Carta de una madre a su hija adolescente embarazada: “¿Dónde estaba yo?”

Circula por las redes sociales la emotiva carta de una madre a su hija embarazada. Tras enterarse de que se ha quedado encinta, esta madre le escribe una carta pidiéndola perdón y mostrando su apoyo.

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Nunca es fácil lidiar con una noticia tan inesperada cómo que una hija se ha quedado embarazada sin quererlo, en una edad prematura y un largo camino por recorrer.

Un caso claro es el de esta madre, que tras una mala reacción, reflexiona y escribe una bonita carta a su hija en la que no solo le muestra su total apoyo y le agradece que quiera tener a su hijo, sino que asume su parte de culpa por no estar ahí y saber escucharla cuando debía:

“Ayer después de que hablamos me quedé devastada. Perdóname, pero el dolor y la ira pudieron más. ¿Dónde estaba yo?, ¿es que nunca escuché lo que me contabas? Tantos reproches, tanta culpa por no haberte cuidado más, por no haber sido más clara y sincera contigo. Asumí que ya sabías las cosas, que todo lo tenías claro. Por algún motivo pensé que ya no necesitabas a mamá.

Perdóname, los padres también olvidamos que los hijos crecen y toman sus propias decisiones

Parece que me olvidé que cuando la pasión apremia y las buenas amistades están ausentes, la soledad y la tentación son grandes por mucho que sepas de Dios y de la vida. Quizás pensaste que todos lo hacían, que eras joven e independiente y lo podías todo. Quizás solo quisiste vivir una aventura sin medir las consecuencias, así como cuando te subes a una montaña rusa y luego del vértigo sigues con tu vida normal. Era solo era un viaje del que pronto regresarías.

Te encontraste con la verdad de la manera más dura, comprobaste que todos esos cuentos y todas esas “opciones” de vida de las que te hablaban traen consecuencias y muy duras. El sexo sin amor es una mentira, de esas que uno prefiere creer porque la realidad es muy difícil. Es de ingenuos pensar que uno puede controlarlo todo. ¿Y si no hubiera sido un hijo?, ¿y si hubiera sido una enfermedad incurable? ¡Cómo me reprocho el no haber estado más a tu lado!

Perdóname, los padres también olvidamos que los hijos crecen y toman sus propias decisiones.

No pienses que te juzgo o que estoy decepcionada contigo. Estoy enojada con el mundo y con esas tonterías de “vive el momento”, de “haz con tu cuerpo lo que quieras”. ¡Falsos, mentirosos! Yo también he caído…

Pero ¡una vida más que se abre! De pronto creciste y te has encontrado, de una manera inesperada, con aquello con lo que tanto has soñado

He soñado con tus hijos tantas veces, y créeme que te he visto como la mejor de las madres, sé que lo serás, ya lo estás siendo. Estoy orgullosa de la decisión que has tomado y de escuchar de tu boca que jamás cruzó por tu mente deshacerte de tu hijo. Pero, si pasó y no me lo has dicho, quiero que sepas que también lo entiendo, no es fácil la situación que vives. Habla conmigo, no te dejaré sola.

Nunca jamás hubiera querido que pases por una situación tan difícil y por un dolor tan hondo. Tantos sueños y posibilidades que hoy se hacen difusos. Posibilidades que desaparecen… pero ¡una vida más que se abre! De pronto creciste y te has encontrado, de una manera inesperada, con aquello con lo que tanto has soñado: un hijo.

Sé que el amor de Dios nunca disminuye, y en este momento es lo que me ha dado fuerzas. Es lo que me lleva a tratar de verte no solo con los ojos de tu madre dolida sino con los ojos de Jesús y poder amarte aún más profundamente. El está a tu lado más que nunca. Agárrate de su mano y no pierdas la esperanza. Estamos contigo y juntos pasaremos este momento que se dulcifica con la llegada de ese niño, tu hijo, nuestro nieto. Veremos como tu cuerpo irá cambiando, como el vientre te irá creciendo y a este pequeño le hablaremos y contaremos historias con las que irá soñando.

Confía en nosotros, tus padres. Confía en que estaremos a tu lado para ayudarte en cada momento, desde que nazca hasta el momento en que tengas que contarle cómo fue concebido. No te hemos dejado nunca de amar, no lo haremos jamás.

Te amo, incondicionalmente.

Mamá”

El embarazo adolescente y la educación sexual

untitledEstá demostrado que la educación sexual en las escuelas no ayuda a reducir el índice de embarazos entre adolescentes. En los Estados Unidos, en México y en otros países, cuando se les dieron pastillas, condones y servicios de anticonceptivos, el problema empeoró y amentaron los embarazos en jovencitas.

La experta en población Jacqueline Kasun, estudiando los datos del IPPF (lo equivalente a MEXFAM en México y Pro-familia en Colombia), llegó a la siguiente conclusión: “Los estados que proveen acceso a programas de control natal financiados por el gobierno, muestran la tendencia a tener índices más altos de embarazos de adolescentes, nacimientos y abortos que los que no los tienen”. Subrayó que el Estado de California, que provee de anticonceptivos y facilita el aborto a menores sin el consentimiento paterno, y gasta más dinero que ningún otro estado de los Estados Unidos en anticonceptivos, y es el que tiene mayor índice de abortos en adolescentes.

Cuando el aborto no era legal en Norteamérica, había 100 mil abortos al año, ahora que es legal, su número asciende a un millón y medio de abortos anuales. Aumentó más de diez veces. Si la actividad sexual aumenta, la posibilidad de embarazos también aumenta, aunque se usen anticonceptivos. El fallo de los anticonceptivos es la causa principal de este fenómeno. El índice de fallos de anticonceptivos en jóvenes que siempre los usan es de 12% (Selected Committee on Children, Youth and Families).

Un miembro de la junta de planeadores comentó: “La ironía es que el aumento en el número de nacimientos ilegítimos tuvo lugar precisamente cuando el uso de anticonceptivos se hizo más respetable y generalizado”. Después de quince años de este tipo de esfuerzos y de haber invertido quince billones de dólares, los índices de embarazo adolescente y de aborto siguen aumentando.

¿Qué han logrado los programas de educación sexual en Estados Unidos? Una encuesta llevada a cabo por la propia IPPF (International Planned Parenthood Federation: Federación Internacional de Planificación Familiar, en Estados Unidos) mostró que el índice de jóvenes que tuvieron relaciones sexuales prematrimoniales fue mayor entre los que habían recibido educación sexual. Otra consecuencia de los programas de educación sexual es que el índice de abortos provocados se ha duplicado entre adolescentes desde 1972, año en que comenzó el movimiento de educación sexual en escuelas oficiales.

Nuestros niños no necesitan aprender más biología ni más técnicas sexuales, sino que necesitan padres y maestros responsables que les enseñen virtudes, valores y razones para abstenerse de la actividad sexual hasta el día en que se casen, y que les enseñen a ser fieles cuando hayan contraído matrimonio.

Es probable que todo cáncer cervical sea el resultado de una infección de Papiloma humano; este virus es muy contagioso y el condón no lo previene. En Estados Unidos, el 60% de adolescentes sexualmente activas ya lo han adquirido.

El sistema reproductivo de la mujer tiene un mecanismo delicado; las oportunidades reproductivas de algunas mujeres son cortas. La Revolución Sexual les dijo a las chicas que pueden hacerse tontas, tener varias parejas y, una vez asentadas, puede procrear un hijo. Pero lo que no les dijo es que la epidemia de enfermedades de transmisión sexual aumenta el número de mujeres infértiles y las puede volver estériles. Muchas pensaban a sus 25 años que no querían un bebé, y luego, a los 35 años no deseaban nada tanto como un bebé…, pero era demasiado tarde. Algunas buscan en su historial deseando encontrar el acto sexual fatal que provocó su mal. Se lamentan: “¡Si pudiera haber evitado estar allí en esa cama y en esa noche particular!”.

Y las técnicas reproductivas usadas para remediar la infertilidad provocada, produce una nueva categoría de víctimas de la Cultura de la Muerte, cuando la Revolución Sexual les prometió lo que nunca podría dar: “sexo libre sin consecuencias”.

El costo de la Revolución Sexual es muy elevado.

Si un hombre y una mujer tienen relaciones íntimas, sólo una queda embarazada, y ésa es siempre la mujer. El aborto permite a la mujer pensar que el sexo para ella es igual al ejercicio del sexo para el varón.

«Cuando hay un embarazo inesperado, la vida no se acaba. Empieza»

El embarazo, un calvario por culpa de su novio 

Amber, madre a los 16: «Cuando hay un embarazo inesperado, la vida no se acaba. Empieza» 

¿Derecho a «elegir»? «Se elige cuando se decide tener sexo. Luego, hay que ser responsable de las consecuencias de esa elección.» 

Actualizado 22 julio 2012 

C.L. / ReL 

La historia de Amber Kortekaas no tiene nada de excepcional. Su caso es como el de muchas chicas que se quedan embarazadas a los 16 años, le echan valor a su situación y tienen a su hijo. Lo que destaca en esta joven norteamericana es la madurez y tranquilidad con la que explica a LifeSiteNews por qué nunca se le pasó por la cabeza «elegir» matarle.

Porque «elegir» [choice, en inglés] es la palabra clave de la cultura de la muerte para vestir en positivo al movimiento abortista en Estados Unidos, autodenominado así, pro-choice, para esconder que lo que se elige es la destrucción de un ser humano.

Amber tiene claro, sin embargo, que la elección es anterior al embarazo, no posterior a él: «Para mí, elegir es cuando un elige conducir después de haber bebido. Uno es responsable de haber optado por conducir. Del mismo modo, elegir es cuando uno decide tener sexo. Uno es responsable de lo que pase después de esa elección«.

Y en su caso tiene un mérito añadido, y es que descubrir el verdadero rostro del padre de su hijo no ayudó precisamente a aquietar las aguas.

Como en miles de casos

La historia no tiene nada de excepcional. Amber, en un periodo de descontrol emocional adolescente, comenzó a gustarle a un chico que no dejaba de llamarla y de querer salir con ella. La hizo «sentir importante», y al cabo de un tiempo cedió a sus verdaderas pretensiones: «Me sentí obligada a darle lo que quería. Una estupidez, ¿verdad?».

A los pocos días, durante un campamento juvenil en el verano de 2010, empezó a sospechar que estaba embarazada. Siguió con todas las actividades por si se trataba de otra cosa, pero en la última semana ya no tenía dudas y empezó a pensar en lo que se le venía encima: volver a casa y decírselo a sus padres: «La idea de contárselo todo era terrible. Mi madre es una mujer muy amable y religiosa que no tenía ni idea de lo que yo hacía a sus espaldas».

Pero algo ayudó a transmitir la noticia: cuando fueron a recogerla al campamento, notaron su inquietud y Amber vomitó en el coche durante el camino de vuelta su madre adivinó «instantáneamente» la razón. 

En vez de condenarla, se volcaron con ella: «Me sentí muy feliz así, porque sé que habría sido todo mucho más difícil si no lo hubiesen hecho».

Un desequilibrado

Sobre todo, porque entonces empezaron a descubrir el verdadero rostro del padre de la criatura. El chico, hasta entonces «divertido y encantador», demostró ser una personaobsesiva y controladora, y a acosar a Amber con continuos sms, llamadas si no los respondía al instante, visitas si no lo cogía para saber dónde estaba y por qué no respondía.

Descubrió además que se había inventado historias sobre sí mismo para ganar su admiración y conseguir el objetivo de acostarse con ella.

Empezaron a discutir por el nombre del niño, sobre si Amber trabajaría o no, o si seguiría yendo al colegio y, sobre todo, dónde vivirían. Él amenazaba con suicidarse si no conseguía lo que quería. Sobre todo, pretendía que ella viviese con él, pero Amber se negaba: «Sabía que no me ayudaría a terminar el instituto».

«Me mentía constantemente sobre todas las cosas. Podíamos estar discutiendo al teléfono toda la noche. Ahora lo veo más claro, pero entonces era duro para mí darme cuenta de lo hundida que me sentía. Creía que él era mi único amigo. No podía creer que estuviese abusando de mí y manipulándome», cuenta Amber, que continuó viviendo con sus padres y empezó el curso siguiente: «No pude contar con mis amigos, pero comprendí la importancia de mi educación».

Nace Jonah

El 4 de marzo de este año nació Jonah: «Fue un parto natural, sin epidural, y no tardó mucho en estar en mis brazos. Quedé agotada, pero fue muy emotivo. Valió la pena. Él era real, estaba vivo, respiraba, era adorable«.

El padre de Jonah redobló su asalto para controlar la vida de Amber, y en el mismo hospital acabó en urgencias con un ataque de ansiedad. «Pase lo que pase, no dejes a tu hijo a solas con ese chico«, le dijo una enfermera que había presenciado el incidente, que le reveló como una persona muy desequilibrada.

«Rompí con él al día siguiente», dice. Hoy, la custodia de Jonah la tiene ella y él visita a su hijo siempre con supervisión.

¿Elección? Responsabilidad

A partir del nacimiento de Jonah y de la ruptura con su novio, la vida de Amber mejoró: «Empecé a sentirme bien conmigo misma«, confiesa, tras meses de inseguridad adolescente justo durante el embarazo.

Y todo, por su hijo: «La idea de que podría haber destruido tan fácilmente algo tan maravilloso aún me aterra», comenta sobre la posibilidad de abortar. «Sí, he tenido que renunciar a muchas cosas, pero no creo que sea el fin del mundo. Tengo un hijo que me quiere, y yo le quiero más que a nada.  Estoy disfrutando de la vida».

Dice que lamenta haberse acostado con aquel chico, pero no su decisión de dar a luz. Tiene claro que su «elección» fue estar con su novio. Una vez quedó embarazada, «ya no habíaelección, sino simplemente responsabilidad«.

Y concluye: «Me siento orgullosa de haber sido capaz de asumir la responsabilidad de mis actos, de afrontar las consecuencias y hacerlo lo mejor posible. Amo a mi hijo. Cuando hay un embarazo inesperado, la vida no se acaba… Empieza«.