Raquel Welch arremete contra la «liberación» sexual

LA EX «SEX SYMBOL» DEFIENDE EL COMPROMISO Y LA FIDELIDAD

Actualizado 27 mayo 2010

Rosa Cuervas-Mons/Alba

De la actriz Raquel Welch (Chicago, 1940) nadie espera un discurso moralista o anticuado. Quizá por eso un artículo suyo publicado recientemente en la web de la CNN con el título «It’s sex o’clock in America» ha causado tanta sorpresa.

Y es que la que fue símbolo sexual de los 60 y 70 no se arruga al defender valores e instituciones tan poco hollywoodienses como el compromiso, la lealtad y el matrimonio.

«Desde que Margaret Sander abrió en 1916 la primera clínica de planificación familiar nada ha vuelto a ser lo mismo. La enorme proliferación de los métodos anticonceptivos ha tenido un efecto brutal en hombres y mujeres y ha conducido a un gran cambio en los valores morales», dice la actriz y modelo, famosa por sus apariciones en portadas de revistas norteamericanas.

Sus hijos, una bendición

«Como yo he vivido la sexualidad femenina durante este periodo revolucionario, sé cómo ha afectado a América, para bien o para mal», añade.

Y, a su juicio, la píldora anticonceptiva y la «supuesta liberación sexual» están cerca de destrozar la sociedad americana. Dice la actriz que, si bien antes empezar a tomar la píldora era una decisión drástica y muy meditada, hoy es el pan nuestro de cada día en las mujeres americanas.

«Un significativo efecto de la píldora en la actitud sexual femenina fue: “Ahora podemos tener sexo cuando queramos sin consecuencias. ¡Bien, divirtámonos!”. Y parece que ya nadie es capaz de rechazar el sexo o de comprometerse con una persona», lamenta Welch.

Lejos de considerarse un modelo a seguir, la actriz norteamericana se avergüenza de haberse casado cuatro veces, pero reconoce que, si «hubiera tenido una actitud diferente hacia el sexo, la concepción y la responsabilidad», su vida habría sido muy diferente; en concreto, sin los dos hijos que son, para ella, «una constante bendición».

«Me quedé embarazada por primera vez a los 19 años y, aunque estaba casada con el padre del bebé, no me sentía preparada para ser madre. Tendría que apartar mis ambiciones laborales, pero la decisión no era sólo mía. Aunque siempre había querido tener hijos con Jim [Welch], no estaba muy segura de cómo iba a reaccionar él, porque éramos dos recién casados de 19 años luchando por sus metas». Pero Jim Welch fue determinante: quería tener a su hijo. «Siempre lo amaré por cómo reaccionó en ese momento de nuestras vidas», recuerda la actriz.

«¡Vamos, chicas!»

Aunque su matrimonio sólo duró seis años, Jim y Raquel tuvieron dos hijos que les unen de por vida. «Ser consciente de eso asusta, porque, pase lo que pase, estarás unida a esa persona de alguna manera, eso es innegable», reconoce la actriz, que considera el matrimonio como «el pilar de la civilización, una institución esencial que estabiliza la sociedad, se convierte en un santuario para el crecimiento de los niños y aparta de la anarquía a los adultos».

Por eso lamenta que la «liberación sexual» haya eliminado la prudencia y el discernimiento a la hora de elegir pareja sexual. «Antes eso equivalía a elegir pareja para la vida, ya que podía ser el padre de tus hijos. Ahora -sin compromisos- la confianza y la lealtad en las parejas de edad fértil se han perdido y eso, irremediablemente, conduce a la infidelidad».

Mujer, naturaleza y feminismos

lunes, 24 de mayo de 2010
Manuel Ferrer Regales


UnaHuellaEnElMundo.wordpress.com

A finales del siglo XIX, la mujer occidental (en concreto la europea y la estadounidense) percibe y sufre las consecuencias de una situación en la que se plantea una discriminación entre mujer y varón, lo cual viene sucediendo secularmente.

En el transcurso de la I Revolución Industrial, que tiene lugar a mediados del siglo XIX, nace una propuesta para suprimir dicha discriminación en lo que se refiere al derecho al voto, al acceso a los estudios y a la participación en la vida pública por parte de la mujer, de manera Almudi.org - Manuel Ferrer Regalesque a principios del siglo XX ésta es admitida en la enseñanza superior y en las universidades, y alcanza la igualdad a nivel político en el conjunto de Europa. Nace así el primer feminismo.

Tras la segunda guerra mundial, la norteamericana Bety Friedman, a la que conocí en un stand del Congreso de Población de Bucarest en 1974, funda el Movimiento de Liberación de la Mujer (su libro más famoso se titula La mística de la feminidad), que pretende poner trabas a la natalidad por toda clase de medios, incluido el aborto; los jóvenes de la revolución del 68 francés y norteamericano a su vez dan vía libre a la libertad sexual.

En España, la ley que despenalizó el aborto en 1985 culmina con el actual anteproyecto de ley sobre el aborto libre hasta la semana 14ª a partir de los dieciséis años, y considera como un derecho de la mujer la supresión de la nueva persona que se está gestando en su interior.

Entretanto, los datos más fiables indican la escasa efectividad de las campañas que promueven el sexo seguro. La venta de la píldora del día después sin prescripción médica trivializa todavía más el riesgo de la aparición de efectos secundarios y aumenta el número de mujeres que consideran al aborto como un contraceptivo más. Por añadidura: ¿Qué idea de la maternidad puede tener una mujer que ha iniciado sus relaciones sexuales en la adolescencia?

Afortunadamente, el feminismo de la equidad posee otra dimensión muy noble y acorde con la capacidad femenina de promover sus posibilidades en todos los órdenes de la vida cultural, económica y social. Una feminista de equidad quiere para la mujer lo que quiere para todos: tratamiento justo y ausencia de discriminación.

Finalmente, el postfeminismo, asociado a la denominada ideología del género, pretende manipular el orden natural de las cosas. Esto se concreta en que la identidad sexual no se hallaría determinada por la biología sino por la cultura (“no naces mujer, te hacen mujer”). En consecuencia, el sexo no forma parte de la identidad personal, ya que la distinción que siempre ha existido entre varón y mujer deriva en varios géneros: heterosexual femenino y masculino, homosexual y lesbiana, así como bisexual, siendo la heterosexualidad un caso más de práctica sexual.

Todo ello se concreta en la posibilidad de cambiar el propio cuerpo y reconvertirlo simultáneamente en medio orgánico y medio mecánico a fin de mejorar sus capacidades. De ello deriva el desprecio de la maternidad que va de la mano de la desestabilización de la familia como institución social, o bien su manipulación múltiple por la técnica.

En este sentido, la ideología de género y sus efectos negativos se podría comparar con las consecuencias que el cambio climático está provocando por culpa de la actuación humana: agresión a la naturaleza física y a la naturaleza humana, respectivamente.

En atención a su carácter antihumano, cabe hacer las siguientes consideraciones: La sociedad posee resortes y respuestas ante las agresiones. Una famosa cantante, por ejemplo, puede ser un símbolo de la vuelta a la sensatez: porta un anillo que promociona la abstinencia antes del matrimonio, lo que comparten sus fans, que crecen a millares en EEUU. La pretensión de eliminar la distinción entre sexos, varón y mujer, y multiplicarlos, perjudica el correcto desarrollo de la especie humana.

En conclusión, habrá que fortalecer el orgullo de la maternidad y promocionar mucho más la participación plena de la mujer en la sociedad aportando lo mejor de sí misma, y haciendo posible la conciliación entre maternidad y trabajo profesional.