicas del Siervo de Dios Gregorio Fioravanti (en el siglo Ludovico ), sacerdote profeso de la Orden de los Hermanos Menores, fundador de la congregación de las Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón; nacido en Grotte di Castro (Italia) el 24 de abril de 1822 y fallecido  en Gemona (Italia) el 23 de enero de 1894.

– las virtudes heroicas del Siervo de Dios Tomás Morales Pérez, sacerdote de la Compañía de Jesús, fundador de los Institutos Seculares Cruzados y Cruzadas de Santa María; nacido  en Macuto (Venezuela) el 30 de octubre de 1908 y fallecido  el 1 de octubre de 1994 en Alcalá de Henares (España).

– las virtudes heroicas del Siervo de Dios Marcellino da Capradosso (en el siglo Giovanni Maoloni), laico profeso de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos; nacido el 22 de septiembre de 1873 en Villa Sambuco di Castel di Lama (Italia) y fallecido  el 26 de febrero de 1909 en Fermo (Italia).

– las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Teresa Fardella, viuda de Blasi, fundadora del Instituto de las Hermanas Pobres, Hijas de María Santísima Coronada; nacida en Nueva York (Estados Unidos) el 24 de mayo de 1867 y fallecida  el 26 de agosto de 1957 en Trapani (Italia)

Sinforosa y sus siete hijos, mártires

20170718sinforosaysussietehijos

Sinforosa, la mujer de Getulio, formó con generosidad una familia numerosa, aunque nunca dispuso de carné, ni obtuvo beneficios económicos en los transportes o en los colegios de los hijos.

Bien puede mostrarse como ejemplo de tantas madres cristianas que han encontrado en la propia familia el campo natural donde Dios las ha querido apóstoles; allí hacen recia la fe de los suyos, entre los suyos desparraman a manos llenas –como el sembrador– las bondades evangélicas con olvido de sí mismas, y desde dentro del hogar facilitan el crecimiento del bien entre las malas yerbas del egoísmo.

Sinforosa intenta hacer en su casa lo que Dios quiere y de este modo, al tiempo que realiza su vocación personal, se santifica y contribuye al bien de la sociedad y de la Iglesia. Supo descubrir que el bien para sus hijos no había de consistir en proporcionarles las vacaciones, oportunidades o bienes materiales que los padres anhelaron en su día y no tuvieron; con la luz de Dios conoce que no tenía que educarlos para que llegaran a ser «triunfadores» en la sociedad competitiva con la que habían de toparse en el tiempo futuro. Bien claro tuvo que su función de madre no había de consistir en facilitar a sus hijos todos los caprichos y gustos que apetecieran, ni siquiera procurarles como bien absoluto la salud del cuerpo. Con una sensatez digna de monumento y sin que estuviera de moda, sí se ocupó en prepararlos a servir, proporcionándoles una escala de valores en la que Dios ocupara el lugar primero; acertó cuando les daba motivaciones serias para obrar y cuando les inculcaba responsabilidad para que la cacareada libertad no fuera solo una palabra bonita sin contenido. Hicieron falta y vinieron bien las palabras; pero, cuando llegó el momento, les mostró el camino con la entrega de su vida. No hay mejor medio, ni más efectivo, en la pedagogía o didáctica.

Ella fue cuñada, mujer y madre de mártires. La familia vivió en Roma un tiempo, yendo y viniendo a las propiedades que el padre de familia, el tribuno Getulio –llamado también Zotico–, tenía en Tívoli. Dios les ha dado siete hijos; son familia cristiana y, en una casa bien dispuesta, llenan las horas del día viviendo en paz y armonía entre trabajos y aprendizajes mezclados con juegos, gritos y rezos.

El supersticioso emperador Adriano se ha convertido en un perseguidor cruel de los cristianos. Entre otros muchos, aprisiona a Getulio y a Amancio, su hermano y también militar. Prisioneros primero, acaban con la cabeza cortada en la orilla del Tíber.

Durante todo el tiempo de la persecución, Sinforosa ha salido con los suyos de Roma hacia Tívoli y allí procura preparar a sus hijos para la amenaza presente que se promete larga y que ya ha acabado con la vida de su padre. Les habla del amor de Dios y del premio, de fortaleza y fidelidad, de lealtad a Dios con las obras hasta la muerte como ha sido la actitud de su propio padre. Tuvo que pasar oculta siete meses con sus hijos, escondiéndose en una cisterna seca por el temor a ser descubiertos, cuando arreciaba la persecución. Sin fingimiento inútil, los prepara hablándoles del peligro que corren, de los bienes futuros prometidos a los que son fieles y de la confianza en Jesucristo; también les pone al corriente de la dureza que supone el martirio y confiesa sus miedos ante la posibilidad de que claudique alguno de ellos. La familia responde haciéndose una piña en torno a la madre y se conjuran para estar dispuestos a la muerte antes que adorar a los ídolos.

Llegaron un día los guardias a por la madre y los hijos. Sinforosa es clara y firme en el juicio: «No queremos adorar falsos dioses; seremos fuertes como mi marido y mi cuñado; mis hermanos cristianos están dispuestos a la muerte y lo mismo haré yo con mis hijos». El juez quiere colgarla por los cabellos junto al templo de Hércules; pero, comprendiendo que el espectáculo contribuirá a afianzar la fe de los cristianos que permanecen ocultos entre el pueblo, cambia el propósito, disponiendo que sea arrojada al río Teverone, próximo a Tívoli, con una pesada piedra atada al cuello.

Sus hijos Crescente, Juliano, Nemesio, Primitivo, Justino, Estacteo y Eugenio, jóvenes y algunos niños, se resisten firmemente a sacrificar y aseguran con claridad ante el juez que se ha ofrecido con promesas a hacer de padre y madre para ellos: «No seremos menos fuertes ni menos cristianos que nuestros padres». Entonces es el potro alrededor del templo de Hércules el que entra en juego. A fuerza de ser estirados les descoyuntan los miembros, pero ellos bendecían a Dios en medio del tormento. Luego vienen los garfios que van rompiendo las carnes y, por último, vencido y humillado el juez por no poder torcer la voluntad de los fuertes y jóvenes reos, manda que los verdugos terminen con sus vidas atravesándoles con espadas y puñales.

Enterraron sus cuerpos en una fosa común que los paganos llamaron luego «Biothanatos», queriendo expresar el desprecio a la muerte que mostraron al juzgarles. Cuando se calma de furia de Adriano en cosa de año y medio, los cristianos pudieron dar digna sepultura a los que llamaban ya, distinguiéndolos, como «Los Siete Hermanos» y levantaron una pequeña y pobre iglesia a Sinforosa. Posteriormente, sus reliquias se trasladaron a Roma y se pusieron, junto a las de Getulio, en la Iglesia de san Miguel.

Esto es lo que dicen contando la vida y la muerte de una familia cristiana de los primeros tiempos. Quizá nunca se pueda comprobar cada paso de ella y, posiblemente, haya adorno en el relato, como si fuera un bonito y bien tramado cuento; pero no cabe duda de que quienes adornaron el hecho, si es que adornaron, sabían bien qué cosa decían y cuánto importaba el testimonio de los que murieron.

Camino a los altares

Familia de 9 asesinada por esconder judíos en Polonia

 

web3-ulma-family-jews-world-war-ii-holocaust-facebook

La familia Ulma, los samaritanos de la aldea de Markowa

 

Józef y Wiktoria Ulma fueron asesinados hace 73 años juntos a sus siete hijos. Recientemente, el Vaticano decidió llevar su proceso de beatificación de forma separada al de un grupo de mártires polacos. Los procesos relevantes están siendo realizados por la archidiócesis de Przemyśl.

La policía nazi entró por la fuerza en la casa de Józef y Wiktoria Ulma al amanecer del 24 de marzo 1944. Al poco empezaron a realizarse una serie de disparos. Los primeros en morir fueron los ocho judíos a los que la familia Ulma daba cobijo. Luego, los nazis mataron a Józef, de 44 años, y a Wiktoria, de 33 años y embarazada.

Según recuerda uno de los carreteros que presenciaron la masacre, “se escucharon horribles aullidos y lamentos en el momento de la ejecución; los niños llamaban a sus padres que ya habían sido asesinados. Era una visión desgarradora”.

Unos minutos después, el comandante del escuadrón, el teniente Eilert Dieken, dio orden de disparar también a los niños, para que “la comunidad no tenga problemas”. La orden fue ejecutada sin rechistar y todos los niños fueron asesinados en el acto: Stasia (8 años), Basia (6), Władzio (5), Franuś (4), Antoś (3), y Marysia (1 y medio).

Algunos días más tarde, bajo la protección de la noche, unos pocos hombres del pueblo desenterraron los cuerpos de los Ulma y los enterraron en féretros. Uno de los polacos evoca el momento: “Mientras depositaba el cuerpo de Wiktoria Ulma en el ataúd, vi que estaba embarazada. Baso mi declaración en el hecho de que en sus genitales eran visibles la cabeza y el pecho de un niño no nato”. En 1945, sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio parroquial.

Józef y Wiktoria

Józef Ulma nació en 1900 en Markowa. De adolescente, era miembro de la Asociación de la Santa Misa de la diócesis de Przemyśl. También era un miembro activo de la Unión de la Juventud Rural “Wici” y la Sección regional de Educación Agraria en Przeworsk.

En 1929 se enroló en la Escuela Estatal de Agricultura, donde desarrolló una de sus pasiones: el cultivo de verduras y la horticultura. En Markowa tenía un vivero de árboles frutales y criaba abejas y gusanos de seda.

Recibió premios por “construcciones innovadoras de abejeros y herramientas para el cuidado de abejas” y por una “ejemplar granja de gusanos de seda y unos gráficos ilustrando el ciclo vital de los insectos”.

La fotografía era otra de las pasiones de Józef, por no decir la mayor de todas. Con toda seguridad montó una cámara él mismo, que hoy se expone en el Museo de la Familia Ulma o Museo de Polacos que Salvaron a Judíos en la Segunda Guerra Mundial. Tomó miles de fotografías con su cámara y muchas de ellas sobrevivieron a la guerra.

Le encantaba hacer fotografías de sus familiares. De modo que hoy podemos mirar las fotografías de bebés y niños correteando descalzos por la hierba, un joven dándose un baño o Wiktoria ayudando con los deberes o amasando harina.

También hay imágenes del mismo Józef, un hombre elegante con bigote. En una fotografía, su esposa está sentada en su regazo y podemos ver el profundo vínculo emocional que los une.

Józef se casó con Wiktoria en 1935.

Wiktoria Niemczak (nacida en 1912) también era de Markowa. Tenía mucho talento, era actriz en un teatro de aficionados y asistía a clases en la Universidad Popular de Gacia. Durante sus 9 años de matrimonio, la pareja tuvo seis hijos: Stanisława (en 1936), Barbara (937), Władysław (1938), Franciszek (1940), Antoni (1941) y Maria (1942).

Su séptimo hijo debía haber nacido en la primavera de 1944. En 1939, dada la ampliación de la familia, los Ulma compraron cinco hectáreas de tierra en Wojsławice n. Sokal. Tenían pensado mudarse allí, aunque el estallido de la Segunda Guerra Mundial frustró sus planes.

Samaritanos

Además de las fotografías, los Ulma dejaron libros que dan registro de sus intereses, por ejemplo, sobre el uso del viento en los cultivos, sobre los aborígenes en Australia, un manual de fotografía y un atlas geográfico. También había una Biblia en la estantería.

Alguien (Józef o Wiktoria) había subrayado algunos versículos con un lápiz rojo: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo” (Lc 10,27-28), y “un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo” (Lc 10,33-34).

Los Ulma eran profundamente religiosos y miembros activos de su parroquia. Władysław Ulma recordaría más tarde que su hermano Józef decía a menudo que “a veces es más difícil vivir un día de forma digna que escribir un libro”.

Sin embargo, no sabemos si los Ulma decidieron ayudar a los judíos precisamente por el mandamiento del amor. Debían conocer a muchos judíos, ya que había unas 30 familias judías en Markowa, por entonces uno de los pueblos más grandes de Polonia.

La mayoría de los judíos locales fueron exterminados. Solo los que llegaron a esconderse en los hogares de granjeros locales consiguieron sobrevivir.

Probablemente fuera en la segunda mitad de 1942 cuando los Ulma aceptaron en su casa a esos ocho judíos. Se trataba de la familia Szall, del pueblo de Łańcut (un vendedor de ganado y sus cuatro hijos), además de Golda Grünfeld y Layka Didner con su hija.

Quizás los Ulma se alegraban de disponer de unas cuantas manos más para trabajar (los Szall les ayudaron a curtir las pieles animales). Definitivamente, no estaban allí por dinero, ya que más tarde se encontraron objetos de valor en el cuerpo de una de las mujeres judías ocultas.

Tampoco hay forma de saber cómo se descubrió el escondite. Probablemente fueron delatados por el policía Włodzimierz Leś. Anteriormente había ayudado a los Szall en la cercana Łańcut. Cuando la situación se hizo mortalmente peligrosa, los judíos se ocultaron en la casa de los Ulma, aunque dejaron gran parte de sus propiedades con Leś. El policía no se las devolvía, así que los judíos trataron de apoderarse de una de sus propiedades.

Lo más seguro es que Leś, poco antes de entregar a los Szall, visitara a los Ulma con el pretexto de fotografiar para alguna documentación. Quería asegurarse de que sí sería capaz de dañar a los judíos. Él mismo falleció poco después tras ser disparado por la resistencia.

El proceso de beatificación

En 1995 Józef y Wiktoria recibieron a título póstumo la medalla de Justos entre las naciones. En 2003, se les incluyó en el grupo de 122 mártires polacos de la Segunda Guerra Mundial cuyo proceso de beatificación ya había empezado. La fase diocesana del proceso concluyó en mayo de 2011 en la diócesis de Pelplin.

En marzo de 2017, la Congregación para las Causas de los Santos, de la Santa Sede, decidió honrar la petición del arzobispo Adam Szal de Przemyśl y excluir a la familia Ulma del proceso colectivo, lo cual supone que los pasos posteriores del proceso se realizarán independientemente.

Pronto sabremos el nombre del postulador que representará a la archidiócesis de Przemyśl en el dicasterio romano. Estará al cargo, por ejemplo, de la preparación de una positio, el archivo que contenga testimonios y documentos confirmando que los Ulma murieron mártires.

En la fase diocesana del proceso, se tomó la decisión de añadir a los seis hijos de los Ulma, reconociendo el factor clave de la fe de sus padres. También está el dilema sobre el bebé que murió en el vientre materno. Las disposiciones para solicitar canonizaciones y beatificaciones estipulan claramente que un candidato a ser declarado santo o beato en la Iglesia católica debe ser conocido por nombre y apellido.

La Congregación vaticana decidirá en última instancia si el más joven de la familia de Józef y Wiktoria será considerado mártir también. El caso de elevar a toda una familia a los altares no tiene precedentes en la Iglesia.

La versión original de este texto fue publicada en la edición polaca de Aleteia en: https://pl.aleteia.org/2017/03/24/ulmowie-samarytanie-z-markowej/

De EE.UU. a Guatemala en un viejo Chevrolet a “alimentar de Dios”… y al martirio

Casi todo el cuerpo del “Padre A’plas” está enterrado en su Oklahoma natal, conoce qué ocurrió con su corazón

web-archdiocese-oklahoma-father-stanley-rother-martyr-facebook-archdiocese-of-oklahoma-city

El pasado viernes 2 de diciembre fue una fecha importante para la Iglesia católica en Estados Unidos. En ese día, el Papa Francisco reconoció el martirio del Padre Stanley Rother de la Arquidiócesis de Oklahoma. Con ello, Estados Unidos tendrá a su primer mártir. Y se abre el camino hacia su beatificación.

El Padre Stanley Rother conocido como “el Padre A’plas”, nació en la granja de su familia, cerca del pueblo de Okarche (en el Estado de Oklahoma) el 27 de marzo de 1935. y fue asesinado en la casa parroquial de Santiago Atitla (Guatemala) el 28 de julio de 1981.

La historia cuenta que se fue de misiones a Guatemala en 1968, manejando un viejo coche Chevrolet desde Oklahoma (fue asignado para misiones por la arquidiócesis de Oklahoma City), pasando por todo el territorio mexicano.

En Guatemala fue recibido y se quedó a vivir en la zona de Solola, donde aprendió español y tzutuhil. Justamente fueron los nativos de esta etnia -los tzutuhiles— quienes lo bautizaron como “el Padre A’plas”. También le decían “Padre Francisco”.

Lo quisieron tanto que le hicieron el honor de invitarlo a formar parte de su consejo supremo y de la fraternidad de estos pueblos indígenas guatemaltecos, en su mayor parte descendientes de los mayas.

Como misionero en Santiago Atitlán durante 13 años, además de sus tareas pastorales, tradujo el Nuevo Testamento al tzutuhil e inició la celebración regular de la misa en esa misma lengua. Dejó el país debido al conflicto armado pero poco después regresó para apoyar a sus feligreses. Fue asesinado en la casa parroquial el 28 de julio de 1981.

Fue uno de los diez sacerdotes asesinados en Guatemala aquel año terrible de la guerra intestina. ¿El motivo de su asesinato? Muy parecido al del beato Romero y al de los jesuitas de la UCA en el vecino El Salvador: por su decidida opción a favor de los pobres y desheredados de Guatemala.

En su misión ayudó a la gente a construir un pequeño hospital, una escuela y a montar su primera estación de radio católica. Un año antes de su asesinato, cuando había tenido que salir de Guatemala, las fuerzas militares y paramilitares de la zona habían destruido la estación de radio y asesinado a su director.

Sabiendo esto, y conociendo la tortura y el asesinato de varios de sus catequistas, así como el hecho de que su nombre estuviera en la “lista de muerte” de los asesinos, el Padre Stanley decidió volver con los suyos. Era abril de 1981.

Tres meses más tarde, la mañana del 28 de julio de ese mismo año, un pistolero penetró en la rectoría del templo y le disparó dos veces. Su cuerpo fue llevado de regreso a Oklahoma y sepultado en el cementerio de Okarche.

Sin embargo, a petición de sus parroquianos tzutuhiles, su corazón le fue quitado, para enterrarlo a un lado del altar del templo en donde ejerció su misión por 13 años.

En la habitación donde fue asesinado hay un poema escrito en la pared para “el Padre A’Plas de su gente”, en donde, a la manera indígena, se recuerda su labor más importante: “tú nos alimentaste de Dios”. Quizá no haya más grande epitafio que ese para un misionero.

P.Hamel y el breviario abierto en el día que fue asesinado

El sacerdote no se separaba de su libro de oración, ahora será expuesto en la Iglesia de los mártires del siglo XXI en Roma

27863lpr_0db6845d6478289

En Roma se conservará el breviario que perteneció al sacerdote católico Jacques Hamel asesinado por dos jóvenes militantes del ISIS en el altar de su Parroquia ubicada en Rouen, Francia, el pasado 26 de julio.

Las páginas de breviario se quedaron abiertas en la lectura de ese día en que fue degollado padre Hamel y que indica la fiesta de San Santiago, así como se llamaba de bautismo en castellano el religioso francés.

El obispo Dominique Lebrun ha presidido una ceremonia de oración este jueves 15 de septiembre en la Iglesia de San Bartolomé en la Isla sagrada, dedicada en Roma a los ‘nuevos mártires’.

El Papa– contó monseñor Lebrun- me ha dicho: puedes exponer esta foto (el retrato de padre Hamel leyendo su breviario), porque él es beato ahora. Y si alguien te dice que no puedes hacerlo, dile que te ha autorizado el Papa”.

Desde ahora, el breviario será expuesto a los fieles y conservado en una cripta de cristal en la Iglesia que sanJuan Pablo II ha destinado como memorial de los mártires de los siglos XX y XXI.

El breviario es un libro que contiene la Liturgia de la Horas u Oficio Divino. Es decir, contiene el rezo de los salmos y otras oraciones.

El papa Francisco también tiene un breviario y cuenta que fue de las pocas cosas que trajo consigo a Roma para el cónclave de 2013.

Tampoco padre Hamel se separaba de este texto que lo acompañaba en todo el año litúrgico detenido bruscamente en esas páginas salpicadas y que ahora representa una reliquia.

El papa Francisco ha definido ‘mártir’ a ‘padre Hamel’ y recordó que matar en nombre de Dios es satánico.

Lo hizo esta semana durante la misa en honor del sacerdote francés en la pequeña capilla de Santa Marta ante la presencia de la familia del consagrado y fieles; acompañados por el obispo de la diócesis de Rouen.

La cura del alma y el nazismo

El párroco de Götzens (Tirol)

 

web-otto-neururer-tirol-daniel-furxer-dic3b6zese-innsbruck-cc

En el Tirol austríaco, en la diócesis de Innsbruck y distrito de Innsbruck-Land, a poco más de siete kilómetros al sur-oeste de esta capital, se levante el pueblo de Götzens. Su bella iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo, de estilo rococó, es también santuario de quien fue párroco de la localidad de 1932 a 1940, el beato Otto Neururer (1882-1940), mártir.

El beato mártir tirolés había nacido en el seno de una familia numerosa de la tirolesa localidad de Fliess, donde había ejercido durante 41 años Simon Alois Maass (1758-1846) un santo párroco aun recordado por su celo apostólico que fue contemporáneo de San Juan B. Vianney.

Después de cursar sus estudios eclesiásticos, Neururer se adhirió al movimiento social cristiano austríaco hecho que le provocaría algún encontronazo con sus superiores. Hombre tímido pero de convicciones rectas, había afirmado más tarde que la noción que la raza alemana era superior era una herejía y que “era deber de los cristianos amar a todos los hombres y a todas las personas, judíos incluidos”. Para ello se apoyaba también sobre el Antiguo Testamento, prohibido por los Nazis.

En el ejercicio de su actividad ministerial en Götzens, Neururer desaconsejó a una joven feligresa casarse con un hombre de moral cuestionable. Éste último, gracias a su amistad personal con el Gauleiter (jefe de región) nazi del Tirol, consiguió la detención del párroco. Neururer fue arrestado por “injuria al matrimonio alemán”, encarcelado en Innsbruck y posteriormente enviado al campo de concentración de Dachau y más tarde al de Buchenwald en el marco de una Austria anexionada a la Alemania nazi tras el célebre Anschluss.

En Buchenwald, Neurerer continuó ejerciendo la dirección espiritual. Durante el mes de abril de 1940, un detenido se le acercó pidiéndole ser bautizado. Junto a Matthias Spanlang, otro sacerdote austriaco, inició la preparación del catecúmeno pese a que toda actividad religiosa estaba absolutamente prohibida en el Campo. El 28 de mayo, los dos sacerdotes fueron arrestados después del trabajo al descubrirse la catequesis y enviados al “bunker”, una sala sin luz ni aireación, donde Neururer fue torturado y dejado sin comida ni bebida. Finalmente, fue colgado desnudo por los pies muriendo al cabo de 34 horas de agonía por exceso de sangre en el celebro el 30 de mayo de 1940.

Neururer fue víctima de las órdenes del SS-Hauptscharführer de Buchenwald Martin Sommer. Su cuerpo fue incinerado para ocultar el asesinado y la urna con sus cenizas enviadas a Götzens. Para evitar que se complicara la situación, ya que era el primer sacerdote austríaco en morir en Buchenwald, se informó que había muerto de una insuficiencia cardíaca y se ordenó realizar el entierro con la máxima discreción.

El vicario episcopal de la diócesis de Innsbruck, Carl Lampert, a demanda de la diócesis, publicó una nota necrológica en un periódico donde se elogiaba al párroco de Götzens y donde se revelaba el lugar de la muerte. Lampert había intentado liberar anteriormente Neururer sin éxito mediante gestiones delante de personas influentes. Lampert sería enviado a Dachau por incumplir el orden de silenciar el caso Neururer. Allí fue ejecutado.

Beatificado en 1996 in odium fidei, el altar mayor de la parroquial de Götzens se levanta hoy sobre la urna que contiene las cenizas del párroco que nunca dejó de serlo, Otto Neururer.