El tremendo martirio de la familia Ulma

Luz en las tinieblas: el tremendo martirio de la familia Ulma

José y Victoria con sus hijos son venerados como Justos entre las Naciones por el pueblo judío

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Esta historia de una familia polaca que se inscribe en el drama del holocausto es también la historia y la memoria de aquellos que el mismo pueblo judío llama Justos entre las Naciones.

Me pareció oportuno referir esta semblanza en este tiempo de Navidad habiendo celebrado ya la Sagrada Familia y la Jornada Mundial de la Paz

La pequeña patria de la familia Ulma era Markowa, una localidad situada cerca de Łańcut, que en el período de entre guerras fue una de las aldeas rurales más grandes de Polonia. En 1931 contaba con más de 4.000 habitantes, entre los cuales había un grupo de 120 judíos. Estos últimos se ocuparon principalmente del comercio, aunque también había entre ellos un grupo de profesionales. Las relaciones con los polacos eran buenas, sólo se registraban algunos incidentes menores. Después de la invasión alemana y de acuerdo al orden establecido por el ocupante, los gendarmes tenían la función de vigilar, con el apoyo de la policía de la marina de guerra. Esta última tenía sus puestos de avanzada en todas las aldeas más grandes, también en Markowa, y se componía de polacos o ucranianos.

Desde el comienzo de la guerra, los judíos fueron privados de cualquier derecho. En el Gobierno General como primera medida fueron discriminados y luego comenzó su exterminio. La discriminación se manifestaba primero en la deportación forzada de los judíos desde el norte al sur de Polonia junto a la confiscación de sus bienes y al maltrato de una crueldad excepcional. Más tarde se les prohibió viajar y fueron obligados a trabajar para el ocupante. Sin embargo el exterminio comenzó con la creación de guetos en las ciudades más grandes, y más tarde con el traslado de los judíos a los campos de exterminio, donde murieron en masa.

También se aplicaron severas represalias para los polacos. Hans Frank, el gobernador general, introdujo la pena de muerte para aquellos que conscientemente prestaban ayuda a los judíos o los escondían. A pesar de estas severas sanciones, los polacos actuaron con valentía y se salvaron durante la segunda guerra mundial aproximadamente 500.000 judíos polacos. Una de las familias que trataban de ayudar a los judíos, fueron los Ulma, José y Victoria.

Jozef Ulma nació en 1900 en el seno de una familia campesina pobre. Hizo la escuela primaria hasta cuarto grado y en 1921 fue llamado al servicio militar. A los 29 años inició los estudios en la escuela agrícola de Pilsen. Para aquellos tiempos él era un hombre inusual, propagador de la jardinería y de la horticultura. Instaló un vivero de árboles frutales y propició el cultivo de la morera y la cría de gusanos de seda. También fue bibliotecario en el Círculo Católico de la Juventud. Su gran pasión era la fotografía: el mismo construyó una cámara fotográfica, donde plasmó la vida de su familia y su pueblo.

José se casó a la edad de 35 años con Victoria Niemczak, nacida en 1912. En el transcurso de siete años seis hijos alegraron el hogar, primero nació Estanislao, y luego Bárbara, Wladyslaw, Francisco, Antonio y María. Si no fuera por un suceso trágico, hubieran disfrutado del séptimo hijo, que habría de nacer en la primavera de 1944. Los esposos Ulma, queriendo alimentar a un grupo tan grande de hijos, compraron 5 hectáreas de tierra en la lejana Wojstawice cerca de Sokal. Sin embargo, no pudieron instalarse allí porque repentinamente los envolvió el torbellino de la guerra.

Desde el comienzo de la guerra, José dio refugio a diferentes personas. La casa, situada lejos de la aldea, creó una cierta sensación de seguridad. En esta casa también había lugar para los judíos: la familia Szall, compuesta por seis personas y dos mujeres de apellido Goldman y la hija de una de ellas. A pesar de la considerable distancia y la absoluta discreción, el hecho de este escondite no pudo permanecer por mucho tiempo en la clandestinidad. Sigue siendo un misterio quién y por qué informó a los alemanes sobre el lugar donde se escondían los judíos

El 24 de marzo de 1944, poco después de la medianoche, desde el puesto de la policía alemana de Łańcut partieron tres carros llevando ocho funcionarios. Eran cuatro policías y cuatro agentes de la policía naval. Al amanecer rodearon la casa de José y Victoria Ulma, en el ático estaban ocultos los judíos. Fueron los primeros en ser fusilados, y un momento más tarde, José Ulma y su esposa Victoria, que se encontraba en el séptimo mes de embarazo.

Tras el asesinato de sus padres, en medio del llanto y los gritos, los alemanes se preguntaron qué hacer con sus seis hijos. Entonces decidieron que ellos también debían ser fusilados. A las palabras: » mira cómo mueren estos cerdos polacos, que mantienen a los judíos», fueron brutalmente asesinados. Así perecieron Estanislao, Bárbara, Wladyslaw, Francisco, Antonio y María. El mayor tenía 8 años y el más pequeño un año y medio. Los conductores de los carros, testigos oculares de este brutal crimen refirieron que los policías luego se entregaron a la bebida y, completamente borrachos, saquearon todos los bienes de la familia Ulma.

Después de tantos años de aquellos acontecimientos se puede decir que el motivo principal de caridad que guió a los Ulma era su fe. Testigos de su vida subrayaron que José y Victoria eran católicos, no sólo de palabra, sin con obras y de verdad. Educaron a sus hijos ejemplarmente y con amor. Decidieron heroicamente dar la vida por los demás y así dieron testimonio de amor cristiano.

La familia Ulma fue declarada en 1995 “Justa entre las Naciones”. El Yad Vashem, el memorial del Holocausto, premió a más de 6.000 polacos, que representan el grupo nacional más consistente entre los más de 20.000 Justos reconocidos hasta ahora,

En agosto de 2003 se introdujo el proceso de beatificación de la familia Ulma en la diócesis de Przemyśl. Los documentos fueron consignados en el Vaticano el 24 de mayo de 2011.
Hasta este momento han nacido dos asociaciones católicas que han elegido los Ulma como patrones y se ocupan de sostener a las familias en dificultad.

En 2003 se comenzó a construir en Markowa un monumento en honor a los Ulma, en cuya inauguración en 2004, estaban presentes entre otros, el arzobispo Józef Michalik, obispo metropolita de Przemyśl y presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, y Abraham Segal, uno de los judíos supervivientes de Markowa.

Sobre el monumento hay una leyenda que dice: “Salvando las vidas de los otros, sacrificaron las propias: Józef Ulma, su mujer Wiktoria y sus hijos Stasia, Basia, Władzio, Franuś, Antoś, Marysia, un niño todavía no nacido”.

“Escondiendo a ocho de nuestros hermanos mayores en la fe, judíos de las familias Szall y Goldman, murieron juntos en Markowa el 24 marzo 1944 a manos de la policía alemana”, dice la inscripción.

“¡Que su sacrificio sea un llamamiento al respeto y al amor debido a todos!! Eran hijos e hijas de nuestra tierra y permanecen en nuestro corazón. La comunidad del distrito de Markowa.”

Milagro atribuido al beato Jerzy Popieluszko

Un milagro atribuido al beato Jerzy Popieluszko

Si fuera reconocido, abriría la vía a la canonización de este sacerdote polaco asesinado por la policía política de la Polonia comunista

Aleteia
 
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Un milagro ocurrido en la diócesis francesa de Créteil podría abrir el camino a la canonización del beato Jerzy Popieluszko, un joven sacerdote polaco que luchó por la defensa de las libertades civiles y religiosas contra el régimen comunista de su país.
 
Este capellán de los obreros del sindicato Solidarnosc en Varsovia fue torturado y asesinado por la policía política en 1984, cuando tenía 37 años, y fue beatificado el 6 de junio de 2010 en la capital polaca.
 
El milagro se refiera a la curación inexplicable ocurrida en el año 2012 tras una oración dirigida al beato, que una comisión de expertos examinará el próximo mes de marzo. Se trata de la curación de un hombre, Marc, enfermo durante once años de una leucemia mieloide crónica atípica.
 
“En noviembre de 2011, sufrió una fuerte bajada. Marc ya no podía caminar, se sometió a tres quimioterapias y a un trasplante de médula”, informó el diario La Croix.
 
En agosto de 2012, el veredicto de los médicos no permitía apelación: no había nada que hacer, las células cancerígenas habían invadido todo su cuerpo. A principios de septiembre, Marc se encontró con la psicóloga del hospital, que le ayudaba a prepararse para morir.
 
Pero esto sin contar con la oración dirigida al beato Jerzy Popieluszko por el sacerdote que fue a administrarle los últimos sacramentos.
 
Cuando el sacerdote se fue, Marc abrió los ojos y preguntó qué le había pasado. Por la noche tres veces intentó levantarse y unos días más tarde, el equipo médico del hospital Henri Mondor que le seguía desde hacía diez años constató con sorpresa que estaba curado; mejor: que su cáncer había desaparecido.
 
Un mes después, los exámenes médicos eran formales: estaba totalmente restablecido.
 
Prudentes, la pareja y el sacerdote guardan el secreto. Según La Croix, el obispo de Créteil, monseñor Santier, ha constituido una comisión, que se reunirá en marzo, y ha encomendado a dos médicos independientes el examen de la curación.
 
Si se comprueba el milagro, se enviará el dossier a la diócesis de Varsovia, que lo transmitirá a Roma.
 
 
Descubre aquí más cosas sobre el padre Jerzy Popieluszko. 

SE ABRE LA PUERTA A SU BEATIFICACIÓN

La comisión médica de Causa de los Santos aprueba un milagro en un niño no nacido por intercesión de Pablo VI

pablovi

14/12/13 11:00 AM

La beatificación de Pablo VI podría ser una realidad en los próximos meses, después de que la comisión médica dependiente de la Congregación para las Causas de los Santos diera validez a la «curación inexplicable» de un feto en California, en el que, caso de ser confirmado por los cardenales, supondría el primer milagro del Papa Montini. 

(Ecclesia/InfoCatólica) Ahora, a falta del dictamen oficial, todo parece indicar que la beatificación de Pablo VI podría tener lugar en 2014, coincidiendo con el 50 aniversario del histórico viaje del Papa a Tierra Santa. La comisión está presidida por Patrizio Polisca, médico personal primero de Benedicto XVI y, ahora, del propio Francisco.

El caso fue elegido hace tiempo por el postulador de la causa, padre Antonio Marrazzo. El presunto milagro tiene que ver con la curación de un feto que se llevó a cabo a principios de los años noventa en California.

Durante el embarazo, los médicos habían encontrado graves problemas en el feto y, por las consecuencias a nivel cerebral que se dan en estos casos, los médicos habían sugerido que la única posible solución era el aborto. La mujer no escuchó el consejo de los médicos y se encomendó a la intercesión de Pablo VI. El bebé nació sano.

El primer cura negro de EEUU nació esclavo

Augustine Tolton podría llegar a los altares

El primer cura negro de EEUU nació esclavo, se ordenó en Roma y volvió como misionero

Actualizado 5 noviembre 2013

C.L. / ReL

Augustine Tolton.
Augustine Tolton.

Augustine Tolton (1854-1897) se ordenó sacerdote en 1886 y figura como el primer negro nacido en Estados Unidos que recibió las órdenes sagradas y ejerció luego el ministerio en su país.

Los hermanos James y Patrick Healy le habían precedido (1854 y 1864, respectivamente), pero eranhijos de irlandés y mulata, y por tanto medio-mulatos también y considerados irlandeses.

Tolton, por el contrario, nació en una granja de Missouri fruto del matrimonio en 1851 de dos esclavos nacidos también en Estados Unidos, Peter Paul y Marthe Jane, cuyos respectivos dueños eran dos familias católicas que instruían y bautizaban a los esclavos que compraban. Ambos eran, pues, católicos, como lo fueron su boda y sus hijos, el segundo de los cuales, Augustine, nació en 1854.

Una huida infernal
Su vida no se diferenció mucho de la de tantos otros esclavos, hasta que estalló la Guerra de Secesión en 1861. El padre de familia, Peter Paul, decidió unirse al ejército de la Unión, como hicieron unos 180.000 negros, y escapó de la granja de sus dueños. Murió poco después de disentería, prácticamente sin haber entrado en combate.

Aunque su mujer ignoraba ese hecho, decidió huir también, porque había sabido que algunos propietarios de esclavos de la zona le habían echado el ojo a sus tres hijos, los dos hijos mayores y la pequeña de veinte meses.

La escapada se convirtió en una difícil odisea de una madre arrastrando a tres niños, viajando sobre todo de noche, a punto de ser capturados, siendo objeto de fuego cruzado entre unionistas y confederados, y cruzando el río Mississippi en un bote viejo y sin experiencia en su manejo, hasta llegar a Hanibal primero y a Quincy después, ya en Illinois, en zona bajo control de los «azules».

Problemas raciales… no sólo blancos
Allí empezó a trabajar y a sacar adelante a los suyos. Al finalizar la guerra, en 1865, supo que su marido había muerto cuatro años antes. También lo hizo su hijo mayor, de una neumonía. Martha Jane era una asidua fiel de la iglesia de San Bonifacio, a la que asistían básicamente alemanes, cuyo idioma aprendió bien Augustine en esos años.

Cuando su madre quiso inscribirle en la escuela parroquial, sufrió el rechazo y el acoso del resto de alumnos y de sus padres, todos blancos, y a pesar del apoyo del párroco, el padre Schäffermeyer, y de la profesora, la Hermana Chrysologus, tuvo que abandonar en su empeño.

El camino de espinas de la formación
Pero el racismo no era sólo blanco. Augustine fue inscrito poco después en una escuela pública para negros… donde también era mirado con desprecio por sus compañeros mulatos.

Finalmente el padre Peter McGirr le acogió en otra escuela católica, la de San Lorenzo, y aunque también sufrió rechazo de sus compañeros blancos, los persistentes sermones del sacerdote consiguieron vencer esa falta de caridad, y Augustine empezó a aprender y formarse de verdad en 1868.

A pesar de ser prácticamente analfabeto, aprendió rápidamente a seguir la misa en latín, requisito para ser monaguillo en ella, como era su deseo. No se sabe cuándo hizo la primera comunión, pero sí que se confirmó en 1870 y que cada mañana, antes de acudir a su trabajo en una fábrica de tabaco, asistía a misa y comulgaba.

En busca de seminario

En algún momento manifestó al padre McGirr su deseo de ser sacerdote. No había en aquel entonces ningún sacerdote negro en Estados Unidos. El obispo de Alton, Joseph Baltes, se ofreció a sufragar sus gastos como seminarista si encontraba seminario, pero las gestiones resultaron en que todos afirmaban «no estar preparados» para recibir a un alumno negro. Así que en 1873 todos los sacerdotes de Quincy decidieron darle clases, y hasta 1875 continuó así su educación, al tiempo que trabajaba.

En 1878 se hicieron cargo de su formación los franciscanos, en particular el padre Richard Richardt, pero las dificultades para encontrar seminario eran las mismas, y eran por lo mismo: era negro.

Richardt, quien consideraba a Augustine «un monaguillo reverente, un hijo ejemplar, un trabajador concienzudo, un buen estudiante y un celoso apóstol laico», y el obispo Baltes, quien deseaba su educación y ordenación, acudieron entonces a Roma, y por medio del superior general franciscano y del cardenal prefecto de la congregación de Propaganda Fide, Giovanni Simeoni, lograron por fin plaza para él en el colegio Urbaniano de Roma, un seminario especializado en formar para las misiones.

La gran sorpresa, en Roma

El 15 de febrero de 1880 su madre y su hermana y los padres McGirr y Richardt le despidieron en la estación de tren de Quincy, rumbo a Chicago primero, al puerto de Hoboken en Nueva Jersey después, y luego en barco hasta Le Havre, en Francia, y luego París y Roma por tren. Llegó a la Ciudad Eterna el 10 de marzo. Empezaba una nueva vida en la que el color de su piel no era obstáculo para nadie.

Allí estudió seis años, convencido de que tras su ordenación sería enviado a África. Pero llegó el día en que se convirtió en sacerdote, el 24 de abril de 1886 en la basílica de San Juan de Letrán, y el cardenal Simeoni le dio la gran sorpresa. Volvería a Estados Unidos, y a su diócesis, Alton, le dijo el purpurado al estupefacto misacantano, que lo había pasado muy mal allí y no deseaba volver: «Se la considera la nación más ilustrada del mundo. Veremos si merece ese título. Si Estados Unidos nunca ha visto un sacerdote negro, deberá verlo ahora«.

Al día siguiente de su ordenación dijo misa en la basílica de San Pedro, con el cardenal Simeoni como acólito. Un tiempo después conoció al Papa León XIII, quien recibía a todos los sacerdotes de Propaganda Fide antes de partir a sus respectivas misiones.

El 11 de julio, el padre Tolton celebró en Nueva York la primera misa dicha en Estados Unidos por un sacerdote negro, y fue una misa solemne en una parroquia mayoritariamente de negros. Aquel día, Augustine volvió a ver a su madre seis años después, la bendijo y le dio la comunión.

Seis conversiones

Luego, ya en Illinois, fue destinado a la parroquia de San José en Quincy, donde sus primeros meses fueron poco fructíferos: sólo seis conversiones. El apostolado católico era muy difícil entre los negros allí, pero poco a poco empezó a notarse la presencia del padre Tolton.

El padre Brüner, de la parroquia de San Bonifacio, informó de que llenaba la iglesia cada domingo: «Es muy querido por todos y sus sermones gustan mucho». Y en la cola de su confesionario se entremezclaban blancos y negros. Aquellos, mejor situados económicamente, ayudaban al sostenimiento de la parroquia y de la escuela, donde empezaban a dejar de pasar las cosas que vivió el padre Tolton en su infancia.

Más cuestión de dinero que de piel

Pero algo las revivió. En 1887 llegó a San Bonifacio el padre Michael Weiss, quien a la postre sería el único miembro de la Iglesia de quien Tolton recibió desprecio por su raza. Le llamaba «el cura negro», y pretendió que limitase su apostolado a las personas con su mismo color de piel.

Había en realidad tras esa actitud racista una motivación económica: muchos blancos -que eran quienes podían contribuir a la Iglesia- preferían San José a San Bonifacio. Weiss emprendió una campaña contra él, que tuvo a su favor el prejuicio, pero en contra a las autoridades de la Iglesia.

Así, el cardenal James Gibbons, arzobispo de Baltimore, invitó a Tolton a intervenir en congresos en Baltimore, Nueva York, Boston…

«La Iglesia católica deplora la doble esclavitud, la del alma y la del cuerpo, y nos desafía a liberarnos de ambas«, dijo en 1889 en Washington, según recoge la página web de su proceso a los altares: «Yo fui un esclavo pobre, pero los sacerdotes de la Iglesia no me despreciaron. Por influencia de uno de ellos me convertí en lo que soy. Fueron los sacerdotes de la Iglesia quienes me enseñaron a rezar y a perdonar a mis enemigos. En esta Iglesia no tenemos que luchar por nuestros derechos por ser negros. La Iglesia tiene santos negros (San Agustín, Santa Mónica, San Benito el Africano), la Iglesia es abierta y acogedora. Es la Iglesia para nuestro pueblo».

De Quincy a Chicago

Pero el padre Weiss, pese a todo, ganó la partida porque la limitación de fondos económicos era real, y su campaña contra el exceso de recursos en el apostolado de los negros surtió efecto. Aunque el obispo James Ryan, que había sucedido a Baltes, consideraba a Tolton «un buen sacerdote», no supo encauzar el problema, y el mismo Augustine pidió el traslado de diócesis.

En diciembre de 1889 partió para Chicago, y pronto trabó contacto con Santa Katherine Drexler (1858-1955), quien al entrar en religión a los 33 años decidió dedicar su inmensa fortuna, heredada de su padre -un adinerado banquero- al apostolado entre los indios y los negros. La futura santa, canonizada por Juan Pablo II en 2000, ofreció su ayuda y la de su congregación y los años de Chicago, que fueron también duros para Tolton en el apostolado, le permitieron sin embargo emprender obras concretas de catequesis y enseñanza entre las gentes de color, la misión que había recibido en Roma.

Fulminado por el calor
El 9 de julio de 1897, con tan sólo 43 años de edad, cuando caminaba por una calle de Chicago camino de la rectoría a la vuelta de un retiro con otros sacerdotes, sufrió un desvanecimiento. Los médicos diagnosticaron un brutal golpe de calor y uremia, con fiebre por encima de los 40°C, y no pudieron hacer nada por salvarle. Murió ese mismo día.

Fue enterrado en Quincy, donde el diario local, The Quincy Journal, señaló que «pocas veces se había visto un funeral semejante: el cortejo fúnebre se extendió cuatro manzanas, además de los coches que trasladaron a las personas al cementerio».

Tolton no logró llamativos éxitos en su apostolado, pero sí resplandeció por sus virtudes. El 14 de febrero de 2011 el cardenal Francis George, arzobispo de Chicago, abrió su proceso de beatificación, y el 13 de febrero de 2012 la Congregación para las Causas de los Santos le otorgó la condición de siervo de Dios. El milagro que se está investigando como parte del proceso es el restablecimiento insólito de una persona a quien se daba por desahuciada.

Pero si finalmente sube a los altares, no será por su posición singular en la historia de la Iglesia norteamericana, en razón del color de su piel y de su pasado esclavo: será, señala Anita Moore, «porque fue un hombre devoto, fiel durante toda su vida a los deberes de estado, celoso por las almas, agradecido por los beneficios recibidos, amante de su rebaño, y paciente en sus sufrimientos y en su inmenso sacrificio de sí mismo«.

El «cura gaucho»

Cien mil peregrinos para la beatificación de José Gabriel Brochero, el «cura gaucho» 

Actualizado 12 septiembre 2013 

LaNacion.com / ReL

José Gabriel Brochero, muerto en 1914, es conocido como el cura gaucho
José Gabriel Brochero, muerto en 1914, es conocido como el cura gaucho

Rutas, parajes, pueblos y ciudades del norte argentino son invadidos por estos días por la imagen de un hombre de sombrero y poncho y montado en una mula. 

Es la figura del sacerdote que nació, vivió y murió en Córdoba (Argentina), José Gabriel Brochero (www.curabrochero.org.ar), y que será proclamado beato este sábado en el pueblo serrano que lleva su nombre.

Hasta 100.000 peregrinos
Para la ceremonia se estima que los peregrinos que viajen hasta Villa Cura Brochero, pegada a Mina Clavero, superarán los cien mil.

En esa misa, que celebrará el sábado, a las 10, el cardenal Angelo Amato, titular del organismo de la Santa Sede dedicado a los procesos de canonización,la Iglesia pondrá al cura gaucho, como se conoce a Brochero, como ejemplo de sacerdote y de ciudadano.

Según el obispo de Cruz del Eje y titular de Causa de los Santos del Episcopado argentino, monseñor Santiago Olivero, Brochero «se adelantó a los tiempos y supo pensar la realidad, porque la promoción humana y la evangelización que proponemos hoy no estaban tan claras en su tiempo«.

Murió de lepra en 1914
La intervención social, que Brochero desplegó en forma simultánea con la espiritual, fue de tal importancia que sólo dos años después de su muerte, ocurrida en 1914 a causa de la lepra, las autoridades políticas cambiaron el nombre del pueblo en el que vivía y que hasta entonces se llamaba Villa del Tránsito. 

Sus gestiones hicieron posible la apertura de caminos, acequias, diques, una estafeta postal y un telégrafo.

Entre otras obras fundó escuelas y logró, con la construcción de un acueducto, la llegada del agua al pueblo desde el río Panaholma.

«Más importante que haber hecho caminos es que Brochero hizo sentir a la gente la necesidad de salir al encuentro de los otros«, dijo el padre Jorge Frigerio, director del Centro de Estudios Brocherianos. Y agregó: «Si uno se encierra en sí mismo, no necesita caminos; Brochero es un constructor de entramado social».

En Villa Cura Brochero, además de la tumba del nuevo beato, se pueden visitar la Casa de Ejercicios Espirituales que construyó el cura y la vivienda en la que pasó sus dos últimos años de vida.

Niño milagrado
Allí, la afluencia de peregrinos creció en dimensiones aún no estimadas desde diciembre pasado, cuando Benedicto XVI aceptó como un milagro obtenido por intercesión de Brochero la curación de Nicolás Flores cuando tenía once meses de vida.

El sábado, Nicolás, que hoy tiene 13 años, llevará al altar una reliquia del curaque desde ese día será el octavo argentino en la lista de beatos.

La beatificación de Juan Pablo I, entra en su recta final

Lo anuncia su postulador 

La beatificación de Juan Pablo I, el Papa Luciani, entra en su recta final y podría ser rápida 

El postulador, el obispo Dal Covolo, anuncia: «La «positio» de Juan Pablo I será entregada en octubre». Y hay milagro: curado de un tumor por la intercesión del Papa. 

Actualizado 2 julio 2012 

Andrea Tornielli/Vatican Insider

El último Papa que ha sido beatificado fue Juan Pablo II, hace un año. Pero también hay otros sucesores de Pedro del último siglo que están en lista de espera:Pío XII, de quien Benedicto XVI ya aprobó la heroicidad de las virtudes; Pablo VI y su inmediato sucesor Juan Pablo I. 

«El 17 de octubre, en el centenario de Albino Luciani del nacimiento de Albino Luciani, en compañía de mi colaboradora Stefania Falasca, entregaré oficialmente al cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, la “positio” relativa al “Siervo de Dios” Juan Pablo I», anunció ante de ayer en Agordo el obispo Enrico Dal Covolo, rector de la Pontificia Universidad Lateranense y postulador de la causa para la beatificación del Papa Luciani.

Dal Covolo dio el anuncio durante la homilía que pronunció por la fiesta de los santos Pedro y Pablo, padrones de Agordo, pueblo natal del obispo. 

«La “positio” –explicó el postulador– es un expediente que consta de dos grandes volúmenes rojos: el primero recoge los testimonios sobre la vida y sobre las virtudes de Luciani, mientras el segundo se centra sobre todo sobre la historia del personaje. En tales obras se demuestran lo mejor posible las virtudes y la heroicidad de Juan Pablo I, que después serán examinadas en dos niveles: por los expertos de la Congregación y por los miembros de la misma». 

Si el resultado de este examen es positivo, añade Dal Covo, «como estoy seguro, entonces el Papa autorizará la atribución del título de “venerable”. El proceso preseguirá luego sobre la verificación completa del milagro, sigilio del iter, y que ya está en buena marcha, por lo que dentro de pocos años vuestro ilustre coterráneo subirá al honor de los altares como beato». 

Un posible milagro
El postulador, de hecho, indicó un presunto milagro: la curación inexplicable del tumor de un italiano. Un presunto milagro también fue indicado en la postulación de la causa de Pablo VI: se trata de la curación de un niño que todavía no había nacido. Por el momento, la causa más avanzada es la del Papa Pacelli, pero parece que no se ha encontrado ningún presunto milagro que permita continuar adelante. 

Relación con Pablo VI y Juan Pablo I
Benedicto XVI está muy relacionado tanto con Pablo VI como con Juan Pablo I. El Papa Montini fue el que eligió al teólogo de cincuenta años y profesor en Ratisbona para el arzobispado de Múnich de Baviera y pocas semanas después le creó cardenal durante su último consistorio. 

Ratzinger participó en el cónclave de 1978, que eligió al Papa Luciani, así como en el que eligió al Papa Juan Pablo II. Si las causas de beatificación de Pablo VI y Juan Pablo I proceden con buen ritmo, es probable que Benedicto XVi les beatifique juntos, y se convertiría en el primer Papa en la historia de la iglesia que habría elevado a los altares a sus 3 inmediatos antecesores.

Podría ser su primer milagro

Sucedió en 2010, y podría ser su primer milagro 

Tras 61 minutos sin pulso, que pasaron rezando a Fulton J. Sheen, su hijo volvió a la vida 

El Papa ha firmado las «virtudes heroicas» del legendario obispo, bastión anticomunista y modelo de evangelización radiofónica. 

Actualizado 29 junio 2012 

Carmelo López-Arias / ReL

Bonnie Engstrom es una joven madre norteamericana que tiene cinco hijos: «Uno en el cielo, otro en camino, y tres en danza», cuenta ella misma. El más pequeño de ellos se llama James Fulton, y nació el 16 de septiembre de 2010. Pero nació muerto.

Durante el parto, que tuvo lugar en su propia casa, el cordón umbilical se cerró en torno a su cuello. Vinieron los servicios de urgencias, le aplicaron continuamente resucitación cardiopulmonar, le llevaron al hospital… pero el niño no tenía pulso.

Fueron 61 minutos de angustia para Bonnie y su marido. Pero, desde el primer momento en que se detectó el problema, ambos empezaron a rezar con insistencia pidiendo la salvación del pequeño por intercesión del obispo Fulton J. Sheen (1895-1979). Y al minuto 61, el niño despertó.

Los médicos les aconsejaron que se prepararan para lo peor. La falta de oxígeno durante tanto tiempo implicaba un fallo orgánico masivo y una muerte inminente. En caso de sobrevivir, sería con vida «vegetal», y en todo caso con severas discapacidades.

Hoy, casi dos años después, James Fulton está robando de la cocina las pastas que hace su madre -cuenta Bonnie-, sin discapacidad alguna, mientras ella alimenta el blog consagrado a la beatificación del obispo y celebra por todo lo alto que este jueves Benedicto XVI haya declarado las «virtudes heroicas» de uno de los personajes más característicos del pujante catolicismo norteamericano de los años 50 y 60

Remitió su caso a la Fundación Fulton J. Sheen, y la salvación de su hijo (más incluso la ausencia de secuelas que la misma resucitación) puede convertirse en el primer milagroque posibilite su beatificación.

Sin miedo a los temas difíciles

Los Engstrom, lógicamente, bautizaron a su hijo como segundo nombre con el del hombre por cuya intercesión se había salvado. Pero no es un caso extraordinario. La devoción a Sheen está muy extendida en los Estados Unidos, sobre todo entre aquellos que le conocieron en la edad dorada de su influencia mediática y social.

Fulton J. Sheen nació en 1895 en El Paso (Illinois), y se ordenó sacerdote en 1919. Tras completar sus estudios en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), en la Sorbona de París y en el Angelicum de Roma, volvió a Estados Unidos para iniciar sus trabajos pastorales.

En 1930 hizo su debut radiofónico en NBC Radio con The Catholic Hour (mantendría el programa hasta 1952), y a partir de entonces se convertiría en una estrella mediática al servicio del Evangelio, con audiencias progresivamente millonarias durante más de tres décadas. No sólo en radio, también en televisión, ya desde los años cuarenta. Edward Stasheff, uno de sus primeros directores en la pequeña pantalla, recordaba luego que «la fundamental de su técnica era el efecto magnético de su forma de mirar a la cámara«.

Sheen abordaba sin complejos ni miedos los grandes problemas de su tiempo. Apoyó al bando nacional durante la Guerra Civil española (y eso fue decisivo en la postura de buena parte del catolicismo norteamericano), censuró el impacto de las ideas freudianas en la educación lustros antes de Mayo del 68, y alertó del peligro que suponía el comunismo para la civilización occidental.

Junto al cardenal Spellman

Y todo ello, en una perspectiva de evangelización. Le escuchaban católicos y no católicos (superaba los treinta millones de personas de audiencia), y por eso logró miles de conversiones, entre ellas las de algunos nombres relevantes de la vida pública estadounidense de aquellos tiempos, como Fritz Kreisler, Heywood Broun, Clare Boothe Luce, Henry Ford II o Louis Budenz.

En 1951 fue consagrado obispo auxiliar de Nueva York y comenzó el programa televisivo que le lanzaría definitivamente a una fama absoluta: Life is worth living [Vale la pena vivir]. Tanto, que en 1952 ganó un premio Emmy al personaje más relevante de la televisión, derrotando incluso a la popularísima Lucille Ball.

La «virtud heroica» de monseñor Sheen era que su estrellato no era vanal ni frívolo. Para dotarlo de raíces sólidas, hacía una Hora Santa todos los días ante el Santísimo, por muy cansado que estuviese. 

Era muchas veces incómodo por su claridad al exponer la doctrina católica. Pero enganchó con la opinión pública norteamericana en las dos décadas de la Guerra Fría, que coinciden con el auge de la Iglesia en aquel país y su prestigio hasta niveles jamás conocidos. Aunque eran muy distintos, Sheen formó con su obispo titular en la Gran Manzana, el no menos célebre cardenal Joseph Spellman (1889-1967), un tándem de influencia mediática y política que les convirtió en referencia necesaria para unestablishment que conocía su peso específico en la sociedad.

Incomprensiones, y el reconocimiento de Juan Pablo II

En 1966 monseñor Sheen fue nombrado obispo de Rochester, y se retiró en 1969, aunque continuó predicando y escribiendo. Así se lo reconoció Juan Pablo II cuando se encontraron en 1979: «Usted ha hablado y escrito bien de Nuestro Señor. Usted es un hijo fiel de la Iglesia«, le dijo el Papa, quien reconoció el apoyo que había prestado a los católicos tras el Telón de Acero cuando tantos miraban hacia otro lado. Y fue reconfortante para Sheen, hasta la emoción -según testigos del encuentro-, porque los años del postconcilio fueron difíciles para él, pues los sectores eclesiásticos progresistas empezaron a verle como un incómodo anacronismo.

Ganó mucho dinero con sus interevenciones radiofónicas y televisivas, y todo lo que conseguía, lo ingresaba en la Sociedad para la Propagación de la Fe. Se calcula que en torno a 17 millones de dólares entraron así en las arcas de ese poderoso instrumento evangelizador de la Iglesia.

Durante sus últimos años se dedicó a hacer apostolado de la Hora Santa y a predicar retiros espirituales a sacerdotes. En 1975 publicó un libro, Esos misteriosos sacerdotes, donde defendía la oblación personal y la espiritualidad como esenciales para la eficacia del sacerdocio en la vida moderna. Su vida fue un ejemplo de ello.