Formar personas

La impronta de Ana María Gómez Campos

El título del ensayo tiene varias palabras que nos sirven de punto de partida. Empecemos por definirlas a la luz del Diccionario de la Lengua Española. “Formar” es un verbo que significa “dar forma a algo” o “preparar intelectual, moral o profesionalmente a una persona o a un grupo de personas”. Ahora bien, “impronta”, quiere decir “marca o huella”. Dos palabras que definen la tarea emprendida por la Sierva de Dios Ana María Gómez Campos (1894-1985) prácticamente hasta el final de su vida y en diversos contextos. ¿Cuáles eran esos espacios y medios? El salón de clases, el noviciado de Tlalpan (México), sus cartas y el recibidor. Efectivamente, ella recibió, acompañó y formó a muchas personas que la visitaban en la casa de Patriotismo #54 en la Ciudad de México. Hablamos de parejas de recién casados, sacerdotes, obispos, religiosas e incluso del cardenal Miranda. Es decir, no limitaba su misión a un solo lugar, sino que sabía formar o, como decía ella, “sembrar, siempre sembrar”.

Actualmente, los niños, adolescentes y jóvenes necesitan referencias. Es decir, personas que sepan formar y generar procesos de crecimiento integral. Existe una falta de relevo generacional en diferentes campos de la sociedad y de la Iglesia. De ahí que, una vez más, el ejemplo de la M. Ana María Gómez Campos y, sobre todo, su impronta nos sirva como inspiración. Por otro lado, tenemos que aclarar algunas cosas. Para formar, primero tenemos que hacer todo un proceso personal que pasa por la dimensión espiritual, humana y profesional. Es decir, no basta tener buenas intenciones o “ganas de ayudar”, sino que es del todo necesario prepararse. Detrás de la M. Ana María estaba el resultado de horas de oración, trabajo y estudio. En otras palabras, no improvisó, sino que hizo su proceso y eso le permitió formar a centenares de generaciones en todo el país. Incluso, hoy, se le sigue recordando por su impronta. A lo largo del año, el que esto escribe, tiene el gusto de leer a través del perfil de la causa de canonización mensajes de los que fueron sus alumnos y alumnas. Comentarios como “me consta que es una santa”, “sus clases eran interesantes”, “si nos portábamos bien nos prestaba su muñeca”, “tenía buen sentido del humor”, “no le hacia falta gritar, pues su coherencia nos ganaba”, “era muy preparada”, “sabía acercarse con sencillez a todos”, “si nos enfermábamos era la primera en cuidarnos”, “conocía el nombre de mis papás y hermanos”, “le gustaban las cosas bien hechas”, “era humilde”, “ella era capaz de ver en un terreno baldío a las afueras de la ciudad, un nuevo colegio para dar a conocer a Jesús”, etcétera, son una constante.

Podríamos decir que su impronta o huella como formadora tiene, al menos, tres características que nos hacen falta en el siglo XXI:

  1. Espiritualidad. 
  2. Libertad responsable.
  3. Visión.

Espiritualidad, porque la M. Ana María tenía una relación especial con Jesús, pero no desde un enfoque meramente sentimental, sino un encuentro con una persona a la que sentía viva. Libertad responsable, porque era exigente, pero una exigencia que no anulaba a la persona. Ella no era de prohibir o de tener una visión puritana de la realidad, sino de transmitir un criterio que iluminara la conciencia y, por lo tanto, generara un buen juicio en la toma de decisiones. No decidía por nadie, sino que enseñaba a decidir y hacerlo considerando la voluntad de Dios. Y visión, porque pensaba en grande, no en el sentido de caer en la abstracción o de perder los pies del suelo, sino que sabía ver más allá de lo aparente. Identificaba muy bien el mañana. Sabía intuirlo, descubrirlo y preparase para lo que vendría. En cuanto a su faceta de formadora de hombres y mujeres con liderazgo tenía una mecánica interesante. Les brindaba los elementos teóricos y, poco a poco, les daba mayor responsabilidad. Cuando veía que era suficiente, les asignaba tareas directivas. Era toda una pedagoga de la gradualidad, pero creía en que había que lanzar a la persona al campo de trabajo porque la experiencia es cosa que va más allá de los libros. “Te mandaba al ruedo para que pasaras de la teoría a la práctica”, como consta en algunas anécdotas.

Al igual que Jesús lo hizo con los primeros discípulos y con las mujeres que lo siguieron, la M. Ana María supo formar, acompañando a personas en sus dificultades. ¿El resultado? Muchos, gracias a su mediación (un elemento propio de la dimensión sacerdotal de todos los bautizados), encontraron el sentido de sus vidas y eso generó futuro.

TODO A SU TIEMPO

Video Estrategia sobre la prevención del embarazo en la adolescencia dirigido a madres y padres de familia realizado por el Instituto Jalisciense de las Mujeres en colaboración con l@s integrantes de la Mesa Interinstitucional de Prevención del Embarazo en Adolescentes conformada por: Secretaria de Salud, Educación, COEPO, Instituto Jalisciense de la Juventud, DIF Jalisco, AXIOS Misión Mujer A.C. y VIFAC.

Opositar: una carrera de fondo

Dicen que de los tiempos de crisis, pueden nacer nuevas oportunidades. Nuevas vías para crecer y para ayudar a otros a conseguirlo. Raquel es Secretario Judicial en una Oficina de Juzgado de la provincia de Barcelona. Lleva poco tiempo en el ejercicio de esta profesión, a la que accedió tras superar una oposición para la que tuvo que estudiar durante años.

05 de marzo de 2012

¿Compensa el esfuerzo de una oposición como la tuya?

El primer día que acudí al preparador me dijo “ten en cuenta que esto no es un carrera de velocidad sino una carrera de fondo”.

La oposición se me planteaba como un proceso largo. Lo que importaba —y lo que me veía capaz de asumir— era el esfuerzo del día a día. Sabía que ese trabajo dejaría su poso, aunque no viera inmediatamente el fruto de la constancia de una jornada y otra con una misma rutina. Otros opositores coincidían en esta visión.

Eso es lo bonito de la experiencia: conoces a mucha gente en tu misma situación. De ahí surgen amistades que duran toda la vida, tal vez por haberlo “pasado mal” juntos. 

En momentos de desánimo, algunos opositores comentaban que quizá el esfuerzo de todos esos años no serviría para nada. Yo pensaba —y lo comentaba con ellos— que para un cristiano, todas esas horas de estudio y trabajo, nunca son en balde porque una vez ofrecidas a Dios, son materia de santidad; es una buena forma de rezar, de apoyar a otras personas desde una biblioteca, de ofrecerlas por intenciones grandes…

Aparte de que obtuvieras la plaza, ¿crees que esa experiencia te ayudó personalmente? 

«Yo pensaba —y lo comentaba con ellos— que para un cristiano, todas esas horas de estudio y trabajo, nunca son en balde porque una vez ofrecidas a Dios, son materia de santidad»

Sin duda. Me di cuenta de que las cosas en esta vida no salen solas; hay mucho esfuerzo detrás que siempre queda recompensado. Da satisfacción comprobar que puedes organizarte el día y marcarte metas para cumplirlas. Evidentemente, hay días buenos, malos y días en los que la cabeza no rinde. En cualquier caso, todos sabíamos que ese era nuestro trabajo y que nuestra familia (y la sociedad) estaba invirtiendo en nosotros. 

Creo que me ayudó a adquirir hábitos, a no tener miedo, a esforzarme, a ser puntual y ordenada… Muchos compañeros, que no aprobaron, me comentaban que esos hábitos adquiridos durante la preparación de la oposición les sirvieron en sus trabajos posteriores: en un despacho de abogados, como administrativos. 

¿Por qué son importantes las virtudes humanas?
Son como las herramientas que tienes para funcionar por la vida. Ahora que he empezado a trabajar, me doy cuenta de que son los buenos profesionales los que sacan la faena, en los que te puedes apoyar, gente con la que disfrutas y aprendes mucho. 

Diría que las virtudes dan la libertad de poder decir: me propongo esto y lo hago. No voy a rastras solamente de lo que me apetece sino de lo que veo que me conviene y es bueno. En el trato con los demás diría que hay una gran diferencia entre aquellas personas que se esfuerzan por trabajar bien y por ser buenos compañeros y aquellos que sólo quieren salir del paso.

Eres agregada del Opus Dei, ¿cómo te ha ayudado tu vocación de cristiana corriente durante tus años de opositora?
Me ha ayudado a estar muy en la calle con la conciencia de que Dios, mi Padre, está muy cerca de mí… En mi caso la expresión “en la calle” era mucho decir, más bien diría que estaba todo el día en la biblioteca, pero en contacto con la gente. El primer día entré en la biblioteca con una amiga y el último salí habiendo conocido a más de veinte personas de las que nueve o diez han llegado a ser buenas amigas, de las de verdad. 

Gracias a esta vocación que me lleva a querer contagiar a muchos el amor de Dios que llevo dentro, me resulta más fácil abrirme a los demás y hacer nuevas amistades. Además, he notado durante los cinco años de la oposición, la cercanía del Opus Dei como una verdadera familia. Muchas personas de la Obra me animaron con su cariño y apoyo… o acompañándome porque “casualmente” pasaban por la biblioteca con un bocadillo a la hora de la comida. 

«Diría que las virtudes dan la libertad de poder decir: me propongo esto y lo hago. No voy a rastras solamente de lo que me apetece sino de lo que veo que me conviene y es bueno»

Mientras preparaba la oposición, el espíritu del Opus Dei me ayudó mucho a ver cada hora de estudio como una hora de oración y a comprender que desde mi metro cuadrado de la biblioteca podía apoyar a amigos que tienen problemas, a familiares, a países que están en conflicto. Se podría pensar, ¿y yo qué puedo hacer por todas esas personas? lo primero rezar y ofrecer por ellas mi estudio. Y así, aunque es monótono, ves que tiene un valor.

Ahora en el trabajo, aunque soy consciente de ser “una más del montón” entre la gente del juzgado, por mi vocación siento la responsabilidad de ser una buena profesional y al mismo tiempo procuro dar buen ejemplo como católica. Sé que muchas personas no tienen referentes de lo que significa vivir en cristiano, así que me ilusiona poner mi granito de arena para transmitir la fe con mi ejemplo. Luego meto la pata como todos. Veo que soy una ignorante y que me queda mucho que aprender… pero trato de no cansarme de rectificar. 

¿Se ha notado la crisis?
¡Mucho! Además de los recortes en los sueldos de los funcionarios, se ha disparado el número de asuntos civiles, reclamaciones de cantidad, juicios hipotecarios, desahucios… A nivel penal también ha crecido la delincuencia, de hurtos, robos… 

«Sé que muchas personas no tienen referentes de lo que significa vivir en cristiano, así que me ilusiona poner mi granito de arena para transmitir la fe con mi ejemplo»

Tuve una compañera de trabajo que proporcionaba asesoramiento jurídico a personas desprotegidas que se enfrentaban a procesos contra entidades más poderosas. Ella me enseñó cómo se puede preservar derechos y garantías de la gente con un trabajo hecho a fondo y que profundiza en los conocimientos. Indudablemente actuar así implica más trabajo, pero vale mucho la pena. 

Ante la crisis… ¿esperanza?
Por supuesto. No puedo evitar pensar en una frase de El Señor de los Anillos que dice: “Hasta el más pequeño puede cambiar el rumbo de la historia”. Todos podemos contribuir a los cambios. Personalmente, cuando estoy en una situación difícil, procuro hacer una breve pausa para recuperar la serenidad, le encomiendo el asunto a san Josemaría y, si es el caso, acudo a algún compañero experto para pedirle opinión. Si sabe la solución me la dice y si no, al menos me dice cómo o dónde buscarla… Por eso pienso que ante las pruebas difíciles, esperanza y pedir ayuda.